Bien, primero que nada hola a quien lea esto.
Quiero agradecer a fanatico z, jean d'arc, alfil94, Luna y red wolf por sus hermosos reviews, que me alegran el día siempre que los leo. Y hablando de los mismos:
fanatico z: me haces sonrojar con todas las cosas que decís (de mis descripciones, de la trama, del desarrollo de los personajes). En verdad las aprecio, pero como ya le dije a otros antes: no puedo evitar pensar que le falta algo a mis descripciones, tanto de lugares como de personajes. No estoy muy seguro de que, pero siento que no están perfectas, que podrían mejorar bastante. Y cambiando de tema, sí….. Val le quitó el trono a Tormund, pero a no sentirse mal por nuestro amado Matagigantes; habrá mucho para él. Y he leído "¡Crónicas Norteñas!" y también me encanta. Y Mors… bueno, no hay nada que decir. Yendo mucho más lejos (del Último Hogar a las Montañas del Norte)…. Bueno, con vos ya van como 100 personas que se sorprenden con lo de la bañera. Creo que eso fue un giro de 180°; amo leer de las los reviews en torno a eso jaja. Soy un pionero, sí… ¿quién lo hubiera dicho eh? Primer persona en incursionar en esa pareja….. al menos en español. Que yo sepa ;) P.D: ¡yo también amo a las pelirrojas! (grito de estadio).
jean d'arc: me deja más tranquilo saber que sigues con la historia. Echaría mucho de menos tus reviews de otra forma. Me alegro de que la historia parezca de las mejores versiones de Jon y Catelyn. Creo que ya te lo comenté, pero esta historia nación del deseo de hacer algo diferente con estos 2. Y Jon e Ygritte….. a mí me gustó la pareja que formaron tanto en los libros como en la serie… me dolió la muerte de Ygritte en la serie. Me dolió enserio. Y Catelyn….. bien, no voy a dar detalles, pero diré que falta mucho por ver en torno a ella. Y si viste, un fuerte contraste entre las dos escenas de sexo. Y el roce crea preocupación, y estos tres han rozado mucho.
alfil94: me alegra que te gustara el capítulo, pero lamento decir que tendrás que esperar una semana más para ver cómo avanzan las cosas en el Muro y en torno a Jon. Pero vendrá. Lo prometo.
Luna: Viste. Que salto que di. Pegue una carrera a los Usain Bolt jajaja. Y sí, aunque el sexo sea genial, no basta para que Jon e Ygritte se olviden de la otra mujer ;) Gracias por tus cumplidos sobre la historia y la trama. Y respondiendo tu pregunta: sí. Actualizo antes de Navidad. Aquí está la prueba.
red wolf: aquí está el final de tu sufrimiento. No quiero escuchar de masacres, así que guarda el C4 y las metralletas ;) Val y Jon…. admito que me sentí tentado, pero no. No va a pasar nada entre ellos…. Quizás (¡y ahora te deje con la duda! Muajajajaja)
Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.
Catelyn
La fiesta de bienvenida había sido inusual. No hubo una presentación ni una caminata por el medio del salón. La comida no había tenido especias ni nada demasiado elaborado. La bebida no había sido vino dulce del Rejo ni tinto dorniense. Ningún bardo ni juglar había armonizado la comida con música suave y melódica, y ningún bufón había arrancado risas de la boca de Catelyn ni de nadie más.
En cambio, había sido llevada por la joven Arra hacia el salón, donde menos de un centenar de los hombres y mujeres del Clan Norrey estaban ya sentados alrededor de unas cuantas mesas circulares. Las mujeres de las lanzas que componían su guardia habían ido detrás de ella y se había quedado un poco apartadas, mientras los hombres de Glover se habían mezclado con las personas del Clan. Ella fue sentada junto al Viejo Norrey, y al otro lado de él estaba Galbart Glover. En la mesa estaban además la esposa y varios hijos y nietos del Viejo Norrey. Enfrente de ellos se encontraba el brasero del salón, tan inmenso que las tres cabras que giraban en espetones encima de él cabían perfectamente. No había vino dulce del sur, sino cerveza norteña fuerte y agria para beber. La única música provenía de un par de gaitas tocadas por un par ancianos de Norrey, con largas barbas blancas y cubiertos de arrugas. No había juglares pero aun así las risas resonaban en el salón cada vez que los comensales intercambiaban historias graciosas y bromas subidas de tono.
Y pese a todo Catelyn se sintió honrada. En más de una ocasión se contaron historias o proezas de su esposo, y una docena de hombres se levantaron, tras haber bebido varias copas, para jurar que pondrían a sus pies las cabezas de Roose Bolton o Walder Frey, o ambas. Catelyn no pudo más que dedicarles una sonrisa cortés y darles las gracias en voz tranquila.
Una vez su esposo le ha había dicho que no hay mejor hospitalidad que la de los clanes de la montaña. No había dudado de sus palabras, pero se daba cuenta de la verdad que había en ellas al experimentarlo en carne propia. Cada vez que un nuevo trozo de pan llegaba era la primer persona a quien se lo pasaban, para que arrancara cuanto quisiera. Lo mismo se hacía con la carne, que siempre llegaba ante ella sangrante y bien caliente. Cada vez que bebía de su copa había alguien para volver a llenarla hasta el borde en cuanto la dejaba en la mesa. Galbart era tratado con la misma cortesía, solo por debajo de ella.
Había pedido que le acercaran comida y bebida a Lea y al resto de las mujeres, que se limitaron a comer en silencio, paradas o recostadas contra las pared del salón.
Cuando la mayor parte de la comida ya había sido consumida y los perros peleaban en el piso por los huesos de cabra, las mesas y los bancos fueron alejados hasta la pared; los únicos que no fueron tocados fueron los de ella y los de sus acompañantes. Los gaiteros se fueron del salón, cargando sus instrumentos con ellos. Catelyn estaba a punto de inclinarse para preguntarle a Brandon el Viejo si acaso era una preparación para un baile cuando un hombre de la multitud llamó su atención. Era difícil no hacerlo con sus gritos y sus brazos alzados. En ellos llevaba además una soga enrollada, del grosor de uno de sus dedos.
"Mi señor" la voz de Galbart se elevó ligeramente, quizás para hacerse escuchar sobre las voces de las personas "¿Sería este un buen momento para hablar?" preguntó, mirando a Brandon Norrey a los ojos.
"Si mi señora está de acuerdo….." dijo el Viejo, al tiempo que le dirigía una mirada.
"No tengo problema mi señor. Ni hay mejor momento que el presente para hablar" dijo, al tiempo que se levantaba de su asiento. El resto de las personas en la mesa se levantaron casi a la vez. El Viejo Norrey simplemente les hizo un gesto para que lo siguieran hacia una de las puertas laterales. Lo siguió sin dudar, con Glover a su lado y la familia del Viejo detrás. Cuando las mujeres de las lanzas se acercaron sacudió la cabeza; fue suficiente para que entendieran y se quedaran dónde estaban.
Brandon el Viejo los guio afuera del salón y en dirección a una cabaña pequeña. Abrió las puertas y los dejó entrar antes de hacerlo el mismo. El interior de la cabaña era en extremo sencillo; paredes desnudas, una mesa simple y cuatro bancos, dos a cada lado. Brandon el Viejo se sentó en uno, con su esposa a su lado. Sin decir palabras Catelyn tomó un banco mientras el señor de Bosquespeso tomaba el otro. Los hijos del Norrey se pararon detrás de su padre y cruzaron los bazos.
La primera voz en romper el silencio fue la de Brandon el Viejo "Habías dicho, Glover, que nos traías noticias. Pero antes quiero saber cómo es que has llegado aquí con la esposa del Ned" hizo una breve inclinación de cabeza en su dirección.
Compartió una mirada con Glover antes de que él empezara a hablar.
"La verdad es que el haber encontrado a Lady Catelyn fue solo un afortunado designio de los dioses" comenzó diciendo Glover. Recordando la inmensa vastedad de las tierras heladas de más allá del Muro, Catelyn no pudo evitar pensar que tenía razón "Antes de marchar a los Gemelos, el Rey Robb me envió para tratar con los lacustres. El plan era pedir su ayuda para poder arrebatar Foso Cailin de los Hijos del Hierro" empezó a relatar Galbart "Pero eso era solo la mitad de la misión. La otra era colocar en un lugar seguro su testamento, en caso de que algo le pasara a él" comentó, una expresión seria en su rostro.
Todos los Norrey escuchaban con atención las palabras de Galbart.
"¿Qué decía el testamento?" inquirió Brandon el Joven, parado detrás de su padre.
"Decía que, tras la muerte de sus hermanos menores, su nuevo heredero debía ser Jon Nieve, su medio hermano. También, por medio de un decreto, el Rey Robb legitimaba a su hermano como un Stark" contestó el hombre a su lado "Luego de enterarnos de la traición que había sufrido el rey, nos encaminamos hacia el Muro, con la intención de informar al hermano del Rey y jurarle lealtad" se detuvo un momento para tomar aire y los Norrey volvieron a preguntar.
"Encaminarnos, dijiste. ¿Quién más iba contigo?" preguntó Brandon el Viejo.
"Pero Jon Nieve es un hombre de la Guardia de la Noche. No puede convertirse en rey" inquirió casi al mismo tiempo otro de sus hijos, Bennard creía recordar.
"Maege Mormont" dijo Glover mirando al líder de los Norrey, antes de desviar la mirada hacia su hijo "El Rey Robb ordeno que transmitiéramos una oferta suya al Viejo Oso. A cambio de los votos de su medio hermano, dos centenares de hombres serían dados a la guardia para ocupar el lugar. El Viejo Oso aceptó, por lo que Jon fue formalmente liberado de la Guardia" concluyó.
"¿Y cómo encontraste a Lady Catelyn?" preguntó en esta ocasión la esposa del Norrey, mirando a Glover con sus ojos oscuros.
"Cuando Mormont y yo llegamos al Castillo Negro para informar al hermano del rey de su nuevo estado, el Viejo Oso nos informó de que había desaparecido al norte del Muro, por lo que fuimos a buscarlo" respondió el hombre a su lado.
"Y lo encontraron" dijo Brandon el Joven.
"Más bien él los encontró" replicó Catelyn, hablando por primera vez desde que entraron a la cabaña.
Los Norrey se limitaron a mirarla con curiosidad, y un par de ellos alzaron una ceja, pero ninguno dijo nada.
"Y luego de eso volvieron al Muro ¿no?" preguntó el Viejo. Glover asintió "De acuerdo. Ahora vos, mi señora, si sois tan amable. Contadme como es que llegasteis aquí" dijo, mirándola a ella. Catelyn dedicó un momento a pensar en que palabras usar.
"Como dijo vuestro hijo" empezó, haciendo un breve gesto hacia Brandon el Joven "estaba en los Gemelos la noche en que los Frey traicionaron a mi hijo" confirmó, ignorando el dolor sordo que se había acostumbrado a sentir cada vez que recordaba a Robb "pero cuando empezó la matanza Robb me ordenó huir. Logré salir de la fortaleza y salté al río antes de ser alcanzada por los Frey. Nadé hasta la orilla y logré tomar un caballo y huir, sin mirar adónde. Cabalgué hacia el norte durante varios días, pese a las heridas y el hambre" esos días le parecían tan lejanos "hasta que finalmente llegué a las playas del Cabo de Águilas, donde fui capturada por los Hijos del Hierro y embarcada rumbo a las islas" ignoró las expresiones y los ceños fruncidos de los Norrey y tomó aire antes de seguir "pero tras unas semanas en el barco una tormenta cayó sobre nosotros en el mar. Logré aferrarme a un trozo de madera y me mantuve a flote. Pero la sed y el hambre me habían debilitado mucho, y acabé por desmayarme. Cuando desperté me encontraba en una tienda, cubierta con pieles y en medio de un clan" contó, recordando a las personas que la habían encontrado y salvado, pese a que no le debían nada y que no ganaban nada con ello.
Lady Norrey miró a la nada y asintió por un momento, como entendiendo algo "Despertasteis al norte del Muro ¿verdad, mi señora?" pese a que el tono era de pregunta, parecía que la mujer mayor ya sabía la respuesta.
"Así es" confirmó Catelyn "y puesto que no tenía forma de volver" y no había nada ni nadie en ese momento a lo que volver "me quedé con ellos. Nos encaminamos hacia el oeste, puesto que el clan tenía la intención de unirse al ejército del rey más allá del Muro…." continuó relatando.
"Y por el camino encontrasteis a Jon Nieve y os quedasteis con él ¿verdad?" la interrumpió otro de los hijos del Viejo Norrey, hablando por primera vez. Su voz era ronca, como si no la usara mucho.
"Guarda silencio, Berjen" reprendió Brandon el Viejo "Deja que Lady Catelyn siga relatando" ordenó con voz severa. Berjen Norrey miró hacia abajo y apretó los labios con vergüenza.
"Como decía" comenzó de nuevo, haciendo caso omiso de la interrupción del hijo y la reprimenda del padre "el clan que me rescató se dirigía a unirse al rey más allá del Muro. Y lo consiguieron. Solo que no al rey del que habían escuchado" notó como el ceño de Brandon el Viejo se fruncía en confusión "Mance Rayder había muerto. Pero poco después de su muerte se había alzado un hombre para ocupar su lugar como Rey-más-allá-del-Muro. Este hombre logró llegar a un acuerdo con el Viejo Oso, y el Pueblo Libre cruzó las puertas del Castillo Negr en paz. Este hombre" dejó pasar un instante antes de soltar la noticia "era Jon Nieve, el hijo de mi esposo, el heredero de mi hijo Robb y el legítimo Rey en el Norte" concluyó.
Por un instante, fue como si todo el mundo se hubiera detenido. Todas las personas en la habitación, ella incluida, parecían haberse convertido en estatuas. Los Norrey estaban estupefactos, mirándola con los ojos abiertos. Galbart, a su lado, estaba mirando a su anfitrión con cuidado, sin separar la vista de él ni un instante. Catelyn, por su parte, alternaba su mirada entre cada una de las personas frente a ella y Glover. Intentaba descifrar los sentimientos que embargaban a su anfitrión y a la familia de éste.
"¿Y habéis venido aquí a transmitirnos esta noticia?¿Sólo a ello, mi señora?" las palabras que salieron de la boca del jefe de los Norrey no parecieron suyas. Su tono de voz diferente, la expresión de su rostro era ilegible, como si se hubiera puesto una máscara de frialdad.
"No" Catelyn se escuchó diciendo, sin pararse a medir sus siguientes palabras "Mi señor de Glover había venido a transmitir esa noticia. Yo he venido para convenceros de las ventajas de aliarse con el Rey Jon" dijo, pese a que no estaba segura de que pudiera lograrlo. Pero haría su mejor esfuerzo: por Jon.
"¡No!" exclamó una voz de repente. Bennard Norrey se adelantó de inmediato, con el ceño fruncido y los puños apretados "¡Padre, no lo hagas!¡No podemos aliarnos con los salvajes!" exclamó en voz alta, casi gritando.
"¡No le levantes la voz a tu padre, muchacho!¡Cuida como le hablas!" dijo de pronto la señora de Norrey, alzándose de su silla y mirando a su hijo con enojo.
"Pero madre…" empezó de nuevo Bennard, cuando el ruido de una mano azotando la superficie de la mesa con fuerza lo hizo callar.
"Basta. Todo mundo afuera. Hablaré con Lady Catelyn a solas" dijo Brandon el Viejo. Pese a que su voz no fue muy alta, había algo en su tono que puso nerviosa a Lady Catelyn.
"Ya escucharon a su padre. Salgan" dijo la esposa del Viejo, haciendo un gesto con sus manos arrugadas en dirección a la puerta. Berjen fue el primero en caminar en esa dirección, siendo seguido por Brandon el Joven.
"Mi señora" la voz de Galbart la hizo mirar en su dirección, y vio que su expresión era insegura.
"Esperad afuera, mi señor" le ordenó con una voz tranquila, pero sin dejar lugar a réplica. Tras un momento Galbart se levantó y se encaminó hacia la puerta; detrás de él iban la esposa de Brandon el Viejo y Bennard, este último con una expresión de enojo en la cara. Cuando la puerta se cerró, Catelyn le hizo un gesto al Norrey, invitándolo a hablar.
"Vuestro esposo siempre me pareció un gran hombre: por eso no dudé en seguirlo a la guerra, contra los dragones y luego contra los krakens. Y fue por el respeto que le tenía a él que no dude en mandar hombres de Norrey a Invernalia cuando vuestro hijo convocó al Norte. Tenía la esperanza de que lograría rescatar a su padre, y lloré cuando supe de la muerte del Ned. Pero conocía a vuestro hijo de mis visitas a Invernalia, lo suficiente para creer que podría ser un buen rey. El Rey que el Norte necesitaba" confesó, mirándola con seriedad "¿Creéis que el Ned, o el Rey Robb, estarían de acuerdo con lo que ha hecho Jon Nieve?¿Dejar pasar a los salvajes y luchar por ellos?" preguntó.
Catelyn pensó en la pregunta con detenimiento antes de responder "Probablemente no lo harían" reconoció "Pero ninguno tampoco estuvo cerca de ellos. Ninguno vio que tipo de personas son" dijo. Y era cierto; ni su esposo ni su hijo había tratado nunca con ellos. Ella lo había hecho, y sabían cómo eran: tercos y duros, si, pero no por eso eran malos.
"Yo he visto que tipo de personas son" replicó el Viejo "He visto el daño que son capaces de hacer: hijas robadas, mujeres violadas, hombres muertos y hogares destruidos. Mis hijos también lo han visto: es por eso que Bennard reaccionó así. Muchos de los míos han sido dañados por las incursiones salvajes. Me resulta…. Incómoda la idea de aliarme con ellos"
Catelyn no supo que responder por un momento. Estaba asombrada de lo diplomático que era Brandon el Norrey. Entonces fue que pensó que podría usar esas palabras para ver hasta qué punto estaría dispuesta a defender al Pueblo Libre. Ciertamente era un hombre astuto.
"Puedo entender vuestra incomodidad mi señor. Y puedo comprender que dudéis" empezó, pensando cada palabra con cuidado "pero os aseguro que el Pueblo Libre es capaz de mucho si se le da una oportunidad. Que es lo que ha hecho el Rey Jon" le confió. Dejó pasar un momento para que su anfitrión asimilara las palabras antes de seguir "Y ha dado grandes resultados" le aseguró.
Brandon Norrey desvió la mirada por un momento "Me resulta difícil de creer, mi señora" dijo, haciendo un esfuerzo por que su voz no dejara traslucir la incredulidad que Catelyn veía en sus ojos. Catelyn no se lo tomó a mal. Si alguien le hubiese dicho hace un par de años que los salvajes podían ser confiables, habría sido igual de escéptica al respecto "Y me resulta difícil además creer en el hijo bastardo de vuestro difunto esposo. El que no haya venido con vos para tratar conmigo y los míos, me da una impresión sobre qué tipo de hombre es. Y no es buena. En absoluto"
"En estos momentos, el Rey Jon Stark se encuentra ocupado" dijo, usando el nombre completo como una manera de reprender a Norrey por referirse a Jon como un bastardo "Es por eso que no ha venido en persona. Sin embargo, ha dicho que dentro de poco vendrá aquí a haceros una visita" puso mucho cuidado para que sus últimas palabras no sonaran a amenaza.
"¿Qué tiempo exactamente?" preguntó sin rodeos.
"Cuando sus obligaciones lo permitan" dijo, sabiendo que era una respuesta ambigua. Pero era la única que podía dar. Jon podría haber dicho que iría con los Clanes de la Montaña luego de tratar con los Umber, pero no había forma de saber cuánto tomaría. Aun si fuera rápido, Jon debería volver al campamento y continuar tomando parte en el entrenamiento del ejército y los preparativos para repartir el Agasajo entre los Clanes del Pueblo Libre.
Brandon Norrey estuvo en silencio unos momentos antes de hablar "Mi señora, hay un tema más que quisiera tratar" el hombre respiró hondo antes de seguir "Las fuerzas de mi Clan que fueron al sur con vuestro hijo estaban dirigidas por mi sobrino, Owen. Lo último que supimos era que estaba entre los hombres que tomaron Harrenhal, mientras el Rey Robb estaba en el Oeste. ¿Sabríais algo de él luego de la toma de la fortaleza?" preguntó, sus ojos brillantes de expectativas.
Un recuerdo asaltó la mente de Catelyn, un recuerdo que nunca había sido grato. Recordó estar en medio de un salón donde una matanza se desarrollaba, donde hombres leales y verdaderos morían a manos de traidores, de rompedores de juramentos sagrados que los habían recibido en su castillo con cortesía, solo para darles muerte. Recordó como la sangre manchaba los pisos de piedra, y cuerpos inmóviles estaban tendidos sin vida. Recordó como huyo del lugar, mientras de reojo veía a los muertos y los sigilos que decoraban sus ropas. Un oso rampante, un doble blanco sobre campo gris claro, un tritón con un tridente, tres árboles de pino…. tres cardos en campo amarillo.
Por un momento pensó en mentir al hombre frente a ella, en ahorrarle el dolor, pero no pudo. Le debía la verdad "Cayó junto a mi hijo" dijo en voz baja, no atreviéndose a decirlo en voz alta, y sintiendo un dolor muy similar al que el hombre frente a ella estaba experimentando.
Luego de eso ya no hubo mucho que decir. Catelyn no deseaba dar más información sobre el fin del sobrino de su anfitrión, y el Norrey parecía muy dolido para seguir tratando con ella en ese momento. Por lo que ambos acordaron hablar al día siguiente.
Cuando volvieron al salón, seguidos por Galbart Glover y la familia del Viejo Norrey, se encontraron con una visión inusual para Catelyn.
Dos personas estaban paradas frente a frente, y entre ellas se alzaba el gran brasero donde se habían asado las cabras esa noche. Las personas se encontraban unidas por una soga que rodeaba sus frentes, pasando por arriba de sus orejas y atándose en la parte posterior del cráneo.
En cuanto Catelyn asimiló esta visión fue consciente de un hecho más: cada persona tiraba de la soga, tratando de forzar a la otra a acercarse al fuego. Era un juego.
Entonces fue que la antigua dama de Invernalia notó que una de las personas jugando era Olerie, la mujer de las lanzas cuyo caballo se había roto una pata en el camino hacia las montañas. Las grandes mejillas de la mujer estaban teñidas de rojo por el esfuerzo mientras tiraba. Sus manos estaban cerradas en puños y sus brazos extendidos a cada lado, pero sin tocar nada. Sus pies se aferraban al suelo como si estuvieran clavados a él y sus piernas cubiertas de pieles viejas y remendadas estaban ligeramente flexionadas.
Los gritos de aliento y los nombres de Olerie y de su oponente, un hombre de Norrey con cabello y barba rubios salpicados de canas, resonaban en voz alta en el salón. Ambos competidores jadeaban mientras se esforzaban para derrotar al otro. Miró a ambos lados y vio que la familia del Viejo Norrey miraba concentrada la lucha de fuerza que tenía lugar junto al fuego.
Por fin, tras un tiempo largo, finalmente Olerie logró dar un pequeño paso atrás, seguido de otro. Así, poco a poco, el hombre de Norrey fue arrastrado poco a poco más cerca del fuego, pese a las maldiciones y gritos de otros para que resistiera. Las mujeres de las lanzas, por otra parte, gritaban alentando a Olerie, hasta que al fin, con un tirón brusco, la mujer de las lanzas forzó a su rival a caer de rodillas ante el fuego.
"¡SIIIII!" una docena de gargantas gritaron, mientras todas las mujeres de las lanzas alzaban los brazos en victoria y rodeaban a una jadeante Olerie. Un par de ellas alzaron los brazos de la victoriosa mujer, mientras otra saltaba encantada. Y no eran las únicas que celebraban. Uno de los hombres de Glover, Cein, cruzó frente a varios hombres Norrey recolectando varias monedas y hasta un pellejo sellado con un corcho con una sonrisa de oreja a oreja.
Cuando finalmente hubieran acabado las celebraciones y lamentos por el resultado de la contienda, Lea miró en su dirección y se acercó a ella.
"Veo que se están divirtiendo" le dijo a modo de saludo.
"No estaba planeado" se excusó Lea, al tiempo que se encogía de hombros "Los vimos competir entre ellos, y de pronto alguien dijo que las mujeres de las lanzas no eran rival para los Norrey" la expresión de Lea se hizo más dura antes de continuar "Olerie parecía un gatosombra con dolor de muelas. Saltó y dijo que podría vencer a cualquiera. Y pudo" concluyó, al tiempo que señalaba por encima de su hombro, en dirección al resto de las mujeres de las lanzas.
"Una actuación impresionante" dijo, con el fantasma de una sonrisa en su boca "Pero me temo que estoy muy cansada para contemplar una posible revancha. Me iré a dormir" le informó a la mujer de las lanzas.
Luego de eso, y pese a su insistencia de que no era necesario, fue escoltada por Lea y otras tres mujeres de las lanzas en dirección a sus cuartos. Les dijo que no habría problemas si decidían volver al salón y seguir divirtiéndose en vez de quedarse montando guardia afuera de su puerta, dio las buenas noches y cerró la puerta.
La única luz dentro de su habitación provenía de una vela solitaria ubicada sobre la mesa. La tomó y la deposito en el piso junto a su cama antes de empezar a quitarse el calzado y el vestido. Por fortuna los cordones que ataban este último estaban en la parte delantera, de modo que no necesitaba ayuda para quitarlo. Cuando terminó y estuvo vestida solo con su ropa interior volvió a la mesa y depositó el vestido en ella antes de volver a la cama y ponerse el camisón que alguien había dejado en su cama mientras no estaba. Subió luego a la cama, apagó la vela con un soplo y se cubrió con las pieles y las mantas de lana. Apoyó la cabeza y se dispuso a dormir.
Pero su mente tenía otros planes. A su memoria acudió el tiempo que había pasado horas antes en la bañera, antes del festín. La bruma en la que había estado, el cómo sus pensamientos se habían perdido en las sensaciones, la forma en que sus dedos habían adquirido vida propia y habían viajado a su parte más íntima….. la forma en que habían danzado en su interior, estimulándola y recordándole el placer que había sentido en otros tiempos. Ese placer en el que no había pensado desde hace tantas lunas…
Apretó las pieles que la cubrían con las manos, agradeciendo que nadie pudiera ver el sonrojo furioso que se había hecho presente en su rostro. Ni siquiera ella misma lo veía en la oscuridad de su habitación. Pero no le hacía falta verlo. El calor que sentía en las mejillas era toda la confirmación que necesitaba. Como había hecho en otras ocasiones, se encontró pensando en lo que habría hecho hace años de encontrarse en esta situación.
Catelyn Tully, la hija de Lord Hoster Tully, había escuchado que había formas de…. estimulación para las mujeres, formas de acallar la lujuria, que eran practicadas a menudo por las campesinas y otras mujeres de baja cuna. Pero nunca se habría atrevido a intentarlas ella misma. Hubiera sido un pecado a los ojos de la madre y la doncella, y una mancha en su honor y virtud. Incluso si nadie más se hubiera enterado, no se habría atrevido a hacer algo que pudiera arruinarla para su futuro esposo.
Catelyn Stark, la esposa de Lord Eddard Stark, no habría dedicado pensamientos a la idea de estimularse a sí misma. Su esposo era toda la satisfacción que necesitaba en ese aspecto. No necesitaba nada más.
Pero ahora era solo Catelyn. No tenía un esposo a quien deberle fidelidad o un padre por cuyo honor preocuparse. Los dioses en los que siempre había creído se habían vuelto unos extraños. Su fe, su esperanza en ellos, se había ido perdiendo poco a poco con la perdida de sus seres amados. Y su tiempo entre el Pueblo Libre la había cambiado, tanto en cuerpo como en espíritu.
Si un hombre tomaba una mujer que no era su esposa por lujuria, no se decía nada malo de él. Al contrario, entre más importante fuera la mujer, más admiración obtenía por haberla llevado a la cama. Pero si una mujer se acostaba con un hombre que no era su esposo, era de inmediato una puta, una zorra, una cualquiera.
Los hombres a menudo se dejaban guiar por su lujuria. ¿Por qué las mujeres no podían?
Además, no es como si ella pensara llevarse a la cama al primer hombre que pasara frente a su puerta. Solo esperaba que, si lo hiciera, las personas se reservaran sus opiniones para sí mismas. Sobre todos si estas personas desaprobaran lo que hiciera.
Siempre iba a amar a Ned; había sido una parte de su vida, el padre de sus hijos y su compañero de lecho. Su corazón siempre tendría un espacio para él, y nunca dejaría de agradecerle por toda la felicidad que le había proporcionado. Pero se había ido, y no lo recuperaría. A su mente vino el sueño que había tenido tanto tiempo antes. En el que su difunto esposo le había pedido que buscara la felicidad de nuevo. Llevaba demasiado tiempo sumida en su dolor, viviendo con amargura. Ya no quería hacerlo; quería darse una segunda oportunidad, para vivir con alegría lo que le quedara de vida, ya fuera un año o un siglo.
Y su alegría… su alegría se incrementaba con la de las personas que la rodeaban. Cuando pensaba en ellas le venían un par de rostros a la mente; el de una joven de rostro pecoso y un cabello enmarañado y besado por el fuego. Y el de un muchacho de cabello largo y ojos grises como el hierro. Le gustaba verlos felices. Le gustaba mucho.
Pero tan pronto pensó en sus nombres se sintió culpable por lo que había hecho en la bañera.
Había fantaseado con el rostro de Jon mientras se tocaba y se daba placer con sus dedos. ¿Se había vuelto loca en ese momento, o su lujuria había nublado su juicio? ¿Cómo se había atrevido a hacer algo así? Usar a Jon, aunque fuera de manera indirecta, para satisfacer sus deseos más corporales. A Jon, que era el hijo de su difunto esposo, que tenía edad para ser su propio hijo. ¡Eso sí que era una vergüenza! Después de todo lo que había hecho por ella…. ¡Y también estaba Ygritte! Pese a lo mal que inició la convivencia con la joven, Catelyn había llegado en verdad a tenerle cariño. Y si creía en Jon, que lo hacía, Ygritte también lo tenía por ella. ¿Y cómo se lo pagaba? Imaginando a su hombre mientras se tocaba. Sí de algo sentía culpa, era de no haber pensado en Ygritte antes de hacer lo que hizo en la bañera.
Se giró una vez más en la cama y trató de conciliar el sueño. Tras un buen rato lo logró, pero no fue un sueño pesado y libre de complicaciones. No. Fue un sueño ligero, en el cual Jon se aparecía constantemente y de maneras muy poco apropiadas, siempre con sus manos sobre ella y haciendo cosas con las que solo podía soñar. Cuando despertó por la mañana, estaba sudada y su corazón latía agitado dentro de su pecho. El toque fantasma de sus sueños se quedó unos momentos sobre su piel, poniéndola tensa y ansiosa. Y cuando salió de su cama, fue consciente de que el sudor no era el único tipo de humedad en su cuerpo. No, entre sus piernas había otro.
No pudo evitar enterrar la cara en sus manos, al tiempo que aceptaba la verdad. Deseaba a Jon. Y lo deseaba como una mujer desea a un hombre.
Lea
Cuando Lea había hecho caso a la orden del Jon, había tenido conocimientos y suposiciones. Por las palabras de Jon sabía que iba a ser un viaje largo, y que el camino a través de las montañas iba a ser peligroso. Por palabra suya sabía también que su función en el viaje era proteger a la mujer sureña que era amiga de Ygritte, Catelyn. Jon la enviaba porque pensaba que podría ayudarlos a convencer a estos clanes de que se unieran al Pueblo Libre. Lea no tenía idea de cómo, pero suponía que la mujer debía tener fama o voz entre ellos. En cualquier caso, Lea suponía también que sería un día, dos a lo sumo, tratando con ellos antes de irse. Que equivocada había sido su suposición.
Llevaban casi una luna entre ellos, y según Catelyn y Glover pasaría al menos una semana más hasta que pudieran pensar en irse. La razón era simple: ambos estaban "tratando" con los señores sureños. Había dividido a las once guerreras a su mando en tres grupos de cuatro miembros, siendo ella misma el número doce. Cada grupo tenía una tarea diferente según correspondiera. Mientras uno guardaba a Catelyn, tal como el Jon les había pedido, otro grupo descansaba o, si lo deseaba, vagaba sin rumbo fijo, para conocer un poco más la aldea en la que estaban.
Porque podían vagar si querían: eran huéspedes. Les habían dado un lugar bajo su techo y compartido su comida con ellas, así que estaban a salvo. Catelyn y Glover les habían asegurado eso, y hasta ahora no había tenido motivo para dudar. Pese a la desconfianza que tenía por esta gente, y que ellos sin duda sentían por ella y el resto de las mujeres libres, aún no había pasado nada. Y tampoco había pasado nada con los hombres que habían llegado después.
Tres días después de que llegaran vino una partida de hombres, encabezados por un hombre al que llamaban el Knott. Estuvo hablando con Catelyn, Glover y el líder de los Norrey durante un tiempo en privado, mientras los guardias de todos, ella entre ellos, esperaban afuera a que salieran.
Al día siguiente de Knott, llegaron veinte hombres más dirigidos por el Burley. Luego vinieron los Flint, los Wull, los Liddle y los Harclay. Todos vinieron a tratar con Catelyn y Glover, a menudo acompañados de dos o tres hombres que pertenecían a clanes más pequeños: Handell, Werr, Long, Faynt, y más. Cada vez que se acababa una reunión, el arrodillado que hablaba con Catelyn era siempre el primero en salir. Las expresiones a veces delataban si la reunión había ido bien o mal: algunos señores salían serios, otros pensativos, otros con el ceño fruncido. Ninguno había salido feliz, ni siquiera alegre.
El peor de todos había sido Wull. Mientras que los demás habían llegado con entre diez a treinta hombres, Hugo Wull se presentó con dos centenares. Eso en sí mismo era preocupante, pero lo que en verdad había puesto en alerta a Lea había sido la reunión que mantuvo con Catelyn. No habían pasado más que unos momentos desde que la puerta se cerró que escuchó al hombre que llamaban Cubo Grande alzar la voz. Si no supiera que estaba desarmado y que dentro estaba además Galbart Glover, Lea habría entrado con el hacha en la mano. Durante la reunión, que fue más breve que las otras, escuchó al hombre gritando en dos ocasiones más; tras la última, la puerta se abrió con estruendo y Wull salió dando zancadas y con una mirada que prometía muerte para el que se cruzara en su camino. Aunque no lo admitiría, le dio miedo. Cuando Lea miró dentro, vio a Catelyn con los puños apretados, frustrada en todo sentido. Glover en cambio, estaba con una mano en el rostro, ocultando sus rasgos.
"¿Tan mal estuvo?" no se pudo resistir a preguntar cuando los vio en ese estado.
Catelyn la miró un momento antes de responder en tono funesto "Peor".
Los siguientes días Catelyn los pasó redoblando sus esfuerzos, hablando con Norrey y el resto de los jefes de los clanes, todo a puertas cerradas.
Por fin, el cuarto día desde la reunión con Hugo Wull, Catelyn la mandó llamar a sus habitaciones, así como al resto de las mujeres de las lanzas. Tenía algo importante que decirles, según sus palabras.
"Mañana volveremos al campamento…. Y con nosotros vendrá un representante de cada clan. Quieren ver al Rey con sus propios ojos, y tratar con él en persona" les informó. No había ni un asomo de alegría en la expresión de la mujer del sur.
Bien gente hermosa, y eso es todo por ahora. Dejen reviews con todas sus opiniones, críticas y sugerencias y más. Y sí, déjenlos con buenos deseos para Navidad y Año Nuevo si gustan. Me encanta recibirlos.
Y hablando de lo mismo… quiero desearles a todos los que leen esta historia una hermosa Navidad, rodeada de seres queridos y disfrutando de este día tan especial… Yo soy cristiano, y para mí esta fecha es el natalicio de Jesús. Independientemente de si creen en un Dios o no, les deseo todas las bendiciones del mismo y todo bienestar.
Y para cerrar, no les desearé un buen Año Nuevo… porqué lo haré en el próximo capítulo, que puedo asegurarles llegará el 31.
En fin, eso es todo. Hasta la próxima
