Hola. Bien, primero lo primero, hola a quienquiera que lea esto.
Quiero dar gracias especiales a Kirito720, jean d'arc, red wolf, Luna y Ares-sama por sus hermosos reviews, que me alegran el día cada vez que los leo. Y hablando de los mismos:
Kirito720: me alegro que mis descripciones te parezcan perfectas, pero aun así voy a ver qué puedo hacer para que mejoren. Me da gusto que te agraden el desarrollo y el enfoque de los personajes, honestamente siempre me esfuerzo por ver las cosas desde los zapatos del personaje.
Jean d'arc: como siempre, gracias por el review y los halagos. Y como siempre, soy de la opinión de que aún puede mejorar. Me gusta hacer las comparaciones entre las distintas etapas de la vida de Catelyn, para ser honesto. Me alegro de que gustara la conversación con los Norrey, la verdad es que costó lo suya idearla; puse, o al menos intenté, poner a la esposa de Brandon el Viejo como una figura de autoridad (no tan importante como su esposo, pero aun así capaz de imponerse a sus hijos), pero no sé si lo logré. Y sí, los clanes no seguirán a nadie solo porque sí; ellos querrán ver a Jon con sus propios ojos. No aceptarán menos. Y aquí el regalo de Año Nuevo; ojalá te guste.
red wolf: ….. en la mejor onda, bájale un poco a las películas de acción jajajaj (aunque Deadpool me encanta, sobre todo la segunda parte….. bueno, excepto la muerte de la chica al principio. Eso fue muy triste). Y SI, PROMETO que tendrás respuestas… pero no todavía. Así son las cosas por aquí.
Luna: creo que te dejé con un trauma cerebral por lo de la mano. Es mitad gracioso y mitad preocupante. Y ahora esa mano tiene cara…. Y que cara eh. Espero un review tuyo con los saludos del Año Nuevo.
Ares-sama: bienvenido, y es un gran orgullo saber que te gustó mi historia. Y en cuanto al harem….. Tendrás que esperar para ver si Jon tendrá uno o no jajajaj soy muy malo en ese sentido, dejando a la gente con la duda. Por cierto, he leído varias de tus historias, y me encantan. Particularmente Bastardo sin Gloria. La amé.
También quiero agradecer a los que tienen esta historia entre sus favoritos, o que la siguen.
Bien, vamos a lo que los trajo hasta aquí.
Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.
Jon
Mientras cabalgaba hacia el Castillo Negro, acompañado por una veintena de guerreros y su lobo huargo, Jon rememoraba todos los asuntos que había tratado la noche anterior con Tormund, sus hijos y Val. La preparación de los hombres que enviarían al Último Hogar, el número de ellos que estaban listos para una batalla, el entrenamiento de los reclutas, los informes de exploradores, las reservas de comida y su duración, los resultados de las partidas de caza y recolección.
También habían empezado a discutir sobre los lugares donde podrían empezar a construir aldeas, para la futura distribución de todo el Pueblo Libre. Cuando finalmente acordaron los puntos más importantes de todo, Val y los demás se retiraron.
A medida que se acercaban al castillo, Jon notó que Sigorn de Thenn no había estado ocioso. El hijo del Magnar había puesto hombres a vigilar desde la cima de las torres, con arcos y flechas a la mano. No le sorprendería además que en el cinturón de uno estuviera además un cuerno, para dar aviso.
Más allá de breves gestos con la mano, los thennitas no dieron señal de recibirlos, si bien varios se mostraron satisfechos de verlo. Mientras cabalgaba entre los edificios Jon notó que había patrullas por todas partes. La armería y la puerta que daba a los almacenes donde se guardaba la comida tenían una docena de guardias armados vigilándolas, así como la puerta por la que había cruzado el Pueblo Libre y la base de la escalera. Unos pocos más cuidaban la caja del ascensor. También había hermanos de la Guardia, pero se mantenían apartados de los thennitas. Cuando lo veían los hombres de capa negra se apartaban como si tuviera peste gris, huyendo entre los edificios. Hubo uno, un anciano con un corte fresco en el rostro que tardó más que la mayoría en alejarse. Mientras Jon lo veía alejarse con una cojera pronunciada se dio cuenta de algo: no llevaba vaina, carcaj ni arma alguna. Estaba desarmado.
Tras interrogar a uno se dirigió al frente de la torre del rey, dónde Sigorn se entrenaba luchando contra uno de sus hombres, mucho mayor que él. El heredero del Magnar era un peleador feroz, pero desde que había empezado a recibir lecciones también era un poco más medido en cuanto a sus movimientos. Quizás Jon debiera medirse una vez más contra él, para ver de primera mano cuanto había mejorado. En cuanto Sigorn lo vio abandonó la pelea y se acercó a él; Jon desmontó y entregó las riendas de su montura antes de hacerle un gesto a Sigorn. Se alejaron varios pasos, hasta pararse frente a una de las paredes.
"Ygritte me contó lo que pasó; es una pena. Aun así, hicieron bien en quedarse. No olvidaré esto" le prometió al heredero de Thenn. Sigorn se limitó a dar un asentimiento, pero sus ojos estaban brillantes de satisfacción "¿Qué medidas has tomado para prevenir un nuevo motín?" interrogó.
"Tengo guardias por todas partes, vigilando las armas, la comida y cualquier otra cosa de valor. También he puesto guardias con ese anciano ciego; no puede mandar cuervos sin mi permiso. No sé qué mensaje podría mandar en ellos" si Sigorn no permitía que se mandaran cuervos era porque no sabría leer las cartas, creía recordar Jon "Los cuervos que se rebelaron están en las celdas debajo del Muro; todos los oficiales están entre ellos. Los demás pueden vagar, siempre y cuando no estén cerca de los depósitos de comida y armas. La mayoría se limita a mantenerse apartados de nosotros; están desarmados. Cuando llega la hora de comer todos deben estar en un solo lugar, y los vigilamos bien. También son revisados cada vez que vuelven a donde duermen; así nos aseguramos de que no escondan nada" era claro que Sigorn no daría ni una oportunidad para que una nueva pelea empezara.
"¿Y dónde están los heridos?" preguntó, curioso.
"En el salón que está en esa dirección" dijo el heredero del Magnar, al tiempo que señalaba con una mano callosa "Eran demasiados para que entraran en una torre. Los demás cuervos están a cargo de su cuidado" informó "Los únicos que tienen privilegio son el Cuervo Mayor y La Osa; están en la misma torre, para que el anciano ciego pueda acudir rápido si lo necesitan"
"De acuerdo" eran medidas severas, pero era mejor prevenir que lamentar, al menos por el momento "¿Y los hombres que nos atacaron al norte del Muro? Ygritte me contó que algunos también tomaron parte en la lucha"
"Esos estaban como enloquecidos. Tuvimos que matar a la mayoría antes de que los pocos que quedaran se rindieran. Varias docenas más escaparon; aún no sabemos nada de ellos. Los que no tomaron parte en la pelea están en las mismas condiciones que los cuervos que no se rebelaron" le comunicó.
Jon se limitó a asentir, antes de cambiar de tema "¿Qué hiciste con el hombre que nos avisó del motín?" lo correcto sería recompensarlo por su ayuda. Y por la descripción que Ygritte le había dado estaba casi seguro de que era Sam.
"Cuando sofocamos a los cuervos y a los prisioneros lo trajimos de vuelta; no dejaba de chillar que era su deber cuidar del… ¿Maestre?" en la última palabra había una pregunta, y Jon asintió para que supiera que lo había dicho bien "así que al final decidí dejarlo. No es ninguna amenaza. Es tan cobarde que parece que se caga encima cada vez que alguien le habla o lo mira" en la voz de Sigorn se traslucía la burla, y Jon no pudo evitar enojarse al respecto.
"Es lo suficientemente valiente para acercarse a nuestro campamento y dar el aviso; es más de lo que hicieron los demás" reprendió a Sigorn. El thennita no dijo nada, pero al menos pareció algo arrepentido de sus palabras "Hay algunos con los que debo hablar. Nos veremos más tarde" le dijo, antes de darle una palmada en el hombro y emprender el camino hacia donde sabía que estaban los aposentos del Maestre, con Fantasma a su lado.
Subió por las escaleras hasta el pasillo donde sabía estaba la cámara del Maestre Aemon. Por el camino vio una puerta entreabierta y escuchó un gemido provenir desde el interior, mientras una voz que reconoció lo instaba con palabras suaves a mover el brazo. Se sintió tentado a entrar, pero decidió seguir adelante.
Cuando llegó a la puerta inhaló hondo antes de tocar.
"Adelante" soltó una voz anciana, dándole un indicio de lo que encontraría al otro lado.
En cuanto cruzó la puerta dedicó una mirada a la habitación, notando que estaba exactamente igual a la última vez que la había visto. La única diferencia radicaba en las personas que había en ellas. Antes solo habría estado el Maestre y una persona más, generalmente Sam, para ayudarlo. Ahora estaba el Maestre, pero en compañía de un par de thennitas, con rostros que parecían tallados en piedra.
Jon los miró, notando que ambos eran poco mayores que él "Retírense. Quiero hablar a solas con él" no hizo falta que dijera a quien se refería. Ambos thennitas compartieron una mirada antes de hablar al mismo tiempo.
"Sigorn dijo que debíamos quedarnos con él en todo momento, para vigilarlo" dijo uno.
"Sería mejor que no estuvieras a solas con él. Podría ser peligroso" dijo el otro.
Jon no pudo evitar alzar una ceja, incrédulo "Creo que soy capaz de vigilarlo solo" dijo al primero, antes de mirar con una expresión en blanco al otro "Y creo que seré capaz de defenderme. Sobre todo si mi oponente es un anciano que es ciego y está desarmado" le dijo, intentando no resoplar ante lo ridículo de que un hombre como el Maestre Aemon intentara pelear.
Ambos miraron hacia abajo con las orejas calientes de vergüenza, y por un momento Jon vio un vestigio de la juventud que ambos poseían. Ambos se retiraron, dándole una leve inclinación de cabeza al pasar. Cuando escuchó la puerta cerrarse detrás de él dirigió su atención al hombre en la habitación.
"Maestre Aemon" dijo, saludando al anciano que estaba sentado en una silla cerca. No supo por qué, pero inclinó la cabeza, a pesar de que era un gesto imposible de ver para el hombre.
"Rey Jon" saludó el anciano, su mirada en blanco desenfocada. Pese a que habló con una voz suave y tranquila, Jon detectó algo en ella. Una sabiduría muy superior a la del resto del mundo; una sabiduría que nadie podría igualar, y que solo un tonto osaría despreciar.
Jon decidió no darle importancia al uso de su título "Me alegro de ver que no sufristeis heridas durante el motín" comentó, en un pobre intento de hacer plática banal. Nunca había sido bueno en ella.
"No creo haber estado en riesgo. Cuando las armas son empuñadas, los ancianos ciegos y débiles no representan un enemigo temible para sus portadores" comentó, con un tono tan casual que parecía que estuviera hablando del clima, y no del riesgo que su vida había corrido recientemente. El anciano hizo un gesto hacia una silla vacía; como supo un hombre ciego donde estaba un asiento desocupado, estaba más allá de Jon "¿Gustáis sentaros?"
Jon le dio las gracias antes de sentarse en la silla. Fantasma en cambio, se sentó a sus pies. Mantuvo la espalda recta, sin recostarse contra el dosel, antes de volver a hablar.
"He venido para preguntarle acerca de la condición del lord Comandante Mormont y de su hermana. Tengo entendido que los estáis tratando a ambos" dijo, eligiendo empezar por ese tema.
"Mi señora de Mormont es tan feroz como el oso de su escudo. Y muy afortunada; si la herida de su pierna hubiera sido más profunda, podría haber dañado una de las venas principales. En ese caso habría muerto desangrada a no ser que fuera tratada de inmediato. Pero no fue así. Si descansa y sigue las indicaciones, en una luna será como si nunca hubiera sido herida. Si gustáis verla esta por el pasillo, a un par de puertas" la voz del Maestre Aemon era suave y al mismo tiempo llena de firmeza. Hizo una pausa y pese a que la expresión de su rostro no se movió un ápice, Jon sintió que el ambiente se volvía más sombrío "Las heridas del Lord Comandante Mormont son mucho más serias. El dolor de su brazo es demasiado grande para ser soportado, por lo que recibe leche de la amapola con regularidad. Solo se lo puede alimentar con sopa, agua y miel. Cualquier otra cosa podría atorarse en su garganta y ahogarlo. Su brazo debe mantenerse en su posición actual para que pueda sanar, pero será un proceso lento. Y no puede ser movido más que lo mínimo, de lo contrario los puntos que se han cosido para las heridas en su costado reventarán" explicó con calma.
Pese a que ya lo había sabido por Ygritte, se sintió como un dolor sordo en el pecho. Tamborileó con los dedos en la mesa por unos momentos antes de volver a hablar "En este momento, ninguno de los oficiales de la Guardia de la Noche está capacitado para imponer algún tipo de orden o disciplina en el Castillo Negro" le dijo al maestre, pese a que estaba seguro de que el hombre ya lo sabía "Algunos de mis hombres guardan el castillo para evitar futuros enfrentamientos" dijo, de nuevo diciendo algo que ya se sabía.
"Así es, Su Alteza" dijo de manera breve el Maestre. Su rostro no dejaba traslucir nada.
Soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo y se pasó una mano por el cabello, desordenado los mechones oscuros "Maestre Aemon, no es mi lugar ni es mi deseo tomar el control del castillo. He venido a pedir vuestro consejo. Quiero saber qué es lo que recomendáis hacer con respecto a la Guardia" dijo, decidiendo ser sincero de una vez.
"Recomiendo dejar tropas aquí para vigilar a la Guardia, para garantizar que no sean una amenaza para vos, Alteza. Otro motivo es la vigilancia de las puertas; no sería sensato dejarlas sin vigilancia" dijo el Maestre. En su voz no había vacilación alguna.
El consejo era bueno, pero aun así…. "Si hago eso ¿no me arriesgaría a la ira de los señores norteños?" la Guardia era muy respetada en el Norte. El saber que interfería en ella sería motivo suficiente para que muchos recelaran de él. Algunos incluso se opondrían a él por ese motivo.
"Es probable, pero ¿cuál es la mayor amenaza? ¿La que esta al sur del muro… o la que está al norte?" Jon dudaba de que la pregunta se hiciera con el deseo de obtener una verdadera respuesta. Ambos sabían bien cual era. El Maestre Aemon cambió su expresión ligeramente, y Jon pudo detectar una pizca de pena en ella "A veces no hay una elección correcta, Su Alteza. Solo dos decisiones, cada una con sus propias consecuencias y los pesares que traen con ellas" dijo, su voz dejando traslucir una pequeña emoción.
Jon tragó saliva, mientras se mordía el labio para tratar de contener la maldición que quería salir de sus labios. Una maldición nacida no del odio o la rabia, sino de la frustración que le daba la situación. Las palabras del Maestre eran ciertas. El mismo ya las había vivido. Recordó ese día, tanto tiempo atrás, en que se comprometió a luchar por el Pueblo Libre, aunque tuviera que sacrificar su honor para ello.
No podía confiar la defensa del Castillo y la puerta a los Hermanos Negros.
Una idea surgió en su mente de repente. Algo que tal vez podría dejar lo suficientemente satisfechos a los norteños y a los demás "¿No sería mejor dar la oportunidad a los hermanos negros de elegir a un Lord Comandante, al menos hasta que Mormont….." pese a que su frase quedó en el aire, la implicación fue obvia. Hasta que el Lord Comandante Mormont se recupere. O hasta que sus heridas lo maten.
Los labios del anciano se fruncieron por un momento "¿Y quién podría hacerse cargo?" pese a que sus palabras eran pocas, Jon escuchó la opinión de Aemon en ellas.
No había nadie capaz. Ningún hombre que tuviera el valor, la fortaleza y la experiencia de Mormont. Ningún hombre capaz de generar confianza e inducir a la obediencia por parte de los Hermanos Negros. Todos los hombres posibles o bien estaban muertos o fueron parte del motín.
"No lo sé" reconoció "¿Por qué se rebelaron? Como si ya no hubiera bastante dificultades" se escuchó declarando antes de darse cuenta. No pudo evitar sentirse avergonzado; sonaba como un niño haciendo un berrinche.
"Se rebelaron porque tienen miedo. El mundo que conocen puede no ser perfecto, pero es algo que entienden. El mundo cambió con el cruce de los salvajes. En muchos sentidos. No pueden aceptarlo. Le tienen miedo al cambio. Y el miedo corta más profundo a los hombres que cualquier arma" le dijo, con la mirada ciega mirando algún punto sobre su cabeza.
Jon lo pensó por un momento antes de estar de acuerdo con el Maestre.
"Supongo que tenéis razón" concedió, antes de recordar algo "Mientras el Pueblo Libre cruzaba el Muro, le comuniqué al Lord Comandante Mormont de lo que había averiguado sobre los otros" comentó.
"Lo sé" dijo Aemon "Es un alivio saber un poco más de los Otros. La información es un arma; es mejor estar bien armado antes de entrar en combate" el Maestre dejó pasar unos momentos antes de seguir "Sam estaba presente cuando me lo contó. Ha estado en la biblioteca, buscando cualquier mención de vidriagón desde entonces"
"Eso me deja más tranquilo" dijo Jon, permitiendo que una ligera sonrisa apareciera en su rostro "Si alguien puede encontrar información en la biblioteca, creo que es Sam" el gordo hijo de Randyll Tarly era un cobarde, pero en cuanto a libros no había nadie mejor en el Castillo Negro.
"Ciertamente. De hecho, creo que ya ha hecho algunos avances al respecto; sería mejor que lo discutieran en persona" dijo el Maestre.
Jon vio a través de las palabras del Maestre luego de un momento. Sintió como se llenaba de gratitud por el anciano. Con la excusa de hablar sobre el vidriagón, podría hablar con Sam.
"Si, supongo que será lo mejor" dijo Jon. Entonces recordó que el Maestre no era la única persona con la que había venido a hablar. Tras pensar un momento se decidió "Maestre Aemon, aún hay otros asuntos que debo tratar. Tengo que irme" le informó.
El anciano estuvo unos momentos en silencio antes de hablar "Entiendo…. gracias por venir aquí; es bueno hablar con alguien" dijo con su voz suave, casi en un susurro.
Jon se alzó de la silla y se encaminó hacia la puerta, siendo seguido de cerca por su lobo huargo. Cuando estaba a un paso de distancia se detuvo y pensó un momento "Maestre, si no es una molestia…. Desearía volver en otro momento. Para hablar" le pidió.
Una sonrisa se abrió paso en los labios del Maestre, la primera limpia y bien visible desde que Jon había llegado "Será un honor"
Luego de eso Jon salió de la habitación del Maestre y se encaminó a la de la Señora de la Isla del Oso.
Dentro estaba la hermana del Viejo Oso, con la única compañía de una mujer anciana que de inmediato supo que era del Pueblo Libre. Ambas parecían estar hablando, pero se detuvieron en cuanto lo vieron entrar.
"Su Altez…..mmmph" Maege se apresuró a pararse. Se apresuró demasiado, y no pudo retener el jadeo que salió de su boca, interrumpiendo sus palabras. El dolor fue considerable, dado que la única mano libre de Maege fue hacia su pierna, que estaba entablillada y rígida.
"¡No, mi señora!" exclamó Jon de inmediato "Permaneced sentada" comandó, y se dio cuenta de que hizo bien al notar el alivio primario de La Osa cuando su pierna lastimada ya no tuvo que cargar con su peso "¿Cómo te llamas?" le preguntó a la anciana.
"Ewwa" le respondió, su voz como un graznido "Me encargaron que cuidara de ella" dijo, al tiempo que hacia un gesto con la cabeza hacia Maege.
"Quiero hablar a solas con mi señora de Mormont" declaró "Espera afuera" le ordenó, al tiempo que se movía de la puerta.
Para sorpresa de Jon, la mujer hizo una reverencia "Rey Jon" murmuró antes de pasar a su lado. Jon cerró la puerta detrás de ella antes de volver su atención a Maege.
"Me alegra veros aún viva, mi señora" le dijo a modo de saludo. Maege bufo antes de hablar.
"Las mujeres de Mormont somos osas. Quien quiera matarnos, debe prepararse para una pelea" se jactó, antes de que su expresión cambiara "Si queréis sentaros, Alteza" dijo, al tiempo que hacía un gesto a la silla que la anciana había dejado libre.
Jon dio una caricia a Fantasma en la cabeza antes de cruzar la distancia hasta la silla con pasos largos. Se sentó antes de retomar la charla "Parecías muy amena hace unos momentos, hablando con Ewwa. La buena compañía mientras se está herido es algo valioso, tengo entendido" dijo, recordando en un instante como había encantado a sus hermanos cuando se quedaba con ellos si se enfermaban.
"Es una vieja bruja, solitaria y abandonada" espetó la mujer, aunque a Jon le pareció que no lo decía enserio "Pero es mejor que nada" reconoció al final.
Aunque sonara ridículo, a Jon le gustaba ver una faceta menos hostil de la mujer frente a él "No esperaba que me hiciera una reverencia antes de irse" confesó.
"Su madre fue robada de la Isla del Oso cuando era niña" le respondió la mujer "Le enseñó algunas cosas de nuestras costumbres antes de morir" explicó. Jon no pudo evitar mirarla con curiosidad "Una de las pocas cosas que se permite hacer, dadas mis heridas, es hablar. Y Ewwa es la única persona con la que puedo hacerlo" se encogió de hombros La Osa.
"Ya veo" alcanzó a decir. Pensó un momento antes de decidir ir al punto de su visita "Mi mujer me relató todo lo que pasó. Hay algo que deseo pediros" se tomó un momento y la mujer le hizo un gesto para que continuara "Quiero que escribáis un par de mensajes, en los que aclaráis todo lo relacionado con el motín, así como los roles que jugaron durante él la Guardia, el Pueblo Libre y los prisioneros. Voy a enviarlos en cuervos a la Torre Sombría y Guardiaoriente del Mar" le relató.
"No queréis que los hombres de esos castillos piensen que fue el Pueblo Libre el que empezó la pelea" dijo La Osa, que había entendido de inmediato si idea.
"Así es" le confirmó Jon, alegre de que hubiera entendido su idea.
"¿Por qué queréis que los escriba yo?¿No sería mejor que los escribierais vos? O alguien más" dijo La Osa.
"Sería una idea terrible que los escribiera yo" tuvo que decir Jon. La mujer frunció el ceño, contrariada por sus palabras "Pese a todo, aun puedo ser percibido como un desertor por los hombres de ambos castillos. Además saben que soy el Rey-más-allá-del-Muro. Lo normal en este caso sería que yo hablara en favor del Pueblo Libre, tanto si hicieron bien como si no. Mi palabra podría no ser suficiente para impedir que hagan alguna tontería" le explicó. No quería creer que lo intentarían, pero prefería ser precavido.
"Pero aun así….. puede que el temor a que enviéis tropas a combatirlos los haga evitar atacar, para no haceros enfadar" dijo la mujer, aunque no sonaba muy segura. Y no debería estarlo.
"El temor es nublado por el odio, y ¿cuándo ha habido un odio más antiguo que el que hay entre la Guardia de la Noche y el Pueblo Libre?" su pregunta no estaba encaminada a tener una respuesta, pero aun así la tuvo.
"Es verdad" reconoció Maege. Se frotó la nuca con la mano sana antes de seguir "¿Pero por qué debe ser mía la carta? Ellos saben que soy vuestra vasalla. Puede que desconfíen por eso" advirtió.
"Es posible que no nos crean" concedió Jon "Pero creo que olvidáis algo. La Torre Sombría está cerca de la Isla del Oso, y me imagino que hasta los oídos de su Comandante habrán llegado historias sobre vuestra honestidad y honor. Eso podría ayudarle a entender que no escribiríais una carta declarando mentiras, ni siquiera por el hijo de Ned Stark" dijo, dando gracias por dentro por la reputación de Maege.
La mujer estaba asintiendo en silencio, una mirada pensativa en su rostro "Denys Mallister y yo hemos tratado en ocasiones. Podría creer una carta firmada por mí" dijo sin mirar nada en particular, antes de fruncir el ceño y volver su mirada a Jon "¿Pero qué pasa con el Comandante de Guardiaoriente? Podría pensar que he sido forzada a escribir la carta. Nunca he hablado o tratado con él" le informó.
"Lo suponía" dijo Jon, sin poder evitar sentir algo de orgullo por su razonamiento "Pero él ha tratado con vos. O más precisamente, con los vuestros, mi señora" ante la mirada de confusión de Maege, no pudo evitar una pequeña sonrisa "El Comandante de Guardiaoriente se llama Cotter Pyke" le dijo, poniendo especial énfasis en el nombre. De inmediato vio como Maege se tensaba ante él "Decidme, mi señora ¿creéis que haya alguien más consciente de la ferocidad y valor de las mujeres Mormont que los Hijos del Hierro?" preguntó, al tiempo que la sonrisa en su rostro se ampliaba.
La mirada que la mujer le dio era una de puro orgullo "Nadie" respondió con voz alta y clara. Estuvo un momento en silencio antes de hablar de nuevo "Su Alteza lo ha pensado muy bien" dijo. Jon no pudo más que encogerse de hombros, intentando no hinchar el pecho ante el claro elogio en la voz de la mujer.
"Bien, entonces está acordado. ¿Hay algo de lo que deseéis hablar ahora, mi señora?" dijo.
"De hecho sí, Alteza. Hay una cuestión" le respondió la mujer, tras un momento de duda. Jon le hizo un gesto, interesado en lo que diría "Durante el motín, hubo un hombre que intentó ayudar a mi hermano. Luego de que Jeor cayó por sus heridas, intentó arrastrarlo lejos de la lucha. También lo cubrió con su cuerpo y recibió varios golpes por ello" relató Maege. Jon sintió gratitud hacia el hombre que había intentado ayudar al Viejo Oso "Me parece que ese hombre merece ser recompensado, Alteza"
"Tenéis razón, mi señora. ¿Era un hombre de la Guardia?" preguntó, queriendo saber de la identidad de este héroe.
"No, mi rey. Era uno de los prisioneros. No sé su nombre, pero podría reconocerlo sin problemas" la mano sana de Maege se movió hasta estar cerca de la lastimada, y se tocó con cuidado las puntas de los dedos, menos del pulgar "Tiene cortadas las primeras falanges de estos cuatro dedos"
Val
Llegó a su tienda con pasos pesados, demasiado cansada para alzar los pies. Cruzó y se encaminó al poste del que colgaba un pellejo lleno de cerveza aguada. Le dio un trago largo antes de tirarse en el piso y cerrar los ojos.
"No te ves bien" dijo una voz, y cuando Val abrió los ojos vio a su hermana Dalla, parada frente a ella.
"No me siento bien" añadió. Dalla alzó una ceja con curiosidad.
"¿Esto es por lo que Jon te encargó?" cuestionó la joven embarazada. Val asintió en silencio, sin sorprenderse de que su hermana supiera. La conocía mejor que nadie. "No creí que fuera tan difícil" dijo.
"Yo tampoco" confesó Val. Y era cierto; era mucho más difícil de lo que había esperado.
"Pero ¿tan difícil es encontrar gente que quiera ir? Pensé que, como Jon es el que lo pide y todo mundo está satisfecho con él…" Dalla dejó la frase en el aire.
"No, no es tan difícil. La influencia de Jon ha sido bastante útil. Hay muchos que se han presentado; el verdadero problema es organizarlos y dividirlos. Necesitamos saber cuáles son los que tienen mucha experiencia y cuáles no. Tenemos que designarles tareas y encontrar personas que dirijan a los grupos mientras yo no esté cerca de ellos. También debemos organizar algunos guerreros para que los mantengan en línea y no hagan tonterías" tonterías como atacar a los arrodillados o dañar sus propiedades. Jon había sido muy claro cuando le explicó todos los puntos del tratado con Mors.
"¿Y cuánto tiempo crees que tomará para que esté listo?" inquirió Dalla.
Pensó un poco antes de responder "Una semana" dijo, decidiendo dar la suposición más pesimista. Alzó la piel y dio otro trago.
"Estaré lista para partir" declaró Dalla con una sonrisa, antes de girar para irse.
Val casi se ahogó con la cerveza. Dejó caer el pellejo y se levantó tosiendo antes de alcanzar a Dalla por el brazo "No vas a ir" le dijo, pero Dalla simplemente tomó con calma su mano y la forzó a soltar su brazo.
"Si iré" la contradijo Dalla, mirándola con una seriedad que Val rara vez veía en ella.
"Pero…" empezó Val, pero su hermana menor no la dejó seguir.
"Voy a ir" dijo Dalla de nuevo "Quiero conocer a Mors. Y él quiere conocerme. Tu misma lo dijiste" le recordó.
Val se mordió la lengua para evitar que la maldición que tenía en la punta saliera de su boca. De haber sabido que Dalla reaccionaría así, no le habría dado tantos detalles sobre su tiempo con Mors Umber. Solo le habría dado lo justo para no decepcionarla.
"Sé que lo dije" empezó, intentando ser diplomática "pero no estoy segura de que sea buena idea. Puede haber problemas en el camino, o en el castillo" le dijo, intentando convencer a Dalla.
La verdad era que no tenía motivos para sospechar que hubiera problemas, al menos en el camino: no los hubo la última vez. Aun así no la quería en él: en el campamento, protegida por la mayor parte de las fuerzas del Pueblo Libre, era mucho más preferible. Y en cuanto al castillo…. No le inspiraba confianza total. Y por eso Val no quería a su hermana menor ahí.
"Los problemas son parte de la vida, hermana. Solo se acaban cuando la persona muere" dijo Dalla, mirando a su hermana mayor a los ojos "Pero ¿sabes qué? No voy a vivir huyendo de los problemas. Quizás no sepa pelear como tú, pero no soy ninguna cobarde" declaró la menor de las hermanas con una mirada determinada.
"Nunca he dicho que lo fueras" dijo Val, en un tono defensivo. Era cierto; Dalla era dulce y amable de una manera poco común entre las personas que nacían al norte del Muro, pero no era cobarde. Con menos de veinte días del nombre, era viuda ya y llevaba un hijo en su vientre, y pese a todo se mantenía firme. Pero no se encogió ni se lamentó, sino que enfrentó cada día con la cabeza en alto. No era cobarde.
La hermana menor de Val asintió una vez "Iré contigo hacia el sur" dijo. Su tono no daba lugar a réplica.
Val suspiró, lamentando la terquedad de su hermana menor. Aunque, dado que era una de las cosas que tenían en común, supuso que sería absurdo criticarlo "De acuerdo. Puedes venir" concedió al fin.
Alys
Su caballo había muerto dos días atrás. Tal como había supuesto, el pobre animal no había resistido el ritmo despiadado que le había impuesto, y había empezado a tambalearse antes de caer, con la boca llena de espuma y los flancos cubiertos de sangre. No habían servido de nada sus pobres intentos de alzarlo, y al final se había resignado a seguir adelante por pie propio.
Al principio pareció sencillo, poner un pie delante del otro y seguir adelante, sin nada más que una alforja con comida y agua por carga. Pero luego se fue haciendo más difícil. Sus pies se resentían por cada paso, y el suelo irregular no ayudaba en nada. Piedras, pastos, cardos, arroyos, colinas. Paso por sobre todos ellos mientras seguía corriendo, siempre en dirección al norte.
No era ya cuestión de lógica, su mente se había ido hacia tiempo. Las duras condiciones en las que había vivido desde que huyó la habían afectado. Ya no pensaba en los riesgos, ya no pensaba en Jon Nieve, ni en sus derechos, ni en nada. Solo podía pensar en seguir adelante, en huir de las personas que la seguían.
No tenía duda alguna de ello; era demasiado valiosa para que simplemente se resignaran a su desaparición. La necesitaban; sin ella, habría preguntas incómodas, y su reclamo sobre Bastión Kar se debilitaría considerablemente.
Y se demostró que tenía razón cuando dos días más tarde, una figura solitaria apareció en el horizonte, detrás de ella. Estaba tan concentrada en seguir caminando que no la escuchó. Peor aún, confundió el grito con un ruido hecho por el viento, que aullaba inclemente y azotaba su rostro con latigazos de frío que llenaban sus ojos de lágrimas. O quizás las lágrimas se debieran al dolor en sus pies que, estaba segura, ya habían empezado a sangrar por el esfuerzo.
Pero el sonido del cuerno era inconfundible, y cuando volteó vio a un hombre separando algo de sus labios y apuntando en su dirección.
De inmediato empezó a correr, el dolor de sus pies olvidado totalmente; podía sentir un par de ojos mirándola desde lejos. Casi le parecía sentir los cascos del caballo resonando mientras galopaba en su dirección. Siguió corriendo, tomando bocanadas de aire mientras seguía adelante. Escuchaba gritos detrás de ella; y se escuchaban cada vez más fuertes. Ya no era un jinete, eran muchos.
La iban a alcanzar. Estaba segura. La iban a alcanzar.
Lyra
La habían despertado temprano. Demasiado. Apenas unas horas antes había vuelto con un grupo más de norteños que habían sobrevivido a la Boda Roja, como se la llamaba. Apenas once hombres, de los cuales cuatro estaban heridos. Eran de los últimos. Había pocas posibilidades de que pudiera encontrar más hombres dispersados.
Le había tomado casi una luna volver a la fortaleza de los Reed. Las patrullas y partidas de hombres Frey se habían incrementado, y dejaban detrás de ellos a norteños ahorcados de los árboles; en sus ropas se veían sigilos sucios y viejos: un gigante, tres pinos, un hacha de batalla, un lobo gris, un tritón con un tridente, un guantelete de plata, y muchos otros. En una ocasión se había visto forzada a pelear para abrirse paso entre ellos. Pese a haber vencido le había costado una docena de hombres, además de otros dos muertos en el camino, cuando fueron incapaces de resistir sus heridas.
Al llegar al solar de Howland Reed se encontró con el señor lacustre, junto con su esposa y un hombre al que nunca había visto. Era unos diez años mayor, con una barba que en algún momento había estado bien recortada, pero que se había transformado en algo descuidado y sucio. Su cabello estaba en un estado similar, con los mechones de color caoba enredados y llenos de mugre. Sus ropas también estaban manchadas, e incluso semipodridas. No cabía duda de que llevaba mucho tiempo usándola.
"Lady Lyra" dijo Lord Reed a modo de saludo.
"Lord Howland. Lady Jyana" dijo ella, conteniendo el bostezo que quería escapar de su boca "¿Quién es él?" preguntó haciendo un gesto al hombre desconocido, sin molestarse en presentaciones. Estaba muy cansada para esas cosas.
"Ser Kyle Condon" respondió el hombre, antes de que alguno de los Reed hablara. Su voz era cansada y fatigada.
"Ser Kyle" intervino Howland, antes de que alguien más pudiera hablar "fue encontrado en los límites de los pantanos en el sur. Con él traía dos centenares de hombres…. Y un prisionero. Un Frey" dijo la última palabra con una mueca de asco. Lyra se interesó de inmediato, pero antes de que pudiera decir algo Reed continuó "El Frey ha dicho algo muy interesante. Afirma que Roose Bolton se dirige a Invernalia para reclamar el castillo" Lyra estuvo a punto de espetar que no había nada de nuevo en eso. Ya habían supuesto que el traidor Bolton se dirigiría a tomar el hogar de los Stark tan pronto como hubiera regresado con su ejército al Norte "y que piensa casar a su hijo bastardo con Arya Stark" concluyó con una voz lúgubre.
"¿Qué?" preguntó Lyra con un hilo de voz. No podía dar crédito a sus oídos.
Qué manera de cerrar el capítulo (y el 2019) eh?….. con otro giro para la trama y una duda más para uds.
Bien, quiero sus comentarios. No importan si son sugerencias, opiniones, críticas (constructivas), saludos de Año Nuevo, o más. Serán bien recibidos y muy apreciados.
Ahora, quiero desear a los que dejaron reviews, siguen la historia, la tienen en favoritos o simplemente la leen un feliz Año Nuevo. No sé cómo les fue en el 2019 (espero que bien) pero les deseo que en este 2020 (que está a unas pocas horas de nosotros mientras escribo esto) les vaya todavía mejor: que sus ambiciones se cumplan, que sus sueños (exceptos los de unicornios y duendes mágicos y de esas cosas) se vuelvan realidad y que tengan éxito en todo lo que hagan, como hijos, padres, hermanos, amigos, estudiantes, trabajadores y mucho, mucho más. Mis mejores deseos para el 2020.
Saludos y hasta que nos volvamos a leer.
