Bien, primero lo primero. Hola a quienquiera que lea esto.
Quiero agradecer con todo mi corazón a jean d'arc, m-i-g-u-e-l- Giuliano . co, Luna y Guest por sus reviews, que me alegran el día cada vez que los leo. Y hablando de los mismos:
jean d'arc: esa escena del abrazo a tres puntas cumplió su objetivo contigo, me parece. Y en cuanto a Catelyn e Ygritte, si, falta una pieza del rompecabezas, pero no vas a tener que esperar mucho por saber, lo prometo. Jon y Catelyn son, como dije muchos capítulos antes, los sobrevivientes de la manada (hasta donde ellos saben), y como tales se van a apoyar uno al otro. Y tenía que aparecer el Pez Negro ¡No podía dejarlo morir como en la serie, por Dios! ¡Un guerrero de esa calidad merece algo mejor!
El personaje de Edmure sufre, en mi opinión, una diferencia considerable entre la serie y los libros. En los libros era un tipo de buen corazón (y un pésimo estratega y comandante militar) ante todo. En la serie en cambio tiene un par de momentos que me parecen ciertamente IDIOTAS (en mayúscula): el mayor de ellos desde mi punto de vista fue en el último capítulo, donde (¡ALERTA DE SPOILER A QUIEN LEA ESTO SIN VER LA ÚLTIMA TEMPORADA DE GOT!) tuvo la idea de tratar de que lo eligieran para rey. Si lo hubieran hecho habría maldecido y criticado hasta que se me fuera la voz (FIN DE SPOILER).
Si, hasta ahora el único que sabe quién es la madre de Jon es Howland, y él está en Aguasgrises.
Catelyn es muy fuerte, creo que eso nadie lo va a discutir. No en sentido de armas, pero muy fuerte. Tu idea de que ella mata a Bolton es muy interesante. Quizás…..
m-i-g-u-e-l- Giuliano . co: me alegro que te parezca genial, y siempre es bueno saber que el desarrollo que hago de los personajes está bien encaminado. Aquí se verá un poco más sobre lo que pasa en el reino. Tus ideas sobre las armas y los animales prehistóricos son interesantes, pero la verdad es que no se demasiado sobre ninguna de las dos cosas para poder escribir de manera coherente. De todas formas, gracias por las ideas.
Luna: Catelyn/Jon/Ygritte. Sí: a riesgo de sonar presumido, creo que lo estoy haciendo algo digno entre estos 3. Las fantasías son bunas… pero no se compararan con la realidad. Falta un poco todavía para que Catelyn sepa lo de Arya, pero ya vendrá. ¿En verdad crees que haya alguien tan idiota como para robar a Catelyn, sabiendo lo cercana que es a Jon y a Ygritte? Tendría que estar más loco que Aerys Targaryen para intentarlo jajajaj.
Guest: de nada.
Quiero dar gracias también a los que tienen la historia entre sus favoritos o la siguen, o tan solo la leen. Si quieren dejar un review y ayudarme a llegar a los 200 no me enojo. Al contrario.
Bien, basta de hablar. Vamos a lo que nos trajo hasta aquí.
Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.
Wyman
El escándalo en la corte del Tritón era grande. No había un alma presente que no fuera consciente de las palabras airadas de unas pocas personas.
"¡Debemos hacer algo antes de que sea tarde!" vociferaba el Maestre Theomore en voz alta "¡Mi señor, os suplico que alcéis vuestros estandartes en contra de esta invasión de salvajes y asesinos!" dijo, acercándose con pasos sorprendentemente rápidos para un hombre tan gordo. A sus espaldas, varias personas presente se hicieron eco de las palabras del Maestre. Wyman los miró de manera inexpresiva, teniendo cuidado de recordar bien todos y cada uno de sus rostros.
"¡Abuelo, no escuches esta tontería!" se adelantó Willa, la menor de sus nietas, olvidando, como a menudo, las cortesías propias de la corte "¡Lo que debemos hacer es aliarnos con ellos en contra de los Bolton y los Frey!" exclamó en voz muy alta, sin hacer caso a los murmullos que estallaron detrás de ella.
"¡Cierra la boca niña!" chilló Leona Woolfield, la madre de Willa y nuera de Wyman. La mujer tenía el rostro bañado en lágrimas cuando se postró de rodillas ante el Señor de Puerto Blanco "Mi señor, os suplico que no prestéis oído a las palabras de mi hija. Es una buena muchacha, pero su juventud e inexperiencia la hacen ciega a los aspectos más peligrosos de la vida. Os lo imploro mi señor, no como vuestra nuera ni como una dama noble, sino como una mujer. No podemos aliarnos con estos invasores: ¡si lo hacemos el Trono de Hierro nos considerará rebeldes!" dijo la mujer, al tiempo que juntaba las manos ante ella, como si estuviera orando.
La mayor parte de la corte del Tritón se mantenía en silencio, solo mirando a las personas que se mantenían cerca del Señor, tratando de hacer oír sus palabras. Wyman luchó para ocultar la impaciencia que sentía por su nuera en ese momento; la mujer hablaba desde su miedo por su esposo, el cual estaba en Los Gemelos, en calidad de invitado. Aunque en verdad era un rehén.
"¡Invasores o no, el hijo de Ned Stark los lidera!" rebatió Willa, sin encogerse ante la mirada de furia que su madre le lanzaba "¡¿A quién si no a los Stark le debemos lealtad?!" exclamó a gritos, alternando su mirada entre su madre y su abuelo.
"¡Mi señora, la Casa Stark está extinta!" increpó el Maestre, su cabello rubio agitándose cuando giró la cabeza para ver a la joven doncella "¡Los legítimos Guardianes del Norte ahora son los Bolton! Ese…." el Maestre se tomó un momento antes de volver a hablar, como si hubiera cambiado la palabra que iba a decir a último momento "…hombre que lidera a estos invasores no es un Stark, es un bastardo. Y además es un desertor de la Guardia de la Noche. No podemos apoyar a un hombre que es en cualquier rincón de los Siete Reinos un criminal condenado a muerte" declaró el hombre con la cadena en el cuello.
"Cuando quiera tu consejo, yo te lo pediré, Lannister" replicó Willa, escupiendo la última palabra con asco. Ignorando la expresión escandalizada y enojada de su madre y el rostro sonrojado del Maestre, se dirigió de nuevo al Señor de Puerto Blanco "¡Abuelo, te lo suplico!" dijo Willa. No se arrodilló como su madre, pero no por eso sus palabras carecieron de fervor "¡Cuando nuestros antepasados fueron expulsados del Dominio, cuando perdieron sus tierras y todo lo que les pertenecía, vinieron al Norte en busca de un nuevo hogar! ¡Y los Stark nos dieron ese hogar! ¡Los Manderly tenemos una deuda con la Casa Stark más grande de la que nunca podremos pagar! ¡Si luchamos contra un hijo de la Casa Stark nos deshonraremos para siempre! ¡Y si no ayudamos a la Casa Stark en su momento de necesidad, demostraremos que somos indignos y carecemos de cualquier honor!" gritó Willa, y por un momento Wyman deseó alzarse de su asiento y darle la razón a la joven ante él, y luego gritar para que toda la Corte del Tritón oyera que los Manderly estarían junto a los lobos, como habían hecho desde hacía siglos, en contra de todos sus enemigos, sin importar cuan peligrosos o poderosos fueran.
Pero luego la imagen de Wylis le llegó a la mente. Ya había perdido a Wendel. No podía hacerlo. No podía poner la vida de su otro hijo en riesgo, sin importar cuan justa fuera la causa.
"La Casa Stark está extinta, Willa" declaró en voz alta, maldiciendo con toda su alma a las circunstancias que lo forzaban a decir esas palabras para mantener la apariencia de súbdito leal al Trono de Hierro "Ese hombre que dirige salvajes no es más que un desertor de la Guardia de la Noche. Su destino es acabar colgado, o decapitado" dijo Wyman.
Horas después, luego de acabar la sesión de la Corte y de encontrarse solo en la privacidad de su solar, el recuerdo del rostro decepcionado de su nieta hizo que Wyman perdiera todo su apetito y se sintiera como el peor de los cobardes. Estaba seguro de que si su abuelo, Waymar Manderly, pudiera ver lo bajo que había caído su nieto, se revolcaría en su tumba.
Un golpe en la puerta lo hizo dejar de lamentarse solo "Adelante" dijo, su voz ronca por la falta de uso reciente.
La puerta se abrió para dejar pasar a Marlon "Primo" saludó el Comandante de la Guarnición de Puerto Blanco.
"Acércate" le dijo, suponiendo ya porqué estaba aquí "¿Está hecho?" preguntó en voz baja. Marlon asintió en silencio, una sonrisa conspiradora en su rostro "¿Y sus acompañantes?" preguntó, sin arriesgarse a decir nombres.
La sonrisa de Marlon se hizo más oscura "Tienen tumbas tan profundas que dudo que incluso sus fantasmas puedan encontrarlos" dijo Marlon, en una voz tan suave como una brisa, y tan baja que a Wyman le fue difícil escuchar.
La sonrisa de Wyman se hizo presente en su cara "¿Y el otro asunto?" le preguntó a Marlon.
El Comandante de la Guarnición de Puerto Blanco asintió una vez más "Ya están en sus posiciones. No detendrán las noticias, pero las retrasarán de manera considerable" prometió.
La sonrisa del Señor de Puerto Blanco creció. Willa le había pedido que declarara por el hijo de Ned Stark. No podía hacerlo. Pero eso no significaba que no pudiera facilitarle las cosas al muchacho.
Kevan
El caballero Lannister entró en silencio en el salón principal de la Roca. Del techo colgaban candelabros que por ser de día estaban apagados, y una serie de mesas y sillas de la mejor madera se alineaban juntas La pared oriental había sido excavada en varios lugares para dar forma a las ventanas que luego habían sido recubiertas de vidrio, por la que entraba la luz del sol. A través de las ventanas se veía la inmensidad azul del Mar del Ocaso. Era una vista maravillosa, que solo era incrementada por el paso de barcos que navegaban desde y hacia el puerto de Lannisport. Las otras paredes estaban decoradas con tapices de escenas de caza, de torneos y algunas imágenes de reyes de la Roca legendarios. Pero el más grande tapiz era el que colgaba en la pared del fondo, sobre la mesa principal: el león dorado de la Casa Lannister se mostraba fuerte, orgulloso, su color dorado contrastando con el carmesí fuerte que lo rodeaba. El tapiz tenía cincuenta pies de alto y se extendía casi hasta los extremos de la pared. Sobre él, sostenidos a la pared con clavos del mejor acero, estaban tres palabras hechas de acero laminado en oro puro: Oye mi Rugido.
Era mediodía, y el lugar rebosaba de personas que habían venido a mitigar su hambre con la gran cantidad de comida hecha en las cocinas. Los cabellos rubios se veían en todas direcciones, mientras una infinidad de Lannisters de Lannisport y de las otras ramas menores de la familia llenaban las mesas inferiores del salón.
En la mesa principal, como corresponde a su categoría, se encontraban los Lannister de Roca Casterly. Entre ellos estaba la esposa de Kevan, Dorna Swyft. La mujer tenía a la pequeña Janei en sus brazos, mientras miraba con cuidado a Martyn, su hijo.
Cada paso que Kevan dio se sintió pesado; la carta que llevaba en el bolsillo de su jubón quemaba con fuerza.
Llegó a su esposa y luego de saludarla a ella y a sus hijos se sentó y pidió una copa de vino. Aunque rara vez buscaba fuerza en la bebida, consideró que lo necesitaría antes de darle la noticia a su esposa. Bebió un sorbo y encaró a Dorna "Debo comentarte algo" le dijo. Su esposa lo miró y Kevan continuó "Ha habido problemas en Desembarco del Rey. Debo ir para ayudar a poner las cosas en orden" dijo.
Tal como Kevan previó, la perspectiva de separarse de su esposo no fue del agrado de Dorna "¿La Reina te pidió que fueras?" preguntó, recelosa. Su esposa tenía poco afecto por Cersei, y era más que correspondido.
"No. La Reina… El Consejo Privado ha pedido mi presencia" cambió de decisión a último momento, prefiriendo no decirle a Dorna sobre el arresto de Cersei por parte de la Fe. La esposa de Kevan era una mujer piadosa, y sin duda trataría de disuadirlo de hacer algo en contra de los Siete.
Dorna usó su mano libre para darle un apretón a la de él "¿En verdad necesitas ir?" le preguntó en tono suplicante, y Kevan deseó poder aliviar su pena y quedarse con ella.
Pero no podía. Con la brecha entre los Lannister y los Tyrell creciendo a pasos agigantados, con la Fe armada y la Reina prisionera en sus manos, con la mitad de las Tierras de los Ríos en ruinas y con el Banco de Hierro exigiendo el pago de sus deudas por todo el reino, con los Hijos del Hierro subiendo por el Mander arrasando todo a su paso y los ataques de los clanes de las Montañas de la Luna en el Valle, con el invierno cerca de llegar y la mitad de los graneros del reino vacíos, y con un ejército de salvajes invadiendo por el Norte, Kevan no podía quedarse.
Debía ir a Desembarco del Rey y tratar de evitar la destrucción de todo por lo que Tywin había luchado.
Jon
Luego de que Catelyn y él hubieran terminado de contar lo que pasó durante el tiempo en que estuvieron separados, llegó la hora de la cena. En otras circunstancias Jon no habría comido, pero Ygritte insistía en que si ella debía comer más por el bebé, él debía comer más por ella. Y Jon mismo insistió en que luego de haber viajado por buena parte del día, Catelyn debía comer para reponer fuerzas.
Poco más tarde se sentaron juntos en el piso a comer. La comida estaba en platos hondos de madera: era un puré de nabos, un pedazo de carne y una cebolla asada con setas. Un par de pellejos llenos de agua y cerveza eran la única bebida.
"Ygritte me dijo que, durante mi ausencia, ayudaste a un par de personas" comentó Catelyn tras tragar un bocado de carne.
"Así fue" le contestó Jon "Uno de los hombres de Stannis y su hijo" explicitó.
"Y Alys Karstark" añadió Ygritte, mirándolo como si hubiera olvidado a la hija de Lord Rickard.
"Sí. También ella" reconoció Jon.
"Jon….. estoy preocupada al respecto. ¿Has pensado bien al respecto sobre dejarlos en el campamento? ¿No crees que esas personas puedan ser peligrosas?" le confió Catelyn en voz baja, como si tuviera miedo de que alguien pudiera oír.
"Pueden serlo" reconoció Jon. No era ciego al hecho de que no sabía mucho de Alys, ni para el caso de Ser Davos y su hijo "Pero aun así los dejo en el campamento, porque creo que no lo son" terminó.
Tal como Jon esperaba, Catelyn frunció el ceño "¿Confías en ellos?" preguntó.
"Por supuesto que no" respondió él de inmediato "Ninguno de ellos me ha dado motivo alguno para confiar en ellos. No sé si entre los hombres de Stannis que asesinamos en el Bosque Encantado no habría amigos o parientes del que liberé. Y en cuanto a Alys Karstark, seguro recuerdas que Robb decapitó a su padre" Catelyn asintió en silencio "Dudo que ella lo haya olvidado"
"¿Entonces por qué los mantienes cerca?" preguntó Catelyn en esta ocasión.
"No lo hago" replicó Jon, sin poder evitar sentirse algo atacado por la mujer "Él no tiene acceso alguno a nuestros planes ni entre nuestro ejército. Su hijo tampoco. Y Alys solo tiene un nombre importante y el derecho sobre el castillo de su familia. No tiene hombres ni amigos aquí, ni mucho menos posibilidad de enviar o recibir mensajes a nadie. Cualquier cosa que averigüe se queda aquí" le aseguró.
"¿Y si fuera una asesina? ¿Si decide que tu vida es un precio aceptable en pago por la de su padre?" insistió Catelyn.
Jon podía empezar a sentir como la frustración surgía en su interior ante la insistencia de Catelyn por hacer insinuaciones sin tener ninguna prueba. Hizo un gesto con la cabeza hacia el lobo gigante que estaba tumbado a unos pasos de distancia, con los ojos de rubíes fijos en ellos "Tengo el mejor guardián que se pueda pedir. Que los asesinos, cualquiera sea su nombre, intenten matarme. Si se atreven" si de algo estaba seguro Jon, era de que Fantasma podía avisarle de cualquier amenaza cercana. Incluso si esta estuviera oculta a sus ojos, no lo estaría a los de su lobo huargo.
"¡Bueno, ya basta!" exclamó de pronto Ygritte, al ver como Catelyn abría la boca para volver a hablar "Jon no es un niño, él sabe lo que hace" le espetó a la otra mujer. Antes de que Jon pudiera agradecerle ella giró la cabeza y lo fulminó con la mirada "Y tú no seas imbécil. Ella solo se preocupa por ti" escupió con enojo.
Jon sintió como la vergüenza se hacía presente en su cuerpo. Ygritte tenía razón. Le dirigió una mirada de disculpa a Catelyn, y ella le correspondió con una propia.
"Cambiemos de tema" propuso Catelyn, y Jon asintió en sincronía con Ygritte "¿Qué paso con las armas que debías pedirle a los Umber? Ygritte dijo que te entregaron muchas y que prometieron forjar más" le informó.
Jon se sintió aliviado por el cambio de tema "Si. Al principio pensé que eran para mil hombres, pero luego de repartirlas me di cuenta de que eran suficientes para varios centenares más. Al menos mil trescientos guerreros fueron armados con esas armas. Una quincena después llego otra caravana, con cuatro carros más llenos de puntas de lanza, junto con algunas espadas y hachas" le informó. Se rascó ligeramente la barbilla antes de seguir "En este momento, tenemos unos cinco mil guerreros bien armados. Y los herreros del Último Hogar trabajan codo a codo con los nuestros para forjar más armas" concluyó.
"Los guerreros están encantados. Incluso los que aun desconfían de los arrodillados están felices con las armas" añadió Ygritte. Jon ya lo había visto: hombre que caminaban con sus armas en la mano sin motivo, con miradas que rebosaban satisfacción en sus rostros.
"Si hay herreros o aprendices entre los hombres de los clanes tengo intención de mandarlos al Último Hogar para que también forjen armas para nosotros. También le pediré a los hombres de los clanes cualquier arma de más que tengan en sus tierras" declaró Jon.
Catelyn asintió en silencio antes de volver a hablar "¿Recuerdas lo que nos dijeron Maege Mormont y Galbart Glover?" no esperó para responder "Dijeron que el Bastardo de Bolton iba a tomar Foso Cailin por el norte para abrir el camino a su padre" le recordó "¿Qué es lo último que sabemos al respecto?" preguntó.
Jon pensó un momento, recordando las últimas noticias de los Bolton que había obtenido "El hijo de Roose Bolton tuvo éxito. Foso Cailin ha caído y Bolton ha vuelto al Norte. Su ejército está reforzado por muchos Frey, infantería y caballeros montados. Y ahora cuenta además con los hombres de su hijo, por lo que son aún más numerosos" Jon dejó escapar un suspiro "Lo último que supe fue que estaba a tres días de Invernalia, pero eso fue hace siete días. Sin duda el castillo ya es suyo" dijo Jon, intentando ignorar el dolor de su pecho ante el reconocimiento de que el asesino de su hermano había tomado el hogar de su infancia.
La mirada de Catelyn fue de pena: era la de alguien que se enteraba de la pérdida de un ser querido que llevaba mucho tiempo enfermo. Doloroso, pero ya predicho.
Estuvieron en silencio por unos momentos antes de que Catelyn hablara "Estoy bastante cansada. Creo que me iré a dormir" a Jon le parecía una excusa pobre, pero no dijo nada. Las palabras sobraban en ese momento.
En un rápido movimiento Catelyn se inclinó y rodeó los hombros de Ygritte con un brazo. Jon alzó una ceja, pero por dentro estaba conmovido por esa muestra de afecto repentino por parte de la mayor de las mujeres besada por el fuego. No estaba preparado para cuando ella repitió el mismo proceso con él. Pero lo que verdaderamente lo sorprendió fue que Catelyn además añadió un beso en su mejilla. Por un largo momento todo lo que Jon vio fue la cabellera pelirroja que tapaba parte de su visión, y el calor de los labios que estaban en contacto con su piel. En el instante en que Catelyn se alejó de él se levantó y con un gesto de la mano se despidió de Ygritte y de él.
Ygritte
Sentía a Jon jadeando suavemente en su oído, sus brazos envolviéndola con cuidado. Lo había follado tres veces, y todas de diferente forma. Lo había tomado dos veces en su boca para corresponder las tres que él le había dado el beso del señor. Aun sentía su semilla en su interior, junto con la presión de sus manos por todo su cuerpo: en sus caderas, en sus senos y en sus nalgas.
Las palabras de amor que Jon había susurrado en su oído mientras la tomaba nadaban en su mente, pero eran eclipsadas por esas otras palabras. Esas palabras que había oído antes de que Jon llegara. Esas palabras que habían sacudido su mundo.
Cuando había visto llegar a Catelyn había estado feliz. Si no hubiera sido por su orgullo y por la imagen que quería mantener ante el Pueblo Libre, habría corrido hacia ella. Sabía que hubiera sido una exhibición infantil y hasta ridícula, pero así fue como se sintió.
Cuando empezaron a hablar, luego de que Jon obtuviera el apoyo de los clanes, fue como si la última luna sin verla nunca hubiera existido. Era como antes: una persona a su lado lista para ayudarla si lo necesitara, alguien cercano con quien podía hablar de cosas con las que nunca podría hablar con nadie, ni siquiera con Jon. Sintió como si nada hubiera cambiado.
Pero lo había hecho.
Catelyn quería follarse a Jon. Quizás no lo hubiera dicho en esas palabras exactas, pero así era.
No le había dicho nada, las palabras se habían atorado en su garganta. Y antes de que Catelyn pudiera decir algo más Jon había entrado y las había envuelto a ambas en sus brazos. En un primer instante se sintió desconcertada por tal acto, pero luego simplemente se dejó llevar y lo correspondió. Mientras lo abrazaba por un lado vio a Catelyn haciendo lo mismo por el otro. Ambas se habían mirado a los ojos por un tiempo, y habían tenido una conversación sin palabras. Al final ambas acordaron dejar de lado los deseos de Catelyn y sus propios sentimientos al respecto para concentrarse en Jon, que claramente necesitaba de ambas en ese momento.
Cuando Catelyn se había despedido de Jon con un beso en la mejilla había sentido un ataque de celos, y por un momento consideró con toda seriedad plantar su puño en la cara de la otra mujer. Poco después, cuando su enojo se había disipado en gran parte y su mente le había recordado todo lo que Catelyn había hecho por ella en cuanto al embarazo, se había sentido culpable por querer golpearla.
Una vez que todos hubieran ido a dormir, se había alzado sobre Jon y había follado con él hasta la extenuación. En parte había sido por deseo hacia él, y en parte para olvidar las palabras de Catelyn con el placer que le proporcionaba Jon en la cama.
Ahora, pese a estar cansada, no podía dormir. Mil ideas, pensamientos, dudas y certezas luchaban en su interior, convirtiendo su mente en un caos absoluto. Pero al final una logró imponerse a las demás. Tenía que decirle a Jon lo que había pasado antes de que llegara.
Giró la cabeza y vio que la mirada de Jon estaba fija en el techo de la tienda, una ligera sonrisa en su rostro. Resistió el súbito impulso de besarlo y habló "Jon" dijo, y tal como esperaba los ojos grises se alejaron del techo y se centraron en los suyos "Hay algo que debes saber" le dijo, sin separar sus ojos de los de él.
"¿Ha pasado algo?" le preguntó, su voz ligeramente ronca. Una mano suya fue a su vientre y lo acarició con cuidado "¿Fui demasiado rudo contigo?" preguntó.
"No, no. No es sobre eso" le aseguró "Antes de que llegaras hoy, Catelyn y yo hablamos" le contó, como si él tuviera necesidad de que se lo recordaran "Ella dijo…." no sabía por qué dudaba, pero lo hacía. Lo cual era absurdo, teniendo en cuenta que ella no era doncella ni nada que se le pareciera en cuanto a tales temas "Ella dijo que…" no pudo seguir, y se aclaró la garganta en un intento de que su voz terminara de pronunciar las palabras.
Jon la miraba totalmente confundido "¿Qué fue lo que dijo?" preguntó, sus ojos grises la miraban sin parpadear.
Respiró hondo y se recordó a la fuerza que era una mujer de las lanzas, no una niña asustada "Dijo que quiere follarte" soltó de golpe, antes de que su voz la volviera a traicionar.
Por un instante, un período de tiempo que pareció absurdamente largo, Jon no dejó ver ninguna reacción. Pero al siguiente abrió sus ojos a más no poder y su boca se abrió de una manera que casi parecería graciosa, si la situación no fuese tan seria. Pero unos momentos más tarde su boca se cerró, al tiempo que sacudía la cabeza y sus ojos se entrecerraban.
"No escuché bien. ¿Puedes repetirlo?" preguntó, una mirada de pura incredulidad en su rostro.
Parpadeó una sola vez "Dije…..que Catelyn quiere follarte" le sorprendió que la segunda vez que las palabras salieran de su boca lo hicieran con mucha mayor facilidad, pero no se quejó.
Jon se levantó, para quedar sentado en la cama. Ella lo siguió. Jon tragó saliva una vez, al tiempo que se pasaba la lengua por los labios con nerviosismo "¿Es…..estás segura de lo que dices?" preguntó.
Una parte más bien egoísta de Ygritte quería decirle que no lo estaba, o que solo era una broma horrible que le había hecho. Pero no podía. Le debía la verdad.
"Sí. Completamente segura" confirmó.
Pareció demasiado para Jon, que se levantó de golpe de la cama y se puso los pantalones antes de empezar a dar vueltas sin sentido. Su mirada era la de alguien que claramente no sabía cómo actuar.
No sabía por qué, pero verlo así, extraviado, como un cachorro asustado, en verdad la hizo enojar. Pero se forzó a tener paciencia, a dejarlo alterarse y luego, cuando estuviera más calmado, hablaría con él.
Por fin, luego de un tiempo más largo del que había previsto, Jon se sentó en el borde de la cama. Pero no habló con ella, simplemente se sentó allí en silencio.
Jon
Catelyn quería….. ella lo quería….. quería eso.
No podía evitar pensar en los años que pasó en Invernalia, antes de ir al Muro. Si durante ese tiempo alguien le hubiera dicho que Catelyn Stark se volvería una persona de su confianza y a quién apreciaba, lo habría considerado idiota. Y si alguien le hubiera dicho que Catelyn Tully querría…. Querría follar con él, sin duda lo habría golpeado en la cara por decir semejante ridiculez.
Se preguntaba si los muertos podían ver a los vivos. Si lo hacían ¿qué diría su padre del hecho de que su esposa quería acostarse con su hijo bastardo? ¿Qué diría Robb? ¿O Bran? ¿O el pequeño Rickon? No, no quería saberlo. Los dioses por testigos, Jon no quería saberlo.
Pero al fin, la mente de Jon se impuso sobre sus pánicos y lo forzó a ver las cosas de una manera razonable. Catelyn llevaba mucho tiempo entre el Pueblo Libre, y al igual que ocurrió con él, era inevitable que ciertos….. cambios se produjeran en ella. Entre hombres y mujeres que eran mucho más desinhibidos en cuanto a los placeres carnales que las personas de los Siete Reinos, era una reacción anticipada que Catelyn perdiera todo, o al menos una parte, del pudor que había llevado durante toda su vida.
Incluso, y Jon podía entenderla, era normal que pasara. Después de todo, aunque nunca hubiera tocado el tema con ella, estaba seguro de que Catelyn no había compartido la cama con un hombre desde que el padre de Jon y ella se habían separado, y las necesidades finalmente se habían impuesto en ella. A fin de cuentas, aún era una mujer joven.
La cuestión, lo que Jon no entendía, se podía resumir en dos preguntas: ¿Por qué quería acostarse con él, de todos los hombres? ¿Y desde cuándo mantenía esos deseos?
Entonces sintió que lo sacudían, o más bien lo agitaban, con bastante fuerza por el hombro. Miró hacia su lado y vio que era Ygritte. Sintió como se le enrojecían las orejas: se había olvidado de ella.
"¿Qué vas a hacer?" le preguntó Ygritte, que lo miraba con el ceño fruncido, claramente fastidiada. No estaba seguro si estaba fastidiada de la situación, o solo de su actitud.
Sacudió la cabeza "¿Qué puedo hacer?" le preguntó a su vez, encogiéndose de hombros. No había considerado nunca una situación ni remotamente similar. No tenía idea de cómo enfrentarla.
Ygritte abrió los ojos un momento, antes de entrecerrarlos y mirarlo como si estuviera hablando con un absoluto idiota "No sabes nada, Jon Nieve. No, peor que eso" la pelirroja se corrigió al instante "No sabes una mierda" dijo, enfatizando cada palabra.
Era una de esas raras ocasiones en que Jon aceptaba que Ygritte tenía razón al decirle eso. En verdad, no sabía cómo lidiar con esto.
"¿Qué quieres hacer?" prosiguió Ygritte, mirándolo a los ojos. Jon la miró desconcertado, e Ygritte endureció la mirada "No puedes fingir que no pasa nada. Yo tampoco puedo, y dudo que ella pueda" era obvio a quién se refería al decir ella "Tendrás que hablar con ella, tarde o temprano" advirtió la mujer besada por el fuego.
"¿Y decirle qué?" le preguntó Jon.
"Si no la deseas… o si lo haces" Ygritte susurró lo último en voz tan baja que Jon pensó que había oído mal.
"No puedes considerar en serio algo así" le dijo Jon, mirándola como si hubiera dicho algo imposible.
En un movimiento rápido Ygritte tomó la mano de Jon y la llevó a su vientre desnudo "Mírame a los ojos, y júrame por la vida de nuestro hijo que no la deseas como un hombre a una mujer, ni siquiera un poco" le exigió.
Jon no pudo. No sabía por qué. En el primer instante estuvo dispuesto a abrir la boca y hacer lo que ella le pidió, pero sus labios rehusaron separarse uno del otro. Entonces llegó a la mente de Jon el recuerdo de la mejilla de Catelyn en contacto con su mano, seguido por otro recuerdo, en que era la mano de Catelyn la que reposaba sobre su hombro, y como se deleitó con la sensación de su piel desnuda contra la de ella.
Y entonces le vino a la mente lo que hizo Catelyn esa misma noche: su mejilla ardió en el lugar donde los labios de la mujer habían reposado, y su visión recordó esa cabellera rojiza.
Soltó un suspiro de resignación y apartó su mano del vientre Ygritte. Ella no había dejado de verlo mientras estuvo pensando "No puedo" le susurró, tratando de discernir lo que sentía la mujer ante él. La que llevaba a su hijo en su vientre.
El dolor que vio en los ojos de Ygritte le hizo sentir el peor hombre del mundo "Lo suponía" susurró ella "Hoy, cuando la abrazaste al llegar, lo sospeché. Y la forma en que tus ojos se iluminaron cuando te besó en la mejilla fue toda la confirmación que necesitaba" las palabras de Ygritte eran bajas, como si temiera que alguien más que él las oyera. La mujer besada por el fuego frunció el ceño ligeramente, no por enojo, si no por determinación "La deseas, Jon" le insistió.
No supo que decir. No podía negarlo, pero tampoco se sentía capaz de aceptarlo "Tal vez" se limitó a conceder.
Ygritte resopló con frustración "Maldita sea" maldijo entre dientes, antes de volver a mirarlo "¿Por qué no quieres aceptarlo? La deseas. Puede que no lo hayas buscado, pero la deseas, y negarlo no cambiará la situación" le espetó "Ahora lo que tienes que hacer es enfrentarlo"
"¿Enfrentarlo?" le dijo Jon, mirando a la mujer junto a él como si estuviera loca "¿Tú, de todas las personas, me dices que debo enfrentarlo?" Jon sabía que estaba siendo irrazonable, pero no podía evitarlo. Sus emociones y sus pensamientos, tanto nuevos como antiguos, estaban en conflicto en su interior.
"Por supuesto que sí. ¿Quién si no yo lo haría?" le replicó Ygritte "Ve, habla con ella y decide si estás dispuesto a…" Jon no la dejó terminar.
"¡¿A qué?!" espetó Jon, por primera vez alzando la voz con enojo. Pero no enojo contra ella, ni contra Catelyn, ni siquiera contra sí mismo. Enojo por la confusión que reinaba en su interior en ese momento "¡¿A tomar a la esposa de mi padre como amante?!" la sola mención sonaba incorrecta, sucia, equivocada. Y Jon sintió como su enojo crecía cuando una parte de su interior le rogó encarecidamente ignorarlo todo y hacerlo.
Ygritte se sujetó con fuerza el puente de la nariz con dos dedos, al tiempo que cerraba los ojos con fuerza "Mira" dijo entre dientes, la frustración clara en su voz "Olvida a tu padre, olvida a tus hermanos, olvida tu título de rey. Incluso trata de olvidar todo lo que pasó entre ella y tú cuando eras un niño. Más allá de todo eso, eres un hombre y ella es una mujer. Eso es todo lo que te debe importar al decidir" al terminar de hablar Ygritte abrió los ojos y se soltó el puente de la nariz.
Jon se forzó a calmarse antes de volver a hablar "Supongamos que pueda olvidar a mi familia" afirmó Jon "Y supongamos que pueda olvidar todo lo otro que mencionaste" continuó "¿Puedo olvidarte a ti? ¿O a él?" dijo, haciendo un gesto hacia el vientre hinchado de la mujer.
"Nosotros no tenemos nada que ver con esto" le siseó Ygritte, moviendo su mano hacia su vientre en gesto protector.
"Mírame a los ojos, y júrame por la vida de nuestro hijo" dijo Jon, haciéndose eco de las mismas palabras que Ygritte usara antes "que no te dolería si aceptara intentar algo con Catelyn. Cosa que no estoy diciendo que haría" añadió a último momento.
Ygritte miró al piso, y fue toda la respuesta que Jon necesitaba. Suspiró y se pasó las manos por el cabello oscuro, recordando que lo había heredado de su padre.
"Me dolería. Lo reconozco" la voz de Ygritte devolvió su atención a ella. La mujer estaba aun con una mano en su vientre, y sus ojos azules estaban fijos en el piso "Pero, más me dolería saber que estas infeliz por causa mía. No quiero que estés a mi lado solo por el niño. Eres un hombre libre" Ygritte alzó la vista y encontró sus ojos con los de él, azul cielo contra gris acero "Decídete en torno a Catelyn. Lo que decidas no discutiré ni me enojaré contigo, ni con ella. No sé si lograré aceptarlo, pero no quiero que estés junto a mí con dudas en tu interior. Eso no lo voy a aceptar" las últimas palabras las dijo en un tono que no admitía discusión.
Jon admiraba muchas cosas de Ygritte, pero todas juntas palidecían ante esta determinación. Sintió el impulso irrefrenable de hacerle saber que a pesar de todo, siempre podría contar con él. Y solo se le ocurrió una forma de hacérselo saber.
En un solo movimiento colocó su mano en la nuca de Ygritte y la acercó para encontrar sus labios con los de ella. Al principio Ygritte se resistió, pero tras un momento contestó su beso, al principio con calma, pero luego con insistencia, saboreando sus labios. Cuando la lengua de la mujer rozó sus labios Jon los abrió para permitir la entrada. Las lenguas de ambos danzaron una en torno a la otra, saboreándose entre sí, junto a las bocas del otro. Los brazos de Ygritte se envolvieron en torno a su cuello, y el llevó su mano libre a la cintura de la mujer besada por el fuego para acercarla más a él, hasta que no hubo ningún espacio que los separara.
Cuando finalmente se separaron ambos tenían los labios hinchados y jadeaban por aire. Jon llevó la mano que había estado en la nuca de Ygritte hacia adelante y la usó para sostener con cuidado la barbilla de la mujer "Tú eres mía y yo soy tuyo. Nada" acentuó la palabra "cambia eso. ¿De acuerdo?" era cierto. Él era de Ygritte y ella era de él, y eso nunca cambiaría. Jamás.
La mirada de Ygritte, pese a no ser feliz, parecía al menos más tranquila "De acuerdo" le confirmó la mujer, antes de bajar la cabeza y dar un beso en la mano que un momento antes la había sujetado por la barbilla. Luego de eso se recostó en la cama y con un último asentimiento hacía él, se cubrió con las pieles y cerró los ojos para tratar de dormir.
La miró por un largo tiempo, deseando que hubiera otra manera, pero no la había. Solo había un camino, y tenía que recorrerlo.
Se terminó de vestir con una lentitud inusual en él, antes de salir de allí. Su destino no estaba muy lejos. Solo al otro lado de la tienda.
Y eso es todo por ahora. Sin duda este capítulo sacudió un poco las cosas eh?
Bien, quiero comentarios cargados con opiniones, sugerencias, críticas (constructivas), halagos, insultos (que no sean contra mi madre) o lo que sea que haya en sus cabezas en este momento. Serán increíblemente apreciados y debidamente contestados. Sin duda me gané algunos no?
Bien, subiré el siguiente capítulo en una semana (aunque tengo el presentimiento de que algunos de uds querrán saber cómo sigue el asunto YA y me mandarán a la mierda por hacerlos esperar 7 días jejejej) pero no prometo nada.
Saludos y que estén bien.
