Bien, primero lo primero. Hola a quienquiera que lea esto.
Quiero agradecer de todo corazón a jean d'arc, Kirito720, fanatico z, miguel y Luna por sus hermosos reviews, que me alegran la vida cada vez que los leo. Y hablando de los mismos:
jean d'arc: no sos la única, yo también estoy acalorado.
Me alegra que te gustara el capítulo, y puedo entender que la relación de Jon y Catelyn genere "cosa" (me imagino al Doctor Chapatín cuando dice "es que me da cosa" jajaja), después de todo es una pareja no vista (hasta donde yo sé) en un sentido verdaderamente complejo hasta ahora.
Me haces tan feliz con tus opiniones del encuentro entre los dos, no tienes idea. Y me da gusto haber tenido éxito tratando de expresar que Jon y Catelyn no tuvieron sexo, sino que hicieron el amor. Esa era mi meta.
Aquí verás lo de Ygritte y lo de Catelyn, y en cuanto a la stamina de Jon… bueno, que puedo decir. Si Jon va a estar con dos mujeres, lo menos que ellas merecen es que sea capaz de complacerlas a ambas (me siento un tanto machista al escribir eso. ¿Tú qué opinas?).
Kirito720: Me alegro que te haya gustado el capítulo, concretamente las escenas sexuales. Quería que fueran fuertes pero sin llegar a ser exageradas.
fanatico z: mira, seré honesto. Yo al menos no me siento atacado, y si lo fui, fui lo suficientemente corto de mente para no notarlo jejeje. Pero ya enserio, mis aclaraciones fueron solo porque me parece que los lectores merecían una aclaración, ahora que llegamos a lo que muchos estaban esperando. La escena de la cama fue excelente, modestia aparte, y me alegro de que te pareciera así (Por cierto, lindo chiste el de las Cincuenta Sombras jejej).
Habrá consecuencias, y no todas serán lindas. En este capítulo verás cuánta razón tienes.
Falta un rato para leer las reacciones de la gente cuando se enteren de lo de Jon y Cat, pero haré lo mejor posible porque valgan la pena. En cuanto a lo de los hijos de Catelyn, ellos siempre verán a Jon como un hermano, y Jon es demasiado noble para tratar de tomar el lugar de su padre (además de que sería un poco bizarro ¿no crees?). Y aparte de todo eso, me parece que en Juego de Tronos los roles de los nobles no tienen necesariamente que ver uno con el otro (y si no me crees, mira a Catelyn antes de todo: siendo una madrastra fría con Jon mientras era un ejemplo de madre para con sus propios hijos).
Por supuesto que la historia seguirá siendo como a mí me gusta, en eso no cambiaré.
No estoy seguro de si la batalla de los bastardos llevará ese nombre en mi historia, pero aun no falta mucho. Aun así, es más probable que tu hermano tenga razón en esto que vos. Lo siento. Y sobre Daenerys, tampoco tengo una idea clara.
Miguel Giuliano. Co: ya era hora de avanzar un poco con Jon y Catelyn. Ahora se viene el Norte, y prometo hacer tiempo para ver sobre algunos animales prehistóricos. Y si, vamos a tratar la logística, no solo las batallas.
Luna: tu review era el que más esperaba luego del último capítulo. Y cumplió con mis esperanzas: muchas gracias. Abanico no tengo, pero si quieres te mando un ventilador jajajaj. Gracias, gracias por los halagos, no sé si los merezco, pero gracias igual. Y Jon dejó mal parado a Ned… no lo había visto así, pero eso parece. Además convengamos que en la Edad Feudal en la que está situada juego de tronos hay muchos tabúes sexuales entre la nobleza (una cosa más en la que el Pueblo Libre es genial: sin tantos principios morales y éticos, hay más diversión me parece).
También quiero agradecer a quienes siguen la historia, o la tienen entre sus favoritos, o simplemente la leen. Anímense a dejar un review, para que sepa que les parece.
Bien, basta de hablar. Vamos a lo que uds quieren ver.
Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.
Val
Corrió más rápido de lo que nunca lo había hecho, hacia el interior del castillo. Personas, paredes y más pasaron tan rápido ante sus ojos que ni siquiera los distinguió bien. Cuando llegó al pasillo escuchó un grito que solo la hizo darse aún más prisa. Sin molestarse en empujar abrió la puerta con fuerza, tanta que rebotó y se estrelló con fuerza contra la pared. Dentro, estaba la causante de los gritos.
Dalla. Su hermana.
Estaba en su cama, apretando los dientes mientras el Maestre del Último Hogar estaba viendo entre sus piernas abiertas. Sentada en la cama junto a ella estaba Helga Umber, la mayor hija del Gran Jon Umber. En las manos de la muchacha había un paño húmedo que pasaba con cuidado por la frente de Dalla.
En dos largas zancadas estuvo arrodillada junto a la cama "Tranquila. Estoy aquí, Dalla" le aseguró, tomando la mano de Dalla. Tuvo que contener un gemido cuando su hermanita aplastó su mano dentro de la de ella.
Dalla la miró con una mirada desenfocada "Val… me duele" le dijo, su voz quebrada de dolor. Cualquier cosa que Dalla pudiera añadir fue olvidada cuando volvió a contraerse sobre su vientre hinchado, soltando un grito de dolor.
"Mi señora, debe empujar" dijo el Maestre desde su lugar. Val no se molestó en decirle que su hermana no era una dama sureña; estaba más interesada en Val.
"Tranquila, hermanita. Estoy aquí. No me iré a ningún lado" le dijo, al tiempo que le acariciaba el cabello con la mano libre.
Val no supo cuánto tiempo estuvo allí, arrodillada ante su hermana, susurrándole palabras de aliento al oído mientras el maestre la instaba a empujar, o a detenerse para tratar de acomodar al bebé antes de que siguiera. Al otro lado de la cama, Helga también alentaba a Dalla, solo deteniéndose para limpiar el sudor de su frente cada tanto.
Por fin, cuando las fueras estaban empezando a fallarle a Dalla, dio un último empuje, el dolor causándole un grito antes de caer rendida en la cama.
Un llanto fuerte y potente se hizo presente, llenando la habitación, anunciando la llegada al mundo de una nueva vida. Val miró para ver al Maestre levantarse, un niño rojo y cubierto de sangre en sus brazos, gritando con toda la fuerza que podía en su diminuto cuerpo. Una sonrisa de adoración afloró en su rostro mientras veía al bebé "Lo hiciste, Dalla. Lo hiciste" le dijo a su hermana, que miraba en dirección al niño con lágrimas de alegría en sus ojos. Sin decir palabra, extendió los brazos en una súplica muda.
Val no recordaba haberse levantado, ni haber sacado su daga, ni cortar la cuerda que unía al niño por su estómago a su madre, ni tomar a su nuevo sobrino en brazos, ni depositarlo en los brazos de la nueva y orgullosa madre. Lo único que podía recordar era contemplar a Dalla apretando con cariño a su nuevo hijo contra su pecho, antes de besar la pequeña frente del niño con sus labios, sin importarle la sangre que manchaba sus labios. Val sintió como su corazón se hinchaba con una cálida sensación ante lo que contemplaba. Con cuidado ayudó a Helga a cubrir al pequeño con una manta antes de devolverlo al pecho ahora desnudo de su madre. Vio al niño aferrarse a un pezón hinchado y empezar a succionar de inmediato.
Con discreción se alejó y le hizo un gesto al Maestre para que se acercara a ella "¿No ha habido ningún problema?" le preguntó, directo al grano.
"Ninguno" le aseguró el anciano "Lady Dalla debe descansar bien y mantenerse despierta las siguientes horas para estar seguros, pero nada indica que habrá consecuencias"
"Bien" murmuró, antes de permitirle irse. La respuesta la distrajo lo suficiente para no importarle que el anciano con la cadena en el cuello llamara Lady a su hermana. Cuando el maestre abrió la puerta para salir, Val escuchó murmullos y palabras, en abundancia.
Tras obtener permiso de Dalla, abrió la puerta para permitir la entrada a las personas que ansiaban conocer a su nuevo sobrino. Al frente de todas ellas estaba Mors, con una expresión que Val nunca hubiera esperado ver en su rostro.
Catelyn
Lo primero que notó al despertar fue la satisfacción que la envolvía, como una manta de la mejor calidad que le brindaba calor y comodidad en la medida perfecta. Era una sensación tan maravillosa que por un momento deseo poder quedarse con los ojos cerrados, sintiéndose así para siempre.
Pero la deliciosa sensación se acabó cuando se removió ligeramente y notó que faltaba algo. O más bien, alguien. Abrió los ojos al instante, y no encontró a Jon debajo de ella, donde había estado cuando se durmió. Miró alrededor y no lo encontró.
Una sensación de vacío se hizo presente en su pecho, pero la ignoro mientras se levantaba lentamente, hasta estar sentada. Bajó la mirada, contemplando su cuerpo desnudo, y sus labios esbozaron una sonrisa involuntaria cuando encontró su piel enrojecida en varios lugares de su pecho y de su cuello, donde un par de labios habían presionado con fuerza la noche anterior. Luego vio un rastro blanco entre sus piernas y la sonrisa se escurrió de su rostro.
Catelyn sabía que aún no era demasiado mayor para concebir. La idea de que pudiera quedar embarazada del hijo se Jon se hizo presente en su mente. Sabía sin duda que Jon sería un gran padre, porque él mismo había tenido uno y había aprendido de su ejemplo. Pero de nuevo, el padre de Jon había sido el esposo de Catelyn y el padre de sus cinco hijos. Catelyn meditó un momento antes de decidir que lo primero que debía hacer era buscar en el campamento a una bruja de los bosques y beber té de la luna. Un hijo era lo último que ella necesitaba en ese instante. Aun lloraba la pérdida de Robb y los demás, y ciertamente no se sentía lista para volver a tener a un niño a su cuidado….. o al menos no a uno de su sangre.
Jon tampoco necesitaba un hijo de ella en ese momento. La noche anterior, en medio de la pasión y las deliciosas sensaciones que había dado y las aún más deliciosas que había recibido de Jon, no había pensado en las posibles consecuencias, pero ahora sí. Un hijo de ella generaría preguntas sobre su paternidad, y tarde o temprano esas preguntas llevarían a Jon. Catelyn sabía que si se supiera generaría descontento hacia Jon en el mejor de los casos, y un abierto rechazo y puede que hasta una ruptura de los juramentos en el peor.
Y luego estaba Ygritte. Catelyn no tenía manera de estar segura de la reacción de la mujer oficial de Jon si supiera que ellos habían concebido un niño, pero dudaba que se alegrara por ello. Ya bastante daño le había hecho a la muchacha. No podía hacerle más al tener un hijo de Jon, y fue su resolución de no lastimar a Ygritte de esa forma la que terminó de aplastar cualquier insensata idea que aún hubiera en su cabeza sobre no tomar nada y dejar que las cosas siguieran su curso.
Una idea la asaltó en un instante, y la congeló en su lugar. Llevarse a la cama a un hombre que ya tenía mujer, y que esta mujer estuviera embarazada…. Sabía de alguien que había hecho lo mismo que hizo ella la noche anterior. La idea de que ahora se parecía mucho a la madre de Jon cuando se acostó con Ned Stark y concibió un bastardo con él era bastante inquietante. Solo aumentó su resolución a tomar té de la luna para no concebir.
Encontró su ropa y se la puso con lentitud, y cuando terminó se puso de pie y se encaminó hacia el exterior, decidida a no retrasar lo que debía hacer. Pero se detuvo en el instante en que la vio.
Ygritte.
Estaba sentada en el piso, con una piedra de afilar en la mano derecha mientras sostenía un cuchillo de caza en la izquierda. Los ojos azules estaban fijos en la hoja, mientras la piedra se deslizaba lentamente por la longitud del arma.
Pese a que no emitió un sonido, fue como si hubiera gritado, porque Ygritte alzó la cabeza y la vio directamente. Luego, lentamente, se alzó hasta estar de pie, al tiempo que dejaba caer la piedra de afilar al piso. Pero el cuchillo permaneció en su mano.
Con calma pero con firmeza, la mujer más joven se fue acercando, hasta estar cara a cara con Catelyn, quién no pudo evitar temblar un poco cuando vio como el agarre de la mano de Ygritte se apretaba alrededor del mango del cuchillo.
Ygriite la miró en silencio, su rostro en una máscara perfecta que no dejaba traslucir nada. Bajó los ojos y recorrió el cuerpo de Catelyn sin ninguna discreción. Sus ojos se detuvieron un momento en el cuello de la otra mujer, y Catelyn se maldijo cuando se dio cuenta de que no se había tapado bien todas las marcas de los labios de Jon en su cuello. Se alzó con premura la ropa para taparlos.
Entonces ocurrió. Sin palabra alguna, la mano de Ygritte relampagueó y lo siguiente de lo que Catelyn fue consciente de un dolor atroz en su rostro. Por un instante pensó que Ygritte la había cortado, pero luego se dio cuenta que no era el acero lo que la había lastimado, sino la mano derecha de Ygritte, que había cruzado su rostro en una bofetada tan fuerte que la había aturdido y la había hecho voltear el rostro. Sintió el sabor metálico de la sangre en su boca y se dio cuenta de que se había mordido la lengua con demasiada fuerza.
No fue capaz de voltear el rostro en un primer momento, sus instintos obligándola a mantenerlo en esa posición para evitar el temido segundo golpe que Ygritte le daría si la encarara de nuevo. Pero luego Catelyn se forzó a ser valiente y a enfrentar la consecuencia de sus actos de frente. Tragando saliva giró el rostro, y una vez más se encontró mirando a Ygritte.
Aunque una voz en su cabeza le gritaba que dijera una disculpa, o una justificación, o cualquier cosa a la mujer embarazada y claramente enojada frente a ella, Catelyn mantuvo la boca firmemente cerrada. Y además ¿Qué podía decir?
¿Qué lo lamentaba? No lo hacía. Incluso con todo el dolor emocional que trajo a Ygritte, Jon y a sí misma, además del dolor físico que acababa de soportar, Catelyn no podía lamentar haberse acostado con Jon. Sería una mentira descarada que Ygritte nunca le creería, y que podría enfadarla más.
¿Qué no volvería a pasar? Era poco probable. Había sido maravilloso, y si Jon esa noche volviera a acercarse a ella para hacer el amor de nuevo, Catelyn lo recibiría de brazos abiertos.
¿Qué no sabía lo que le había pasado? La sola idea era tan ridícula que Catelyn sintió ganas de golpearse por ella. Claro que había sabido lo que hacía, y además fue ella la que lo empezó cuando le dio el primer beso a Jon.
No podía decir nada, y fue justamente por eso que decidió guardar silencio mientras esperaba que Ygritte hablara, resistiendo el impulso de llevarse la mano a la mejilla hinchada para acariciar el lugar del golpe.
Pero Ygritte no dijo nada, ni volvió a golpearla, ni hizo ningún otro movimiento. Solo la miró, y la miró, y la miró. Si estaba buscando algo o si solo no sabía cómo reaccionar, Catelyn no lo sabía.
Al final, Ygritte solo se dio vuelta y se alejó en dirección a sus cuartos, sin que ninguna palabra saliera de sus labios. Ni siquiera un gruñido que demostrara frustración o un sollozo que demostrara tristeza.
Catelyn salió de la tienda sintiéndose la peor persona del mundo.
Jon
El Rey en el Norte y más allá del Muro salió de la tienda totalmente vestido y armado, siendo seguido por su lobo huargo. Ignoró las miradas de los guardias, limitándose a un breve gesto con la cabeza, antes de dirigirse al único lugar en el que sabía que podría despejar su mente de las muchas cosas que la abrumaban. El campo de prácticas.
Pero su idea fue desechada cuando una voz lo llamó. Girando, vio que Sigorn Thenn se acercaba a él, sus pasos anchos y su rostro dando a entender que estaba emocionado.
"Sigorn" lo saludó, y alzó una ceja ante la reverencia perfecta y rápida que hizo el hijo de Styr ante él; parecía digna de una corte "¿Ocurre algo?" preguntó, curioso.
"Si" respondió el hijo de Styr, al tiempo que tomaba algo desde su espalda y lo extendía ante Jon.
Decir que Jon se sorprendió fue poco; en las manos de Styr estaba desplegado algo que al instante reconoció "¿Qué es esto?" la pregunta salió de manera involuntaria, causada por la sorpresa. La respuesta estaba a plena vista. Era un estandarte.
"El nuevo estandarte de la Casa Thenn" se jactó el heredero del Magnar, hinchado de emoción.
Jon lo analizó con cuidado. El fondo era totalmente blanco, y sobre él se exhibían una espada y un hacha de bronce en todo su esplendor, cruzadas entre sí. La hoja de la espada y la del hacha, cuyas puntas estaban orientadas hacia arriba, estaban manchadas de sangre. Rodeando las armas en un círculo, una serie de runas de los Primeros Hombres se dibujaban en color oscuro, separadas entre sí por una distancia diminuta.
Jon sonrió "No está mal. Me gusta" alabó.
Sigorn se hincho todavía más, mientras su sonrisa crecía "Pido permiso para colocar un nuevo poste" dijo, apuntando en la dirección de los que ya estaban "para exhibir el emblema de los Thenn"
"Lo tienes" dijo Jon, sin dudar "Busca algo de ayuda y asegúrate de que se haga. Dime algo ¿cómo reaccionó tu padre cuando lo vio?" Jon conocía lo suficiente a Styr para saber que era un hombre muy apegado a las tradiciones de su pueblo. Entre ellas no había ninguna sobre estandartes, al menos que Jon supiera.
La sonrisa de Sigorn se apagó un poco "Estaba furioso. Dijo que no éramos arrodillados, agitando banderas y siguiéndolas como perros hambrientos" reconoció "Pero logré convencerlo" le aseguró, alzando la mano como para defenderse de un golpe invisible.
"Si tu padre está de acuerdo, no hay problema" Styr era uno de los caudillos principales, y sus hombres eran los más acostumbrados a seguir órdenes. Jon no podía darse el lujo de ganarse su enemistad, ni siquiera por un asunto como el actual. Entonces otra idea vino a la mente de Jon, y se preguntó por qué no se le había ocurrido antes "¿Quién te ayudó con el estandarte?" inquirió, y pudo ver como la sonrisa de Sigorn se borraba.
Los ojos de Jon se entrecerraron con sospecha "Sigorn" continuó "el Pueblo Libre no hace este tipo de cosas" dijo, haciendo un gesto con la cabeza al estandarte ahora doblado en las manos del Thenn "Y esto es obra de alguien que sabe hacer estandartes. ¿Quién te ayudó a hacerlo?" en la voz de Jon se distinguía la seriedad sin problemas.
"Fue….." Sigorn se veía nervioso, y Jon se atrevería a jurar que hasta parecía avergonzado "Alys. Alys Karstark" respondió.
Las cejas de Jon subieron con incredulidad. No había esperado ese nombre. Su sospecha se hizo presente al recordar la advertencia de Catelyn "¿Qué te pidió a cambio?" preguntó, siendo lo más directo posible.
"¡Nada!" reconoció el hombre "Simplemente me gustó el estandarte con el sol, y luego supe que ella misma lo había hecho. Y pensé que podría pedirle ayuda. Acepto y eso fue todo" concluyó Sigorn. Debió ver algo en el rostro de Jon porque se llevó una mano en forma de puño al pecho "Juro que no me pidió nada y que no pasó nada" mientras hablaba los ojos de Sigorn no se separaron de los de Jon.
Jon consideraba a Sigorn un hombre temperamental, terco y en ciertos casos demasiado audaz, pero un buen hombre a pesar de todo. En otro caso Jon no habría dudado de él, pero sabía que los hombres acostumbraban a mentir si era por algo que consideraban una causa lo suficientemente valiosa. Pero aunque pasara algo más, Jon no podía hacer mucho más que advertir a Sigorn, y luego a Alys.
"De acuerdo" concedió, con un breve asentimiento de la cabeza "Busca ayuda para poner eso donde debe estar" dijo, señalando con un dedo el estandarte. Sigorn asintió y dio media vuelta, pero se congeló cuando Jon volvió a hablar "Sigorn" dijo el hijo de Ned Stark, y el heredero de Thenn giró para encararlo una vez más "Alys no es una mujer de las lanzas ni una chica que pueda ser robada así como así" le advirtió.
"Ella no…" empezó Sigorn.
"Es una dama noble. La necesitamos con nosotros" lo interrumpió Jon, hablando claro para no dejar lugar a malentendidos "Sé consciente de eso si vuelves a estar cerca de ella" luego de eso se despidió con un gesto y se encaminó hacia su caballo.
Tras una cabalgata corta llegó al objetivo original de su salida, contemplando toda una visión.
El campo se había dividido en tres partes, y cada una estaba destinada a un tipo de tropas: infantería, arqueros y caballería.
Hacia el norte estaban los arqueros. Hombres y mujeres por igual se entrenaban disparando de manera individual y grupal. Jon había puesto mucho empeño en que practicaran de manera constante, para mejorar la velocidad y la precisión de sus ataques. Las formaciones de batalla también se les habían enseñado, aunque más que nada Jon se había obsesionado con hacerles entender que sin más armas que arcos y flechas, junto con una que otra daga o maza de piedra, no debían caer en batallas abiertas contra la infantería, y mucho menos contra la caballería.
Hacia el sur se ubicaba la infantería. Solo por sí mismos ocupaban más del doble de espacio que las otras tropas, como se podía esperar de una fuerza de decenas de miles de guerreros. Marchas, formaciones, movimientos, combate grupal, combate individual, posiciones defensivas, ataques en grupos grandes y pequeños. Todos ellos eran enseñados a diario con la ayuda de Jon o, más comúnmente, con alguien designado por él. El progreso entre la turba desordenada que habían sido lunas atrás y la fuerza que eran ahora era magnífico.
Y por último, apartados por una gran distancia de los otros grupos, estaba la caballería. El rey en el Norte y más allá del Muro había pedido los números de hombres y caballos que Wull, Flint y los demás podían aportar para pelear contra los Bolton. Una suma rápida en su cabeza le había dado como resultado dos mil quinientos hombres a pie, pero tan solo unos quinientos a caballo. Éstos últimos, sumados a los caballos del Pueblo Libre, le habían dado poco más de dos mil jinetes. Pero la fuerza montada de Jon no constaba solamente de caballos. Los mamuts también podían ser usados para la lucha. Jon había vistos uno de ellos en estampida, y estaba seguro de que bien usado podía ser devastador contra una fuerza enemiga. El miedo primario que los hombres sentían cuando una bestia de semejante tamaño cargaba en su dirección era uno que difícilmente podía ser ignorado, y que solo aumentaba si un gigante rugiente se cernía sobre el mamut, agitando un garrote monstruosamente grande. No por primera vez, Jon se encontró agradeciendo por tener gigantes de su lado. Y agradeciendo aún más por no tenerlos como enemigos.
El entrenamiento era mucho más limitado en cuanto a la caballería, sobre todo por la falta de experiencia en cuanto al combate grupal montado. De todas las partes del ejército, sin duda la caballería era la más problemática. El Pueblo Libre no estaba acostumbrado a la lucha montada en grandes grupos, y hasta donde Jon sabía los clanes de la Montaña no eran mucho mejores.
"¡Alteza!" una voz lo sacó de sus pensamientos, y se giró para ver a Garlon Norrey caminando en su dirección, seguido de cerca por dos hombres con jubones desgastados con las divisas de la Casa Norrey: tres cardos verdes en campo amarillo "Debemos hablar" dijo al llegar frente a él.
Jon le dedicó una mirada larga, tratando de discernir lo posible antes de hablar "¿Ha ocurrido algo?" preguntó, al tiempo que desmontaba.
"Quiero saber cuándo partimos hacia Invernalia" dijo. Jon alzó una ceja y eso pareció incitar a Norrey a expresarse "Mi primo Owen fue asesinado por los Bolton y los Frey en Los Gemelos. Él era como un hermano para mí, y deseo con todas mis fuerzas vengar su muerte" en la voz de Garlon Norrey se notaba su fervor.
"Puedo entender ese deseo" le aseguró Jon, siendo honesto "Pero aún no estamos listos" concluyó. La expresión de Norrey cayó de inmediato.
"Pero…." Norrey se veía confuso "Tenemos un ejército, y por lo que se ve está bien entrenado" dijo, haciendo un gesto en dirección a las formaciones de infantería "Además tenemos incluso gigantes y mamuts" dijo, no molestándose en disimular la emoción "Con un ejército tan grande no podemos perder" reafirmó.
Jon no pudo evitar preguntarse cuantos más había que pensaban como Garlon Norrey; en cualquier caso era mejor devolver al hombre frente a él a la realidad "Renly Baratheon tenía un ejército mucho más grande que éste, y aun así no gano la guerra; ni siquiera ganó una batalla. El Matarreyes tenía un ejército al menos el doble de grande que el de mi hermano rodeando Aguasdulces, y fue derrotado por el Joven Lobo" le recordó Jon "Los números no ganan batallas ni guerras" lo corrigió, de manera cortés pero firme.
Garlon Norrey tenía al menos diez años más que Jon, pero se encogió de manera casi imperceptible "Como digáis Alteza" un silencio corto siguió a las palabras de Norrey "Pero aun así…. quisiera pediros un lugar en el frente en la batalla. Quiero pintar la tierra del Norte con la sangre de los traidores y vengar la muerte de mi primo" declaró, en voz bastante alta. Jon vio de reojo como algunas personas cercanas los observaban.
"Cuando llegue el momento lo haremos" le prometió Jon, dándole una palmada en el hombro antes de que una idea apareciera en su mente "¿Deseas un combate?" preguntó.
"….Será un honor Alteza" dijo tras un momento de duda.
El resto de la mañana pasó con rapidez. Luego de practicar con Garlon Norrey y descubrir que tan bueno era con la espada, luchó contra varios oponentes más. Un par de thennitas, una mujer de las lanzas, un pies de cuerno, dos hombres de Flint, un anciano con la librea de Knott. Cuando hubo acabado alentó a los norteños a medirse contra el Pueblo Libre, y luego a formar parejas en peleas dobles. La mayoría de los hombres y mujeres seleccionados desconfiaban de sus compañeros de pelea, pero el tiempo y las magulladuras recibidas en los combates los forzaron a empezar a luchar unidos. Pese a que no eran grandes luchas, si atraían suficiente atención.
Cuando llegó el mediodía se tomó un descanso del entrenamiento para que los hombres y mujeres pudieran comer algo y relajarse. La comida, hechas en grandes cacerolas y bandejas, consistía en pan y sopa aguada con solo unas rebanadas de zanahorias y cebollas. Aun así, todos cayeron sobre ella como si fuera un manjar de los dioses. Jon se unió a ellos, en parte porque lo deseaba y, aunque nunca lo admitiría ante nadie, en parte porque aún no lograba juntar valor para enfrentar cara a cara a Ygritte. No podía ver dolor en los ojos de la mujer que llevaba a su hijo.
Dio una mordida al pedazo de pan que tenía en la mano y tomó una cucharada de sopa aguada, antes de que sus pensamientos se desviaran a su último predicamento. Desear a dos mujeres a la vez. Y no estar dispuesto de ninguna manera a dejar ir a ninguna.
Recordó el rostro de Ygritte y el de Catelyn, y no pudo decidir cuál era más hermoso. Recordó cómo se sentían los dos cuerpos, el de la mujer embarazada y el de la mujer mayor que él, contra el suyo y sintió como su piel ardía de la mejor manera. Recordó el sabor de sus bocas y el calor del interior de ambas y sintió su sangre hirviendo de deseo. Recordó la suavidad de la piel de Ygritte, la sedosidad del cabello de Catelyn, las uñas de una y otra dejando marcas en su espalda durante los momentos de pasión.
No. No estaba dispuesto a dejar a ninguna de las dos.
Fue sacado de sus pensamientos de manera repentina por una exclamación de alegría. Separó los ojos del tazón de comida y vio una columna de jinetes que volaba estandartes Umber, custodiando un total de siete carros cubiertos. Las cejas de Jon se alzaron; siete carros era mucho más de lo que habían usado para las entregas anteriores de armas. Dejó de inmediato el tazón vacío y se encaminó hacia ellos, siendo uno de los muchos que se acercaban curiosos a ver a los recién llegados.
Con Fantasma a su lado todos se apartaron, bien por miedo al lobo huargo, bien por respeto hacia él. Al llegar vio al anciano hombre de armas que iba al frente de la columna, y el hombre debió reconocerlo, porque aún montado se inclinó en una reverencia. Los hombres que conducían los carros y los escoltas a caballo lo imitaron.
"Arriba" dijo Jon impaciente "Bienvenidos. ¿Son lo que creo que son?" preguntó, al tiempo que caminaba hacia la parte posterior del carro más cercano. El anciano hombre de armas desmontó con rapidez y lo siguió, sin acercarse demasiado a Fantasma.
"Así es Alteza" Jon le oyó decir, pero estaba más interesado en quitar la manta que cubría la parte posterior del carro. Debajo de ella había cientos de puntas de lanza, junto con espadas y hojas para hachas. También había algunas mazas e incluso un par de mandobles, tan pesados que un hombre necesitaría las dos manos para poder usarlos "Recién hechas y traídas con toda la rapidez posible" se jactó el anciano.
"Bien" dijo Jon, al tiempo que asentía. Dio algunas órdenes rápidas y de inmediato varios hombres y mujeres de confianza se hicieron cargo de los carros. Mientras se preparaban para empezar a distribuir las armas, Jon tenía la intención de llevar al anciano para interrogarlo, pero una fuerte voz interrumpió sus planes.
"¡Rey!" giró la cabeza y antes de que pudiera darse cuenta un hombre fornido con un gran parecido a Tormund Matagigantes extendió un brazo con fuerza hacia él.
"Dormund" saludó al hombre, al tiempo que encontraba el brazo del hombre con el suyo propio "¿Qué estás haciendo aquí?" una sospecha se formó en su mente "¿Ha habido problemas en el Último Hogar?" inquirió.
"No" anunció en voz alta, desechando la suposición de Jon como si fuera absurda "Pero es mejor hablar en otro lugar" dijo en voz más baja, su mirada dando a entender que era un asunto serio.
Jon lo pensó un instante antes de decidir hacer caso al consejo del hijo de Tormund. Con un gesto de la cabeza lo alejó un poco de la multitud que se había congregado alrededor de los carros y caminaron unos momentos hasta llegar junto a uno de los postes desde los que colgaban bolsas que se usaban en los entrenamientos para practicar golpes de lanza.
"Fantasma, vigila" le dijo al lobo blanco, que se alejó una breve distancia antes de montar guardia, su cola erguida y sus ojos rojos mirando alrededor. Cuando estuvo seguro de que nadie estaba cerca, Jon encaró una vez más a Dormund "Ahora, dime que es lo que es mejor hablar en otro lugar"
"Yo no vine con los carros. O más bien, no vine para ayudar a cuidar las armas en el camino. Vine de parte de Val. Me pidió que te entregara un mensaje que llegó al castillo de Umber" cuando terminó de hablar Dormund metió una mano en un bolsillo de su capa de piel y sacó un sobre.
La ceja de Jon se alzó en confusión, pero de todas formas tomó el sobre. Lo primero que notó fue que estaba arrugado, pero lo atribuyó a la falta de cuidado de Dormund. Le dio la vuelta y notó que el lacre estaba roto. Abrió el sobre y sacó una carta escrita en un papel amarillento. La letra era firme, sin trazos ni florituras.
A los buenos habitantes del Último Hogar:
Es motivo de dicha anunciar que se ha realizado la boda de Lord Ramsay Bolton, señor de Hornwood, heredero de Fuerte Terror y Señor de Invernalia. El noble Ramsay ha unido a su antigua y noble casa con la Casa Stark por su matrimonio con…
Jon no podía creer lo que sus ojos veían. Debía estar viendo mal. No era cierto. No podía ser cierto.
"Arya Stark" murmuró en voz baja, sus palabras apenas un susurro que escapó con incredulidad de sus labios. No supo cuánto tiempo contempló el nombre de su hermanita escrito hasta que recordó que no estaba solo "Dormund" le tomó unos momentos decidir cuál era la pregunta que debía formular "¿Val te dijo algo acerca de esto?" dijo, al tiempo que blandía la carta en su mano.
"No entiendo" respondió Dormund "¿Algo como qué?" preguntó.
"Cualquier cosa" le respondió Jon, deseando que el hombre frente a él pudiera decir algo que lo ayudara a aclarar la confusión que reinaba en su mente desde que había leído el nombre de su hermanita en la carta que ahora apretaba en su mano.
"No me dijo nada. Solo que debía traer esto contigo. Y que era lo mejor que nadie supiera porque estaba viniendo; que inventara alguna excusa si me preguntaran" aclaró Dormund.
Tras pensarlo un momento, Jon se encontró concordando con Val. Esta noticia, verdadera o falsa, era mejor que se mantuviera entre la menor cantidad de personas posible.
"Dormund….. esto es una orden. No debes decir nada sobre la existencia de esto" dijo, levantando la carta una vez más "a nadie. Ni a tu padre, ni a tus hermanos. A nadie. Solo después de que yo lo haga puedes hacerlo tú. Si alguien te pregunta, Val quería informar de la producción de armas en el Último Hogar, y te mandó porque eres de confianza. ¿Entendido?" inquirió.
"Entendido. Nadie sabrá nada de mi parte. Es una promesa" aseguró.
Luego de despedir a Dormund, Jon se pasó una mano por el cabello con preocupación. Releyó la carta una vez más, leyendo todas las líneas que había dejado sin observar por haber quedado sorprendido por el nombre de Arya. La mayoría era solo tinta escribiendo un montón de cosas de dudosa credibilidad, como la gran alegría de la novia al momento de la ceremonia, o la emoción del novio al casarse con una joven de tan noble y antiguo linaje. Parecía uno de los cuentos que siempre habían encantado a la otra hermana de Jon, Sansa; una boda soñada entre una joven doncella y un valiente y apuesto joven señor. Sin la menor duda esa parte era pura basura. Arya nunca fue una doncella sonrojada, y sin duda no sería una novia devota y piadosa, como decía la carta, para un Bolton. Pero el resto….
¿Podría ser verdad?¿O era solo una mentira? Jon no creía que Val o Mors enviarían algo como esto si no creyeran que debía saberlo. Podía afirmar, por todo lo que conocía a Val, que su única parte en todo esto, al igual que la de Dormund, era solo la de informarle. Si esto era una artimaña de alguna clase, sin duda ninguno de ellos tenía parte en ella.
Pero sin importar que era verdad y que era mentira, una cosa estaba clara. Debía informar a los norteños de esto: los hombres de los clanes, Maege Mormont, Alys Karstark y Galbart Glover.
Pero antes de informarles a ellos, había una persona que tenía prioridad al respecto.
Catelyn.
Bien, y eso es todo. En el siguiente capítulo podremos apreciar la reacción de Catelyn cuando Jon le hable de la carta.
Bien, quiero reviews cargados de opiniones, sugerencias, comentarios, o cualquier otra cosa que se les ocurra. Serán muy apreciados y debidamente contestados.
Tratare de subir el siguiente capítulo en una semana, pero como siempre, no prometo nada. Saludos y que estén bien.
