Bien, primero lo primero. Hola a quienquiera que lea esto.

Quiero darle mis más sinceras gracias a jean d'arc, Kirito720, Ares-sama, alfil 94, Luna y airam scout por sus maravillosos reviews, que me levantan el ánimo y me alientan a seguir con la historia cada vez que flaqueo. Y hablando de los mismos:

jean d'arc: bien, como pasa a menudo, tienes razón. Ygritte, pese a todo, sigue siendo una joven que está transitando un momento difícil, y las personas más cercanas a ella son justamente la causa de su pesar, cuando ella desearía que fueran su principal apoyo. Y sí, ya era hora de que Jon fuera honesto, tanto con Ygritte como consigo mismo. Y en cuanto a Catelyn… todo junto. La mezcla del té de la luna junto con las noticias y los desagradables escenarios presentados por su mente, que está demasiado afectada a su vez por su corazón, la tienen en una especie de bruma de pena, pero no enferma. Al menos en sentido físico.

En cuanto a la reunión, sí, es cierto….. empieza a verse la confianza entre norteños y Pueblo Libre. Ahora hay que ver cuál es el fruto de esta confianza.

Como te dije antes, a mí también me gusta Kevan. Eso, más la posición de privilegio que ocupa en medio de todos los sucesos en el sur, es lo que lo hace tan buena opción para mantenerlos informados de los sucesos en el sur.

En cuanto a lo de Cersei, debo admitir que estoy en desacuerdo en buena parte contigo. No niego que el sexo de Cersei es algo que siempre la ha mantenido alejada del poder y menospreciada por otros, pero eso también ha causado que Cersei se vuelva una mujer demasiado orgullosa; y es ese orgullo el que la hace rodearse más de lamebotas y de personas sin carácter, que de consejeros verdaderamente capaces. También la hace sorda a los conejos. Como Tiwyn Lannister reconoció al poco de la muerte de Joffrey en la serie, "un rey sabio demuestra sabiduría al escuchar a sus consejeros mucho después de adulto". Creo que lo mismo es aplicable también a las reinas. Entre sus muchas decisiones erróneas, armar a las turbas de Desembarco del Rey fue una de sus peores. Como se observa en la serie y los libros, las turbas son demasiado volubles: antes del ataque de Stannis Baratheon, todos odiaban a Joffrey y a los Lannister por la hambruna de la ciudad, pero luego de que los Tyrell se aliaron con ellos y la comida volvió ahí si ¡viva Joffrey!¡Viva la Reina!

Kirito720: si puedo alegrar a otros con esta historia, eso en sí mismo ya es una recompensa. La alegría hay que esparcirla, siempre lo he dicho.

Si, el ejército empieza a prepararse, pero no hay que cantar victoria antes de tiempo. Las cosas rara vez salen como se quiere en la guerra. Y si viste, Jon ya ha dado un paso importante en su relación con las dos pelirrojas; Ygritte no es que lo ha tomado del todo bien, es solo que es buena ocultándolo. Y por cierto, ya tengo el nombre y el sexo del bebé. No falta mucho para verlo.

Más que contentos, los sureños están confiados en los Bolton. Será un verdadero placer publicar sus reacciones cuando se enteren del asedio a Fuerte Terror y otros detalles de la guerra en el Norte. Cuando llegue el momento.

Ares-sama: me alegra mucho que te gustara el capítulo, y te doy infinitas gracias por la comprensión ante un posible retraso en la historia. Para cerrar, gracias por los buenos deseos para mis exámenes.

Alfil94: tendrás que esperar un poco para la respuesta, pero bastará decir que no habrá una línea divisoria, ni literal ni simbólica, para separar al Pueblo Libre de los Norteños.

Luna: Si viste, es raro ver a Ygritte así. Es algo tan desacostumbrado. Y sí, Jon no es precisamente el epítome de romance. Bueno, seamos honestos: nunca lo fue jajaja.

Si, la planificación es larga pero necesaria. Ya vendrán las batallas.

Airam scout: de nada, y si viste yo soy meticuloso en la preparación. No solo en la batalla. Aquí está el próximo capítulo, y gracias por los buenos deseos con los exámenes.

Gracias también a los que tienen la historia entre sus favoritos, o la siguen, o solo la leen. Anímense a dejarme un comentario para saber de sus opiniones.

Bien, basta de hablar. Vamos a lo que los trajo hasta aquí.

Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.

Jon

Se acercó con rapidez, con Fantasma a su lado y varios guardias detrás.

Lord Flint fue el primero en verlo, e inclinó la cabeza a modo de saludo "Mi señor" dijo Jon "confío que ya estéis listos"

Lord Torghen asintió de nuevo "Ya casi, Alteza. Solo falta cargar las últimas provisiones"

De acuerdo a las órdenes del Rey en el Norte y Más Allá del Muro, Lord Flint, junto con Brandon el Viejo y algunos hombres de los clanes, partiría de nuevo a las montañas para reunir al resto de los hombres de los clanes y sumarlos al ejército ya reunido.

"Aseguraos también de enviar un mensajero a Jorelle Mormont. Que le informe de lo ocurrido aquí. Decidle además que pronto un ejército irá para apoyarla; mientras tanto, que prepare lo necesario para un asalto al castillo" ordenó Jon.

"Me aseguraré de informarle, mi Rey" dijo Flint. Un hombre se acercó al anciano por detrás y le susurró algo al oído "Bien" le dijo Flint "Todo listo para nuestra partida Alteza" informó a Jon.

El hijo de Ned Stark asintió con la cabeza "Entonces os deseo un viaje rápido y seguro. Hasta que nos volvamos a ver" dijo, al tiempo que extendía la mano.

Torghen Flint encontró su mano nudosa con la de Jon "Será pronto, Alteza" garantizó. Con una última mirada, el hombre montó en su caballo y se alejó de Jon, seguido por varios de sus nietos y el resto de los hombres de los clanes que lo seguirían. Los demás jefes de los clanes que irían con él hicieron reverencias a Jon desde sus sillas de montar a medida que pasaban frente a él.

Cuando se hubieron alejado lo suficiente, Jon dio media vuelta y volvió a su caballo. Su destino no estaba muy lejos, pero aun así tomaría una cabalgata para llegar allí.

Cuando llegó al Castillo Negro, Jon dejó su caballo atado afuera antes de dirigirse a las cámaras del Maestre Aemon, esperando hablar con el anciano una vez más. Lo que había pensado que sería una charla corta se transformó en algo mucho más largo; era difícil dar importancia a algo como el tiempo en presencia de un hombre como el Maestre Aemon, cuya inteligencia superaba por mucho todo lo que Jon conoció en su vida. Cuando finalmente se despidió de él, Jon deseó poder quedarse más tiempo, pero no podía; aún había alguien más a quién debía ver.

Los siguientes momentos pasaron para Jon en un destello; bajar un tramo de escaleras, entrar al pasillo, contar las puertas hasta llegar a la cuarta y luego, tras un momento de duda, tocarla.

"Adelante" respondió una voz ronca desde el interior.

Con la barbilla en alto, Jon cruzo la puerta y vio a la persona con la que había venido a hablar.

"Lord Comandante" saludo Jon, sus ojos mirando en dirección al hombre sentado en el borde de un camastro rudimentario.

"Su Alteza" contesto el Viejo Oso en un tono afilado, pese a lo ronca y cansada que suena su voz.

Jon dedicó una larga mirada al hombre frente a él. El intento de asesinato contra el Viejo Oso había fallado, pero aun así parecía haberse llevado algo de la vida de Jeor Mormont. Aún era un hombre de gran tamaño, y sus ojos contenían el brillo de ferocidad que Jon siempre vio, pero había adelgazado considerablemente, y su piel estaba blanca en demasía, como si fuera un hombre que acabara de morir. En su rostro se veían pequeñas cicatrices, hechas durante el motín de la Guardia de la Noche, y su cabello había pasado del gris al blanco absoluto, al igual que su barba. Llevaba un tabardo negro, sin ninguna marca o signo, al igual que el resto de sus ropas y sus botas.

"Me da gusto ver que despertasteis" comento, sin faltar a la verdad. Se había alegrado cuando la noticia llegó a sus oídos.

El Viejo Oso soltó un resoplido "Hará falta más que un puñado de estúpidos para deshacerse de mí" escupió. Dejó que el silencio se extendiera unos segundos antes de romperlo de nuevo "Me contaron bastante sobre el motín. Dicen que tus s….. hombres fueron los que lo sofocaron y restablecieron el orden"

"Así fue. Mi esposa envió a quinientos de ellos en dos grupos para controlarlos" dijo Jon.

El Viejo Oso asintió con la cabeza "Mis hombres me han comentado que esa pelirroja disparó tres veces con su arco, y mató a tres de los amotinados. Les atravesó el cráneo a los tres" comentó el Viejo Oso.

"Es una gran arquera" declaró Jon, sin poder evitar que su pecho se inflara de orgullo por Ygritte.

"Mi hermana también tuvo su parte de batalla en esa ocasión. Escuché… que ya se recuperó de sus heridas" continuó Mormont.

"Sí. Es una osa" declaró Jon. Había visto lo suficiente de Maege Mormont en los campos de práctica para respaldar su afirmación.

Mormont lo miró en silencio por un largo momento antes de hablar "Creo que ya estuvo bien de charla vacía. Decidme de una vez porqué estáis aquí, para que os conteste y podamos terminar esta conversación" replicó Mormont con brusquedad.

Jon no se sorprendió por la manera de hablar del Viejo Oso; la relación cordial que ambos tenían acabó cuando Jon traicionó sus votos de la Guardia, y nunca volvería a ser lo que fue. El conocimiento aún dejaba una ligera sensación de culpa en el pecho de Jon, pero cuando recordaba a Ygritte, a su hijo y a Catelyn desaparecía "Quiero saber si estáis en condiciones de reasumir vuestro puesto como Lord Comandante de la Guardia de la Noche….. y si aún sois capaz de mantener a vuestros hombres firmes en sus votos….. y en su obediencia" dijo Jon, añadiendo una mayor seriedad a las últimas palabras.

Los ojos de Mormont se volvieron aún más duros de lo que eran "Por supuesto que lo soy" masculló entre dientes, como si la mera mención de lo opuesto fuera un insulto. Quizás lo fuera para él.

"¿Aún consciente de lo que se acerca por el Norte?" presionó Jon. Necesitaba estar seguro de que el Muro y las puertas se mantendrían bien guardados mientras se llevaba al grueso del ejército hacia el sur. No tenía idea de lo que planeaban los Otros, pero no estaba dispuesto a correr ningún riesgo en torno a ellos.

"Aun así" replicó Mormont. Su mirada no vacilo ni un instante.

El silencio se extendió por un largo tiempo, ambos hombres desafiando al otro con la mirada. Al final, fue Jon quién habló primero "En ese caso, ordenaré a los hombres que están guarnecidos aquí que se preparen para volver al campamento" dijo el hijo de Ned Stark "Pero si surgen problemas, o sí considero que hay riesgo en dejar a la Guardia por su cuenta, los haré volver" añadió, sin querer que pareciera una amenaza, pero consciente de que Mormont podría verlo así.

Luego de esas palabras no hubo más que decir, por lo que Jon se limitó a despedirse de Mormont y a salir de la habitación. No pudo evitar la sensación de que esta última charla con el Viejo Oso era el cierre definitivo de cualquier lazo que mantuviera aún en la Guardia de la Noche.

Poco tiempo después, se encontraba montado en su caballo una vez más mientras se alejaba del Castillo Negro.

No se atrevió a girar la cabeza. Si volteaba la vista atrás, estaba perdido.

Catelyn

El dolor de cabeza se había convertido en un golpeteo sordo, pero era mil veces preferible a la pesadilla que había tenido cada vez que dormía, en la cual se encontraba afuera de Invernalia, y la voz de Arya la llamaba desde el interior del castillo.

Sintió que algo se colocaba sobre su hombro antes de empezar a moverse con lentitud. Catelyn no encontró en ella la fuerza para voltearse a ver, así que lo ignoró, esperando que cesara solo. Pero solo se volvió más insistente, llegando a sacudir su hombro con fuerza. Aun así Catelyn siguió con los ojos cerrados, negándose a ver a la persona que con tanta insistencia la zarandeaba. Al final, las sacudidas en su hombro se detuvieron, y Catelyn pensó que el responsable había desistido.

Fue un breve tiempo en el que estuvo sin ser molestada, pero todo terminó cuando las pieles que la cubrían fueron retiradas con brusquedad, y apenas un instante después algo helado cayó de lleno sobre su rostro y su cuello, haciendo que su piel aullara en protesta ante el drástico cambio de clima y se levantara de golpe, al tiempo que un pequeño grito escapaba de manera incontenible de sus labios debido a lo que le habían arrojado.

"Ya era hora" dijo una voz, y Catelyn se pasó una mano por el rostro para deshacerse de las gotas frías que sentía colgando de sus párpados. Parpadeó un par de veces para acostumbrarse a la luz y quitarse el sueño de los ojos, y entonces notó que Ygritte estaba parada a su lado, su cabeza inclinada para mirarla bien. A los pies de Ygritte había además un cubo vacío en cuyo fondo aún se distinguían algunas gotas de agua.

"¡¿Me arrojaste un cubo de agua encima?!" le espetó Catelyn a la chica, mitad indignada y mitad sorprendida.

Una de las cejas de Ygritte se alzó "Fue lo único con lo que pude despertarte. Estabas teniendo un sueño bastante pesado" dijo la mujer embarazada. Catelyn entrecerró los ojos ante la ironía más que evidente que salpicó las palabras de Ygritte.

"¿Qué quieres?" gruñó la viuda de Ned Stark, dejando que el fastidio por lo que acababa de hacer Ygritte ocupara todos sus pensamientos.

"¿En este instante? Que dejes de estar acostada, revolcándote en la tristeza como un cerdo en una pocilga. ¡Ahora levántate de allí!" exclamó Ygritte, cruzando los brazos sobre el vientre hinchado y mirándola con severidad.

La brusquedad de las palabras solo hizo que el fastidio de Catelyn se transformara en un verdadero enojo. Dejando que el nuevo sentimiento se dejara ver en su rostro, la mujer mayor se alzó hasta estar a la misma altura que Ygritte.

"¿Qué mierda quieres?" dijo Catelyn, la maldición saliendo de sus labios sin que lo buscara, pero sin lamentarlo en lo más mínimo.

"¿Acaso estás sorda?" preguntó Ygritte con ironía "Que dejes de estar acostada, revolcándote en la tristeza como un cerdo en una pocilga" repitió.

Como si tuvieran mente propia, los ojos de Catelyn se desviaron por un instante al vientre prominente de Ygritte. La sola visión de él, junto con el conocimiento del pequeño ser que estaba en su interior, hicieron que los ojos de Catelyn se humedecieran, aunque el enojo siguió siendo la principal de las emociones "Vete a la mierda, Ygritte" le dijo Catelyn a la otra mujer, odiando que su voz se rompiera por un instante "Tú no sabes….. no puedes saber"

"¿Qué es lo que no sé?" preguntó Ygritte, dando un paso adelante.

Catelyn ya había decidido no contestar nada, pero luego su voz escapó de su boca contra su voluntad "No sabes lo que es. Perder a todas las personas que amas, una por una, hasta que ya no te queda ninguna. No sabes lo que es… saberte incapaz de haber podido hacer algo para evitarlo. Y luego, cuando por fin lo aceptas, te enteras de que estabas equivocada, y que aún queda alguien a quien perder" no fue hasta que sintió el calor en sus mejillas que se dio cuenta de que las lágrimas.

Ygritte murmuró algo en la Antigua Lengua que Catelyn no pudo entender, antes de suspirar "No sabemos si es cierto. Puede que tu hija no esté con ellos" no había necesidad de preguntar a quién se refería la mujer embarazada.

"¡¿Pero y si lo está?! Mi hija, en manos de los monstruos que mataron a mi hijo, su hermano. Es…." Catelyn sacudió la cabeza al no encontrar palabras que describieran el horror de lo que sentía.

"Tienes razón" concedió Ygritte "Es algo horrible de pensar. Pero así, acostada y sumida en la pena, no cambiarás nada. Eso no te ayuda a ti, y tampoco ayuda a tu hija. Si es que la tienen" en la voz de Ygritte se podía escuchar el escepticismo "Si fueras una mujer de las lanzas podrías estar entrenando, o cazando, o haciendo cualquier otra cosa para distraerte. Pero como no sabes hacer nada de eso, tendremos que buscar otra cosa"

Hubo una palabra que la mente de Catelyn captó más claramente que las demás "¿Tendremos?" inquirió.

"Sí. Tendremos" confirmó Ygritte. Catelyn abrió la boca, pero la mujer frente a ella alzó la mano para que no dijera nada, cosa que hizo "¿Recuerdas lo que hablamos a la sombra del Muro?" indagó Ygritte.

A la mente de Catelyn le tomó un momento, pero al final recordó todo "Si. Prometí que estaría a tu lado en esto de ser Reina. Y tu prometiste..."

"Que si me necesitabas estaría a tu lado" completó Ygritte "Nunca rompí una promesa. No empezaré ahora"

Escuchar esas palabras fue suficiente para que Catelyn esbozara una sonrisa pequeña pero sincera; era la primera que su rostro había dado desde que supo de la carta "Gracias" dijo, tratando de transmitir en esa sola palabra toda la gratitud que sentía en ese momento por Ygritte.

"Vamos" le dijo Ygritte, haciendo un gesto con la cabeza "iremos a caminar"

Por un momento Catelyn dudó. Aun sentía la humedad del balde de agua, y sus ojos todavía picaban un poco. No creía que su presencia fuera algo grato de ver. Pero tampoco estaba muy interesada en su apariencia en esos momentos, por lo que al final se limitó a acceder y acompañar a Ygritte.

Cuando salió de la tienda lo primero que notó fue el cielo. Estaba gris, cubierto de nubes gordas e hinchadas.

"Si, va a nevar. Probablemente al anochecer" dijo Ygritte, que había visto que era lo que Catelyn estaba mirando "Vamos" la instó la mujer embarazada.

Empezaron a caminar sin ningún destino en concreto, simplemente para despejar la mente. Ygritte parecía empeñada en distraer a Catelyn, por lo que le señalaba cada cosa y persona que caía en su campo de visión, acompañado de sus comentarios afilados a los que Catelyn ya se había acostumbrado.

"Ese es Hrend, uno de los nietos de Ygon Oldfather. Piensa con la polla y encima la tiene pequeña, por lo que no piensa muy bien"

"Esa, la del collar de huesos, se llama Ghea. Tiene media docena de hombres interesados en ella, pero se dice que solo tiene interés en el más joven de todos, Torreg, el hijo de Tormund"

"Ese se llama Garbot. Hace unos años intentó meterse entre mis pieles; estoy segura de que aún conserva la marca de mi cuchillo, justo al lado del miembro jejej"

"Aquella, la que está desollando el ciervo, se llama Rennya. Su esposo es muy valiente, pero tiene un rostro cuya fealdad es legendaria. Hay un cuento que dice que en una ocasión asustó hasta a un gigante con él"

"Conoces a mucha gente" comentó Catelyn luego de que Ygritte parara para tomar aire.

"No tanta" debatió Ygritte "¿Eso es algo que hacen las reinas? ¿Hablar con cualquiera?" preguntó.

"La única reina que conocí era una perra orgullosa y llena de rencor que, si los rumores son ciertos, se folló durante años a su hermano gemelo, y tuvo tres hijos con él" contestó Catelyn, sin faltar a la verdad.

"Repulsivo" declaró Ygritte, su rostro adornado por una mueca de asco "Eso es lo que nunca entenderé de los arrodillados; su mansedumbre. Aceptan a cualquier imbécil por encima de ellos solo porque tiene una corona en la cabeza"

Catelyn lo pensó un momento antes de asentir en acuerdo "Ha habido pésimos reyes, que solo llegaron al poder porque eran hijos de los anteriores" reconoció "Pero a veces eso es algo bueno. El ser hijo de su padre es lo que hace que los norteños sigan a Jon" al menos en parte. El que fuera un gran guerrero, un comandante capaz y el líder de un gran ejército sin duda también contribuía.

"Pero no el Pueblo Libre. El Pueblo Libre sigue a Jon porque se lo ganó" afirmó Ygritte "¿Los norteños me seguirán porque Jon y yo estamos juntos?" preguntó la mujer, antes de que una de sus manos acariciara su vientre hinchado "¿Lo seguirán a él?"

"Sí. Lo seguirán. A ambos" afirmó Catelyn.

"Como dije, nunca entenderé la mansedumbre de los arrodillados. No saben nada de mí, y mi hijo ni siquiera ha llegado a este mundo, y aun así pelearían por nosotros" dijo Ygritte

"Y morirían por ustedes" añadió Catelyn.

"Sí. Eso también" dijo Ygritte, con una expresión inusualmente pensativa en su rostro, antes de suspirar "Sabes, cuando conocí a Jon pensé que era solo un cuervo carroñero. Nunca me imaginé que se convertiría en un rey. Y un día, nuestro hijo seguirá sus pasos"

"¿Cómo exactamente conociste a Jon?" inquirió Catelyn, recordando de repente que eso era algo que no sabía. Se preguntó porque no había indagado nunca en eso.

"Cuando mató a mis compañeros y me puso una espada al cuello" respondió Ygritte.

Catelyn abrió los ojos con incredulidad, al tiempo que buscaba en el rostro de Ygritte algún rastro de burla o mentira. Al no encontrarlo, simplemente resopló con incredulidad.

"¿Qué?" preguntó Ygritte, al tiempo que un ceño contrariado se hacía presente en su rostro.

"Nada. Es solo que….. he escuchado historias de grandes amores. Fantaseé con ellas de niña, y en todas un bravo y valiente caballero salvaba a una hermosa doncella de un hombre malvado, o ganaba un torneo, o algo así" dijo Catelyn "Nunca supe de una que empezara con una espada en el cuello"

La única respuesta de Ygritte fue una risita breve pero cargada de burla. Cuando terminó, la mujer continuó señalando personas conocidas mientras seguían su paseo.

Siguieron así por un tiempo más antes que Catelyn finalmente volviera a hablar "Ygritte" interrumpió "Y dime… ¿Cómo esta Jon?" fue la primera pregunta que en verdad quiso hacer.

Ygritte la miró un largo momento antes de suspirar "Está muy estresado. Él nunca lo admitirá, claro, pero resulta evidente. Con las noticias que llegaron desde el sur y los preparativos, no se detiene ni un momento" le contó.

Catelyn sintió como la vergüenza la golpeaba al darse cuenta de que había estado tan sumida en su propia pena por las noticias que no había pensado en Jon. Él había amado a Arya con todo su corazón, eso siempre lo había visto. La idea de que estuviera en manos de los Bolton debía ser tan horrible para él como lo era para Catelyn.

"No sé si sea bueno que actué así" comento Catelyn. Ygritte hizo un gesto de acuerdo "¿Y de qué preparativos estás hablando?"

"Para tomar el Norte, desde luego" dijo Ygritte, en un tono obvio "Jon ha aumentado el número de partidas de caza y de forrajeo, ha intensificado el entrenamiento, ha mandado reforzar las defensas del campamento y ha empezado a reunir hombres para los primeros ejércitos"

Los ojos de Catelyn se abrieron por la sorpresa, antes de que un hecho tomará prioridad en lo dicho por Ygritte "¿Primeros ejércitos?"

Ygritte pasó a relatarle sobre una reunión que Jon había tenido con los líderes del Pueblo libre y del Norte. Habló de los gritos, de las posturas de los hombres de los clanes, de las ideas de Jon, de los ejércitos que iba a mandar y de sus objetivos. Cuando acabó de contar Catelyn debía reconocer que estaba impresionada; Jon no solo había empezado a moverse contra los Bolton, sino que había tenido en cuenta todas las consideraciones: estratégicas, tácticas, políticas.

"Ha pasado muchos mientras estuviste escondida" concluyó Ygritte.

"Eso parece" reconoció Catelyn "¿Cómo estás con….." preguntó, su mano haciendo un gesto en dirección al vientre hinchado de la otra mujer.

"Este último par de días ha pateado como si estuviera muy enojado" contestó Ygritte "No me deja dormir bien" pese a todo Ygritte tenía una sonrisa en su rostro "Será un peleador" afirmó con orgullo.

"¿Ya has pensado en nombres?" preguntó Catelyn. Ella misma había pensado en nombres para sus hijos mucho antes de que nacieran.

"Algunos. Pero no nombraré al bebé hasta estar segura de que llegó sano a este mundo" el tono de Ygritte era firme, dando a entender que no cambiaría de opinión.

Catelyn entendió bien a la otra mujer. Como sabía por amarga experiencia, nada era seguro en este mundo. Ni siquiera las vidas de los hijos.

Jon

Los gigantes eran un pueblo antiguo y orgulloso; habían estado en Poniente antes de que los Primeros Hombres llegaran cruzando el Brazo, hacía miles y miles de años. Mag el Poderoso era el señor de la familia más antigua de gigantes; tan antigua que su linaje era ya milenario cuando Brandon el Constructor aún no había colocado la primera piedra de lo que sería Invernalia.

En ocasiones, cuando trataba con ellos, Jon no podía evitar pensar en los cuentos de la Vieja Tata sobre los gigantes: seres monstruosos con espadas más largas que un hombre, que bebían sangre y que comían toros enteros, con cuernos, piel y pelo incluidos.

Los gigantes rara vez comían carne, y cuando lo hacían se decantaban más por los pescados de los ríos y arroyos. Su principal alimento eran las hierbas, frutas y bayas de árboles y arbustos, mezclados con la leche de sus mamuts, que en ocasiones usaban para hacer queso. No había animales más amados para los gigantes que sus mamuts; la mejor manera de ganarse la enemistad de los gigantes era causar algún daño a sus mamuts, o despreciarlos abiertamente. Puesto que entre el Pueblo Libre rara vez había alguien tan idiota para intentar algo semejante, los gigantes no se veían llevados a la pelea con los hombres más que en raras ocasiones.

Pero los gigantes tenían buena memoria; sabían bien que si su raza era solo una sombra de lo que fue en días antiguos era gracias a los hombres. Y era ese recuerdo el que los hacía generalmente reacios a tratar con los hombres. Y los pocos gigantes que lo hacían se limitaban a algunos intercambios; pieles, verduras y frutas a cambio de queso y pelo de mamut. Este último era grueso y rasposo, pero no había nada mejor para combatir contra el más duro de los inviernos.

Jon dejó su caballo y se acercó a los gigantes a pie, teniendo cuidado de no mostrarse como una amenaza. A su lado, Fantasma lo acompañó, pese a mostrarse tenso con los mamuts. Jon lo acarició con una mano, tanto para tranquilizarlo a él como a sí mismo.

Los gigantes se limitaron a mirar a Jon, algunos con expresiones más desconfiadas u hoscas que otros, pero ninguno intentó nada. Jon ya había venido las suficientes veces para que supieran que no era una amenaza.

La mayoría de los instrumentos y herramientas de los gigantes eran de piedras talladas de manera tosca. Jon vio a una giganta usando un pedazo de roca que debía pesar más de tres arrobas como recipiente, mientras una piedra que sostenía en su mano actuaba como mortero para aplastar lo que parecían ser cebollas, nabos y zanahorias. Con la fuerza que la giganta poseía, Jon no dudaba de que pudiera machacar la cabeza de un hombre con la misma facilidad que lo hacía con las verduras.

Algunos gigantes arrastraban sus garrotes recién hechos detrás de ellos, dejando surcos en la tierra, como si fuera un campo mal arado. Otros los cargaban sobre sus hombros mientras caminaban, como si fueran troncos.

Cuando Jon finalmente encontró a Mag el Poderoso, ya había recorrido buena parte del campamento de los gigantes. Mag estaba sentado junto a su mamut, acariciando una de las gruesas patas del animal. El mamut tampoco estaba ocioso; su trompa recorría de manera perezosa la cabeza gruesa y peluda de Mag.

"Jon el Lobo" saludó el gigante cuando vio a Jon acercarse. Se levantó y dio unas palmadas al mamut antes de acercarse a él.

"Mag" saludó Jon. Ambos hablaban en la Antigua Lengua, la única que Mag conocía "Debemos hablar. Es importante"

El Poderoso se limitó a asentir antes de hacer un gesto a Jon para que lo siguiera. Jon lo hizo, casi corriendo para igualar los pasos más granes del gigante. Mag lo guio a una pequeña formación rocosa cercana, donde varias rocas afiladas de gran tamaño sobresalían de la tierra, como los dientes desenterrados de un monstruo gigante. Sobre ellas había un gran techo, hecho de docenas de pieles de animales cosidas de manera descuidada todas juntas, formando una tienda rudimentaria en la que cabrían con facilidad treinta hombres adultos. No había nada que pudiera asemejarse a muebles, pero contra las rocas se apilaban fardos y unas pocas herramientas, pertenecientes a Mag, su esposa y su hijo.

La esposa de Mag estaba dentro de la "tienda" y se apresuró a saludar a ambos al llegar, antes de pasarle a Mag un gran jarro de piedra. Mag el Poderoso se sentó en el suelo, y Jon, sabiendo lo que se venía, se apresuró a sentarse frente a él y a tomar la correa que llevaba sobre el pecho.

Si las historias de los gigantes eran ciertas, y Jon creía que bien podrán serlo, fueron ellos los que en cierta forma enseñaron a los primeros hombres sobre el Derecho de los Invitados. Cuando alguien llegaba, el ofrecerle alimento o bebida era considerado una gran muestra de respeto para los gigantes, puesto que implicaba que el anfitrión otorgaba el fruto de su esfuerzo a su visitante. Pero lo que los hombres no habían adoptado de los gigantes era la otra parte de la costumbre, que implicaba que el invitado también ofreciera algo a su anfitrión, como una muestra de respeto y agradecimiento por ser recibido en su hogar.

Sin que mediaran palabras entre ambos, Mag extendió la jarra, al tiempo que Jon extendía un gran pellejo lleno de hidromiel.

"¡A mi anfitrión! ¡Que la comida nunca falte a su familia y el fuego no lo abandone en el frío!" recitó Jon, al tiempo que alzaba el jarro de piedra con ambas manos.

"¡A mi invitado! ¡Que los dioses siempre le sonrían, y que nunca haya causa para dudar de su palabra!" dijo Mag el Poderoso, levantando el pellejo de hidromiel con una sola mano.

Jon llevó el borde del jarro a los labios y bebió la leche de mamut. Era fuerte, espesa y algo agria, pero de ninguna manera mala. Tuvo que detenerse en una ocasión para recuperar el aire antes de beber el resto, pero al final lo hizo. Cuando terminó miró a Mag y asintió hacia él, al tiempo que extendía el jarrón de vuelta hacia él. Mag hizo lo mismo con el pellejo ahora vacío.

Una vez que ambos hubieran recuperado lo que les pertenecía, Mag le pidió a Jon que hablara. Jon no lo dejó esperando mucho tiempo "En unos días marcharemos a la guerra, y necesitaré a tu gente conmigo"

"Te juré lealtad. Por supuesto que iré, y los míos irán" aseguró Mag "Pero hay algo más de lo que debemos hablar" añadió luego.

"Habla" lo alentó Jon.

"¿Qué pasará con mi gente?" inquirió. Jon alzó una ceja y Mag el Poderoso continuó "Mi gente tiene mala experiencia con los hombres al norte del Gran Muro; no tenemos muchas esperanzas de que los hombres del sur sean diferentes"

"Ellos no os dañarán; y si lo hacen les daré motivos para lamentarlo. El que los ataque a ustedes, me ataca a mí" aseguró Jon. Era cierto; los gigantes lo seguían, al igual que los clanes, tribus y aldeas del Pueblo Libre, y sería condenado si dejaba que un ataque contra ellos quedara impune.

"Confío en ti" Mag hizo un ruido con la boca "Pero necesitaremos un lugar con mucha comida para nosotros. Y que esté poblado con árboles y arbustos, además de grandes pastizales, para los mamuts. Es mejor si también tiene ríos, para conseguir agua limpia y peces" gruñó.

Jon pensó en su mente en lugares del Norte que pudieran contener lo necesario para la subsistencia de los gigantes. Se le ocurrieron tres, pero ninguno estaba en sus manos en ese momento. Y solo uno sería un territorio directamente suyo si lograba derrotar a los Bolton. Los otros serían de sus banderizos, y probablemente pedirían algo a cambio para prestar esos territorios, y mucho más para renunciar a ellos.

"Encontraremos territorios para tu gente Mag. Pero antes debemos de pelear por ellos" dijo Jon "En unos pocos días un ejército se irá hacia donde sale el sol" comentó Jon, recordando a último momento que los gigantes no se referían a las direcciones por los mismos nombres empleados por los hombres "y quiero que seis gigantes vayan con ellos, además de un número igual de mamuts"

"¿Tan pocos? ¿Por qué tan pocos?" preguntó Mag el Poderoso, al tiempo que se rascaba la cabeza, confundido.

"Te necesitaré a ti y a la gran mayoría para la batalla más importante. Este ejército que irá hacia donde sale el sol tendrá otro trabajo, no tan importante" le confío Jon.

"Este ejército con el que quieres que vayan seis gigantes y seis mamuts…. ¿Cuándo se va?" inquirió Mag el Poderoso.

"En pocos días" respondió Jon "Cuando estemos preparados para la marcha" aclaró.

"Estarán listos" prometió Mag el Poderoso, dándose un fuerte golpe en el pecho para reforzar sus palabras.

Luego de eso la estancia de Jon en la "tienda" de Mag el Poderoso y su familia no duró mucho más.

Mientras se alejaba, Jon no pudo evitar un cierto sentimiento de trascendencia. Ya tenía la ayuda de Mag, los hombres de los clanes estarían pronto de vuelva con el grueso de su ejército y la preparación de suministros estaba en curso.

Pronto estarían listos para la marcha.

Wyman

Los cuatro hombres fueron arrastrados por una docena de los guardias de la Casa Manderly. Los prisioneros estaban sucios, vestidos con harapos y encadenados; lo más llamativo de ellos eran las cicatrices que llevaban en la frente, todas iguales. La estrella de Siete Puntas.

Wyman miró al heraldo y le hizo un gesto con la cabeza. El hombre dio un paso y fijó su mirada en los hombres cargados de cadenas "Estáis acusados de entrar de manera ilícita en la fortaleza de la Guarida del Lobo; también se os acusa de haber intentado prender fuego al bosque de dioses de la Guarida del Lobo. Estáis además acusados de haber asesinado a dos guardias de la fortaleza para lograr entrar en ella. ¿Tenéis que decir algo al respecto?"

Los cuatro hombres miraron a Wyman de manera hosca, y al final el más grande de ellos se adelantó un paso "Esos árboles son demoníacos. Solo representan dioses falsos, hechos para alejar a los hombres de los verdaderos dioses. Mientras estén en pie, serán un insulto a los Siete" a medida que el hombre hablaba las exclamaciones en el salón de Justicia del Tritón se alzaban cada vez más, enojadas con los hombres. Pese a que los Manderly eran seguidores de los Siete, buena parte de sus vasallos aún mantenían la fe en los Antiguos Dioses "¡Destruid esos árboles malditos, antes de que esos falsos dios os destruyan a vosotros! ¡Arrepentíos, o atraed la ira de los Siete sobre vosotros!" gritó el hombre, su voz elevándose sobre la cacofonía. Siguió gritando hasta que uno de los guardias lo golpeó en el estómago con el asta del tridente.

Cuando finalmente algo parecido a la calma se restableció, la mayoría de los ojos en la habitación se centraron en el Señor de Puerto Blanco, a la espera de sus palabras.

Wyman no se molestó en recorrer a los cortesanos y las demás personas en el salón; se centró en los cuatro prisioneros ante él. Solo había una manera de responder a su crimen.

Todos en el salón escucharon en silencio mientras Wyman Manderly pronunciaba la sentencia. Cuando acabó, los gritos una vez más se dejaron oír.

Bien, eso es todo por ahora. Ojala les haya gustado, y si fue así sean tan amables de dejar un comentario al respecto. Y si no fue así dejen un comentario de todas formas, aclarando que es lo que no les gustó y porque.

Una aclaración para los que pueden no saberlo: la arroba es una medida de peso castellana que adquiere un significado bastante diverso, dependiendo de la región. En este caso, nos apegaremos al índice de los libros: una arroba pesa aproximadamente 11,5 kilogramos.

Bien, trataré de actualizar dentro de una semana, pero no prometo nada. Va enserio gente; no lo prometo.

Salu2 y que estén bien.