Bien, primero lo primero. Hola a quienquiera que lea esto.

Quiero dar mis más sinceras gracias a jean d'arc, javi30, Kirito720 y Luna por sus hermosos reviews, que me alegran el día siempre que los recibo y mucho más cuando los leo. Y hablando de los mismos:

jean d'arc: viste, es complicado el asunto entre esos tres. Toda relación amorosa tiene sus complicaciones creo yo, y obviamente esta, que es tan poco común, sin duda las tendrá. Y si, los paralelismos están, aunque admito que no había pensado en ellos al principio. ¡Y qué bueno que te guste la relación entre Ygritte y Catelyn!

Me alegra que te guste lo relacionado al sur; trato de dar lo suficiente para mantenerlos informados, pero sin ser demasiado explícito. Esa escena que mencionas con los Hijos del Hierro fue justamente en las Islas Escudo, que es donde tuvo lugar la escena entre el Lector y el Caballero. Y si, a mí también me impresionó esa escena.

Haces bien en no tratar de adivinar. Si no, te vas a llenar la cabeza con teorías y suposiciones.

Javi30: concuerdo con tu argumento sobre el "pobre" Jon. Él solo contra las dos mujeres está definitivamente derrotado jajajaj. Muchas veces cuando se escriben relaciones polígamas se ve solo el lado bonito, es decir sexo, amor y felicidad. Yo tengo la intención de mostrar la otra cara de la moneda. Y pasara un tiempo antes de que se escuche de los hermanos de Jon, pero llegará. Lo prometo.

Kirito720: adoro en verdad tu opinión sobre el capítulo. ¡Excelente!. Y me alegra lograr darle ese toque humano a los personajes. Es algo que siempre me preocupa no lograr. Y sí, pasara un tiempo antes de que "el amigo de un amigo" llegue a su destino. Aquí está el siguiente capítulo; ojalá te guste.

Luna: se viene….. ¡ay!¡Tantas cosas se vienen!¡Aquí está la primera, que espero que te guste!. Estoy casi seguro de que tu imaginación….. se está quedando corta. Y concuerdo con vos, en el Mundo de Hielo y Fuego los que me parecen verdaderos salvajes son los Hijos del Hierro.

-Bien, basta de hablar. Vamos a lo que los trajo hasta aquí-

Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.

Galbart

Cuando llegó el mensajero del Rey a su tienda supo que era algo importante. Se abrochó la capa y lo siguió, hasta llegar a la parte sur de la empalizada, muy lejos de las puertas. Allí, parado en silencio, se encontraba el último hijo varón de Ned Stark. La luz del sol, que ya había llegado al horizonte y se acercaba a la culminación de su descenso, transformaba su cabello en un tono castaño. Él joven se encontraba en silenciosa contemplación mirando al sur, una de sus manos descansando en la empuñadura de la espada que colgaba de su cinturón, mientras la otra acariciaba con pereza el pelaje nevado de su lobo huargo. A unos pasos de distancia, Galbart suponía que para que no escucharan, había una docena de hombres y mujeres armados, con la vista fija en su rey, y ahora que estaba cerca, en él.

El primero en notarlo llegar fue el lobo; su gran cabeza giró y sus ojos rojos se centraron en él. No era la primera vez que viendo esos ojos del color de rubíes Galbart se sentía juzgado, medido y pesado.

Al estar frente al Rey, que aún no se había volteado, Galbart hincó una rodilla en tierra antes de hablar "Su Alteza" saludó.

Jon se volteó y lo observó con ojos grises como el acero, e igual de fríos "En pie mi señor" mientras Glover se levantaba el rey movió su cabeza un ápice, pero fue suficiente para que uno de los rayos del sol rozara sus ojos. Por un momento, Galbart podría haber jurado que eran violetas en vez de grises "Hay una persona más a la que debemos esperar antes de empezar" dijo el rey, antes de volver a una silenciosa contemplación de los campos al sur.

No estuvieron mucho tiempo en silencio. Acercándose a ellos estaba uno de los caudillos del Pueblo Libre; Galbart ya lo había visto en ocasiones anteriores, con una larga melena de cabello oscuro que le caía hasta los hombros, un rostro lleno de arrugas, un ceño que rara vez estaba fruncido, una boca que no parecía hecha para sonreír, y un brazo izquierdo cortado a la altura del codo. Como la gran mayoría del Pueblo Libre, estaba vestido con pieles y lana, mientras de su cadera colgaban una maza y una daga de acero.

El hombre se acercó con firmeza, sin mostrarse intimidado por el lobo gigante al lado del rey. Se limitó a un breve gesto de reconocimiento hacia Galbart, que el señor desposeído de Bosquespeso contestó con uno propio.

"Jon" dijo el hombre, a la vez que golpeaba su pecho a modo de saludo.

"Aki" contestó el Rey "Mi señor de Glover, os presento a Aki Veintehijos" dijo Jon, mirando brevemente hacia él "Aki, creo que ya sabes quién es él" el llamado Aki simplemente asintió en acuerdo "Os he reunido a ambos para discutir el papel que jugareis en la reconquista de Bosquespeso"

Galbart ya suponía cual sería el papel del caudillo en la reconquista del castillo. Aun así, prefirió preguntar "Lord Aki será la persona que dirigirá a los guerreros del Pueblo Libre ¿o estoy en un error, Alteza?"

Una risita llegó del nombrado, que miró a Galbart como si hubiera dicho una broma "No soy ningún señor. Solo soy Aki" repuso.

"Ciertamente" reconoció el Rey Stark, haciendo caso omiso de las palabras de Aki "Pero ese no es el único motivo de esta pequeña reunión" Galbart frunció el ceño, confundido acerca de otras posibles cosas a discutir "Decidme, mi señor, ¿sabéis lo que está en juego en la recaptura de Bosquespeso?"

Galbart tenía el presentimiento de que la pregunta del Rey requería una respuesta muy compleja "Pues…. la reconquista del castillo, y la posibilidad de volver a los hombres de Hornwood contra los Bolton, si logramos salvar a mi pupilo Larence. Además de demostrar nuestro comp..." el Rey Jon alzó una mano y Galbart se detuvo.

"Más allá de todo eso" dijo Jon "La reconquista de Bosquespeso será la primera batalla en la que los hombres del Norte y los de más allá del Muro pelearan juntos. Unidos en verdad, por primera vez. No solo mostrará nuestro compromiso con el Norte, sino que también demostrará a los nuestros que somos capaces de pelear lado a lado por la victoria" explicó Jon, alternando la mirada entre Glover y Aki Veintehijos.

Galbart no pudo evitar que sus ojos se abrieran cuando la realización se hizo presente. Desde que el Rey Jon le había informado del ejército que comandaría para recuperar el hogar de su familia, Glover había estado considerando muchas cosas; los puntos más débiles de la defensa de las murallas, los edificios dentro de ellas donde podría ser más probable que los Hijos del Hierro pudieran mantener una posición y otras muchas. Pero no había considerado nunca un aspecto semejante.

Al lado de Galbart, Aki también parecía haberse dado cuenta.

"Entiendo Alteza. Tendré esto en cuenta cuando llegue el momento de retomar el castillo" aseguró.

"No lo olvidaré" prometió Aki.

"Procurad hacerlo, ambos" ordenó el Rey "Hay otra cuestión al respecto. Los hombres que os daré para hacerlo estarán pobremente armados" añadió.

Glover sintió como la indignación llenó su pecho y no pudo evitar focalizarla "¡¿Por qué Alteza?!" dijo en un tono a medio camino entre una exclamación y un grito, antes de darse cuenta que no era forma de dirigirse a un rey. La visión del lobo del Rey desnudando sus dientes afilados en un gruñido silencioso también contribuyó a la realización.

Sin embargo el Rey Jon no pareció dar muestras de enojo "Porque, mi señor de Glover, no tenemos armas suficientes para todo el ejército. En estos momentos tenemos solo unos quince mil hombres bien armados, y los necesitaré a todos para luchar contra el ejército principal de los Bolton. No puedo darme el lujo de dejar armas de buena calidad lejos de donde más las necesito" explicó con calma.

Galbart se limitó a asentir en silencio. Una vez que la noticia se digirió bien, no pudo sino notar que no podía discutir con el Rey en ese tipo de cuestiones; y aunque lo hiciera, no podría cambiar la voluntad del Rey si era firme en ella.

"Una vez que el castillo haya caído mandad un cuervo al Último Hogar para informarme, pero no seáis explícito en detalles. No debemos arriesgarnos a que la información caiga en manos de las personas equivocadas" continuó el Rey Jon, y Galbart asintió. Comprendía perfectamente la importancia de que los números de sus fuerzas se mantuvieran lejos del alcance de los Bolton.

"Y cuando el castillo sea nuestro" empezó esta vez Aki "¿Qué debemos hacer?" preguntó el caudillo.

Galbart también deseaba saberlo. ¿Deberían marchar de vuelta hacia el este para sumarse al ejército principal? ¿Marchar hacia otro lugar para continuar peleando? ¿O solo permanecer en Bosquespeso?

"Reforzad vuestra posición. Si el castillo sufre daños durante el ataque, reparadlo. Enviad también patrullas a la costa pedregosa y a Punta Dragón Marino; aseguraos de que no haya Hijos del Hierro rezagados en esas tierras. Y armad mejor a las tropas" dictaminó el Rey Jon, su mirada concentrada en Glover durante la mayor parte del tiempo.

"Lo intentaré Alteza, pero…." una de las manos de Glover fue de manera instintiva a su nuca "el hierro es escaso en mis tierras. Armar a cuatro mil hombres no será sencillo" se vio obligado a reconocer.

El rey no dejó entrever ninguna emoción. Simplemente asintió en silencio "Haced lo mejor posible, Lord Glover" se limitó a decir. Galbart prometió que lo haría "Bien, creo que hemos terminado. A no ser que alguno de vosotros tenga alguna duda, por supuesto"

"¿Contaremos con gigantes, o con mamuts?" preguntó Galbart. Ciertamente le serían muy útiles si tratara de derribar las puertas de Bosquespeso, o incluso una parte de las murallas.

"No" replicó el Rey en el Norte "Los montañeses dudan mucho sobre la capacidad de los gigantes y los mamuts en los senderos pequeños y angostos de sus tierras; no creen posible que pasen por ellos"

Pese a la decepción, Galbart aceptó la negativa del rey en silencio. Aki no se mostró afectado por este nuevo giro de los acontecimientos.

"Mañana conoceréis a los oficiales menores del ejército. Aprovechad al máximo vuestro tiempo antes de la marcha para aprender de ellos, y dejad que ellos los conozcan. Siempre es más difícil seguir a un desconocido" el Rey dijo lo último mirando directamente a Glover, que asintió por instinto "Podéis iros" y con esas palabras el Rey Jon se despidió y se alejó de ambos, seguido por su lobo blanco gigante.

Brynden

Cabalgó sin detenerse entre los árboles, espoleando a su montura con firmeza y cada poco tiempo. Aun así no sirvió de nada; su caballo era un animal raquítico arrancado de una granja abandonada, mientras que sus perseguidores tenían monturas de batalla. En otras circunstancias Brynden habría peleado contra esos malditos Frey, pero eran una docena y media de hombres, mientras que él estaba solo. Pese a su larga experiencia en la lucha, el Pez Negro no era tan tonto para creer que podría contra todos por su cuenta.

Su única esperanza eran las tierras bajas, a menos de media milla de distancia. Estaban tan cerca que su contorno ya podría distinguirse, incluso para los viejos ojos cansados de Brynden Tully. No faltaba mucho. En esas tierras pantanosas no había forma de cruzar a caballo: no duraría más de unos instantes antes de pisar arenas movedizas o parches de tierra delgada sobre una cama de agua. A pie sería más difícil huir, pero al menos tendría una mejor oportunidad.

El Pez Negro fue devuelto a la realidad por un silbido; instintivamente se agachó sobre el lomo del caballo, viendo como una flecha surcaba el aire donde momentos antes había estado su cabeza, para ir a clavarse en el suelo frente a él. Espoleó una vez más a su caballo, que relinchó adolorido por el esfuerzo excesivo al que era sometido. A su espalda, la capa con el logo de una trucha de sable ondeó con fuerza.

Estaba cerca, tan cerca de llegar a la espesura, cuando ocurrió. Su caballo perdió el equilibrio y Brynden se encontró volando en el aire. Entendiendo en un instante lo que había pasado, el Pez Negro aflojó la mandíbula para no morderse la lengua con el impacto que llegó un instante después, rodando por el suelo varios pasos antes de detenerse. El Pez Negro no perdió tiempo en levantarse y empezar a correr hacia los árboles, al tiempo que hacía una mueca; con la caída el pomo de su espada se había clavado dolorosamente en su cintura. Sin duda estaría magullado.

Detrás de él, los gritos de alegría y las exclamaciones para apresurarse se escucharon. Los perseguidores se habían envalentonado por la pérdida de la montura de su presa.

Cruzó un charco de agua estancada y siguió adelante, el sonido de sus pasos resonando cuando pisaba el lecho de hojas de otoño caídas. Los cascos se acercaron cada vez más, y un paso en falso lo hizo caer por una ladera poco empinada, un instante antes de que el sonido de un arma cortando el are se escuchara sobre su cabeza. Rodó y continúo corriendo en cuanto se detuvo, esta vez dirigiéndose hacia el este. No había dado medio centenar de pasos cuando tres jinetes se adelantaron a él antes de girar sus monturas para encararlo. De inmediato se detuvo, dando una rápida mirada sobre su hombro para ver como llegaban más jinetes.

Giró la cabeza con rapidez, para examinar tanto a sus perseguidores como al lugar. Se encontraba en medio de un claro, con arces rojos, fresnos verdes y sicomoros rodeando el lugar, pero no tan espesos para que los caballos no cruzaran entre ellos. A los pies de los árboles desnudos había montañas de hojas caídas, formando pequeñas colinas de la altura de hombres. Las hojas también cubrían parte del suelo, pero la gran mayoría estaba cubierta por hierba color bronce.

Los jinetes rodearon a Brynden, aun montando sus caballos y con sus lanzas apuntando en dirección a él. En sus escudos y la mayoría de sus jubones se veían las torres gemelas, y Brynden dudaba que hubiera un símbolo al que odiara tanto.

"¿Te cansaste de correr viejo?" dijo uno de los jinetes, la burla escapando de la ranura de su casco. Algunos de sus compañeros soltaron risitas burlonas.

Brynden no se molestó en responder al hombre. Desenvainó la espada y se puso en posición, sus ojos moviéndose de un hombre a otro, esperando a que alguno hiciera un movimiento.

"Si tanto quieres morir, Pez Negro, será un placer complacerte" dijo otro de los jinetes, una horca mostrándose en su jubón. Le hizo un gesto al hombre a su lado, que tomó otra flecha de su carcaj y la colocó en su arco.

"No seas tonto, Donnel. Imagina la recompensa que nos dará Lord Walder cuando le llevemos al Pez N…" la bravata del hombre se interrumpió cuando una flecha sobresalió de su cuello. A su alrededor se escuchó el silbido de más flechas, que surcaron el aire. Dos más encontraron un objetivo en la pierna y el pecho de otro jinete, y varias más asesinaron a tres caballos, que cayeron de lado. Dos de los jinetes de los animales lograron sacar los pies del estribo. Uno no; el peso de su caballo cayó sobre su pierna, y a juzgar por sus gritos, Brynden supuso que se la destrozó.

En un instante el caos se desató; de las montañas de hojas salieron guerreros cubiertos de tierra vociferando, mientras atacaban a los jinetes, que se apresuraron a girar sus monturas para enfrentarse a ellos. El claro resonó con los gritos de batalla, acompañados por los gruñidos de dolor cuando alguien resultaba lastimado. Uno de los jinetes se abalanzó hacia Brynden a toda velocidad, que evitó la lanza agachándose en el último instante. Antes de que el jinete pudiera hacer algo más, el Pez Negro fue atacado por uno de los hombres cuyo caballo había sido asesinado. El Pez Negro y el Frey intercambiaron varios golpes de espada, el primero teniendo la experiencia de la edad y el segundo la fuerza de la juventud.

Brynden logró ver una abertura y la aprovechó, dando una patada al pecho de su oponente, que cayó sobre su espalda. El Pez Negro se adelantó de inmediato y desvió un golpe de su oponente derribado antes de enterrar su espada en su pecho. El hombre gorgoteó unos momentos antes de morir.

Cuando el Pez Negro sacó su arma del pecho de su enemigo, vio que la batalla casi había terminado; la mayoría de los enemigos habían muerto, pero dos de ellos lograron forzar a sus caballos hacia el frente, empujando a los que se cruzaron en su camino.

"¡Ahora!" gritó uno de los atacantes, su rostro cubierto de mugre para ocultarlo mejor. Entonces, como por arte de magia, se abrió una trampilla gigante en frente de los jinetes que escapaban, que cayeron junto con sus monturas en un pozo inmenso con un ruido estremecedor. Al poco tiempo empezaron a oírse gritos en el interior del pozo, así como relinchos de caballos asustados.

"¿Estás herido, Pez Negro?" inquirió uno de los peleadores, una muchacha joven con una maza de púas cubierta de sangre en sus manos.

"No, mi señora de Mormont. Todo en orden" respondió Brynden. Lyra Mormont se limitó a asentir antes de inclinarse para arrebatar una espada de las manos de un Frey muerto.

Los gritos dentro del pozo empezaron a disminuir, mientras que los relinchos ya se habían silenciado del todo. Brynden no pudo resistirse a mirar en su interior. Los dos jinetes estaban en sus últimos estertores, sus cuerpos siendo picados por múltiples serpientes venenosas, provenientes del Cuello. Pese a que eran enemigos, Brynden sintió una pizca de lástima por ellos; era un manera horrenda de morir.

"Pez Negro" una voz llamó su atención del pozo. Brynden miró y vio que Lyra Mormont y otras tres personas estaban junto al cadáver del primer enemigo asesinado, la flecha aun enterrada en su cuello. Alguien había quitado el casco, por lo que su rostro estaba a la vista. Brynden se acercó con paso decidido "¿Quién crees que es?"

Brynden dio una mirada más larga, examinando el rostro. Había muerto sin cerrar sus párpados, sus ojos verdes apagados abiertos y mirando hacia la nada. Era joven, mucho. El Pez Negro no le daría más edad que a su propio sobrino.

"Es un bastardo" comentó Brynden, notando el emblema de Frey con los colores invertidos y cruzado por una barra de sable. Se mordió el labio en concentración, hasta que un nombre le vino a la cabeza "Ser Aemon Ríos, el hijo de Walder el Bastardo" reconoció el Pez Negro antes de levantarse "¿Perdimos hombres?" inquirió, dando una mirada a los alrededores.

"No. Solo algunos heridos. Pero nada grave" respondió un hombre. Un Quagg.

Brynden vio como los cuerpos de los muertos eran apilados. Lyra Mormont cortó la cabeza de Ser Aemon y la colocó en una lanza clavada en el piso, mirando hacia el sur, directamente hacia Los Gemelos. Cuando terminó, la Joven Osa metió un papel enrollado en la boca de Ser Aemon.

El Pez Negro no necesitaba preguntar que contenía el papel. Lo sabía a la perfección.

Eran solo tres palabras: El Norte Recuerda.

Hother

El Bastardo se había ido hacia el norte. Mataputas estaba seguro de que tramaba algo; se había ido de noche, acompañado por un grupo pequeño, apenas medio centenar de hombres. Nadie sabía nada sobre a donde había ido; de hecho, si no fuera por un soldado de Umber que se había levantado de madrugada para echar una meada y los había visto de casualidad mientras partían, Hother tampoco sabría en qué dirección se habían ido.

Se encontraba en lo alto de la muralla interna cuando los vio aparecer a lo lejos, cruzando los campos orientales. Al frente iban un puñado a caballo, y detrás de ellos llegaban más hombres a pie. Los arqueros cerraban la marcha.

A medida que se acercaban vio bien los cuatro estandartes que ondeaban al frente; todos eran negros, con un sol blanco en el centro.

"Karstark" gruñó entre dientes, tan bajo que ni sus hombres pudieron oírlo. Miró a los hombres a medida que se acercaban a la muralla. Contó casi quinientos. Al frente de ellos cabalgaba un viejo de espalda encorvada "Arnolf" murmuró, al tiempo que una mueca de rabia aparecía en su rostro. A cada lado de él iban dos hombres mayores, pero no tan ancianos como él. El de la derecha tenía aspecto de ser un hombre fuerte, con barba, bigote y cabellos largos, todos de color marrón. El otro era de un rostro redondo y lampiño. Ambos compartían una semejanza con Arnolf, al igual que tres más de los jinetes, que eran mucho más jóvenes.

Cuando los Karstark hubieran cruzado las puertas exteriores del castillo, Hother desvió la mirada hacia el norte. En esa dirección estaba un hijo de Ned Stark, y era la mayor amenaza para los Bolton. Mataputas no tenía duda de que los mataría si tuviera oportunidad.

Y por los dioses, Hother Umber hubiera deseado con todas sus fuerzas poder presenciar algo semejante.

Catelyn

Una parte de Catelyn aún dudaba cuando vio la montaña de piel, lana, cuero y algodón frente a ella. La voz de Ygritte resonó a su espalda.

"¡Vamos! ¡Solo toma lo que gustes y ya!" la alentó la muchacha embarazada, que estaba más ocupada intentando encender el fuego dentro de la tienda.

Catelyn se mordió el labio unos momentos mientras pensaba; luego tomó una gran capa de piel de lobo gris, junto con una más pequeña, perteneciente a un zorro. Las dejó aparte mientras buscaba un trozo de lana lo bastante grande para lo que tenía pensado. Cuando lo obtuvo volvió a tomar las pieles y las llevó de vuelta al centro de la tienda, dónde Ygritte aun batallaba para encender el fuego.

"¿Quieres ayuda?" le preguntó Catelyn, al tiempo que dejaba todo en el suelo. Ygritte la fulminó con la mirada y Catelyn alzó las manos en señal de paz. Satisfecha, la menor de las dos mujeres volvió a su labor.

Mientras la veía resoplar de molestia, al tiempo que trataba de quitar su inmenso vientre del camino, Catelyn reflexionó una vez más en lo orgullosa que era la muchacha ante ella. Ciertamente le vendría bien una mano para encender el fuego en la tienda cada vez más oscura y fría, pero no admitiría jamás que no podía hacerlo todo por su cuenta, sobre todo cuando ya tenía varias ventajas. Como que la madera para encenderlo estaba a unos pocos pasos de distancia, o el hecho de que contaba con una buena yesca para encenderlo.

Tras unos momentos más mirando Catelyn decidió no tratar de interferir más en la labor de Ygritte, o de lo contrario se arriesgaba a un insulto o una maldición. En cambio, tomó el diminuto cuchillo que había a su lado y empezó a medir el rollo de lana, calculando cuanto necesitaría para hacer la prenda que tenía en mente. Una vez que tenía la medida aproximada, doblo la lana en dos y empezó a cortar con cuidado, tratando de mantener una línea recta. A medio camino en su trabajo escuchó una exclamación victoriosa de Ygritte, y a los pocos instantes la tienda se iluminó y el calor se empezó a extender, por lo que Catelyn asumió que había logrado encender el fuego finalmente.

Al echar un breve vistazo, una vez hubiera terminado de cortar la lana y alejado su mano libre del cuchillo, comprobó que así era. De inmediato volvió a su trabajo, enrollando la lana sobrante antes de apartarla y tomar la piel del lobo y voltearla varias veces para comprobar su estado. Estaba limpia, y aunque conservaba algo de olor, sabía cómo quitarlo de ella. Se la colocó sobre los hombros y presiono con dos dedos los puntos en los cuales debería cortarla para que quedara bien para ella. Luego de eso sería más sencillo.

Estaba a punto de retirar la piel cuando el sonido de las solapas de la tienda la sobresaltó. Cubierto con una capa gruesa y oscura, con sus cabellos sueltos y su barba salpicada de gotas de agua, Jon entró en la tienda. Contra su voluntad, aunque sin duda coaccionado por su mente, el cuerpo de Catelyn se tensó.

Habían pasado ya cinco días desde que Jon había confesado amarlas a Ygritte y a ella, y su deseo de estar con las dos a la vez. En esos cinco días la tensión había aparecido para hacer acto de presencia de manera completa en Catelyn cada vez que lo veía en un ambiente íntimo. Catelyn lo odiaba: la sensación de incomodidad, esa que era tan similar a la que había sentido al ver a Jon en su antigua vida, como Dama de Invernalia. Pero aunque lo intentaba con todo su corazón, Catelyn no podía simplemente verlo sin pensar en sus palabras y su propuesta. Aún no tenía una respuesta, y por lo que sabía Ygritte tampoco, pero eso no lo hacía más sencillo.

Fue sacada de sus pensamientos cuando su visión fue oscurecida por Jon, que se agachó y le dio un beso suave y lleno de afecto en sus labios. Fue breve, y cuando Jon se separó de ella sintió como sus manos le picaban por el deseo de usarlas para atraer a Jon y arrancar de él un sabor más largo y duradero. No lo hizo, pero no fue por falta de deseo.

En cuanto Jon se hubo alejado de ella se dirigió a Ygritte para saludarla de la misma manera. Era un ritual que había establecido en los últimos días: cada vez que se encontraba con ambas en un mismo lugar, y estaban solos, Jon saludaría a cada una con un beso en la boca, sin importarle que la otra lo viera. Nunca lo descuidaba. Jamás. Incluso se las arreglaba para recordar siempre a cuál de las dos fue que saludó primero en la ocasión anterior, para empezar por la otra.

Jon se sentó en silencio, con la vista perdida en la nada y su ceño fruncido en concentración. Era otro rasgo que había adquirido en los últimos días. Catelyn nunca le había preguntado en que se concentraba con tanta intensidad, pero creía tener una suposición muy acertada: la guerra.

"¿Dónde estuviste?" preguntó Ygritte, la curiosidad salpicando sus palabras.

"Hablé con Glover, para dejar claro algunas cosas que espero de él cuando marche hacia Bosquespeso" respondió Jon.

Catelyn abrió la boca para hablar, pero Ygritte se le adelantó "¿Ya elegiste a quién darle el mando de las tropas del Pueblo Libre que irán con Glover?" preguntó Ygritte.

Jon asintió "Aki Veintehijos será el segundo al mando" declaró.

Catelyn trató de pensar en todo lo que supiera del caudillo antes de decidirse a preguntar "¿Por qué elegiste a Aki?" creía recordar que el hombre había sido mutilado en la batalla contra los hombres de Stannis Baratheon. Seguramente habría mejores opciones que un lisiado para mandar una fuerza tan grande.

"Porqué es confiable" dijo Jon "Si algo ocurre con Glover, Aki seguirá adelante y cumplirá las órdenes. Y no es ambicioso: es poco probable que intente disputar el mando de Glover" repuso, mirando las llamas del fuego.

"Si es confiable ¿no sería mejor que lo mantuvieras a tu lado?" preguntó Catelyn.

"Necesito a alguien confiable al mando de esos hombres. Alguien que evite que ataquen o saqueen las tierras de los norteños y pueda mantenerlos firmes. Creo que Aki lo hará bien" repuso Jon, antes de guardar silencio.

Se mantuvieron en silencio luego de eso. Jon mantenía su mirada en el fuego, al igual que Ygritte. Catelyn, en cambio, mantuvo su mirada en el rostro de Jon, dándose cuenta de ciertas cosas que no había notado antes.

"Jon" empezó Catelyn "¿te encuentras bien? Pareces agotado" comentó, no pudiendo obviar las sombras que veía debajo de sus ojos ni sus hombros desplomados.

"Estoy bien. No te preocupes" le pidió él, al tiempo que daba una pequeña sonrisa agradecida.

Catelyn tenía la sensación de que Jon no estaba siendo sincero "¿Cuándo fue la última vez que descansaste bien?" inquirió esta vez la mujer mayor, empezando a preocuparse por el estado de deterioro de Jon.

A Catelyn le pareció ver algo de culpa en los ojos de Jon "He estado un poco ocupado. Ha habido mucho por hacer" se limitó a responder el muchacho.

"Si; eso he oído" dijo Catelyn, sus ojos estrechándose ante la obvia evasión de Jon a su pregunta "Deberías descansar ahora" le sugirió. Después de todo, el día ya casi terminaba.

"Aún no. Hay algunos asuntos que….." un bostezo trató de escapar de la boca de Jon, pero este logró detenerlo. Pero el daño ya estaba hecho.

Catelyn ya había tenido suficiente "Necesitas descansar Jon. Ahora" dijo, dejando que su tono cambiara a uno de orden, al tiempo que se levantaba.

"Pero…" Jon fue callado por el bufido de Ygritte.

"Ella tiene razón" espetó la otra mujer "No puedes ni mantener los ojos abiertos. Vamos" dijo, al tiempo que se levantaba y se acercaba a Jon, para extender una mano frente a él en silenciosa invitación.

Jon le dirigió a la mujer embarazada una mirada que era en parte suplicante y en parte cansada, pero Ygritte solo frunció el ceño. No hacían falta las palabras; la muchacha no cedería. Entonces Jon dirigió su mirada hacia Catelyn, quizás esperando que ella si lo apoyara. Pero solo le bastó contemplar las marcas oscuras bajo los ojos de Jon un instante para decidirse. Sin decir palabras se levantó y puso una expresión idéntica a la de Ygritte.

Tras unos momentos Jon suspiró "Esta bien, está bien. Ustedes ganan" cedió, al tiempo que se levantaba. Incluso en la lentitud de este movimiento se vio su cansancio, pero en cuanto estuvo de pie se encaminó hacia las pieles que compartía con Ygritte.

Ygritte lo siguió, y detrás de ella Catelyn. En cuanto Jon llegó a su destino se quitó el abrigo de piel y lana que llevaba encima, con lo que solo quedó con una camisa interior. Les dio a ambas una sonrisa cansada y pequeña, pero aun así fue suficiente para llenar de calor a Catelyn.

Catelyn tenía razón. Jon estaba tan cansado que su cabeza apenas había reposado cuando se quedó dormido.

"Vamos" susurró Ygritte, mirando hacia ella por encima de su hombro. Le hizo un gesto y Catelyn se alejó del cuerpo dormido de Jon, seguida de cerca por Ygritte. Una vez que estuvieron cerca del fuego, la mujer más joven volvió a hablar "Está exigiendo demasiado de sí mismo" comentó antes de sentarse con cuidado, a causa de su vientre.

"No. La situación exige demasiado de él" la corrigió Catelyn, con suavidad pero con firmeza, antes de sentarse cerca de Ygritte.

"Es igual. Está esforzándose más de lo que debe y no solo lo afecta a él: nos afecta a todos" dijo Ygritte. Catelyn no la contradijo; a ella tampoco le agradaba ver a Jon cansado y agobiado "¿Por qué alguien querría ser rey?" estalló de pronto Ygritte, dando un golpe al suelo. La molestia en su rostro era evidente "Parece una molestia y una preocupación sin fin"

A la mente de Catelyn llegó la voz de alguien muy amado para ella, alguien que se había ido hacía mucho tiempo "Mi hijo se preguntó lo mismo una vez, ¿sabes?" dijo, soltando una risa sin humor.

"¿Y encontró una respuesta?" preguntó Ygritte, la molestia en su rostro diluida por un instante en curiosidad.

"No lo sé" reconoció Catelyn con un suspiro, al tiempo que bajaba la mirada.

"Jon una vez me dijo… que el ser Rey es un deber" dijo Ygritte en voz baja, como si estuviera contándole un secreto "Que un Rey debe poner las necesidades de los suyos antes que todo lo demás, incluso ante sí mismo" siguió susurrando. Su rostro olvidando toda molestia, toda curiosidad. Llenándose de… pena.

Catelyn no pudo hacer nada más que rodear con un brazo a Ygritte, para recordarle que no estaba sola; ella estaba allí. Y allí se quedaría.

Ygritte

El niño la despertó con una patada en la parte baja de su vientre. Frotó su mano libre contra él con cuidado, y tras unos momentos la criatura se calmó y volvió a quedarse quieta.

Una de sus manos estaba bajo la espalda de Jon, apreciando el calor de su cuerpo y la suavidad de su piel, mientras que la otra reposaba sobre su vientre hinchado. Sus piernas estaban entrelazadas con una de las de él.

Dedicó un momento a sentir la piel cubierta de Jon bajo su mejilla, la dureza de su hombro y el sonido de su respiración. Y más que nada el calor del brazo derecho de Jon, que la envolvía con un cuidado verdaderamente delicioso.

Abrió los ojos con lentitud y se quedó contemplando lo que estaba frente a ella. Era el rostro de Catelyn. Sus ojos estaban cerrados y su mejilla estaba reposando sobre el pecho de Jon, su cabeza subiendo y bajando ligeramente con cada respiración que el hombre bajo ella tomaba. La mano de Catelyn estaba debajo de su cabeza, la palma y los dedos totalmente extendidos sobre el estómago de Jon, mientras la otra mano se escondía debajo de su dueña. Las piernas de Catelyn estaban entrelazadas con la otra pierna de Jon, y el brazo izquierdo de Jon se envolvía alrededor de la otra mujer besada por el fuego, en una posición idéntica a la de su gemelo.

Ygritte había disfrutado y se había divertido mucho con Jon sobre esas mismas pieles, pero era ahora, simplemente acostada en paz, totalmente vestida y con una piel grande cubriendo su cuerpo y el de sus dos acompañantes, que se sentía más afortunada y dichosa que nunca.

Adoraba la sensación de estar así con Jon….. y con Catelyn.

Y eso es todo. Bien, quiero confesarles que este capítulo ha sido uno de los más complicados de escribir, sobre todo la pequeña charla entre Catelyn e Ygritte. ¿Qué tal quedo? Sean tan ambles de dejar sus reviews, con sus opiniones al respecto. Serán muy apreciados.

Bien, ahora quiero disculparme con uds. Sé que muchos de uds estarán ansiosos por ver avances en la campaña de Jon para tomar el Norte, o un avance en la relación triangulo entre Ygritte/Jon/Catelyn, pero la verdad es que se está volviendo complicado escribir. Aunque intento no obsesionarme con todo el asunto del coronavirus, es muy difícil simplemente no prestarle exceso de atención. Es que es lo único de lo que se habla en las noticias, en la TV, incluso en las páginas de internet salen continuamente avisos y mensajes al respecto. Pero bueno, no puedo hacer nada al respecto. Lo que sí puedo hacer es pedirles de todo corazón que sean cuidadosos con esta enfermedad y tomen las debidas precauciones. Por favor: vida tenemos una sola, y no vale la pena perderla solo por no querer ser precavido.

Trataré de subir el siguiente capítulo en una semana, como siempre. En fin, eso es todo por ahora. Saludos y que estén bien (sobre todo de salud. Y que sigan así).