Bien, primero lo primero. Hola a quienquiera que lea esto.

Quiero agradecer mucho, mucho, pero mucho en serio a miguel Giuliano. Co, JLDragneel Storm, anonimus maximus, Kirito 720, Xechu. S, jean d'arc, javi 30, coki 13566, Luna, Trinity seven y soto 9041 por sus reviews, que me alegran el día y me hacen sentir que todo vale la pena. Y hablando de los mismos:

Miguel Giuliano. Co: aaah, bueno, si te acuerdas el nombre, dímelo. Siempre estoy abierto a nuevas lecturas. Si, la falange macedonia es una gran formación, pero requiere más que solo hombres dispuestos, sino una gran disciplina y mucha experiencia en el uso de la sarissa, que por ser un arma inusualmente larga que debe ser sujetada por un extremo, tiene un equilibrio totalmente diferente. Aun así, gracias por la sugerencia. Y gracias por lo del harem: siempre tengo las consideraciones al respecto en cuenta. Que disfrutes el capítulo.

JLDragneel Storm: es bueno que te haya gustado la batalla, y aunque puede sonar maldito de mi parte, me alegro que te haya asustado un momento jajaj. Significa que logré causar emociones (emoji de sonrisa engreída). Esto es Juego de Tronos, obvio que sospechas lo peor, es instintivo. Supones bien en cuanto a Galbart y Alys, y aquí verás más del ejército de Jon y de Catelyn e Ygritte. Gracias, y un saludo.

Anonimus máximus: Asha estaba en Bosquespeso. No es que la saltaste, es que yo no lo mencioné. Pero no temas, sobrevivió, y tengo planes para ella. Hasta la próxima.

Kirito 720: que bueno que te gusto el ataque a Bosquespeso, es un gran alivio saberlo. Si, quizás Bastión Kar fuera decepcionante para los que esperaban ver sangre, pero no temas… pronto habrá sangre para tirar al techo. Ojala que te guste este capítulo. Saludos, y que estés bien.

Xechu. S: hola. Primero, lamento no poder contestar tu duda sobre Catelyn: sería demasiado spoiler, lo siento. Ah, tengo planes para Daenerys, pero te advierto: falta un largo camino para llegar a ella. Disculpa la corrección, pero la ciudad al norte del Muro se llama Hardhome (o Casa Austera), no Harrenhal, y no hay concordancia sobre qué fue lo que la destruyó. Tu idea de que haya obsidiana en ella es interesante, y la teoría para defenderla no es mala. Bien hecho. Tú también cuídate, y nos leemos pronto si Dios quiere.

jean d'arc: me alegra mucho (mucho de verdad) que te gustara la descripción. Espero que te guste este capítulo. Un abrazo.

Javi 30: es bueno saber que te gustó la batalla, y sabremos más de Moran, lo prometo. Pero falta. Si, tienes razón con Jorelle: me gustó retratarla así. Entre el Pueblo Libre no es extraño anhelar a una mujer feroz, por lo que Jorelle ya debe tener varios admiradores jajaj. Entiendo lo de Alys: yo también pensé en un discurso, pero al final decidí no hacerlo. "La imagen no es nada, la sed es todo" muy sacado de propagandas viejas, jajaj. Habrá más de los Bolton y el resto del Norte, lo prometo. En este capítulo habrá un poco, pero en los siguientes habrá mucho más. Bendiciones igualmente, y mucha salud para ti y todos los tuyos.

Coki 13566: nada mal, fuiste el primero en darte cuenta de la dualidad. Paz por un lado, y mucha violencia por el otro. Moraleja: todo es válido en el amor y en la guerra. Ya verás las respuestas de los Bolton, pero será en otro capítulo, no en éste. Lo siento. Cuídate y nos vemos.

Luna: si, viste, mi historia tiene todo…. excepto un buen escritor jajajaj. Lee el capítulo y luego hablamos. Un abrazo.

Trinity seven: hola, un gusto saber de tu existencia, y gracias por los review. Respondiendo tu pregunta: Catelyn está a mediados de los treinta. Y sí, Fuegoscuro habría impactado más, estoy de acuerdo, pero me parece más factible que sea Hermana Oscura la que está en el Muro. De nuevo, gracias por los review.

Soto 9041: hola, es un placer recibir un review de una nueva persona. Me alegro que te gustara la historia, y espero que sigas leyendo. Y me halaga que la consideres de las mejores en español. Un saludo y espero leerte nuevamente.

-Bien, basta de hablar. Vamos a lo que los trajo a todos hasta aquí-

Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.

Alys

El último lugar al que se dirigió en su recorrido por el castillo era el solar de su padre. Nunca había sido una visitante frecuente de él: su padre solo la llamaba a su solar si el asunto era algo de suma importancia que le afectaba a ella o a la familia. Había sido en el solar donde supo que su padre la había comprometido con Daryn Hornwood, el heredero de Hornwood. Y había sido en el solar donde su padre le había dicho que se quedaría sola en Bastión Kar por un tiempo, mientras él iba a la guerra, llevándose a los tres hermanos de Alys con él.

Abrió la puerta del solar con una cierta reverencia, y por un fugaz momento pensó que vería a su padre tras el escritorio, escuchando un informe, escribiendo una carta o hablando con alguien, siempre serio. Rickard Karstark no sonreía con frecuencia. Pero cuando Alys miró al interior, no vio a su padre. El solar estaba vacío.

"¿Qué es este lugar?" preguntó Cwenya, que había entrado detrás de Alys.

"El solar de mi padre. Desde aquí dirigía el castillo" respondió Alys, distraída. Se dirigió al escritorio de pino, sintiendo la superficie rasposa con los dedos, viendo las dos sillas sencillas que estaban frente a él y otra, más grande y ornamentada, ubicada detrás. Tras un momento, Alys se sentó en la silla más grande, decorada con soles tallados en los brazos y en el respaldo. Era la silla de su padre, la que había sido hecha para un señor. Un señor… o una señora.

Alys se encontraba en esa silla cuando tiempo más tarde trajeron al Maestre de Bastión Kar, el Maestre Ravin, a su solar. Alys lo interrogó sobre las decisiones y disposiciones de su tío abuelo Arnolf en cuanto a la estructura del castillo y sus habitantes durante su ausencia, mientras que Sigorn y Helmat lo interrogaron sobre las fuerzas llevadas por Arnolf hacia el oeste. El Maestre estaba tan aterrado por Sigorn y Helmat que se apresuró a responder, y confirmó la suposición de Alys: Arnolf había ido a Invernalia para sumar sus fuerzas a las de los Bolton, y se había llevado a sus hijos y nietos con él. El Comandante del ejército y su segunda al mando presionaron más a Ravin: ¿cuántos infantes habían ido con Arnolf? ¿Cuántos arqueros? ¿Cuántos jinetes? ¿Qué tan bien armados iban? ¿De qué edad aproximada estaba conformada la mayor parte de sus fuerzas?

"Podéis retiraros Maestre" dijo Alys, aun sentada en la silla de su padre cuando Sigorn y Helmat dejaron de preguntar y retrocedieron un paso "pero tenéis terminantemente prohibido enviar cualquier mensaje a menos que yo, y solo yo, os lo entregue" comandó.

"Si, mi señora" dijo Ravin en voz baja, antes de salir apresuradamente del solar.

En cuanto el Maestre hubo salido, Helmat habló "Deberíamos dejar algunos guardias con él" dijo, señalando la puerta por dónde había salido el Maestre "en caso de que piense desobedecer tus órdenes" Helmat no era sutil en expresar sus pensamientos. Alys había aprendido eso de ella en el tiempo de la marcha.

"Ravin estaba en este castillo desde que era una niña. Siempre sirvió a mi padre con lealtad" comentó Alys. Lord Rickard había si no apreciado, al menos reconocido el consejo del Maestre de Bastión Kar. Alys no estaba ansiosa por poner guardias sobre el anciano maestre.

"Tú no eres tu padre, Alys" comentó Sigorn, sus labios apenas moviéndose "Ese hombre no tiene motivos para serte leal" le recordó.

"Los Maestres juran servir a los señores de los castillos que les asignan, quienquiera que sean" informó Alys "Y yo soy la señora de Bastión Kar. Me debe lealtad" insistió.

"Te debía lealtad cuando tuviste que huir de este lugar ¿o no?" repuso Sigorn, al tiempo que cruzaba los brazos a la altura del pecho.

Alys hizo una mueca sin darse cuenta. Las palabras de Sigorn le dolieron. Eran bruscas, amargas….. y ciertas. Alys no podía darse el gusto de la confianza. No cuando había tanto en juego.

"Bien. Asigna guardias para vigilar al Maestre" concedió la joven Karstark con un suspiro "Pero que sepan que deben vigilarlo, no maltratarlo" Alys no estaba dispuesta a permitir la violencia solo por gusto.

Sigorn solo asintió "Será mejor que lo vigiles luego de que nos vayamos" le recomendó el thennita.

"¿Eso será pronto?" preguntó Alys, movida por la curiosidad.

Cwenys soltó una risita burlona "Parece que no te quiere por aquí, Sigorn. ¡Está ansiosa porque te largues!" se burló la guardia de Alys.

"Solo quiero saber" insistió Alys, mirando con fastidio a Cwenya. La dama de Bastión apreciaba a la mujer de las lanzas, pero a veces era simplemente molesta.

"Muy pronto. Probablemente mañana" la voz de Sigorn llegó a los oídos de Alys.

El cuello de Alys giró con rapidez, olvidando la tonta discusión con Cwenya para centrarse en Sigorn "¡¿Por qué tan pronto?!" exclamó, sin darse cuenta de que había alzado la voz. Había creído que se quedarían al menos unos días, para descansar, tratar de reunir caballos y dar tiempo a los herreros del castillo para que forjaran armas. Habría creído que tenía tiempo para despedirse.

"Por qué el Rey nos ordenó que aseguremos Bastión Kar y marchemos con rapidez a Fuerte Terror. Ahora que el castillo está seguro, debemos avanzar" dijo Sigorn.

Helmat fue más específica "Los almacenes de este lugar están casi vacíos, y no tenemos provisiones para estar mucho tiempo quietos. Si no nos movemos rápido, nos arriesgamos a que el ejército se quede sin comida"

Aunque Alys no estaba satisfecha con que se fueran tan pronto, podía entender las preocupaciones de Sigorn y Helmat, por lo que solo asintió en acuerdo antes de buscar pergamino y tinta: necesitaba redactar la carta al rey, y enviarla lo más pronto posible con un cuervo.

Al día siguiente, a medio camino entre el amanecer y el mediodía, Sigorn partió hacia el oeste, liderando al Pueblo Libre. Con él iba la mitad de la guarnición de Bastión Kar al momento de la rendición: veinte hombres. Era la pequeña contribución que la dama de Bastión Kar había dado para el futuro asedio al Fuerte Terror.

Alys se quedaba atrás, acompañada de Cwenya y de un total de noventa mujeres de las lanzas, para cuidar Bastión Kar. Al ver partir al ejército, no pudo evitar una punzada de pesar.

Jon

Ordenó a sus guardias que se quedaran vigilando afuera, en compañía de los hombres Umber, antes de aventurarse en el solar. Dentro, se encontraban Mors y Val.

"Mi señor. Val" saludó a ambos con un gesto de la cabeza.

"Su Alteza" dijo Mors, inclinando la cabeza.

"Ya era hora, Jon" dijo Val, sin molestarse en las cortesías.

"Hay mucho de lo que hablar" empezó Jon. Tras meditarlo un instante decidió empezar por las malas noticias "Una de las aldeas en el Agasajo fue atacada" informó, sin intentar suavizar la noticia.

El ojo de Mors se abrió de sorpresa. Los de Val, en cambio, se entrecerraron.

"¿Quiénes fueron?" preguntó la mujer.

"Los Bolton" respondió Jon.

"¡Imposible!" exclamó Mors. El anciano castellano parecía personalmente agraviado "¡Para llegar al Agasajo, los Bolton tendrían que cruzar las tierras de Umber, y si un ejército hubiera cruzado los exploradores lo habrían visto!" insistió.

"No fue un ejército el que realizó el ataque. Fue un grupo pequeño de jinetes; es lo que dijeron los sobrevivientes del ataque. También dijeron que uno llevaba un estandarte con lo que parecía un hombre rojo" las pistas eran demasiado obvias, pero eso así mismo generaba una cierta confusión en Jon. Pero esas dudas las mantenía para sí mismo. No era el momento, el lugar ni la compañía para expresarlas "Quemaron las cabañas, mataron a muchos y espantaron a los demás. Y creemos que se llevaron a otros como prisioneros" la última parte era la más dudosa, y Jon deseaba que los rumores fueran solo eso. La idea de mujeres y niños en manos de los Bolton no era para nada alentadora.

Mors se veía aun dudoso, pero no negó las palabras de Jon.

"¿Y qué haremos al respecto?" preguntó Val. El tono de Val era el de una persona que estaba enojada, pero que no permitiría que su enojo nublara su juicio. Era una fría: más calmada, más paciente….. y más mortal.

El Rey en el Norte temía esa pregunta, porque sabía que solo había una respuesta "No podemos hacer nada" Jon se sorprendió por la frialdad con la que las palabras salieron de su boca "Un grupo tan pequeño es fácil de ocultar y muy difícil de encontrar, sobre todo si van a caballo. Si lo intentamos solo estaremos desviando soldados y recursos que podríamos usar en batalla contra los Bolton, y arriesgando esos hombres a emboscadas y hostigamiento"

Val lo miró con perspicacia "No estás pensando en olvidarlo ¿verdad?" dijo ella.

"Nunca" le aseguró Jon "Los Bolton pagaran caro por las personas inocentes que mataron Val, puedes estar segura" era una promesa que Jon se había hecho, y tenía intención de cumplirla "De acuerdo, ahora debemos pasar a otros asuntos" dijo el Rey, zanjando el tema "Decidme, mi señor" dijo Jon, enfocando su mirada en Mors "¿Cómo ha ido la producción de armas? ¿Cuántas habéis logrado forjar y acumular?" preguntó.

Mors y Val intercambiaron una mirada breve antes de que el castellano del Último Hogar hablara "Si, las armas…." los ojos de Jon se estrecharon, recelosos de una posible mala noticia "La forja ha ido bastante bien. Hemos acumulado armas para dos mil quinientas personas, Alteza" informó Mors.

"Bien" murmuró Jon, mientras hacía una breve cuenta en su cabeza: las armas de acero que había traído el ejército, junto con las que estaban almacenadas en el Último Hogar eran suficientes para armar a unos veintiún mil guerreros con acero "Decidme, mi señor, ¿habéis enviado a los exploradores al sur?" preguntó.

"Sí, Alteza" reconoció Mors, su ceño volviéndose sombrío "Los Bolton se concentran en Invernalia. Han enviado partidas de forrajeo y centinelas, pero la fuerza principal está detrás de las murallas del castillo. Pero nuestros hombres no han logrado acercarse a la fortaleza: los centinelas son demasiado numerosos"

"Entiendo" dijo Jon. Como había supuesto: Roose Bolton era un comandante demasiado experimentado para atacar a una fuerza que lo superaba en número por un amplio margen: esperaría detrás de las murallas de Invernalia a que fuera el Pueblo Libre y los norteños leales a Stark los que atacaran "¿Qué más vieron nuestros exploradores?" inquirió.

"La mayoría de las casas pequeñas del norte situadas entre Invernalia y el Último Hogar se han refugiado dentro de sus fortalezas. Han reunido todas las cosechas posibles y han prendido fuego al resto. No se muestran nada receptivos a la idea de visitantes en sus tierras" declaró Mors "El Camino Real se mantiene transitable, pero al oeste del Lago Largo se empiezan a divisar exploradores Bolton. Creemos que mantienen pequeñas guaridas en esos bosques" continuó Mors. Jon solo asintió, incitando al anciano a que continuara "Muchas personas pequeñas han huido hacia Puerto Blanco. Las que se quedan atrás, los pocas que lo hicieron, afirman que están atemorizados, tanto de nosotros como de los Bolton" siguió "Las nevadas han sido ligeras pero constantes al sur, desde el Lago Largo hasta las Colinas Solitarias. Eso ha hecho que el nivel del Cuchillo Blanco crezca, mucho. Todos los vados al norte del Molino del Agua Bellota están absolutamente intransitables, y no sabemos si los del sur están en las mismas condiciones" concluyó Mors, deteniéndose para tomar aire.

"Mmmm" dijo Jon "¿Y qué pasa con el puente junto al Molino?" preguntó, recordando cómo había ido allí en numerosas ocasiones a pescar con sus hermanos Robb y Bran cuando eran niños. El Rey en el Norte se forzó a centrarse en el presente, no en el pasado.

"Aún está intacto, pero hay soldados Bolton apostados a ambas orillas" contestó Mors.

"Ya veo" dijo Jon, al tiempo que empezaba a meditar sobre las ventajas y desventajas de estos informes.

No le sorprendía saber que las casas pequeñas se habían ocultado dentro de sus tierras. El número de hombres y la capacidad de lucha de estas no eran rival para los Bolton ni para su propio ejército. Tomar parte en la guerra entre ambos no sería más que una manera de hacerse con un poderoso enemigo, independientemente de la decisión tomada. Sin embargo, Jon se atrevía a suponer que una vez que hubiera un ganador claro en la guerra, se apresurarían a sumar sus escazas fuerzas a él, quienquiera que fuera.

Los exploradores en el Camino Real no eran ninguna sorpresa: cualquier comandante medianamente competente se aseguraría de tener ojos y oídos muy por delante de su fuera principal, para avisar de cualquier cosa que pudieran encontrar al frente. El rumor de las guaridas en los bosques junto al Lago Largo sin embargo… era mucho más preocupante. Si fuera cierto, esas guaridas serían muy útiles para ocultar hombres que podrían realizar misiones de sabotaje y hostigamiento. Jon creía que podría lidiar con ellos, pero serían una amenaza que tomaría tiempo de deshacer: esos bosques eran espesos y difíciles de recorrer.

El que las personas del pueblo llano huyeran lejos de las áreas entre Invernalia y el Último Hogar no era ninguna sorpresa. Tampoco lo era el destino: Puerto Blanco, con sus grandes murallas y con la protección de los Manderly, era una opción muy tentadora para quienes huían de la guerra. A la larga, quizás fuera mejor así. La lucha sería sangrienta, y siempre habría hombres dispuestos a aprovecharse de los débiles entre la confusión en medio del caos.

En cuanto a las crecidas del Cuchillo Blanco, favorecían a los Bolton, y mucho. El aumento de las corrientes incrementaba enormemente el valor estratégico del puente que se alzaba junto a un Viejo Molino en la orilla occidental, el único que había. Quién dominara ese puente podría cruzar el Cuchillo Blanco a su antojo. Al mismo tiempo las crecidas perjudicaban a Jon. La pérdida de los vados en la zona más septentrional del río acababan de manera definitiva con cualquier posibilidad de Jon de dar cualquier refuerzo a Sigorn o de ser reforzado por él. Para que eso ocurriera deberían tomar el puente de piedra, ubicado a poca distancia de Invernalia y en manos de los Bolton. Era eso o rodear por el norte el río y el Lago Largo, cosa que tomaría un tiempo muy considerable a caballo, y aún más a pie.

"Alteza" la voz de Mors sacó a Jon de sus cavilaciones "Si pudiésemos proseguir con los informes….." Mors era cortés, pero Jon podía dilucidar una chispa de impaciencia en sus ojos.

"Por supuesto, mi señor. Decidme" dijo Jon, tras un breve silencio "¿Cuántos hombres y caballos puede aportar la Casa Umber para la lucha?" Jon no tenía esperanza de grandes números. Lo mejor de las fuerzas del Último Hogar había ido al sur y había caído junto con Robb.

"Cuatrocientos cincuenta. Como máximo" el tono de Mors era serio "Y quitando a los usados por los exploradores, cuarenta caballos, Alteza" añadió, luego de un momento.

"Entre esos cuatrocientos cincuenta hombres ¿hay alguno que sea aprendiz de herrero, o que tenga experiencia con la forja?" cuestionó en esta ocasión Jon.

"Creo que algunos, Alteza, pero desconozco cuantos exactamente" reconoció Carroña.

"Buscadlos y retiradlos de vuestras fuerzas, mi señor. A todos" ordenó Jon.

Un silencio incómodo se extendió por el solar.

"No creo que tomen eso de buena manera, Jon. Sé que a mí no me gustaría que no me dejaran ir a la batalla" comentó Val.

"Lo que les guste no importa tanto como lo que valen. Tenemos aún más de treinta mil guerreros que luchan con bronce y piedra en vez de acero. Cualquier hombre capaz de ayudar en la forja de armas para nuestro ejército es demasiado valioso para darnos el lujo de arriesgarlo en la batalla" declaró Jon. No cedería en esa cuestión bajo ninguna circunstancia. Volvió su atención a Mors "Retiradlos a todos mi señor, lo más pronto posible" repitió "Y devolvedlos a la forja"

"Si Alteza" accedió Mors.

"¿Cuántos hombres necesitáis para defender este castillo de una gran fuerza, mi señor?" preguntó esta vez Jon.

Mors pareció dudar un momento antes de suspirar con cansancio "Normalmente bastaría con un centenar. Pero dado que la mayoría son inexpertos y no están en la edad apropiada para la lucha, diría que necesitaría al menos a medio centenar más para asegurar el Último Hogar de cualquier amenaza"

Jon pensó en los números. Ciento cincuenta hombres para asegurar Último Hogar, y al menos una docena que harían más en la forja de armas, quizás más. Podría obtener un refuerzo de al menos doscientos cincuenta hombres, pero…

"Quiero a todos vuestros caballos, junto con doscientos de vuestros hombres, para sumarse al ejército" declaró Jon, sin separar sus ojos grises del solitario de Mors.

"Podría contribuir con números más grandes, Alteza" señaló Mors. Parecía confundido.

"Lo sé" respondió Jon. Y lo sabía "Pero con esos números será suficiente mi señor" afirmó.

Jon había pensado en muchas cuestiones mientras marchaba hacia el Último Hogar, y una de ellas era la cantidad de hombres de Umber que irían con él hacia el sur. Debería llevarse una cantidad considerable como muestra del apoyo de los Umber a su causa, pero no consideraba inteligente llevarse a todos los hombres disponibles. Esto dejaría las tierras de los Umber absolutamente indefensas, y a sus gentes inquietas, o peor. Furiosas.

Jon había dejado atrás un tercio de su ejército para guardar su campamento y atacar múltiples objetivos a la vez. No tenía problemas con dejar unas pocas decenas de hombres atrás para ganarse una mejor voluntad de los vasallos del Último Hogar. Sus vasallos.

"C-Cómo digáis, Alteza" acordó Umber.

"Decidme, mi señor ¿tenéis alguna noticia sobre los Manderly" preguntó ahora Jon. Los Manderly de Puerto Blanco eran la más poderosa de las casas norteñas que, hasta el momento, se habían mantenido neutrales en la lucha entre Bolton y Stark.

Mors sacudió la cabeza "El gordo se mantiene escondido tras sus murallas" escupió con una mirada furiosa "Hay rumores de que reúne hombres y barcos, pero ni una palabra de que se esté moviendo" Mors hizo un ademán que daba a entender muy bien lo que pensaba de Manderly.

"Entiendo" murmuró Jon, al tiempo que extendía sus dedos sin darse cuenta "¿Los Locke y los Flint de Atalaya de la Viuda siguen sin moverse?" preguntó, aunque creía conocer la respuesta.

"No os recomiendo poner muchas esperanzas en el coraje de una mujer y un anciano, Alteza" gruñó Mors.

Antes de que Jon pudiera decir algo, fue interrumpido por el bufido de incredulidad de Val "Por ese consejo, Jon no debería confiar en ninguno de nosotros, Carroña" dijo, dando voz a los pensamientos de Jon, aunque de manera mucho menos cortés. Aunque no menos cierta.

Sin dar tiempo a que Mors replicara, Jon continuó con la reunión "¿Alguna noticia de Bastión Kar o de Bosquespeso?" pese a que habían partido con mucha antelación a él, Jon no estaba seguro de que Galbart Glover o Sigorn hubieran llegado a sus respectivos objetivos aún. Pero de cualquier forma, valía la pena preguntar.

Mors sacudió la cabeza en negación "Que me traigan de inmediato cualquier mensaje llegado de esos castillos" ordenó Jon, y Mors asintió en comprensión "Bien, a no ser que alguno de vosotros desee hablar de otro tema, me parece que eso es todo" dijo Jon, dando por concluida la reunión.

Catelyn

Vacío. Vacío absoluto, en muchos sentidos. Eso fue lo que dejó la marcha de Jon. Catelyn sentía el vacío de Jon en todo lo que la rodeaba. En la tienda, que parecía más grande y fría, en las comidas, en las que faltaba alguien, y en el corazón, donde el bálsamo de la dicha, la seguridad y el amor ya no cubría las heridas que habían dejado las múltiples pérdidas que la hija de Hoster Tully había sufrido.

Catelyn se había acostumbrado tanto a la voz de Jon, a su presencia, a la callosidad de sus manos y a la suavidad de sus labios, que se sentía extraña sin ellos. Era como si todas esas lunas cerca de Jon hubieran sido un sueño, y ahora Catelyn había abierto los ojos al fin. No le gustaba: a veces preferiría quedarse con los ojos cerrados.

El mejor motivo para abrir los ojos desde la partida de Jon era Ygritte. Era, si Catelyn fuera honesta consigo misma, la única razón por la que valía la pena quedarse en el campamento en vez de partir junto con Jon y su ejército.

Ya habían transcurrido las nueve lunas desde que Ygritte había quedado embarazada del hijo de Jon: el bebé podía llegar en cualquier momento, y Catelyn estaba a partes iguales impaciente y nerviosa, aunque palidecía en comparación a Ygritte.

Catelyn ya no se atrevía a dejar sola a Ygritte mucho tiempo: quería estar allí para la joven besada por el fuego cuando llegara el momento de que su hijo naciera. Era por eso por lo que seguía durmiendo a su lado, por lo que compartía todas las comidas con ella, por lo que pasaba muchas horas del día hablando y compartiendo con ella, por lo que no se alejaba mucho de la tienda cada vez que salía.

Eso era lo que Catelyn se repetía constantemente, ignorando una pequeña voz molesta en su cabeza que susurraba que era una mentira. No una mentira absoluta, pero una mentira al fin y al cabo.

Mirando hacia las paredes de pieles de la tienda, a la mente de Catelyn llegó la nueva realidad del campamento, a la que se enfrentaba cada vez que salía al exterior.

Por primera vez, Catelyn no veía el campamento abarrotado. El espacio sobraba; eran tantos los que se habían ido, que los que quedaban atrás, aun sumando muchos miles, parecían pocos. Los niños abundaban aún, corriendo por el campamento, o jugando a pelear con espadas hechas de ramas de árboles. Los ancianos se encontraban también, sus cabellos y barbas grises y en muchos casos totalmente blancos, sus rostros cubiertos de arrugas, las marcas que el tiempo había dejado en ellos.

Pero los hombres parecían haberse esfumado, y también muchas mujeres.

Había una manera muy sencilla de saber cuáles entre el Pueblo Libre eran guerreros: eran aquellos que llevaban un arma en la mano, o en la espalda, o colgada de un cinturón de piel o lana, o en el interior de un bolsillo de sus ropas. Pero ya no se veían; se habían convertido en una auténtica rareza.

Jon había dejado una fuerza de cuatro mil para guardar el campamento y a los que no podían pelear, pero los guerreros eran fácilmente superados en número de diez a uno por las personas que no lo eran. Puede que incluso fueran superados por veinte a uno. La mayoría de ellos se mantenían cerca de los límites del campamento, solo ocasionalmente aventurándose al interior del mismo, quizás en busca de un familiar o un amigo.

Las defensas que Jon había establecido se mantenían bajo vigilancia, y por órdenes suyas las partidas de exploración y forrajeo eras vigiladas con una intensidad aún mayor: cada vez que se aventuraban al exterior eran contados con cuidado para saber de cuantos consistían, y cuantos debían volver.

"Oooh…oh" el sonido hizo que Catelyn saliera de sus pensamientos "ah…. Auch"

"Ygritte" dijo Catelyn en voz baja, mirando a la muchacha dormida ante ella "Ygritte" el ceño de Catelyn se frunció en preocupación ante la mueca de la mujer más joven. Una de las manos de la mujer más joven fue a su vientre "¡Ygritte!" exclamó Catelyn, subiendo la voz. Ya estaba verdaderamente preocupada.

Los ojos de Ygritte se abrieron, y no tardaron un instante en encontrarse con los de Catelyn "Cat….Catelyn" jadeó Ygritte, antes que su lengua recorriera sus labios en un movimiento rápido y nervioso "Yo….… ah….….. el niño….… se está moviendo mucho….. más que nunca" gruñó "Me duele" dijo, al tiempo que la mano sobre su vientre se apretaba.

Catelyn solo acertó a colocar una de sus manos sobre la que estaba en el vientre de Ygritte "Tranquila, Ygritte. Tranquila" le dijo, asegurándose de que Ygritte no la perdiera de vista "Es solo el bebé, que se está acomodando" le informó, recordando haber pasado algo similar antes del nacimiento de Robb "Ygritte… creo que hoy es el día en que tu hijo llegará al mundo" le dijo, al tiempo que su mano subía por la de Ygritte, para dejar una caricia tranquilizante en su brazo. Era la única explicación que tenía sentido en ese momento.

Los ojos de Ygritte se ensancharon, pero solo por un instante "B-Bueno, pues…. pues…. ya era hora" dijo con una sonrisa temblorosa, que no engaño a Catelyn ni por un instante. Ella había pasado por lo mismo que Ygritte, y aunque la mujer ante ella fingiera relajación, resultaba obvio que estaba asustada.

Catelyn recurrió a todos sus recuerdos sobre sus cinco embarazos y la forma en que había sido tratada por maestres y curanderas durante ellos. Alzó la ropa de Ygritte para poder sentir su vientre hinchado, y efectivamente sintió como el niño se movía con violencia.

"Ygritte" dijo, llamando la atención de la mujer adolorida "Tienes que decirme algo" le pidió "¿Sientes algún tipo de humedad entre tus piernas?"

Ygritte debió sentir una nueva punzada en el vientre, porque se alzó de la cama emitiendo un pequeño gemido de dolor "¿Q-Qué?" preguntó, mirando a Catelyn con una mezcla de incredulidad y dolor "¿Qué tiene… !aaah!…. qué tiene que ver con esto? ¡Oh dioses!" exclamó con un nuevo rictus de dolor, su cabeza cayendo de nuevo sobre las pieles.

Por un momento fugaz Catelyn pensó en simplemente tocar….. ese lugar. Sintió una extraña picazón en la mano, pero se forzó a ignorarla y a pensar fuera de la bruma que había aparecido en su cabeza de manera repentina "Si sientes mucha humedad allí, como si hubieras orinado, es señal de que el parto ya ha empezado oficialmente. ¿Lo sientes?" preguntó de nuevo.

Ygritte abrió la boca, pero un nuevo gemido de dolor la hizo alzar la vista al techo "No… no lo siento" murmuró, sacudiendo la cabeza.

"De acuerdo" asintió Catelyn, sintiendo el alivio aflorar en su pecho. Aun había tiempo "Volveré en un momento" dijo.

"¡NO!" el grito de Ygritte resonó en la tienda, y Catelyn sintió los dedos de la otra mujer aferrando su mano con un agarre de hierro "¡No te vayas! ¡No me dejes sola!" suplicó.

Catelyn nunca había escuchado a Ygritte suplicar. Jamás. Era algo tan insólito de ver en la mujer más joven que durante un momento solo la miró asombrada, incapaz de reaccionar. Pero luego recordó la situación en la que se encontraban, y la razón se impuso a ella "Solo será un momento. Lo prometo. En un momento volveré, Ygritte" dijo Catelyn, dando una caricia al cabello alborotado de la otra mujer "Volveré" le repitió, tratando de hacerle entender la veracidad de sus palabras.

Ygritte la miró a los ojos y tragó, nerviosa, antes de dar un rápido asentimiento "Ve, pero rápido. Por favor" susurró.

Catelyn se alzó de un solo movimiento y corrió hacia la entrada de la tienda. Al cruzar las solapas encontró a una docena de mujeres de las lanzas montando guardia, y dio gracias por la decisión de Jon de aumentar el número de guardias para ella e Ygritte luego de su partida "¡Rápido!" exclamó, atrayendo las miradas de todas "¡Llegó el momento del parto!" declaró, sin molestarse en bajar la voz "Ustedes dos, vayan a buscar a las parteras ¿saben dónde están sus tiendas?" preguntó, y las dos mujeres asintieron antes de irse corriendo, las hachas de bronce chocando contra sus muslos mientras se alejaban "Vigilen aquí, y asegúrense de que nadie se interponga en el camino de las parteras cuando lleguen. Estaré con Ygritte" dijo Catelyn, antes de volver al interior de la tienda, sin esperar una respuesta.

Cuando volvió al lado de Ygritte, tomó la mano de ella dentro de la suya….. y lo lamentó al instante. El agarre de Ygritte, de ser posible, era todavía más fuerte, más desesperado, y Catelyn empezó a temer por la integridad de su propia mano.

"¡Jon!" masculló Ygritte, temblando por un instante "¡Tienes suerte…..de no estar aquí, imbécil de….. ¡Ah!" si Catelyn aún hubiera tenido dudas de que el momento del nacimiento hubiera llegado, el grito de Ygritte las hubiera disipado "¡Debí matarlo cuando tuve oportunidad!... ¡Nunca más me tocaras, Jon, lo juro!" vociferó al hombre responsable de su estado, aunque no podría oírla.

"Respira hondo" instruyó Catelyn, no dejando notar su gran incredulidad con respecto a las últimas palabras de Ygritte "Adentro, afuera. Adentro, afuera. Vamos, Ygritte. Ya casi es el momento. Tranquila, respira hondo" le señaló, hablando con lentitud y tratando de evitar una mueca cuando Ygritte magulló sus dedos.

Aunque aún nerviosa, Ygritte empezó a regular sus respiraciones, que pasaron de ser cortas y agitadas a más largas, más lentas, más medidas. El pecho de Ygritte subió y bajó con lentitud, y pese a los dolores en el vientre, cuyo dolor le ocasionaba muecas en el rostro, Ygritte logró una respiración más calmada.

Catelyn no se alejó de Ygritte, mientras esperaban y continuó diciendo todas las palabras que se le ocurrían para mantener a la muchacha calmada. No intentó distraerla de su dolor: solo le bastó un momento para saber que sería inútil. Así estuvieron, esperando, y esperando, y esperando.

Cuando por fin llegaron las parteras, Ygritte ya tenía el rostro rojo y la cara cubierta en sudor, mientras apretaba los dientes en un esfuerzo inútil para que no salieran entre ellos los quejidos de dolor.

"¡Ya era hora!" espetó Catelyn cuando las parteras entraron. No le importó ser descortés.

"No fue fácil pasar entre la multitud que hay afuera" se justificó la más joven, una muchacha aún más joven que Ygritte.

"¡Basta de charla niña!" regañó la anciana de espalda encorvada, empujando con una mano nudosa a la joven "Lo importante aquí es la joven que está a punto de traer a su cachorro al mundo, no las excusas" sin más la mujer se adelantó y dio una mirada crítica al lugar "Está demasiado frío. Hay que aumentar el calor en este lugar" gruñó.

"Hay un brasero de cobre al otro lado de la tienda" dijo Catelyn, recordando dormir cerca de él en sus primeros tiempos viviendo con Jon e Ygritte "Encontrarán leña y brasas calientes junto al rincón"

"Ve niña, y llévate a tu hermana" graznó la anciana, y un momento después la muchacha se fue, acompañada por otra con la que compartía el cabello largo y rizado y los labios gruesos "Ayúdame, Ghwya" ordenó a la otra mujer. No tardaron mucho en estar ambas de rodillas. Mientras la mujer joven ayudaba a Catelyn a alzar las caderas de Ygritte, la anciana tomo el dobladillo de sus pantalones y tiró de ellos hasta sacarlos, junto con la ropa interior "¿Te quedas? ¿O prefieres esperar fuera hasta que haya terminado?" espetó la mujer, mirando a Catelyn.

Catelyn no necesitó pensarlo "Me quedo" dijo. No consideró ni un instante alejarse de Ygritte. No lo iba a hacer.

"Bien. Entonces ayudarás" exclamó. No espero a que Catelyn respondiera "Quítale esas pieles de encima; necesita respirar bien. Y luego siéntate detrás de ella; tendrás que sujetarla" ordenó sin esperar respuesta.

Catelyn sabía a qué se refería la anciana; ya había escuchado de ello. Quitó las pieles de la parte superior del cuerpo de Ygritte, dejando solo la camisa de lana delgada que llevaba debajo. Luego se colocó detrás de ella, con una pierna a cada lado, y acunó la cabeza de Ygritte contra su pecho. Entonces se escuchó un sonido débil, y un momento después la parte superior de los muslos de Ygritte se humedeció, al igual que las pieles debajo de ella.

Catelyn sabía a la perfección lo que significaba "Prepárate" le dijo a Ygritte, al tiempo que apretaba su mano dentro de la de ella "Estoy contigo, Ygritte. No me marcharé de tu lado" le susurró al oído.

Ygritte alzó la cabeza y miró a los ojos de Catelyn. Una sonrisa se hizo presente en su rostro: era pequeña y temblorosa, pero aun así albergaba calor "Lo sé" dijo la muchacha.

"Llegó el momento, muchacha. Respira hondo" dijo la anciana, que se había colocado entre las piernas abiertas de Ygritte y miraba entre ellas. Con ayuda de la otra mujer habían flexionado las piernas de Ygritte "Lista….. ¡empuja!" exclamó.

"¡Aaaaaahh!" los labios de Ygritte se abrieron, al tiempo que empujaba con fuerza. Ygritte se levantó, y Catelyn la sujetó de los hombros y presionó para evitar que se alzara.

"¡Alto!" comandó la anciana "Detente. Descansa un momento y respira hondo" Ygritte hizo caso y la anciana volvió a mirar entre sus piernas "¡Empuja!" ordenó de nuevo.

"¡Aaaaaaaaahh!" el segundo grito de Ygritte fue más pronunciado que el primero, y cuando terminó se desplomó contra Catelyn "Dioses…" suspiró.

"Sshhhhh. Lo estás haciendo bien, tranquila" la alentó Catelyn, dejando que una de sus manos acariciara el cabello empapado de sudor de Ygritte.

"Vamos, muchacha. Sé fuerte. ¡Empuja!" ordeno la anciana.

"¡Aaaaaaaaaaaaaaahhhh!" el grito de Ygritte estaba tan cargado de dolor que Catelyn sintió que el corazón se le apretaba. No era ajena a los dolores del parto, y sabía que valían la pena, pero aun así…. No le gustaba escuchar a Ygritte sufrir. Pero se obligó a ignorar eso a favor de ayudarla. En vez de eso, Catelyn concentró sus fuerzas para mantener a Ygritte recostada contra su pecho "Ah…aah….." jadeó Ygritte, tragando saliva con dificultad.

"Muy bien, niña. Ya se ve la cabeza. Prepárate….. ¡empuja!" ladró la anciana una vez más.

"¡Mmmmmmm!" el grito de Ygritte cuando pujó fue camuflado por sus labios, el inferior de los cuales fue mordido por sus dientes con mucha fuerza. Demasiada. Catelyn sintió como su interior gritaba en advertencia cuando las primeras gotas de sangre mancharon la barbilla de Ygritte.

"¡No, Ygritte! ¡Abre la boca!" ordenó Catelyn, preocupada de que la muchacha se lastimara si continuara así mucho tiempo. Pero Ygritte no pareció escuchar; estaba demasiado centrada en empujar, aunque la sangre que salía de su labio aumentaba y dejaba una mancha cada vez mayor en su barbilla, y empezaba a gotear sobre su cuello.

"¡Ayúdenla!¡No dejen que se muerda la lengua!" gritó la anciana, aún desde su posición. Sus manos estaban fuera de la vista de Catelyn, y parecían sujetar algo

De pronto dos sombras se cernieron a cada lado: eran las dos muchachas que habían ido por el brasero, las de cabello rizado y rostro picado por la viruela.

"¡Abre su boca!" dijo una, antes de que ambas muchachas clavaran sus dedos en las mejillas de Ygritte. Entre ambas lograron que Ygritte dejara de morderse el labio.

"¡Ah, dueleee!" Ygritte se revolvió, desesperada, pero aun empujando. Catelyn solo acertó a soltar uno de sus hombros para colocar la mano sobre su frente, en un intento de detener los movimientos desesperados de su cabeza.

"Sssshhhh, tranquila, Ygritte. ¡Tranquila, vas muy bien!¡Ya casi acaba!¡Ya casi acaba!" le dijo, esperando que eso la calmara, pero no tuvo éxito. Ygritte volvió a morder, sus dientes seguramente dejando marcas en el interior de sus mejillas y ocasionando muecas en las manos de las dos muchachas.

"¡Ah!...Tenemos que ponerle algo en la boca…." masculló la misma muchacha de la primera vez, con una mueca de dolor en el rostro.

"¡Nada duro!¡Tiene que ser algo suave, o se lastimará sola!" gruñó la anciana "Vamos, muchacha, ya no falta mucho. Ya casi sale toda la cabeza. No falta mucho" repitió, mirando a Ygritte con el ceño fruncido.

"¡¿Que usamos?!¿Lana?¿Pieles?¿Algodón?" inquirió la muchacha, mirando a la anciana en busca de consejo.

"¡NO!¡Todo eso se mojará con su saliva y hará más difícil que tome aire por la boca!¡Busquen algo suave, pero que no se empape!" exclamó la anciana, cuyo rostro estaba fruncido por seriedad y… preocupación.

Ygritte volvió a revolverse, y Catelyn la sujetó con fuerza, desviando la vista del rostro inundado de dolor de la mujer para centrarse en su hombro derecho, donde la mano de Catelyn sujetaba para evitar que se doblara. Suave, pero que no se empape…..

"¡Sujeten sus brazos!" ordenó Catelyn a las dos muchachas, y un momento después soltó el hombro de Ygritte y metió la mano ahora libre en la boca de la joven que estaba dando a luz.

Las muchachas estaban atentas y parecían listas, porque de inmediato abandonaron las mejillas de Ygritte para cada una aferrar un brazo y sujetarlo con fuerza, empujando la mano hacia el suelo.

El dolor de Ygritte pareció al fin remitir un poco, porque abrió los ojos y por un momento brillaron de confusión, antes de que su lengua rozara la mano de Catelyn y se diera cuenta de lo que tenía en la boca.

"Olvídate de mi mano. No importa. Concéntrate en el parto" dijo Catelyn.

"¡Niña!¡Si quieres que tú y tú hijo salgan de esta vivos, debes empujar!¡YA!" comandó la anciana.

Ygritte volvió a empujar, y Catelyn sintió como los dientes se clavaban en su mano, con fuerza. Con mucha fuerza. Demasiada…..

"¡Ah!" el quejido de dolor dejó los labios de Catelyn sin que pudiera evitarlo cuando sintió que su piel se rompía y un líquido cálido manchaba el reverso de su mano "¡Sigue, Ygritte!" exclamó Catelyn, entrecerrando los ojos. Ella no importaba. Y no importaba el dolor de su mano; que Ygritte se la cortara con los dientes sería un precio bajo para que ella y el bebé estuvieran a salvo.

"¡Ya salió la cabeza! ¡Ya casi está! ¡Solo uno más, niña! ¡Uno más!" gritó la anciana.

"¡Vamos, tu puedes Ygritte!" la alentó Catelyn.

Ygritte empujó una vez más, mientras Catelyn sujetaba su frente con una mano y mantenía la otra firmemente posicionada en su boca, pese al dolor….

Y entonces todo se detuvo. Los dientes de Ygritte dejaron de lastimar la mano de Catelyn, y la muchacha cayó rendida en el regazo de la mujer, agotada y jadeando aun con la mano en su boca. Pero todo eso pasó desapercibido para Catelyn…

Lo único en lo que podía concentrarse era en el llanto que inundó la carpa, para luego inundar los oídos de Catelyn y su mente, y luego su corazón….. y su alma…..

Catelyn había olvidado que existían sonidos tan hermosos, y sintió como las lágrimas caían de sus ojos y recorrían sus mejillas.

¡Tada! Qué final ¿eh? Modestia aparte, pero siento que me que me quedo bastante bien el capítulo.

¡Y eso es todo por esta semana, gente! ¿Qué tal el parto? ¿Les gustó? ¿O no? ¿Y el resto del capítulo? Sean tan amables de dejar todos sus pensamientos, opiniones, sugerencias, críticas (constructivas) y más en un review. Los aprecio mucho y siempre hago mi mejor esfuerzo para contestarlos como se debe.

Bien, otro tema a tratar. Como estoy seguro de que saben, en estos días gran parte del mundo sufre bajo el virus conocido como coronavirus (o Covid-19). No tengo palabras para expresar la gravedad de esta amenaza, que lamentablemente no parece tener solución o final a la vista. Por este y otros motivos no puedo más que suplicarles que tomen todas las debidas precauciones, y por favor no caigan en creencias sin fundamento como "yo no me enfermo nunca" o "a mí no me va a agarrar el Covid-19". Eso nadie lo puede garantizar: vida tenemos una sola, y debemos cuidarla.

Bien, eso es todo. Trataré de subir el siguiente capítulo en una semana, pero como siempre: no prometo nada.

Saludos y que estén bien (sobre todo de salud. Y que sigan así).