Bien, primero lo primero. Hola a quienquiera que lea esto. Bien, la verdad es que estoy muy atareado por muchas cosas en estos días, así que una disculpa si doy respuestas secas como lengua de loro y cortas como patada de Tyrion….digo, de enano.
En fin, más allá de todo, gracias sinceramente a Xechu. S, miguel , JL Dragneel Storm, javi 30, jean d'arc, Trinity Seven, coki 13566, Luna, Meera y outcome 5 por todos sus reviews, que son una verdadera alegría en estos tiempos para mí. Y hablando de los mismos:
Xechu. S: si viste, una campaña sin derrotas sería genial, pero me parece que también irrealista. Y sí, Ygritte y Catelyn avanzan pasito a pasito como decían Fonsi y Lovato jajaj. Si bien puedo entender a lo que te refieres en cuanto a las relaciones de Jon, me permito señalarte algo: la relación de Jon con Ygritte no es lo que le concede la lealtad del Pueblo Libre (que no siguen a una persona por cuestiones como esas) aunque reconozco que le da una cierta ayuda con ellos. En cuanto a Sansa, si, te entiendo, sería una buena forma de atar más el Norte a Jon. Y en cuanto a Shireen, también entiendo (vi una foto de la actriz que interpretó a Shireen en la serie, y es muy hermosa), pero ya no podrá ser. En fin, te mando un saludo y ojala que todo esté bien por allá.
Miguel Giuliano. Co: Jon avanza rápido, sí, pero es una gran distancia hasta Invernalia. Y también lo es desde los vados hasta Jon. Aquí veremos algo al respecto. Si, puedo entender a lo que te refieres con el Sur, y no negaré que el Norte es más importante en estos capítulos, pero no se siente bien hacer vistas demasiado cortas. Quiero centrarme en el Norte, pero tampoco quiero dejarlos a ustedes muy a ciegas al respecto con el Sur. Habrá un punto de vista del Sur en este capítulo, pero creo que lo encontrarás interesante, sobre todo el final. Bueno, te mando un abrazo y nos leemos pronto.
JL Dragneel Storm: la desmoralización del ejército en los vados… bien, aquí veremos al respecto. Los Hijos del Hierro tendrán que esperar, pero ya tengo bien pensado lo que será de ellos en futuros capítulos. Los sureños están más interesados en sus conspiraciones que en amenazas "salvajes", y así lo estarán por un tiempo. Saludos y que estén bien.
Javi 30: me alegro que te parezca realista, y concuerdo contigo: los números son buenos, sí, pero la táctica y la estrategia son mejores: las campañas de Julio Cesar en la Galia son un buen ejemplo de ello. Ciertamente, los escorpiones son muy peligrosos, incluso para los gigantes (recuerdo bien la muerte de ese gigante de barba gris por un disparo de escorpión en el ataque al Castillo Negro en la serie) pero tienen dos graves debilidades: la velocidad de recarga y su manejo. Los escorpiones son de lenta recarga, ya que requieren la cantidad correcta de torsión (en caso contrario se daña), y no cualquiera puede manejarlos. Hace falta estar familiarizado con el arma y practicar con ella antes de usarla. Como decía, Roose es alguien con experiencia en la guerra, y lo que busca por ahora es provocar a su enemigo para que marche (lo que minaría sus energías) y pelear en sus términos. Si Ramsay se atrevería a atacar a Catelyn e Ygritte…yo creo que sí, se atrevería, pero lo que haría Jon al respecto…..bueno, imagínate. Y sí, en el campamento hay un pequeño ejército de 4.000 hombres y un puñado de gigantes. No están indefensos. El Norte está observando, esperando ver como acaba la lucha. Manderly es el más poderoso de los señores que se mantienen neutrales, pero no el único. Espero hacer que Ygritte y Catelyn sean en verdad inolvidables, ojala que cuando llegue el momento cumpla con las expectativas (y sí, ¡Jon es un suertudo de los que no hay!). Te mando bendiciones y que tú y todos los tuyos estén bien.
Jean d'arc: gracias, gracias, en verdad gracias por tu opinión. Me alegro de que la batalla quedara realista. También me da gusto que Glover haya quedado bien. Y una vez más Catelyn e Ygritte sacan sonrisas ¡qué bueno! Conozco bien esa sensación que causan los niños la primera vez que los conoces, y gracias a mis sobrinos conozco bien lo duro que pueden morder ajajaj. Me alegro que la explicación te fuera útil. Un beso y que estés muy, muy bien.
Trinity Seven: yo nunca dije Targaryen…. Pero igual ¡hurra por el nuevo bebé!. Y te entiendo, la pérdida de la espada Fuegoscuro fue en verdad una tragedia (concuerdo contigo: ¡Jon con ella se habría visto genial con ella, tanto en los libros como en la serie!) Yo siento algo similar en torno al mandoble Hielo de los Stark: nunca, pero juro ¡nunca! perdonaré a los Lannister por fundirlo ¡¿Quién mierda se creen que son?! (emoji de cara enojada). En fin, olvidando mi molestia, un saludo y nos leemos pronto si Dios quiere.
Coki 13566: si viste, tomar un castillo con facilidad solo para caer en los vados…que tristeza. Respondiendo tú pregunta: me inclino a creer que Yara, aunque Asha tampoco está mal, de ahí que el nombre de la hermana de Theon en mi historia sea Asha. Sí, Fantasma los tendrá: ¡el mundo necesita más lobos huargo! Bien, un saludo y nos leemos pronto.
Luna: No sabes lo que me da escribir de Catelyn e Ygritte, me pican las manos de la emoción jajaj. Y sí, los hombres del Hierro son los más jodidos de todos según yo. Sí, los Bolton han tenido un buen momento, lamentablemente para Sigorn y Helmat. Bueno, un abrazote grande y ojala te guste este capítulo (hay una parte que encontrarás muy interesante).
Meera: un placer leerte nuevamente, y me alegro de que el capítulo te haya parecido bien plasmado. Wyman genera intriga sí, pero tendrá un papel a jugar, te concedo la razón en eso. En cuanto a Sigorn…bueno, lo has dicho mejor que yo: todo puede pasar. Y para concluir, Ygritte y Catelyn: ¡ay! Que decir, es tan lindo escribir de ellas, y es muy bueno saber que gustan. Todo fue bien, así que aquí estamos, una semana más tarde. Ojalá el capítulo te guste. Un abrazo y hasta pronto si Dios quiere.
Outcome 5: aquí el siguiente capítulo, y ojala te parezca bueno. Un abrazo y que todo vaya bien.
*También quiero dar gracias a quienes siguen la historia, la tienen entre sus favoritos o simplemente la leen. Anímense a dejar un review, así me hacen feliz y puedo saber que opinan concretamente de mi historia.
-Bien, basta de hablar. Vamos a lo que los trajo hasta aquí-
Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.
Hother
Cuando fue convocado a una audiencia en el solar de Roose Bolton, supo que había pasado algo muy serio. Dirigió una breve mirada a la espada que colgaba de su cinturón antes de seguir al sirviente a través de los pasillos de la fortaleza, hasta llegar a la cima del Gran Torreón, donde dos soldados con capas rojas con gotas de sangre bordadas flanqueaban una puerta. Uno de ellos la abrió al ver acercarse a Hother, y Mataputas cruzó sin mostrar temor.
Dentro del solar se encontraban siete hombres: Roose Bolton, su bastardo, Aenys Frey, Rodrik Ryswell, Arnolf Karstark y sus hijos. Bolton era el único que no dejaba denotar sus emociones, sus ojos grises y apáticos perforando a Mataputas como un cuchillo. Frey y Ryswell estaban con el ceño fruncido, y por una vez el brillo de locura del bastardo no era el más fuerte de la habitación: era opacado por Cregan Karstark, que bufaba como un toro enfurecido mientras miraba una carta en manos de Ryswell.
"Mi señor" dijo en voz baja, mirando a los ojos de Roose Bolton, al tiempo que trataba de disimular el odio de su voz. No creyó tener mucho éxito.
Roose Bolton dio un breve asentimiento, tan minúsculo que Mataputas casi no lo notó "Os he hecho llamar porque han llegado noticias que creo que encontraréis….. de interés" susurró. Roose Bolton nunca alzaba la voz más allá de un susurro.
Como si esa fuera su señal, Ryswell extendió la mano con la carta y el sobre. Hother tomó ambos objetos sin decir nada y posó sus ojos en la carta.
Escribo esta carta desde el solar de mi padre, sentada en su silla.
Hago esto con el propósito de declarar de manera abierta mi apoyo, y el apoyo de la Casa Karstark, a la causa del Rey Jon. Por este medio también advierto que cualquier hombre perteneciente a las tierras juradas a Bastión de Kar que ose alzarse en armas en contra del Rey Jon o los suyos se considerara un traidor asimismo a la Casa Karstark, que no aceptara su retorno a sus tierras, ni intercederá de ninguna forma ante el Rey Jon por ellos.
Al verme forzada a huir de mi castillo para evitar caer en manos de los miembros traidores de mi familia, pensé que la pérdida de mis posesiones era ya un hecho inmutable. Sin embargo, merced a la gracia de los Dioses Antiguos, fui recibida y apoyada por Jon Stark, el Rey en el Norte.
Con la ayuda del Rey Jon, he recuperado mis derechos. Su Alteza generosamente ha dispuesto un ejército de más de seis mil hombres para ayudarme a recuperar mi castillo y tierras, cosa que ya ha ocurrido, y casi sin derramamiento de sangre.
Arnolf Karstark, por medio de esta carta te señalo culpable de tratar de privarme de mis derechos legítimos, crimen en el cual tus hijos y nietos fueron cómplices. Te declaro culpable asimismo del asesinato de hombres leales a la Casa Karstark durante tu usurpación de Bastión de Kar y tu intento de aprisionarme dentro de mi propia fortaleza, así como tratar de forzarme a un matrimonio entre mi persona y tu hijo mayor, Cregan. Por estos crímenes te declaro traidor a mí persona y a la Casa Karstark, declaración que también afecta a tus hijos y nietos.
Lady Alys Karstark, hija de Lord Rickard Karstark y Dama de Bastión de Kar.
Cregan
Hother Mataputas bajó la carta y paseó la mirada por su padre, antes de dirigirla a Roose Bolton.
"No os equivocasteis, mi señor. Es una carta muy interesante" dijo el anciano Umber, la indiferencia en su tono desmintiendo sus palabras.
"¡¿Interesante?!" rugió Cregan con fuerza, impulsado por la falta de emoción del maldito anciano "¡Mi hogar ha sido invadido y arrebatado a mi familia por unos salvajes sucios! ¡Y todo lo que decís al respecto es que es interesante!"
"Cuida como me hablas, Karstark. Si sabes lo que te conviene" gruñó Mataputas, mirando a Cregan con los ojos entrecerrados, al tiempo que acercaba la mano a la empuñadura de su espada.
La mano de Cregan estaba a punto de llegar a su propia espada mientras juraba para sus adentros que en cuanto desenvainara mataría al maldito viejo, pero el sonido de una voz lo distrajo.
"Basta" graznó Arnolf en voz baja, poniendo una mano arrugada en el hombro de su hijo, al tiempo que sus ojos brillaban con advertencia. Cregan se detuvo, pero eso no le impidió perforar con sus ojos a Mataputas.
Mataputas solo miró un instante al padre de Cregan antes de volver a centrarse en Roose Bolton "¿Por qué me habéis mandado llamar aquí? ¿Qué tiene que ver el contenido de esta carta conmigo?" preguntó.
El maldito anciano estaba jugando, Cregan estaba seguro "¿Cómo fue que llegaron esos salvajes bastardos a Bastión Kar, eh?" espetó "¿Por dónde tuvieron que pasar para llegar al castillo de mi padre?" inquirió con sarcasmo. Todos en la habitación sabían perfectamente que solo había un camino para que los salvajes llegaran a Bastión Kar. A través de las tierras Umber.
"¿El castillo de tu padre?" repitió Hother, alzando la barbilla "Hasta donde recuerdo, los hijos e hijas van antes que los tíos. Y aunque tu primo esté muerto, aún le queda un hijo y una hija vivos" dijo, su vista centrada en un punto de la pared, por encima de las cabezas de todos.
"Harrion murió" insistió Cregan. El último hijo de Rickard había estado desaparecido por más de un año: sin duda estaba muerto.
"Entonces la ley convierte a la hija de Rickard en la señora de Bastión Kar" Hother Mataputas alzó la carta que aun llevaba en la mano "Y por lo que dice esta carta, ya se está considerando como tal"
"Alys murió de una enfermedad: yo mismo estaba presente cuando la enterramos junto a su madre" habló en ese momento Arthor. El hermano menor de Cregan recitó la historia que habían acordado sin pestañear "Esto no son más que mentiras" dijo, señalando la carta con un dedo.
"Sí. Además, eso no es importante ahora" dijo, ansioso por devolver la conversación a aguas más alejadas de su sobrina "Lo importante aquí es que tenemos a un hombre que nos debe explicaciones" espetó, mirando a Hother.
"No sé de qué estás hablando, Karstark. Habla claro o cierra ese pozo de mierda que tienes por boca" repuso Hother con frialdad.
Cregan vio rojo por unos momentos, pero antes de que pudiera arremeter contra el anciano, su propio padre habló "Mi hijo es un hombre de fuertes declaraciones" ofreció Arnolf a modo de disculpa, mirando hacia Bolton. Cuando no obtuvo más respuesta que un parpadeo, se volvió hacia Mataputas "Para que esos salvajes tomaran Bastión Kar debieron cruzar por tierras Umber, mi señor" informó.
"Como si no lo supiera" saltó en ese momento el Frey, mirando a Mataputas "¿Decidme, mi señor" inquirió, alzando una ceja en cuestionamiento "acaso vuestra Casa ha roto la lealtad con Su Alteza el Rey Tommen y con Lord Roose, el Guardián del Norte?" preguntó.
Mataputas respiró hondo antes de responder "No. Los Umber somos leales al Rey Tommen" dijo con voz ahogada.
"¿Entonces por qué vuestro hermano, quién si no mal recuerdo se ha quedado a cargo de vuestro castillo, no nos envió mensaje alguno sobre este ejército salvaje atravesando sus tierras?" inquirió Frey. Parecía disfrutarlo.
"Si deseáis saber el porqué de las acciones de mi hermano, os sugiero que habléis personalmente con él" dijo Mataputas, antes de recorrer la habitación con la mirada "Como bien sabéis todos, no he tenido contacto alguno con mi hermano Mors desde que fui convocado por Lord Bolton para jurar lealtad en nombre de los Umber y apoyar el restablecimiento de la Paz del Rey, en el Norte"
Cregan resopló en incredulidad. Si Hother Umber estaba allí presente era solo debido a que su sobrino era un prisionero en Los Gemelos. La paz del Rey no le importaba a Mataputas más de lo que lo hacía el contenido de un orinal.
"Lo que mi hermano haya hecho o no, está más allá de mi saber. Y de mi responsabilidad" continuó Mataputas "Soy leal al Rey Tommen. Y ahora, si no tenéis otra pregunta u alguna orden para mí, Lord Bolton, pido permiso para retirarme" dijo.
Bolton solo se limitó a un breve gesto de la mano a manera de aceptación. En cuanto la puerta se hubo cerrado detrás de Hother Umber, Cregan se adelantó "Está mintiendo. Su hermano es un maldito traidor, y se ha aliado con esos salvajes. Él lo sabía desde antes, estoy seguro" insistió, mirando a Bolton.
Roose Bolton solo lo miró con ojos que enfriaron la ira de Cregan con terror "¿Podéis probarlo, mi señor?" susurró.
Tomó todas las fuerzas de Cregan para no dar un paso atrás. Ese tono estaba lleno de una indiferencia que dejaba entrever que a Roose Bolton tanto le daría escucharlo como matarlo.
"Mi hermano habla desde su dolor" se inmiscuyó Arthor, desde su posición junto a su padre "Bastión de Kar es el hogar de mi familia, y su pérdida es un motivo de gran pesar para todos nosotros" explicó "Pero no tenemos duda de que con la ayuda de tan nobles señores y tan valiente líder, sin duda podremos recuperar nuestro hogar pronto" expresó.
Cregan se contuvo de lanzar una réplica a su hermano; alabar y besar el culo de otros era lo único que Arthor había aprendido a hacer bien en toda su vida.
"Así será. Una vez hayamos lidiado con el bastardo, giraremos hacia el este y expulsaremos a esos salvajes de vuestras tierras" saltó en ese momento el Frey.
A Cregan no le gustó lo que oía "El bastardo está muy lejos de Invernalia según el último informe. Sin duda podríamos expulsar a sus amigos de Bastión Kar y volver a tiempo para enfrentarnos a él" todos los espías e informes concordaban en que el ejército del bastardo estaba formado casi totalmente por salvajes. No sería difícil deshacerse de ellos, Cregan estaba seguro.
"No" susurró Roose Bolton "El bastardo es la prioridad. Si él muere, los salvajes se dividirán a los cuatro vientos y podremos cazarlos a voluntad. Esperaremos a que venga a nosotros y lo venceremos entonces" el señor de ojos de hielo se levantó de su silla "Bastión Kar tendrá que esperar" concluyó, antes de despedirlos a todos.
Por primera vez desde que había tratado con Roose Bolton, Cregan sintió como su miedo por el hombre era superado por su ira.
Jon
Se encontraba en la muralla sur del Último Hogar, sus ojos posados en una serie de arqueros practicando. Sus ojos, pero no sus pensamientos. Sus pensamientos estaban en Ygritte, Catelyn, y el bebé. Estaban en ellos en cada momento de paz que tenía.
Desde que Jon había llegado al castillo, había ido cada noche al Bosque de Dioses, y había orado de manera incansable. El Rey en el Norte y más allá del Muro había pasado demasiado tiempo entre el Pueblo Libre para arrodillarse ante cualquier hombre, pero con gusto se arrodillaría ante los dioses si tuviera certeza de que eso los haría más favorables a sus oraciones. Pero no la tenía: había orado de pie.
Jon oró por su hijo, para que lograra llegar al mundo sin problemas, y para que su salud nunca lo abandonara. Oró por Ygritte, para que su fuerza no mermara en los momentos finales de su embarazo, y para que saliera intacta de él. Oró por Catelyn, dando gracias por haber hecho que sus caminos se cruzaran en la inmensa vastedad de las tierras al norte del Muro. Oró por las almas de sus hermanos y de su padre, para que encontraran la paz. Oró por Sansa, cuyo paradero era desconocido. Oró por Arya, de quién no sabía si en verdad estaba en Invernalia o no. Oró por la victoria de los suyos contra los Bolton, por la prosperidad de su pueblo, por su supervivencia a los Caminantes Blancos.
"Su Alteza" la voz de Rickard Liddle, uno de los guardias de turno, lo sacó de sus pensamientos. Jon giró la cabeza y vio que el Liddle se encontraba parado contra las almenas, su brazo extendido para evitar el paso de una joven sirvienta, una muchacha de ojos grandes y poca barbilla.
"¿Qué ocurre?" preguntó Jon.
"A-Alteza, el maestre me ha pedido entregaros un mensaje" dijo, al tiempo que llevaba una mano al bolsillo. La muchacha soltó un grito ahogado cuando Rickard desenvainó la espada y la sostuvo ante ella.
"Despacio. No hagáis movimientos bruscos" dijo Rickard en voz grave.
Jon se forzó a contener un suspiro. Entre su recién creada guardia personal, Rickard Liddle era uno de los más precavidos en cuanto a las amenazas, bordeando el extremo de la paranoia.
"Calma, Rickard. No creo que una asesina anunciara su presencia de manera tan clara, y menos que intentara matarme al aire libre y en pleno día" dijo, al tiempo que se adelantaba.
"Si, Alteza" murmuró Liddle, al tiempo que bajaba la espada. La sirvienta sacó un sobre y lo extendió hacia Jon.
Cuando Jon examinó el sobre asintió con aprobación: el sobre estaba intacto, al igual que el sello de cera roja. Sonrió cuando vio el puño enguantado en él.
La carta dentro del sobre era corta y sin detalles: castillo tomado. Enemigos muertos o capturados. Unión fructífera. El chico está ileso. Concluía con una frase que Jon encontró muy interesante. Líder enemigo capturado. Es MUY importante.
Jon asintió con aprobación. Glover había hecho caso a su advertencia: no había dado detalles importantes en su carta, solo lo más primordial. Se preguntó quién sería este líder que Glover consideraba tan importante, pero debería esperar para saberlo en persona.
Jon alzó la vista y vio que era observado por su guardia personal, así como por la sirvienta "Gracias" le dijo a la sirvienta "Por favor, buscad a Mors Umber y decidle que deseo hablar con él. Lo esperaré aquí"
"Si Alteza" murmuró la mujer, antes de dar media vuelta e irse a paso presuroso.
"¿Qué dice ese papel?" preguntó Jornbael. El hombre de la Costa Helada era diez años mayor que Jon, y leal, aunque demasiado curioso.
"No es tu lugar interrogar al Rey" le recordó en ese momento Ery. La nieta de Ygon Oldfather miraba al otro guardia con el ceño fruncido, a juego con el de Rickard Liddle.
"Al anochecer lo sabrán" dijo Jon, mirando a sus guardias.
Cuando llegó Mors, los arqueros ya habían terminado su entrenamiento y se retiraban.
"Me dijeron que deseabais verme, Rey Jon" dijo Carroña, haciendo una breve inclinación con la cabeza.
"Así es" confirmó Jon "Hay algo que deseo pediros…."
Val
La hermana de Dalla había esperado que la estancia de Jon y su ejército en el Último Hogar fuera corta. Solo un ligero descanso antes de que siguieran al sur, reforzados con las fuerzas de los Umber y con más guerreros del Pueblo Libre. Se había equivocado. Jon había instalado a su ejército en los alrededores del castillo y había continuado los entrenamientos en los alrededores.
Los entrenamientos se habían convertido en algo obligatorio: ya no solo el Pueblo Libre, sino también los norteños, eran forzados a practicar movimientos de pies, posturas de defensa y ataque, y formaciones de batalla. Y debían practicarlos juntos. Los muros de escudos estaban formados por norteños y Pueblo Libre por igual, y los combates individuales entre caudillos y nobles se habían tornados en combates entre parejas, formadas siempre, sin excepción, por un guerrero nacido al norte del Muro y otro al sur de él. También los animales se habían visto ocupados: por orden de Jon todos los caballos destinados a la batalla eran forzados a ser llevados por las riendas hasta los mamuts, y dejados ahí durante largos periodos de tiempo, para acostumbrarse a los olores y la presencia de las masivas criaturas peludas. Jon había insistido en que caballos y mamuts unidos harían una carga montada mucho más efectiva, y que la única forma de que los caballos no se espantaran de los mamuts durante la misma, era acostumbrarse a ellos de antemano.
Val no negaría que estaba impaciente. Confiaba en Jon, en verdad lo hacía, pero eso no impedía que con cada día que pasara, sintiera como su deseo de marchar a la guerra era mayor. Y no era la única. Más de una vez Val había escuchado susurros mientras se movía por el Último Hogar o por las afueras del castillo: hombres del norte y del Pueblo Libre por igual se preguntaban lo mismo: ¿Iban a quedarse en el Último Hogar para siempre? ¿Qué esperaba su rey para marchar a la guerra?
Por lo que, cuando llegó un mensajero con la orden de que todos los caudillos y señores debían presentarse en el salón principal del Último Hogar para escuchar nuevas noticias de la boca del rey, supuso que la espera por fin había terminado. De inmediato se despidió del anciano con el que estaba hablando y se encaminó a las puertas del castillo.
Cuando finalmente cruzó las puertas del gran salón, Val se detuvo un momento para asimilarlo todo. Las mesas y bancos habían desaparecido, y hombres y mujeres se reunían en el salón. Y en la parte alta, donde se había ubicado la mesa destinada a la familia Umber, estaba ubicado Jon. En los extremos de la parte alta había unos pocos caudillos, pero era la guardia personal de Jon la que estaba más cerca de su rey. Los dieciséis guardias estaban en silencio estoico, con sus ojos observando a la multitud ante ellos y sus manos en sus armas.
Las paredes estaban cubiertas de estandartes: en la pared detrás de Jon estaba el más grande, mostrando el lobo huargo gris sobre campo blanco de la Casa Stark. A su lado, en la que, según los arrodillados, era una posición de honor, estaba el gigante rugiente de Umber. Otros estandartes mostraban tres cardos en campo amarillo, un oso de sable en campo de sinople, tres cubos en campo azul, y más.
Y otros más eran estandartes recientes, creados por algunos caudillos del Pueblo Libre. Algunos habían llegado al castillo ya terminados, y otros se habían completado luego. Val no estaba muy cómoda con la idea de que tuvieran estandartes como los arrodillados, ni que debieran seguirlos como un animal hambriento sigue la comida. No tenía uno propio, ni planeaba tenerlo, pero no criticaría a los que ya tenían los suyos.
Los caudillos que ya tenían estandartes eran seis: Gerrick Sangrereal, Harma Cabeza de Perro, Doss el Ciego, Kyura, Styr y Tormund Matagigantes.
El estandarte de Gerrick era por mucho el más simple de todos: tan solo una corona de color hierro sobre campo sanguíneo, para denotar su parentesco con Raymun Barbarroja, el último Rey-más-allá-del-Muro antes de Jon.
El estandarte de Kyura, por su parte, había sido influenciado fuertemente por la memoria de su padre Kileg, muerto en batalla contra los hombres de Stannis Baratheon en el Bosque Encantado: una oreja de madera en campo azur con una bordura gruesa de color sangre.
Luego estaba el estandarte de Harma Cabeza de Perro, que exhibía a cualquiera que lo viera su total aversión a los perros: una cabeza de perro de sable empalada en una lanza en campo color sangre. Harma había reconocido ante Val que había aceptado tener un estandarte ante la molesta y constante insistencia de su sobrina.
El estandarte de Doss el Ciego era un absoluto enigma para Val, y tenía entendido que también para el resto del Pueblo Libre. Ni siquiera las mujeres de Doss y sus hijos e hijas sabían explicar porque el caudillo había elegido un caballo rampante en círculo de llamas en campo de acero.
El estandarte de Styr no era malo, pero demostraba con total claridad dos de los rasgos más característicos de los thennitas: su devoción a las antiguas costumbres, y el gran valor que le concedían al bronce.
Y de todos los estandartes del Pueblo Libre, sin duda alguna el de Tormund era el más extravagante, una mezcla de colores tan grande que Val sintió que su aliento se iba la primera vez que lo vio. Dividido en cuatro partes, mostraba en cada una de ellas algo diferente: una corona de oro sobre un barril de madera en campo de gules, un cuerno de guerra leonado sobre campo de plata, un oso negro sobre campo naranja, y un puño alzado en campo gris flanqueado por dos relámpagos de plata. Con eso Tormund hacía presente cuatro de los nombres por los que era conocido por el Pueblo Libre: Rey del Hidromiel en el Salón Rojo, Soplador del Cuerno, Marido de Osas, y Puño de Trueno.
A base de empujones Val se abrió paso hasta estar en la parte delantera de la multitud, que aumentaba cada vez más. Alzó la vista y vio a Jon observando directamente a ella. Val dio una mirada de intriga, y Jon le dirigió una mirada que le pedía paciencia. Val solo suspiró antes de cruzar los brazos y esperar.
Los momentos pasaron, y más y más personas se sumaron a las que ya estaban en el salón. Las voces se fueron haciendo cada vez más numerosas: hombres y mujeres por igual susurraban, murmuraban y hablaban, cuestionándose unos a otros acerca de si alguno de ellos sabía cuál era el motivo por el que habían sido reunidos allí.
"¡Escuchen!" "¡Escuchen todos!" "¡PRESTEN ATENCIÓN!" un puñado de voces gritaron. Las voces pertenecían a la guardia de Jon, que exclamaron en dirección a la multitud. Val observó cómo Jon alzaba ambas manos, y casi al instante se hizo el silencio en el salón.
"Sé que sin duda se preguntarán el porqué de esta reunión apresurada" dijo Jon, al tiempo que bajaba sus manos "La razón es que nos han llegado noticias muy importantes, que todos deben saber" una de las manos de Jon subió hasta la empuñadura de su espada, donde reposó "El ejército enviado hacia el oeste, al mando de Galbart Glover y Aki Veintehijos, llegó a Bosquespeso. Tal como debía, el ejército atacó con fuerza las murallas del castillo, defendidas por los Hijos del Hierro. La lucha fue feroz, y nuestros enemigos lucharon sin dar ni pedir misericordia alguna…." Los susurros y murmullos detrás de Val se volvieron a oír "pero no fue suficiente" continuó Jon, silenciando una vez más las voces.
Todos en el salón miraban al rey con atención, y Val no era la excepción. Quería escuchar de boca de Jon las palabras que confirmaran sus sospechas, las mismas que acababan de sembrar una semilla de emoción en su interior.
"Nuestro ejército traspasó las murallas del castillo ¡Los norteños y el Pueblo Libre lucharon lado a lado, con todas sus energías y por un mismo objetivo! Y eso… fue lo que al final…. ¡nos dio la victoria!" gritó Jon, alzando un puño.
El rugido de euforia que surgió en el salón sin duda se escucharía por todo el castillo y más allá.
Jon
La alegría se había disparado entre el ejército al enterarse de la victoria en Bosquespeso. Los aullidos de euforia y alegría se habían escuchado durante gran parte de la noche siguiente. Los hombres de los clanes norteños, con los Wull a la cabeza, habían hecho brindis para celebrar la derrota y expulsión de los Hijos del Hierro, y una infinidad de guerreros, muchos de ellos jóvenes, hombres y mujeres, se jactaron de que cuando pelearan contra los Bolton opacarían la gloria de los guerreros en Bosquespeso por mucho.
Pero junto con la alegría también había aumentado la impaciencia. El Pueblo Libre y los norteños por igual se volvían cada vez más ansiosos por partir al sur. Ya había habido media docena de caudillos y señores que se habían acercado a Jon con un pobre pretexto para preguntar casualmente sobre que esperaban para ir a la guerra. Jon daba respuestas largas y ambiguas, siempre dando a entender que el momento justo se acercaba cada vez más, y que lo mejor que podían hacer mientras tanto era continuar preparándose para la batalla. Y eso habían hecho: las armas se habían seguido forjando en las herrerías del castillo, y los hombres habían seguido entrenando en las afueras del mismo. Había algunas reservas de cuero endurecido en el castillo, y Jon que fuera transformado en grebas, guantes y protectores para la guerra. El cuero endurecido no era tan bueno como el acero en cuanto a la protección, pero era mejor que nada.
Cuando Jon recibió la carta, sintió como su corazón se saltaba un latido. El lacre de cera blanca que mantenía cerrada la carta había sido apretado contra el papel con un sello que llevaba tallado un sol. Lo abrió y empezó a leer con premura. Cuando terminó volvió a leer la carta, en caso de que hubiera pasado por alto algún detalle.
…el castillo se rindió, y nadie fue dañado…
…Mis compañeros están ansiosos por partir, y para mañana estarán en camino…
Jon asintió con aprobación, al tiempo que una sonrisa pequeña aparecía en su rostro. Pero, al leer la última parte, no pudo evitar fruncir el ceño.
Lamento que mis familiares no pudieran estar presentes, pero han asistido a un encuentro en otro lugar; uno muy importante. Me temo que los caminos puedan ser peligrosos, pero el Maestre me ha asegurado que han llevado un generoso grupo de guardias con ellos: casi medio millar.
El ceño de Jon se hizo más pronunciado, mientras pensaba: si los familiares de Alys no habían estado allí para tratar de defender Bastión Kar, era porque se habían ido….. Y Jon creía tener una idea de a dónde: Invernalia.
Suspirando ante el conocimiento de que el ejército de los Bolton era aún más grande de lo que temía, Jon acercó la carta a una vela encendida, viendo como las llamas lamían la hoja y se extendían sobre ella. Cuando la mayor parte de la carta ya se había quemado, Jon la soltó, viéndola caer hasta el suelo, donde las llamas la terminaron de consumir.
Miró a través la ventana, donde la noche había cubierto el cielo por completo. Aun no era demasiado tarde: mandaría llamar a los caudillos y jefes de clanes, para informarles que prepararan a sus hombres. Partirían hacia Invernalia al día siguiente.
Sigorn
En cuanto el campamento estuvo montado y con suficientes guardias, Sigorn desapareció de la vista de todos por unos momentos, que aprovechó para quitar su armadura y cualquier otro objeto que pudiera hacerlo reconocible, antes de cubrir su cabeza con una larga capa de lana con capucha y empezar a recorrer el campamento. Quería escuchar en persona lo que comentaba el ejército.
No fue nada agradable. Los hombres y mujeres por igual ya no se veían orgullosos; muchos tenían los hombros caídos y los rostros sombríos.
"No puedo creer que nos hayan derrotado" dijo una mujer de las lanzas con el ceño fruncido.
"Si el Lobo Blanco estuviera aquí no habría pasado. Con él al mando habríamos vencido y estaríamos durmiendo al otro lado del río"
"Es cierto. Pero no está aquí. Solo tenemos a un par de niños que están tan verdes que orinan hierba"
"¿Que rayos pensaba el Rey cuando los puso a cargo?"
"Pensaba que eran capaces de dirigir"
"Se equivocaba. No son capaces"
"Solo nos dirigieron a una maldita trampa"
El hijo de Styr se alejó de ellos con discreción para escuchar otra conversación, y otra, y otra. Cuando por fin Sigorn escuchó todo lo que podía tolerar, se movió en silencio, alejándose del campamento hasta llegar a la loma en la que había estado antes, durante su desastroso intento de cruzar el río. Observó con atención los vados, donde las luces de las antorchas iluminaban los dos extremos, a cada lado del río. Las figuras recortadas por las llamas junto a la orilla oriental eran pocas; las que estaban junto a la occidental, muchas.
Los vados estaban despejados; los últimos cuerpos de sus compañeros caídos habían sido arrojados a la corriente horas atrás, tras ser despojados de armas y objetos de valor por sus enemigos.
"¿Algún cambio?" preguntó a los centinelas.
"Nada" dijo uno de ellos, una mujer de las lanzas cubierta con una gruesa piel oscura, a juego con su largo cabello "Hemos oído lo que parecían risas, pero lejanas. No parecen ansiosos por moverse del río" escupió.
"Arrodillados de mierda" gruñó otro centinela, un hombre de poblada barba negra y una gran hacha de piedra en las manos "Se esconden detrás de él, como un niño detrás de su madre" escupió con rabia.
Sigorn no pronunció palabra más que para despedirse, antes de continuar su camino. Debía hablar con alguien, y por fortuna la encontró rápido. Estaba recostada contra un árbol caído, con una de sus piernas dobladas y el codo apoyado sobre la rodilla.
Sigorn hizo un gesto y ella le contestó con uno propio. No hacían falta palabras para que se entendieran; el thennita se recostó del árbol, a una distancia prudencial de la mujer.
El silencio era espeso, solo roto por las voces lejanas del campamento. Ninguna palabra se pronunció, pese a que había mucho de lo que hablar.
"Tenemos que avisarle al Rey" dijo Helmat al fin "Tiene que saber lo que ha pasado aquí"
Sigorn hizo una mueca. El Rey le había confiado un ejército, le había dado un gran honor. No quería informarle que había pagado su confianza con una derrota. Una pequeña, pero una derrota al fin y al cabo.
"Sigorn" llamó Helmat, mirando al hombre como si supiera exactamente lo que pensaba "Tenemos que avisarle al rey. Hasta donde él sabe, nos dirigimos a Fuerte Terror con rapidez. Tenemos que informarle de que fuimos detenidos en los vados del río" insistió.
"Es cierto" murmuró él, sintiendo la bilis en su garganta ante las palabras "Enviaremos algunos jinetes a Bastión Kar, para que Alys escriba una carta y la envíe al Último Hogar" era la manera más rápida para que el Rey se enterara.
Helmat asintió en silencio, antes de suspirar "Tenemos que encontrar una manera de cruzar ese maldito río, y rápido. Ya hemos perdido un día, y hemos dejado a un centenar de los nuestros muertos en los vados. Y tenemos el doble de heridos" dijo en tono funesto. Sigorn no estaba mejor; el número de guerreros que habían escapado de la trampa en los vados podía contarse con los dedos de las manos.
"Empiezan a dudar de nosotros. Creen que el Rey hizo mal en darnos el liderazgo del ejército" contó Sigorn, recordando lo que había escuchado de las personas alrededor de las hogueras "Dicen que si el Rey Jon hubiera estado aquí, la victoria habría sido nuestra"
"En eso último debo concordar; el Lobo Blanco no habría caído en una trampa como nosotros" afirmó Helmat.
Sigorn solo pudo asentir en silencio; no veía al Rey cayendo en los vados como lo había hecho él.
"Él habría logrado cruzar el río" continuó la mujer.
"La cuestión es ¿cómo logramos cruzarlo nosotros?" preguntó Sigorn, mirando a la nada por un momento.
"Es un río amplio y profundo" meditó Helmat "Solo se me ocurre crear balsas, o en el peor de los casos, cruzarlo a nado" admitió.
"No tenemos balsas, y aunque las tuviéramos, necesitaríamos cientos, quizás miles, para cruzar a todo el ejército" recordó Sigorn "Y tomaría demasiado tiempo construirlas" Ni siquiera se molestó en considerar la posibilidad de cruzarlo a nado; sería una locura tratar de cruzar diez mil guerreros, juntos con sus bestias de carga, de esa manera.
"Si, es verdad" reconoció Helmat "La única forma de que todo el ejército cruce el río es usando los vados" la mujer se frotó la barbilla, pensativa. Sin duda pensaba en cómo hacerlo. Sigorn hacía lo mismo, visualizando la situación.
El vado anulaba su ventaja numérica, y las trampas que los Bolton pusieron en él complicaban su cruce. Las aguas del río eran una barrera natural. Los terraplenes daban una vista panorámica perfecta, y hacían totalmente inviable un ataque por sorpresa. Y no sabían si los hombres desollados tenían otras sorpresas ocultas.
"Deberíamos mandar exploradores mañana a recorrer las orillas del Río. Veremos si hay alguna manera de cruzar" una cosa era que no se supiera de ninguna manera de cruzar el río aparte de los vados, y otra muy diferente, que no existiera.
Kevan
El día había sido uno de los más largos que Kevan Lannister pudiera recordar. Se había forzado a tragar la bilis que sintió en la garganta cuando Mace Tyrell había licenciado a un centenar de capas doradas para reemplazarlos con "gente más experimentada, y de probada lealtad". Que esta estuviera totalmente compuesta por hombres de armas de Altojardín y sus vasallos no había escapado a la atención de Kevan.
El solo saber lo que se venía era un peso aún mayor sobre el Regente, que lo empujaba hacia el suelo con una fuerza intangible pero impresionante. Era el peso de hacer lo mejor para la Casa Lannister.
Las reuniones, los informes, las cartas, las comidas….. todos habían pasado en un borrón ante sus ojos. Por fin, cuando el almuerzo había terminado, Kevan había enviado a llamar a uno de sus caballeros de confianza, con una misión particular para él.
"Busca a la nodriza del rey, y transmite estas órdenes: debe llevar al rey a sus cámaras, y quedarse con él. Que su Alteza sea distraído por el resto del día, y que no salga bajo ningún motivo" dijo Kevan. El caballero asintió e hizo el amago de irse "¡Alto!... asegúrate de que las ventanas de las cámaras reales se mantengan cerradas" si las turbas de Desembarco del Rey actuaban como Kevan esperaba, habría muchos gritos, y no deseaba que Tommen escuchara alguno de ellos.
El caballero simplemente asintió con solemnidad e inclinó la cabeza antes de partir.
Cuando finalmente las campanas resonaron Kevan se estremeció. El ruido era como el grito de un ser nunca antes visto, atrayendo al pueblo a las puertas del Septo de Baelor: muchos irían a ver lo que Kevan sabía que sería un espectáculo nunca antes visto. Con pasos pesados, el Lord Regente se dirigió a la entrada de la Fortaleza Roja, a esperar.
A medida que los gritos de la multitud al otro lado de los muros se incrementaban más y más en altura, Kevan empezó a distinguir algunos de ellos.
"¡Reina ramera!" gritaban algunas voces.
"¡Zorra!" coreaban otras.
"¡Te acuestas con tu hermano, puta!" declaraban otras.
"¡PUTAAAAAA!" se escuchó a alguien rugir, un hombre.
Cuando las puertas se abrieron un palmo, el ruido de los gritos entró al patio del castillo diez veces más fuerte.
"¡Puta! ¡Puta! ¡Puta! ¡Puta! ¡Puta! ¡Puta!" fue la palabra ovacionada por las turbas volubles y estúpidas de Desembarco del Rey, que entraron un momento antes de que lo hiciera una figura caminando.
Era Cersei.
En el instante en que entró las puertas se volvieron a cerrar, con lo que los gritos se volvieron una vez más lejanos. Lejanos en los oídos de Kevan, pero cercanos en su mente, donde empujaron con la fuerza de una espada empuñada por La Montaña.
Kevan dirigió una larga mirada, aparentando una serenidad que no sentía, observando el cabello rapado casi hasta la raíz, la piel totalmente desnuda y manchada con lo que parecía agua sucia, jugos de frutas y hasta mierda, los pies cubiertos de mugre y uno de ellos dejando un rastro de sangre. Observó los hombros caídos, las rodillas temblorosas, los ojos bajos y la mirada perdida.
Atrás había quedado la reina que Cersei fuera. Ahora, desnuda, humillada y con su espíritu quebrado, solo era una mujer común y corriente.
Y así termina. Sé que el capítulo ha sido algo escaso en cuanto a hechos, pero deseaba dejar en claro como están las cosas en Invernalia, los vados, el Último Hogar y el Sur. Ya en el próximo iremos a cosas más interesantes, a saber, el ejército oriental.
Bien, una vez más, les pido reviews. Cualquier pensamiento, opinión, sugerencia, crítica o cualquier otra cosa es bienvenida.
Bien, tengo dos cosas que informarles:
1- Ya estoy haciendo el capítulo de la batalla, y será el más largo de todos los de la historia hasta ahora.
2- Más que informarles, es preguntar: para ustedes (opinión personal) ¿cuál es….. ay como decirlo… el eje principal de la historia? La guerra por el Norte o la relación a tres puntas entre Jon, Catelyn e Ygritte. Es como un cuestionario: no hay respuesta incorrecta, solo quiero saber sus opiniones. Si fueran tan amables de dejar un review con sus respuestas, se los agradecería. Es solo una duda que me ha surgido en los últimos días.
Bien, pasando a un tema menos alegre. Como saben, en estos días de pandemia en gran parte del mundo (se dice que América ya ha superado a Europa en el número de infectados. ¡Qué mal por los americanos!) el riesgo es… altísimo, para ser honesto. Quiero pedirles que por favor sean cuidadosos al respecto y tomen las debidas precauciones con respecto al virus covid-19 (llamado también Coronavirus). Vida hay una sola, damas y caballeros, y debemos cuidarla.
Bien, eso es todo por ahora. Trataré de subir el siguiente capítulo en una semana, pero como siempre, no prometo nada.
Saludos y que estén bien (sobre todo de salud. Y que sigan así).
