Bien, antes que nada: hola a todos. Ahora, dichos eso….

¡OH POR DIOS!¡19 REVIEWS POR UN CAPÍTULO!¡19! ¡¿Estaré soñando, o tuve un accidente y caí en coma?! Si es lo primero, como voy a insultar a la persona que me despierte. Si es lo segundo, ¡entonces debo estar súper atrasado con esta historia!, y deben estar enojados conmigo por el retraso.

Jajajajaj. Pero ya hablando en serio, muchas e infinitas gracias por esos maravillosos mensajes. Con cada uno, sentí que valió la pena las semanas de esfuerzo para escribir la batalla. Todos los dolores de cabeza, todas las correcciones, todas las revisiones en busca de cualquier error, TODO vale la pena si les gusta la historia. Les aseguro que sus mensajes son una gran alegría, por cortos o largos que sean. Así pues, una vez más, muchísimas gracias.

Bien, ahora pasaré a responderlos, pero antes hay un asunto más. Esta historia ya ha superado (por bastante) los 100 seguidores, y agradezco a todas esas personas que forman parte de esta categoría. Da satisfacción saber que a tanta persona le interesan mis escritos. También aprovecho para explicar que, si no agradecí antes, es debido a que con la preparación para la batalla, no tuve tiempo ni memoria para recordarlo. Una vez más: gracias. Y a ver si podemos llegar a los 100 favoritos también.

Ahora, volviendo a los reviews:

Xechu. S: es una alegría saber que te encantó. En serio. Y sí viste, hace tiempo que ya tenía planeada esas muertes, y la verdad se siente muy bien por fin publicarlo. Las reacciones llegarán en su momento, pero espero que sean acordes a las expectativas y a las personalidades de los personajes. ¿Releíste la historia? ¿Completa? Wow, debe gustarte bastante más de lo que yo creía. O sea, sé que te gustaba, pero evidentemente calculé mal. En cuanto a Dacey Mormont, tengo un pequeño papel a jugar todavía para ella. No sé dónde leíste lo del flechazo, pero tienes razón. La infección tenía una altísima tasa de mortalidad en la Edad Media. Era uno de los motivos de la alta mortalidad infantil: un niño corría, se raspaba la rodilla, y cómo no creían en la limpieza (y probablemente no sabían ni lo que significaba desinfección) la herida se dejaba sin tocar. Así, un pequeño corte se podía transformar en la causa de muerte del hombre más importante. En fin, gracias por el review y un abrazo.

JL Dragneel Storm: para mí, tu review es estupendo, a juego con la batalla. Acertaste, por cierto: en este capítulo vemos las consecuencias de la lucha. Los Bolton están derrotados, sí, pero pasará un tiempo hasta que el Norte esté completamente asegurado. Las noticias tardan en viajar, así que puede que pase un tiempo para que el sur se entere de la batalla y su resultado, pero llegará, lo prometo. En respuesta a tu pregunta, están en otoño, pero el invierno les pisa los talones. Y si, atacar el Norte en pleno invierno es una locura, pero convengamos que los líderes de las fuerzas enemigas a Jon no son precisamente genios en todos los casos *tos*Mace*tos*. Has dado en el clavo: Jon tiene el ejército más fuerte en el Norte en este momento, pero no ha afianzado su dominio aún. Sería una delicia derribar Fuerte Terror hasta los cimientos, pero es un largo camino desde allí hasta Foso Cailin, y arrastrar tantas piedras no sería sencillo. Aun así, no es mala idea. Divaga todo lo que gustes, yo hago lo mismo. Un abrazo y que estés bien.

Aegon Targaryen: *hace una reverencia* ¡gracias! Es un alivio saber que tu espera valió la pena. Dar satisfacción a otros siempre es un gusto para mí. Como digo siempre en el disclaimer, esto se hace con el fin de entretener a otros. Bueno, un saludo y que estés muy bien.

Soto 9041: ¡Hola! ¡Hace tanto que no sabía de ti! Más o menos desde que empezó la historia. Es un gusto volver a saber de ti, y es un gusto mayor todavía saber que aun te interesa mi historia. Es fantástico, de principio a fin, volver a saber de ti. Si te emocioné, es que hice algo bien, lo cual me llena de alegría. Te agradezco la valoración. Cuídate, y hasta la próxima. Que estés bien.

Killer ghost 777: hola, y como digo siempre, es un gusto leer a alguien nuevo. Tenías que sacarlo del pecho ¿no? Jajaj. ¿En serio lo releíste todo? Tengo curiosidad. Por cierto, yo entiendo lo que dices. He leído historias tan buenas que me dejaron mudo cuando pasó el clímax. Espero que no seas de los que se marean en las montañas rusas, porque si no con ésta te habré hecho vomitar jajaj. Haces bien en no tratar de imaginar cómo seguirá mi historia. Aún tengo un par de ases bajo la manga, y no te digo más para no hacer spoiler. Yo tampoco dejo muchos comentarios cuando me encanta una historia; estoy tan prendido en saber cómo seguirá que no puedo detenerme a escribir (aunque luego me siento un poco culpable). Es un orgullo para mí saber que te gustó tanto lo que escribo que te saqué de la zona de relax. Igual que tú aprecias mi trabajo, yo agradezco tu mensaje. Son los mensajes los que me alientan a seguir y no bajar los brazos con la historia. Un saludo y que estés bien.

Jean d'arc: no te quedaste sin palabras. Me mandaste una buena cantidad, y me alegraron mucho, lo juro. ¿Tan buena fue? Bien, viniendo de ti, es el mejor elogio. Tengo que esforzarme para no dejarme llevar por mi ego jeje. La gran cantidad de puntos de vista me parecía no solo muy buena, si no imprescindible para darle a la batalla la profundidad que se merecía. No quería poner todo del lado de Jon, como si los del otro bando fueran seres incapaces de pensar. Puede que yo esté de parte de Jon a muerte, pero no por eso desprestigio a sus oponentes. Me alegro que la descripción de los combates individuales quede bien. Honestamente no me convencían demasiado cuando los releía. Jon es un buen general, y todo buen general debe saber adaptarse a la situación cambiante de la batalla. Falta un rato para que Jon duerma en Invernalia y busque a su hermana, pero espero hacer que la historia valga la pena hasta entonces. Respecto a lo de los cambiapieles, yo me baso en la experiencia de Varamyr Seispieles al principio del quinto libro. Si la leíste, entenderás más fácil. Respondiendo a tus preguntas: el humano no muere junto con el animal, pero siente la herida física y la sufre. El cambiapieles, entre más experimentado sea, puede salir o entrar de la mente de su animal a voluntad con mayor facilidad. Los cambiapieles no se involucraron con sus cuerpos humanos en la lucha, y no fueron alcanzados por los Bolton. Están bien (más allá de que algunos perdieron a sus animales). Bueno, creo que respondí todo. Un abrazo gigante y un beso. Cuídate, y hasta la próxima.

Miguel Giuliano. Co: hola, y espero que este capítulo satisfaga un poco tus ansias. Que comparen mi trabajo con una épica es como un sueño. Jon fue aquí un líder en todo el sentido de la palabra, tal como desearía que fuera en las últimas temporadas de la serie. La verdad es que Jon involucrándose justo en el momento más importante, lo basé en Julio César durante el asedio de Alesia. El líder romano entró en la lucha cuando la defensa romana estaba a punto de quebrarse, llamando a sus oficiales por sus nombres y plantándose junto a sus hombres, cuyo ímpetu volvió al ver a su líder entre ellos. Debe haber sido una visión inspiradora. Jon no es de canciones, pero estoy seguro de que habrá más de una cantando sobre su parte en la lucha. Tendrás que esperar para ver como Jon se mueve en cuanto al Norte, pero no dudo que tendrás la paciencia que requiere. En fin, un saludo y muchas gracias.

Davia Costa Cruz: Muito obrigado, muito obrigado. É um prazer poder responda uma mensagem em outro idioma. Adeus, e obrigado outra vez. Desculpe se meu portugués nao es muito bueno.

Kirito 720: Bien, antes que nada gracias por el esfuerzo de escribir varias veces solo para no olvidarte nada. Lo aprecio mucho. Ambos tiene una estrategia, y ahora hay que ver cuál de las dos es la mejor y más adaptable. Sí, el Pueblo Libre ha cambiado mucho, pero aún sigue siendo el mismo en esencia. Respecto a la segunda parte, te creo que te sigue gustando. Disculpa si te corrijo, pero no son 70 mil en el ejército de Jon. Son poco más de la mitad de eso. Ramsay era un maldito, y admito que en la serie siempre tenía ese aire de cobarde, pero el luchó cara a cara contra Yara y sus hombres cuando trataron de rescatar a Theon/Hediondo. Si, la muerte de Styr no es bonita, pero de nuevo, una gran batalla conlleva grandes pérdidas. Si no, sería una escaramuza. En fin, gracias por los mensajes. Que estés bien, y te mando un abrazo.

Dase 9126: ¡estoy volviendo a leer a personas de las que no sabía desde hace mucho! ¡Que gusto saber que sigues por aquí! No fue fácil escribir tantos puntos de vista diferentes, pero si gustó, es que valió la pena el esfuerzo. Me emociona mucho saber eso, y espero seguir dándote motivos para que esta siga siendo tu historia favorita. Un saludo y que estés bien.

Ares – Sama: de un escritor a otro, muchas gracias. Si, los detalles fueron muchos, pero es que tuve mucho cuidado en ellos. Releí varias veces todo para limpiar cualquier error posible. Quería que hacerlos esperar valiera la pena. Gracias por la valoración del capítulo, y lo mismo digo yo de tus historias. Un abrazo.

Iván MX: ¡hola, y que placer hablar con alguien nuevo! Es bueno que la lectura te haya parecido ligera; temía que el largo la hiciera demasiado pesada. Acepto tu valoración con humildad, y espero seguir haciendo la historia igual de entretenida para ti en los siguientes capítulos. Eres de los primeros en comentar el detalle del río y la caballería. Honestamente fue una de mis ideas más ingeniosas, aunque está mal que lo diga yo mismo. Aquí el siguiente capítulo, y ojala valga la pena tu espera. Saludos.

Coki 13566: hola. Empecemos por responder tu pregunta. No sé si las tierras más allá del Muro pueden ser consideradas un reino. Jon no tiene dos reinos (sobre todo porque abandono las tierras al norte del Muro por los Caminantes Blancos), sino dos títulos. Para hacerla corta: por el momento Jon es Rey y listo. Supones mal, por cierto, pero ya verás. Un abrazo y que estés bien.

Trinity Seven: si, yo también espero la oportunidad de leer los libros que faltan. Sudé bastante mientras escribía la batalla; como para hacer un río jajaj. Hace rato que quería hacer una pelea de Jon a dos espadas, y estoy feliz de al fin haberlo hecho. Bueno, eso es todo. Gracias y hasta la próxima.

Luna: ¡Recupérate, por favor! ¡Recupérate!. Jajajajaj muy bueno como iniciaste. Si mi batalla te impresionó, tu review me hizo sonreír mucho; me duele la boca de tanto hacerlo. Reconozco que no planeé que la batalla se pareciera a la Batalla de los Bastardos, pero está bien. Y concuerdo contigo; la Batalla de los Bastardos fue la vergüenza de la estrategia militar. O sea, la primera vez que la vi, estaba demasiado emocionado asimilando todo para pensarla mucho, pero ya luego cuando lo analizas bien es no solo patético con relación a la estrategia, si no irrisorio, tal como tú dices. O sea, que Jon sobreviva lo de los caballos y el aplastamiento, venga y pasé, pero que lo haga sin un rasguño, eso ya es exagerar. Claro que en esta batalla tampoco salió herido, pero al menos si pareció un líder y un Rey: pensando con la cabeza fría, analizando las cosas, y solo entonces, sumándose a la lucha. Bueno, un abrazo grandote y que estés bien.

Outcome 5: ¡muchas gracias! La paciencia siempre tiene su recompensa. Los castigos para los señores que pelearon junto a los Bolton llegarán con el tiempo, pero Jon no será blando. Tampoco será despiadado; ya verás. También sabrás que fue lo que pasó con Ramsay. En fin, muchas gracias y que estés bien.

*Bien, ahora sí, basta de hablar. Vamos a lo que los trajo hasta aquí.

Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.

Jon

¿Cómo era posible que su euforia por la victoria se hubiera derrumbado con tanta rapidez, para luego convertirse en una frialdad que amenazaba con arrastrarlo hasta las profundidades de la desesperación? Simple. Solo debía ver el océano de cuerpos ante él, cuyas vidas habían comprado la victoria.

Hombres y mujeres, jóvenes y viejos, enteros o en partes, con heridas pequeñas o grandes. Cubrían todo a la vista hasta el horizonte, un campo de muerte en el que había verdaderos túmulos formados con cadáveres, y con el que Jon no se habría atrevido a soñar ni siquiera en sus peores pesadillas.

Jon no podía recordar la última vez que había llorado en verdad; su padre era cálido, pero nunca al extremo de que Jon se atreviera derrumbarse de esa manera ante él. Y a diferencia de sus hermanos legítimos, Jon no había tenido una madre contra cuyo hombro pudiera desahogarse. Por lo que Jon había aprendido a reprimir sus lágrimas desde pequeño; su llanto era solo para él, y solo cuando estaba a solas.

Pero ahora, por primera vez en muchos años, Jon no pudo evitar que una solitaria gota de agua salada escapara de su ojo para caer por su mejilla. La visión ante él era desoladora. No se atrevió a abrir la boca, por miedo a que de ella saliera un quejido de pena.

Los mismos que habían aclamado la victoria con él se habían volteado, y como él, un silencio solemne había caído sobre ellos.

"Que todos nuestros heridos sean llevados de inmediato a la orilla de los riachuelos" las palabras salieron de la boca de Jon sin permiso, y se sorprendió de lo tranquilas que sonaban "Val" dijo, su mirada encontrando la de la mujer "Envía jinetes al campamento. Que los hombres en él vengan con todas las carretas, carros de perros y animales que puedan traer. Que también traigan cualquier cosa que pueda ayudar a sanar a los heridos. Y cuando hayas enviado a los jinetes, forma una docena de partidas de un centenar de hombres a caballo cada una y que se dispersen hacia el sur" dijo Jon, al tiempo que hacía un gesto con la mano en la dirección mencionada.

Val asintió, pero en lugar de marcharse avanzó hasta estar más cerca de él, y allí habló.

"¿Debo decirles que maten a cualquier Bolton al que encuentren?" Val era lista; se había dado cuenta en un instante del porqué de la orden de Jon.

La palabra si estaba en la punta de la lengua de Jon. Una mirada más al gran número de sus muertos lo enardeció, pero su sentido se impuso a tiempo "No…...a menos que se resistan" Jon decidió decir "Si se rinden, tómenlos prisioneros y devuélvanlos aquí" dijo.

Val dejó ver sus blancos y rectos dientes cuando hizo una mueca "Eso no los hará felices" dijo, haciendo un gesto a los demás, que ya habían empezado a ayudar a los heridos más cercanos y a gritar a otros que hicieran lo mismo.

¿Valía la pena enojar a su gente para salvar a los Bolton? Y lo que era más ¿Valía la pena salvar la vida de sus enemigos? La mente de Jon decía una cosa, y su corazón ahogado en dolor decía otra muy diferente.

"Apresúrate, Val. Entre más tiempo tomemos en reaccionar, más posibilidades habrá de que los que huyeron de la batalla se escabullan de nuestras manos" eligió decir Jon, muy consciente de que estaba evadiendo la declaración de Val.

Con un suspiro, Val asintió, antes de girar y empezar a dar órdenes a los jinetes más cercanos.

Solo quedaban un puñado de personas cerca de Jon: su Guardia Personal. Entre ellos estaban aquellos a quienes había enviado a transmitir sus órdenes en el último instante antes de sumarse a la batalla. Excepto por Helga, que aun sujetaba el costado de su cabeza con una mano manchada con su propia sangre, Rijeth Wull, que se sujetaba el costado con una mueca de dolor, y Rickard Liddle, que tenía un corte sobre su ceja izquierda y el pómulo hinchado, parecían ilesos, aunque sudorosos y cansados.

"Helga, Rijeth, id al río con el resto de los heridos y descansad hasta que venga la ayuda" la mujer de las lanzas abrió la boca al tiempo que su ceño se fruncía, pero Jon no la dejó hablar "¡No escuchare quejas, Helga! Ve. Es una orden" dijo Jon con el ceño fruncido.

Helga se limitó a asentir antes de alejarse con el rostro de un niño regañado, antes de seguir los pasos de Rijeth.

Jon vio a ambos alejarse antes de volver la vista hacia el resto de su Guardia. Fue entonces que notó algo. Solo eran doce.

"¿Dónde están Jornbael y Alfhilfd?" preguntó el Rey, sintiendo un destello de culpa en su interior por no haberse dado cuenta de la ausencia de ambos.

Un silencio cayó sobre su Guardia, hasta que Dormund dio un paso al frente.

"Jornbael está muerto. Yo lo vi" dijo, sin sonreír.

"Alfhilfd también" dijo entonces Kyura, su rostro manchado con sangre de alguien más "Un arrodillado lo empaló con una lanza como si fuera un maldito pez" aclaró.

Jon no pudo evitar arrugar la nariz con enojo y pena. Maldita sea…. "Ya veo" dijo, ates de mirar a Rickard Liddle "¿Deseas ir con los heridos para que curen eso?" preguntó, en un pobre intento de cambiar la conversación a algo menos sombrío.

Si el hijo menor del líder de los Liddle lo notó, no dijo nada. Se limitó a sacudir la cabeza antes de hablar "Con vuestro permiso, Alteza, quisiera ir en busca de mi padre y mi hermano. Deseo comprobar por mí mismo que están ilesos" pidió.

Jon no vio motivos para negar una petición tan razonable "Por supuesto" dijo, antes de mirar al resto de su Guardia "Si alguien más lo desea, puede irse también. Vuelvan cuando todo haya pasado" dijo, y con una serie de murmullos casi toda su Guardia se fue, algunos caminando y otros casi corriendo, en busca de sus seres queridos. Solamente los hijos de Tormund permanecieron junto a él. Jon los miró con una ceja alzada, cuestionando en silencio.

"Ya vimos a nuestro padre. Sabemos que está bien" se justificó Dormund, al tiempo que se encogía de hombros.

Torreg asintió de acuerdo con su hermano "Además alguien debe cuidarte, Rey. Tormund estará bien por un rato" dijo con confianza.

Jon parpadeó, al tiempo que pensaba y asentía en silencio. Era cierto; Tormund era uno de los más fuertes de entre los salvajes, y solo había sido herido, no muerto. No veía al Matagigantes morir por una herida infectada.

"Necesito que uno de vosotros vaya por Mag el Poderoso y Rog Puño de Piedra. Necesito hablar con ambos" dijo, y un momento después Dormund daba un paso al frente y se ofrecía para hacerlo "Ve. Y luego busca a Harclay: dile que venga de inmediato, y con sus hombres"

Dormund no se había alejado más de unos pasos cuando alguien más llegó. Fantasma. El hocico del lobo huargo estaba manchado de sangre, al igual que sus mandíbulas y su pelaje, los níveos cabellos teñidos de rojo. Otros podrían haberse asustado de la vista del lobo gigante goteando sangre de su boca, pero no Jon, quién sintió que un peso se quitaba de su pecho cuando vio que Fantasma había sobrevivido a la lucha. Parecía intacto, pero aun así Jon lo revisó de extremo a extremos, y le dio unas palmadas en la cabeza cuando confirmó que estaba ileso. El lobo se apoyó en su toque como un cachorro manso.

Jon apenas había terminado de revisar a su huargo cuando llegaron Mag y Rog el Poderoso. El primero ya había removido la lanza rota de su brazo, y ambos llevaban sus mazas gigantes sobre el hombro, aunque Rog dejó que la cabeza tocara el piso cuando se detuvo ante él, sosteniendo el mango de su arma con una mano.

"Bienvenidos" dijo Jon, hablando en la Antigua Lengua para hacerse entender "Debo pediros algo" empezó Jon "No muy lejos de aquí, en dirección al oeste, hay bosques. Necesito que llevéis a los vuestros allí, junto con vuestros mamuts. Quiero que arranquéis todos los árboles posibles y los traigáis aquí. Necesitamos mucha madera" aseguró.

Ambos gigantes asintieron en silencio, antes de que se marcharan. Casi al mismo tiempo que se iban, otros llegaron.

"Alteza" una voz llamó la atención de Jon, que salió de sus pensamientos para observar al hombre que se había detenido cerca de él. Era alto, con su barba castaña ligeramente salpicada de canas, ojos grises y un jubón de lana y algodón cubriendo la cota de malla. Una capa de lana blanca con bordes azules completaba su atuendo "Habéis solicitado mi presencia" dijo. A unos cientos de pasos, sus hombres se mantenían en formación, apartados del campo de batalla.

"Lord Harclay" reconoció Jon con un pequeño asentimiento a ambos "Así es" concedió; había hecho llamar al líder del Clan Harclay "Vuestros lanceros son de los pocos hombres en el ejército que no tomaron parte en la batalla" comentó, viendo como los hombros del señor se tensaban y su mirada se volvía incómoda.

"No, Alteza, no lo hicieron. Mis lanceros se quedaron atrás….puesto que no consideré juicioso que se involucraran en la lucha en ese momento" el señor hizo énfasis en una palabra, y Jon no tuvo problemas en reconocer a qué momento se refería, pese a que difícilmente lo había registrado mientras luchaba.

En una muestra de brutalidad total y frialdad más allá de lo esperado, Roose Bolton había ordenado a sus arqueros que atacaran el ala izquierda de Jon mientras ésta se encontraba luchando contra Hother Mataputas y los hombres de Hornwood, posiblemente para evitar que la izquierda avanzara en diagonal y cercara a las tropas de infantería Bolton. El movimiento había tenido éxito, y la izquierda se había deshecho, aunque los hombres de Mataputas y los Hornwood habían sufrido de la misma forma bajo la implacable lluvia, antes de que Val y Garlon Norrey barrieran a los arqueros con su caballería.

"Entiendo, mi señor" dijo Jon. Y era cierto; entendía "Pero vuestros hombres, a diferencia de la casi totalidad del ejército, están frescos y sin sangrar, y es por eso que tengo una misión para vosotros" Jon empezó una pequeña caminata, antes de detenerse y mirar a Harclay con ojos de acero "A poca distancia de aquí, en las Colinas Solitarias, el campamento de los Bolton aún se alza. Marcharéis contra el de inmediato, y lo tomaréis" dijo. Sin el ejército para defenderlo, el campamento Bolton debería ser presa fácil.

"Si Alteza" dijo Harclay, dejando entrever una pequeña cantidad de alivio en su tono. Quizás hubiera pensado que Jon lo llamaba por un motivo menos agradable.

"Asegurad todo lo que haya de valor en ese lugar: armas, armaduras, comida, oro, plata, animales. Todo, y luego llevadlo a nuestro campamento" hizo énfasis Jon. No tenía intención de desaprovechar cualquier cosa útil que pudieran tener los Bolton.

"Entendido, Alteza" aseguró Harclay, antes de alejarse. No mucho después sus hombres marchaban hacia el sur, bordeando el campo de batalla, con Harclay y su portaestandarte a la cabeza de ellos.

La vista de los muertos era un espectáculo terrible, pero Jon se atrevió a internarse en medio de ellos para hacer lo que pudiera.

Recogió varias espadas y hachas antes de colocarlas en las manos de un pies de cuerno cercano. No muy lejos, vio a dos hombres que forcejeaban con un caballo muerto, y se acercó para ver. Resultó que el problema no era el animal, sino la pierna del joven de rostro pintado que estaba atrapada debajo de él.

"Esperen" dijo, y los tres guerreros voltearon a verlo con los ceños fruncidos, aunque esto cambió cuando se dieron cuenta de quién era "Torreg, tómalo por los hombros y sácalo cuando nosotros levantemos el caballo" comandó Jon, y unos momentos más tarde él y los dos hombres, que aún lo miraban con asombro, levantaron el caballo. El animal era muy pesado, pero solo debieron sostenerlo por unos momentos, hasta que Torreg arrastró al joven lejos de él. Se había roto la pierna cuando el peso del caballo cayó sobre él, por lo que Jon encargó que lo llevaran con los otros heridos mientras él seguía adelante.

Recogió más armas, ayudó a más heridos, y contribuyó con lo posible. La parte más dura fue dar el don de la misericordia a tres de los suyos, todos ellos demasiado heridos para poder recuperarse. Fue rápido: su daga deslizándose entre las costillas antes de perforar el corazón, y un momento más tarde una vida perdida para siempre. Jon no pudo evitar que su mano viajara a los ojos de los tres hombres para cerrarlos, con lo que parecían dormidos.

Vio como los muertos eran llevados en dos direcciones diferentes: hacia el sur los hombres del ejército enemigo. Hacia el norte los de su ejército. Hombres del Último Hogar y la Isla del Oso, de las montañas del Norte y de las vastas tierras más allá del Muro. Pero mientras los Bolton eran arrastrados de manera descuidada por el suelo, dejando rastros de sangre detrás de ellos, los suyos eran a menudo cargados por un gigante o dos o más hombres, para que sus cuerpos no quedaran más dañados de lo que ya estaban, y eran depositados en filas ordenadas.

Eran filas muy largas. Demasiado largas.

Jon no recordaba haber visto volver a Dormund, pero en un momento volteó y allí estaba.

"¡Alteza!" una voz gritó, y Jon vio corriendo hacia él a Artos Flint, con una sonrisa que era casi insultante junto a la vista de tanta muerte. Detrás de él, media docena de hombres lo seguían, muy juntos entre sí. Parecían estar cargando algo.

"Lord Flint" reconoció Jon, pese a que el padre de Artos era quién ostentaba el título "¿Qué es eso?" preguntó, y Artos hizo un gesto a los hombres con su mano. Los hombres avanzaron y tiraron un cuerpo, que cayó flácido a los pies de Jon.

El ceño de Jon se frunció un momento en confusión, antes de que se perdiera. Sin darse cuenta, se agachó, para ver bien el cuerpo.

Estaba indudablemente muerto, y era un Bolton, como probaba el sigilo del hombre desollado en su pecho. Pero no un simple soldado; su peto gris oscuro estaba abollado, pero aun así se distinguía que era del mejor acero, y estaba perfectamente pulido. La túnica que asomaba por debajo de ella era de cuero y estaba pintada del color de la sangre. Sus hombreras y sus grebas tenían la forma de rostros humanos que abrían la boca en un grito agónico. Llevaba una capa de lana de color rosado, con puntos más oscuros manchándola en su totalidad. Como si fueran gotas de sangre…

Jon solo había visto a una persona usar una capa igual a esa, y no era el hombre ante él. Pero creía tener una idea de quién era.

"¿Es quién creo que es?" preguntó Jon, sin apartar la vista del pálido rostro del hombre muerto.

"Os presento a Roose Bolton, mi Rey" la voz de Artos Flint se escuchó, manchada de alegría.

Roose Bolton. El traidor del Norte. El traidor a su hermano. El hombre que había sido clave para el asesinato de Robb, y cuya sangre había saqueado y quemado Invernalia.

Y estaba muerto.

El solo pensamiento fue suficiente para que Jon sintiera alegría, mezclada con frustración. La alegría era por la muerte del traidor; la frustración era porque no había muerto a sus manos.

"Torreg" llamó Jon, al tiempo que se levantaba "Busca al gigante que haya hecho esto y tráelo ante mí. Merece una recompensa" añadió, y Torreg soltó una breve carcajada antes de partir.

"¿Cómo sabéis que fue un gigante, Alteza?" preguntó uno de los hombres, el emblema del Clan Flint en su jubón manchado de sangre.

Jon miró al hombre. Tenía unos cincuenta años, una barba que le rozaba la barriga, una melena encanecida que le caía sobre los hombros, y mejillas pálidas.

"¿Qué hombre sería capaz de dar semejante golpe?" replicó, al tiempo que señalaba la gran deformidad en el peto de acero. El hombre desvió la vista, incómodo. Jon devolvió su vista hacia el cuerpo de Roose Bolton "Quemen sus ropas, y rompan la armadura. Luego coloquen su cuerpo con los de sus hombres, pero corten su cabeza antes. Tengo planes para ella" dijo antes de seguir adelante.

Los primeros gigantes ya estaban retornando con troncos de árboles a sus espaldas o en sus manos, dejando surcos en la tierra detrás de sí, como un campo recién labrado. A medida que los dejaban, iban formando varias pilas de madera de más de ocho pies de alto. Pronto, los troncos eran apilados de otra manera, sentados las bases para las piras funerarias.

Necesitarían muchas de ellas.

Mors Carroña

En cuánto el Rey les había dado su venia para ayudar a los heridos, Mors había reunido a todos los hombres de Umber cercanos y se había encaminado con rapidez, casi corriendo, hacia el este. Debía encontrar a su hermano.

La vista que lo saludó fue, como poco, desoladora. Mors había visto su parte justa de batallas en su vida, y no eran los cientos de cuerpos que yacían tirados en el piso, la mayoría de los cuales estaban asaeteados por flechas, lo que hizo que su garganta se apretara. Fue el hecho de que muchos de ellos llevaban los colores de armas de la Casa Umber. Había gigantes con grilletes rotos desperdigados por doquier.

"Revísenlos" ordenó Mors a sus hombres, que se sumaron a los que ya estaban allí, empezando a revisar si habían todos los cuerpos desperdigados. Cada tanto encontrarían a un herido, pero pocos de ellos eran Umber. Los hombres de su hermano habían sido exterminados por la lucha y el ataque a traición de los Bolton.

Y no había rastro alguno de Hother. Mors conocía a su hermano, y sabía que nunca hubiera huido sin sus hombres. Debía estar aquí.

"¡Mi señor!" una voz gritó, y Mors vio a uno de sus hombres, Lekron, mirando en su dirección "¡Mi señor!¡Por aquí!" llamó a gritos.

Mors se acercó con rapidez, y ni siquiera tuvo que preguntar la causa. Su hermano estaba allí.

Hother estaba en el piso, y con solo un vistazo supo que estaba malherido. Una flecha rota estaba clavada en su muslo, y otras dos, estas enteras, estaban enterradas en su espalda. De su sien brotaba un hilillo de sangre, y junto a su cabeza, una pequeña roca puntiaguda asomaba del suelo, y estaba manchada de sangre.

"¡Hother!" exclamó, al tiempo que se agachaba a su lado. No se movía "Vamos, hermano" murmuró, antes de ponerlo de costado y colocar una mano sobre su pecho. No sintió nada. Introdujo la mano dentro de su jubón con premura, y allí lo sintió. Débil y pausado. Un latido "Está vivo" dijo en voz alta, permitiendo que el alivio lo bañara.

Val

Había muchos heridos graves; hombres y mujeres que trataban sin éxito de enmascarar su dolor ante la amputación de una parte del cuerpo, una herida recibida cuando un arma se enterró en ellos, o su filo los cortó. Los gritos de dolor se superponían, llenando el aire. No pasaba más de un momento de que un grito cesara para que empezara otro. Había también algunos que no tenían reparo en expresar el dolor que padecían; hombres y mujeres que gemían, aullaban, maldecían o gritaban a los cielos con la esperanza de reducir al menos un poco de su dolor.

Al verlos, Val no pudo evitar sentirse muy afortunada por haber logrado sobrevivir sin ninguna herida. El agotamiento que padecía parecía un sueño en comparación con la perspectiva de haber perdido una parte de sí misma en la lucha.

Val conocía a varios de los heridos; hombres y mujeres con los que había cazado o peleado al norte del Muro. Tormund estaba allí, pero mientras otros se quejaban de sus heridas, el Matagigantes simplemente las ignoraba mientras contaba una historia a los más cercanos con una sonrisa. También estaba Helga, con una mirada huraña en su rostro ensangrentado, en concordancia con la de Cubo Grande, que no estaba demasiado alejado y parecía abatido. Dos de los hijos de Ygon Oldfather, uno de los hombres de Morna Máscara Blanca, varios de los pies de cuerno de Uggart, y muchos más.

Los carros llegaron rápido, pero no lo suficiente. Al menos una veintena de los suyos, y probablemente más, murieron a causa de las heridas para ese momento.

Resultaba obvio que no había espacio para que todos los heridos fueran transportados, por lo que se dio prioridad a los más graves, y aun así, los trineos y las carretas fueron llenados hasta rebosar. Cada espacio, cada resquicio, cada lugar posible era ocupado por alguien con un miembro amputado o una herida grave. Cuando por fin se pusieron en marcha, carros y trineos rechinaban por el exceso de peso. A paso más lento, y en algunos casos ayudados por alguien más, los heridos menos graves caminaban tras la gran columna de bestias que transportaban a los otros.

Cuando los últimos heridos se hubieran alejado, Val hizo lo propio, recorriendo el campo de batalla, dónde los muertos tenían ahora la prioridad. Eran muchos, más de los que podría contar.

También estaban los prisioneros; hombres con miradas sombrías y hombros caídos que eran llevados a base de empujones por guerreros agotados. La manera más sencilla de distinguir a unos de otros era observando quienes portaban armas y quienes las manos vacías.

Jon

La noche se cernía ya sobre ellos. Las nubes en el cielo eran cada vez más oscuras, y cada vez era más difícil distinguir lo que los rodeaba, por lo que Jon ordenó que se prepararan antorchas con algunos de los troncos de árboles que lo gigantes seguían trayendo, apilándolos en diversos montículos.

Los cuerpos de los suyos eran reunidos, uno al lado del otro, extendiéndose cientos y cientos de pies. Junto a muchos de ellos había personas inclinadas y unos pocos incluso aferrados a ellos con fuerza. Padres y madres, hermanos y hermanas, hijos e hijas, esposos y amantes. Todos ellos junto a sus seres queridos, despidiéndose de ellos.

Jon vio a Siegerd allí. Estaba con otros seis thennitas, con sus cascos en el piso mientras murmuraban en la Antigua Lengua. En medio de ellos yacía el cuerpo de Styr, Magnar de Thenn. Siegerd tenía algo en su mano, y lo pasaba casi con reverencia por la armadura de su padre, que cada vez brillaba más a la luz de las llamas. Parecía estarla limpiando de la sangre y la suciedad de la batalla.

A menos de cien pasos de Siegerd y los thennitas, otro hombre igual de importante yacía muerto. Torren Liddle había sido un hombre valiente, y Jon no dudaba que había luchado con valor, pero no había bastado para preservarlo de la muerte. A su alrededor, varios hombres de los clanes norteños estaban allí, para presentar sus respetos al líder de los Liddle. Las posiciones más privilegiadas las ocupaban sus hijos. Morgan, ahora Lord Morgan Liddle, y Rickard, que parecía ajeno a todo, incluso a la herida que tenía en el rostro, mientras mantenía una mano sobre el pecho de su difunto padre.

En la ladera de una pequeña elevación, una familia estaba reunida. Una gran familia. Ygon Oldfather se encontraba allí, junto con sus numerosos hijos y los nietos que habían marchado con el ejército. Jon distinguió a los dos nietos de Ygon que formaban parte de su Guardia Personal, uno junto al otro mientras sus hombros estaban desplomados, contemplando el cuerpo que yacía allí. Yghfrea; la mayor de las hijas de Ygon. Si Jon no recordaba mal, ella misma era madre de dos hijos, que se habían quedado en el campamento del Agasajo, junto con el resto de los niños. Sintió una punzada de dolor al pensar en dos niños que crecerían sin una madre. Él conocía ese dolor, y no se lo deseaba a nadie.

Una parte de Jon hubiera deseado acercarse para estar junto a Ygon, así como debía haber estado junto a los Liddle y a Siegerd, pero no pudo ver el sentido en hacerlo.

¿Qué debía decir? ¿Qué debía hacer? ¿Qué actos o palabras bastarían para alejar el dolor de perder a un miembro de la familia? ¿A una persona que habían conocido durante toda sus vidas, y que en cierta manera los hicieron los que eran en este momento? Jon no lo sabía. Probablemente no lo hubiera.

La noche prosiguió su recorrido, y Jon prosiguió el suyo con una tarea propia. Con una antorcha en la mano y sin más compañía que Fantasma y los hijos de Tormund, se dedicó a examinar a los muertos enemigos. En verdad, buscaba a uno en particular.

Ramsay.

El ver el cadáver de Roose Bolton había sido una auténtica alegría para Jon, no solo como el hermano de Robb, sino como el Rey en el Norte. El principal rival a sus aspiraciones en el Norte estaba muerto, y ya no podría seguir oponiéndose a él. Pero no bastaba; mientras Ramsay estuviera vivo, aún era una amenaza, con o sin ejército. Jon lo había visto, y había visto bien que era. Un perro rabioso y demente; un animal que no podía ser domesticado, encadenado, ni olvidado. Un animal que solo dejaría de ser una amenaza cuando estuviera muerto.

Y Jon quería verlo muerto. Lo quería tanto….. Así que miró, y miró, y miró. Cada cadáver con los colores Bolton, cada hombre, cada oficial. Ordenó que les arrancaran los yelmos, para poder ver mejor los rostros. Vio todo tipo de rasgos, entre ellos los de Ramsay, pero nunca coincidiendo en un solo rostro. Cuando por fin terminó, la mayor parte de la noche había pasado, y con ella se había ido gran parte de la calma de Jon, que pateó el último cadáver que había inspeccionado, un hombre con un cabello de color arena que empezaba a caer, en un intento de expulsar algo de su ira.

Con un bufido molesto, Jon se alejó y se encaminó al lugar dónde los prisioneros enemigos habían sido agrupados. Era una pequeña depresión, a poca distancia hacia el sur del lugar dónde la batalla se había librado. Una serie de hogueras estaban encendidas en el lugar, y alrededor de ellas algunos hombres se calentaban. Vigilando a los prisioneros desde los límites de la depresión, a mayor altura, varios cientos de guerreros del Pueblo Libre, junto con algunos norteños, portando antorchas, espadas y hachas cortas.

La tensión era alta entre ambas partes; Jon lo sintió, pero no le dio importancia. Los guardias lo miraron, pero inclinaron la cabeza cuando lo reconocieron. Difícilmente no lo harían, con Fantasma a su lado y un par de Guardias detrás de él.

"Mi Rey" murmuraron varios de ellos, pero Jon se limitó a asentir en reconocimiento antes de detenerse junto a ellos, su mirada fija en los prisioneros. Algunos, los que tenían buen oído, debieron escuchar como lo llamaron, porque lo miraron fijamente. Los susurros se extendieron entre los prisioneros, y al poco tiempo, Jon sintió que muchas miradas se posaban en él.

"Estoy buscando a Ramsay Nieve, el bastardo de Roose Bolton. ¿¡Se encuentra aquí!" preguntó, alzando la voz al pronunciar las últimas palabras. Le frustró cuando ninguna respuesta llegó de los prisioneros, pero no le sorprendió. Tragándose una maldición, Jon decidió intentar otra cosa "Si el bastardo de Bolton está aquí, pero se está ocultando, háganlo venir. El hombre que lo traiga ante mí" dejo pasar un momento antes de seguir "podrá volver a su hogar" anunció, aunque la idea de negociar con éstos hombres no le agradaba en lo más mínimo.

Por unos momentos el silencio reinó, solamente interrumpido por el crepitar de las llamas. Luego, unos forcejeos se escucharon, y una voz habló.

"¡Aquí está!¡Aquí está el Bastardo de Bolton!" gritó alguien, y al siguiente momento, entre la multitud de prisioneros, que se apartaron como si alguien estuviera enfermo de algo contagioso, un hombre apareció arrastrando a otro por sus ropas, que se debatía en silencio pero con ahínco "¡Aquí está, es él!¡Déjenme ir!" suplicó, a medida que se adelantaba.

"¡No es él!¡No lo es!¡Sólo es Jithor!¡No es él bastardo de Bolton!" una nueva voz gritó, y unos momentos más tarde otro hombre salió corriendo de entre la multitud, en dirección a los dos que había salido antes. Pero se vio forzado a detenerse cuando uno de los centinelas, una mujer de las lanzas con la mitad del rostro pintado de azul y una lanza de bronce en las manos, bajó su arma en su dirección, al tiempo que le hacía un gesto con la cabeza, como desafiándole a seguir avanzando.

"¡Sí lo es!" insistió el hombre una vez más, al tiempo que seguía arrastrando al otro, que se seguía debatiendo en silencio, pero con ahínco.

Jon no recordaba haber desenvainado a Hermana Oscura, pero lo siguiente de lo que fue consciente fue de la empuñadura fría al tacto contra sus dedos, y del brillo de la hoja de acero valyrio, que había limpiado horas antes en las ropas de un soldado Bolton muerto. Hizo un gesto a los guardias y parecieron entenderlo, porque cuando ambos hombres estaban a diez pasos de Jon, cuatro guardias, dos para cada uno, los empujaron al piso y los forzaron a quedarse allí, de rodillas. El hombre que había sido arrastrado bajó la cabeza con docilidad, pero el otro insistió, a pesar de las grandes manos en sus hombros que lo mantenían abajo con firmeza.

"¡Es el bastardo de Bolton! ¡Es él! ¡Dejadme ir! ¡Dejadme ir, por favor, ya os lo entregué!" insistió, aunque Jon hizo caso omiso de sus lamentables súplicas mientras se acercaba al otro hombre, Fantasma manteniéndose fielmente a su lado y los hijos de Tormund detrás de él, con las espadas desenvainadas y los ojos atentos.

"Alza la cabeza" ordenó Jon al otro hombre, que empezó a temblar, pero no obedeció.

"¡Alza la cabeza antes tus superiores, perro!" escupió uno de los hombres que lo sostenían contra el suelo, antes de enterrar los dedos en su cabello y tirar hacia abajo con fuerza. El prisionero gritó, pero alzó la cabeza. Jon acercó la antorcha a su rostro para verlo bien…..

Y la decepción le llenó el pecho. El hombre no era Ramsay. Sí, llevaba el hombre desollado en sus ropas, tenía un cabello del mismo color, y facciones que podrían confundirse con las de él en la oscuridad, pero a la luz de la antorcha, era imposible equivocarse. Sus mejillas estaban demasiado oscuras, su cuello era más largo, su garganta estaba hinchada, y sus ojos eran de color azul grisáceo, y estaban demasiado llenos de temor.

Los ojos de la persona que busco nunca podrían mostrar tanto temor…...

"Este no es el bastardo de Bolton" dijo Jon, sintiéndose a partes iguales decepcionado y enojado. Alzó la vista y contempló a los dos hombres que lo sostenían por los hombros "Déjenlo ir. Que vuelva con los demás" en cuanto lo soltaron, el hombre corrió devuelta con los demás prisioneros. La mirada de Jon fue al otro hombre, que estaba aterrado. Jon lo miró con más atención, y distinguió el sigilo de su jubón. Era el mismo que el del hombre que había intentado vender.

Los Bolton se traicionan incluso entre sí.

Le daba asco.

Todos los que estaban cerca parecían sentir su enojo. Lo miraron como si esperaran que matara al pobre idiota que le había mentido a la cara, y por un instante, Jon en verdad lo consideró. Alzó la espada…..y golpeó el pomo contra el rostro del soldado, que soltó un aullido de dolor cuando su nariz se rompió y la sangre salpicó.

"Llévenlo devuelta con los demás" dijo Jon, y los dos guardias que lo sujetaban se apresuraron a obedecer "El hombre que buscó es un Bolton. Tiene una piel muy pálida, además de labios gruesos, un cabello oscuro y la nariz rota. Está bien afeitado, y no es mucho mayor que yo mismo" explico Jon, al tiempo que miraba al resto de los centinelas "Si llega algún prisionero nuevo con esas características, envíen un mensajero para avisarme" en cuanto hubieran asentido, Jon se dio media vuelta y empezó a alejarse "¡Y si algún prisionero intenta escapar, tienen mi venia para matarlo en el lugar dónde lo encuentren!" exclamó sobre su hombro, lo bastante alto para que los prisioneros también lo oyeran.

Si un solo hombre escapaba, alentaría a otros más a seguir su ejemplo. No necesitaba enemigos sueltos y desesperados, dispuestos a hacer cualquier cosa para sobrevivir.

Cuando por fin la noche hubo dejado paso al día, Jon estaba agotado, tanto de cuerpo como de mente. Llevaba más de un día entero despierto. Había luchado, matado, compadecido y buscado.

"La victoria es nuestra" pensó Jon una vez más, pero no pudo encontrar una alegría igual. Había vencido, sí. Y era una gran alegría, pero no absoluta. Y eso era por un solo hecho.

Ramsay el Bastardo había escapado.

Aunque no lo deseara, debía reconocer la verdad, por amarga que fuera. El hijo bastardo de Roose Bolton no estaba entre los muertos, ni tampoco entre los prisioneros, dónde todos los supervivientes del ejército Bolton, sanos y heridos por igual, se encontraban agrupados. Las partidas de jinetes aún no habían regresado, por lo que aún había una esperanza de que lo atraparan, pero hasta el momento el bastardo de Bolton había escapado.

"Mi Rey" dijo una voz, y Jon fue sacado de sus meditaciones para ver a Gunthor Burley acercándose a él, seguido por su hijo "Ya casi terminamos de crear las piras. ¿Cuándo deseáis quemar a nuestros muertos?" preguntó en un tono neutro. Burley no había estado de acuerdo en quemar a los hombres de su Clan que habían muerto en la lucha, pero el Pueblo Libre y Jon habían insistido.

"De inmediato" respondió Jon luego de un momento.

Burley tragó saliva antes de asentir "Como digáis" dijo, antes de hacer una reverencia y alejarse. Rogar en cambio, se movió hasta estar junto a los otros guerreros detrás de Jon, retomando sin palabras su puesto entre la Guardia Personal del Rey.

Los cuerpos de los hombres y mujeres que habían muerto en la batalla fueron colocados en las piras, muchas de las cuales tenían un largo de hasta treinta pies, uno junto al otro. Algunos se acercaron para susurrar unas palabras o tocar una última vez a uno de los muertos, antes de retroceder.

No hubo palabras; un silencio tenso se hizo presente entre el ejército mientras los últimos muertos eran depositados en sus respectivas piras. Jon se aproximó en silencio, su mirada encontrándose con la de muchos otros: arqueros, lanceros, espadachines, jinetes y gigantes. El ejército ya había abandonado toda formación; en cambio, formaban una multitud que se apartó a ambos lados mientras Jon se aproximaba a las piras, con Fantasma a su lado y su Guardia detrás.

Al llegar al frente, vio a los cientos de hombres y mujeres que portaban antorchas ya encendidas. Sin palabras, Jon cogió una de ellas y dio un paso al frente, antes de girar la vista y contemplar a su ejército.

"¡Mirad bien!¡Ante vosotros yacen miles de guerreros, héroes, todos y cada uno de ellos!" exclamó, alzando la voz "¡Hombres y mujeres de honor que lucharon y murieron por la libertad! ¡Por la suya! ¡Por la nuestra! ¡Y por las de nuestras familias!" gritó "¡Nosotros hemos tenido el honor de conocerlos, y en nuestras manos está el hacer que el resto de los nuestros sepan de ellos! ¡Para que su memoria no se pierda; que pase a nuestros hijos, y a los hijos de nuestros hijos! ¡Y a los hijos de ellos!" Jon dio un paso al frente, sus ojos encontrándose con todos los que estaban cerca "¡Que sepan que en este momento, en este lugar, todo un ejército de valientes luchó y venció!" concluyó, antes de girar y dirigirse a la pira más cercana. Más de cincuenta cuerpos yacían inmóviles en ella, y en la cima, estaban Alfhilfd y Jornabael, uno al lado del otro, con los brazos a sus costados y sus rostros limpios y serenos.

Con una sensación de pesadez en el pecho, Jon bajó la antorcha, encendiendo la pira funeraria. Las llamas se extendieron con rapidez, cubriendo la base de la pira antes de subir, lamiendo los cuerpos que había sobre ella, que no tardaron en ser cubiertos por las llamas.

Mientras la pira se encendía, el resto de los guerreros con antorchas se adelantaron. Cada uno se dirigió a una pira diferente, y al poco tiempo miles de cuerpos ardían en las llamas.

Viendo como tantos ardían, Jon sintió como su resolución se acrecentaba. Éste sacrificio no sería en vano.

Y listo. Me pareció que, con lo grande que fue la batalla y toda la muerte que hubo en ella, merecía unos funerales igual de grandes. Pero ya en el siguiente capítulo veremos los próximos movimientos de Jon y el ejército, lo prometo.

Sabe, después de tantas semanas escribiendo la batalla, con todas las palabras y los puntos de vista, se siente….incómodo, escribir capítulos más cortos otra vez. Me parece raro.

Bueno, como siempre, les pediría reviews con sus opiniones, comentarios, sugerencias, críticas constructivas o cualquier otra cosa que deseen decirme. Serás muy, muy apreciados. Y debidamente contestados.

Cambiando de tema, les recuerdo una vez más que sean cuidadosos en torno al Coronavirus (o Covid-19). Cuídense, y cuiden también a sus familias y comunidades. Aquí las cosas han empeorado un poco, aunque mi pueblo todavía no ha visto casos. Gracias a Dios.

Bueno, si todo va bien, nos leemos en una semana más. Que estén bien (sobre todo de salud. Y que sigan así).