Bueno, tras mucho tiempo, he vuelto. Como siempre, primero lo primero: Hola a todos (todos los que no perdieron la fe en que algún día volvería a actualizar).

Quiero agradecer a Kirito 720, coki 13566, jean d'arc, pablo 21, miguel Giuliano. Co, Luna, King of Summer 245, dase 9126, Xechu. S y Ares – Sama por sus reviews, que me ayudaron mucho. Y hablando de los mismos:

Kirito 720: qué onda! Ha pasado más de un mes, pero si te acuerdas aún de tu último review, te agradezco mucho por las amables palabras. No puedo decir nada sobre tu suposición porque sería mucho spoiler, así que perdón y sigamos. Lo descubrirás pronto, lo prometo. Si, Jon demasiado en que pensar, y el enojo no ayuda en nada. No en vano se dice que cualquier idea que surja del enojo no es confiable. ¿Ustedes quieren tijeras medievales? ¡Yo casi puedo escuchar a mis manos reclamando por no escribir al respecto todavía! ¡Y reclaman sin educación encima! Lamento decir que no tienes suerte en cuánto al Foso. Lee las notas después del capítulo para saber un poco más al respecto. Bueno, un abrazo grande y hasta otra vez.

Coki 13566: hola! Completamente de acuerdo con lo primero. Cómo dijo Albus Dumbledore en HP1: "Soñar no te hará ningún bien, si olvidas vivir". Al parecer eso de "la próxima semana" se cambió a "el próximo mes" (para molestia de ustedes y para mí vergüenza). Pero bueno, supongo que es mejor tarde que nunca. Un saludo y que estés bien.

Jean d'arc: Hola tras tanto tiempo….sí, a mí me pasó lo mismo con FF: tardaba varios días en dejar ver las nuevas cargas. Yo también me alegro que se solucionara, y ojala no vuelva a pasar. Volviendo al capítulo, si, ese capítulo era para percibir muchas cosas. En cuanto al tema de los lobos, Jon sabe lo mismo que los otros: los lobos de todos no volvieron a ser vistos, y conociendo lo peligrosos que eran, no hubiera sido sensato que Theon dejara vivir a los de Bran y Rickon luego de capturarlos (siempre me pregunte ¿por qué lo hizo? Tanto en la serie como en los libros). Lo que Cateolyn tiene es, a mi parecer, lo que se llama, "Síndrome de culpa de sobreviviente. Es un estado mental en el cuál los que sobreviven a las desgracias nunca entienden porque fue así, y se cuestionan siempre "¿Por qué él y no yo?". Que Catelyn haya perdidos seres amados tan cercanos como sus hijos solo debe empeorar la situación para la pobre. Por cierto, que bueno que la pesadilla me quedó bien hecha. Te mando un abrazo grande y saludos a la familia.

Pablo 21: que tal, que bueno que sigas aquí. Si el capítulo intrigo significa que cumplió su propósito, porque precisamente para eso lo escribí. Vamos a paso de tortuga, sí, pero mi cuento favorito de niño era "La tortuga y la liebre". Con eso digo todo. P.D: Cuida bien el carro.

Miguel Giuliano .CO: hola, y ante todo, gracias. Habrá revelaciones en este capítulo, pero no todas (no voy a revelar todo de una). Hay mucho que ver aún del Pueblo Libre y su vida al sur del Muro. Tormund tomando Harrenhal…tentador…muy tentador. El destino de los Gemelos ya está decidido: para ser honesto ha estado decidido casi desde el inicio de la historia. Bueno, un gran saludo y cuídate.

Luna: qué onda women. Sí, que se abracen bien fuerte. El abrazo trae cariño, el cariño crea el roce y el roce lleva a la comodidad. Y de la comodidad al amor no hay mucha distancia. "Precisaban más cariño que pasión"…..sabes, creo que estabas enferma cuándo escribiste eso. ¿Ya te sientes mejor? ;) No llamaría a lo que pasará bajo las sabanas entre las pelirrojas una batalla. En las batallas hay un perdedor, y cuándo se libre esa, creo que solo habrá ganadores jajajaj. Bueno, un abrazo y espero nos volvamos a leer pronto.

King of Summer245: Hola. Y muchas gracias por la amabilidad y la comprensión. Que estés muy bien.

Dase 9126: holaaaa ¡Muchas gracias! Creo que ya lo estoy superando, aunque falta un poco. En fin, gracias de nuevo y ojala te agrade este capítulo. Nos vemos pronto si Dios quiere.

Xechu .S: creo que las musas están empezando a volver, ojala que no se vuelvan a ir. Un saludo grandote y que estés muy bien.

Ares – Sama: Bueno, gracias por la comprensión. Ojala que tú también actualices pronto (no es un reclamo, aclaro, es solo una esperanza). Un saludo y hasta otra vez.

*Bien, ahora sí, basta de hablar. Vamos a lo que los trajo hasta aquí.

Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.

Jon

La mirada de Jon estaba fija en el gran árbol que se ubicaba a menos de cien pasos del barranco. La luz de la antorcha daba a las hojas un tono bermellón que se aclaraba ligeramente con las que estaban bajo las aguas en movimiento. La madera pálida reflejaba la luz.

"¿A eso hemos venido, Ateza?" preguntó Rickard Liddle, mirando hacia él por encima de su hombro "¿A orar a los dioses?" en su tono se notaba una ligera decepción, cosa comprensible si consideraba el absoluto secretismo del que habían hecho parte esa noche.

"Algo así" repuso Jon, antes de desmontar de su caballo. Sus dos Guardias lo siguieron un momento después "La antorcha" pidió, al tiempo que extendía la mano en dirección a Liddle, que la entregó sin dudar "Encended un fuego y esperadme aquí. Volveré al amanecer" ordenó, dando a su voz la mayor indiferencia de la que fue capaz.

No bastó para sus Guardias. Ambos empezaron a hablar a la vez, pero luego de ponerse de acuerdo con la mirada empezó la mujer en solitario.

"No creo que sea buena idea, Rey. No sabemos lo que hay por allí" dijo, al tiempo que hacía un gesto con la mano libre hacia más allá del barranco.

"Deseo orar a solas, Helga. Será mejor que esperéis aquí" rectificó Jon, pero la mirada de Helga seguía siendo dudosa, al igual que la de Rickard. Jon suspiró antes de emitir un suave silbido, y unos momentos más tarde Fantasma apareció con la misma rapidez que sus tocayos de las historias "Quedaos tranquilos, Helga, Rickard. Fantasma me cuida. ¿Creéis que él permitiría que algo me pasara?" preguntó, ya sabiendo la respuesta que escucharía.

"No, Alteza" murmuró Rickard Liddle, al tiempo que sus hombros se desplomaban.

"No, Rey" dijo Helga, al tiempo que daba un paso atrás.

Jon asintió "En ese caso, encended una fogata y esperadme aquí. Volveré al amanecer" repitió, antes de girar y alejarse.

El pequeño camino que cruzaba el barranco en diagonal estaba casi igual a cómo lo recordaba; solo algunas hierbas más como muestra del poco paso de seres vivos por allí en los últimos tiempos. Jon miro de reojo y vio a Helga amarrando los caballos a un tronco mientras Rickard se afanaba en recoger madera seca. Sin perder tiempo, empezó a descender, seguido por Fantasma, siempre fiel.

No le tomó mucho tiempo llegar al fondo del barranco, una pared de piedra a su derecha y un pequeño espacio abierto poblado solo por madrigueras de conejos y otras alimañas hasta llegar al riachuelo, junto al cuál se alzaba el arciano. Era un árbol joven; no tenía una quinta parte del tamaño de su compañero en el bosque de dioses de Invernalia. Jon lo rodeó, notando que no había cicatrices en la pálida piel que representaran un rostro.

Miró hacia la cima del barranco y contempló una solitaria luz de color amarillo, naranja y rojo, y dos siluetas distinguidas cerca de ella. En cuánto se posicionó de tal forma que el árbol blanco lo cubriera de la vista de ambas, toda apariencia de relajación se borró de su rostro y cuerpo.

"El tiempo es fundamental" susurró una voz en su cabeza, y Jon no pudo menos que darle la razón.

Jon clavó la antorcha en el lodo blando junto a la corriente antes de dirigir una mirada hacia la madera lisa del arciano. Si, el tiempo era fundamental, pero…..

"Si hubo una noche en que necesite ayuda de los dioses, es esta" reconoció, y se decidió. Sacó una daga de bronce y con rapidez tallo dos círculos a la misma altura y en diagonal a un nudo en la madera poco más grande que ambos, antes de trazar una línea irregular horizontal debajo de todo ello. El rostro era tosco, pero dudaba poder hacerlo mejor. Las primeras gotas de sabía, roja como la sangre, empezaron a caer por la madera pálida mientras Jon devolvía la daga de bronce a su cinturón.

Se apoyó contra el árbol, sus brazos manteniéndolo alejado del tronco y sus manos a cada lado de su tallado, su cabeza bajada para exponer su nuca a los ojos recién creados en lo más cercano a un gesto de sumisión que podía hacer.

"Dioses de mi padre, de mi abuelo, de mis antepasados y de mi pueblo" murmuró con rapidez en la Antigua Lengua, pensando acaso que tal vez así complacería más a los Dioses Antiguos "Sabéis lo que pretendo, y os ruego que me guardéis y me permitáis ver mis planes llegar a buen destino"

En cuánto se apartó del árbol corrió con rapidez, siguiendo el curso del riachuelo hasta llegar a su destino; un pequeño bosquecillo de unos veinte pinos y abetos bajo los cuales una serie de matorrales espesos y casi tan altos como un hombre se encontraban. Se introdujo entre ellos, luchando para no maldecir mientras algunas de las espinas de los arbustos bajos desgarraban y lo atoraban a la altura de las pantorrillas. El suelo estaba cubierto de polvo, señal de que el agua no había caído allí en mucho tiempo. El bosquecillo estaba demasiado lejos del riachuelo, y las ramas de los árboles estaban demasiado entrelazadas para permitir la caída de la lluvia bajo ellas.

Jon pisó con fuerza, el sonido del polvo seco aplastado por sus botas llenando sus oídos. Dio un paso al frente y lo hizo de nuevo, y de nuevo, y de nuevo.

Plof…Plof….Plof

Con cada falla, la impaciencia y la desesperación de Jon crecían más.

"Era aquí, estoy seguro" ciertamente habían pasado muchos años desde la última vez que la había visto, y no reconocía algunos de los árboles del bosquecillo, pero no tenía dudas de que estaba en el lugar correcto "Hacia el este de la pequeña cascada nacida en el barranco, cerca del riachuelo había un pequeño bosquecillo en el cual estaba….

¡Pum!

"…el secreto de los Reyes en el Norte" murmuróJon , al tiempo que se arrodillaba y apartaba el polvo con las manos desnudas, sintiendo como debajo de la mugre había una sólida capa de tierra. Sus uñas se clavaron en ella e intentaron levantarla, la tierra deshaciéndose entre sus dedos, que aferraron lo que pudieron y lo apartaron. Debajo, teñida de negro por la descomposición y con algunos insectos, perturbados por la alteración repentina de sus moradas, pululando sobre ella, la madera rugosa y astillada lo saludó.

Siguió en ello, manchando sus manos y despejando con toda la rapidez posible el polvo y la capa de tierra, hasta que ante él hubo una diminuta portezuela de madera, de apenas dos codos de ancho, y dos más de largo. No tenía ninguna cerradura o manija de la cuál valerse, por lo que enterró las manos en las dos tablas de los extremos, sus uñas mordiendo la madera cuándo se aferraron a ella. Con un fuerte tirón logró mover la portezuela, pero hicieron falta dos más para finalmente levantarla. Ante sus ojos, apenas iluminada por los pocos haces de luz de la lejana antorcha que alcanzaban a llegar a esa distancia, un túnel completamente oscuro se ubicaba.

Por un instante vaciló, volviendo a ser ese niño pequeño que, temeroso de un lugar desconocido, había visto flaquear su valor. Pero luego recordó porque lo estaba haciendo e introdujo una mano hasta la altura del codo, tanteando, buscando. En medio de la oscuridad sus dedos captaron algo metálico, raspado por el paso de la herrumbre, y sin detenerse a pensarlo mejor, Jon se introdujo de lleno en el agujero oscuro antes de cerrar la portezuela sobre sí, quedando totalmente a oscuras.

Sus manos se aferraban al objeto metálico que había tocado, la forma delgada y alargada perfectamente envuelta alrededor de sus dedos. Una forma igual se ubicaba a la altura de su estómago, obligándolo a contener el aliento, y una forma más se ubicaba bajo sus pies.

Empezó a bajar con toda la rapidez posible. Sus manos y sus pies se movían con el ritmo perfecto, las primeras alargándose mientras descendía y los segundos encontrando un nuevo agarre igual a los anteriores.

El camino era difícil. No podía ver nada, y la estrechez del túnel hacía casi imposible avanzar. Flexionar brazos y piernas a los costados era muy difícil, y su espalda dejaba un surco en la pared trasera, su capa cubriéndose con suciedad largamente acumulada.

"Si apenas puedo cruzar de esta manera, habría sido imposible intentarlo sin días de comer mal" pensó, al tiempo que recordaba las múltiples ocasiones en que había dejado su hambre sin callar.

Había múltiples telarañas, que se enredaban en su capa y en sus ropas; Jon sentía a los creadores de éstas moviéndose aterrados sobre su ropa. Algunos incluso encontraban un camino a través de su cabello, y uno audaz incluso camino por su mejilla antes de desparecer. No hizo nada al respecto; no tenía ni el tiempo ni la capacidad para hacerlo.

"Rayos" murmuró al fallar en un movimiento, su pie resbalando por el extremo del agarre y colgando por un largo momento en la oscuridad, antes de volver al agarre. Respiró hondo, el aroma al polvo y a una ligera humedad llenando sus pulmones.

Siguió bajando, intentando enfocarse solamente en su labor, pero aunque su cuerpo estaba en la tarea, su mente lo traicionaba mientras bajaba a lo que parecían las mismas profundidades de la tierra. Empezó a contar los escalones que dejaba atrás, o al menos a intentarlo. Era preferible a los otros pensamientos, esos que rondaban la posibilidad de que el camino estuviera bloqueado, o peor aún: que hubiera sido encontrado.

"No debe estarlo" se dijo Jon "Si lo hubieran descubierto, habrían llegado hasta aquí" la suciedad total parecía prueba suficiente de que nadie había pasado por allí en mucho tiempo "Años. Muchos años"

Siguió descendiendo a través de la oscuridad, ningún sonido excepto los producidos por el mismo. Fue cuando debía haber bajado, suponía, una distancia similar a la que había entre la portezuela y el arciano junto al riachuelo, que lo escuchó.

Empezó suave, el susurro de un amante a su compañero en una noche oscura tras ilícitas pasiones, un sonido ahogado por la inmensidad del mundo que apenas alcanzó a dejarse oír un instante. Jon siguió descendiendo, y con el paso de más escalones el sonido siguió aumentando. De un susurro pasó a un murmullo, y de allí a una voz baja que poco a poco fue subiendo de tono hasta ser un grito fuerte, grave y desigual.

Y entonces, tan repentinamente como los encontró, los escalones desaparecieron. Jon se encontró devuelta con los pies plantados en suelo firme, y fuera del estrecho pasaje, las paredes laterales y traseras desaparecidas. Aflojó el agarre de sus manos y dio media vuelta. Una oscuridad total lo recibió, en nada diferente a la que estaba a su espalda.

El grito ahora se había vuelto un rugido ensordecedor que llenaba los oídos de Jon, el sonido de un millar de choques furiosos ocurriendo en sucesión ininterrumpida. Era una fuerza imparable contra un objeto inamovible. Parecía venir desde todas las direcciones y a la vez desde ninguna.

El corazón de Jon latía con fuerza, y sabía bien cuál era el motivo. Estaba asustado.

Aún sin ver, creía saber lo que había ante él, y tuvo que resistir el impulso de aferrarse nuevamente a los agarres de su espalda con todas sus fuerzas.

No sin cierta dificultad debido a su temporal ceguera, Jon volvió a girar sobre sus talones. Con cuidado, tomó nuevamente la daga de bronce y con un movimiento, golpeó hacia el frente.

¡Skrtch! El sonido solo tuvo primacía por un instante antes de perderse bajo el rugido atronador.

Por un breve momento Jon logró ver una pared oscura y cubierta de suciedad de la cuál emergían la serie de agarres de metal oxidado de los que se había valido para poder llegar allí. Luego, una vez que las chispas producidas por los metales raspados entre sí desaparecieron, volvió a estar cercado por la oscuridad. Cogió un nuevo objeto de su cinturón con la mano libre y lo extendió a la altura de su pecho.

¡Skrtch!...¡Skrtch!...¡Skrtch!...¡Skrtch!...¡SKRTCH!

La pequeña antorcha se encendió, bañando de luz el recinto. Los ojos de Jon se cerraron ante la repentina aparición de la luz, para abrirse unos momentos más tarde, parpadeando para acostumbrarse. En cuánto se hubo acostumbrado, giró sobre sus talones….y saltó hacia atrás, momentáneamente aterrado. Los agarres se hundieron en su espalda, pero no le importo.

Se encontraba en una cornisa tan delgada que la punta de sus pies sobresalía del extremo. No había ningún parapeto o agarre ante él; solo un gran vacío que lo tragaría si diera un solo paso al frente.

Jon extendió la antorcha hacia el frente y distinguió las otras paredes del recinto, una a cada lado y una más al frente, formando un cuadro con unos cincuenta pies en cada cara, en cuyo límite se encontraba. Se aventuró a separar su cabeza de la pared y dar una mirada hacia abajo. Lo lamentó; unos treinta pies debajo, aguas furiosas y embravecidas parecían brotar de la misma pared a la que se aferraba, para unirse con violencia a otras surgidas de la pared a su derecha, creando el rugido que llenaba los oídos de Jon.

El Rey en el Norte tragó saliva al tiempo que intentaba ignorar que el choque de las aguas era tan violento que, de caer en ellas, probablemente se ahogaría.

La mirada de Jon siguió recorriendo el recinto, y notó que había una gran abertura circular en la base de la pared ante él, por dónde escapaba el agua. Tras meditarlo un momento, se dio cuenta de que se dirigía hacia el sur. Hacia Invernalia.

"Estos son los conductos del alcantarillado" murmuró para sí mismo. El agua del riachuelo era en parte desviada y enviada hacia Invernalia, cruzando bajo el castillo y arrastrando consigo excrementos y otros desperdicios "Y hay aberturas para poder arrojarlos hacia el agua" recordó, al tiempo que una pequeña sonrisa temblorosa se hacía presente en su rostro. Conocía algunos de esos lugares, y creía recordar que uno de ellos estaba razonablemente cerca de dónde necesitaba llegar.

La cornisa se movía hacia la pared de la izquierda, lejos de los puntos de dónde surgía el agua, al tiempo que descendía de manera suave pero empinada. No estaba seguro, pero el camino parecía llevar a la abertura circular. Sin nada que perder, Jon empezó a seguirlo.

Jon recordó el estrecho túnel que llevaba al exterior, y se sorprendió al sentir el anhelo por él en su pecho. Introducirse en la tierra por un estrecho túnel cubierto de mugre y arañas parecía una opción mucho más agradable que estar moviéndose por una cornisa arrastrando los pies, sin despegar su espalda de la pared irregular llena de salientes y hundimientos tras sí, e intentando ignorar el ruido y la presencia de las aguas furiosas que sin duda lo acogerían en su lecho si diera un paso en falso.

Jon sabía nadar; había aprendido en la pequeña laguna del Bosque de Dioses de Invernalia cuando era niño, y había mejorado en los riachuelos del Bosque de los Lobos, pero ninguno de estos tenía corrientes tan furiosas como las que había ante él.

"Recuerda que el tiempo no es ilimitado" una voz sonó en la mente de Jon, y apretando los dientes para evitar que el miedo lo dominara, el otrora Hermano de la Guardia de la Noche avanzó con mayor rapidez. El cuero de sus botas resonó una y otra vez contra la piedra uniforme y áspera a medida que arrastraba sus pies, cruzando una esquina antes de empezar a recorrer la pared lateral con el mismo cuidado que había tenido con la anterior. Debajo, las aguas parecían acercarse cada vez más. Como si Jon estuviera descendiendo…..o cómo si ellas se estuvieran elevando.

Al llegar nuevamente a una esquina, Jon notó con horror que la cornisa era, en un punto, mucho más delgada en su profundidad que el resto. Si se había hecho de esa forma con premeditación o si solo fuera un desafortunado golpe de suerte adversa, Jon no tenía tiempo para pensarlo ni manera de descubrirlo. La zona delgada era demasiado larga para poder extender sus piernas sobre ella, por lo que inevitablemente debería pisarla al menos una vez antes de dejarla atrás.

Se acercó lo más posible a ella, pero sin pisarla aún. Junto sus pies y extendió el izquierdo lo más lejos que pudo.

"Aquí vamos" pensó, antes de plantar con firmeza un pie sobre el lugar delgado.

No lo pensó; al ver cómo la cornisa no cedía bajo su bota, acercó el pie derecho a su compañero antes de volver a mover el izquierdo. Acababa de mover el derecho una vez más, finalmente dejando atrás la zona delgada, cuando se permitió soltar un suspiro de alivio, completamente ajeno a la pequeña grieta que apareció en esa zona de la cornisa, y a la diminuta roca que cayó de allí.

La última pared se sintió infinitamente más breve que las anteriores, y la preocupación de Jon se centró ahora en el agua bajo sus pies, la cual se acercó hasta que las salpicaduras ocasionadas al chocar contra las paredes llegaban a la cornisa.

Jon alzó más la antorcha para proteger su única fuente de luz, y observó cómo los últimos tramos de la cornisa, que lo separaban de la abertura por la que salía el agua, estaban sumergidos. Su mirada luego fue hacia el agua, y su mente lo traicionó al recordarle un cuento de la Vieja Tata, en la cual hablaba de seres que esperaban ocultos debajo del agua a criaturas inconscientes que pudiera servirles de sustento. La peor parte era….que uno de dichos seres no era una invención infantil. Era muy, muy real.

La mente de Jon visualizó dientes como puñales, patas rechonchas, un cuerpo alargado y ojos pequeños y separados entre sí.

"Eso es imposible" pensó Jon, furioso consigo mismo por tan absurdos pensamientos "Los lagartos león viven en el cuello. No hay pruebas de que habiten en otras regiones del Norte, y ciertamente no en aguas subterráneas" se obligó a pensar. Se obligó a creer.

Retrocedió varios pasos por la cornisa y sacó una nueva antorcha de su cinturón, tan corta como la primera, para dejarla allí, apagada y acunada en el lugar más seguro posible, en la unión entre la cornisa y la pared. Lejos de la amenaza de la humedad.

Necesitaría luz cuándo volviera.

"Si vuelves" una voz susurró en su interior.

A la mente de Jon llegaron los rostros de muchos seres amados. Algunos de mucho tiempo, otros más recientes, y uno al que ni siquiera conocía, pero que amaba por sobre todos los demás.

"Volveré" dijo Jon, su voz callada una vez más por el rugido del agua y el latir de su corazón "Tengo que volver" y sin pensarlo más, se introdujo en las negras aguas y, tras batallar un momento, alcanzó la abertura circular y se introdujo en ella, avanzando una vez más.

Galbart

"Nueve" murmuró, al tiempo que arrojaba el fragmento de madera a las llamas. El chispeo de los escasos copos de nieve derritiéndose por el calor duró solo un momento, antes de ser reemplazado por el sonido de la madera cediendo al fuego.

Podía sentir la mirada mal disimulada de Larence sobre él. Su pupilo estaba sentado a una distancia respetuosa, sus manos extendidas buscando el calor de la hoguera y sus ojos fallando en mirar con disimulo en dirección al Amo de Bosquespeso.

Galbart no podía encontrar interés en la indiscreción de su pupilo. Su mente se ahogaba en las palabras del Rey una y otra vez.

"Una gran cantidad de barriles de brea están siendo dejados cerca de los trabuquetes…Arrojadlos contra Invernalia…barriles de brea….una gran cantidad de barriles de brea…arrojadlos contra Invernalia"

¿Qué planeaba el Rey? Era indudable que algo estaba en marcha en esos momentos. Galbart apretó sus manos en puños, furioso con la realización de que no podía hacer nada más que esperar.

"Fuisteis de los primeros en poner vuestra espada a mi servicio, mi señor" había dicho también el Rey.

¿Acaso eso no tenía peso alguno? ¿No había demostrado ser confiable?...¿Habría alguien en quién en el Rey confiara sin reservas?

La mirada de Galbart fue devuelta al fuego y comprobó que la madera casi se consumía. Tomó un nuevo trozo y lo alimentó al fuego al tiempo que murmuraba "diez".

Jon

Su cuerpo había perdido gran parte de su sensibilidad. El responsable de ello era el agua helada que lo aprisionaba desde sus últimas costillas hacia abajo.

El túnel por el que escapaba el agua era lo bastante ancho para que se mantuviera en pie y tuviera libertad de movimiento, pero la corriente era fuerte y a menudo debía aferrarse a las paredes de piedra con sus pies y su única mano libre para evitar ser arrastrado. Dudaba ser capaz de levantarse nuevamente si caía.

Su brazo derecho se agotaba por luchar contra la corriente para mantener su mano en alto, sujetando la antorcha, que se había consumido en buena medida y cuyo extremo inferior estaba irremediablemente humedecido. El humo, en su mayoría, era arrastrado en la misma dirección que el agua, por la que estaba agradecido. Lo poco que había entrado en sus ojos fue suficiente para irritarlos y volverlos llorosos.

Sin embargo, entre el frío y el humo, Jon debía reconocer que había una ventaja. La fuerte corriente estaba siempre a su espalda, y lo hacía avanzar más rápido a través del túnel. Jon prefería concentrar sus energías en mantener la antorcha en alto y en aferrarse a las paredes del túnel para no ahogarse.

La primera curva del túnel fue tan abrupta que Jon apenas pudo detenerse antes de que su rostro golpeara con fuerza contra la pared. Su codo sin embargo, no tuvo tanta suerte, y Jon podría jurar que escuchó un crujido cuando impactó contra la piedra maciza.

"Grrrm" el gruñido escapó entre sus dientes apretados, pero el dolor no bastó para evitar que Jon reajustara su agarre sobre las paredes y siguiera avanzando.

Creía tener una idea de la distancia que había avanzado, y esperaba que fuera acertada. Si lo fuera, dentro de poco habría atravesado las murallas de Invernalia.

Una nueva curva, ésta en dirección al oeste, se encontraba a pocos pasos al frente. Era tan abrupta como la anterior, pero su anterior experiencia ya había prevenido a Jon, que se aferró con fuerza a las paredes con su mano libre y sus pies, evitando ser golpeado una vez más a causa de la fuerza del agua.

Sin embargo, su escaso alivio se derritió con la rapidez de un copo de nieve en la hoguera cuando vio lo que había al otro lado de la curva.

Barrotes.

El túnel…estaba bloqueado por una serie de barrotes.

Los pies de Jon se aflojaron por un instante debido a la conmoción, y el agua lo aprovechó para empujarlo con fuerza incesante. Logró mantener la antorcha en alto para que no se apagara, pero el resto de su cuerpo se hundió en el agua, y antes de darse cuenta su boca y sus pulmones estaban llenos de ella. Antes de que pudiera intentar levantarse, se sintió empujado contra los barrotes, que frenaron su arrastre, pero al costo de dolorosas punzadas en su frente, pecho y hombros. Con un gruñido que ocasionó que varias burbujas escaparan de su boca y se elevaran frente a sus ojos, Jon aferró uno de los barrotes en su mano libre y lo uso como agarre para impulsarse fuera del agua.

Escupió el agua en su boca con rapidez "Aaaahh…ah….ah…ah" jadeó, llenando sus pulmones con aire y sin dejar de aferrarse al barrote y a la antorcha. No pudo resistir la tentación de apoyar su frente contra el frío metal un momento, al tiempo que su cabello se pegaba completamente a sus orejas, nuca y el cuello de su ropa.

"Si quieres descasar debiste quedarte en tu catre a dormir, idiota" le recriminó una voz en su mente, y Jon abrió los ojos con rapidez.

Sintió rabia contra sí mismo por permitirse flaquear, pero palideció con la que sentía por no haber pensado que podría encontrar algo como una maldita serie de barrotes.

"¡Ah!" gritó, deseando que su grito y el golpe propinado a uno de los barrotes pudiera ayudarlo a deshacerse de toda su ira.

Pero era inútil; el acero no se rompía tan fácilmente. Jon sabía que debía buscar algo, algún elemento o un medio para poder superar ese obstáculo de inmediato, pero….dudó.

"Puedes volver ahora" una voz, suave y casi cariñosa, dijo en su mente "La corriente no es tan fuerte como para no poder abrirte paso en su contra. Nadie sabe del plan completo. Puedes volver y fingir que sólo estabas junto al arciano, orando. ¿Quién sabría la verdad?"

Volver…..volver con su ejército, a una victoria fácil y segura. Volver con los suyos y planear una nueva estrategia. Volver para poder esperar reencuentro con Ygritte, con Minisa…y con Catelyn.

Era tan tentador, demasiado tentador…..pero no podía. Esta era una oportunidad única, y ya había dado las órdenes a todos.

"No llegaré a tiempo de detenerlas. Si me rindo, Invernalia arderá. Si persisto, también lo hará…..pero por una causa"

Sintiendo la resolución reavivarse en su pecho, Jon inhaló hondo y volvió a sumergir su cabeza, mirando a través de las aguas iluminadas por las llamas de la antorcha la parte inferior de la reja. Los barrotes eran, observándolos con más detenimiento, de un hierro viejo que, principalmente en el agua, y con unas pocas excepciones fuera de ella, presentaban ligeras manchas naranjas a consecuencias de la oxidación. Estaban ligeramente más estrechos en los costados. Los del centro estaban separados entre sí por una distancia de poco menos de un palmo. Demasiado estrecho para que cruzara, aún tras tantos días de comer mal. Pero….si lograra arrancar aunque fuera un solo barrote, podría escurrirse entre los otros.

Miró los puntos en los que los barrotes se unían a la gruesa piedra, y estuvo seguro de que no podría moverlos de allí sin ayuda. Emergió brevemente por aire antes de volver a sumergirse, aun buscando un punto débil, algo, cualquier cosa. Por fin, cuando estaba por resignarse, vio algo. Cerca del extremo inferior, un barrote estaba casi totalmente carcomido por el óxido. Lo araño con su mano libre, observando los puntos naranjas desprenderse y ser arrastrados por la corriente.

Emergió nuevamente y tras coger aire, cogió el hacha de su cinturón. Era un arma pequeña, apta solo para usarse con una mano, pero bastaría. Pasando su antorcha a la mano izquierda, cogió el hacha con la otra y la sacó del agua antes de dar un fuerte golpe a la cima del barrote elegido.

¡Clank!... ¡Clank!... ¡Clank!... ¡Clank!

En las profundidades de la tierra, bajo los suelos sobre los que se alzaba el hogar de su familia, los golpes de Jon resonaron una y otra vez.

¡Clank!... ¡Clank!... ¡Clank!... ¡Clank!

Nada parecía pasar.

¡Clank!... ¡Clank!... ¡Clank!... ¡Clank!

Parecía un ejercicio inútil.

¡Clank!... ¡Clank!... ¡Clank!... ¡Clank!

Pero Jon persistió, y tras muchos golpes, finalmente algo cambió.

¡Clank!... ¡Clank!... ¡Clank!... ¡Clank!

La barra de metal empezó a ejercer un sonido diferente bajo sus golpes: más agudo, más sonoro. Reprimiendo un estremecimiento ante la poco probable, pero aún factible, idea de que los oídos equivocados escucharían el ruido, Jon siguió en ello.

¡Clank!... ¡Clank!... ¡Clank!... ¡Cla…¡CRACK!

"¡Aaahh!" el ardor fue tan repentino e intenso que Jon no fue capaz de contener el grito que escapó de su boca. Sus piernas perdieron sus fuerzas por un momento, y casi dejó caer la antorcha, aunque logró rescatarla antes de que cayera a la corriente. Su vista se nubló, y Jon soltó un gruñido de dolor cuando una nueva punzada de dolor hizo temblar su agarre.

Con los pies ligeramente temblorosos, reafirmó su agarre y parpadeó para recuperar su visión. Alzó el hacha y su atención fue capturada por el hecho de que la hoja de acero curva se había quebrado, perdiendo dos terceras partes. En el mismo instante notó que las punzadas de dolor seguían llegando, concretamente de un punto de su brazo derecho ubicado a poca distancia del hombro.

"Mierda" murmuró al divisar un fragmento de acero enterrado en sus ropas, atravesando la tela y penetrando en su carne. Pasó su antorcha a la otra mano y respiró hondo antes de coger el fragmento de metal clavado en su brazo con tres dedos y retirarlo con un fuerte tirón "Mal…dita sea" dijo, al tiempo que dejaba caer el fragmento del hacha, que fue engullido por la corriente un momento después. Su frente una vez más descanso contra los barrotes, buscando reposo y alivio en los helados objetos.

"No puedes descansar…..el tiempo es corto" le recordó la mima voz insistente en su cabeza. Maldiciendo por lo bajo, Jon volvió a incorporarse y abrió los ojos. Su sorpresa fue inmensa al darse cuenta que no solo había destrozado su hacha, si no que había roto el barrote en el punto que había golpeado con tanto denuedo.

Miró el pequeño fragmento de acero aún unido al mango del hacha y suspiró "Tendrá que servir" pensó, al tiempo que se sumergía en la corriente una vez más y empezaba a golpear el punto oxidado del mismo barrote, teniendo cuidado de mantener su otra mano alzada para salvar las llamas de la antorcha del agua, e intentando ignorar las punzadas de dolor y los delgados hilos rojos que escapaban del punto dónde estaba herido.

El agua de la corriente disminuía parte de la fuerza de los golpes, y en ocasiones Jon tuvo que detener su trabajo para emerger en busca del aire que sus pulmones necesitaban desesperadamente. Sumado al esfuerzo de mantenerse en posición contra el impulso de la corriente y a la preocupación que luchaba por apoderarse de su determinación, estaba totalmente agotado cuando finalmente, con un sonido mucho menor debido al escudo del agua, el barrote se rompió. Jon lo contempló hundirse en la corriente antes de cruzar entre los malditos barrotes. Con rapidez rompió un fragmento de su capa y lo ató sobre la herida de su brazo en un pobre intento de vendaje antes de seguir avanzando.

El resto del camino pareció pasar en medio de una bruma. La mente de Jon, aturdida por el cansancio y las ocasionales punzadas de dolor, pareció ceder el control total a su cuerpo, que siguió avanzando por el túnel. Aun así, capto cómo las curvas de la alcantarilla se hacían más numerosas y pronunciadas, y lo que era más, cómo en la parte superior se abrían una serie de bocas de las que se desprendía un olor tan penetrante cómo desagradable.

"Estoy debajo de Invernalia" se dio cuenta con realización, al tiempo que se alejaba del centro del túnel y alejaba la luz de la antorcha de las bocas. Prefería no correr el riesgo de que un sirviente o un soldado despierto en medio de la noche viera fuego cuando fuera a hacer sus necesidades, vaciar un orinal o simplemente tirar algún objeto inservible.

"Llegué desde el norte, y el riachuelo está más cerca de la muralla occidental" pensó, al tiempo que recordaba cada giro que había dado en el túnel e intentaba discernir cuanto se había desviado con cada uno.

Cuándo finalmente se detuvo, contempló la boca de piedra por un momento. Era estrecha, pero parecía lo suficientemente ancha como para deslizarse por ella.

Si tenía razón, emergería muy cerca del lugar al que se dirigía.

Con esfuerzo logró aferrarse a ella con una mano, y no dudó en soltar la antorcha, que casi se había terminado de consumir. Las llamas se apagaron con un siseo, tragadas por la corriente, mientras Jon se aferraba a la boca con sus dos manos.

El subir fue igual de desagradable que el bajar. Posiblemente más. Puede que el pasaje fuera ligeramente más ensanchado que su homónimo en el Bosque de los Lobos, pero el espacio no valía el olor putrefacto proveniente de los restos de cientos de orinales vaciados allí por solo los dioses sabían cuánto tiempo.

Jon no era tan buen escalador cómo lo había sido su hermano Bran, pero el pasaje era estrecho, por lo que se pudo ayudar con sus pies y su espalda.

"Gloriosa primera entrada del Rey en el Norte en su castillo: a través de la alcantarilla" pensó con sombría burla.

La oscuridad era una vez más total; Jon no veía nada, y su oído solo captaba el roce del cuero, la lana y la piel contra las paredes del improvisado pasaje. Sus manos eran más confiables, y fue por medio de ellas que cayó en la realización de que, tras haber subido un gran trecho, el pasaje parecía hacerse más liso, la rugosidad quedando atrás.

Y entonces ocurrió.

Thuck

El sonido estremeció a Jon, al igual que el tacto de la madera contra la parte superior de su cabeza. Su mano temblaba al moverla, el temor y la expectación haciendo latir su corazón con tal fuerza que el sonido retumbaba en sus oídos.

La oscuridad y el silencio lo recibieron al sacar su cabeza con lentitud del pasaje, y a pesar de distinguir poco, Jon supo en su corazón que estaba en Invernalia.

Bien, eso es todo por ahora. Tengo varias cosas que explicar/informar/decir.

Sé que algunos de ustedes creen que la historia es algo lenta. Bien, por primera vez concordaré con uds: este, y los siguientes 2 capítulo, serán centrados solo en Jon, y como quizás algunos asumirán, todo tendrá lugar en Invernalia y sus alrededores. Tengo la intención de hacerlos lo más detallados posibles.

Así que si esperan ver a otros personajes, lamento decirles que estarán momentáneamente decepcionados.

Tengo la intención de publicar dos capítulos más antes de fin de año. El segundo será en Navidad (a menos que el Internet me falle y no pueda subirlo….espero que no) y será un regalo para ustedes. Y el siguiente espero publicarlo en año nuevo.

Por supuesto, todo esto es asumiendo que el bloqueo de escritor no vuelva. Para ser honesto, no estoy seguro de que se haya ido del todo, aunque estos días he podido escribir un poco mejor. En fin, Dios dirá, creo yo. Pero si pueden mandarme mensajes, háganlo. Quien dice y no es eso lo que necesito para terminar de salir del bloqueo.

Y hablando de Dios, hoy es un día muy especial para los católicos (y no sé si otras confesiones cristianas): la inmaculada concepción de la Virgen María. Yo soy católico (como buena parte del mundo hispano hablante), y si bien no soy practicante, si creo en ello. Por eso les deseo todas las bendiciones de la Santa Virgen a todos (más allá de su confesión o de la falta de una).

Bueno, les mando un abrazo a todos y hasta la próxima.