Bueno, hola a quien aún este aquí tras mi larga ausencia.

Bien, antes de responder los reviews cómo es usual, voy a decir esto: he terminado con promesas de publicar en una semana, o para Año Nuevo. En resumen, he terminado con las promesas: simplemente publicaré los capítulos una vez que los haya terminado.

Ahora sí, vamos a los reviews. Gracias a Froggus, jean d'arc, miguel giuliano. Co, pablo 21, Tony Warrior y coki 13566 por los últimos mensajes, que me hacen más bien del que parece. Y hablando de los mismos.

Froggus: ¡tanto tiempo sin saber de ti! ¡Qué gusto volver a leerte! Gracias por las palabras. Sí, yo no quería hacer un escape fácil: eso sería muy irrealista desde mi punto de vista. Jon es como el protagonista de Saw: matar por un ideal es lo que mejor le sale jajaj. Jeyne tiene cosas que contar, en eso coincidimos. Sé que es un poco tarde (bueno, bastante tarde) pero espero que hayas tenido unas buenas fiestas. Hasta la próxima, y un gran abrazo.

Jean d'arc: ¡hola de nuevo! Muchas gracias por tus palabras: la verdad es que me costó lo suyo hacer una narración que fuera coherente y emocionante, pero sin ser exagerada o idealizada. Si Jeyne ha pasado por mucho, y Jon no es precisamente un ángel de la misericordia para ella. En fin, hasta otra ocasión. Un gran abrazo y un saludo a tu familia.

Miguel Giuliano .CO: ¡hola una vez más! Qué bueno que el capítulo es interesante, y cómo vos, creo que ya es tiempo de terminar la batalla por Invernalia. El rescate de Jon no fue perfecto, pero como dije en otros reviews, si lo fuera sería muy irrealista. Sí, recuerdo lo de las posibilidades, y concuerdo totalmente. Un castillo tan grande y antiguo como Invernalia debe tener algunos secretos que valgan la pena descubrir. Bueno, aquí verás algo relacionado con secretos, no en torno a Invernalia, pero secretos a fin de cuentas. Ojala te guste. Un gran saludo y hasta la siguiente vez.

Pablo 21: ¡hola amigo mío! Bien, me alegra saber que logre compensarte lo lento de los últimos capítulos. ¡Gracias, y que tú también hayas tenido unas fiestas increíbles! ¡Un abrazo y vamos por un 2021 que valga!

Tony Warrior: ¡qué bueno volver a saber de ti! Bueno, si tu llevas mucho tiempo sin dejar reseña, yo llevo mucho sin actualizar, así que supongo que estamos a mano. Lamento mucho escuchar de tus problemas, pero me alegro de que ya te estés recuperando, sobre todo de salud. Sí, el 2020 fue un año desastroso (por decir lo menos) pero espero que este 2021 sea mejor. ¡Wow! La verdad me sorprende que hayas vuelto a leer toda la historia, pero me halaga mucho también. Gracias por todas tus hermosas palabras, gracias en verdad. Los mejores deseos para ti, y también para toda tu familia. Que tu trabajo siga mejorando, y que tu salud nunca te vuelva a dejar. Un abrazo.

Coki 13566: ¡hola! ¡Te juro, la adrenalina es increíble cuando te inunda, pero cuando te deja es horrible! Jon lo sabrá en carne propia jajaj. Si, Jon está lejos de ser agradable a la vista, pero por suerte las pelirrojas no están allí para recibirlo. Aunque cuando se enteren de lo que hizo….(se estremece). Jajaj, bueno, un gran saludo fresco (cálido no, porque estamos en verano y nos estamos rostizando por aquí) y hasta que nos volvamos a leer. Saludos.

*Bien, ahora sí, basta de hablar. Vamos a lo que los trajo hasta aquí.

Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.

Kevan

Se encontraba en la cima de una de las siete torres que coronaban la Fortaleza Roja, saboreando un inusual momento de soledad con la vista perdida más allá de las murallas de Desembarco del Rey, perfectamente visibles desde allí.

Las tiendas en las afueras de Desembarco del Rey se habían incrementado lentamente desde que el Regente y la Mano del Rey habían acordado reunir un nuevo ejército para enviar al Norte. Cubrían el campo dónde Robert Baratheon había celebrado los numerosos torneos por los que, en parte, se le recordaría, rompiendo sus límites para llegar hasta los lindes fangosos del Aguasnegras.

Los primeros en llegar habían sido los señores de las Tierras de la Corona; no podía ser de otra forma, considerando su cercanía a Desembarco del Rey. Unos pocos miles de hombres bajo el mando de señores y herederos de casas como Wendwater, Bywater, Edgerton, Hayford y Rikker. Kevan no esperaba más de los vasallos directos del Trono: la Batalla del Aguasnegras los había visto divididos entre Stannis y Joffrey, y casi todo su poder había muerto peleando por uno u otro.

La vista de Kevan se perdió un momento en el horizonte. Los hombres del Oeste deberían llegar pronto, aunque no esperaba un ejército ni por asomo tan vasto cómo el de su hermano. El Joven Lobo, Stannis Baratheon, largos años lejos de casa, el riesgo latente de Euron Greyjoy y sus saqueadores y el invierno que se cernía sobre sus cabezas, listo para desatarse en cualquier momento, habían mermado considerablemente la capacidad combativa de la Casa Lannister y sus vasallos.

Los Tyrell no contaban con tales preocupaciones. Sus ejércitos apenas habían sangrado en la guerra, y sus hombres estaban ansiosos por la gloria y el saqueo perdidos. Aún con Euron Greyjoy merodeando las cercanías de Antigua, cinco mil hombres del Dominio, muchos de ellos caballeros, ya acampaban a las afueras de Desembarco del Rey, con diez mil más subiendo en esos momentos por el Camino de las Rosas. En cuánto éstos y las fuerzas Lannister llegaran, partirían al norte para luchar contra los enemigos de la Corona.

Y debían partir pronto. El bastardo de Eddard Stark no tardaría en moverse.

Cuando las noticias sobre la caída de Foso Cailin en manos de los salvajes llegaron a ellos, Kevan no pudo evitar sentir una pizca de admiración por el llamado Rey más allá del muro. El muchacho sabía bien lo que hacía: con el Foso bajo su control, tenía mucho tiempo para consolidar su dominio sobre Invernalia y el resto del Norte, seguro de que no habría intervención del Trono de Hierro. La Corona no podía atacar el Norte, no con sus flotas ocupadas en lidiar con Euron Greyjoy y la fortaleza que guardaba el único camino por tierra en manos de sus enemigos.

Peor aún, la caída del Foso, al mismo tiempo que el asedio de Invernalia proseguía, demostraba sin lugar a dudas que el bastardo aún contaba con un gran ejército, o al menos lo suficientemente considerable para dividirlo en varios puntos. Los informes de sus espías sobre una gran cantidad de salvajes aún en el Muro solo alentaban tales pensamientos.

Pero el bastardo saldría del Norte, y esa sería la oportunidad para encargarse de él.

Porque se movería. Debía moverse. Los Gemelos se alzaban aún, y en sus mazmorras se pudrían numerosos partidarios de su difunto hermano. Las familias de esos hombres tal vez habían apoyado a Jon Nieve por la sangre Stark que llevaba en sus venas, pero no aceptarían quedarse de brazos cruzados mientras sus parientes estuvieran aprisionados. Si el bastardo se negaba a atacar Los Gemelos, los señores del Norte lo abandonarían, y su reinado sería aún más breve que el de su hermano.

"Mi señor" una voz suave sacó a Kevan de sus pensamientos, y al girarse vio a una sirvienta, una muchacha menuda con frente escasa y ojos azules, en la entrada "Una delegación del Septón Supremo"

Sintiendo el inicio de una nueva dificultad, Kevan se forzó a proyecta fuerza al responder "Hazlos pasar a la sala del Trono. Me reuniré con ellos allí" hubiera preferido recibirlos en la privacidad de su solar, pero sabía que nunca lo aceptarían. Al parecer, el Gorrión Supremo había instruido a los suyos a nunca quedar a solas cuando lidiaran con cualquier persona de la Fortaleza Roja. "Los Siete y todo aquello que les concierne jamás serán motivo de vergüenza o secretismo. Nuestro servicio a ellos debe ser público, para alentar a nuestros y hermanas extraviados a volver al camino de los dioses" había afirmado.

La niña no se movió para cumplir sus órdenes. Se mordió el labio inferior con nerviosismo antes de hablar "Mi señor…ya están en la Sala del Trono. La Mano del Rey y la Reina los han recibido allí" añadió, como si eso lo explicara todo.

Kevan sintió la indignación debatiéndose en su pecho. Bajó de la torre a zancadas, ignorando a todos aquellos con quienes se cruzaba mientras se dirigía a la Sala del Trono.

¿Cómo se atrevía Mace Tyrell a semejante desaire? Mano del Rey o no, se estaba extralimitando. Cómo Regente de Tommen, Kevan estaba en todo su derecho a recibir a los enviados de la Fe. Es más, ¡debería! Ser convocado para recibirlos. Se preguntó quién había tenido la cortesía de enviar a la muchacha para avisarle.

Al entrar al salón del Trono, Kevan debió reprimir con fuerza la mueca que quería aparecer en su rostro.

Tal como suponía, no había rastro de Tommen. Su esposa, la Reina Margaery Tyrell, se encontraba sentada en una silla ornamentada con cojines de satín al pie del Trono de Hierro. Y sobre la monstruosidad creada trescientos años antes por Aegon el Conquistador se encontraba uno de los que, sin duda alguna, era una de las personas menos capacitadas para estar en tal lugar: Mace Tyrell.

Enfrente del trono, una docena de Hijos del Guerrero, caballeros jurados directamente a la Fe, se ubicaban en tres hileras de cuatro hombres de profundidad, sus rostros ocultos por cascos de los que colgaban largos penachos.

Ante los caballeros se ubicaban dos septons mientras un tercero, de cabeza calva y túnica sencilla, se encontraba varios pasos por delante.

La Flor Gorda de Altojardían parecía aún más creída de lo normal. Kevan dudaba que incluso escuchara en verdad las palabras del septón.

Kevan se adelantó, ocasionando el silencio con su aparición, hasta ubicarse en pie ante la Reina. Mientras que la hija de Mace Tyrell dio una sonrisa gentil a manera de bienvenida, su padre solo dio un asentimiento brusco. Kevan dio un breve asentimiento a la Mano del Rey y una profunda reverencia a su real hija antes de ubicarse cerca de esta última, sus pies firmemente plantados al pie del Trono y sus ojos fijos en el septón. El hombre retomó sus palabras tras un momento, sus ojos alzados para poder vislumbrar al Señor de Altojardín.

"…Su Santidad se encuentra preparando el juicio de la Reina Madre. Será en el día de la Madre; con sus bendiciones, las acusaciones de Regicidio, Incesto y Traición serán probadas como falsas" parloteó el septón.

Kevan solo atinó a dar un breve asentimiento en reconocimiento a las palabras, sus inquietudes sepultadas bajo una máscara de calma. Sabía que al menos uno de los cargos contra su sobrina era cierto, y de los otros tenía serias sospechas. Su único consuelo era que Jaime estuviera lejos en ese momento; la impulsividad de su sobrino era terrible, y no ayudaría en las presentes circunstancias.

"Sin embargo, Su Santidad no me ha enviado a comunicaros estas, si no otras noticias" el septón dio un paso al frente, y Kevan casi pudo sentir la tensión crecer en el aire "Su Santidad ha oído, como todos, sobre un rey salvaje proveniente de las tierras bárbaras e impías del norte del Muro, así como de sus idas y venidas a lo largo y ancho del Norte. Éstos acontecimientos han llenado de preocupación a Su Santidad, quién decidió pasar ayuno durante siete días y sus respectivas noches, orando para saber cuál es la voluntad de los Siete en torno a estos acontecimientos"

Kevan no reaccionó a las palabras del septón, y tampoco lo hizo la Reina Margaery ni su padre. Todos ya sabían acerca del ayuno del Septón Supremo, cortesía de los espías que mantenían entre sus filas de pordioseros y fanáticos. Al no ser un hombre especialmente devoto, Kevan no había sentido vergüenza al pensar en que si el Septón muriera por inanición las diferencias entre la Corona y la Fe serían infinitamente más sencillas de resolver.

El septón colocó sus manos ante él, como si se preparara para orar. Sus siguientes palabras sin embargo, fueron más atrayentes que cualquier plegaria que Kevan pudiera haber oído.

"Las plegarias de Su Santidad han sido escuchadas. La Vieja ha alzado su lámpara y le ha mostrado el camino que debe ser seguido" el septón respiró profundamente antes de seguir "¡Desde el Norte no viene un hombre, sino un demonio!" proclamó a voz en cuello el septón, obteniendo jadeos y exclamaciones de sorpresa y terror de muchos de los cortesanos reunidos. Una de las damas de compañía de la Reina Margaery soltó un grito aterrado antes de poder cubrir su boca, más Kevan permaneció impasible "Un hombre cruel que adora a dioses crueles. Un hombre falso que sigue a dioses falsos. Un asesino y un rompejuramentos. Un encantador cuya lengua gotea veneno con el que emponzoña los oídos de aquellos a su alrededor y que se burla de los dioses consintiendo ofensas continuas hacia ellos"

Kevan luchó contra el impulso de sonreír. La Fe no era confiable ni por asomo, pero tenía sus utilidades. No sabía que había inducido al Septón Supremo para hacer semejantes declaraciones, pero podría ser provechoso para la Corona.

"¡El Guerrero ha visto la amenaza que se aproxima, y dará fuerza a los brazos de aquellos valientes dispuestos a proteger la verdad y la justicia en contra de las hordas del mal que se aproximan desde el norte!"

"Mejor y mejor" pensó Kevan. ¿Cuántos señores se sentirían lo suficientemente cautivados o intimidados por semejantes palabras para comprometer a sus fuerzas con el ejército que se estaba formando?

"Ciertamente" la palabra de la Mano del Rey resonó en el Salón del Trono "En esta noble campaña, todo hombre de Fe debería marchar en contra de los salvajes impíos del Norte" añadió, sus papadas temblando con sus palabras.

"Pero es del agrado del Padre que las palabras no se queden solo en palabras. También es de su gusto que sus servidores directos prediquen con el ejemplo"

"Oh, dioses" pensó Kevan, creyendo saber a qué se refería el septón, y rogando estar equivocado.

Estaba en lo correcto.

"Y es por ello que las Sagradas Ordenes de los Hijos del Guerrero y los Clérigos Humildes partirán también a la defensa de los Siete Reinos contra los paganos impíos del Norte"

Bran

Corría con todas sus fuerzas, sus cuatro diminutas patas moviéndose con perfecta coordinación para intentar escapar del depredador que lo perseguía incansablemente.

Su tamaño más pequeño le daba una ventaja. Podía escabullirse entre las ramas quebradas y las piedras deformadas que salpicaban esa parte del camino. A su derecha, las rocas se volvían gigantes que bloqueaban su escape, dentudas y deformes. A su izquierda, una pequeña franja de tierra salpicada de arbustos espinosos y raíces retorcidas de árboles deformes acababa abruptamente, dando paso a una pendiente empinada que llevaba directo a un arroyo profundo que arrastraba cualquier cosa que cayera en él.

Escuchó una piedra cayendo detrás de sí y supo que su perseguidor intentaba superarlo. Era astuto; intentaría atraparlo cuando saliera del pequeño entramado de obstáculos, aprovechando la distancia llana que había entre su refugio y el final abrupto de estos.

Debía apresurarse. Siguió corriendo, esquivando una roca y saltando en medio de dos ramas caídas llenas de espinosas hojas marchitas, para al fin salir a campo abierto. En la distancia, un solitario árbol de ramas retorcidas resaltaba al borde de un precipicio, su color negro fundiéndose con el de las rocas que yacían al pie del tronco.

Su perseguidor había bajado casi a la vez de su posición en las alturas, y ahora lo perseguía de cerca. Podía sentirlo mientras corría al árbol: el aroma inconfundible a carne y sangre que lo rodeaba…

Escuchó el chasquido sonar detrás de sí, antes de que un inmenso dolor se disparara a través de su cola. Perdió pie, pero antes de caer la misma sensación que había aparecido en su cola, la de dos afiladas hileras de dientes, lo volvió a abrumar, capturando todo su cuerpo entre su ahora casi insensible cola y sus patas delanteras. Sintió cómo el agarre se apretaba, el crujido de sus propios huesos partiéndose y enterrándose en su interior siendo un aviso de lo que sabía.

Se agitó débilmente, pero no logró salir de su agarre.

Su depredador lo había atrapado, y estaba muerto.

Pero no moría. Sentía el dolor, la impotencia, la agonía terrible de sus heridas, pero un poder más fuerte que él mismo lo mantenía sujeto a la vida por un delgado hilo mientras su asesino corría devuelta hacia el bosque en el que había empezado a perseguirlo, sus dientes apretando firmemente para no dejarlo caer.

Su cabeza colgaba inerte, las fuerzas que la habían mantenido erguida habiendo abandonado su cuerpo de manera definitiva. De reojo podía ver las fuertes patas delanteras de su asesino, dos delgados bastones de puro músculo rodeados de pelaje negro, moviéndose con rapidez a través del bosque.

Sus últimas fuerzas lo dejaban cuando su asesino finalmente se detuvo, enfrente de lo que parecían…..¿humanos? Creía que así se llamaban, pero nunca había visto uno….

Uno de ellos era grande, con pelaje negro en su cabeza. El otro era más pequeño que su asesino…apenas poco más que un cachorro, con ojos azules y pelaje rojo sucio.

"Peludo….." una vocecita llamó antes de que la oscuridad finalmente lo tragara.

Sus ojos se abrieron a una vista ya resignada. El techo de un túnel dentro de la tierra por el que corrían numerosas raíces de árboles blancas. Tragó saliva y solo allí se dio cuenta de lo seca que estaba su boca.

Cómo si sintiera su necesidad, una figura delgada, con ojos gatunos y piel grisácea cubierta por un entramado de hojas y raíces flexibles, se acercó sin palabras y alzó su cabeza con una mano rugosa antes de llevar una taza de madera a sus labios. El líquido frío alivió la garganta de Bran, y relajó su mente lo suficiente para poder pensar.

"Gracias" murmuró, pero no obtuvo respuesta. La ¿mujer?…..¿hembra?. La Hija del Bosque simplemente se irguió antes de desaparecer de nuevo en la oscuridad del túnel.

"Vi a Rickon" pensó, deseando poder contarle a alguien lo que había visto.

Su hermano había crecido mucho. Por un momento no había sabido que era él. Si no hubiera reconocido a Peludo, ¿podría haberlo hecho con Rickon?

Su cuerpo siempre era rígido cuando volvía a él. Era como si lo estuviera poniendo en uso por primera vez, y los primeros movimientos eran los más dolorosos. Con los dientes apretados, Bran se incorporó usando sus brazos. Con la espalda encorvada se arrastró a través de la cueva, sintiendo las raíces por debajo de su estómago, pero nunca más allá.

No, con sus piernas ya no sentía nada. Nada.

La cueva nunca portaba luz en su interior. El Cuervo de Tres Ojos no parecía necesitarla, y a los Hijos del Bosque les gustaba la oscuridad por sobre cualquier fuego. Había sido una fuente de peleas entre éstos y Meera.

Meera…..Bran no podía sentir sus piernas, pero en ocasiones se preguntaba si las de Meera tomarían la determinación de alejarla de él para siempre. Lo temía desde el primer reclamo que le había hecho, días, o lo que parecían días, atrás

"El Cuervo de Tres Ojos dice que habrá una guerra" había dicho Bran.

"¿La pelearemos ahí dentro?" había replicado Meera.

Bran no lo había dejado ver, pero le habían dolido sus palabras. ¿Qué era lo que Meera esperaba? ¿Qué tomara una espada y peleara contra los muertos? La única vez que los había visto no había podido hacer nada. El solo recuerdo hacía que las mejillas de Bran se enrojecieran de vergüenza.

El arrastre de Bran se detuvo el tiempo suficiente para que su mirada volviera a sus piernas. Su mano se alzó para golpear una. No sintió nada. Sintió las comisuras de sus ojos arder, pero contuvo las lágrimas antes de seguir arrastrándose.

Antes de darse cuenta, estaba una vez más ante el Cuervo de Tres Ojos. Sus ojos recorrieron al hombre y al árbol, sin saber dónde acababa uno y empezaba el otro. El Cuervo le devolvió la mirada asimismo, pero Bran no vio ninguna emoción en su rostro.

"Has visto a tu hermano" dijo el Cuervo, su rostro tan inerte cómo las ramas que atravesaban su cuerpo.

"Sí" respondió Bran en un susurro, sin saber si era una pregunta, una declaración o una acusación.

"Está fuera de tu alcance" la ligera candencia de la voz lo hizo sonar como un regaño.

"¿Y entonces porqué lo encontré tan fácilmente?" espetó Bran, sintiendo su molestia crecer. No había buscado ver a Rickon cuando se había sumido en las visiones, pero no se arrepentía de haberlo encontrado. Se alegraba.

El Cuervo lo miró largo tiempo antes de responder "La sangre es fuerte" dijo "La de tu hermano te atrae por ser igual a la tuya"

"La sangre es fuerte" repitió Bran, antes de fruncir el ceño "Sansa y Arya también son mi sangre, pero no aparecen nunca" replicó sonando como un niño "Nunca las he visto" le hubiera gustado ver a sus hermanas una vez más.

"Necesitas entrenarte más" replicó el Cuervo, su voz no mostrando indicios de ninguna emoción, ni burla ni molestia "Cuando lo hayas hecho, podrás encontrar a tus familiares a voluntad"

"¿Y por qué si puedo ver a Jon?" preguntó ahora Bran. Sabía que presionaba su suerte, pero las preguntas que hacía eran generalmente ignoradas o desviadas. No perdería la posibilidad de obtener respuestas.

Había visto a su hermano muchas veces: tantas, que podría decir de memoria todos los cambios que había sufrido desde que partió al Muro.

Nunca se había sentido más aliviado que cuando vio a su madre junto a él: pensó que había muerto con Robb.

Bran sabía que su madre no quería a su medio hermano como a Bran y a sus otros hijos, y que Jon no la amaba cómo amaba a su padre. Aun así, se alegraba de que estuvieran juntos.

"Él es especial" dijo el Cuervo.

Bran hubiera preguntado a que se refería, pero antes de poder hablar el Cuervo volvió a hacerlo.

"Debemos irnos. Es hora de tu siguiente lección" declaró, antes de observar a Bran fijamente.

Bran sabía lo que esperaba de él. Una parte de él quería seguir discutiendo, hasta entender por fin qué era lo que hacía especial a Jon.

Jon era siempre fácil de encontrar cuando tenía visiones. En el pasado, había visto momentos de su infancia en el Bosque de Dioses de Invernalia, con su padre, Robb, Arya e incluso él mismo. Y en el presente, había logrado encontrarlo muchas veces.

Lo había visto junto a las puertas del Castillo Negro cuándo los salvajes cruzaron el Muro. Lo había visto en batalla, luchando contra los Bolton. Lo había visto cuándo llegó a las afueras de Invernalia y puso bajo asedio su hogar.

Y Bran había intervenido.

La primera vez había sido meramente accidental. Aún no sabía cómo, pero se encontró dentro de un castillo que creía que era el Último Hogar, viendo a través de los ojos de un cuervo. Un Maestre al que nunca había visto lo sujetó entre sus manos un momento antes de coger un papel atado a una de sus patas y dejarlo encerrado en una jaula con una veintena de cuervos. Bran lo había visto discutir con una muchacha que parecía ser una Umber antes de decidirse a enviar el mensaje que había traído con un jinete hacia Jon. Bran había entendido que el mensaje portaba malas noticas antes de que por un instante todo se sumiera en la oscuridad. A diferencia de otras ocasiones, Bran no había despertado en la cueva sintiendo su cuerpo rígido y adormilado: había vuelto al mismo lugar que había dejado un momento antes, dentro del cuerpo de un cuervo enjaulado mientras miraba una vez más al Maestre y a la muchacha Umber. Los había escuchado diciendo cómo debían enviar un segundo jinete con un nuevo mensaje, y cuestionando a una tal "Lady Alys" por enviar mensajes contradictorios antes de resignarse a que el Rey supiera las dos noticias, la buena seguida por la mala.

Bran había interrogado tiempo después al Cuervo de Tres Ojos sobre cómo había logrado entrar contra su voluntad en la mente del caballo cuyo jinete llevaba el primer mensaje, pero no había obtenido respuesta. Aun así, eso no cambiaba lo que había hecho: intentar detener al caballo para que el mensaje malo y falso llegara a manos de Jon. Pero la mente del animal, mientras que había tolerado por breves momentos la presencia de Bran en su interior, no había aceptado en absoluto su intento de imponerse a ella. Los golpes del jinete no habían contribuido, y Bran, que había estado intentando detener al caballo, logró que todo acabara de la peor manera: con él mismo siendo expulsado violentamente de la mente del animal mientras el jinete era enviado al suelo y el caballo se daba a la fuga, aterrado.

Bran había esperado alguna reacción del Cuervo de Tres Ojos ante lo que había hecho, pero sólo recibió una ligera recriminación por su imprudencia.

Sin embargo, Bran había vuelto a ser imprudente.

Había vuelto a ver a Jon, esta vez en la oscuridad de la noche mientras se deslizaba a través de su propio campamento oculto. Bran había tenido un terrible presentimiento al respecto, y eso lo había impulsado a seguirlo. Cuando lo había visto entrar a un pasaje del que nunca había oído, Bran supo de inmediato que haría Jon: iba a entrar en Invernalia.

Bran no sabía por qué Jon buscaría entrar al castillo solo y en silencio, pero decidió que no le importaba. Él lo acompañaría, aunque Jon probablemente nunca lo supiera. Bran se había mostrado aprensivo durante todo el tiempo que ambos estuvieron bajo el suelo: su vida más allá de las visiones se había vuelto estar bajo tierra, y al parecer aquello lo alcanzaba también allí. Se había preocupado por la herida que Jon se había hecho en el brazo, pero aun así no había podido evitar disfrutar de escalar. Su mente sabía que era falso, que no estaba escalando, no en verdad, pero su corazón se había derretido en esa efímera probada de lo que fuera uno de los placeres más queridos para él.

Bran no sabía que era lo que había llevado a Jon a Invernalia, pero estaba dispuesto a ayudar en lo que pudiera. Cuándo lo había visto ocultándose en las sombras de una torre, pensó que buscaba entrar en ella. Había hecho lo que había podido: se había apoderado del cuerpo de un perro, un animal famélico, y había distraído todo lo posible a los guardias para darle tiempo a Jon de entrar. Tanto él como Jon habían tenido éxito, y solo eso había logrado valer la breve pero aguda punzada de dolor que había sentido cuando el perro había sido asesinado.

Bran hubiera deseado estar con Jon cuando entró a la torre, pero el dolor de morir le había despistado lo suficiente para que le tomara tiempo volver a encontrarlo. Sin embargo, lo había logrado. Solo para llegar en el peor momento. Cuando su hermano estaba cercado por una mujer con un arco, una jauría de perros y un grupo de soldados Bolton.

Bran no había logrado pensar. En cuanto vio a su hermano correr y a los dos perros ser soltados, actuó. Le hubiera gustado poder tomar ambas mentes animales, y hacerles atacar a la mujer y a los hombres Bolton. Pero solo había podido apoderarse de un perro, una hembra rabiosa y furiosa que se había debatido con fuerza en su mente. Bran, sin embargo, había logrado apoderarse de su cuerpo el tiempo suficiente para hacerle atacar al otro perro, y aunque no había podido evitar que la mujer disparara contra su hermano, se había sentido aliviado cuando él entró al granero y se puso fuera del alcance de sus flechas. Eso había sido lo último que había visto antes de que el otro perro arrancara su garganta, para verse de nuevo en la cueva.

"Vámonos" la voz del Cuervo de Tres Ojos sacó a Bran de sus recuerdos "Ahora" impelió, antes de que sus ojos se tornaran blancos como la leche.

Con un suspiro, Bran cogió una raíz cercana y se sintió caer en la negrura de la nada.

No había visto a Jon luego de que el perro en el que estaba muriera, pero podía sentir que estaba vivo. Esperaba volver a verlo pronto. Tal vez, esta fuera la ocasión en que lo haría.

Sansa

Se encontraba en la privacidad de sus habitaciones, sentada junto al fuego. En sus manos, la aguja se movía con rapidez y precisión, una habilidad heredada de su señora madre.

Sansa levantó la vista de su bordado, un cuarteado de una trucha y un lobo sobre un pañuelo de seda, para ver la puerta que acababa de ser tocada.

"Adelante" permitió, y un momento más tarde una sirvienta cruzaba su puerta, dando una reverencia antes de hablar.

"Mi señora" dijo, antes de hacer una reverencia a la que Sansa respondió con una sonrisa gentil "Vengo en nombre de Lady Arryn" explicó la muchacha, sus manos cruzadas debajo de su estómago "Ella ha solicitado vuestra presencia en el Gran Salón lo más pronto posible"

Sansa sintió sus entrañas retorcerse en disgusto. Aunque fuera hermana de su madre, Lady Lysa no se sentía cómo su familia. Su compañía no era algo que Sansa buscaría por propia voluntad a menudo. Sin embargo, las cortesías debían respetarse, por lo que sonrió a la muchacha cómo si le hubiera traído un mensaje maravilloso antes de dejar su bordado en la mesa junto a la que se sentaba y ponerse en pie, para luego seguir a la sirvienta.

El camino estuvo extrañamente solitario; no había caballeros, soldados, damas ni señores, y apenas unos pocos sirvientes se movían realizando sus labores.

Sansa no tuvo que preguntarse durante mucho tiempo por la ubicación de los residentes del castillo: estaban en el salón. Decenas y decenas de cortesanos, hombres y mujeres, llenando el lugar. Numerosos guardias de la Casa Arryn se ubicaban contra las paredes, lanzas y escudos en mano y rostros cubiertos por cascos. En el estrado dónde se ubicaba la silla del Señor, más hombres guardaban al puñado de señores que se hallaban desde una posición de claro dominio sobre la habitación. Sansa reconoció a los señores Royce, Redfort y Hunter, además de la señora de Waynwood, antes de que sus ojos fueran al asiento junto al destinado al del señor, dónde su tía Lysa presidía la reunión.

No había rastro de Petyr, pero Sansa estaba segura de que tenía oídos en esta reunión. Tal vez tuviera algo que ver con ella.

"Bienvenida, querida sobrina" dijo Lysa, su voz chillona silenciando los murmullos en la habitación.

"Mi señora" dijo Sansa.

"Hemos recibido noticias que podrías encontrar de tu interés" continuó Lysa, ajena a sus palabras "Al parecer….uno de tus hermanos ha elegido ceñir una corona"

Sansa se sintió visiblemente confundida.

"¡Estás loca!" la exclamación de Sansa no fue vocalizada, aunque estuvo cerca de serlo "Mis hermanos murieron. Robb fue traicionado, y Bran y Rickon fueron asesinados"

"Mis hermanos han muerto, mi señora" dijo Sansa, luchando para que sus palabras no se atoraran en su garganta. No le gustaba hablar de ellos.

"No hablo de mis sobrinos" replicó Lysa, con tal indiferencia al mencionar al parentesco que la unía con Robb, Bran y Rickon que resultaba casi insultante "El bastardo de tu padre ha seguido los pasos de tu hermano Robb. Se hace llamar Rey y ha declarado rebelión contra el Trono de Hierro"

Una serie de murmullos, muchos de ellos hostiles, se escucharon alrededor, pero Sansa no pudo encontrar interés alguno en ellos. Estaba aturdida.

"¿Jon? ¿Cómo…." Pensó, antes de que la razón volviera a ella.

"Mi medio hermano es un hombre de la Guardia de la Noche" dijo en voz alta, acallando los murmullos "Él no puede hacer algo semejante" era simplemente absurdo. Jon estaba en el Muro, y no podía irse de allí. Y si lo hiciera…el padre de Sansa nunca le había permitido, ni ella había tenido deseo, asistir a las ejecuciones, pero sabía bien que ese era el único destino posible para los hombres que juraban a la Guardia de la Noche y luego la abandonaban.

"Y sin embargo lo ha hecho. Ha abandonado sus deberes y responsabilidades, y ahora dirige un ejército que se dedica a devastar el Norte sin impedimento"

Sansa sentía como su confusión se hacía mayor con cada instante que pasaba.

"Los señores del Norte nunca devastarían sus propias tierras" era una réplica débil, pero era lo único a lo que Sansa había logrado dar voz.

"Estoy de acuerdo" dijo Lysa, colocando su espalda contra el respaldo de su silla "Y de hecho, algunos intentaron detenerlo, pero no tuvieron éxito. Al parecer ha habido una batalla, y el bastardo de tu padre se valió de artimañas y engaños para masacrar a los norteños. Afirman que tomó cientos de prisioneros, y que cada día asesina a uno para alimentar a un lobo huargo monstruoso que tiene como mascota" los horrores descritos por la tía de Sansa no bastaron para ocultar su aparente diversión ante sus palabras.

"Fantasma" A la mente de Snasa llegó el recuerdo de Dama, y sintió cómo su corazón lloraba al pensar en su dulce lobo huargo, asesinado injustamente por su propio padre tanto tiempo atrás "Es el hermano de Dama" pero mientras Dama había sido dulce y gentil, Fantasma había sido silenciosos y sombrío….justo como Jon.

Sansa no quería creer en las palabras de su tía Lysa. No quería creer que su hermano, medio hermano, era el monstruo que ella afirmaba que era. Sin embargo, antes de poder hablar, aunque no estaba segura de que decir, una nueva voz lo hizo.

"Lady Lysa habla con verdad, mi señora" un hombre con una barba corta y bien recortada y vestido con un fino jubón con tres cuervos negros sosteniendo corazones en sus garras dio un paso al frente "Puerto Gaviota y muchas aldeas pesqueras en las costas del Valle pululan con historias acerca de vuestro medio hermano y su ejército" la última palabra tuvo un borde afilado con burla que Sansa captó a la perfección "Si se puede llamar ejército a un puñado de salvajes sucios dirigidos por un hombre que se hace llamar El Rey más allá del Muro" concluyó un momento después.

Sigorn

Los preparativos que habían realizado para poder marchar al oeste y encontrarse con el Rey habían tomado más tiempo del que le hubiera gustado a Sigorn, pese a haber sido hechos con toda la rapidez posible.

En Fuerte Terror se quedarían los soldados heridos que aún perduraban de su accidentado pero exitoso cruce del Último y aquellos que habían sufrido una suerte similar durante la conquista del castillo, junto con más de cuatrocientos lanceros y un centenar de arqueros. Helmat había afirmado, y Sigorn había concordado, en que con la destrucción de todos los ejércitos enemigos en las cercanías, no habría necesidad de dejar fuerzas mayores guardando la fortaleza.

A manera de representar su parte en la toma de la fortaleza, un solitario gigante que respondía al nombre de Rus-Rut también se quedaría para ayudar a guardar el castillo.

Mil hombres viajarían con el ejército en calidad de escoltas: seiscientos de ellos protegiendo las docenas y docenas de carros que llevaban los tesoros saqueados del castillo, y los demás protegiendo a los prisioneros que Helmat había encontrado en las entrañas del lugar. O al menos, a aquellos que estaban en condiciones de viajar.

Bargon Flint había comentado a Sigorn que una manera en que los arrodillados hacían oficial el reclamo de una fortaleza conquistada era utilizando los aposentos o habitaciones exclusivas del señor o dama al que había pertenecido anteriormente. No había necesidad de que lo dijera; Sigorn recordaba que Alys había tomado posesión del solar y los cuartos de su padre luego de la rendición de Bastión Kar.

Sin embargo, el Magnar de Thenn no había hecho tal cosa en Fuerte Terror. Su única relación con el arrodillado al que había pertenecido el castillo había sido un rápido análisis y búsqueda en sus habitaciones y solar, de los que había tomado aquello que considerara útil o importante antes de ordenar que se destruyera el resto.

Finalmente, tres días después de que Fuerte Terror cayera ante el ejército que el Rey le había encomendado, Sigorn cruzó las puertas nuevas del castillo a lomos del mismo caballo que lo había alejado de su padre, seguido por Helmat, Bargon y Crymea. Detrás, nueve mil hombres y mujeres armados le seguían en dirección al oeste.

A Invernalia.

Al Rey.

Bien, sé que muchos estarán decepcionados por no seguir con Jon de inmediato. Pero como firme defensor del equilibrio, me parece que era momento de saber lo que pasaba en el resto de Poniente. También, creo que era momento de añadir un nuevo personaje a esta historia: Bran. A diferencia de la serie, pretendo darle un papel…bueno, digamos útil, al asunto del Cuervo de Tres Ojos.

Bien, espero sus reviews, con sus opiniones, críticas, sugerencias, teorías, y más. Los recibiré encantado y los contestaré con mucho gusto.

Cuando el siguiente capítulo esté listo, lo publicaré.

Un abrazo y los mejores deseos a todos. Hasta la próxima.