Bien, una vez más, hola a quienquiera que lea esto.

Para ser honesto, no estoy muy seguro de cómo logré hacer este capítulo con tantos trabajos para la carrera en fila. Milagro de Dios, creo yo, que haya logrado completar algo tan largo. Bueno, más allá de cómo lo hice, lo importante es que aquí está.

Ahora, a otra cosa. Gracias a Coki 13566, Xechu. S, pablo 21, Kirito720, jean d'arc, tony warrior, Trinity seven y Luna por sus graciosos, maravillosos e inspiradores reviews, que me sacan una sonrisa cada vez que los leo. Y hablando de los mismos:

Coki 13566: ¡hola! Eres duro en lo que dices sobre el honor, pero no por eso eres falso. Yo concuerdo: el honor tiene un límite. Ah, Thanos, su crueldad se comparaba con su sabiduría y su sabiduría se igualaba a su tamaño. Oye, por cierto, ¿conoces alguna página dónde pueda encontrar las últimas pelis de Marvel en buena calidad? No he podido verlas, pero me encantaría hacerlo. Bueno, un abrazo y cuídate.

Xechu. S: ¡qué tal! Me alegro que te agrade el destino de los hombres de Ramsay. Y sí quieres saber que le haré a Ramsay, pero no te lo diré para no arruinar la sorpresa. Un saludo grande y hasta la próxima.

Pablo 21: Bueno, tu no vas a dejar de leerla hasta que termine y yo no voy a dejar de escribir hasta que acabes, así que estamos a mano supongo. Está bien, te gustan los largos, yo no te voy a juzgar por eso jejej. Sí, el Jon de la serie no habría matado prisioneros, pero el de la historia, bueno digamos que es cómo dijiste: llegó a su límite, y alguien tenía que pagar por eso. Mejor los Bolton que alguien que nada que ver eh. Un gran abrazo y todo lo mejor para vos.

Kirito 720: ¡CARAJO, que pedazo de review! Como siempre, un gusto leerte mí amigo K. Me alegro de haberte alegrado (redundante, lo sé) un poco el día. Es un gusto saberlo. Las tijeras medievales, sí, supongo no tiene caso negarlo ahora. Pero eso es, por decirlo de alguna manera, un árbol del bosque. Hay tantas cosas que eso tres pueden hacer que me parece que podría escribir una mini historia solo con ellas. Bran verá bastante, para bien y para mal, y no diré más al respecto. MMM, estoy contigo en eso de personas y seres muertos y enterrados en la nieve. Pero sobre lo de buscar algo más…..bueno, no nos adelantemos demasiado. Bueno, yendo a otra cosa, y sabía que el final generaría controversia. Pero no me arrepiento de haberlo hecho así. Y sí, concuerdo en lo de sádico y sangriento, pero no en lo de cobarde. En este capítulo verás porqué. Un gran, gran abrazo. Que estés muy bien y que las cosas hayan mejorado para ti.

Jean d'arc: ¡hola! Bien, no creo que seas la única que no se vio venir eso último. Y el número de seguidores y favoritos aumentó luego de publicar eso, así que pienso que a varios les gustó. Lo cierto es que creo haber sido (subconscientemente) influenciado por Game Of Thrones y Vikings para hacer esa escena. Amé tanto ambas series que se me pegó algo de ellas jejej. El Jon de la serie no lo habría hecho nunca, los dos lo sabemos, pero este Jon, cómo tú dices, ha pasado por mucho y no es tan moral. Y cómo siempre, me alegra haber hecho una descripción acorde a la seriedad de la situación. Te pareces a Jon: ¡viste todo con un solo ojo! En cuanto a Bran, tuve que responder que hicieron los Caminantes Blancos todo ese tiempo. ¡En serio, que mierda hicieron de las temporadas 3 a 7! Al menos, quería darle algo de sentido. Bien, no concuerdo contigo en lo de Rhaegar y Lyanna. Me parece que llamarlos idiotas es llegar un poco lejos. Concedido que sus actos causaron mucho daño, pero me parece que la serie, como tantas otras cosas, dejó eso mal hecho. Se me hace que había mucha más historia detrás, y que no la hicieron. Y sí, en la serie eso hace a Jon el hijo de dos personas que hicieron mucho daño, pero tiene el nombre. Y si algo demuestran Joffrey y Ramsay, es que con el nombre correcto se puede llegar lejos (para bien y para mal). Ahora….…..¿cómo decir esto?...Tiwyn y Olenna haciendo "cosas chanchas"…gracias…..¡me diste pesadillas por TRES DÍAS con esa imagen, espero estés contenta! ¡Gracias a Dios estaba en ayunas cuando leí eso la primera vez o podría haber ocurrido algo peor!... ¡JAJAJAJA! No, ya enserio, ¿de dónde sacaste eso? Estuvo muy bueno, algo traumático, pero muy bueno a pesar de todo jajajaj. Y no, Bran no verá eso exactamente. Pobrecito, no vamos a traumarlo así. Catelyn no progresa en ese asunto, esa es una triste verdad. Ygritte ya está casi en la meta, y Jon….bueno, creo que su reacción será la esperada. Y sí, cómo vos decís, él aduce que no pueden hacer eso por honor, te autorizo a meterte en la historia y sumarte a la golpiza de Ygritte. ¡Gracias a ti! ¡Un abrazo y bendiciones a la familia!

Tony Warrior: bueno, bueno, bueno, tú otra vez….Bien, creo que hablas por varios al decir que te gustó el final. No lo viste venir, eh? La verdad es que la muerte de los hombres de Robb en la Boda Roja en la serie me dejó un mal sabor de boca. Es cómo tú dices: no les importó nada a los Bolton a la hora de masacrar a sus compatriotas. Bien, podemos decir que esto es "ojo por ojo". Y cambiando de tema, si, aún falta mucho por venir. Un saludo a ti mi estimado, y que todo esté bien por allá donde estés.

Trinity Seven: ¡hi! Bien, no creo que Ned fuera un idiota con el honor, aunque concedo que podría haber llegado mucho más lejos si hubiera sabido ser más astuto y no tan rígido con él. Hay buenas historias de Jon siendo criado por Arthur Dayne…..si gustas te paso los nombres. Bueno, un saludo y cuídate mucho.

Luna:….hhhhmmm….bueno, yo sabía que eso podría tener consecuencias, pero no creí que tan graves. Pregunta a las enfermeras si puedes recibir regalos: te mandaré alfajores, y si me avisas con tiempo, torta de cumpleaños. Jajajajaj, ok ya. No te estoy matando, ya eres así de nacimiento me parece. Y si, Jon está en el medio de lo que cree y lo que ha visto. Y si no me crees, te desafío a leer este capítulo. Un beso y un abrazo. MANTENTE ALEJADA DEL LOQUERO.

*Bien, ahora sí, basta de hablar. Vamos a lo que los trajo hasta aquí.

Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.

Kevan

Era lo profundo de la noche. Se encontraba en su habitación, intentando dormir. El humo de una solitaria vela lo forzaba a parpadear con frecuencia, pero se forzó a ignorarlo mientras intentaba descansar.

¡KNOCK! ¡KNOCK! ¡KNOCK!

Sus ojos se abrieron abruptamente ante el repentino ruido, el sueño alejado de ellos por el momento. Su mirada corrió hacia la puerta de madera justo cuando ésta volvía a ser golpeada.

"¡Mi señor!" la voz llegó amortiguada, pero las palabras aún eran comprensibles. Otra vez la madera resonó con golpes "¡Mi señor! ¡Es urgente, mi señor!" dijo la voz en un inconfundible pánico.

"Un momento" dijo Kevan, al tiempo que se ponía en pie. Ignorando el frío del aire, cogió su ropa y se vistió con premura "Adelante" dijo.

La puerta se abrió y tres hombres ingresaron en sus habitaciones, casi empujándose entre sí. Uno, uno de los guardias que protegía su puerta, con una mano en el pomo de la espada en su cinturón y una antorcha en su mano libre. Otro, uno de sus sirvientes, con sus manos juntas a la altura de la barriga y una mirada de molestia dirigida al tercer hombre.

Un joven con una sombra de barba en el rostro y una túnica similar a la de los maestres, pero sin una cadena en el cuello. Un acólito, cómo los que ayudaban en la biblioteca del castillo, en los registros de las reservas de las cocinas….

…..y en las jaulas de los cuervos.

"¡Mi señor…" empezó el acólito, pero calló cuando Kevan alzó una mano de manera ausente, perdido en sus pensamientos.

Indudablemente algo había pasado. La presencia del acólito lo sugería, y la preocupación en su mirada no auguraba que fuera algo bueno. Buscando un momento para ordenar sus ideas y mantener su rostro pétreo, se dirigió en cambio al sirviente.

"Enciende un fuego" ordenó, al tiempo que por un instante se hacía consciente de la frialdad de la piedra bajo sus pies. Aún con las gruesas botas, era una punzada presente "¿Qué es lo que ocurre?" preguntó ahora al acólito.

"Un cuervo acaba de llegar desde el sur" Kevan cruzó sus manos a su espalda, la aprensión creciendo en su pecho mientras hacía un gesto con la cabeza para que el muchacho continuara "Pero estaba herido. Parecía haber sido una flecha. Y-Y la carta…" dijo, al tiempo que sacaba de un bolsillo de su túnica el objeto mencionado.

La mano de Kevan se adelantó con rapidez y cogió el mensaje, ignorando la mirada nerviosa del acólito. No pudo evitar notar que el sobre tenía una gran mancha roja en él.

"Sangre" pensó, al tiempo que se forzaba a reunir el coraje para darle la vuelta y romper el sello de cera roja, el sol y la lanza debiendo quedar partidos en dos para permitirle extraer el pergamino doblado de manera descuidada y parcialmente arrugada.

Había manchas de sangre en el pergamino, y con cada frase que leía Kevan sentía cómo la suya propia huía de su rostro. Unas pocas palabras resonaban en su mente, que luchaba por hacerse con el control de sí misma nuevamente.

"Príncipe Doran asesinado….sus hijos desaparecidos…..Serpientes de Arena en Rebelión…Lanza del Sol sublevada…Princesa Myrcella…."

"Por los Dioses…" las palabras sonaron tan débiles, tan incrédulas, tan dolorosas. Kevan tardó un momento en darse cuenta de que era él quién las había pronunciado.

Sansa

Daba vueltas en su cama, inquieta. No podía sacar las palabras de su tía de su cabeza.

No sabía que creer.

¿Podrían los salvajes invadir el Norte? Para eso tenían que cruzar el Muro, y el Muro estaba protegido por la Guardia de la Noche. Su padre siempre había confiado en ellos. Su tío Benjen estaba allí, y él siempre había asegurado que la Guardia nunca permitiría que los salvajes cruzaran el Muro: los caballeros negros, así era cómo se los llamaba en las canciones.

Pero…..él también estaba allí. Su madre siempre había dicho que los bastardos eran traicioneros por naturaleza. ¿Cuántas veces le había advertido que no confiara en Jon? ¿Cuántas veces Jon se había aprovechado de la confianza de su padre en él para alentar el comportamiento salvaje de Arya?

Sansa había recordado esos últimos días en Invernalia, antes de ir a Desembarco del Rey, un millar de veces.

"Pensé que mi canción estaba empezando cuando crucé esas puertas" pensó, al tiempo que sentía cómo sus ojos se humedecían "En realidad, estaba terminando"

Quería memorizar esos últimos días de dicha verdadera. Cada momento, cada instante, cada palabra y la reacción a ella.

Recordó a la Septa Mordane comentando la partida de su tío, junto con la de Jon, al mismo tiempo que ellos. Su madre no lo había dicho, pero Sansa sabía que ella estaba aliviada de que Jon se fuera. Lo había visto en sus ojos; esa pequeña satisfacción. ¿Por qué sería, si no por el peligro que Jon representaba?

"Con Jon en la Guardia, ya no sería un peligro para la Casa Stark" había pensado Sansa.

Pero se había equivocado. Jon en la Guardia habría aprendido los secretos del Muro. Secretos que podría aprovechar en beneficio propio.

"Los bastardos son traicioneros y codiciosos por naturaleza" le había dicho su madre.

¿Qué pasaría si Jon hubiera traicionado a la Guardia y dejado a los salvajes cruzar el Muro? Podrían haberlo convertido en Rey a cambio.

"Y los salvajes no podrían decir que están invadiendo. Dirían que Jon, como Stark, los invitó a cruzar"

Pero Jon no era un Stark. Quizás tuviera la sangre, pero no tenía el nombre. Y al final, eso era lo que contaba. Jon no era un Stark.

"No como yo" pensó Sansa, al tiempo que se cubría más con las mantas.

Jon

"Acércate" ordenó Jon a Vewhit "También tú" dijo un momento después "Y tú. Y tú" siguió diciendo, al tiempo que señalaba a otros, hasta que en total fueron siete, incluyendo a dos mujeres.

Unos con más dudas que otros, los guerreros elegidos se acercaron, hasta formar un semicírculo apretado, con Vewhit en el medio.

"Dejad las armas" comandó Jon. Una vez más, algunos dudaron, pero al final lanzas y espadas fueron guardadas o dejadas caer al suelo "Extended las manos" dijo, y tras varios ceños fruncidos en confusión, catorce manos manchadas de sangre se extendieron hacia el Rey en el Norte y más allá del Muro.

Jon dedicó una mirada fija a cada extremidad que se extendía hacia él. Luego, con una lentitud casi dolorosa, alzó las suyas propias y las posó en las manos más alejadas entre sí. Las fue acercando poco a poco, asegurándose de tocar cada una de las de los otros. Cuando finalmente se detuvo, sus manos se rozaban entre sí, cubriendo las de Vewhit. Las apartó de las del caudillo y se las frotó, asegurándose de que la sangre recogida de las otras estaba bien dispersa.

"Aunque no los toque, también los asesine" dijo Jon en voz alta, sin saber si se dirigía a Vewhit y a los suyos, o si lo hacía a los dueños de los miles de ojos que sentía observándolo "Nada es más justo. Que su sangre también esté en mis manos" concluyó, observando el cálido y pegajoso líquido que cubría casi toda su piel hasta sus muñecas mientras luchaba contra el impulso de correr en búsqueda de agua para lavarse.

No había más que decir, y en silencio el mundo retomó su movimiento.

Cuando era niño, Jon nunca había escapado. Cuando hacía travesuras con Robb, cuando ayudaba a Arya a escapar de las lecciones de costura con la Septa, cuando alentaba a Bran a escalar o a Rickon a ensuciarse en sus juegos. Siempre estaba allí cuando llegara el momento de recibir un regaño de su padre….o de Catelyn.

No escapó nunca de las consecuencias de sus actos. Tampoco lo hizo ahora, forzándose a mirar mientras los restos de la guarnición Bolton de Invernalia, masacrados con brutalidad por los hombres de Vewhit, sus hombres, eran arrastrados para ser quemados con el resto de sus compañeros, en grandes hogueras creadas más allá de las murallas.

Los ojos muertos parecían seguirlo mientras se alejaban. Lo mismo se podía decir de las cuencas ensangrentadas de dos hombres cuyos ojos habían sido arrancados. Parecían rehusarse a dejar de observarlo, y Jon lucho contra un estremecimiento mientras los veía ser arrastrados, dejando estelas de sangre tras de sí.

"Reúnan a los sirvientes y al resto de los habitantes de Invernalia frente al Gran Torreón. No dañen a quién no se resista. Lidiaré con ellos luego. Fantasma" llamó Jon, antes de volver a moverse, su lobo huargo a su lado en un instante.

"¿Adónde vas, Rey?" preguntó Halleck, mirando a Jon con el ceño fruncido cuando pasó a su lado.

"Busca a tu hermana, Halleck. Que organice turnos de guardia en las puertas y torres" ordenó Jon, evitando deliberadamente la pregunta.

La multitud se apartó para dejarlo pasar. Jon vio temor en los ojos de algunos de ellos "Es comprensible. Hoy vieron…..una cara que espero no volver a mostrar" pensó el Rey más allá del Muro y en el Norte.

Los norteños en su camino saludaban con inclinaciones de cabeza o reverencias. El Pueblo Libre hacía lo propio con firmes asentimientos de cabeza y golpes en el pecho con los puños.

"¿Adónde vamos, Rey?" preguntó Torreg el Alto, su cabeza ligeramente inclinada para poder mirar a Jon desde su altura superior.

Jon no respondió, perdido en sus pensamientos.

Al parecer, Jon no sería el primero en pisar ese lugar luego de la recuperación del castillo. Una hilera de norteños salía de allí, algunos con antorchas y todos con armas.

"Alto" ordenó Jon, con lo que los hombres en los colores de Wull, Knott y Umber se detuvieron. Jon ignoró las miradas de sorpresa de algunos al estar tan cerca de él mientras volvía a hablar "Tu antorcha" dijo a uno, al tiempo que extendía la mano cubierta de rojo. El hombre se la entregó antes de retroceder con rapidez "¿No había nadie en las criptas?" varios murmullos negativos y sacudidas de cabezas fueron la respuesta "¿Estáis seguros?" insistió Jon, obteniendo en esta ocasión murmullos afirmativos y asentimientos de cabeza "Bien. Continuad" dijo. Los norteños fueron rápidos para obedecer.

Jon volteó su vista hacia su Guardia "Esperad aquí" los hijos de Tormund fruncieron el ceño, y Helga incluso abrió la boca, pero Jon no les dejó hablar "Entraré con Fantasma. A solas" dijo, en un tono que dejaba en claro que no escucharía réplica alguna.

"¿No podemos hacer nada por ti, Rey?" preguntó Helga, su ceño fruncido mezclando molestia y una incipiente preocupación.

"Busca un curandero y tráelo aquí. Que venga con lo necesario para tratar una mordida de sabueso y revisar heridas" dijo Jon, y sin esperar más entró a las criptas, dejando a todos menos a su lobo detrás.

Descendió las escaleras con cuidado, la antorcha iluminando todo a dos pasos a su alrededor. Más allá, la oscuridad era absoluta.

El aire frío de las criptas se escabulló a través de los vendajes que cubrían su ojo, arañando con dedos helados la piel en carne viva. Inundó sus pulmones y erizo su nuca, al tiempo que tocaba cada parte de su cuerpo que no estaba cubierta por gruesas pieles y lanas.

Se estremeció inevitablemente; había olvidado esa particularidad de las criptas. No importa cuán frío estuviera el exterior, allí era aún más frío.

Al terminar su descenso, comenzó a caminar, sus ojos corriendo de izquierda a derecha, de estatua en estatua, al tiempo que intentaba ignorar las voces que había escuchado en cada ocasión en que bajó a las criptas en su vida.

"No perteneces aquí"

"Este no es tu lugar"

"No perteneces aquí"

"Largo"

"No perteneces aquí…."

"¡Pero lo hago!" replicó Jon con el ceño fruncido "Recuperé Invernalia, derroté a los enemigos del Norte, hice justicia" las imágenes de hombres desarmados gritando mientras eran asesinados bailaron detrás de sus ojos. Sus oídos rememoraron los gritos de agonía y las súplicas por piedad, y sus manos manchadas de sangre se sintieron anormalmente pesadas "¡Hice justicia! Mataron a mi gente, yo maté a la suya. ¡Fue justicia!" pensó, al tiempo que sus dientes se apretaban para contener un grito.

Las estatuas empezaban a hacerse familiares. Reconoció a Cregan Stark, el Viejo del Norte. También a sus hijos, Jonnel el Tuerto y Barthogan Espada Negra. Brandon. Beron. William. Edwyle. Su abuelo Rickard, flanqueado por sus hijos Brandon y Lyanna.

Y él.

Lo vio. Y por un momento, estuvo cerca de caer, sus rodillas débiles ante la visión y su mente traicionándolo y haciéndole creer que en verdad era él.

Pero luego parpadeó, y el color grisáceo del granito resaltó con fuerza, gritando el material del que estaba hecha la figura. Y las emociones que chocaron en su interior en el mismo instante fueron tan abrumadoras que no pudo evitar bajar la cabeza, al tiempo que su mano libre cubría su rostro vendado.

La sangre no estaba del todo seca. Podía sentir algo de ella manchando su rostro, al igual que las vendas que cubrían su ojo "Contrólate. Eres un Rey. Un Rey" la voz de su conciencia era dura y amarga, pero no por ello menos cierta. ¿Qué dirían aquellos que esperaban su guía si lo veían de tal forma ante una estatua?

Retiró su mano de su rostro y respiró hondo antes de alzar la vista. La visión de la estatua de su padre se volvió más soportable, aunque aun así sintió cómo su corazón se apretaba hasta causarle dolor.

Sus ojos recorrieron el rostro de piedra, bajando luego hacia los hombros, los brazos, el torso, y así hasta llega a los pies. Cuando terminó su mirada subió devuelta hasta la coronilla, y empezó de nuevo. Lo hizo otra vez, y otra, y otra.

¿Por qué lo hacía? ¿Acaso buscaba algo?...Tal vez….pero no sabía qué.

No supo cuánto tiempo estuvo parado allí, simplemente observando. El mundo parecía haberse detenido a su alrededor. El silencio era absoluto, y de no ser por los ocasionales movimientos de Fantasma, pensaría que su lobo también era de piedra. Él mismo se sentiría como tal, pero aún era consciente de manera vaga de su cuerpo.

"¿Podrás verme?" se preguntó en voz alta, las palabras escapando de su boca sin que lo pensara. Al empezar, se dio cuenta de que ya no podía parar "¿Me quieres y estas orgulloso de mí?" había retomado Invernalia y luchaba por liberar el Norte de invasores "¿Me desprecias y lamentas el día en que me trajiste a tu casa?" había roto juramentos y tenía las manos machadas de sangre, tanto literal como figurativamente "¿Me odias?" había dejado que los pueblos del Norte del Muro lo cruzaran y se asentaran en el Norte, contradiciendo la forma en que Eddard Stark y un millar de hombres antes que él, todos al mando de Invernalia, habían actuado siempre en cuanto a ellos.

Una sensación desagradable se asentó en su estómago. Era ácida, amarga y pesada. Le tomó un momento reconocerla:…..rabia. Tanta, y tan repentina, que no pudo refrenar su voz.

"Me dejaste. Nos dejaste" masculló, al tiempo que alzaba la vista, contemplando ese rostro de piedra "¿Por qué?" siseó Jon. No obtuvo respuesta, y aunque sabía que era absurdo esperarla, eso solo lo enfadó aún más "¡¿Por qué tenías que irte?! ¡¿Por qué tenías que…" se detuvo, pero las palabras pesaban en su lengua.

"¿Por qué tenías que morir?"

"Te necesito" reconoció. Aún estaba enojado, pero ya no sabía contra qué o quién "Te necesitamos" pensó en Cubo Grande y el resto de los señores norteños afuera de las criptas, y en la nostalgia de sus voces y palabras cuando mencionaban a Eddard Stark. Pensó en el Gran Jon y el resto de los norteños que se pudrían en Los Gemelos, habiendo probablemente renunciado a toda esperanza.

Cuando no pudo resistir más en ese lugar helado, y ante esa mala imitación del padre que había perdido, giró con rapidez y se alejó, seguido por Fantasma. Antes de darse cuenta, los sonidos de miles de personas se escucharon en la lejanía, y momentos después cruzaba las puertas y volvía a sentir la luz del día.

De acuerdo a su petición, un curandero le esperaba afuera de la entrada. Solo los dioses sabrían de dónde había obtenido un banco de madera, pero Jon no lo cuestionó mientras se sentaba y se quitaba las ropas hasta quedar solo en botas y pantalones, dejando al descubierto las huellas de los colmillos del tres veces maldito animal y el resto de sus heridas, más antiguas pero aún no curadas.

El dolor que siguió fue considerable, pero no lo bastante para hacerle olvidar el que llevaba en el pecho, ahogando su corazón.

Era una pena.

Bran

Giraba en círculos en el cielo, una danza alegre ante el olor de la muerte. Había más cómo él. Eran docenas, y probablemente serían cientos si el aroma a muerte seguía.

Debajo, había un castillo. Hombres que desde esa altura parecían hormigas pululaban alrededor de él, y también dentro.

Algunos, los más audaces entre ellos, descendían en picada hacia el gran montículo del que emanaba la muerte. El hecho de que estuviera lejos de la mayoría de los hombres los alentaba más.

En un momento, él mismo empezó a descender en círculos cada vez más pequeños, sus alas planeando mientras el suelo se acercaba. Cuando estaba ya cerca de él, cambió el rumbo, acercándose a la colina de hombres inmóviles con aroma a muerte.

No quería acercarse, pero el cuervo estaba hambriento y la visión de tanta carne era demasiado tentadora para resistirla.

El descenso seguía, inexorable. El aroma se hacía más fuerte. Inclinó la cabeza y vio que en la cima del montículo había un hombre inerte con los ojos abiertos. Hacía tanto tiempo que el cuervo no comía un ojo…..

¡SSIIIUUUU!

El cuervo soltó un chillido espantado cuando una flecha lo rozó, matando a otro de los suyos. Mientras el ave empalada caía, los demás se dispersaron con miedo.

"¡Imbécil! ¡No dispares por esas malditas aves! ¿Qué pasa si fallas y la flecha golpea a alguien?"

No escuchó la respuesta. El temor del cuervo lo había distraído, y él pudo tomar un control más firme en sus acciones. Lo forzó a cambiar de dirección, volando hacia las murallas. Se posó en una de las almenas, para luego huir una vez más ante el acercamiento de dos hombres con espadas en las manos.

Voló sobre los edificios, el olor a sangre más tenue allí, pero aún presente. Debajo, miles de figuras se movían, algunas aún con el aroma a muerte impregnado en ellas.

Y entonces lo sintió. Fue repentino, y abrumador. Tanto, que perdió el control del cuervo.

La sensación lo envolvió: era cómo acercarse demasiado al fuego. Era muy molesto, pero no lo bastante para impedirle pensar. Y en lo más profundo, era casi….reconfortante.

El animal luchaba contra él. Intentó recobrar el control sobre el ave mientras al mismo tiempo trataba de concentrarse en la fuente del dolor. No estaba seguro de cómo lo sabía, pero sabía que ésta existía, y estaba cerca.

El cuervo volaba erráticamente mientras las dos voluntades luchaban dentro de él; sus alas se agitaban, y su cuerpo caía sin control. A través de los ojillos pequeños Bran vio el suelo acercarse con gran velocidad. Un temor primario, ese que había obtenido cuándo perdió sus piernas, lo abrumó, tanto como para hacerle olvidar la sensación repentina y que debía controlar al pájaro. Este lo aprovechó para recuperar su cuerpo, relegando la presencia de Bran a lo profundo de su mente, dónde sólo podía observar con impotencia cómo el ave giraba sobre sí misma, hasta que logró recuperar su control y la altura perdida.

Aún aterrado por su cercanía al suelo, Bran se refugió de manera inconsciente en la sensación. El calor lo envolvió cómo una manta, molesta pero al mismo tiempo reconfortante. En ese momento, sintió de dónde venía la sensación.

Un lugar en el suelo, no muy lejos, dentro de las murallas del castillo

Por coincidencia o por buena suerte, Bran no estaba seguro, el cuervo y él concordaron en su destino. El pájaro voló bajo, moviéndose entre los edificios. Giró alrededor de uno grande, y gorjeó aterrado cuando se encontró cara a car con un gigante. El animal agitó las alas desesperadamente, esquivando el obstáculo inusualmente alto con dificultad. Una gran mano se alzó con pereza para ahuyentarlo, pero ya estaba lejos.

Repuesto de lo que podría haber sido un impacto doloroso, el cuervo volvió a su búsqueda. Bran intentó volver a controlar al cuervo, pero era difícil. La sensación se hacía más fuerte, lo que indicaba que se acercaba a su origen.

Por fin, el cuervo descendió una vez más, cruzando por una apertura encima de dos grandes puertas cuadradas.

Bran reconoció el lugar: eran las perreras principales de Invernalia. Miró a través de los ojos del cuervo, y comprendió porque el animal se sentía atraído hacia allí. El aroma a muerte inundaba el lugar.

Perros muertos. Al menos una veintena de perros de gran tamaño yacían dentro de las jaulas en las que una vez habían estado los animales que usaban para las granes cacerías. Todos los perros habían muerto de la misma manera: una flecha enterrada profundamente, bien fuera en el costado, o en el ojo, o en el cuello.

El cuervo se posó en una de las vigas que sostenían el techo y gorjeó, emocionado ante tanta comida y con una única cuestión en su cabeza: ¿por dónde empezar?

Bran, mientras el cuervo gozaba, miró el lugar. Había hombres y mujeres allí. Muchos parecían salvajes, y algunos de ellos sostenían en sus manos ballestas descargadas. Estaban en silencio, y muchos ojos miraban hacia el fondo de las perreras.

"¡¿POR QUÉ?!"" el grito fue repentino.

El corazón de Bran empezó a latir más rápido. Reconocía la voz.

"¡DÍMELO!"

Quería verlo. Necesitaba verlo. La sensación se hizo más fuerte, y antes de darse cuenta había vuelto a tomar control del cuervo y, a pesar de sus esfuerzos por liberarse, lo obligó a volar cerca del techo hacia el origen de la voz, deteniéndose en la esquina de la viga y mirando hacia abajo.

Jon, aferrado a los barrotes de una celda, miraba desde el exterior al ocupante.

Bran, por primera vez en su vida, tuvo verdadero miedo de su hermano. El odio de Jon…era tan grande que sintió el impulso de huir.

"¡Habla, joder!" el tono de Jon había bajado lo suficiente para que pudiera ser un grito, pero el odio de su voz era digno reflejo del que había en su expresión "¡¿Por qué lo hiciste?!" ante la falta de respuesta, dio un fuerte golpe a los barrotes. El metal resonó con fuerza, pero no tanto cómo el corazón de Bran, que se agitaba cada vez más ante la furia de Jon.

De reojo, Bran notó que varios hombres y mujeres cerca de Jon se alejaban disimuladamente, sus ojos mirando a su hermano con lo que indudablemente era miedo. Pero otros más miraban también al interior de la celda, el disgusto por lo que había dentro evidente. Aunque no se podía compara con el enojo de Jon.

Se acercó más al extremo de la viga y se inclinó, el ojillo del cuervo contemplando la solitaria figura que había en la jaula destinada a un perro.

Apestaba; el hedor se desprendía de sus ropas, medio podridas encima de él, y de su persona. Su piel era anormalmente pálida, y estaba arrugada en puntos extraños. Le faltaban dedos en sus manos, así como en sus pies descalzos.

Y temblaba, pero no de frío. Se balanceaba sobre su trasero, abrazando sus piernas con los brazos y murmurando incoherencias.

"¡Mírame a los malditos ojos y dímelo, Greyjoy!"

Por un momento, Bran creyó haber escuchado mal. No. No podía ser…..

Pero lo era. Miró más de cerca, y a través del temblor, el cabello largo y enmarañado y la barba descuidada, distinguió unas facciones que no había en años, pero que habían estado allí el resto de su vida.

Era Theon. Pero no parecía él. El pupilo de Eddard Stark al que Bran recordaba nunca habría vestido prendas medio podridas, ni habría descuidado tanto su aspecto. El joven fuerte, enérgico y arrogante había desaparecido…reemplazado por un anciano medio loco.

Un débil siseo llenó el aire al mismo tiempo que las últimas palabras de Jon rebotaban en las paredes de la perrera.

El Theon que Bran conocía no se habría orinado de miedo nunca, y menos frente a su hermano y una veintena de salvajes.

La respiración de Jon estaba agitada; claramente estaba luchando contra sí mismo "Estás muerto" escupió el hermano de Bran, antes de dar un golpe final a los barrotes de la jaula y girar, para luego alejarse con una expresión tan aterradora que todos los que estaban en su camino se apartaron, y pocos tuvieron el coraje de mirarlo a los ojos.

Val

La reunión había durado mucho tiempo. Demasiado. Habían discutido muchas cosas. Por unanimidad, habían acordado repartir las armas y armaduras saqueadas a los vencidos entre sus hombres. Los caballos serían cuidados, pero esperarían hasta recibir noticias de Jon para decidir su destino, también decidido por unanimidad. Pese a su desacuerdo y el de los demás caudillos del Pueblo Libre, habían cedido en arrojar los cadáveres de sus enemigos a los pantanos: comida para los leones lagarto y el resto de alimañas que vivían en ellos. Y pese al desacuerdo de varios caballeros llegados con Marlon Manderly, al final habían quemado a todos los muertos de su propio bando.

Sin embargo, había una cuestión en la que no habían logrado acuerdo alguno: los prisioneros.

Cuarenta hombres habían sido capturados luego de la victoria. Era casi irónico que un número tan pequeño causara tantos problemas.

Val había afirmado que debían matar a todos los prisioneros; dudaba que les hubieran dado un mejor trato si el resultado de la batalla hubiera sido otro. La mayoría de los caballeros Manderly, así como La Osa y su hija, se habían negado de inmediato, argumentando la falta de honor en tal acto. La mayoría de los caudillos del Pueblo Libre, y para su sorpresa Harrion Karstark, la habían apoyado, aunque sospechaba que el deseo de oponerse a los arrodillados también había tenido peso en su decisión. Garlon y Bigotes de Pez se habían abstenido de opinar.

Al final, había llegado a un frágil acuerdo: esperarían hasta la llegada de Marlon Manderly, quién según mensajeros lacustres había cortado la retirada de los jinetes que habían logrado huir y volvía hacia el norte con prisioneros y el despojo del saqueo, hasta decidir qué hacer. Mientras tanto, los prisioneros no comerían ni beberían hasta que Manderly llegara: con algo de suerte, el hambre aflojaría la lengua de alguno cuando llegara el momento de interrogarlos.

Alzó la vara de madera, dando un mordisco a la perdiz empalada en ella. La carne estaba jugosa y caliente, y la saboreó con lentitud, relamiendo sus labios. Tragó y dio un bocado más, y mientras masticaba sintió una palmada en su hombro.

"Llegó un lacustre con noticias" dijo Garlon Norrey, al tiempo que se sentaba junto a ella y tomaba el pellejo a sus pies "Marlon Manderly debería estar aquí en menos de un día" informó, antes de dar un trago a la bebida.

Val masticó con lentitud, asimilando las palabras hasta que algo llamó su atención. La expresión de Manderly. Parecía…..en conflicto. Los ojos de Val se entrecerraron, y tragó la carne en su boca antes de hablar.

"¿Qué sucede?" preguntó.

Garlon la miró por un largo momento, pero no intentó negarlo. Se frotó la barba con la palma de la mano antes de hablar "Reed me incomoda" confesó Norrey, antes de inclinarse para tomar otra de las perdices que se asaban junto a la hoguera "Ha estado actuando extraño desde que enviamos la noticia a Su Alteza de la reconquista del Foso"

"¿A qué te refieres?" preguntó Val, genuinamente confundida "Por lo que vi, Reed es extraño" ciertamente lo había parecido desde su primer encuentro, mucho antes de hacerse con Foso Cailin.

"Esto es diferente" dijo Garlon, antes de dar un gran mordisco a su propia perdiz. Algunas gotas del jugo del animal gotearon a través de su barba, manchando su mandíbula "Ya no se presenta tan a menudo por aquí, y cuando lo hace apenas habla con nadie" dijo, parando para masticar la carne aún en su boca "Cada vez relega más en sus hombres. Ni siquiera se molestó en estar presente para discutir por el botín que tomamos de los jinetes, o por qué hacer con los prisioneros"

Val no pudo discutir con Norrey. Era cierto; la ausencia de Reed había sido muy llamativa en todas las ocasiones que habían existido para defender sus intereses. No parecía tenerlos, de hecho.

"Algunos de mis hombres afirman haber visto cómo le entregaba algo a los lacustres que fueron con el Pez Negro" se encontró diciendo sin darse cuenta "Afirman que parecía receloso a la hora de mostrarlo. Cómo si no quisiera que nadie supiera" dijo, al tiempo que daba una nueva mordida a su perdiz. La masticó, sus pensamientos muy lejos de la carne jugosa

¿Qué ocultaba Reed? ¿Y por qué sentía que no sería bueno saberlo?

La mujer de las lanzas

No era la primera vez, ni la segunda, ni la tercera, que se preguntaba por qué rayos debía quedarse allí.

"Porqué sacaste la piedra blanca" le recordó una voz desagradable. Resopló, al tiempo que recordaba todo: el gran saco de cuero con cientos de pequeñas piedras ovaladas recogidas en las playas, la manera descuidada en que se reunieron, sacando cada uno, uno de los pequeños objetos de él.

De haber sacado una piedra negra, podría estar cazando, o recolectando, o entrenando. Incluso ser parte de las inútiles partidas de exploración o ayudar a los herreros de los arrodillados parecía algo que valiera la pena.

Pero había tenido la desgracia de sacar una de las cinco piedras blancas, y había sido enviada allí, a más de dos días de distancia del ejército, junto con otros cuatro, con órdenes de montar guardia.

"Guardia. ¿Guardia de qué?" pensó con fastidio. Ya no había enemigos. ¿Cómo podía haberlos, luego de tantos días de cazarlos sin piedad? Habían revisado cada palmo de los bosques, de las formaciones rocosas, de las riberas de lagunas y riachuelos, de las cercanías de las aldeas de arrodillados.

"El Rey piensa que pueden volver por el mismo lugar que antes" la voz resonó en su mente, salida de su memoria.

Con un suspiro, se levantó del tocón que usaba a modo de asiento y dirigió una mirada por encima de su hombro. La hoguera junto a la que los otros cuatro dormían profundamente estaba casi moribunda. La delgada columna de humo que salía de ella se perdía en el cielo gris y la neblina que había caído hacía tres noches, envolviendo todo en un velo espeso.

Dejando su escudo y lanza atrás, caminó hacia el frente, las botas que había obtenido de un muerto aplastando rocas irregulares, algunas de ellas con bordes afilados, mientras se encaminaba hacia adelante. Se detuvo luego de unos pocos pasos, el sonido del oleaje llenando sus oídos. Asomando la cabeza más allá del fin abrupto del suelo, vio las olas del mar chocar contra una pared de roca muy por debajo. No muy lejos de allí, una delgada línea de agua dulce caía hacia el mar, su origen siendo un riachuelo lejano de un terreno más alto.

El mundo parecía haberse tornado gris. En un día común, habría visto el mar azul extendido ante sus ojos hasta dónde alcanzaba la vista. Quizás habría pescadores allí, en pequeños botes, sacando del mar lo necesario para vivir. Tal vez ella misma podría hacerlo, si tuviera un bote.

Estuvo allí, en ese diminuto claro entre los bosques y los riscos, perdida en sus pensamientos, hasta que un golpe la distrajo. Lo escuchó otra vez. Giró, pensando que acaso era uno de los que dormían, pero no, todos seguían profundamente inconscientes. Cuando escuchó el golpe por tercera vez estaba decididamente preocupada. Desenvainó la espada corta de hueso que llevaba en la cadera, al tiempo que sus ojos se entrecerraban, buscando al responsable del sonido.

El golpe se escuchó por cuarta vez, y entonces pudo ubicar su origen.

El mar.

Girando una vez más sobre sus talones, escudriñó la niebla, buscando cualquier cosa en ella. Por fin, distinguió algo. Una forma más oscura, que al contrario de la niebla, si se mantenía unida.

No lo pensó. Se arrojó al suelo, apretando su mano con más fuerza en torno a su espada. El golpe se escuchó por quinta vez, y entonces lo reconoció. Eran remos, golpeando el agua.

Antes de darse cuenta, había vuelto agachada con los cuatro imbéciles que en teoría debían montar guardia con ella. La sola idea de lo que podría haber pasado si ella hubiera dormido también la molestó lo suficiente para que fuera más ruda de lo necesario para despertarlos. La molestia de todos duró lo justo, antes de que escuchara golpes y lo que indudablemente era un grito proveniente del mar. Los cinco, acostados en el suelo e impulsándose con los codos, volvieron al borde del risco.

Las formas se habían acercado considerablemente, dejando entrever dos botes. Largos y delgados, con hileras de remos a los costados golpeando el agua y extremos curvos. Un nuevo grito surgió, y los botes giraron, alejándose de los riscos al tiempo que sus remos se seguían moviendo, pero sin alejarse demasiado de la costa. Parecían ir hacia el norte.

Los cinco se miraron entre sí, y aunque ninguna palabra se dijo, resultaba obvio lo que debían hacer.

Debían partir para dar el aviso. Y debían hacerlo de inmediato.

Y eso es todo. En el siguiente capítulo veremos llegadas y reuniones, así como….algo que todos quieren ver. ¿Qué? Habrá que esperar: no quiero arruinar la sorpresa.

Bien, quiero sus reviews. Comentarios, opiniones, críticas (constructivas), sugerencias o cualquier otra cosa serán bien recibidos y contestados cómo se debe.

Hasta la próxima vez. Un gran abrazo y cuídense mucho todos.