Bien, hola una vez más a quienquiera que lea esto.
Creo que poco a poco mis capítulos se están haciendo más frecuentes. ¿Qué opinan uds? Mi esperanza es lograr volver a publicar uno por semana, pero cómo se vienen exámenes no creo que eso se pueda pronto. Bueno, Dios dirá creo yo.
Ahora, a otro asunto. Quiere dar mi más sincero agradecimiento a Pablo 21, jean d'arc, Kirito 720, Dase 9126, coki 13566 y Luna por sus reviews, que son una alegría y una satisfacción para mí. Y hablado de los mismos:
Pablo 21: ¡hola de nuevo! Wow, ¿quién fue? Si, sé que el capítulo no fue muy largo, pero confío en que este te guste más, y el siguiente más todavía (¡Ups! ¡Alerta de spoiler!). Bien, la verdad es que aún no pude dedicar mucho tiempo al encuentro entre Jon y el Pez Negro. No es para que te preocupes: tengo la intención de hacerlo digno, es solo que aún no lo comienzo. Bueno, un gran abrazo y te deseo todo lo mejor.
Jean d'arc: ¡hola mi apreciada! Bien, para empezar, me alegra que te haya gustado el pantallazo; sentí que ya era hora de uno más de esos. En cuanto a Dorne y las serpientes de Arena, bien yo concuerdo en que no han sido explotadas de la manera adecuada: creo que se les podría sacar mucho más, pero para ser honesto todavía no estoy cerrado a ideas al respecto (si quieres darme alguna, lo apreciaría mucho). Describes muy bien a Sansa; y en una nueva faceta de mi capacidad asociativa mental, al leer tus palabras me imagino a Sansa como Caperucita Roja: bonita, dulce e inocente, sin saber de los peligros del camino. Pero a Caperucita la perseguía un lobo; Sansa debe preocuparse de unos leones, sobre todo de una leona. Si, lo cierto es que la parte de Jon tomando algo de culpa por lo que consintió me surgió de la nada cuando el capítulo estaba casi terminada, pero me gustó tanto que ni pensé a la hora de añadirlo. Pero más que aprobación, creo que Jon busca consuelo; quiere la certeza de que hizo lo correcto, y cómo su padre fue durante gran parte de su vida a quién más admiraba, es lógico que desee hacerlo sentir orgulloso, aunque nunca lo vea. Bien, esas puertas estarán abiertas por mucho tiempo, sobre todo una: te desafío a que adivines cuál. Bueno, un gran abrazo, un beso y muchos saludos a la familia. Que todos estén bien.
Kirito 720: (imagina la voz de Smeagol en El Señor de los Anillos) ¡Mi precioso! No te corrijas si no quieres; me fascina leer una opinión tuya siempre, y más todavía si es franca. Si, Sansa sigue siendo algo ingenua, pero cuando le digan la verdad…..aunque (imagina ahora la voz de Lionel Hutz, de Los Simpsons) está la verdad, y la verdad. En cuanto a lo que piensas, sí, me hago una idea, pero tampoco diré nada. Muchas gracias por evitar posibles spoilers (es enserio: gracias). Theon tiene más problemas que una monja a la que no le llega el periodo (¿muy salido de lugar?), pero ya veremos más de él: no nos adelantemos. Kevan la tiene difícil, creo que en eso todos concordamos, pero cómo escuche una vez en un gran chiste "claro que podría ser peor". Si, concedo que estos capítulos son relajados, pero estoy preparando un digno final para un prisionero que espero rompa la relajación. ¡Bueno, te mando un gran y caluroso saludo y cuídate mucho! ¡Nos vemos!
Dase 9126: hola, que gusto leerte más seguido que antes. Aquí está el siguiente capítulo, pero…..bueno, tú léelo y ya. Luego puedes decirme que te pareció. Te devuelvo el abrazo, un poco más fuerte por la pura alegría, y nos leemos pronto.
Coki 13566: jajajaj ¡muy bueno! Y sí, el enojo no le va a durar con las pelirrojas. Ahora, la calentura con las dos mayores…..esa es otra historia. Estoy pensando ya en el encuentro entre Jon y Asha (en esta historia es Asha, no Yara, aclaro), pero no lo subiré hasta que haya tenido uno con alguien más. Emm, bueno te agradezco la intención pero no aparece el nombre de la página. ¡Bueno, gracias de todos modos, y cuídate mucho!
Luna: ¡TÚ OTRA VEZ! Ya verás que hicieron esas víboras…..perdón, serpientes. ¡Los encuentros se acercan! ¡Se aceptan teorías de cómo serán; entre más locas las teorías, mejor! ¡Pero por ahora, un gran abrazo y hasta luego!
*Bien, ahora sí, basta de hablar. Vamos a lo que los trajo hasta aquí.
Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.
Galbart
"¡Por la victoria!" un hombre gritó. Medio centenar de voces más se sumaron casi al instante, alzando sus tazas en sincronía con el hombre de cabello rubio que se había parado sobre la mesa.
Galbart cruzó entre los hombres más alejados del brindis, parpadeando ante el olor a cerveza y vino que emanaban, antes de seguir su recorrido.
La fiesta por la victoria se encontraba en pleno apogeo. La bebida fluía, la comida abundaba. Un centenar de gaitas, violines y tambores sonaban, agrupados en pequeños grupos de seis o siete instrumentos, llenando el aire con varias melodías diferentes, al igual que diez mil voces que se regocijaban en una abundancia y jolgorio a los que no estaban acostumbrados.
Riendo, media docena de mujeres de las lanzas se cruzaron en su camino, bebidas en la mano, hombros libres de pesadas capas y gruesos abrigos y ropas desatendidas. La mayoría eran jóvenes, y a la luz del fuego y con largos mechones del color de la tierra y el trigo cayendo por sus espaldas eran una visión más que tentadora. No era el único en pensar así: pocos pasos detrás de las mujeres, varios hombres las seguían, el hambre en sus miradas más que evidente.
Junto a una de las grandes mesas, una multitud se había apiñado. Las risas y las ovaciones abundaban. Movido por la curiosidad, Galbart se acercó, y tras forcejear un poco, contempló el espectáculo.
Un hombre del Pueblo libre se enfrentaba a un Manderly, brazo contra brazo. Ambos empeñaban todas sus fuerzas en derribar al otro, mientras las personas de la multitud alentaban a uno y se burlaban del otro.
El sudor ya corría por sus frentes y sus mejillas estaban sudorosas cuando, con un último empuje, el Manderly venció, para alzarse un momento después, levantando ambos brazos en gesto de victoria al tiempo que una mezcla entre aullido y grito se elevaba en el aire.
El hombre derrotado salió disparado de su banco, sacó de la nada un hacha y estrelló la cara plana contra la mesa, el sonido acabando el jolgorio y llenando el aire de un silencio tenso.
"¡Escucha!" el rugido del derrotado salió tan fuerte que las personas más cercanas giraron la cabeza, y algunas hasta dieron un paso atrás. Pero no el hombre de Manderly; siguió firme, sus ojos fijos en los del otro hombre.
Por un largo instante, Galbart temió que todo acabaría con una muerte, pero al final, el hombre derrotado volvió a su asiento y colocó su otra mano en posición "¿Dos de tres?" preguntó con audacia, su mirada casi retando al otro hombre a retirarse.
Galbart pudo tragar tranquilo cuando el otro hombre volvió a sentarse.
"Cómo quieras" dijo el vencedor, frotándose las manos a la altura del jubón con el tritón de su Casa "Y cuando gane, mantendrás mi copa llena toda la noche" añadió, al tiempo que se colocaba en posición y daba inicio a la segunda ronda.
Rodando los ojos, Galbart se abrió paso fuera de la multitud. Se detuvo lo suficiente para permitir cruzar a media docena de hombres, cada uno rodando un barril de gran tamaño, antes de seguir adelante. Tomó un trozo de carne relleno con trozos de zanahoria y lo comió mientras contemplaba una pelea.
Por un lado, un gran soldado de Norrey con barba entrecana; por el otro, una mujer de las lanzas esbelta que llevaba el cabello atado y un labio partido. Los golpes llovían sin pausa. La mujer contaba con velocidad y la aprovechaba bien; esquivo dos puñetazos antes de lanzar una patada a la espinilla de su rival, que cayó sobre su rodilla. Sin embargo, eso no evitó que cuando la mujer lanzara un puño en dirección a la mandíbula la cogiera del brazo y la arrojara con todas sus fuerzas sobre su cabeza. La mujer cayó sobre su estómago, y se puso de pie al mismo tiempo que el hombre. Ambos se contemplaron por un largo momento antes de que el cargara con un rugido. La mujer esperó hasta el último momento antes de apartarse y lanzar una patada a la parte trasera de la rodilla. El hombre cayó de espaldas, y la mujer cayó sobre él. Rodaron por el suelo, y las risas, los gritos de aliento para uno u otro, y algún comentario lascivo llenaron el aire mientras seguían forcejeando. Pero al fin, el hombre acabó debajo, su mejilla contra el suelo y su brazo derecho dolorosamente doblado detrás de su espalda, dónde la mujer de las lanzas lo sujetaba con fuerza. Dos golpes rápidos con la mano libre sobre el piso confirmaron la derrota del hombre y la victoria de la mujer de las lanzas.
Aplaudió por cortesía mientras los vítores por la ganadora de la lucha se extendían.
Wyman
Había participado en múltiples festines a lo largo de su vida. Adoraba la buena comida, la bebida, y la alegría. Nunca había intentado esconderlo ni ocultarlo, y aunque lo hiciera, su cuerpo lo delataba a cualquiera que contara con ojos.
Pero nunca había estado en un festín…..así.
El bullicio y el jolgorio eran abrumadores; desde que había llegado, había debido alzar la voz, casi gritando para hacerse oír. Tampoco había sirvientes o criados para servir; con excepción de unos pocos como él que se valían de sus guardias, la totalidad de los presentes debía levantarse e ir en persona a por lo que deseaban.
"En más de un sentido" pensó al tiempo que veía a un salvaje con cabello trenzado en las sienes coger a una mujer por el brazo. Estaba demasiado lejos para escuchar, pero por la mirada de la mujer resultaba obvio que había dado una respuesta mordaz que no era del agrado de su pretendiente. En un banquete normal habría proseguido con el hombre insistiendo en su favor, o refugiándose despechado en una taza mientras miraba con enojo a los que se rieran de su fracaso. Aquí, terminó con el hombre arrodillado en el suelo, sus manos acunando su entrepierna luego de un certero y preciso golpe de la mujer, que se alejaba riendo.
Volvió la vista de nuevo a su mesa. Situada en la zona derecha del estrado, era un objeto pequeño con menos de una docena de sillas. Grandes fuentes con carne, verduras, pan y puré ocupaban la mayoría del espacio, así como cuatro jarras de cobre y peltre llenas de vino o cerveza.
En ese momento, solo había seis ocupantes: él mismo, Robett Glover, tres caudillos de los salvajes cuyo nombre desconocía, y el Rey.
Sentado a la cabecera de la mesa, ligeramente inclinado para hablar con el caudillo sentado a su derecha, el Rey estaba sumido en la conversación.
La conversación se detuvo brevemente cuando el salvaje estiró una mano, tomó un trozo de carne de cerdo de una fuente y dio una gran mordida, los jugos de la carne manchando su barba mientras masticaba ruidosamente.
Sin darse cuenta de que era observado, el Rey alzó la mano para dar un sorbo a su copa. Un momento después la conversación continuaba, el salvaje resoplando con risa cuando el Rey hizo un gesto con la cabeza y dijo algo casi sin mover los labios.
Sabía que no era cortés, y que de seguir mucho tiempo en ello iba a ser descubierto y tendría que explicarse, pero Wyman no podía apartar los ojos del monarca.
Su expresión serena demostraba el temple que poseía, listo para escuchar antes de hablar. Su único ojo descubierto brillaba con la sabiduría suficiente para saber que antes de hablar debía pensar. Incluso su postura denotaba que estaba listo para cualquier cosa que le arrojaran, desde una palabra hasta una daga.
Parecía un joven Rey lleno de promesas.
No un muchacho que ese mismo día había consentido la matanza de decenas de hombres desarmados.
¿Por qué lo había hecho? ¿Fue por crueldad, o por venganza? Aunque no había sido solo por una cuestión personal. Había escuchado las historias; sabía lo que los asesinos habían perdido a manos de las víctimas.
Madres, esposas…..hijos. Él mismo había perdido un hijo por culpa de los Frey.
"Wendel…" tomó un gran trago de su copa para intentar ahogar el dolor que lo atravesaba cada vez que pensaba en su hijo. Su menor. Apartado de este mundo demasiado pronto.
Su mirada volvió hacia el Rey, y entonces se dio cuenta de que su conversación ya había terminado. El salvaje ya se había ido, no sabía adónde, y el Rey bebía con lentitud de un tazón humeante.
Por un momento, sus ojos y los del monarca se encontraron. Al siguiente, Wyman desvió la mirada, no buscando llamar la atención del Rey.
"Al menos no…."
"Lord Manderly" preguntó Robett Glover en voz baja. A Wyman no le interesaba saber cuándo se había levantado de su asiento, pero si lo hacía el hecho de que su nuevo asiento fuera el que estaba vacío junto al suyo.
"Glover" saludó con cortesía, al tiempo que inclinaba ligeramente la cabeza.
Antes de que pudieran intercambiar más palabras, el Rey se levantó de su asiento. Las risas se detuvieron casi a la vez, y Wyman observó como muchos ojos se posaban en el monarca. Cuando este alzó una mano, el silencio se volvió total.
"Este castillo es el más antiguo, el más fuerte, y el más grande en todo el Norte. Y cayó" dijo el Rey, su voz cortando el silencio mientras llegaba a cada persona en el salón "No ante un señor norteño, o un caudillo del Pueblo Libre" unos momentos de silencio siguieron antes de las siguientes palabras "¡Cayó ante todos nosotros!" el grito del Rey cortó el aire.
"¡Sí!" "¡Sí!" "¡Ante nosotros!" los gritos llenaron el aire.
"¡Los ejércitos de nuestros enemigos son destruidos en nuestras manos!" continuó el Rey, sus palabras alzando una nueva serie de gritos de la multitud "¡Ninguna fortaleza resiste ante nuestra fuerza!" los gritos se alzaron aún más, las palabras embriagando a hombres y mujeres tanto cómo el vino y la cerveza "¡Nadie puede detenernos!"
"¡SIIIIII!" "¡SIIIII!" "¡NAAADIEEEEEE!"
El Rey Jon dirigió a ambos un breve asentimiento antes de bajar del estrado y empezar a mezclarse con los suyos. En unos pocos momentos se había perdido de vista, rodeado de personas que buscaban hablar con él, compartir una copa, algo de comida, o algo tan simple cómo una palmada en la espalda o el hombro.
"Ciertamente el Rey sabe cómo hablar" dijo Robett Glover, su voz seca de satisfacción "Es algo bueno que decir de él" dijo, con un tono falsamente maravillado.
Wyman se preguntó brevemente si Glover había bebido demasiado esa noche. No era prudente hablar de esa forma del Rey. En su castillo, menos aún. Y cuando había tal cantidad de firmes partidarios cerca, era una absoluta insensatez.
"Hay muchas cosas que decir del monarca" añadió, prefiriendo no ser más explícito hasta no saber qué curso tomaría la conversación.
"Es verdad" gruño Glover, antes de inclinarse ligeramente hacia él "Cómo el hecho de que pretende presionar la estadía de tu nieta en Invernalia durante más tiempo. Debe quererla como invitada" concluyó, su voz cambiando de tono ligeramente ante la última palabra.
Los puños de Wyman se apretaron, pero logró contenerse para no golpear a Robett. Había comprendido fácilmente lo que el heredero de Bosquespeso insinuaba.
"¿Por qué debería creerte?" replicó Wyman, su ceño fruncido "Habías prometido hablar por mí ante el Rey, y no lo hiciste" dijo, recordando cómo había luchado para mantener su expresión impasible mientras Robett corría a unirse a su hermano luego de que el Rey lo aceptara, sin siquiera mirar en su dirección por un instante.
"Y tú me habías prometido apoyo para recuperar Bosquespeso, y tampoco lo hiciste" escupió Robett, el agarre de su mano sobre la copa apretándose.
"Lo hice" reconoció Wyman "¿Cómo iba a saber que Su Alteza se adelantaría?" cuando lo hizo, había pensado que el Rey lanzaría todas sus fuerzas contra Roose Bolton, y aunque comprendía la estrategia tras el ataque a Fuerte Terror, no había considerado que pudiera hacer algo similar en Bosquespeso "¿Cómo podía imaginar que elegiría reconquistar tu hogar antes que el suyo?"
"Reconquistar" murmuró Glover "Más bien ocupar" declaró en voz baja.
Los ojos de Wyman se abrieron a más no poder, y dio una mirada rápida alrededor, feliz de que no hubiera nadie lo bastante cerca para escuchar las palabras de Glover.
"Una acusación audaz" concedió Wyman "¿Por qué lo dices?"
La respuesta de Glover lo sorprendió.
"¿Por qué?" dijo Robett con incredulidad "Porque luego de tomarlo dejó a más de dos mil salvajes en él, al mando de un tullido llamado…..Ary, o Aki" Su compañía llenó su vaso de una jarra cercana y bebió un largo trago antes de continuar "La zorra Greyjoy se llevó a mis hijos cuando robó mi hogar" dijo Glover con amargura "Le dije al Rey que debíamos rescatarlos y se negó. Tiene sentido: son el futuro de la Casa Glover, y cuando Galbart y yo estemos muertos, el castillo será de ellos" los dientes de Galbart rechinaron, y Wyman vio el enojo brillando en sus ojos "Pero si no vuelven nunca, ¿qué le importa al Rey? Podrá darle Bosquespeso a uno de sus salvajes luego de que estemos muertos. Falta ver si nos matará primero, o le pedirá a alguien que lo haga por él"
Contra sus mejores intereses y su sensatez, Wyman no pudo evitar pensar que había sentido en las palabras de Robett. El señor de Bosquespeso nunca había tenido familia, y la de su hermano parecía perdida. A menos que tuvieran descendencia, la propiedad del castillo caería en duda. En esas circunstancias, ¿quién mejor que el Rey para determinar el destino de la fortaleza?
"Y si el Rey tuviera a Willa también podría…."
Wyman bebió un trago más de vino, vaciando finalmente su copa. No se atrevía a dirigir sus pensamientos en esa dirección. No mientras no estuviera seguro de que el Rey deseara la permanencia de Willa en Invernalia.
Jon
"¡Por el Lobo Blanco!" el rugido de Tormund fue coreado por medio centenar de gargantas mientras todos alzaban las tazas brindando a su salud. Jon amplió su sonrisa y asintió en agradecimiento "¡El mejor con una de sus espadas y el peor con la otra!"
Ante las palabras y su obvia implicación, Jon no pudo evitar soltar un puñetazo al Matagigantes. Tras recobrarse del impacto, Tormund solo se rio más fuerte mientras se frotaba la mandíbula, y tras un momento Jon se unió a él.
A través de las risas y alguna burla ocasional, Jon se encontró disfrutando la fiesta. Sin embargo, duró poco…en el interior. En el exterior, seguía riendo y aceptando cuando una mano acercó una jarra de cerveza para que pudiera llenar su taza otra vez.
¿Cuándo se había vuelto tan bueno fingiendo? Su padre le había enseñado a ser siempre sincero y honesto, así que ¿Cuándo logró adaptar tan bien su rostro a las circunstancias y forzar a su mente a bloquear todo lo que no era conveniente al presente?
Con otra risa que sonó falsa a sus oídos, se dejó llevar por media docena de manos a una mesa cercana, dónde pasó buena parte de la noche escuchando historias. Bebió tres vasos más de cerveza y llenó su estómago de carne, pan y más sopa mientras hombres y mujeres hablaban con él.
El único momento en que la sonrisa murió en su rostro fue cuándo una mujer de las lanzas puso su mano en su rodilla. Antes de que pudiera intentar subirla Jon la cogió dentro de la suya y fulminó con la mirada a la mujer hasta que esta entendió la negativa.
Por fin, cuando la mayoría de los que lo rodeaban se habían mayormente hartado de bebida y palabras logró escabullirse de ellos.
Necesitaba aire fresco y tranquilidad. Y creía saber el lugar dónde encontraría ambos.
Un puñado de hombres de Wull y una mujer de las lanzas rechoncha habían conseguido hacerse con el centro del salón y empezaron a tocar una melodía rápida y alegre con flautas y tambores. Aprovechando la distracción ofrecida, Jon se abrió paso con calma pero con determinación a través del salón, y alentó a quienes intentaron atraerlo a seguir disfrutando de la fiesta sin su presencia.
Sin embargo, la fiesta también estaba en el exterior, llenando los patios con música y risas. Una ligera nevada caía desde el cielo gris, y aunque no bastó para apagar los ánimos, se elevaron tiendas y toldos con rapidez para ofrecer refugio a quiénes lo prefirieran.
Jon recibió palmadas en la espalda, saludos y felicitaciones, además de escuchar el asombro de muchos hombres y mujeres del Pueblo Libre a causa del castillo. Sin embargo, nunca se apartó de su camino, y al final llegó a su destino. La cima de la muralla.
Respiró hondo, llenándose del aire del Norte. La sensación se extendió a todo su cuerpo, como una capa, pero en vez de darle calor lo refrescó, aliviando el dolor sordo de sus heridas y aliviando su cuerpo cansado.
Una gran risa llegó hasta sus oídos desde abajo. Giró para ver que otras se sumaban; desde la distancia parecía que había dos figuras tambaleantes que chocaban una contra la otra, para gran diversión de las personas cercanas. Con una pequeña sonrisa divertida al ver cómo las dos figuras, probablemente ebrias, volvían a chocar para luego caer una encima de la otra y empezaban a agitarse para tratar de alejarse, sin éxito, volvió a girarse, encarando los campos y su campamento.
Sin embargo, con la relativa quietud otorgada por la soledad y la altura, los pensamientos más oscuros intentaron volver a invadir la mente de Jon. Luchó contra ellos, prefiriendo pensar en cambio en todo lo que debería hacer cuando el nuevo día empezara.
"Las empalizadas entre el campamento y el castillo deben ser removidas" con ambos bajo su control, serían solo un obstáculo para el transporte y el movimiento entre uno y otro "Hay que reemplazar las puertas por otras. Harán falta herreros para reforzar las nuevas con acero" no confiaba en el herrero de Ramsay para eso, ni en nadie a su servicio de hecho "Lo mejor sería enviar jinetes a todas las aldeas en millas a la redonda. Que sepan lo que paso y sean conscientes del fin de los Bolton" podrían reunir trabajadores más especializados, y sería un primer paso para devolver la paz a esas tierras "Debemos. Debemos…" la imagen de un cuerpo putrefacto nado en su mente. Observó el campamento a través de dos almenas y giró la cabeza, intentando dejar de ver eso, y miró hacia el este…. "¡Debemos saber que tan bien armado está Sigorn!" no creía que lograra armar a los diez mil guerreros que le había dado, aunque hubiera tomado hasta la última pieza de acero en Bastión Kar y el Fuerte Terror. Debía remediar eso "Manderly sería la mejor opción" Puerto Blanco estaba los suficientemente cerca, y sus herreros podrían producir una gran cantidad de armas, cómo habían demostrado los sobornos de Lord Wyman "También debemos pedir más armad…."
Los pensamientos de Jon se interrumpieron cuando sus ojos captaron algo anormal: una serie de luces surgidas del horizonte oscuro. No las habría visto de no estar en la cima de una muralla.
"Están demasiado lejos y son demasiado numerosos para ser centinelas" pensó, sabiendo que decía la verdad. Sus centinelas debían mantener una posición, algo que no hacían los portadores de las luces. Se movían además demasiado rápido: sin duda iban a caballo.
Al verlos encaminarse a las puertas, Jon sintió sus heridas palpitar. Antes de darse cuenta, estaba bajando la muralla con su mano derecha envuelta firmemente en la empuñadura de Hermana Oscura. No se detuvo a considerar que si los jinetes cruzaban por el campamento sin provocar ninguna alarma era porque no eran una amenaza.
En el patio, la mayoría de los suyos aún celebraban la victoria, inconscientes de los recién llegados. Aun así, una veintena de hombres y mujeres ya se habían acercado a los jinetes que acababan de detenerse tras cruzar las puertas, o más bien los restos quemados de éstas, aunque mantenían una distancia prudencial.
Jon llegó cuando los jinetes bajaban de sus caballos, los cuáles resoplaban con fuerza en testimonio de su esfuerzo.
El Rey en el Norte y más allá del Muro sintió que se calmaba al ver que, debajo de capas y abrigos de piel y lana, los jinetes portaban armas y cotas de malla de bronce. Se calmó más al ver que uno de ellos portaba un estandarte que reconocía: una espada y un hacha cruzadas y manchadas de sangre, rodeadas de runas negras en un campo de color blanco.
Al verlo uno de los jinetes se alejó de sus compañeros y se encaminó hacia él; mientras lo hacía, removió el trozo de tela que cubría su rostro por debajo de los ojos, dejando su cara al descubierto.
"Su Alteza" dijo el hombre que se había acercado, al tiempo que hincaba una rodilla en tierra ante él. Los demás lo imitaron casi a la vez.
"Siegerd" saludó Jon, asintiendo en dirección al hijo menor de Styr.
Alysanne
El rostro de Jorelle estaba pálido por la pérdida de sangre. Varios cortes pequeños se veían en sus mejillas y en su mentón. Las vendas cubrían su cabeza por arriba de las orejas, dónde el peor golpe, ocasionado contra la pared de piedra de la torre, se encontraba. Vestida con sólo un camisón delgado y cubierta con una gruesa manta para protegerla de ojos indebidos, su hermana parecía agotada.
Pero eso no la detuvo de intentar levantarse.
"No" dijo Alysanne, al tiempo que colocaba una mano callosa justo bajo el cuello de su hermana menor "Quédate y descansa" ordenó.
"Dijiste que hay una reunión hoy" gruñó Jorelle, al tiempo que intentaba una vez más levantarse de su cama "Debo estar ahí…..para representar a la Casa Mormont"
"Yo representaré a nuestra casa" dijo Alysanne, una vez más enviando a su hermana devuelta a la cama con un simple empujón de su mano.
"Eres de la Guardia del Rey" dijo Jorelle, mirándola con el ceño fruncido.
El Rey no había dicho nunca que el estar en su Guardia Personal fuera un motivo para olvidar las lealtades y deberes para con sus casas y familias. No sabía que Rijett, Rickard y los demás lo hicieran, aunque tampoco tenía pruebas de lo contrario. Y también estaba la cuestión de Siegerd: sin duda había sido elegido para ir al encuentro del ejército en Fuerte Terror porque su hermano estaba al mando de este.
En cualquier caso, daba lo mismo para esta situación.
"El rey autorizó que ocupe tu lugar al mando de los nuestros hasta que te recuperes" informó Alysanne. El que los hombres de la Isla del Oso la conocieran tanto cómo a sus hermanas, después de todo la mayoría habían permanecido en casa con ella mientras su madre y hermanas iban a la guerra con el Joven Lobo, sin duda ayudaba.
"Ya estoy recuperada" replicó Jorelle, cortante.
"No te creo" declaró Alysanne, mirando a su hermana menos con la misma reprobación que cuando eran niñas y escondía su maza "Y el Rey tampoco lo hace" añadió un momento más tarde.
Los ojos de Jorelle se agrandaron"¿El Rey…..vino a verme?" preguntó, su tono de voz perdiendo toda la beligerancia a favor de ¿la ilusión?
A Alysanne no le gustó el brillo en los ojos de su hermana "Cuando dormías" dijo, optando por no decir más.
El tiempo estaba en su contra, por lo que no pudo alargar mucho más la visita a su hermana. Tras asegurarle que volvería para contarle lo que se discutiera en la reunión, Alysanne salió a paso rápido de allí, en dirección a un salón de tamaño mediano, para los estándares de Invernalia, ubicado cerca del gran salón dónde había estado el Rey la noche anterior.
Los guardias aún no se terminaban de recobrar de la celebración, cómo delataban los bostezos mal disimulados y los ojos enrojecidos por la falta de sueño. Encontró a una docena de ellos guardando el salón, pero ninguno intentó detenerla. Los dos más cercanos a las puertas se limitaron a abrirlas lo suficiente para permitirle entrar, antes de cerrarlas detrás de ella.
Una gran mesa, que en realidad era más una inmensa tabla de madera alargada sobre caballetes de metal, se extendía ante ella. Hacia su derecha, sentado en el extremo, el Rey se encontraba tamborileando con los dedos de una mano en la mesa.
"Mi señora" saludó, al tiempo que giraba su cabeza lo suficiente para poder verla "Bienvenida" dijo, en un tono de voz cortés.
"Alteza" dijo, al tiempo que hacía una reverencia corta. Algunos bufidos se escucharon, pero no le dio importancia. Y al parecer tampoco lo hizo el Rey, cuyos ojos y expresión no variaron mientras se mantenían en ella.
"Por favor. Acompañadnos" invitó, al tiempo que hacía un gesto hacia la mesa.
Cómo si las palabras del Rey removieran un velo de sus ojos, solo en ese momento fue consciente de la docena de personas, norteños y salvajes, que también estaban sentados a la mesa. Con un breve asentimiento, avanzó para sentarse en el asiento libre más cercano al monarca. A su izquierda, el obeso señor de Puerto Blanco la saludó con una inclinación y una sonrisa trémula que no le respondió.
Parpadeó, sorprendida, al ver que delante de ella estaba sentado Siegerd. ¿Cuándo había regresado? Alzó una ceja, curiosa, pero su única respuesta fue un encogimiento de hombros. Parpadeando, la atención de Alysanne se volvió a centrar en la puerta, que se había vuelto a abrir.
De esa manera, la mesa se fue llenando, hasta que eran al menos cincuenta personas sentadas a ella, con el Rey a la cabecera. Éste dio una larga mirada a todos ellos antes de empezar.
"Bienvenidos. Confío en que habéis tenido una velada…..aliviadora" empezó.
A juzgar por las sonrisas de muchos de los salvajes, hombres y mujeres, ciertamente la habían tenido. Los norteños moderaron más sus rasgos, pero Alysanne sabía que también habían disfrutado la fiesta.
"Os había dicho que las preguntas y cualquier otra cosa que desearais decirme esperaría hasta que terminaran las celebraciones" continuó el Rey, al tiempo que se recostaba en el respaldo de su silla "Las celebraciones han terminado. Hablad"
Un silencio cayó por unos momentos mientras las miradas se intercambiaban entre sí, todos buscando quién hablaría primero.
"Anoche hubo un motín entre los prisioneros" las palabras cortaron el aire como un cuchillo bien afilado. Alysanne no jadeó y dejó escapar una maldición cómo hicieron otros, pero no pudo evitar que sus ojos viajaran al responsable de pronunciarlas "Casi al amanecer" añadió el mismo hombre, uno de los líderes de los salvajes.
Alysanne volvió sus ojos hacia el Rey, al igual que la totalidad de la mesa. Los ojos del monarca no vacilaron, y su expresión no mutó en lo más mínimo. Parecía una estatua.
"Pero piensa. Probablemente sus pensamientos sean los mismos que los míos" luego de derrotar a Roose Bolton y su ejército, habían tomado poco más de un millar de prisioneros. Casi un centenar habían muerto durante la marcha hacia Invernalia, pero los demás vivían y habían estado dóciles durante todo el asedio. Qué de pronto intentaran un motín significaba "Que se enteraron de la masacre de la guarnición" los amotinados sin duda habían buscado huir de un destino similar. Después de todo, si sus hermanos de armas podían ser asesinados habiéndose rendido, ¿por qué no ellos?
"Fueron los hombres del Fuerte Terror, ¿verdad Brogg?" preguntó el Rey, su voz adquiriendo un tono ligeramente interesado, pero en absoluto impresionado.
El tal Brogg asintió varias veces "Con algunos de esos Freys. Esperaron hasta que la mayoría de los nuestros estaban durmiendo luego de la fiesta"
El Rey asintió, su mirada cayendo a la mesa por un momento antes de volver a alzarla "¿Hemos sufrido alguna pérdida entre los nuestros?"
"No. Esos imbéciles estaban más interesados en escapar que en matar a nadie" aclaró Brogg "Cuatro de nuestros hombres están heridos, y una mujer de las lanzas está grave"
El Rey hizo un sonido con la garganta "¿Y los amotinados?" preguntó, al tiempo que sus ojos se entrecerraban ligeramente.
"Matamos a la mayoría de ellos cuando intentaban escapar. Unos treinta hombres. Capturamos devuelta a doce más. Los he separado de los demás"
El Rey guardó silencio unos momentos, sus dedos tamborileando en el apoyabrazos de su silla y sus ojos clavados en la mesa de madera una vez más. Cuando los volvió a alzar, la frialdad que irradiaba de ellos hizo que Alysanne apartara la vista "Corta las orejas a los doce que recapturaste a manera de represalia. Y si la mujer muere, les cortaré las cabezas" dijo con frialdad.
El silencio que cayó sobre la reunión era pesado. Alysanne arriesgó una mirada al otro lado de la mesa. La mayoría de los salvajes estaban indiferentes. Uno tenía una leve sonrisa de aprobación en la cara. Alysanne no compartía sus pensamientos, y al parecer tampoco sus sentimientos.
Sabía que de no castigar el motín, el Rey se arriesgaba a que se repitiera, probablemente en un grado mayor. Pero aun así… "Asesinar a una docena de hombres desarmados por un solo guardia…"
"¿Algo más?" preguntó el Rey, rompiendo la tensión que el mismo había creado.
"¿Dónde está el bastardo de Bolton?" preguntó Carroña, sus corpulentos brazos apoyados en la mesa. Sentado a dos lugares de distancia del suyo, Alysanne lo distinguió a la perfección. No parecía afectado por la decisión que acababa de tomar el Rey.
"Encadenado en las mazmorras del castillo, y bajo una fuerte guardia" respondió el Rey al instante "Y sentenciado a muerte" lo último lo añadió cómo quién explica algo obvio.
"¿Cuándo se hará?" preguntó uno de los caudillos salvajes. Alysanne no recordaba su nombre.
"Tomemos su maldita cabeza de inmediato y acabemos de una vez" gruñó Morgan Liddle "Es lo que habría hecho el Ned"
"El Ned decapitaba desertores del muro, asesinos y a veces ladrones" dijo Cubo Grande "Ese animal no está encerrado por huir de la Guardia o robar una vaca"
"Él dice la verdad" habló en ese momento la poco agraciada mujer salvaje a la que apodaban Cabeza de Perro "Mi gente afirma que deberíamos desollarlo, igual que el desolló a esos niños"
"No. No le demos el gusto de parecerse a sus putos estandartes" dijo otro salvaje "Hay que hervirlo vivo y dejarlo en el bosque como comida para los lobos" sugirió con expresión sombría.
"No hay un lobo lo bastante desesperado cómo para comer semejante basura" se burló Gunthor Burley, su barba oscura sacudiéndose mientras hablaba "Deberíamos arrojarlo de comer a sus propios malditos animales" señaló.
"No podemos" dijo otro salvaje, una mujer esbelta con pendientes de hueso y cabello largo y rubio "Los matamos a todos cuando tomamos el castillo"
"Silencio" la voz del Rey cortó el aire antes de que otra voz se volviera a escucharse "Si bien aprecio vuestras sugerencias, el destino del bastardo de Bolton ya fue determinado" Alysanne se inclinó ligeramente hacia adelante, buscando escuchar mejor. Ciertamente le interesaba saber que sería de ese monstruo "Tengo la intención de hacerlo pronto. Debemos concluir este asunto"
No hubo disensión con el Rey. No es que Alysanne la hubiera esperado.
"¿Es verdad…que Theon Cambiacapas fue encontrado escondido en el castillo?" preguntó el viejo Lord Locke.
Alysanne también había escuchado los rumores, aunque había estado más preocupada por su hermana y sus hombres.
"Sí" la voz del Rey fue suave, en contraste con la dureza de sus ojos "Y no" concluyó, al tiempo que su rostro se alteraba por primera vez. Alysanne no dio crédito a sus ojos al ver la decepción en la faz del Rey.
"¿A qué os referís, Alteza?" preguntó Mors Carroña, su rostro arrugado en confusión.
"¿Sí o no?" preguntó el Burley.
"¿Es el Cambiacapas, o el bastardo de Bolton montó una farsa cómo con la hija del mayordomo?" preguntó Donnel Flint casi a la vez.
"Es Theon" confirmó el Rey "Los rumores sobre su escape luego de….luego de asesinar a mis hermanos….fueron falsos. Al parecer fue capturado durante la quema del castillo por los Bolton" el Rey sacudió la cabeza, la decepción reemplazada por amargura y asco "Ha sido torturado y mutilado. Está medio loco, de hecho"
"¿Lo está?" preguntó Hugo Wull "Tal vez lo está fingiendo. Puede creer que si finge estar loco no será castigado por sus crímenes y traiciones" concluyó, al tiempo que estampaba un puño contra la mesa, la idea de ello enfureciéndolo.
"No" dijo el Rey, desechando la afirmación de Cubo Grande sin dudar "Es consciente de que será ejecutado. Se lo dije personalmente. Y no le importó" el Rey dejó escapar un suspiro, al tiempo que se recostaba contra el respaldo de su asiento "No sé con exactitud que le hizo Ramsay, pero lo destruyó, tanto de cuerpo como de espíritu"
"¡Loco o no, el Cambiacapas debe pagar!" dijo Morgan Liddle. Los líderes de Flint, Wull y Burley no tardaron en sumar sus voces a la de él.
"Y pagará" concedió el Rey "Pero no aún"
La tensión se elevó con rapidez, y Alysanne no fue ajena a ella. Antes de darse cuenta, se había levantado de su silla "¡¿Por qué?!" exclamó en una voz más alta de la que pretendía.
Cómo todos los Mormont, su aversión por los Hijos del Hierro no era pequeña. Que uno de ellos asesinara a dos niños indefensos, y que además esos niños fueran Stark, solo lo hacía aún más despreciable y merecedor de una ejecución sumaria.
En cuánto los ojos del monarca se posaron sobre ella, resistió el impulso de dar un paso atrás. De reojo, vio cómo las manos de varios caudillos salvajes se acercaban a sus espadas, pero no pudo preocuparse por eso más que por la mirada del monarca. Sus ojos la miraron fijamente, y por un momento Alysanne pensó que se había extralimitado con su arrebato.
"Por el mismo motivo por el que no ejecuto a los Frey que trajo Lord Manderly" dijo el Rey, sin levantarse de su asiento o elevar la voz. A pesar de verla desde abajo, Alysanne sintió que era ella la que estaba en inferioridad "Lady Catelyn"
Parpadeó, aturdida. A su alrededor, murmullos y pequeños suspiros llenaron el aire.
"Perdió un hijo a manos de los Frey, y dos más a manos del Cambiacapas" recordó el Rey, su voz adquiriendo un tono más alto mientras se dirigía a todos ellos "Tiene más derecho que nadie a presenciar el castigo impuesto" declaró, al tiempo que miraba con desafío a todos. Parecía retarlos a contradecir sus palabras.
Algunas muecas se mostraron, pero ninguna palabra se alzó en contra del Rey.
"¿Alguna vez volveré a escuchar a alguien alzando la voz contra él?" no pudo evitar preguntarse.
"¿Ya es definitivo, Alteza? ¿Pensáis enviar por ella?" preguntó Manderly.
"Así es. Ella, mi mujer y mi hija estarán más seguras tras las muralla de Invernalia" afirmó "Sin embargo, mi familia no es el tema que debemos discutir aquí" dijo "La guerra lo es"
Y listo. Bien, en este capítulo no hubo demasiad, lo sé. Pero el siguiente les gustará más (o eso espero).
Ahora, quiero sus reviews. Opiniones, comentarios, críticas (constructiva), sugerencias, teorías y cualquier otra cosa que les pase por la cabeza. Serán muy bien recibidos y debidamente contestados.
Bien, como siempre, subiré el siguiente capítulo cuando esté terminado. Hasta entonces, cuídense mucho (del Covid, entre otras cosas) y hasta otra ocasión.
