Bien, aquí estoy de nuevo. Fiel a mi palabra, he logrado entregar este capítulo a finales de mes. Si se pregunta porque tarde tanto, la respuesta es obvia: la vida real.
Hay algo que no les dije en el último capítulo, así que se los digo ahora: "Si no me amaron con este capítulo, lo harán con el siguiente" Los desafío a leerlo y a no darme la razón cuando terminen.
Un millón de gracias a jean d'arc y al resto de personas que me dejaron reviews. De verdad los aprecio, y si no los contesto es por falta de tiempo, no por mala educación. Espero sepan comprender, y mis mejores deseos para todos ellos.
Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.
Ygritte
Había llegado primero a sus habitaciones, y se había preparado para la inminente llegada de Jon. Cuando sucedió, no vaciló en levantarse y arrojare sobre él, uniendo sus labios y aprovechando la conmoción de su hombre para quitar el cinturón que llevaba.
Jon se las arregló para separar su rostro del suyo "Minisa…" no pudo terminar, porque lo calló uniendo sus labios una vez más.
"En la habitación contigua con Srigda" jadeó, una de sus manos soltando el cabello de Jon y la otra enterrando sus dedos en esos rizos oscuros que adoraba.
"Lo planeaste" acusó Jon, sus manos apretando su cintura y sus ojos fijos en los de ella.
"Por supuesto" reconoció sin dudar, sintiendo su deseo elevarse "Te deseo" dijo contra sus labios, su voz ronca al sentir ya la dureza de Jon presionando contra su estómago y sonriendo cuando las caderas de Jon hicieron un movimiento instintivo hacia ella "Ha pasado demasiado tiempo" no estaba dispuesta a esperar más. Estaba lista para desgarrar la ropa que ambos llevaban.
Jon vaciló solo un momento más antes de que sus ojos se oscurecieran y la acercara más. Sus ropas volaron a algún lugar que no le importaba y sus labios no se separaron mientras luchaban por llegar a la cama. Cayeron sobre la suavidad sin más que sus pantalones, pero un movimiento fluido más tarde ambos se habían unido al resto de la ropa en el suelo.
Sus pezones estaban sensibles, sus pechos llenos y su mente hirviendo de lujuria. Estaba tan húmeda que podía sentirlo corriendo por sus muslos. Con un movimiento brusco los volteó, Jon quedando atrapado debajo de ella y su polla asomando entre sus nalgas. Bajando sus besos de sus labios a su cuello, una de sus manos se enroscó alrededor de la dureza de su hombre y la guio hacia dónde más la necesitaba.
"¡Sí! Joder, ha sido demasiado tiempo…" pensó, ebria de lujuria y euforia mientras se sentía ser estirada por el miembro de Jon. Gozó del jadeo que dejó sus labios cuando estuvo completamente enfundado dentro de ella.
No tardó en empezar a moverse hacia adelante y luego retrocediendo, una y otra vez en esa misma danza que había hecho tantas veces con él y de la que nunca se cansaría. Jon no se quedó quieto; sus manos cogieron sus caderas con firmeza y empezaron a guiar sus movimientos.
"Ygritte…mierda….Ygritte" los jadeos de Jon eran un dulce triunfo, pero no tardó en cansarse de esa posición. Impulsándose con sus brazos, pronto quedó sentada a horcajadas sobre Jon. Sus movimientos sobre su polla se volvieron más amplios. Sus jadeos más largos cuando el miembro de Jon alcanzó mayor profundidad en su interior.
Las manos de Jon desaparecieron de su cintura. Un pequeño quejido de dolor se escapó de su boca cuando cogió sus pechos sensibles y llenos.
En un instante, Jon se detuvo "¿Estás bien?" preguntó. A través de la neblina de la lujuria, Ygritte vio preocupación en sus ojos grises.
Cuando Jon liberó sus pechos Ygritte cogió sus muñecas y devolvió sus manos a ellos "Sí. Solo….sé gentil" comandó, antes de cerrar los ojos y retomar sus movimientos sobre él.
Mientras los pulgares de Jon jugaban con sus pezones, sus otros dedos dejaban caricias en sus pechos. Eran toques ligeros, cuidando la sensibilidad de sus pechos, pero el calor de Jon cruzaba a ella, aumentando su emoción y sumando más placer.
Fue su turno de sorprenderse cuando Jon la volteó con brusquedad, quedando encima de ella. Su boca volvió a su cuello mientras sus embestidas contra ella se volvían más largas, más frenéticas.
"¡Oh! Sí, sí, Jon…..justo ahí…¡Oh joder!" jadeó en el oído de su hombre, su sonrisa amenazando con partir su rostro y la polla de Jon amenazando con hacer lo mismo con su centro "¡Más, por favor!" ella no suplicaba nunca, pero Jon….era capaz de hacerle cosas que nunca hubiera creído posible.
Los labios de Jon succionaron su pulso hasta el punto de dolerle. Llevo una de sus manos a los rizos oscuros para intentar apartarlo, pero la mano de Jon la interceptó; sus dedos se entrelazaron con los de ella y la alejaron todo lo posible, atrapándola entre la cama y su propia mano.
Las embestidas de Jon aceleraron aún más, cambiando el ángulo y golpeando puntos en su interior que la mojaron aún más. Su centro era un pozo de placer, y su cuello una fuente de un incipiente dolor. Y la mezcla de ambas sensaciones a la vez era…era…
"¡SI, JON, MÁS, JODER!" el grito fue tan alto que sin duda la escucharon, pero no le importó. Su visión se nubló por un instante cuando sus paredes internas se apretaron en torno a la polla que la llenaba tan bien. Sintió la semilla de Jon dispararse en su interior, y fue todo lo que necesitó para caer por el precipicio.
El gemido que escapó de sus labios fue una mezcla de dicha, placer y satisfacción. Había extrañado la sensación de la semilla de Jon llenándola.
"También extrañé esto" pensó unos momento después, cuando se acostó y sintió los brazos de Jon rodearla por atrás. Retrocedió para sentirlo más mientras sus ojos se cerraban.
Val
"¡Caminen!" era el grito más común mientras los prisioneros, más de un centenar y medio de hombres, eran llevados hasta dónde Val había ordenado. Más de unos pocos eran forzados con golpes de las astas de las lanzas o empuñaduras de las espadas. La violencia era el único lenguaje que todos los hombres entendían.
Una gran parte del ejército se había reunido para presenciar el destino de los prisioneros. Lacustres, hombres y mujeres libres, sobrevivientes del ejército del Joven Lobo, Umbers y montañeses llegados con ella, además de Manderlys. También venían los gigantes. Todos seguían a los guardias que azuzaban a los prisioneros en una multitud desorganizada.
Al fin, llegaron a su destino: las torres del Foso. Concretamente, a la que estaban construyendo. Era un objeto de paredes llenas de hundimientos y salientes al que los arrodillados llamaban deforme, pero era una maravilla para Val. A veces, le costaba creer que tenía algo que ver con una construcción tan grande.
Alrededor de la torre, una serie de rampas y plataformas improvisadas con madera daban testimonio de que aún estaba en construcción. Val se encaminó al frente de estas, seguida por media docena de lanceros y una mujer de las lanzas.
Dedicó una larga mirada a las plataformas, observándolas llenas de hombres armados: guardias y arqueros. También había varias figuras atadas de manos y con los rostros cubiertos.
"Acabemos con esto" decidió, antes de dar un paso al frente.
"Llegaron aquí como nuestros enemigos" empezó, dirigiéndose directamente a los prisioneros "Aún lo sois, de hecho. Pero lo que ya no sois…es nuestros prisioneros"
Los murmullos empezaron entre el ejército, y solo se intensificaron cuando la mujer que había traído repitió sus palabras en la Antigua Lengua. Los prisioneros solo se miraron, sin entender.
"Podéis iros" anunció Val. Ignorando algunos gritos de enojo e incredulidad que surgieron en la multitud, hizo un gesto los guardias que separaban a los prisioneros del camino que llevaba al sur. Se apartaron con rapidez, dejando el paso libre.
Tal como suponía, los prisioneros no corrieron en el instante en que hubo una vía de escape. Eran recelosos; debería darles un empujón.
"Vayan al sur" continuó "Digan a todos los que vean que la Casa Stark es dueña del Norte una vez más, y que el Pueblo Libre está con Jon Stark. Y díganles también que aquellos que vengan contra nosotros terminarán así" al tiempo que pronunció la última palabra hizo un gesto a los hombres en la plataforma más elevada, dónde estaban las figuras encapuchadas y atadas.
Las capuchas cayeron, con lo que seis rostros emergieron. Un instante más tarde, fueron empujados de la plataforma. Cayeron gritando, pero antes de llegar al suelo quedaron colgando a pocos pies en el aire debido a las largas sogas que estaban unidas a las que mantenían sus manos atadas.
Los prisioneros reaccionaron a esto; comprensible, considerando que los seis hombres, uno de los cuáles gritaba de dolor por su hombro salido debido al brusco tirón que evito que se estrellara contra el suelo, eran sus compañeros.
Todos los prisioneros habían ido embadurnados con brea; sus rostros manchados se retorcieron en temor cuando cuatro hombres con antorchas se acercaron.
"¡Fuera de aquí!" gritó Val mientras las llamas se extendían y los gritos se incrementaban, seis lamentos de agonía ante el fuego voraz.
La mayoría de los prisioneros corrieron hacia el sur, pero unos pocos estaban demasiado aturdidos para hacer otra cosa que mirar mientras sus compañeros se retorcían inútilmente, colgados como pollos para asar. Sus ropas ya eran cenizas, sus cabellos estaban en llamas y sus gritos eran aún más agudos, volviéndose chillidos llenos de un dolor primario. Val cogió el arma de uno de los lanceros que estaban tras ella y la arrojó con todas sus fuerzas. Atravesó el pecho de uno de los hombres que ardían. El asta lo atravesó de lado y quedó colgando, callado, mientras el fuego lo seguía devorando. El resto de los prisioneros corrió también.
Una vez que los prisioneros eran ya meras motas perdiéndose en el horizonte, Val se volvió hacia el ejército.
"Volved a lo que hacíais"
Catelyn
El nuevo día trajo mucho. Durmió mal; el calor de las paredes de Invernalia, que en otro tiempo la habría reconfortado, le recordaba a su cuerpo inconsciente dónde estaba y lo dejaba tenso e insatisfecho.
Se había habituado tanto a despertar cerca de Ygritte, bien fuera en una tienda, en el interior de una carreta o al aire libre, que por un momento se sintió desconcertada. Cuando al fin recordó todo, se sintió…..insatisfecha. Y luego avergonzada de estar insatisfecha. Su insatisfacción se sumó a su mal sueño.
Se había levantado temprano, pero su tío ya estaba de pie y esperando por ella afuera de sus habitaciones "Viejos hábitos de un viejo soldado" dijo el Pez Negro con una sonrisa. Con su pechera de cuera y su espada en el cinto, parecía listo para una pelea. Reprimiendo el deseo de preguntarle si había estado montando guardia afuera de su puerta, sugirió que comieran juntos.
El día anterior no había bastado para ponerse al corriente de todo lo que les había pasado desde la última vez que se vieron; el aviso de la ejecución del hijo de Roose Bolton había tomado prioridad, y su posterior destino había drenado toda energía y resolución de hablar para Catelyn.
Tiempo más tarde, sentados en una de las grandes mesas del salón principal, comían pan caliente, huevos, carne de cerdo frita y rodajas de manzanas de invierno cocidas al fuego. Catelyn se sentía voraz; devoró un trozo de carne en instantes y lo empujó con cerveza diluida en agua antes de empezar a alternar entre una barra de pan y rodajas de manzana.
"La esposa de Edmure está embarazada" las palabras de su tío dispararon su mirada de la comida hacia él "Ya debería haber dado a luz para estos momentos"
Sacudió la cabeza con incredulidad "¿Se acostó con ella luego de que su familia mató a mi hijo?" siseó, preguntándose en verdad si su hermano era tan…tan…
"Las primeras noticias del embarazo de la niña llegaron una luna después de la Boda Roja" comentó Brynden en tono sombrío "Lo que significa…."
"Que Edmure concibió a su hijo durante la matanza" pensó, recordando cómo su hermano había sido llevado al lecho matrimonial minutos antes de que viera a Robb por última vez "Mientras yo perdía un hijo, el hacía otro" sentía la bilis en su garganta; no estaba lejos de devolver lo que acababa de comer. Con un movimiento, alejó el plato "¿Sabes si fue niña o niño?" se las arregló para preguntar.
Su tío negó con la cabeza, pero sus pensamientos debía ser iguales a los de ella: si la mujer Frey daba a luz a una niña, Edmure seguiría siendo valioso como prisionero. Si tenía un varón, Edmure ya podía darse por perdido.
"Tenemos que hablar con Jon" pensó Catelyn "No. Tengo que hablar con él" no deseaba menospreciar a su tío, pero si los breves momentos en que él y Jon estuvieron uno frente al otro tras su llegada eran un indicador, resultaba obvio que no estaban en buenos términos. "Una cuestión para otro momento"
"Necesito aire" soltó ella con brusquedad, al tiempo que se levantaba. Su tío la imitó al instante; su intención era obvia "A solas"
"Cat…" su tío estaba en contra, sus pobladas cejas fruncidas en desacuerdo ante su petición "No es seguro…."
"Lo es" contradijo Catelyn "Es Invernalia" le recordó. Ella nunca estuvo en riesgo mientras estaba en Invernalia; eso fue cierto antes, y lo era ahora.
"No es la Invernalia de tu esposo" dijo el Pez Negro "Ni la de Robb"
"No. Es la de Jon" pensó Catelyn "Un hombre de honor, que me ama y al que amo"
"Pero sigue siendo mi hogar" dijo, haciendo como que no escucho el último comentario "Confía en mí" le pidió, y aunque renuente, su tío finalmente asintió antes de volver a su silla. Pudo sentir su mirada sobre ella mientras se alejaba.
Ignorando las miradas en su dirección, se abrió paso contra la corriente cada vez más fuerte de hombres y mujeres que llegaban a buscar la primera comida del día mientras salía del salón. Afuera, el aire helado fue un beso refrescante, pero no suficiente. Las palabras con su tío se sentían como una soga alrededor del cuello, robándole el aire.
Su hermano había tenido un hijo con una Frey. Tenía un sobrino o sobrina al que no conocía. Un sobrino o sobrina….cuyo abuelo era Walder Maldito Frey. Se sentía enferma.
Un movimiento por el rabillo del ojo atrajo su atención, pero no a tiempo de evitar que dos ojos de color rojo la miraran mientras una inmensa forma blanca estaba demasiado cerca.
"Fantasma" murmuró, dando un paso atrás para alejarse de esos ojos. El lobo inclinó la cabeza y tocó su mano con un hocico helado. A su pesar, una pequeña sonrisa apareció en sus labios mientras acariciaba al gran lobo "Eres un sobreviviente. Igual que Jon" murmuró en voz baja.
Tras unos minutos de caricias, Fantasma la miró antes de moverse. La miró luego de dar unos pasos, como esperando que la siguiera. Tras pensarlo un momento, lo siguió a través de los patios de Invernalia.
Cuando vio a dónde la llevaba, vaciló un momento antes de entrar al Bosque de Dioses del castillo. Nunca había estado cómoda en ese lugar. Pero su comodidad había dejado de importarle hace tiempo; otro efecto de haber vivido con el Pueblo Libre. Así que, dejando de lado sus preferencias, siguió al lobo blanco.
Dentro del bosque, encontró pequeños grupos de norteños y salvajes hablando o murmurando entre sí. Como su esposo, comprendían el respeto que el lugar infundía. No los interrumpió mientras seguía a Fantasma hacia un rincón recóndito, lejos del árbol corazón y el resto de las personas. Allí, junto a una pequeña laguna de agua termal, Jon estaba sentado sobre un tronco caído cubierto de musgo, pensativo. A una distancia considerable, dos guardias mantenían un ojo en él mientras sus manos no se alejaban de sus armas.
"Hola" saludó, sacudida por un súbito acceso de timidez.
La sonrisa de Jon fue una sombra de la que había visto cuando se reencontraron "Hola" murmuró, al tiempo que se hacía a un lado en una obvia invitación. Se quitó su capa y la colocó sobre el tronco caído, la piel suave cubriendo la madera áspera y húmeda
Cuando se sentó a su lado se sintió…..satisfecha. La amargura fue relegada a un lugar de menor importancia. Lo disfrutó en silencio por unos momentos antes de hablar.
"¿Cómo están Ygritte y Minisa?"
"Descansando" murmuró Jon, con una sonrisa un tanto soñadora en sus ojos.
Catelyn conocía esa mirada "No solo durmieron anoche" se le escapó, al tiempo que una sonrisa se abría paso en sus labios. Se alegraba por ellos…y no negaría que los envidiaba un poco…..o mucho.
"¿los? ¿A ambos?" susurró una voz maliciosa en su cabeza.
Sintió sus mejillas calentarse. No podía pensar así; lo que había entre Ygritte y Jon era hermoso, y aun sabiendo los sentimientos de ambos al respecto y en torno a ella, debía envidiar a Ygritte. Solo a Ygritte. No podía envidiar a Jon. No debía envidiar a Jon….
"No" admitió Jon, su sonrisa se extendió un poco más. Su mano subió para acariciar su mejilla; se inclinó más contra su toque por puro instinto, sin encontrar en sí misma preocuparse por lo que vieran los guardias "Mejor dime, ¿cómo estás?" preguntó él, al tiempo que su mano bajaba, su sonrisa se reducía y su expresión se volvía preocupada.
"Lidiando con todo" dijo, su vista bajando "Es….mucho" a veces sentía que su cabeza iba a estallar "Y sigue habiendo cada vez más" las noticias de su tío volvieron a su mente.
"Lo sé" dijo Jon, su mirada tornándose conflictiva por un instante antes de que se inclinara ligeramente hacia su oído "¿Estás lista para saber más?" le susurró. Catelyn sintió su corazón apretarse por un instintivo temor.
Una parte de Catelyn hubiera deseado decirle que no a Jon, y luego taparse los oídos con las manos para estar segura de que no oiría más. Pero tarde o temprano tendría que oírlo; debía ser valiente. Respiró hondo y asintió una sola vez.
"No somos los únicos supervivientes" murmuró Jon al final. Catelyn alzó la mirada para encontrarse con la suya, confundida "¿Recuerdas que te dije que Arya no estaba aquí?" Catelyn asintió "En realidad era Jeyne Poole" le confió.
Los ojos de Catelyn se abrieron ante esta revelación "¿Jeyne? Pero…" pero su mente corrió con los pensamientos, y en un instante conoció a los responsables: los Lannisters "Malditos sean….."
"La capturaron en Desembarco del Rey junto con Sansa. No sé qué le hicieron allí, pero la lastimaron mucho. Después de la Boda Roja, la entregaron a los Bolton como Arya para darles una excusa para robar Invernalia" continuó Jon, su rostro tornándose enojado antes de que se volviera triste "También hay sobrevivientes en Fuerte Terror, gente que fue capturada cuando los Bolton saquearon y quemaron Invernalia. Vienen con el ejército de Sigorn" murmuró.
Era bastante para digerir. Sin darse cuenta, su cabeza se inclinó para recostarse contra el hombro de Jon mientras sus pensamientos fluían como un río furioso.
"Jeyne…. la gente de Ned…los miembros de su Casa…de mi Casa…" no quería llorar, no lloraría. Había llorado lo suficiente por una vida "¿Qué les hicieron?" quería respuestas, y al mismo tiempo las temía….
"Dioses…" murmuró. Un brazo la rodeó y le dio la bienvenida, como lo hizo con el beso que recibió en la coronilla un momento más tarde.
Permanecieron en silencio, el canto de los pájaros y el susurro del viento en las hojas siendo los únicos sonidos en un mundo que se había encogido. La mano de Jon se movió por su brazo lentamente, suavemente, confortándola y haciéndola suspirar mientras se inclinaba más hacia él.
"Hay dos guardias cerca, y los dioses saben cuántas personas más merodeando por el bosque de dioses" le recordó una voz en su mente, tratando de hacerle ver porque no debía ser tan íntima.
Pero no podía encontrar en sí la fuerza para alejarse de Jon. Jon, que le había dado una nueva vida cuando se encontró sola y pensando que ya no había nada para ella. Jon, que era la única constante de su existencia, dividida entre un pasado abundante en alegrías y un presente magro en consuelos. Jon, que era una de las escasas llamas que alejaban con su luz la oscuridad que amenazaba con consumirla. Jon, que le devolvía el ansia por la vida y el anhelo del amor.
Estaba a punto de atrapar esos hermosos rizos oscuros y tirar de él para un beso, al infierno las consecuencias, cuando él lo detuvo.
"No" murmuró, y aunque sus ojos decían que quería lo mismo que ella, sus hombros tensos decían otra cosa "No desearás hacerlo cuando te diga el resto"
Sus ojos se agrandaron por la sorpresa, todo deseo por Jon desaparecido y en cambio alejada un poco de él, aunque aún permaneció sentada, su cuerpo lo bastante cerca para que pareciera que no habían terminado.
"Hay prisioneros en las mazmorras. Tres Frey….y Theon" dijo Jon.
Parpadeó, incrédula, antes de que se levantara de un salto. Dio un paso atrás y luego otro, su cabeza negando las palabras de Jon, su corazón acelerándose al tiempo que rogaba por un gesto, una mueca, una señal de que esto fuera un error, un malentendido, una broma cruel.
Pero Jon no le dio ninguno. Solo la miró, sus ojos llenos de un dolor idéntico al que sentía en su interior. Fue allí que terminó de convencerse de que era real, que las palabras que resonaban en su interior en verdad habían sido dichas.
"Freys…Theon….." su pecho dolía, su corazón retumbaba "Robb….Bran…..Rickon….." sus hijos, sus preciosos niños, todos, hasta el último de ellos, apartados de este mundo demasiado pronto. Y los responsables…los culpables de esa injusticia, del dolor que nunca podría dejar su corazón y con el que cargaría hasta su propio fin estaban allí.
"Es demasiado" pensó, su mano formando un puño sobre su pecho mientras su corazón latía con tal salvajismo que temía que se detuviera en cualquier momento "Necesito…..necesito….necesito…"
"Cat….." Jon se había levantado y se había acercado sin que ella lo notara. Sus ojos brillaban de preocupación, y su mano se había levantado con cautela, como para acariciarla.
Entonces Catelyn supo lo que necesitaba.
"Ven conmigo" le espetó, antes de empezar a caminar. No se atrevió a mirar detrás, ni tampoco a concentrarse en las personas que ocasionalmente cruzaba, primero a través del Bosque de Dioses y luego por los patios de Invernalia hasta la Primera Fortaleza. Su cuerpo y su mente estaban llenos de una resolución que no había planeado, pero que sabía que no podía ignorar.
Los pasillos parecían helados, y las personas en ellos no tenían rostros. Nada le interesó, no hasta que giró y vio la puerta al final del pasillo, guardada por dos hombres.
"Nadie debe molestarnos. Tenemos asuntos urgentes que tratar" dijo con voz ronca cuando cruzó junto a ambos. Por su vida, no era capaz de recordar ya cómo eran los dos hombres. No le interesaban.
El único que lo hacía era Jon, que no había alejado la mano de la puerta luego de cerrarla cuando se lanzó contra él.
Sus labios chocaron con los de él mientras sus manos envolvían su cuello. Era mejor de lo que recordaba, y por un efímero momento consideró disfrutarlo lentamente y con paciencia. Pero no quería eso; quería hundirse en las sensaciones, ahogarse en ellas, dejarse llevar por ellas hasta que su mente olvidara el mundo y su corazón olvidara el dolor.
"Hazme el amor, Jon" murmuró cuando sus labios se separaron mínimamente de los de él. Aún estaban cerca, sus manos en sus caderas mientras las de ella envolvían su cuello "Hazme sentir tuya" porque quería serlo. Quería sentirlo a él, quería sentirse amada, quería sentir que a pesar de todo, de todo el dolor, de todos los golpes, aún valía la pena seguir.
Jon la miró por un momento, y Catelyn sintió como su boca se secaba cuando sus ojos se oscurecieron de deseo. La acercó con sus manos en sus caderas antes de volver a unir sus labios. Su lengua empujó con brusquedad, entrando en su boca y acariciando la cuya. Con un suspiro, Catelyn empezó a mover su lengua contra la de él en una danza rápida y sensual.
Antes de darse cuenta, sus pies se habían separado del suelo, sus piernas envolviendo las caderas de Jon mientras sus manos bajaban a sus muslos, sosteniéndola sin dificultad.
Su lengua y la de Jon seguían bailando entre sí, sus dientes rozando contra los labios aun sellados mientras sus cabezas se inclinaban ligeramente para obtener un mejor ángulo. Catelyn sentía el calor en sus mejillas, en su frente, en su cuello y debajo de su ropa: se sentía afiebrada, pero no tenía nada que ver con una enfermedad. Su calor solo aumentó cuando Jon separó sus labios y movió los de él para empezar a prodigar besos en un punto sensible detrás de su oreja. Jadeó en silencio, los deliciosos y húmedos labios de Jon cubriendo ese pequeño lugar; la sensación solo se hizo más fuerte cuando recordó que la humedad no era solo de Jon: con lo intenso que había sido su beso, probablemente había algo de la suya también.
"Llévame….." jadeó, luchando por pensar cuando los dientes de Jon encontraron su oreja y empezaron a mordisquear con suavidad el lóbulo "…cama" logró expresar antes de no resistirlo más. Mientras una de sus manos cogió los rizos de Jon y devolvió su boca a la suya, la otra se tornó más audaz, bajando entre sus cuerpos apretados y palpando la dureza que se clavaba contra su estómago. Jon gruñó en el beso, y ella misma gimió al saber que iba por buen camino.
De alguna manera, llegaron a la habitación de Jon. "De Jon y de Ygritte" corrigió una voz en la mente de Catelyn con reproche. Sin embargo, no podía sentir vergüenza por estar haciendo algo como eso allí. Al contrario, la sola idea de que Jon le hiciera en amor en la misma cama en que lo hizo con Ygritte la estimulaba, la hacía sentir deseada.
Cayeron en la suavidad en la cama, Jon cerniéndose encima de ella como un lobo sobre una presa. Desató con la rapidez que da la práctica los nudos que sujetaban su chaleco oscuro, y éste no tardó en caer. Su túnica le siguió, dejando a Jon desnudo desde la cintura para arriba.
Catelyn sintió que su boca se humedecía al ver los músculos ondulantes de Jon, el pecho firme y la piel blanca. Su corazón se detuvo un instante al ver una nueva cicatriz adornado su costado, justo por debajo de las costillas. Sin embargo, antes de poder pensar algo más los labios de su hombre estaban de vuelta sobre los suyos, en un beso más breve que logró distraerla lo suficiente para no notar a dónde iban las manos de Jon.
El jadeo escapó cuando las manos de Jon cogieron sus nalgas aún cubiertas por su vestido y las apretaron con brusquedad, la carne ondulándose bajo sus dedos cuando las movió con abandono.
Antes de darse cuenta, sus labios perdieron los de Jon y los rizos oscuros que adoraba escaparon de sus dedos.
"Jon….." jadeó, sintiendo su corazón latir más rápido mientras su cuerpo no respondía. Inmóvil, observó cómo bajaba mientras sus manos iban a sus piernas y alzaban la falda del vestido.
"Jon…."repitió, insegura de porque lo decía, pero adorando la visión de él subiendo su vestido hasta su cintura y acariciando el interior de sus muslos con manos cálidas y dedos más cálidos aún.
"¿Quieres esto?" gruñó él, mirándola con tal intensidad que la hizo estremecer. Su boca se movió, pero su voz se había desvanecido "¿Lo quieres?" presionó mientras pasaba un dedo por su centro cubierto. Catelyn soltó un pequeño gemido mientras él usaba su otra mano para deshacerse de la última capa de ropa, dejando su centro descubierto ante sus ojos "¿Lo quieres?" insistió aún, soplando entre sus piernas y haciéndola estremecer ante el aire frío sobre sus partes calientes.
"….si" alcanzó a murmurar. La cabeza de Jon avanzó, y la de Catelyn cayó hacia atrás.
La lengua de Jon trazó su coño, corriendo de abajo hacia arriba y luego de vuelta. Luego recorrió sus labios, primero uno y luego el otro con lentitud, antes de aumentar la velocidad y la fricción. Mientras tanto sus manos no estaban ociosas; una de ellas la empujaba en contra de la cama para que no se moviera al tiempo que la otra seguía el rastro de su lengua.
El paso de los labios suaves seguidos por los dedos callosos era enloquecedor "Oh….…oh…..." suspiró, cerrando los ojos y dejándose llevar por las sensaciones. Solo había sentido esto una vez, y por los dioses que no había sido suficiente. Estaba segura de que jamás tendría suficiente de esto.
Sus manos formaron puños contra la cama cuando la lengua de Jon aceleró y uno de sus dedos se introdujo lentamente en su coño. Sus caderas se alzaron, buscando acercarse más a él, frotarse contra su rostro injustamente apuesto. Tras un instante, la mano de Jon en su cadera la dejó ir, y se encontró empujando sus caderas contra él, frotándose contra él, buscando llevar sus dedos y su lengua aún más profundo.
Jon era incansable; cada movimiento era perfecto, y cada instante parecía una eternidad de placer que surgía de su centro y se extendía, se extendía sin fin, a cada rincón de su cuerpo y de su corazón.
Antes de darse cuenta, se encontraba con el rostro enterrado en la cama, sus ojos cerrados y luchando por controlar el gemido más fuerte de todos mientras sus manos sostenían la de Jon que apretaba con brusquedad uno de sus pechos.
Por fin, cuando las estrellas dejaron de brillar detrás de sus párpados, los abrió y cogió a Jon por la muñeca y el hombro. Sus labios devoraron los de él, sus fluidos y la suavidad de los labios de su hombre embriagándola de la mejor manera posible. Sin pensar, su mano bajó entre sus cuerpos y cogió la dureza de Jon con firmeza. Sonrió cuando él siseó contra sus labios, y miró sus ojos grises llenos de lujuria y deseo mientras llevaba la punta de su polla a su entrada y lo miraba, una petición o dicha y al mismo tiempo totalmente clara.
Con un solo movimiento, Jon se enfundó completamente en ella. Sus paredes se abrieron al bienvenido intruso, antes de apretarse alrededor de él con fuerza. La sensación de plenitud y placer fue tan grande que luchó por no cerrar los ojos; quería, necesitaba, ver a Jon mientras hacían el amor.
Un beso selló el inicio de la pasión. Las caderas de Jon golpearon contra las suyas sin parar mientras la llenaba una y otra vez. Sus manos se apretaron sus caderas para mantenerla firme mientras las de ella se enredaban de sus mechones oscuros, su boca devorando la de él, el sabor de ambos empapando sus labios.
"Jon….Jon…Jon" gimió contra sus labios, y luego contra su cabello cuando Jon salpicó su cuello con besos "Jon….si….si…..¡oh!" el quejido dejó su boca cuando Jon bajó más, sus dientes rozando uno de sus pezones sensibles antes de envolverlo y empezar a succionar, sus caderas nunca perdiendo el ritmo contra las suyas "Más…..más…." suplicó, su visión tornándose borrosa cuando los empujes se incrementaron aún más, el sonido del chasquido de piel con piel resonando en las paredes casi tanto como en su corazón.
Jon volvió a subir, su boca tragando los nuevos gemidos que quisieron escapar de sus labios, su pecho apretándose contra sus senos mientras sus rodillas se plantaban con más firmeza contra la cama para tener un mejor ángulo para seguir penetrándola, con movimientos más breves pero más poderosos que la hicieron luchar por no gritar por puro placer.
Estaba tan perdida en el placer, en la deliciosa sensación de tener a Jon dentro de ella, que ni siquiera fue consciente del cambio hasta que sucedió. En un momento, Jon estaba encima de ella. En el siguiente, los roles se habían invertido y era ella la que miraba hacia abajo para ver a su amor. Si hubiera podido pensar, se habría percatado de la ligera sorpresa en los ojos de Jon.
Pero había cosas más importantes que pensar en ese momento.
Separó la mitad superior de su cuerpo de la de Jon. Usando el pecho de su hombre cómo apoyo para sus manos, movió sus caderas en círculo un par de veces. Disfrutó del gruñido que reverberó a través de Jon cuando lo hizo; cuando encontró una posición en la que estaba cómoda, volvió a bajar hasta que su rostro y el de Jon estaban uno contra el otro. El aliento de ambos mezclándose con sus respiraciones alteradas, Catelyn usó una de sus manos para mover su cabello hacia arriba, los largos mechones rojos rodeando como un halo el rostro de Jon y sus extremos rozando la cama.
"Eres hermosa" susurró él, haciendo que el corazón de Catelyn se derritiera, la lujuria enfriada por la ternura y el amor que sentía por él "Una de las mujeres más hermosas del mundo" añadió, uno de sus dedos trazando el centro de su espalda desnuda. El pequeño toque la hizo estremecer, o tal vez fueran las últimas palabras de Jon…..y su absoluto acuerdo con ellas.
"Quédate quieto" comandó con gentileza, al tiempo que empezaba a moverse sobre él. Un pequeño gemido salió de sus labios al sentir una vez más la polla de Jon entrando y saliendo de ella "Yo me encargo" murmuró contra sus labios, antes de volver a besarlo.
Se sentía extraño tener tanta libertad en la cama. Pero le gustaba; aumentó el ritmo de sus caderas, persiguiendo su placer. A Jon no parecía importarle; estaba feliz de besarla y dejar que ella lo montara con abandono.
Susa manos formaron puños en la pieles de la cama, luchando por no perder la concentración mientras seguía moviéndose contra Jon, sus cuerpos pegados uno al otro mientras su polla entraba y salía de ella con cada vez mayor rapidez.
Las manos de Jon cayeron de su espalda para empezar a acariciar sus nalgas. Las recorrieron sin reparo, dando ligeros apretones en la carne, pero sin usarlas para imponer su propio paso. Fiel a su orden, dejó que ella se encargara. Y ella lo amó un más por eso.
Sus movimientos se aceleraron cada vez más, y antes de darse cuenta estaba luchando por no desmayarse por el placer. El calor la abrumaba cada vez más, naciendo dónde su cuerpo y el del hombre que amaba se unían y abrumando sus sentidos de la mejor manera posible. Los labios de Jon no se separaban de los suyos, lo que era bueno; si lo hacían, sus gritos de placer probablemente se escucharían por todo el castillo.
Un movimiento final de sus caderas fue todo lo que hizo falta para hacerla caer por el borde del abismo. Su coño apretó la polla de Jon con fuerza mientras sus labios se tragaban su grito de placer total. La sensación de la semilla de Jon vaciándose un momento más tarde dentro de ella solo se sumó a la perfección del momento.
Podría estar en ese momento por el resto de su vida, y no necesitaría más.
Sansa
Desde que salió de sus habitaciones sintió que algo había sucedido. Las sirvientas y los criados retraían las manos cerca de ella, y una fila de guardias que pasaron cerca de ella en el patio se encogieron visiblemente; un par incluso alzaron más sus escudos, como si esperaran un ataque.
Todo había servido para inquietarla. Pero cuando un grumo de damas de alta cuna, entre las que se encontraba una de las nietas de Lady Waynwood, huyeron sin disimulo de ella cuando intentó entablar una conversación supo que algo verdaderamente grave había sucedido.
Tras meditarlo profundamente, se decidió por ir a preguntar Baelish. Con la indicación de un guardia renuente a su cercanía, se dirigió al solar de Meñique, anteriormente de Jon Arryn: Yohn Royce y Lord Redfort casi habían desenvainado sus espadas ante su tía al enterarse de lo que consideraban un atropello a la memoria del fallecido señor.
No ansiaba hablar con el Lord Protector, pero estaba lo bastante preocupada como para estar dispuesta a soportar sus miradas y su excesivo afecto con tal de obtener respuestas.
Se sorprendió de no encontrar guardias en el pasillo, pero los chillidos de Lysa la hicieron comprender a que se debía. Todos los guardias del castillo parecían estar bajo la orden tácita de alejarse de la esposa del Lord Protector cuando alzaba demasiado la voz.
"¡Debes deshacerte de ella, Petyr!" la voz aguda de Lysa era inquietante, pero sus palabras lo fueron más "¡Es un peligro para mi hijo!" el tono de Lysa era una mezcla de histeria, temor y súplica.
Con pasos cautelosos, Sansa se acercó a la puerta, dudando si debía tocar. Parecía ser que su tía no estaba en el mejor de los ánimos. Pero también su preocupación era urgente. Acababa de levantar la mano cuando la voz de Meñique la congeló.
"Es tu sobrina, mi amor. Tu hijo se ha encariñado con ella, ¿y qué imagen daría a sus banderizos que el Señor del Valle aparte a su propia prima y la envíe lejos de su protección?"
"Están hablando de mí" comprendió Sansa, al tiempo que su mano bajaba lentamente. No era propio de una dama escuchar a escondidas….pero su curiosidad pudo más que sus modales.
"¡No me importa! ¡No me importan Redfort, Hunter ni mucho ese imbécil de Yohn Royce! ¿¡Cuándo les hemos importado mi hijo o yo!? ¡Nunca, nunca, nunca! ¡Igual que tampoco le importamos a ese tonto con el que mi padre me forzó a casarme! ¡Nunca me quiso, ni tampoco a Robalito! ¡Solo yo lo he amado! ¡YO!" la histeria de su tía era más que obvia, y sus chillidos amenazaban lastimar los oídos de Sansa "¡Has escuchado los rumores! ¡Has leído la carta de Puerto Gaviota! ¡El bastardo de Eddard Stark cortó mil veces al engendro de Roose Bolton antes de quemarlo vivo por haber puesto una mano encima a una de sus hermanas! ¿¡Qué crees que hará cuando sepa que la otra está aquí!?"
Sansa sentía su corazón latiendo contra sus costillas, su mente ahogándose con tanta información nueva, tan repentina.
"Mi amor" la voz de Meñique estaba impregnada de dulzura "Sabes que esa niña no era Arya Stark. Era una farsa creada por los Lannister"
"¡Mayor motivo para alejar a la mocosa de mi hermana!" replicó Lysa en un tono suplicante "¡Si el bastardo hizo eso por alguna pequeña perra que no era nada de él, imagina lo que hará cuando sepa que una de su sangre está aquí!"
"¿Qué hará? ¿Mandará a los salvajes a luchar contra los mejores caballeros de Poniente?" dijo Meñique en un tono burlón. Tras un momento de silencio, continuó "Sabes que nunca te pondría en riesgo, ni tampoco a Robalito" el tonto apodo de su primo sonaba mil veces más estúpido en la voz empalagosa de Baelish "El bastardo no puede hacernos nada. El Valle es inexpugnable"
"Cierto" un sollozo siguió "Pero los bastardos son monstruos y él de Stark ya ha tomado Invernalia. ¿Qué pasaría si hace lo mismo con el Valle? Robalito es tan…tan…"
"Lo sé, lo sé" la voz de Baelish se había vuelto suave, comprensiva "Pero te pido que seas tan valiente como siempre lo has sido, amor mío"
El silencio llenó el lugar, hasta que… "De acuerdo" una pausa aún más larga después, su tía volvió a hablar "Iré a ver a Robalito"
Sansa se encontró corriendo, sus manos tomando puñados de su vestido para permitirle más libertad en las piernas mientras se alejaba de allí.
Kevan
No pudo evitar quedarse unos momentos afuera de la puerta de Cersei, luego de darle la noticia y retirarse para darle privacidad. A pesar del silencio, estaba seguro de que su sobrina estaba destrozada.
Más allá de todos sus defectos, nadie podría afirmar que Cersei no amaba a sus hijos.
"Hijo. Ahora solo le queda uno: Tommen" se corrigió sombríamente. Se preguntaba cuánto tardaría la muchacha que había enviado a buscarlo en llevarlo con su madre. Sabía que el niño podría confortarla más que el resto del reino combinado.
La noticia del asesinato de Myrcella en Dorne correría con rapidez, pero por ahora solo lo sabían su madre y el Regente del Rey.
Sabiendo que de nada serviría seguir en el pasillo imaginando el dolor que se desencadenaba al otro lado de esa puerta, Kevan se dirigió a las Cámaras del Consejo. Ordenó a varios sirvientes que buscaran comida y bebida, previniendo una reunión larga; mientras los dejaban en una mesa pequeña situada lejos de aquella que usaba el Consejo sus pensamientos volvieron a Myrcella, o más bien a sus consecuencias. Estuvo pensando en ellas hasta que todos los miembros hubieran llegado. El único ausente era Tarly, pero estaba justificado: había partido al Dominio con su heredero y sus hombres más confiables para reorganizar a los ejércitos Tyrell y expulsar a los Hijos del Hierro de una vez por todas.
"Gracias por venir mis señores. Han llegado noticias del Sur, y no son buenas en absoluto" empezó Kevan "La Princesa Myrcella ha sido asesinada" soltó, decidiendo ser directo.
Los ojos de todos los presentes se abrieron por la sorpresa, pero sorprendentemente Mace Tyrell fue el primero en reaccionar.
"¡Qué más se podría esperar de esos malditos dornienses! ¡Son unas serpientes traicioneras!" despotricó, dando un puñetazo a la mesa "¡Se les confió a la hermana del Rey, a una princesa, ¡y aquí vemos las consecuencias de tan tonta idea!" el puño se había transformado en una palma que pareció tirar sobre la mesa el asesinato de la princesa "¡Esto debe ser respondido de inmediato! ¡Los responsables deben ser entregados al trono, juzgados y colgados como vulgares asesinos!" concluyó.
"No podemos" dijo Kevan "Esto no ha sido un mero asesinato real. Es una rebelión" había llegado a odiar esa palabra, pero era la única que podía describir lo que estaba sucediendo "Doran Martell también ha sido asesinado, así como parte de su casa, guardias y sirvientes. Todos los hijos del príncipe han desaparecido. Y Lanza del Sol se ha rebelado abiertamente" informó, tirando la carta manchada de sangre sobre la mesa.
Uno por uno, el resto de los miembros del consejo cogieron la carta y la examinaron. Mace Tyrell fue el último, y su reacción fue la más lamentable; mientras las caras de los demás se llenaban de enojo y determinación, la de la Mano del Rey perdió todo color. La confirmación de las malas noticias parecía demasiado para el señor de Altojardín.
"Necesitamos más información" siguió Kevan, antes de mirar al maestro de susurros "Debéis averiguar que señores apoyan la rebelión, y cuál es el estado de los ejércitos dornienses" Qyburn asintió en silencio; sin duda se avocaría a la tarea en cuánto la reunión acabara "Lord Tarly escuchará pronto de esto, y sin duda reforzara Colina Cuerno. Enviaremos cuervos a los otros señores marqueños para que se preparen para un posible ataque del sur" informó al Consejo. Unos con más firmeza que otros, todos asintieron en acuerdo a sus palabras.
Mace Tyrell abrió la boca para hablar, pero un golpe en la puerta lo interrumpió. Un niño de rostro sucio y ropa simple entró en la habitación con timidez. Corrió hacia Qyburn, le entregó una carta y se fue con rapidez. El maestro de los susurros contempló la carta por un momento antes de extenderla hacia Kevan. Con cierta aprensión, la tomó y la desplegó para leer su contenido
"El bastardo de Ned Stark ha tomado Invernalia" informó Kevan, sintiendo como una piedra caía en su estómago "Asesino a la mayor parte de los defensores y pasó por la espada a los sobrevivientes. El hijo de Roose Bolton fue atado a un poste y cortado cientos de veces…..antes de ser quemado vivo por el bastardo frente a todo el ejército salvaje" su mente evocaba las imágenes y la repulsión subía por su garganta como una bilis.
"¡Ese muchacho es un monstruo!" tronó Mace Tyrell, antes de empezar una larga perorata a la que Kevan ignoró. Su mente corría con las nuevas noticias, antes de dirigirse al ejército afuera de la ciudad que estaba casi listo para partir. Con las noticias de Dorne, debían tomar una elección.
Podían enviar el ejército al sur a suprimir de los dornienses y las bastardas de Oberyn Martell, o enviarlo al Norte a derrotar a los salvajes y al bastardo de Ned Stark.
"Atrapados entre bastardos" comprendió con realización. La Casa Lannister, los Siete Reinos, estaban literalmente atrapados entre bastardos. Nunca creyó que viviría para ver algo así.
Norte o Sur. Había que elegir uno para combatir, y hacerlo rápido.
Ygritte
El Pueblo Libre solía llamar a las personas como ella besados por el fuego. Decían que el color de su cabello traía suerte. Siempre lo había creído, pero ahora había adquirido un significado completamente nuevo para ella.
No se sentía besada por el fuego: sentía que había sido invadida por él, calentando todo su interior con llamas tan ardientes que casi temía volverse cenizas. No creía que tendría suerte: sabía que ya la había tenido.
Los dos allí, acostados en esa cama, brillando por el sudor y apretando sus cuerpos desnudos uno contra el otro era una de las visiones más excitantes que había visto jamás. La única que la superaba era la que había contemplado al llegar al umbral de la habitación.
Jon encima de Catelyn, su pecho presionando los magníficos senos de la mujer mientras sus caderas empujaban con fuerza contra ella mientras la follaba con todas sus fuerzas. Los gemidos de Catelyn habían sido música en sus oídos; se habían incrementado cuando él había soltado sus labios para empezar a prodigar sus pechos, y sumado al chasquido de piel contra piel cada vez que él empujaba, eran la mejor melodía que hubiera oído. Hacia el final, luego de que hubieran cambiado de lugares, cuando la liberación había alcanzado a Catelyn, ella había acallado su grito con tantas ganas que Ygritte tuvo que reprimir el impulso de gritar por ella.
No la habían notado en ningún momento; los comprendía, especialmente a Catelyn. Ella tampoco podía interesarse por lo que había alrededor cuando se acostaba con Jon. Dudaba ser mejor cuando al fin lograra entrar a la cama de Catelyn, y estaba convencida de que ni los dioses podrían distraerla si la compartía con ambos.
Se acercó en silencio, cuidando de no hacer ruido con sus pasos; los instintos desarrollados como cazadora se lo facilitaban.
Pero Jon también tenía esas capacidades, y su cabeza se levantó cuando estaba a medio camino de la cama. Sus ojos se abrieron y por un momento brillaron con una culpa infantil que hizo sonreír a Ygritte.
"Yg….." empezó él, antes de ser cortado por su dedo contra sus labios. Aunque luciendo aún culpable y tal vez algo temeroso, hizo caso y guardó silencio.
Hace un año probablemente le había dolido ver a Jon de esa manera: completamente desnudo con otra mujer en su cama, cubiertos con una manta que cubría a su hombre de los muslos hasta debajo del ombligo y a la mujer que no era ella desde la clavícula hasta la parte superior de sus muslos….
…pero las cosas eran diferentes ahora. Con una sonrisa y un guiño, Ygritte recogió su cabello suelto con una mano y apoyó la otra en la cama antes de inclinarse con la gracia de un gatosombra y presionar sus labios contra los suaves de Catelyn. Sintió los ojos de Jon sobre ellas, y eso solo lo hizo aún mejor. El beso era tan suave que Catelyn no se despertó, y cuando Ygritte al fin se levantó, la sonrisa en su rostro estaba intacta mientras observaba la expresión atónita de Jon.
Jon la miraba como si la viera por primera vez; una mezcla de incredulidad y asombro que la hizo entrecerrar ligeramente los ojos y alzar las cejas, su expresión tornándose arrogante.
Pero para su placer Jon se recuperó lo suficiente rápido. Una sonrisa estúpidamente feliz se formó en un instante, sus ojos se tornaron más oscuros con lujuria y su ceja se alzó. Casi le parecía escuchar la pregunta no dicha.
¿Enserio?
Ella solo asintió antes de moverse para besarlo a él. Tenía la intención de que fuera breve, como el que le dio a Catelyn, pero Jon tenía otras ideas. Con su mano libre la cogió por la nuca, profundizando el beso. Ygritte se dejó llevar, sintiendo como su sonrisa y la de él se ensanchaban mientras sus lenguas entraban en acción. Y cuando su mente nublada comprendió a que se debía el sabor en la boca de Jon, no pudo reprimir un gemido de puro placer.
No había nada que hacer. Estaba perdida con estos dos.
¿Y bien? Espero reviews: mucho de ellos. Creo que me los merezco. Y sé que saben (valga la redundancia) a que me refiero.
En fin, un abrazo a todos. Dios los bendiga y nos leemos cuando nos leamos. Hasta la próxima.
