¿Cómo tengo cara para mostrar mi fea escritura después de tanto tiempo? No lo sé. O sea, sé que soy medio descarado, pero después de casi cuatro meses de ausencia….no tengo vergüenza, evidentemente. No la tengo.

EXCUSA: mis estudios se volvieron prioridad absoluta. Costó muchos días ocupados y muchas noches con poco sueño, pero valió la pena. Estoy más centrado en mis estudios y he dado, en mi opinión, un gran paso para obtener un título que, espero, me permitirá una mejor calidad de vida.

Bien, basta de excusas. Les mando un gran abrazo a todos los que dejaron reviews, una disculpa sincera por ausentarme tanto tiempo y una esperanza de que disfruten este pequeño regalo de Navidad.

Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.

Bran

Las hojas del árbol corazón arañaban el cielo despejado por encima de un claro en medio de un bosque. Sumado a la calidez, creaban un ambiente muy agradable, cómo salido de una historia.

Y era historia lo que se desarrollaba ante sus ojos.

Una serie de piedras lisas, casi tan altas cómo el mismo Bran, estaban dispuestas en líneas curvas, emergiendo de la tierra marrón cubierta de una hierba verde. Todas las líneas se unían frene al arciano; bajo el rostro del mismo, un hombre atado forcejeaba para liberarse, sin éxito. Sus ojos grises se centraban en una serie de figuras pequeñas no muy lejos. Los hijos del bosque se confundían bastante bien con la hierba, sus ropas hechas de hojas y lianas mezclándose fácilmente con el verdor que salpicaba la tierra.

Uno de los niños se levantó de repente, sus manos acunadas contra su boca. Un extraño sonido provenía de él, como una canción. Bran sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo; la canción no era agradable. Estaba llena de odio, de desprecio, los mismos que brillaban en los ojos de gato que observaban al hombre sin parpadear mientras su dueño se acercaba a él.

Los forcejeos del hombre se hicieron más desesperados cuando el niño del bosque bajó las manos y reveló un trozo de vidriagón afilado. El hombre intentó retroceder cuando la punta se acercó a su pecho, pero las cuerdas no lo permitieron. Un grito ahogado por la mordaza se escuchó cuando el vidriagón tocó el pecho del hombre. Estaba tan afilado que el niño del bosque solo tuvo que empujarlo con suavidad. Los gritos del hombre fueron ignorados mientras su piel se rompía, la daga empujada más y más hondo hasta atravesar su corazón.

Bran observó, su corazón latiendo a toda velocidad mientras los últimos espasmos del hombre se detenían luego de su muerte

"No…."

No, no se detenían. ¡No! El hombre no estaba muerto. Sus ojos, que nunca se habían cerrado, se volvieron más brillantes, el gris reemplazado por un azul puro mientras sus manos aún atadas se apretaban, reuniendo sus fuerzas.

Sus ojos se abrieron con fuerza, a la vista ya familiar del interior húmedo de la cueva. Su boca tomó grandes bocanadas de aire mientras luchaba por calmar la agitación de su corazón, que latía desbocado.

Una figura se movió en un rincón, y sus ojos se dirigieron a ella. Hoja lo miraba con seriedad, pero Bran podía ver algo en su expresión. Una emoción…

"Fueron ustedes" dijo, el miedo latiendo en su corazón mientras su mente revivía lo que acababa de ver "Ustedes lo crearon" dijo, inconsciente del tono acusatorio de su voz.

Fueron ellos; los niños del bosque, iguales al que estaba ante él, habían creado al monstruo que había afuera, que venía por él, que venía por todos.

"Tuvimos que" replicó Hoja, antes de que sus ojos encontraran los de Bran "Estaban cazándonos. Destruyendo nuestros árboles sagrados" en sus ojos había algo, un dolor viejo y arraigado "Teníamos que protegernos" declaró, antes de darle la espalda y alejarse.

"¿De quién?" preguntó Bran.

Hoja se detuvo justo antes de perderse en las sombras "De ustedes" al siguiente instante, ya no estaba ahí.

Sigorn

El ejército era una enorme serpiente que se movía constantemente, lentamente. Siempre en dirección al oeste. A través de campos y praderas, arboledas y colinas, depresiones y arroyuelos.

Tras dos semanas de marcha, no había pasado nada.

Hasta ese día.

Estaban rodeando una arboleda cuando los dos exploradores se acercaron a todo galope. Eran buenos jinetes; giraron a sus caballos sin detenerse del todo, quedando a su derecha y sumándose al pequeño grupo de jinetes que lideraba la columna.

"¿Qué sucede?" preguntó Helmat, a su lado, más rápida que él.

"Hay un grupo de arrodillados al frente. Soldados" dijo uno de ellos, sus pobladas cejas fruncidas.

"¿Cuántos?" preguntó Sigorn.

"No más de treinta" dijo el otro explorador, apoyando el hacha larga que llevaba en su mano libre de riendas sobre su hombro.

"Querrán hablar" sugirió Helmat, mirando en su dirección.

"Uno de ellos llevaba una lanza larga con un paño blanco atado a ella" dijo el primer explorador.

"No parecen interesados en pelear" acotó el otro "Nos vieron y no hicieron ningún intento de atacar"

Ambos exploradores habían sido veraces en su explicación. El pequeño grupo estaba en medio del sendero hecho por huellas y carros que atravesaba la tierra, a poca distancia de un pozo de agua; tres hombres a caballo y los demás a pie con lanzas y escudos. También había dos carros solitarios detrás. Difícilmente sería una amenaza para ellos; aun así, desplegaron un centenar de hombres para flanquearlos antes de acercarse.

"¿Quién eres?" preguntó a quién estaba al frente, un hombre mucho mayor que él, con coraza de acero gris y una espada en el cinturón.

"Martos Mollen, señor del Valle de Mollen" respondió el hombre "Sois los salvajes de Jon Nieve" afirmó.

Sigorn no necesitaba mirar atrás para saber que más de una mano se había acercado a la empuñadura de un hacha, espada o lanza. Asintió en silencio, haciendo lo posible por no fruncir el ceño el mismo.

"Vais a Invernalia, ¿verdad?" preguntó ahora Mollen. Tras una mirada con Helmat y pensarlo bien, al final asintió de nuevo "Queremos ir con vosotros" declaró.

Ante esto, Sigorn no pudo evitar alzar las cejas, sorprendido. Una mirada de reojo le confirmó que Helmat estaba igual.

"¿Por qué?"

"Iré a declarar por el hijo de Lord Stark" fue la respuesta "Es el Rey en el Norte; es mi Rey"

Fracasó en ocultar su desdén. El hombre ante él pretendía postrarse ante el Rey solo después de que la lucha había acabado. No era más que un maldito oportunista. La mirada que compartió con Helmat y el resto le dijo que pensaban exactamente igual.

Por un instante, estuvo tentado de decirles que se largaran, o mejor aún, tomarlos prisioneros y arrastrarlos ante el Rey atados. Pero su avocación a las órdenes que le habían dado prevaleció: el Rey les había enviado a tomar castillos de sus enemigos, no a ganarse más de los que ya tenían.

"No se retrasen" gruñó antes de espolear a su montura y proseguir su marcha hacia el oeste.

Catelyn

Giró en la cama, buscando el calor de Jon. Su ingle latió con algo de dolor por el movimiento, pero le gustó. Era un dolor agradable. Una sonrisa se extendió por sus labios, recordando la pasión de su follada, y la bella sensación que quedaba en su cuerpo. Todo era tan…..

"Lo sé" la voz la hizo abrir los ojos al instante. Allí, sentada en la cama, Ygritte la observaba con diversión "Joder que lo sé" añadió, antes de que sus ojos bajaran y se oscurecieran al ver sus piernas desnudas "Sé bastante" dijo en voz más baja, con una mirada que solo podía describirse como hambrienta.

No pudo evitar mirarla, preguntándose cómo en siete infiernos estaba ahí, dónde estaba Jon, y lo más importante, ¿qué mierda se suponía que debía hacer en una situación como esta?

"Ygritte….." intentó decir más, pero su lengua se trabó cuando la mirada de Ygritte subió, sus ojos azules se encontraron con los de ella. Los dedos de la mujer más joven se alzaron a su pantorrilla aún visible. No… "….¿Dónde está Jon?" acabó preguntando, logrando detener con éxito el avance de Ygritte y sintiéndose como un conejo que acaba de escapar de la trampa del cazador.

"Por ahí" murmuró Ygritte, antes de acariciar su pierna con un movimiento veloz. No pudo evitar estremecerse ante el contacto, y el brillo de satisfacción en los ojos de la otra mujer le dijo que disfrutaba ser responsable de esa reacción "Dijo que una charla es necesaria. Y lo es"

Sintiéndose incómoda y sabiéndose deseada por la otra mujer, respiró hondo.

"Me gustaría vestirme"

La fugaz mueca en el rostro de Ygritte no pasó desapercibida para Catelyn; era obvio que la idea no le encantaba.

"Hazlo. Si lo prefieres" dijo la madre de Minisa.

Pero no se movió, ni hizo esfuerzo alguno para desviar su mirada de su forma desnuda y cubierta por las mismas pieles sobre las que había follado con Jon poco tiempo antes.

"¿Podrías….dejarme sola?"

"No" y como para apuntalar su negativa con acciones, subió a la cama y cruzó sus rodillas, todo sin dejar de mirarla.

"Eres un fastidio" pensó en escupir Catelyn, pero no lo hizo. No caería en la burla de la mujer.

No podía echar a Ygritte por la fuerza, y no tendría más suerte con las palabras, lo sabía. Por un momento pensó en usar las pieles de la cama para cubrirse mientras iba por su ropa, pero la muy astuta lo había pensado también y estaba firmemente sentada sobre un extremo.

Sabiendo que solo había una manera en que alcanzaría su ropa, Catelyn dio una breve plegaria para no sonrojarse, respiró hondo y salió de la cama completamente desnuda.

"Wow" escuchó detrás de ella mientras iba por la primera de sus prendas. No se atrevió a mirar atrás mientras iba por sus ropas. El gemido de Ygritte cuando se inclinó para coger su ropa interior fue perfectamente audible; podía sentir sus ojos sobre su trasero.

Cubierta ligeramente desde la cintura hasta la parte baja de sus muslos, buscó su vestido con la mirada, encontrándolo lejos. Demasiado lejos. La idea de que Ygritte pudiera haberlo dejado allí mientras dormía con los resultados actuales era perfectamente válida, pero no podía hacer nada. Se encaminó con los pasos más largos que pudo hacia él, sintiendo los ojos sobre su cuerpo semidesnudo, particularmente sus pechos.

"No te sonrojes. No te sonrojes. No te sonrojes…"

"Jon tiene buen gusto" el comentario de Ygritte llenó la habitación.

"¡No te sonrojes! ¡No lo hagas!" "¿Acaso lo dudabas?" su boca traicionera no solo contestó, sino que lo hizo en un tono llenó de ferviente orgullo.

"Por supuesto que no" replicó Ygritte con una risita "Mírate y después mírame" dijo.

No pudo ponerse el vestido lo suficientemente rápido, pero cuando al fin lo logró fue capaz de mirar a Ygritte, su corazón latiendo ligeramente más tranquilo al ver que la mirada de hambre en los ojos de la otra mujer se había controlado un poco.

Entonces de un solo movimiento se encontró enfrentada a Ygritte, y la mirada de deseo en la otra mujer era tal que se encontró retrocediendo sin darse cuenta, hasta que su espalda chocó contra una pared de piedra. Con una rapidez increíble, los brazos de Ygritte la atraparon entre ella y la forma sólida detrás, sus manos apoyadas en la pared, a la altura de sus hombros.

"Yg…..." no llegó más lejos, porque la boca de Ygritte estaba sobre la de ella, sus labios moviéndose con decisión.

Y Catelyn se encontró respondiendo; una parte de ella sabía que estaba mal, pero al diablo. Después de haber follado con Jon como si fueran animales en celo, ¿qué era besar a Ygritte?

Ygritte separó sus labios de los de ella "Te vi con Jon…." las palabras salieron jadeadas, pero antes de que Catelyn pudiera responder o siquiera intentar entenderlas, los labios de Ygritte se unieron a los suyos de nuevo "Te vi montándolo como un semental….." otro jadeo, otro comienzo para el beso "Vi tus senos rebotando mientras lo follabas con todas tus fuerzas…"

"Ah…" alcanzó a gemir cuando los labios de la otra mujer bajaron a su cuello.

"Cómo rayos no me uní a ustedes…" los labios de Ygritte succionaron un punto de su cuello que la hizo temblar "Quería beber tus gemidos mientras montabas a Jon….." la boca de Ygritte fue al otro lado de su cuello, y Catelyn inclinó la cabeza para darle más acceso, sus dudas enterradas y su mente nublada con las sensaciones "Quería que bebieras los míos mientras lo follaba…..quería que vieras su expresión mientras me venía sobre su polla….."

"Ygritte….." gimió, sus piernas temblando cuando la boca de Ygritte dejó una mordida ligera sobre su pulso.

"Y quería que gimieras mi nombre justo así…quería que lo gritaras mientras te hacía venir…" la voz de Ygritte era más ronca de lo que nunca lo había sido nunca en su presencia.

La mente de Catelyn esbozó una imagen de sí misma acostada en la cama que había en esa misma habitación, sus piernas abiertas y alguien entre ellas, complaciéndola con la boca. Se imaginó levantando la cabeza y mirado hacia su centro, no para ver una cabellera oscura asomando, sino una pelirroja…

Su gemido fue tragado por los labios de Ygritte, que la besó por un largo momento más antes de alejarse, la lujuria en ellos tan grande que Catelyn se preguntó cómo era que tenía toda su ropa puesta aún. Sabía que si Ygritte quisiera arrancársela, no podría detenerla.

"Jon lo sabe. Que te quiero tanto como a él" un breve beso siguió a esas palabras "Y está perfectamente bien con la idea" aseguró, una sonrisa de lujuria y vanidad en su rostro "Vamos a tenerte a la vez, y tú puedes tenernos a nosotros. Cuando y como quieras, somos tuyos. Y eres nuestra" un beso final y una leve mordida en su labios inferior y dio un paso atrás, sus manos dejando la pared y liberándola "Hazte a la idea" y con un guiño final, se encaminó con una sonrisa hacia la salida.

Dejando detrás de ella a Catelyn, con tantas emociones que el hecho de que no se hubiera desmayado era todo un logro.

Su corazón estaba peligrosamente cerca de dejar de latir para siempre. Ansias, temor a lo desconocido, horror ante la idea de que ahora debería lidiar con Ygritte y Jon….y una lujuria que afloraba desde lo más hondo.

Jon

"¡Otro!" exclamó en voz alta, esquivando un golpe de maza y pateando un escudo con fuerza, forzando a su portador a retroceder un par de pasos. Una de sus espadas se movió hacia atrás, bloqueando el corte que iba hacia su hombro, mientras la otra iba al frente para encontrar el arma de su nuevo oponente, el hijo de un caudillo llamado Iureik.

Ahora eran cuatro a uno. No había reglas, por lo que sus oponentes intentaban rodearlo constantemente y aprovechar la ventaja del número. Y el bailaba sobre sus pies, repartiendo golpes, esquivando, parando, derribando a uno y luego enfocándose en los otros, mientras debía mantener a todos al alcance de la vista.

Su respiración era rápida, sus músculos empezaban a arder, y su ropa empezaba a empaparse de sudor. Su frente, libre de su cabello por la cinta de cuero que lo mantenía encerrado detrás de su cráneo, también debía estar brillando.

Sabía que la sonrisa en su rostro mientras peleaba con tanta desventaja probablemente lo hacía parecer un demente, pero no podía importarle. Debía mantenerse alerta para no acabar herido, y la distracción de la práctica era además perfecta para mantener su mente apartada de ciertas ideas.

"Como arrastrar a Ygritte y Catelyn devuelta a la habitación y hacerles el amor hasta que sus voces se volvieran roncas de tanto gritar" sugirió una voz, y el instante de distracción que le costó ese pensamiento casi le gana un golpe en el estómago con un hacha sin filo. En represalia, golpeó en el brazo de su dueño con ambas espadas y lo forzó a soltar el arma. Sin embargo, antes de poder enviarlo al suelo tuvo que girar para enfrentar las otras amenazas.

Se encontró usando ambas espadas para defenderse de dos oponentes mientras un tercero intentaba flanquearlo; el cuarto había vuelto a la pelea pero se mantenía detrás del dúo.

Esquivó otro golpe agachándose mientras detenía una espada con las suyas propias; giro las muñecas con precisión y dio golpes en costillas, brazos y piernas. El desdichado receptor de esos golpes cayó inconsciente mientras los otros atacaban a Jon por el flanco y el frente; dio un salto atrás y continuó luchando mientras el cuarto hombre se unía a la pelea una vez más, su pesada hacha cayendo con un movimiento que Jon esquivó a duras penas. Con una patada en la espinilla y un bloqueo más de su espada derecha se alejó unos pasos, sus oponentes recuperando el aliento mientras él hacía lo mismo.

Por un momento, no se escuchó nada más que sus jadeos en busca de aire. En el fondo, como un sonido sin importancia, los murmullos de la multitud reunida alrededor de la pelea de su rey se escuchaban junto con algún grito ocasional hacia él o alguno de sus oponentes. No podía darles importancia; estaba abrumado por los sentimientos que volvían a aflorar tras un solo instante de quietud.

Pensamientos de Ygritte. Y Catelyn. Y de ambas. Y de ellas y él. Y de todo lo que podía ser: un mundo llenó de probabilidades se abría ante él, y alejarse de él por un momento era un tormento. Pero un tormento necesario.

Con un esfuerzo mayor de lo que nadie nunca conocería, se lanzó hacia adelante, de vuelta a la pelea. Esquivó más golpes del hacha y desvió uno de la maza antes de lanzarse por el que tenía la espada. Desvió el corte dirigido a su rostro antes de sacar a su oponente de equilibrio con una patada y meterse detrás de él. Golpeó al mismo tiempo con ambos pomos, el acero de la empuñadura golpeando la espalda baja y alta, derribando a su oponente. Con un giró de la espada de la derecha, miró entre los dos que quedaban, meditando cuál sería el siguiente. Se decidió.

El hacha defendió contra sus espadas, su portador tomando el arma con dos manos y moviéndola de lado a lado para protegerse de la ráfaga de golpes que llegaban desde ambos lados. Lo mantuvo rápido, sacrificando la fuerza de los golpes a favor de la velocidad y esperando una abertura. Por fin, la obtuvo.

Un golpe a la derecha dejó el flanco izquierdo descubierto, y el pie de Jon se movió hacia la rodilla de su rival; el golpe lo sacó de equilibrio y le hizo caer de rodillas, al tiempo que alzaba el hacha sobre su cabeza para protegerse. Jon dejó caer las dos espadas a la vez, el duro mango deteniendo las hojas de encontrar su destino en los hombros.

Entonces lo sintió; a través de los ojos de su huargo, vio como el último hombre se lanzaba hacia él aprovechando su espalda descubierta. Esperó hasta el último momento posible antes de apartarse con rapidez, moviéndose a la derecha y luego girando sobre sus talones. La maza solo encontró aire, mientras las armas de Jon encontraban la espalda de su oponente confiado. El golpe fue tan fuerte que le arrebató el aire y lo envió trastabillando hacia adelante, chocando con el hombre del hacha que estaba casi de nuevo en pie.

Una serie de carcajadas llenaron el patio cuando ambos hombres cayeron en una pila descuidada de extremidades y armas. Jon mismo se sintió divertido cuando se acercó a ambos aún tirados en el suelo, colocando la punta de una espada en cada cuello y retirándolas luego de que ambos admitieran la derrota.

Jon dirigió una mirada a su alrededor: la multitud se había incrementado mucho. Algunos incluso estaban parados sobre cajas o barriles para poder ver sobre los demás. Unos pocos habían llegado de manera desconocida a los techos de edificios cercanos y miraban con atención, sentados con las piernas colgando de los bordes.

"¿Disfrutando el espectáculo?" preguntó con una risa, a la que se unieron varios otros "¿Alguien quiere probar suerte?" preguntó una vez que los últimos oponentes derrotados volvieron a la multitud. Aun podría usar un combate más.

El silencio se prolongó unos momentos, con varios esquivando sus ojos. Cuando estaba a punto de retirar su oferta, una voz habló.

"Yo" Jon reconoció la voz, y supo lo que le esperaba antes de darse vuelta.

Allí estaba. El Pez Negro. Y con una mirada austera que no auguraba nada bueno. Por un solo momento pensó en negarse, pero no podía retractarse, no ante el Pueblo Libre, y no luego de que el mismo había propuesto una nueva pelea.

"Traigan una espada" ordenó, haciendo un gesto a la pila de armas desafiladas con las que entrenaban.

"Ya tengo una" dijo el Pez Negro, antes de desenvainar el arma que llevaba en el cinturón. Arqueó una ceja canosa hacia él "¿O prefería no usar acero vivo, Alteza?" hasta un niño habría distinguido la burla y el desafío en esas palabras.

"Maldito seas" pensó Jon "por decirlo en voz alta"

"¡Mi espada!" espetó sin dejar de mirar al tío de Catelyn. Y era justamente pensando en ella que supo que se arrepentiría de esto. Sin duda ella no apreciaría saber que su amante y su recién recobrado tío habían peleado, menos aún con armas con filo.

Sin mirar a quién le había traído a Hermana Oscura enfundada, la cogió y devolvió las dos armas sin filo. Con un movimiento desenvainó el acero valyrio y arrojó la vaina por sobre su hombro, sin molestarse en ver dónde caía.

Dando un paso atrás, retiró un poco el pie derecho y alzó su espada con una sola mano, dejándola perpendicular al suelo, esperando.

Con la rapidez de un hombre mucho más joven, el Pez Negro lanzó una estocada directo a su estómago. La desvió con un movimiento de espada. Su oponente convirtió el bloqueo en un nuevo golpe, esta vez hacia su rostro: lo desvió nuevamente, antes de lanzar un golpe propio hacia las piernas. El Pez Negro se movió hacia atrás, Hermana Oscura no encontrando más que aire.

Ambos se miraron a los ojos un momento, y Jon vio como esos orbes azules iguales a los de una de las mujeres de su vida se endurecían, el mensaje en ellos totalmente claro: basta de juegos.

Así empezó la pelea más dura que Jon había tenido en su vida hasta ese momento.

Las espadas se encontraban una y otra vez, el acero chocando entre sí con fuerza, con determinación, con seguridad. La canción del metal llenaba los oídos, y la visión del oponente era todo lo que importaba. Todo lo demás, todo lo que no pudiera influir en la pelea, era descartado como algo secundario. La comprensión de que un solo instante de distracción sería fatal no tardó en estar arraigada.

Un choque de las armas vio a Jon perder el control sobre la suya momentáneamente; el Pez Negro la guio en dos giros que confundieron sus reflejos el tiempo suficiente para que no atinara a esquivar el codo que golpeó su rostro, por debajo de su ojo derecho. Parpadeando, Jon observó al otro hombre. La satisfacción no era evidente, pero si se insinuaba en los rasgos envejecidos.

Luego, Jon lanzó una serie de golpes que llevaron a Brynden Tully a la defensiva, y aprovechando un movimiento que llevó ambas espadas a un lado, lanzó una patada en la unión de la pierna y el tobillo. El Pez Negro cayó y Jon lanzó un golpe terrible a dos manos con Hermana Oscura que fue evitado cuando su destinatario rodó por el suelo. Una pequeña montaña de polvo del suelo se levantó en torno al acero valyrio cuando golpeó el suelo. El Pez Negro estaba en pie un momento después, y atacando al siguiente instante.

Una vez más, el choque del acero llenó los oídos. Una estocada de Brynden fue desviada por su espada, y una de Jon solo encontró aire cuando el Pez Negro se movió. Las espadas se volvieron a tocar una vez, y otra, y otra. Los pies se movían en perfecta sincronía, nunca alejados demasiado entre sí. Los cortes se sucedían sin pausa, altos y bajos, profundos y superficiales. Las manos se movían en el nivel deseado, ni un palmo más. El consejo No extiendas la mano más allá de dónde puedas retirarla no era pensado, pero era seguido con la misma fidelidad de quién se juega esa parte del cuerpo particular en ello.

Tal vez, ese era el caso.

Cambiando de táctica, Jon lanzó un golpe bajo que fue detenido sin dificultad. Cuando el Pez Negro contestó con un corte alto se agachó, el acero cruzando sobre su coronilla mientras lanzaba una estocada y saltaba hacia adelante, el corte del acero valyrio apenas desviado hacia abajo por Ser Brynden y al mismo tiempo distrayéndolo del puñetazo que golpeó su brazo de la espada. Aunque casi imperceptible por las capas de ropa y cuero endurecido, Jon sintió el estremecimiento que recorrió al caballero cuando su puño impactó. La distracción fue fugaz, pero lo suficiente para que Jon diera un nuevo golpe con su arma, la hoja plana golpeando con fuerza el muslo desprotegido del Pez Negro.

El quejido de dolor lo dejó satisfecho. Más de lo que sería apropiado.

Con el golpe en su pierna, el Pez Negro se volvió más lento. Jon lo aprovechó al máximo, hasta el extremo de que golpeó una vez más allí, arrancando otro quejido y agravando el moratón que sin duda se escondía debajo de los pantalones. La distracción y el debilitamiento de la pierna bastaron para que unos momentos más tarde Jon lo derribara al suelo.

El Pez Negro era un peleador. Eso quedó claro cuando intentó lanzar un último golpe desde el suelo. Jon desvió el acero oponente con el suyo propio antes de apoyar su pie sobre la mano de la espada, no tan fuerte para lastimarla pero si para mantenerla inmovilizada. Hermana Oscura apuntó al cuello del hombre mayor, la victoria ya clara.

Unos momentos después, un derrotado Pez Negro se erguía de nuevo sobre sus pies, su magullado orgullo sin duda mayor que los moratones obtenidos en la pelea. Sin una palabra, ambos se separaron. Ninguno estaba de ánimo para hablar, o lo que era más probable, continuar la pelea de espadas con una de palabras.

Sin estar seguro de cómo, Jon volvió a sus habitaciones. Apenas pudo interesarse por nada en el camino. El golpe de Brynden Tully bajo su ojo aún escocía, y no se sorprendería si su rostro empezara a hincharse. Pero todo lo olvidó al entrar, la vista de Catelyn sentada en la cama y los ojos perdidos mientras sus manos reposaban a sus costados haciendo olvidar todo lo pasado.

Y centrándose en lo presente.

"Estoy partiendo" dijo. Lamentó su falta de tacto tan pronto como vio la preocupación brillar en los ojos de Catelyn "No al sur. No aún al menos" no quería marchar sin todo el ejército, y no lo tendría hasta la llegada de Sigorn.

"¿Entonces?" preguntó Catelyn en voz baja.

"Recorreré los alrededores para evaluar las condiciones para los nuevos asentamientos que el Pueblo Libre tendrá en esta parte del Norte" explicó "Me llevaré a los caudillos que buscan tierras cerca de Invernalia y acordaremos dónde se establecerán junto con sus clanes. No creo que tarde más de 10 días" concluyó.

"¿Qué pasa con Invernalia mientras tanto?" susurró ella.

"Ygritte quedará a cargo del ejército. La mayoría de los caudillos la respetan, y los que no lo hacen saben mejor que buscar mi enojo" dijo Jon, sin faltar a la verdad "Te dejaría el mando de la fortaleza en mi ausencia; los almacenes de comida, la disposición de los que se quedarán dentro de los muros. Todo" estaría devolviéndole su antiguo puesto como Dama de Invernalia en funciones. Era lo mínimo que podía devolverle, y lamentaba no poder recuperar más para ella: concretamente, a Arya y el resto de sus hermanos "¿Aceptas?" no la obligaría si no quisiera.

Estuvo en silencio por un tiempo, sus manos moviéndose nerviosas en su regazo "De acuerdo. Lo haré" murmuró ella, sus ojos fijos en sus manos.

"Gracias" dijo. Y era cierto: estaba agradecido. Mucho "He elegido algunos hombres para actuar como mensajeros entre el castillo y yo. Una muestra para todos de que no me aparto de la responsabilidad" aunque la responsabilidad fuera grande, y en ocasiones no pareciera hacer suficiente para mantener a todos satisfechos "Quisiera que enviaras a un grupo con cada amanecer, con un reporte de lo acontecido en el día anterior. Ya están organizados y avisados; solo escribe lo que consideres importante y dales el mensaje" explicó, antes de morderse el labio "¿Está bien?" preguntó, luchando por mantener el tono de su voz calmado.

Catelyn solo asintió, aun sin mirarlo. Cuando la fugaz mueca que no pudo interpretar apareció en su rostro, Jon ya no pudo soportarlo.

Con gentileza, dejando atrás sus anteriores pensamientos, colocó sus manos en sus mejillas y levantó su rostro. Ella no se resistió, pero tampoco lo miró a los ojos.

"Mírame. Por favor" murmuró, su corazón latiendo más rápido. Catelyn respiró hondo antes de alzar la mirada, sus ojos azules fijos al fin en los suyos "¿Qué te preocupa?" inquirió "¿Es…lo de nosotros?" arrojó, sabiendo que ella interpretaría el nosotros en referencia no a dos, sino a tres.

"…..Sí. O no" murmuró ella, antes de suspirar "Jon, yo…yo no….no sé" los hombros de Catelyn cayeron en derrota "No sé hacerlo" la tristeza que había en sus ojos rompió el corazón del Rey en el Norte y más allá del Muro "¿Cómo lo harías? Estar con dos personas, amarlas y no preocuparte por nada ni nadie al respecto"

Las manos de Jon cayeron del rostro de la mujer. Nunca le había cuestionado eso, y Jon nunca había necesitado pensarlo tampoco. Por eso fue una sorpresa que pudiera responder con rapidez y honestidad, y luego de empezar se dio cuenta de que entre más hablaba más fácil resultaba darle voz a lo que sentía.

"No escucharía a otros, solo a mí mismo. Nací libre: libre de pensar, de hablar y de sentir. Me tomó mucho tiempo aprenderlo, pero sé que no lo olvidaré. Yo elijo a quién amar, y como amar. Mi amor es mío, y soy quién decide a quién amar. Eso es algo que no cederé por ningún motivo"

El silencio que siguió a sus palabras estaba tan cargado que podía sentirse en el ambiente. Le correspondió a Catelyn romperlo.

"¿Y los norteños? Te estás acostando con la esposa de su antiguo señor, con la madre de su anterior Rey. ¿Qué dirías cuando te cuestionaran?" lo miró con determinación ahora, como desafiándolo a encontrar la respuesta a esa pregunta que sin duda la carcomía por dentro.

"Les diría que no me nombré Rey. Ellos me nombraron así. Si soy su rey, espero que me respeten de la misma manera en que siempre los he respetado a ellos. Y si no soy su rey…entonces no tengo ningún motivo para dar peso a sus palabras" subió los dedos y sujeto con delicadeza la barbilla de Catelyn antes de inclinarse y unir sus labios por un breve momento "Ningún motivo para renunciar a una de mis reinas por ello"

"¿Reina?" dijo ella, alzando la voz sin darse cuenta "Tú…¿en verdad….." estaba tan atónita que sus palabras no salieron. No importaba.

Jon la entendió sin problemas.

"Por supuesto" respondió "Eres una reina. Eres mi Reina. No te tendría como nada menos. No mereces nada menos" la besó de nuevo, saboreando sus labios con reverencia y lentitud antes de separarse un momento "Te quiero a mi lado. Como mi reina. Como mi mujer….

….y como mi esposa"

Wynafrid

Caminaba a zancadas, sus piernas moviéndose sin parar y sus tobillos escapando a menudo de las faldas de su vestido de lana que rozaban el suelo empedrado de la ciudad.

El camino de vuelta a la fortaleza le parecía eterno. Sus oídos aún zumbaban con los nuevos rumores que había escuchado en los muelles, los que habían llegado a ella a través de guardias y sirviente y la habían llevado específicamente al lugar desde el cuál se propagaban a la ciudad.

"Pronto se esparcirán por todo el Norte" supo con certeza. Otro motivo para caminar más rápido.

Debía enviar cuervos a Invernalia contando lo que había escuchado. Si las noticias eran falsas o reales, o falsedades con una pizca de verdad, no importaba. Debía hacerlas saber a su abuelo.

Y al nuevo Rey en el Norte, al que la Casa Manderly le había jurado lealtad.

Y eso es todo. No hay mucho que decir, salvo ¡FELIZ NAVIDAD A TODOS! ¡Dios los colme de bendiciones a uds y a sus familias! Y si el día tan especial los encuentra, por motivos que no estén bajo su control, solos, sepan que desde aquí pienso en uds y les mando un abrazo y los mejores deseos.