¡Hola a todos! ¡Se viene otro, si señores! ¡No es falsa alarma!
Un placer leer sus reviews, sobre todo uno particular de alguien de quién no sabía hace tiempo. No diré nombres, pero es bastante claro. A él y a los demás un gran abrazo y agradecimiento por tan buenos mensajes. A todos los demás que leen la historia les mando saludos.
*Y en una nota aparte, les comento que hay una nueva historia en cuyo universo y trama estoy trabajando. Aún no empiezo a escribirla, pero ciertamente tengo buenas ideas al respecto. Lo comento por si alguien se interesa en ello. La pregunta en torno a la cual empezó esta historia fue: ¿Cómo podría afectar a Poniente un Pueblo Libre unificado bajo un solo Rey, más avanzado y organizado?
¡Bien! ¡Basta de hablar! ¡Vamos a lo que los trajo hasta aquí!
Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.
Bran
Ya había estado allí antes. Ya había visto a Hoja enterrar el trozo de vidriagón en el corazón del hombre. Había visto esos ojos tornarse más azules que el cielo, y esa mirada de terror y dolor tornarse en algo frío, helado, desprovisto de emoción. No le gustaba verlo de nuevo, pero la otra Hoja, la Hoja del presente, mantenía un agarre de hierro sobre el brazo marcado y lo forzaba a mirar.
Una vez libre, el Rey de la Noche empezó a caminar, ignorando a los Niños del Bosque. Sin soltarlo, Hoja empezó a caminar tras él. Bran la siguió.
Las colinas onduladas y las amplias planicies cruzaron con la velocidad del parpadeo. En el cielo, el sol salía por el oriente y se escondía por el poniente cada pocos parpadeos. La luna aparecía intermitente a él en la noche. Los días y noches pasaron, tantos que perdió la cuenta. Y el Rey de la Noche siguió caminando, sin detenerse, sin cansarse.
No había nada, en absoluto. Era un páramo interminable.
Hasta que no lo fue.
Unas pequeñas formas aparecieron en el horizonte, y se fueron acercando hasta que las distinguió. Un campamento. Ocho tiendas de gran tamaño en torno a un pozo en el suelo del que sacaban agua, y unas pocas personas. No más de un centenar. Hombres, mujeres, niños.
"¿Quiénes son?" preguntó, más para sí mismo. Aun así, Hoja le respondió.
"Son los suyos" respondió.
Pero aunque fueran los suyos, eso no impidió que el Rey de la Noche los matara a todos.
Bran sintió ganas de vomitar mientras veía la carnicería. Las primeras personas en acercarse corriendo al monstruo, viendo volver a uno de los suyos tras una larga ausencia, fueron una pareja, hombre y mujer. Ambos murieron cuando los puños se estrellaron contra sus pechos. El crujido repugnante de los huesos al explotar resonó como un trueno en contraposición al silencio cuando ambos cuerpos se desplomaron. Los gritos resonaron; el monstruo, indiferente a ellos, se lanzó al frente continuando la matanza. Algunos intentaron combatirlo, pero lanzas, cuchillos y palos se rompían contra el cuerpo del Rey de la Noche como si fueran papel. Los puños del asesino se tornaron más rojos con cada persona que caía ante él.
Hacia el final, los que aún vivían, casi todos ellos niños, jóvenes y unas pocas mujeres, intentaron a huir. Pero el monstruo era demasiado rápido. Los gritos de terror se fueron apagando uno a uno hasta que solo el sonido del viento prevaleció.
"Observa con atención" murmuró Hoja.
Bran quería negarse, pero no sabía cómo. En ese momento, notó que mientras la matanza de todo el clan tenía lugar el cielo había cambiado sobremanera: dónde antes había sido despejado e iluminado por un sol tenue, ahora estaba cubierto de nubes gordas y grises. A los pocos instantes empezó a nevar.
El aire se volvió más pesado. Volvió a mirar al campamento; una de las tiendas se había empezado a incendiar, pero las llamas se apagaron cuando el Rey de la Noche cruzó junto a ellas.
El Rey de la Noche parecía asegurarse de que todos estuvieran muertos. Una mujer intentó arrastrarse lejos, pero una patada certera rompió su nuca y la dejó tan inmóvil como los demás. Con un ademán casi solemne, los brazos del Rey de la Noche se levantaron. Permanecieron inmóviles por un largo momento.
Al siguiente, las telas susurraron cuando los asesinados se pusieron en pie, sus expresiones desprovistas de emoción y sus ojos azules brillando dentro de sus cuencas. Sin palabras, siguieron al Rey de la Noche cuando empezó a caminar, dejando detrás un campamento vacío y césped ensangrentado que lentamente se iba cubriendo de nieve.
"¿Por qué?" dijo Bran. ¿Por qué tenía que matar a los que fueron sus amigos y su familia? ¿Por qué tenía que verlo?
Hoja soltó su brazo al fin, y con un dedo señaló en dirección al pozo de agua. Se acercaron y vieron a una mujer empapada y aterrorizada en el fondo del mismo. El pozo era lo bastante estrecho para que pudiera escalar por las paredes sin grandes dificultades. Cuando salió, miró en todas direcciones, sin duda buscando al monstruo que los había atacado. Al no verlo, y temblando por la nieve que seguía cayendo, entró a una de las tiendas con premura. Apenas en instante salió, esta vez con otra ropa, más seca, más abrigada.
Y que dejaba en evidencia la hinchazón de su vientre.
Jadeó, cansado. La luz lo aturdió por unos momentos. Parpadeó, frotando sus ojos.
Estaban en medio del bosque, frente a un arciano joven. En las cercanías, los otros Hijos del Bosque montaban guardia desde las copas de árboles y la cima de rocas que sobresalían del suelo helado. Meera lo observaban de cerca. Sin palabras, se acercó a él y le dio algo de agua. Bebió y luego miró a Hoja, quién miraba su arco con una mirada profundamente concentrada.
"¿Qué paso con esa mujer?" preguntó Bran, recordando la mirada de terror en esos ojos grises.
"Huyó. Ellos fueron al este, y ella se fue al otro lado" respondió, antes de colgar su arma de su hombro.
En ese momento, un destello de color plata descendió del cielo. El pájaro era tan pequeño que cabría en su mano. Hoja extendió la suya y el pequeño se posó en ella. El animal cantó, una melodía que parecía dulce pero que le sonó triste. Hoja acarició sus plumas con cariño y dijo algo tan bajo que no la escucharon. Luego, el pajarillo volvió a volar.
"Tenemos que irnos. Están cerca de la cueva. Nos empezarán a buscar cuando sepan que no estás allí"
Catelyn
Antes de la llegada de Jon, Ygritte y ella habían estado evitándose la una a la otra sin remordimientos. Las noticias se habían vuelto demasiado para ambas, o más bien, la falta de acción en torno a ellas. La verdad era que sin Jon no podían actuar en torno a los rumores de Sansa en el Valle, y menos aún considerar que hacer con los Hijos del Hierro y el Trono de Hierro. Oh, podían hablar, pensar y aportar posibles soluciones, pero no se moverían sin Jon, y además era Jon quién tenía la última palabra, si nada más en torno al ejército.
Fue por eso que darle las noticias a Jon había sido un verdadero alivio. Con él allí, Catelyn sabía que podrían actuar. Ningún obstáculo era imposible de superar, pero solo si estaban juntos. Los 3.
Lo que la llevaba a la otra cuestión.
Lo aceptaba. Sentía algo por Ygritte, lo mismo que por Jon. Aún no lo había dicho, pero había dejado de intentar negárselo a sí misma. Eso debía contar para algo.
Se había enamorado de ella. Lo sabía. Y lo sabía porque, cuando comentó la posibilidad de ir al Valle por Sansa, sintió un dolor agudo en el pecho. El dolor de irse. No de Invernalia, ni siquiera de Jon, o al menos no totalmente. No, lo que le dolió sobremanera fue la comprensión de que, si partía de allí, se alejaría de Jon y de Ygritte.
Tenía que decirlo, y tenía más pronto que tarde. Pero no tenía el valor para ello; esperaba tenerlo pronto.
Mientras tanto, prefería mantenerse productiva. Lo que, tras largos argumentos y contrargumentos con Ygritte y Jon, la había llevado a su situación actual.
Se encontraba parada enfrente del escritorio en el solar de Jon. El mismo Jon, junto con Ygritte, habían optado por la posición menos correcta de sentarse en el borde del gran mueble, él con los brazos cruzados a la altura del pecho y ella con una mano detrás a manera de apoyo. Aunque parecerían más relajados a cualquiera que entrara, sabía que estaban igual de tensos que ella.
Estuvieron allí, expectantes, esperando a que llegaran las personas convocadas. Cuando al fin se escucharon los golpes en la puerta, soltó un suspiro de alivio.
"Adelante" dijo Jon.
La puerta se abrió y los hermanos Glover cruzaron por ella. Tras ellos, los guardias cerraron y los dejaron a los cinco solos.
"Bienvenidos, mis señores. Sin duda os preguntaréis porque os hemos mandado llamar"
"Ciertamente, Alteza" confirmó Galbart "Debe ser importante para que nos hayáis convocado a estas horas" añadió, al tiempo que hacía un breve gesto con la cabeza a la ventana del solar. Más allá de ella se podían ver los brillos de las antorchas que alejaban la oscuridad de la noche que se cernía sobre ellos.
"Y solos además" añadió Robett, sus ojos llenos de sospecha.
"Ambos tenéis razón" sin más, Jon extendió el brazo hacia ambos hermanos, la carta que ella misma le había mostrado horas antes en el extremo de sus dedos.
Robett fue más rápido en cogerla. Con el rostro de su hermano casi al ras del suyo, ambos leyeron las líneas.
Catelyn observó cómo sus expresiones mutaban con bastante similitud: de la sorpresa inicial, pasaron a la seriedad, para luego llegar a la confusión y finalmente a la ira. La única diferencia fue la reacción luego de terminar de asimilar el contenido de la cara: mientras que Robett permaneció enfurecido, Lord Galbart se vio dividido entre esto y una profunda meditación.
"¡Hay que matarlos a todos! ¡Ya!" casi grito Robett Glover "¿Y devolverles a la perra Greyjoy? Ja" se burló sin una pizca de alegría "Deberíamos hacerlo pero en pedazos" espetó, frígido.
No pudo sino contemplar al menor de los hermanos con incredulidad. Tras lo que sabía, ¿eso era la único en lo que pensaba? No pudo sino compararlo con el fallecido Rickard Karstark: un hombre temperamental e impulsivo que pensaba que la única respuesta a todo era la de derramar sangre.
"Gracias a los dioses el señor es su hermano y no él" pensó para sí.
"¿Para qué matarla? Viva sirve mucho más" respondió Jon con falsa indiferencia.
"¡No sirve para nada!" contradijo Robett, su rostro llenándose de furia mientras el de su hermano lo hacía de calma "¡El único Greyjoy que sirve es el que está muerto!"
"Muerta es solo un cadáver más" dijo Jon, sin molestarse en levantar la voz. Aun así, Catelyn reconoció los primeros signos de su impaciencia con el menor de los hermanos Glover "Y es por eso que tengo la intención de dejarla irse con sus buscadores"
"¡¿Qué?!" el rugido de Robett casi la hace retroceder, y de reojo vio que Ygritte llevaba una mano al cuchillo en su cadera, pero antes de que alguna pudiera hacer algo, Galbart Glover extendió la mano, deteniendo a su hermano con ese solo gesto.
"Alteza. Robett es valiente, pero también imprudente y arrojado, y por eso me disculpo en nombre de mi hermano"
"¡Galbart!" recriminó el heredero de Bosquespeso.
"El claramente no ha considerado la existencia de un plan de vuestra parte" completó Galbart, antes de mirar con enojo a su hermano su clara falta de sagacidad.
Jon asintió en dirección a Galbart, aprobando sus palabras. Luego descruzó los brazos, colocando ambas manos sobre sus muslos antes de hablar.
"No voy a liberar a Asha Greyjoy por nada. Sería una locura luego de lo que costó capturarla" al tiempo que decía la última palabra hizo un gesto a Galbart, quién asintió en acuerdo "Por eso propondremos un intercambio: Asha Greyjoy a cambio de Gawen y Erena"
Ygritte no se molestó en ocultar la sonrisa burlona ante la mirada sorprendida de Robett Glover. Galbart no estaba menos impresionado, pero mantuvo la compostura con mayor dignidad al tiempo que intentaba ocultar una sonrisa, sin éxito.
"Enviaré una carta a Bosquespeso con mis instrucciones: los prisioneros serán liberados y enviados de vuelta a las Islas del Hierro con esta oferta. Llevarán una carta mía en la cual ofreceremos el intercambio de Lady Asha por los niños. En vuestra esposa" dijo, haciendo un gesto a Robett "estará reconocer si son sus hijos. Si lo son, devolveremos a Lady Asha con los suyos y eso será todo"
"Todos mis sirvientes concordaron en que los niños fueron enviados a las Islas del Hierro, por lo que su supervivencia es probable" dijo Galbart, sujetando su barbilla, pensativo.
"Pero no segura" pensó Catelyn, aunque no lo dijo. Los niños eran seres frágiles, no hechos para largos viajes, y menos aún por el mar "Pero pueden haber sobrevivido. Yo lo hice" se recordó.
No era imposible. No quería que fuera imposible.
"¿Pero cómo sabemos que el mensaje enviada llegara a la persona adecuada? Si esta escoria vuelve ante el hombre equivocado, el mensaje se perderá o será ignorado" dijo Robett, luciendo aún insatisfecho, a pesar de que este plan le ofrecía una oportunidad de recuperar a sus hijos.
"Imbécil" dijo Catelyn para sus adentros, furiosa con el hombre. Lo que ella daría por una oportunidad para recuperar a sus hijos, aunque fuera incierta…ya lo había hecho una vez.
"Esos hombres fueron enviados por Lord Rodrik Harlaw, el señor de Harlaw. Quién es además tío materno de Lady Asha. Leed bien la carta, mi señor. Harlaw se opone al gobierno de Euron Greyjoy. Necesita un kraken para pelear contra otro, por lo que podéis estar seguro de que escuchará la oferta y le dará toda la consideración"
Galbart asintió, una sonrisa en su rostro "Hay que intentarlo. Mis sobrinos son el futuro de mi casa. Si hay posibilidad de recuperarlos, debemos aprovecharla" afirmó.
Robett por otro lado no se mostró tan entusiasta "¿Por qué no lo propusisteis antes?" fue todo lo que dijo, en un murmullo "Alteza" añadió al final, como si lo hubiera olvidado.
"Porque no tenía sentido hacerlo. No sabíamos a quién enviar la propuesta, y además, ¿Cómo haríamos que el mensaje llegara a las Islas? ¿Quién sería capaz de correr semejante riesgo solo por la posibilidad de lograr un acuerdo?" explicó Jon "Los Hijos del Hierro que capturamos son nuestros cuervos"
La falta de respuesta fue interpretada como una aceptación de la explicación de Jon. O al menos, era una falta de quejas de parte de ambos hermanos, particularmente de Robett.
"Bien. Pediremos además una confirmación por cuervo para estar seguros de que acepten el trato. Cuando la recibamos, Asha Greyjoy será llevada a vuestro hogar bajo escolta" concluyó "Ahora mis señores, os sugiero que vayáis a descansar. Mañana será un día largo"
Con reverencias casi a la vez, ambos hermanos se despidieron y encaminaron a la salida.
"Galbart parece muy satisfecho con esto" comento Ygritte en cuanto estuvieron solos nuevamente.
"Más que Robett. Uno pensaría que como padre, estaría más satisfecho ante la perspectiva de recuperar a esos niños" comentó Jon. Parecía disgustado por ello.
La madre de Minisa asintió en acuerdo "Cualquier gratitud debería ir a ti" dijo Ygritte, sonriéndole un poco "Al fin y al cabo, tú fuiste quién tuvo la idea"
Sacudió la cabeza "Vi una oportunidad y la señalé" dijo, restándole importancia "Es mejor que Jon se lleve el crédito. Yo…..no tengo la fe de los norteños en intercambios de prisioneros"
La liberación del Matarreyes era una mancha que nunca desaparecería, ni de su conciencia ni de su reputación. Si se corría la historia de que proponía otro intercambio de prisioneros encontraría oposición por parte de todos los señores.
Lo mejor era que Jon se llevara el crédito y la gratitud de parte de Galbart Glover.
Ygritte
Luchó contra la mueca que quería aparecer en su rostro. La situación no la satisfacía, o más bien, las circunstancias de la misma.
"Si esos niños logran volver a salvo con su madre, los Glover deberían darle gracias a Catelyn, no a Jon" no estaba enojada con ninguno de sus amores; estaba enojada con la falta de crédito para Catelyn por este plan.
"Este plan va a….." su respiración se atragantó cuando una idea atroz cruzó por su cabeza. Antes de darse cuenta, había sujetado el brazo de Jon con fuerza.
"¿Qué sucede?" le preguntó él, frunciendo el ceño con preocupación. Catelyn se acercó, también preocupada.
"¿Tienes un mapa? De las tierras al sur del Muro" aclaró.
Jon se confundió, pero se levantó y empezó a buscar. En unos pocos momentos, un gran mapa se extendía por la mayor parte del escritorio. Gracias a Jon, sabía lo suficiente de estas cosas para comprenderlo. Y gracias a Catelyn (que le había estado enseñando) comprendía las letras y la división de los Siete Reinos de los sureños.
"Sabemos que hay disidencia aquí" dijo, señalando las Islas del Hierro. Sus dos compañeros asintieron "Quieres recuperar a los niños, pero también te interesa liberar a la mujer kraken para aumentar la fuerza de los rebeldes aquí. Quieres que se destruyan entre sí para que sean una amenaza menor para nosotros"
Jon asintió, sombrío. Catelyn no se sorprendió.
Lo habían discutido en profundidad. Aunque por el momento los Hijos del Hierro no los atacaran, eso no cambiaba el hecho de que podrían volver en cualquier momento. Incentivar una lucha entre ellos les conseguía más tiempo para prepararse, y al mismo tiempo los debilitaba. Quién volviera a atacarlos, sería un enemigo cansado y por ende, más fácil de repeler. Los niños de Glover podían tener valor, pero eran también la excusa perfecta para aumentar la lucha entre sus enemigos sin comprometer la reputación de Jon o las fuerzas de su ejército.
"¿Qué pasaría si devolver a la mujer kraken no solo nos favorece a nosotros?" preguntó, pasando de la mirada confundida de Catelyn a la intrigada de Jon. Volvió la vista al mapa "La flota principal, liderada por este Ojo de Cuervo, está atacando el Dominio. Pero si la vuelta de la mujer recrudece la lucha en las Islas, este Rey puede volver para asegurar su dominio. En cuyo caso el Dominio…"
"…..estará libre de la amenaza, y podrán comprometer más hombres en pelear contra nosotros" concluyó Catelyn, antes de que se tapara la boca con horror.
Jon simplemente la miró por un largo momento, antes de asentir con aprobación.
"Eres tan lista como bonita" le dijo con una sombra de sonrisa.
"¡Jon!" la palabra salió como un latigazo. Más bien dos, de Catelyn y ella.
"Esto es serio" añadió. Le gustaba la alabanza de Jon, pero no la iba a disfrutar. No ahora.
"Lo sé. Y tienes razón. Es un riesgo" le concedió él, antes de que su expresión se endureciera "Pero todo en la guerra es un riesgo. Créeme, una parte de mí no querría más que fortificar Foso Cailin y dejar que el Sur se destruya solo. Pero esa no es una opción. Necesitamos cruzar al otro lado, y Los Gemelos deben ser tomados. Si ese castillo no cae, siempre tendremos un cuchillo en la garganta. Nosotros y todos los nuestros"
Abrió la boca, pero antes de decir nada un nuevo golpe se escuchó en la puerta.
"Nuestro siguiente invitado" dijo Jon, al tiempo que ocultaba el mapa "Adelante"
Esta vez la puerta fue abierta por un guardia. Entró, para ser seguido por la misma mujer de la que hablaban antes.
Asha Greyjoy. La hermana de Theon el Cambiacapas. Y la única esperanza para dos niños que Ygritte nunca conoció, pero que significaban mucho para uno de los aliados sureños más antiguos de Jon.
"Esperen afuera" le dijo Jon a los dos hombres. Cuando lo miraron inseguros, los instó "Ahora. No hay peligro"
El bufido de burla de la prisionera no agradó a los guardias, pero obedecieron.
"Para una mujer encadenada y rodeada de enemigos, tiene agallas" pensó Ygritte, recorriendo con la mirada los grilletes en torno a los tobillos y los más gruesos que mantenían las manos casi pegadas a la cintura.
"Mi señora" dijo Jon, su voz helada.
"Lobo" dijo ella con desprecio.
Sin palabras, Jon le extendió la misma carta que había mostrado a los Glover. Con dificultad por los grilletes, ella la tomó con cautela y empezó a leer. Su sorpresa fue clara, y también vio una chispa de esperanza en sus ojos, aunque las palabras que dijo luego fueron por mucho lo más interesante.
"¿Así es cómo los lobos torturan a los prisioneros? ¿Con la ilusión de la libertad?" arrugó la carta y la arrojó al piso ante Jon "Tendrás que hacerlo mucho mejor, chico"
"Vuestra libertad no es una ilusión" respondió Jon, tan calmado como un hombre dormido "De hecho es una realidad. Si vuestro tío acepta mis condiciones, volveréis con él sana y salva"
La mujer kraken se mostró escéptica. Era comprensible "¿De qué condiciones hablas, lobo? ¿Quieres un juramento de lealtad? Mi tío nunca accederá a eso. Yo tampoco lo haré" escupió.
"¿Un juramento de un Hijo del Hierro? Eso no vale la mugre de mis botas" dijo Jon con desdén "No, a vuestro tío le propuse un trato. A cambio de su sobrina, él devolverá a Gawen y Erena Glover" la chispa de reconocimiento en los ojos de la mujer cuando Jon mencionó a los niños era imposible de ignorar.
Una risa sin gracia salió de los labios de la prisionera mientras miraba a Jon. Al siguiente, la sonrisa se desvaneció y lo miró como si estuviera loco.
"¿Cambiarás dos niños por una Greyjoy, una guerrera y una comandante?" sus ojos se entrecerraron "¿Cuál es el engaño aquí?" demandó.
"No lo hay" dijo Jon con naturalidad "Galbart Glover es mi partidario más antiguo entre los norteños, y esos niños son el futuro de su casa. ¿O porqué sino os los llevasteis?" su tono de voz era ligero "Recuperarlos es una buena manera de recompensar su lealtad"
"Mentiroso" cantó para sí Ygritte "Quieres soltarla para que se destruya con su tío. Esperas una guerra larga que acabe con muchos de sus guerreros más fuertes, que destruya todo lo que poseen, que los dejé devastados. Una en la cual la victoria será igual de amarga que la derrota"
"Cuando vuestro tío envíe una respuesta favorable a mi oferta, partiréis de vuelta a Bosquespeso. Si se confirma que los niños son en verdad los Glover, os vais" explicó Jon, antes de hacer un gesto con las manos que daba a entender que ya habían terminado "Ahora podéis…." No llegó a terminar.
"¿Qué hay de mi hermano?" dijo la mujer, dando un paso al frente.
Por primera vez, Ygritte no vio desprecio o enojo en su mirada. Solo preocupación por alguien claramente importante para ella.
"¡Guardia!" llamó Jon "Lleven a Lady Greyjoy a ver a su hermano" encargó.
"Qué se quede cuanto tiempo guste. No los interrumpáis" añadió Catelyn en voz más baja, pero aún audible.
Los guardias miraron a Jon, buscando su confirmación.
"Ya habéis oído. Haced como manda" les dijo él.
Asha Greyjoy salió de la habitación sin mirar atrás; pero su primer paso fue vacilante. Como si decidiera aún si ir o no.
"¿Es sensato permitirle ver a su hermano?" les preguntó a ambos una vez que volvieron a estar solos.
"No hace daño" dijo Catelyn en voz baja "Estos son sus últimos días juntos, de una u otra forma. ¿Qué más da?" Jon solo asintió. Ambos parecían incómodos en todo lo relacionado al calamar o en cualquier cosa relacionada con él.
El juicio del cambiacapas y los Freys estaba cerca; tendría lugar antes de la marcha del ejército al sur del Cuello. Y esa marcha se acercaba a pasos agigantados.
"Bien, ya es bastante por hoy. Vamos a descansar" dijo Jon, al tiempo que se frotaba los ojos.
Ygritte también estaba cansada; hizo un gesto en acuerdo con él antes de extender la mano a Catelyn…antes de recordarlo.
"Sabes que no puedo. Me están esperando" le dijo ella con una mirada de pena "Mi tío ya está bastante furioso por no permitirle asistir a estas reuniones. Odia enterarse de las cosas por obra de terceros" explicó.
"No sería justo con los demás, los que ya están comprometidos con nuestra lucha"
"Los que no intentan humillar a Jon, o matarlo" pensó, recordando su furia inicial cuando se enteró de esa "pelea" entre Jon y el llamado Pez Negro.
"Si no mirara a Jon como si fuera un perro que trató de follarse su pierna podría ser considerado a estar presente, pero como están las cosas, estoy lista para clavar mi daga en sus pelotas si lo veo mucho tiempo cerca de él" optó por decir, esbozando una débil sonrisa "Es broma" le aseguró a Catelyn cuando la vio palidecer un poco.
Ella se mordió el labio, aún dudosa, pero se relajó cuando Jon la cogió de la mano y la guió hacia ellos. Sin pensarlo, se levantó y colocó un suave beso en los labios de la otra mujer. Se sorprendió al sentir que de hecho respondía sin dudar, con calma, pero respondiendo. Un momento después se separaron para que Catelyn también besara a Jon. Con eso, se encaminó a la puerta.
"Te amamos" dijo cuándo había alcanzado la salida, refiriéndose a ella y a Jon. Por el asentimiento y la sonrisa tonta que esbozó, él estuvo de acuerdo con sus palabras.
Catelyn no les respondió, pero la sonrisa limpia, franca, cómoda que les dio a ella y a él llenó el pecho de Ygritte de calidez.
Jon
Despertar al lado de Ygritte era algo atesorable. Ambos se habían acercado mientras dormían, con la mano de Ygritte en su espalda para acercarlo y la de él en su cabello, enterrada en los rizos de fuego que algunos decían que la hacían afortunada.
"Pero entre ambos, el más afortunado soy yo" fue su primer pensamiento en cuanto despertó.
Vio el rostro dormido de la madre de su hija, de una de las mujeres a las que amaba, y una vez más lamentó no poder permanecer así, allí, con ella y Catelyn. Si fuera un hombre común, tal vez esa podría ser su vida.
"Una vida simple. Una cabaña en el bosque. Cazando y recolectando para alimentar a mi familia. Ver a Minisa y con suerte a más niños crecer cada día, y hacerle el amor a mis mujeres cada noche. Dormir junto a ellas y despertar junto a ellas. Aliviando sus dolores, borrando sus tristezas y sacando sus sonrisas"
Pero no lo era. Era un Rey, y un Rey no vive sino por su pueblo. Él había visto un Rey, en otra vida. Pero no era un buen Rey: Robert Baratheon no había sido más que un hombre de ideas y nociones muy equivocadas. El Rey no debe vivir para sus placeres. No es un amo, es un servidor. De su gente. Tal vez un servidor glorificado y respetado por todos, pero un servidor al fin y al cabo.
"Y por eso me alejo de aquellos que amo, de mi hogar, de la vida que intentó crear" pensó sombríamente "Para servir a mi pueblo"
"Podrías esperar un poco más, sabes" la voz somnolienta de Ygritte devolvió su atención a algo más placentero "Para cavilar" le explicó.
"Lo siento" murmuró, sonrojado.
"Sabes, cuando lo haces te sale una arruga aquí" dijo su mujer, retirando la mano de su espalda y colocando dos dejos en un punto arriba de sus cejas "Te hace ver más viejo" comentó, el inicio de una sonrisa tirando de sus labios.
"¿Más maduro?" inquirió Jon.
"Viejo" reiteró Ygritte con adorable burla "Maduras son las manzanas, Jon. Y tú no eres de esas"
Una sonrisa lasciva se escurrió a sus labios "Y sin embargo, me has llevado a tu boca bastantes veces" dijo, recordando buenos momentos.
La sonrisa de Ygritte era más lasciva que la suya "Mira quién lo dice. Y con esa lengua precisamente"
"Es la única que tengo" dijo con falsa inocencia, al tiempo que se encogía de hombros.
"Y no lo quisiera de manera diferente" dijo ella "Las cosas que haces con ella…" dijo, sus ojos oscureciéndose con lujuria.
Se sintió endurecer ante esa mirada "¿Si?" susurró, inclinándose hacia ella.
"Ajá" dijo, encontrándolo a medio camino y besándolo.
En un momento consideró que tal vez debería mantener las cosas tranquilas, pero el hambre lo invadió cuando los labios de Ygritte se unieron a los suyos. Antes de darse cuenta los había volteado, colocándose encima de Ygritte y llevando sus manos a sus senos ligeramente cubiertos. Manoseó uno con fuerza, raspando el pezón a través de la tela, mientras Ygriite gemía y lo acercaba más con las manos en sus rizos.
Su miembro estaba tan duro como el acero, y estaba listo para apostar su espada a que Ygritte estaba húmeda. La lengua de Ygritte danzaba con la suya mientras una de sus manos soltaba su cabello; un siseó escapo de sus labios cuando agarró su polla, no muy fuerte pero lo suficiente para un tirón.
Los labios de Ygritte apenas se alejaron de los suyos "¿Eso es para mí?" preguntó ella con una voz inocente que contrastaba con sus pupilas ennegrecidas de lujuria.
"Sí…dioses, sí….." dijo entre jadeos cuando la mano de su mujer empezó a moverse sobre su miembro "Ygritte…..necesito...nec….."
Con un fluido movimiento, estuvo debajo "Ssshh, déjamelo a mí" le dijo ella mientras su mano trabajo en sus pantalones, antes de bajarlos de un solo tirón hasta más allá de sus rodillas. Con un guiño, ella se alejó.
Bajando de él. Directo hasta…
"¡Mierda!" maldijo al sentir esos labios tentadores envueltos alrededor de su miembro.
Ygritte no perdió el tiempo. Mientras lo acariciaba con una mano, su lengua recorrió de arriba abajo su miembro palpitante, antes de rodearlo y succionar con fuerza. Al siguiente momento lo soltó, solo para volver a llevarlo a su boca luego de un momento. Hizo esto varias veces, haciéndolo temblar por la manera en que el frío del aire de la mañana y el calor de su boca se alternaban en torno a su miembro.
Jon era incapaz de resistir a su esposa. La pura delicia de tenerla de esa forma, complaciéndolo con esa boca malvada suya, destruía su resistencia sin remedio. Y cuando la punta de su lengua rozó la de su miembro, no pudo más que gemir mientras se descargaba en su boca.
Ygritte tragó toda su semilla, para luego seguir usando su boca, a la que se sumaron sus dos manos; parecía tratar de evitar que se ablandara luego de soltarse.
"Eso no pasará nunca, no con ella" supo Jon.
Antes de darse cuenta, Ygritte había dejado su boca y había vuelto a subir. Fue solo cuando su rostro estuvo a la misma altura del suyo que notó que estaba desnuda desde la cintura hasta abajo. ¿Cuándo se había quitado…..
"Más te vale no distraerte. Quiero algo de ti, ahora" le dijo ella con lujuria, para luego coger su miembro con una mano. Siseó cuando lo rozó contra sus labios inferiores "Me gusta tu semilla en mi boca…." La punta de su miembro estuvo dentro de su apretado calor "….pero hay un lugar dónde la quiero más" con un solo movimiento, se hundió.
Ambos gimieron cuando las caderas de Ygritte tocaron fondo. Tras un momento para saborearlo, su mujer empezó a moverse, un paso lento de adelante hacia atrás. Los ojos de ambos fijos en los del otro mientras las manos de ella se apoyaban en su pecho para mejorar el agarre y las de él tocaban sus caderas casi con reverencia.
Ninguno de ellos lo quería lento, por lo que cuando Ygritte empezó a moverse más rápido Jon no la detuvo; la cogió con más firmeza por las caderas y ayudó a moverse más fuerte, con más profundidad. En poco tiempo, los gemidos de ambos llenaban los oídos del otro, junto con un incipiente chirrido de la cama ante un trato tan vigoroso.
Jon estaba enamorado de la imagen ante él: su esposa rebotando encima de su polla con fuerza, su rostro contorsionado por el placer que compartía con él y su dulce y tentadora boca abierta para dejar escapar gemidos y gruñidos de placer. Pero había algo que arruinaba la imagen: esa prenda condenable que aún la cubría desde los hombros hasta por debajo del ombligo.
Con sus manos como soporte, Jon se incorporó. En un fluido movimiento cogió el borde y tiró hacia arriba, liberando el estómago terso, los hombros pálidos y los senos llenos de su esposa. La única reacción de Ygritte fue besarlo con pasión, sus lenguas peleando mientras diez dedos se enterraban en sus rizos oscuros. Luego de arrojar la prenda sin importarle una mierda dónde cayera, la cogió de las nalgas y las apretó antes de ayudarla a moverse con más fuerza.
Jon sentía esa tensión creciendo, buscando irradiar en el punto dónde su mujer y él se conectaban. Juzgando el incremento del volumen de los gemidos de Ygritte y la brusquedad de sus movimientos, ella estaba igual. Y cuando las paredes de su coño apretaron su polla de la forma más deliciosa, se dejó ir.
Con gemidos que fueron bebidos por el otro, Jon llenó a la madre de su hija con su semilla mientras ella empapaba su polla con sus jugos. Cuando ambos hubieron acabado, no encontraron fuerzas para evitar caer de nuevo en la cama, ambos jadeantes y sonrientes. Las risas tontas salieron de los labios de ambos mientras las manos se movían, acariciando cualquier fragmento de piel al alcance.
"Te gustó" afirmó, mirando su piel enrojecida por el calor y sus labios hinchados por sus besos. Sintiendo su calor en torno a su miembro.
Ella jadeó "Bueno…..sabes lo que haces" concedió, sus ojos brillando con burla.
"Cómo demuestra la existencia de nuestra niña" señaló él, antes de que su sonrisa se volviera más suave. Tomó un mechón rojizo y lo enrolló en su dedo "Y si acabamos de concebir un hijo…." Añadió, mirándola enamorado.
"…..te golpearé por volverme a alejar tanto tiempo del patio de prácticas" afirmó ella, sin convicción. Su sonrisa desmentía cualquier contrariedad con la idea.
"Uno pensaría que con lo que hacemos te mantienes bastante en forma, embarazo o no"
Una risa descarada y baja y un beso fueron toda la respuesta de Ygritte.
Y por un momento, todos sus problemas desaparecieron, olvidados de un despertar memorable en compañía de una de las dos mujeres que más amaba en el mundo.
Lo único que faltaba allí era la otra.
Y eso es todo por ahora. Advierto que el siguiente capítulo podría ser más breve de lo usual, pero espero compensarlo con el que venga después. No daré más detalles.
Bien, les mando los mejores deseos a todos, les invito a dejar reviews con los que le gustaría decirme. Me despido y hasta la próxima.
Bendiciones.
