¡Hola! ¡Me arden las manos! ¡Cualquier momento se me van las huellas dactilares por lo rápido con que escribo! ¡Pero qué puedo hacer si la inspiración no termina nunca! ¡Disfruten y recen porque esto siga así un buen rato!
Abrazos y besos en el cachete a Kirito 720, jean d'arc, Clavius y Xechu por los hermosos reviews. ¡Ustedes son los mejores! Y a los demás que leen la historia, les mando buenos deseos.
Bien, basta de hablar, vamos a lo que los trajo hasta aquí.
Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.
Jon
Era impresionante como la satisfacción se podía desvanecer con facilidad. Lo único que hizo falta para acabar con la suya fueron las miradas furibundas que lo esperaban dentro de la habitación de Minisa. Assia, una de las hijas de Morna Máscara Blanca, y Wytta, una de las nietas de Ygon Oldfather, estaban claramente fastidiadas, y no tenían problemas en dejarlo ver.
"Ya era hora" gruñó Assia. Sin preámbulos, tomó a Minisa y la puso en manos de Ygritte "He terminado de cuidar niños ajenos" dijo, alejando las manos.
"La dejé con Munda, no contigo" replicó Ygritte, al tiempo que acomodaba a la niña en su cadera.
"Ryk se acercó por aquí" dijo Wytta "No esperes a Munda en unas horas" afirmó, al tiempo que se levantaba del suelo y se sacudía el polvo.
"Imbécil" murmuró Ygritte, al tiempo que rodaba los ojos "Ya no dejaré a Minisa a su cuidado" prometió ante su ceja enarcada.
Suspiró y asintió; su buen humor se había desvanecido, pero no deseaba enfadarse ni menos aún pelear con Ygritte.
"Si vas a buscar a alguien más para cuidar niños apresúrate" dijo Assia. Al siguiente momento, una sonrisa burlona adornó su rostro "Juzgando esos ruidos que escuché hace poco, tendrás al segundo en camino. Si no lo está ya" concluyó, señalando el vientre de Ygritte con un dedo.
"Es cierto" apoyó Wytta "No son nada silenciosos" dijo, cambiando una falsa mirada inocente de Ygritte a él.
"Largo de aquí" soltó al mismo tiempo que Ygritte. Ambas mujeres se fueron con sonrisas en el rostro. Ygritte y él las siguieron a una distancia segura, esperando alcanzar a comer algo aún en el comedor.
Los norteños ya se habían acostumbrado a no levantarse ni a hacer reverencias cada vez que él o Ygritte pasaban. Era mejor: su esposa y él solo contestaron a los asentimientos de la cabeza y saludos con los suyos propios mientras entraban al comedor principal de Invernalia. En la mesa alta, Catelyn ya los esperaba. Le sonrió por inercia, y a su lado Ygritte hizo lo mismo.
En cuanto Catelyn los vio, supo cuál era la causa de que llegaran tarde al desayuno. Los labios algo hinchados de Ygritte y sus ojos satisfechos sin duda terminaron de delatarlos. Y aunque se sentía algo culpable, no se negaría la pequeña satisfacción de ver la envidia que Catelyn luchaba por ocultar.
"¿Enserio?" les recriminó en cuanto se sentaron, con él medio y ellas a cada lado.
La sonrisa de Ygritte y su encogimiento de hombros fueron toda la respuesta. Con una pequeña sacudida de cabeza, Catelyn volvió la vista a su comida, con las mejillas coloreadas por la más leve sombra de rosa.
Rompió un trozo de pan y dio un bocado antes de dar unas cucharadas a las gachas. Sumergió el pan en un pequeño recipiente con jugo de moras aplastado y saboreó la dulzura.
Terminó antes que Ygritte, debido a que él no tenía a una bebé hiperactiva en su cadera. Tomó a Minisa y correspondió a la sonrisa de su mujer con una propia mientras ella se apresuraba a terminar su comida.
"Jon" la llamada de Catelyn giró su cabeza al otro lado "¿Por qué crees que se estarán riendo?" preguntó, al tiempo que señalaba con los ojos.
Jon siguió su mirada hasta dónde un pequeño grupo de mujeres, entre la que estaba Assia, miraban hacia la mesa y se reían con mal disimulo. Algunas se mordían los labios o bajaban los ojos en un intento inútil de no llamar la atención.
Hubo un tiempo en que Jon se hubiera sentido avergonzado, pero ahora no.
"Que lo sepan, qué más da. Amo a mi mujer y no puedo tener suficiente de ella" pensó, sintiéndose arrogante al recordar los gemidos que había podido arrancar de Ygritte.
"Pues…." Dijo, sintiendo la sonrisa tirar de sus labios "No eres la única en darse cuenta de la razón de nuestro retraso" le contestó, viendo como la realización aparecía en los ojos de Catelyn "Tal vez empiece a haber rumores sobre un hermanito en camino para Minisa" le confió, sonriente, antes de besar los rizos oscuros de su hija, que estaba muy entretenida con su tenedor.
Un carraspeo llamó la atención de ambos. Ygritte había terminado su desayuno y se inclinó hacia ellos, al tiempo que hacía un gesto a Catelyn para que se acercara. Con una expresión en parte cautelosa y en parte curiosa, lo hizo.
"Pero sabes" dijo Ygritte en voz baja, para que solo ellos escucharan "Si quieres ir primera en darle un hermanito a Minisa, no me opongo" le dijo con una sonrisa que podría pasar por inocente si no la conociera lo suficiente para ver la lujuria que subyacía debajo.
Catelyn se alejó como si las palabras de Ygritte quemaran, su rostro del tono más bonito de rojo. Jon sabía que era una imprudencia causar ese tipo de reacciones en público, sobre todo con un Pez Negro que no apartaba la vista de ellos, pero se encontró diciendo…..
"No escucharán quejas de mi parte"
…para diversión de una de sus mujeres y mortificación de la otra.
…pero toda diversión debe acabar en algún momento, y Jon recordó que aún había cosas muy importantes que hacer ese día. Así pues, acarició los mechones rojos de Minisa con cariño antes de devolverla a su madre, para luego coger su taza y golpear la mesa con ella, lo bastante fuerte para cortar las conversaciones más cercanas.
Se levantó, y poco a poco la plática en todo el salón se fue silenciando, hasta que todas las bocas estaban cerradas y los ojos atentos a él.
"Tengo algunos anuncios que sin duda os interesarán" empezó "Habrá una reunión esta mañana. Espero la asistencia de cada caudillo y señor importante; lo que discutiremos nos afecta a todos. En los siguiente momentos, recibiréis las noticias del lugar y momento de parte de uno de mis Guardias Personales" dejó que pasaran unos momentos para que sus palabras se asimilaran "También tendrán lugar los juicios de los Frey luego del almuerzo, junto con sus correspondientes condenas"
Cada norteño en el salón se puso en pie ante esta noticia. No había uno solo que no supiera que la muerte era el destino de los prisioneros. Jon notó el hambre de venganza en muchos ojos, y más de una sonrisa de expectativa.
Luego de ello, el salón se vació con rapidez. Con una sonrisa a sus mujeres, cada uno se separó para cumplir con sus deberes.
Recorrió el campamento, hablando con caudillos y señores menores, sin descuidar a los soldados comunes. Aconsejó en más de una ocasión movimientos para inclinar una pelea en favor de un combatiente, y contempló varias de ellas. Estudió la efectividad de sus nuevas formaciones y comprobó el desempeño de los nuevos jinetes. Hizo lo propio con la puntería y capacidad de recarga de una pequeña pero nueva fuerza dentro de sus tropas a distancia: los ballesteros.
Con Manderly habían llegado ciento cincuenta ballestas y un igual número de carcajes con saetas para las mismas. Todas estas armas tenían ya un portador, pero para la mayoría de éstos eran aún demasiado nuevas para ser una fuerza a considerar para futuras batallas.
La mayoría de los arqueros las habían rechazado de plano luego de una sola muestra de su uso. Las consideraban engorrosas y de recarga demasiado lenta. Incluso Ygritte había afirmado que era mejor permanecer con los arcos. Jon sin embargo había disentido: las consideraba ideales para blancos específicos en el campo de batalla. Las ballestas tenían una mayor potencia de disparo, lo que sería útil contra enemigos con armaduras pesadas. Iguales a las que, probablemente, llevarían los más importantes de los caballeros sureños.
Pero esos pensamientos eran demasiado adelantados aún. Antes de darse cuenta, el tiempo había pasado y era hora de la reunión.
Ygritte
Una de las cosas más difíciles de aprender de los arrodillados eran los gestos más allá de las palabras. Catelyn le había explicado que uno de ellos se daba en las reuniones: en lo que se refería a reyes y grandes señores sureños incluso la cercanía o lejanía de ellos daba la impresión de que tan bien considerados estarían. Entre más cercano estuvieran en las reuniones, más simbolizaba la confianza que el Rey tenía en ellos y el interés que daba a sus palabras.
"Si ese es el caso, entonces no hay forma de negar lo que significamos para Jon" pensó, resistiendo sonreír con satisfacción al estar a la derecha de él mientras Catelyn ocupaba el otro lugar, los tres a la cabecera de la larga mesa. Más allá, los señores y caudillos se encontraban enfrentados, siendo los más cercanos Galbart Glover (junto a Catelyn) y Tormund (junto a ella).
Una de las ausencias más notables había sido el Pez Negro: según Catelyn, había estado furioso por la negativa de Jon a dejarle asistir. Jon había replicado que, puesto que su compromiso con la guerra no era definitivo, no debía tener privilegio sobre caudillos y señores menores. Aunque incómoda, Catelyn había entendido el punto.
"Una nueva amenaza se ha manifestado" fueron las primeras palabras de Jon luego de que la reunión comenzara "Debemos prepararnos para enfrentarla"
"¿Qué amenaza, Rey?" la pregunta de Sigorn, sentado entre Ygon y Harma Cabeza de Perro, estaba en la mente de todos.
"Un nuevo ejército se ha formado en el sur, y todos los informes concuerdan en que se están preparando para marchar hacia el norte" informó Jon.
Muchas miradas se compartieron, y varias emociones, desde la emoción hasta la consternación, se manifestaron en los rostros de hombres y mujeres.
"El Trono de Hierro por fin hace algo" comentó Galbart Glover con el ceño fruncido.
"¿Sabemos cuántos son?" preguntó Helmat desde su lugar junto a su padre.
"Los informes son contradictorios. Nada sorprendente con la distancia y las fuentes. Pero no esperamos enfrentar menos de 25.000 enemigos"
Un silencio algo pesado siguió a esas palabras.
"¡Eso es más del doble de lo que tenía Roose Bolton!" exclamó Jorgen Knott. No estaba sentado cerca de Jon; el miedo en su voz bien podía ser la razón de ello.
"¡Ja! Qué sea el triple; para el bien que les hará" dijo Tormund a su lado, con una mueca en dirección a Knott.
"Tiene razón. Que vengan. Veamos que tan bien aguantan los sureños contra el acero de los hombres libres"
"¡Marchemos de una vez! ¡Los haremos pedazos!" alentó otra voz, a la que muchos se sumaron.
Ygritte notó que Sigorn y Helmat no se unieron. Jon tampoco lo hizo. Simplemente esperó a que los jactanciosos se calmaran un poco antes de volver a hablar.
"Si llega el caso, sí, lo haremos. Pero debemos ser cautelosos, y no solo valientes"
"El Rey habla con verdad" se unió Sigorn "Que tengamos muchos hombres no significa confiarnos en ellos solamente" dijo, el dolor subyaciendo debajo de sus palabras.
Ygritte sabía de la batalla en los vados que había enfrentado el hijo de Styr: 10.000 hombres detenidos por menos de 200. Un trago amargo que el nuevo magnar ciertamente no había olvidado.
"Yo partí con 10.000 del campamento en el Agasajo. Y perdí un millar solo entre muertos, heridos y guarnecer las fortalezas capturadas" advirtió.
"Recuperamos la mitad de ese número en el camino desde el Fuerte Terror, pero aun así debemos ser cuidadosos" se sumó Helmat, la segunda del ejército que Jon le había confiado a Sigorn "A todo esto, ¿con cuántos hombres contamos?"
Como una, todas las miradas se dirigieron a Jon.
"Entre las fuerzas que Val comanda en Foso Cailin, los que permanecen aún en Bosquespeso, y las tropas en el Agasajo, contamos con unos 10.000 hombres. Al menos" informó Jon, antes de colocar la mano derecha sobre la mesa y golpear la madera dos veces con el dedo índice "En cuanto a Invernalia….con las tropas recién llegadas desde el Fuerte Terror, contamos con 40.000 guerreros listos para pelear, además de 150 gigantes a pie y otros 36 a lomos de mamuts" concluyó, la sombra de una sonrisa en su rostro.
No hay un solo rostro en esa mesa que no sonría. Algunas sonrisas son más reservadas, expresiones satisfechas pero precavidas. Otras son más ansiosas, confianza por el tamaño de su ejército y una seguridad absoluta en su invencibilidad basada en ello. Incluso Catelyn sonríe, trémula.
"¡Pero no nos llamemos a engaños mis señores! ¡El número no es garantía de victoria!" exclama Jon en ese momento, alzando la mano en un gesto que sugiere tranquilidad. La mayoría de los rostros pierden algo de alegría, y dos bocas que se habían abierto para hablar se cierran antes de poder hacerlo "¡Pero el valor de nuestro pueblo lo será!" exclama un momento después.
Los más tranquilos golpean la mesa con una o dos manos; los más bulliciosos gritan y juran por las palabras de Jon. Todos están de acuerdo.
"Llevamos posponiendo muchos asuntos, y es tiempo de que nos encarguemos de ellos. La guerra ha de ir primero" todas las cabezas se inclinan hacia adelante, interesadas "Al amanecer, nuestro ejército partirá hacia el sur. Nuestro destino: Los Gemelos"
"¡Sí!"
"¡Por fin!"
"¡Vamos por esas comadrejas cobardes!"
"¡Mostrémosles lo que cuesta traicionar al Norte!"
No le sorprendió que fueran los norteños los más vocales y satisfechos con esas palabras. Era hasta gratificante ver tanta alegría por una sola causa.
"Ciertamente, mis señores. La Casa Frey descubrirá muy pronto que no se mata a un lobo sin atraer la ira de toda una manada" prometió Jon "Pero….hay otra cuestión a tener en cuenta. El Norte: nuestro reino" Jon se recostó contra la silla, pero Ygritte sospechaba que no lo hizo por relajación, sino para asemejar más imponencia "Un millar de los nuestros han de quedarse en Invernalia. Deberán proteger Invernalia mientras el grueso de nuestras tropas se ausentan para la campaña"
Algunos asentimientos fueron toda la respuesta. Nadie podía negar lo acertado de esa sensación.
"Sin embargo, esos hombres también tendrán una misión secundaria: la ampliación y preparación de los terrenos que rodean el castillo, en preparación a los futuros habitantes"
Más de una mirada de confusión fue intercambiada a causa de estas palabras. Sin embargo, Jon prosiguió antes de que nadie pudiera cuestionar a que se refería.
"El Pueblo Libre. Y los norteños" aclaró Jon "La guerra se aleja de estas tierras, mis señores. Y cuando la guerra se aleja, la paz la reemplaza. En el Agasajo, muchas familias subsisten por sí solas. Solo los dioses cuantos más se mantienen alejados de la fortaleza con el invierno a nuestras puertas por temor al ejército. No podemos consentir esto"
"Es por ello que tengo la intención de enviar mensajeros hacia nuestro campamento principal: algunas de las tropas que lo guardan deberán abandonarlo. Establecerán puestos temporales a lo largo del Camino Real, desde los que controlarán el paso seguro de aquellos clanes que han aceptado morar en las tierras de la Casa Stark bajo mi protección: en las orillas del Lago Largo y el Cuchillo Blanco, en el Bosque de los lobos y en las llanuras, en las Colinas Solitarias y en las recién conquistadas tierras de los Bolton, hasta la desembocadura del Río de las Lágrimas. Similar tarea les espera a Aki Veintehijos y a la mitad de los hombres que están estacionados en Bosquespeso, cuidando la frontera con las tierras de Ryswell y Tallhart mientras algunos se establecen en las lindes del Bosque de los Lobos" los ojos de Jon brillaban con decisión.
"Nuestras tropas merecen esa recompensa: que los hombres sepan que ya no marchan por esperanzas, sino por hechos. Que aquellos que van a la guerra en nuestro nombre, en mi nombre, sepan que sus familias recibirán una tierra para morar y llamar hogar, y que estarán esperando su retorno de la batalla para disfrutar de lo que han ganado con esfuerzo y sangre"
El silencio imperó en el salón. El Pueblo Libre estaba más que satisfecho con este desarrollo de los acontecimientos: algunos miraban a Jon con una devoción que bordeaba la reverencia. Parecían listos para besarle las manos.
Los norteños por su parte no estaban tan satisfechos: ninguno hablaba, pero resultaba obvio que la idea de que los que hasta pocos años eran sus enemigos más acérrimos obtuvieran tierras tan cercanas a las suyas no era de su agrado. Observó mientras Mors Carroña cerraba su único ojo con fuerza, mientras Gunthor Burley se frotaba la barba con descuido y mientras Robett Glover apretaba tanto los puños que sus nudillos se volvían blancos.
Pero ninguno habló.
Tendría que bastar por ahora.
"Lord Galbart" dijo Jon, acabando con el silencio "Nos han llegado noticias de que las forjas en Bosquespeso han hecho un gran trabajo, y que un millar de los hombres dejados allí se encuentran apropiadamente armados. Marcharán hacia Invernalia y se sumaran a otros 3.000 hombres y una decena de gigantes que dejaré aquí bajo vuestro mando personal luego de que parta hacia Los Gemelos con el resto"
"Si esa es vuestra orden, la acataré, Alteza" respondió Glover "Pero debo preguntar, ¿qué esperáis de mí?"
Jon asintió, satisfecho con esa pregunta "Una vez que tengáis a esas fuerzas, marcharéis con ellas y con los Bolton y los Frey prisioneros hacia la Ciudadela de Torrhen, dónde espero que expulséis a los Hijos del Hierro, liberéis a los Tallhart y retoméis de vuelta la última fortaleza norteña que no está bajo control apropiado"
Mientras que Glover asintió, obediente, otros dudaron de este procedimiento. Al final, fue la Osa más Joven la que se levantó con lentitud y se aclaró la garganta, llamando la atención.
"Si bien concuerdo en que no podemos tener invasores en nuestras tierras, Alteza" empezó "debo cuestionar si no sería más sensato concentrar nuestras fuerzas en el sur por el momento. Después de todo, con un ejército de tamaño tan considerable marchando hacia nosotros puede que necesitemos todas las espadas que podamos obtener. Por no mencionar Los Gemelos mismos: esos son castillos fuertes, Majestad, y necesitaremos un gran ejército para hacernos con ellos" expuso, ganando asentimientos de muchos norteños, incluyendo los hermanos Glover y el gordo Manderly.
Jon no fue menos respetuoso ni considerado en su respuesta.
"Ya estaremos concentrando más de la mitad de nuestro ejército en el sur, mi señora. No niego en absoluto el riesgo que supone el ejército enviado por el Trono, ni soy ajeno a la importancia en la toma de Los Gemelos, pero debo reiterar que el Norte no puede ser descuidado. Cuando más a salvo nos creemos es cuando debemos mantener la guardia en alto" esas últimas palabras fueron dirigidas a todos.
El sonido de alguien aclarándose la garganta evitó que Jon continuara. O tal vez fue el hecho de que era Catelyn. Con una mirada y un gesto, Jon le cedió la palabra.
"No olvidemos, valientes hombres y mujeres, que cuando el Norte marcho para rescatar a mi señor esposo se consideró a salvo. Los Hijos del Hierro se encargaron de demostrar el error en tales pensamientos. Y nuestra confianza nos costó caro" dijo, haciendo un gesto de la mano en dirección a los Glover y a la Osa más Joven, antes de dirigirlo hacia sí misma. Aún sin decirlo, resultaba obvio a que se refería.
Sus hijos.
"Creo que el Rey tiene razón en esta cuestión. No podemos quedarnos indefensos luego de que él parta hacia tierras Frey" concluyó Catelyn.
"Por lo cual Galbart Glover, su ejército y el resto de las fuerzas que estarán estacionados se mantendrán preparados en caso de un nuevo ataque, bien sea de un enemigo externo, o de los restos de las casas leales a los Bolton"
"Alteza, con respecto a ellas" dijo en ese momento Brandon Norrey "¿Estoy en lo correcto al asumir un castigo considerable por su traición al Norte y a los Stark?" preguntó, sin apartar los ojos de Jon.
"Podéis estar tranquilo, mi señor. La lealtad será recompensada, y la traición será debidamente castigada. La Casa Bolton pagó la suya con su existencia, y todos vosotros debéis saber que apoyar a Roose Bolton será muy costoso para todos los que tomaron tan errada decisión. Y entre más demoren estas casas en rectificarse, mayor será la deuda que pagarán cuando lo hagan" dijo Jon, antes de hacer un gesto para que se retiraran.
La reunión había terminado.
Catelyn
Una parte de ella no quería más que aferrarse a Ygritte y Jon en cuanto los guardias entraron. En cambio se forzó a mantenerse erguida. No daría a los asesinos de Robb el gusto de verla quebrada.
Pero eso no evitó que se alejara unos pasos, quedando más bien algo oculta de la vista.
Primero entraron media docena de hombres con lanzas en una mano y escudos en la otra, abriendo el camino. Luego, tres pares más con espadas en el cinturón y escudos a la espalda llevaban por los brazos a los Freys. Media docena de lanceros más cerraban la marcha.
Desde que entraron en el salón, los prisioneros fueron insultados. Docenas, cientos de voces se elevaron hasta el techo mientras la lluvia de insultos y maldiciones más grande que hubiera escuchado caís sobre ellos. Los norteños eran especialmente vocales y gesticuladores, pero el Pueblo Libre no se quedaba atrás. Entre los últimos los escupitajos hacia los prisioneros o al piso junto a ellos eran usualmente seguidos por un alejamiento de las manos, como si temieran un contagio. Entre los primeros, los guardias debieron formar una muralla para que los 3 hombres llegaran (mayormente) ilesos hasta el frente del estrado dónde Jon, Ygritte y otros, incluida ella misma, se encontraban.
Jon alzó las manos y el alboroto se calmó mientras se esperaban las palabras del Rey.
"Habéis sido traídos hasta aquí por una sola razón. Que respondáis por crímenes tan nefastos que rara vez se han escuchado en el paso de los siglos, pero que son tan despreciables hoy como lo fueron hace mil años y como serán en mil más" la voz de Jon era de acero, y lo mismo era su postura. Era lo que parecía: un Rey al que especialmente se hubiera agraviado más allá de toda reparación "¿Qué tenéis que decir al respecto?"
Los tres prisioneros estaban arrodillados, los rostros dirigidos al suelo. Uno de ellos temblaba incontrolablemente, y los 3 estaban empapados y formando pequeños charcos alrededor de sí con los restos de los cubos de agua que les habían arrojado antes de traerlos en un intento de desvanecer el aroma horrible que cargaban luego de meses privados de libertad y comodidad.
Algunos insultos más volaron cuando ninguna palabra salió de los labios del trío de Freys. A n gesto de Jon, 3 manos se enterraron en las cabelleras largas y enmarañadas y tiraron con fuerza, obligando a los prisioneros a mostrar las caras.
Aún con las barbas descuidadas y las mejillas hundidas por el largo tiempo pasando hambre, Catelyn reconoció la barbilla escasa y las narices gotosas, rasgos inconfundibles entre la prole del Finado Lord Frey. Resistiendo el impulso de escupir en su dirección, Catelyn apretó los labios.
"¿Qué tenéis que decir al respecto?" repitió Jon, sus ojos fijos en ellos. Si las miradas pudieran matar, ya no habría prisioneros que enjuiciar.
El sonido que salió de los labios de un Frey primero fue un silbido descuidado, como si estuviera luchando por hablar. Lo intentó dos, tres veces. A la cuarta, tuvo más éxito:
"N-N-Noso-Nosotros s-somos no-nob-nobles. T-Tenem-Tenemos d-der-derecho….."
"¡Derecho a iros a lo más profundo del séptimo infierno!" interrumpió un caballero de Manderly con un grito, secundado por una docena de personas en aprobación.
Ese insulto pareció despertar al segundo prisionero, que soltó un gruñido animal.
"¿Nosotros? ¿¡Qué me dicen de ustedes!? Traidores, eso es lo que sois. ¡Todos ustedes!" gritó, sus ojos enrojecidos brillando de rabia "¡Nosotros somos nobles, más de lo que ninguno de ustedes será nunca! ¡Salvajes que se unen a otros salvajes! ¡Hijos de rameras y de cobardes!" vociferó, antes de escupir en el suelo. En su frente una vena estaba a punto de explotar, pero lo que ya había explotado en la habitación eran los concurrentes al juicio.
Los insultos de antes parecían una brisa en comparación con la tormenta que se desató luego de las palabras del Frey. Incluso un escudo voló en su dirección mientras más guardias debían luchar por controlar a la multitud; sin ellos, los Frey ya habrían sido despedazados, estaba segura. A juzgar por los dientes descubiertos de Fantasma, eso no dejaba de ser una posibilidad muy real.
Una vez más Jon alzó la mano; bien fuera por respeto, o tan solo para escuchar como respondería su Rey a semejantes palabras, las voces fueron callando.
"¿Hijos de cobardes, dices? ¡Ja! Tu padre-¿o es abuelo?-¡Bah! Qué más da ¿Esa mierda de Walder Frey ataca a hombres desarmados y emborrachados en una boda y los cobardes somos nosotros?" cuestionó, antes de que una sonrisa siniestra apareciera en su cara "En fin, no vamos a poner en juicio el valor de los Frey. Ya todos lo conocemos, o más bien, somos conscientes de su inexistencia. Si estamos aquí es por escuchar que es lo que alguno tiene que decir en su defensa. Esto es, si logran juntar suficiente inteligencia para algo tan concreto. Cosa que dudo mucho" concluyó Jon, con lo que ganó más de una risa.
"Tal vez el valiente Ser Rhaegar pueda" la voz de Wyman Manderly goteaba desprecio. El señor dio un paso adelante para separarse un poco de la multitud mientras el tercer hombre, que no había hablado aún, soltaba un gemido bajo e intentaba hundirse en la tierra "Vamos, Ser. Contadle al Rey la historia que con tanta pasión repetisteis en Puerto Blanco. Ya sabéis cuál, la verdad de la Boda Roja"
El tal Rhaegar parecía listo para cagarse encima. Intentó taparse la cara con las manos (como un niño asustado) pero los hombres que sujetaban sus brazos se lo impidieron.
"Estoy seguro de que la historia será muy interesante. Vamos a oírla, Ser" incitó Jon, mirando al Frey como un lobo a punto de saltar sobre una rata. El gemido y el encogimiento del hombre no sentaron bien a la multitud, que empezó a murmurar "Vamos, gusano con nombre de dragón. Cuéntanos la historia de cómo murieron mi hermano y los suyos. Cuéntanos. Cuéntanos. ¡¿Quieren que lo cuente?!" gritó la pregunta, esta vez en dirección a la multitud.
"¡Que cuente! ¡Que cuente! ¡Que cuente!" empezó a corear la multitud, ansiosos por otra razón para rabiar más.
Con cada momento, el número de voces pidiendo escuchar la historia rumoreada por Manderly fue creciendo. El ruido empezaba a golpear sus oídos, pero las sacudidas de temor del prisionero se hicieron más y más grandes, hasta que los hombres que lo sujetaban debieron soltarlo. En vez de correr o pelear, Ser Rhaegar Frey se encogió sobre sí mismo y se cubrió el rostro con las manos, sus sollozos lo bastante altos para que pudieran alcanzar muchos oídos sin dificultad.
"Cobarde" pensó Catelyn con disgusto mientras las risas llenaban el salón y los guardias devolvían a Ser Rhaegar en la misma posición que había estado, de rodillas y con la cara hacia arriba, mirando a Jon.
"Yo puedo contarla, Alteza. Estoy seguro de que os interesará" surgió una voz entre la multitud, una femenina. La nieta de Wyman Manderly estaba alejada de él, pero se notaba el parentesco en los rasgos que brillaban de desprecio "La recuerdo perfectamente" esto lo dijo en dirección a Rhaegar, que la miró sobre el hombro y dio un gritito espantado mientras miraba a Lady Wylla como si fuera un ser salido del infierno solo para atormentarlo.
"Dejadnos oírla, mi señora"
"¡No!" chilló Rhaegar, aunque se cayó cuando una mano cubierta con un guantelete le cubrió la boca.
Jon hizo un gesto, y Willa se fue acercando a pasos cortos a medida que empezaba a hablar.
"La historia empieza como todos sabemos. Una bonita boda en un hermoso castillo, en la cual muchos señores valientes del Norte se reunieron para celebrar el matrimonio del tío de su Rey con la hija del señor del castillo" relató Willa "Hasta que en medio de la alegría y belleza…..el Rey y sus hombres se tornaron bestias feroces, enloquecidas y hambrientas de sangre"
Catelyn luchó sin éxito para que su respiración no se acelerara por la rabia.
"Despiadados, el Rey y los suyos atacaron sin piedad al pobre señor del castillo y a su familia. Éstos, agraviados por sus propios invitados, no vieron más opción que defenderse de las bestias rabiosas que habían dejado entrar en sus salones con las mejores intenciones"
Sentía la sangre hirviendo de rabia. Fantasma gruñía, su pelaje erizado y todos sus afilados dientes a la vista, listo para saltar. Las espadas clamaban por salir, y los señores norteños apretaban los dientes y puños tan fuerte que sin duda se estaban haciendo daño. Incluso la Guardia Personal de Jon luchaba por controlarse.
"Y cuando el Rey Lobo se abrió paso entre los pobres agraviados, listo para atacar al amable anfitrión y señor del castillo, un valiente norteño, el único que no se había tornado en un animal, se arrojó en el camino de la bestia y salvo al pobre señor a costa de su propia vida. El nombre de ese norteño…..era Wendel Manderly" dos brillantes surcos de lágrimas caían por las mejillas de Wylla Manderly, pero sus ojos ardían con una furia incontenible.
La oleada de rabia que surgió era tan fuerte que Catelyn no podría oír sus propios pensamientos por encima de los aullidos, gritos y rugidos que habían surgido como consecuencia de la historia de Wylla. Tampoco creía poder hacerlo: su corazón latía demasiado fuerte, su sangre hervía dentro de sus venas. Su rabia era tanta que se sentía a punto de desmayarse…
Hasta que un aullido de lobo resonó con fuerza, llenando sus oídos y luego sus pensamientos. Su pecho se aflojó y pudo respirar de nuevo, mientras el aullido seguía y seguía…..
Cuando volvió a abrir los ojos, el eco del aullido de Fantasma aún reverberaba en las vigas y techos del salón. Su rabia no se había extinguido, pero estaba lo bastante controlada como para dejarle pensar. Un sentir que al parecer compartía con todos los norteños.
Excepto con Jon.
"¿Qué dices al respecto?" interrogó a Rhaegar Frey "¿Lo niegas?" la voz estaba calmada, pero el filo en ella era más peligroso que el de ninguna espada.
En el silencio sepulcral que se había instalado en el salón, la voz ahogada y baja del Frey resonó con la fuerza de un trueno "Yo…Su Alteza, Su Magnánima Alteza…."
"¡Niégalo!" grito Willa Manderly, al tiempo que se acercaba demasiado a los prisioneros, solo para ser detenida cuando la lanza de un guardia se interpuso en su camino "¡Niega que esa fue la historia que contaste en Puerto Blanco! ¡Niega que luego de matar a mi tío lo retratasteis como una víctima para salvar al hijo de puta de Walder Frey! ¡Niega que dijiste que los Freys fueron las víctimas de la Boda Roja! ¡Niega que llamaste al Rey Robb un perro rabioso que debía ser sacrificado! ¡Niégalo!" la muchacha debió ser apartada por un Larence Nieve que temblaba el mismo de rabia. Todos los demás no se atrevían a moverse, tanta era la ira que se acumulaba en ese lugar.
"Yo lo niego" la voz cortó la tensión de extremo a extremo. No fue hasta que las palabras resonaron que Catelyn se dio cuenta…que era ella quién las había pronunciado. Sin pensarlo, se adelantó, quedando bajo la vista de todos "Niego esa historia y toda la supuesta verdad en ella" afirmó, deleitándose en las miradas sorprendidas y aterradas de los Frey ante su presencia "Niego la supuesta inocencia de los Frey y su llamada defensa propia" la recordaban, era obvio. Sus ojos estaban aterrados ante su presencia en ese lugar "Niego que mi hijo y sus banderizos iniciarán el ataque. Niego que rompieran el derecho del huésped" su respiración se empezaba a agitar nuevamente por la rabia en su pecho que volvía a crecer "Y niego el supuesto sacrificio de Ser Wendel. Él, junto con muchos, muchos otros valientes, no murió protegiendo a los Frey. Fue asesinado por sus trampas y traiciones, por su desprecio por todo sentido del honor o la decencia, por su ambición y codicia desmedidas. Y por su coerción y maquinación, con las cuáles los Frey asesinaron a hombres mucho mejores de lo que ellos nunca, jamás, podrían aspirar a ser"
El silencio estaba más cargado aún que antes. Los Frey debían sentirlo, porque se habían encogido ante la infinidad de miradas de odio que caían sobre ellos.
"¿Qué más necesito escuchar? ¿Qué más necesitamos alargar esto?" el siseó de Jon era tan peligroso como las otras veces que había hablado en este esfuerzo inútil por un procedimiento cuyo final solo podía ser uno "¡¿Cuál debe ser la sentencia?!" reclamó al resto del salón.
"¡MUERTE!" el primer grito fue coreado por un centenar de personas.
"¡MUERTE!" el segundo tenía el doble de voces que su predecesor.
"¡MUERTE!" para el tercero, ya todo el salón tenía la palabra en sus bocas.
"¡MUERTE! ¡MUERTE! ¡MUERTE!" gritaron cientos de voces, ávidas de sangre. Nobles, caudillos, incluso los guardias que en teoría debían proteger a los prisioneros pedían su sangre.
Y no necesito mirar a Jon para saber que se las concedería.
"Por la ruptura del derecho del huésped, por traición y asesinato, y por crímenes en contra del Norte y de su pueblo, os sentencio a los tres a muerte" dijo Jon. Como si esa fuera la señal, los 3 prisioneros fueron amordazados para que no pudieran hablar. Jon esperó a que las ovaciones cesaran para pronunciar las últimas palabras "Llevadlos afuera y traed un tocón"
"No" la palabra la aturdió, y el aturdimiento fue doble cuando se dio cuenta de que Ygritte quién habló. Antes de que pudieran estallar nuevas exclamaciones de sorpresa o rabia, la mujer de la que estaba secretamente enamorada prosiguió "El acero de tu espada es demasiado bueno para mancharlo con la sangre de esta escoria, Jon. Además, tienes derecho a la mejor vista cuando la vida los abandone. Un derecho igual de bueno que los demás que han perdido alguien importante por sus sucias traiciones. Yo ejecutaré la sentencia"
Las últimas palabras colgaron en el aire por un momento. Todos, Catelyn incluida, esperaban cuál sería la respuesta de Jon, quién por primera vez desde que trajeron a los Frey a ese salón, parecía dudoso.
Casi seguramente sintiendo también la duda de su hombre, Ygritte cogió su mano entre las de ella "Te prometo que no te arrepentirás" le dijo.
Tras un largo momento, Jon finalmente asintió. Ygritte le sonrió antes de mirar a los hijos de Tormund Matagigantes. Pronunció unas palabras en la Antigua Lengua y al instante ambos salieron corriendo del salón.
"Llévenlos al patio" ordenó luego a los guardias, que volvieron a sacar a los prisioneros por el mismo lugar por dónde los trajeran.
Ygritte se adelantó a ella y Jon. Jon la miró por un momento, luciendo en conflicto consigo mismo. Luego extendió el brazo, en una invitación cortés. Como de un señor a una dama antes de pasar un agradable tiempo juntos.
"En este caso, lo agradable será contemplar una triple ejecución" pensó con ironía. Aun así, se permitió disfrutar la confortable sensación que se extendió desde dónde ella y Jon se tocaban hasta el resto de su cuerpo.
Fueron de los últimos en llegar al patio; aun así, la multitud reunida se separó a ambos lados para dejarlos pasar hasta que estuvieron al frente. Tres gigantes se alejaban del punto dónde acababan de clavar tres postes de madera gruesa en el suelo con nada más que sus descomunales puños. Ygritte ya estaba allí, y ante un asentimiento suyo los prisioneros fueron llevados a los postes y forzados a colocar la espalda contra ellos mientras Dormund repartía trozos de cuerda con los cuáles ataron las manos de los 3 Freys, aún amordazados, a sus espaldas. Los guardias se alejaron mientras Torregg se acercaba corriendo llevando en sus manos el arco y el carcaj de Ygritte. Sin palabras, la mujer se colgó el carcaj al hombro y cogió el arco con la mano izquierda.
Con una breve caricia a su brazo, Jon se separó de ella y se adelantó.
"A los ojos de mi pueblo, por crímenes de ruptura del sagrado derecho del huésped, por crímenes contra el Norte, por traición y por asesinato, yo, Jon Stark, el primero de mi nombre, Rey más allá del Muro y Rey en el Norte, Señor de Invernalia y Líder del Pueblo Libre, condeno a Rhaegar, Danwell y Symond Frey, a muerte" las palabras de Jon se extendieron sin dificultad en el silencio expectante "La sentencia es para ser efectuada de inmediato" con eso, dio un paso atrás.
Con un movimiento fluido y elegante (el tipo de movimiento que delataba que lo había hecho un millón de veces antes) Ygritte sacó una flecha de su carcaj, la colocó en el arco, tensó y apuntó.
Observó embelesada mientras el proyectil volaba, para que su punta de acero se enterrara en Rhaegar Frey. Justo en el corazón. Con un último estertor, el Frey cobarde y mentiroso quedó flácido, colgando del poste. Los otros 2 Frey se retorcieron inútilmente, tratando de liberarse.
La mirada de Catelyn volvió a Ygritte en el instante en que colocaba la segunda flecha en el arco. Tensó, apuntó y exhaló con suavidad, sus labios ligeramente separados mientras sus ojos no se desviaban del objetivo. La segunda flecha voló y Catelyn observó sin parpadear como atravesaba el cuello del segundo Frey, del que empezó a caer un reguero de sangre que se perdió en las ropas sucias y algo húmedas aún. Éste tardó un poco más en morir, sus retorcimientos más largos, pero al final quedó flácido, el extremo de metal de la flecha que sobresalía de la parte trasera de su cuello apuntando al cielo cuando su cabeza cayó.
"¡BASTARDO!" el grito la hizo estremecer en el silencio del patio. El último Frey había forcejeado y se había liberado de la mordaza, aunque aún permanecía atado "¡Este no es el final de las cosas, hijo de ramera!" gritó, enfurecido, sus ojos de comadreja fijos en Jon "¡Mi padre te matará, igual que mató al imbécil de tu hermano!" escupió, la saliva saltando de su boca "¡Pondrá la cabeza de ese lobo pulgoso en lugar de tu maldita cabeza y te hará desfilar para diversión de mi familia! ¡Se reirán de ti, igual que se carcajearon del cadáver mutilado de él! ¡Y la piel de tu lobo, oh, esa servirá como cubierta del suelo sobre el que mi padre y mis hermanos tomarán turnos para violar a esa perra Tully que está junto a ti! ¡Ya lo verá-¡aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!" el chillido del Frey fue igual al de un cerdo.
Sin duda se debía a la tercer flecha de Ygritte, que en vez de golpear su cuello o su corazón….había golpeado el punto exacto entre sus piernas. Algunas carcajadas estallaron entre la multitud, y muchos más, especialmente los señores del Norte, esbozaron sonrisas discretas pero divertidas.
Hasta Jon sonrió un poco, y ella misma sintió que las comisuras de sus labios se estiraban hacia arriba. Sabía que la flecha había sido un fracaso a propósito, pero no pudo encontrar enojo con Ygritte por eso.
"Oops. Mi error" dijo Ygritte sobre los chillidos del último Frey, con una mirada que demostraba que había estado lejos de fallar sin intención. Algunas personas más se rieron "Bueno, dos de tres no está mal" dijo, permitiendo una sonrisa mientras sacaba una flecha más y apuntaba mientras algunas risas más se unían al coro.
Ygritte se tomó un tiempo considerablemente más largo para apuntar que con los dos anteriores. Por fin, sin embargo, cuando los gritos empezaron a bajar en intensidad, soltó una flecha que atravesó el negro corazón del último prisionero, que se unió a sus parientes en la muerte.
Nadie dijo nada en el patio. Todos estuvieron demasiado satisfechos para molestarse.
Catelyn no fue la excepción.
¿Y bien? ¿Les gustó? Espero sus reviews al respecto.
Les mando los mejores deseos a todos. Subiré el próximo capítulo cuando esté. Bendiciones y hasta la próxima.
