Bien, holaaaaa a todos. Sé que ha sido mucho tiempo, pero estoy aquí de nuevo, y con un capitulo fresco que, con suerte, podrá alegrarlos un poco. Les mando saludos a todos, y un abrazo y mis mejores deseos a Black Star Blake1, Xechu. S, Jean D'Arc, Patri Farina y Ospreay 201 por sus reviews, que agradezco muchísimo porque son un remedio muy efectivo para el ánimo bajo.

P.D: el fragmento de Jon continúa justo donde terminó el del capítulo anterior.

Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.

Jon

Jon era consciente de que esperaban una respuesta. Le hubiera gustado dárselas, pero era demasiado arriesgado.

"Retiraos todos" ordenó con un gesto de la mano. Algunas miradas se intercambiaron y varios ceños, entre ellos el de Robett Glover, se fruncieron con molestia u ofensa "Ahora" impelió, y tras un momento de espera los bancos crujieron contra el suelo de tierra mientras sus ocupantes se levantaban y empezaban a caminar lejos de él.

"Karstark" llamó, aún sentado, atrayendo la mirada del mencionado, junto con otras dos docenas de las personas más cercanas "Acércate"

Con vacilación, e ignorando con éxito las miradas sospechosas o furiosas que se dirigían hacia él, el hermano de Alys Karstark se acercó a él.

Jon miró sin disimulo a Harrion Karstark. Alto, de hombros anchos y brazos fornidos, tenía todo el aspecto de un norteño. La poblada barba oscura y la cabellera del mismo color solo lo resaltaban aún más. Vestido de lana y pieles, llevaba una pechera de cuero con parches de metal cosidos atada en torno al pecho y la espalda. En su cinturón llevaba una espada envainada.

"Siéntate" le ordenó, haciendo un gesto a las sillas vacías que los separaban. Cuando Karstark obedeció, Jon continuó "Estarás de acuerdo en que los últimos tiempos no han sido…amables con tu Casa ni con la mía, ¿no crees?" preguntó, sondeando al hombre frente a él.

La respuesta no se hizo esperar.

"¿Es una broma?" dijo Harrion con los dientes apretados "Mis dos hermanos murieron luchando para salvar al tuyo del Matarreyes" escupió "¿Y para qué? Para que el Joven Lobo pudiera decapitar a mi padre" su voz era tan amarga como su expresión "Mi Casa está al borde la extinción debido a la Casa Stark"

"Eso es más cierto de lo que crees" le señaló Jon, fingiendo despreocupación "Arnolf, Cregan, Arthor, ¿los recuerdas?" le preguntó, aunque sabía bien la respuesta a eso "Todos están muertos, y yo soy el responsable"

Harrion no se enojó más al respecto, pero tampoco se relajó sabiendo que los parientes que habían intentado robarle su legítima herencia y forzar a su hermana a un matrimonio contra su voluntad estaban muertos.

"En la batalla" declaró.

"Por supuesto. No por mi espada, pero si por las de quienes me siguen" confirmó Jon la sospecha, antes de llevar su vista hacia el techo de la tienda, fingiendo pensar "Arthor tuvo suerte: la cabeza cortada. Limpio, rápido. No puede decirse lo mismo de Cregan" alzó el dedo en un gesto al mencionar al mayor de los hermanos "Cuatro lanzas en la espalda, por encima de la línea de los codos. Apuesto a que se ahogó con su propia sangre cuando el acero y los fragmentos de costillas rotas le perforaron los pulmones. Y en cuanto a Arnolf" la risa que salió de sus labios era falsa, pero Harrion Karstark la creyó, a juzgar por como retrocedió un poco en su asiento "No fue fácil reconocer su cuerpo. Eso pasa cuando un mamut en plena carga aplasta el cráneo de alguien con una de sus patas" concluyó fingiendo desinterés, sus ojos no dejando la cara de Karstark, queriendo ver como se desarrollaba la respuesta a su pequeño discurso.

No se decepcionó.

Harrion Karstark lo miraba con una mezcla de asco e incredulidad, pero la emoción que primaba era la cautela. La última conformación fue cuando bajó los ojos, evitando su mirada.

"Perfecto"

"Pero bueno, dejemos a los muertos y hablemos de los vivos" el rostro de Jon volvió a la seriedad "Vos estáis vivo, mi señor. La pregunta que me interesa es, ¿qué estáis dispuesto a hacer para seguir así?" preguntó.

Había elegido esas palabras exactas porque buscaba provocar. Tuvo éxito. Karstark se levantó de un salto, sus ojos entrecerrados en su dirección y su cuerpo tenso como una cuerda de arco.

"¿Es eso una amenaza?" gruñó, sus manos cogiendo su espada por la empuñadura y la vaina, preparado para liberar el arma.

Pero Jon no se dejó engañar por la falsa belicosidad; si Harrion lo hubiera querido atacar, ya lo habría hecho. Y amenaza o no, el hombre ante él debía saber que si le levanta la mano está muerto. Si no por él, por el ejército más allá de esta mesa de caballete.

"Es solo una pregunta. Muy adecuada cuando pensamos cuál es vuestra posición" Jon colocó un brazo sobre la mesa, sin preocuparse porque Karstark no alejara las manos de su arma "Entre vuestro padre y Arnolf, los hombres de las tierras de Karstark se han vuelto escasos. Demasiado escasos. Los sobrevivientes de las fuerzas de Arnolf cabrían perfectamente en esta mesa, y apuesto a que el número de hombres de Karstark que se reagruparon en el Foso luego de la Boda Roja es aún más pequeño. El ejército que envié con vuestra hermana para devolverle su hogar me habló de cosechas perdidas y almacenes vacíos. Si no se hace nada, vuestra gente estará muriendo de hambre, si es que no lo está ya. Cuando eso pase, es muy probable que se revelen contra vos u os abandonen, o ambas: lo que elijan, solo debilitará más a la Casa Karstark, y con el invierno ya mordiendo los talones, ¿cómo exactamente sobreviviríais?"

Jon guardó silencio. Tenía razón en todo lo que dijo, y Karstark lo sabía. Podía quejarse, maldecirlo y aferrarse a la muerte de su padre y a su resentimiento por ello, pero sabía que ni él ni su Casa podrían sobrevivir al invierno sin ayuda de los Stark.

Las manos de Karstark dejaron la espada "¿Y vos podéis evitarlo?" preguntó Karstark, amargo, pero con hombros encorvados mientras volvía a su asiento.

"Tengo comida, y oro suficiente para comprar más al otro lado del Mar Angosto" informó Jon "Manderly ha comprometido su flota, y la comida ya está en camino a Invernalia. Puedo enviar provisiones hacia Bastión de Kar, y tengo suficiente influencia con el resto de los que estuvieron aquí" hizo un gesto en dirección a la mesa "para garantizar que no intenten aprovecharse de vuestra difícil situación"

"¿Y en retorno?" para su crédito, Karstark no fue tan ingenuo como para creer que Jon haría eso sin esperar nada a cambio.

"Primero que nada, renovaréis los juramentos de la Casa Karstark a Invernalia, a la vista de todo el Norte y el Pueblo Libre, cuando salgamos" el hecho de que Harrion le jurara además como su Rey era tácito.

Harrion miró hacia el suelo, pero asintió.

"Segundo, cumpliréis con las obligaciones que tendréis como mi banderizo. Si os llamo, espero que vengáis, y si convoco al Norte para marchar a la guerra, la Casa Karstark estará allí, dirigida por vos sin importar las circunstancias. No os pediré más de lo que podéis darme, pero tampoco me he de conformar con menos"

Harrion asintió, aun mirando al suelo "Así será" murmuró "Alteza" añadió a último momento.

"Y por último" Jon dejó pasar un momento, pensando cómo decirlo, antes de optar por la franqueza "me otorgaréis potestad absoluta sobre el destino de vuestra hermana" franqueza brutal.

Karstark alzó la cabeza tan rápido que Jon podría jurar que se lastimó el cuello. El hombre lo miró con tal mezcla de incredulidad, indignación y rabia que por un momento Jon estuvo seguro de que estaba a punto de ser atacado.

"¿Qué?" siseó.

"Potestad absoluta sobre vuestra hermana" repitió Jon, lentamente "Con quién permanecerá, dónde podría ser acogida, y claro, con quién se casará"

"Vender a mi hermana" repuso Karstark con dientes apretados.

"No" declaró Jon con un gesto de desdén "Por supuesto que tendréis mucho que decir al respecto. Escucharé vuestros deseos en lo que respecta a esto, y consentiré en que hagáis propuestas y sugerencias, así como en argumentar en contra de las mías y expliquéis vuestro razonamiento" aseguró, sin faltar a la verdad "Simplemente, yo tendré la última palabra"

Harrion Karstark pareció pensarlo, y por unos momentos Jon creería que vería la razón, pero eso acabó cuando sacudió la cabeza con frustración.

"¿Por qué queréis eso?" le espetó "Mi hermana os juró lealtad en nombre de mi Casa cuando ningún norteño lo habría hecho. Fue a vos de buena voluntad, ¡incluso os entregó el hogar de nuestra familia para acoger a vuestros salvajes!"

Jon sintió que el enojo de Karstark amenazaba con incrementar el suyo propio, en especial con el uso de la palabra salvajes. Pero no se permitió caer en la trampa.

"Lo que yo pido, no es para condenar a vuestra hermana a un destino miserable, ni mucho menos" replicó Jon, antes fruncir el ceño "Pido eso…porque el Norte Recuerda" continuó Jon "Recuerda que tu padre traicionó a la Casa Stark. Y yo también recuerdo, y recuerdo además que el asesinato de prisioneros no es lo único por lo que la Casa Karstark podría ser castigada"

"No tenéis nada contra nosotros. ¡Y esos muchachos eran Lannister! ¡¿Cómo puede ser traición asesinar Lannisters en medio de una guerra?!" cuestionó Harrion, indignado.

Jon podría haber replicado que no se debía matar prisioneros, pero sería una hipocresía. Los Frey habían caído en sus manos, pero eso no le había impedido matarlos. Siendo el mismo un padre, no condenaba el dolor de Lord Rickard Karstark por la pérdida de sus hijos.

Lo que si condenaba era lo otro.

"¿Y no es un crimen enviar a mil hombres a una muerte segura?" replicó Jon.

Karstark abrió la boca, pero no salieron palabras. La cerró y lo miró confundido.

"Supongo que sabéis que, antes de ir a asesinar a esos muchachos, vuestro padre dispersó a sus fuerzas en secreto para dar caza al Matarreyes" los ojos de Jon se entrecerraron "¿Dónde están esos hombres ahora?" preguntó.

Karstark no respondió de inmediato, pero no hacía falta. Ambos sabían exactamente como terminaron los hombres a los que Lord Rickard dispersó con necedad en su odio ciego por el Matarreyes.

"Esos hombres eran de las tierras de Karstark" repuso Karstark, fallando en fingir indiferencia "Mi padre era su legítimo señor, a los ojos de los dioses y hombres. Estaba en su derecho a comandarlos, y ellos tenían la obligación de seguir sus órdenes"

"Ciertamente eran banderizos de Karstark" concedió Jon, en un falso tono de rendición. Cuando la sonrisa empezó a asomar a las comisuras de la boca de Harrion, prosiguió "Pero también eran norteños, y sus muertes fueron tan innecesarias como insensatas. Esa sangre desperdiciada amerita castigo para los responsables"

"¡Esto es ridículo!" espetó Karstark, al tiempo que se levantaba enfurecido. Jon lo imitó al instante "¡No podéis juzgarnos, ni mucho menos interponernos en nuestros asuntos! ¡¿Quién crees que eres, bastardo?!" lo último fue un grito en toda regla.

Seguido de un paso atrás y una mirada alarmada de Harrion cuando se dio cuenta de que había ido demasiado lejos.

En otro momento, Jon podría haber bajado la vista al ser llamado así. Podría haberse encogido y ocultado. Podría haber retrocedido.

Pero esos tiempos quedaron atrás. Escuchando que se referían a él de esa manera, Jon solo sonrió. Después de todo, cuando la discusión estaba perdida, calumniar era el único recurso que le quedaba al derrotado.

"Soy el Rey en el Norte y Más Allá del Muro, Karstark. Lo que le pase al Pueblo Libre y a los Norteños es asunto mío" espetó Jon, su sonrisa tan helada como el invierno. A pesar de ser más bajo que Harrion, no se encogió en lo más mínimo "Cuando una Casa se prueba incapaz de velar por aquellos que están bajo su cuidado, es asunto mío. Cuando los norteños son enviados a la muerte sin causa, es asunto mío"

"Y ahora responde, ¿aceptas mis términos? ¿O debo salir y declarar, a la vista de todos los norteños, a tu hermana Alys como la Dama de Bastión Kar y cabeza de la Casa Karstark?"

El silencio se prolongó. Harrion Karstark lo miró con acero en la mirada, pero los ojos de Jon se mantuvieron firmes, en una batalla de voluntades cuyo ganador era claro.

Por fin, Karstark cerró los ojos y bajó la cabeza.

"Acepto vuestros términos, Alteza"

Bran

Cuando cruzó el Muro por primera vez, el frío había penetrado con profundidad, sin importar el grosor de sus ropas. Ahora que lo hacía por segunda vez, no dejaba el frío. Al contrario. Parecía llevarlo, como una parte más de sí.

Como si el frío se hubiera hecho uno con él, y no estuviera dispuesto a dejarlo ahora.

"Él y yo estamos unidos. No iré a ningún lado sin él" pensó Bran, y tuvo miedo.

Pero lo ocultó bien. Deseaba decirlo, tal vez le hubiera hecho bien decirlo, pero no podría preocupar a Meera. No cuando sonreía tan limpiamente, por primera vez desde hacía mucho tiempo. No cuando disfrutaba verla sonreír tanto.

Y aun así…cuando el trineo se alejaba, no pudo evitar lanzar una mirada hacia atrás. El Muro se alzaba, helado, frío. Igual a las tierras que había más allá de él. Y estas últimas parecían decirle "ya volverás, este es tu lugar"

Se forzó a mirar hacia el frente.

La nieve parecía espesa. Ante ellos, el Agasajo se extendía por millas, sin un alma a la vista. En la distancia, a la misma altura del horizonte, una serie de árboles se espesaban lo suficiente para llamarse bosque.

Sin palabras, empezaron a caminar. Lejos del Muro. Hacia el sur.

Hacia Invernalia.

Bran no podía contener su emoción ante la idea de volver con Jon y su madre. Ya faltaba poco. Y ahora que habían dejado a los Caminantes Blancos y a los muertos detrás, ¿Qué tenían que temer?

Pero tras un tiempo moviéndose, no pudo evitar notar que no todos eran tan felices como él. Meera lo estaba: la sombra de una sonrisa en su rostro la delataba. Verano también lo estaba: su huargo corría libre y se alejaba un buen trecho antes de volver corriendo a toda velocidad hasta su trineo. Luego de que Bran lo acariciaba un poco, volvía a correr.

Pero los Hijos del Bosque no estaban felices, ni siquiera estaban calmados. Caminaban con cautela, aferraban sus armas con demasiada fuerza y giraban la cabeza con demasiada frecuencia, como si esperaran ser atacados de un momento.

Cuando uno de ellos, un macho que respondía al nombre de Sauce, pasó junto a él, Bran le preguntó que les pasaba.

"Ha pasado mucho tiempo" respondió con su voz melodiosa, aferrando la pequeña lanza con punta de vidriagón con más fuerza "Esta es tierra de hombres"

Bran quería responderle que aquí no había hombres. Que solo estaban ellos. Pero antes de poder hacerlo, Sauce alargó sus pasos y lo dejó atrás.

Esa noche, Hoja le explicó que, miles de años atrás, cuando los Caminantes Blancos fueron derrotados por primera vez, los Hijos del Bosque decidieron retirarse de las tierras al sur del Muro, dónde los hombres abundaban demasiado, optando en cambio por permanecer en el norte, que era más inhóspito.

"Ahí también había hombres, pero mayormente sin ley. No era probable que se organizaran contra nosotros, y nosotros ya no teníamos fuerza para seguir peleando con ellos, ni deseos de hacerlo" concluyó, sus ojos brillando a la luz de las llamas de la hoguera.

"Por eso estáis así" dijo Meera, su rostro triste y pensativo "Duele volver a lo que se perdió" concluyó.

"Sí" dijo simplemente Hoja, antes de volver a mirarlo "Vamos, es hora de tu siguiente lección" llamó, antes de tomar con sus manos un tazón de madera y extenderlo hacia él.

Bran respiró hondo y tragó todo el contenido; aún le desagradaba. Sintió el horrible brebaje bajar por su garganta y dejar un sabor atroz en su boca, y cerró los ojos mientras se obligaba a tragar lo último que quedaba.

Cuando abrió los ojos, estaba en un bosque nevado A su lado, Hoja lo miraba con una mirada determinada.

"Es por allá" le dijo, señalando hacia una capa de maleza que cubría dos grandes rocas sobre las que crecía un árbol de raíces retorcidas y expuestas. Al acercarse, Bran notó que había un paso entre ambas rocas: algo estrecho y húmedo, pero transitable.

Siguió a Hoja a través de las rocas, dónde una capa de ramas llenas de hojas unidas entre sí con musgo silvestre fueron atravesadas.

La visión que Bran encontró al otro lado era horrible.

La mujer, la misma mujer que Bran había visto escapar de los muertos en dos ocasiones, ahora estaba tendida en el suelo. Descubierta desde la cintura hasta abajo, su parte inferior estaba manchada de sangre.

Demasiada sangre. Sangre cuya pérdida había tornado el rostro de la mujer en una palidez mortal. En su rostro manchado de mugre, el blanco resaltaba con fuerza, en especial en los dos brillantes surcos que viajaban desde la parte inferior de sus ojos hasta perderse en el cabello enmarañado y sucio que cubría su cuello como una manta oscura.

La única señal de vida en el reducido espacio era el lento subir y bajar del pecho de la mujer, y sus ojos nublados de dolor enfocados con ilusión en la criatura que lloraba desconsolada a su lado.

"Su bebé" dijo, comprendiendo que la mujer acababa de dar a luz a su hijo.

El corazón de Bran dolía al ver cómo la mujer alzaba una mano que no dejaba de temblar hacia el bebé. Un quejido salió de sus labios agrietados, como si el solo acto le ocasionara un dolor horrible. Pero aun así siguió esforzándose hasta alcanzar a tocar el bracito del niño que aún lloraba. Una pequeña sonrisa asomó a sus labios.

Y entonces su pecho dejó de moverse. Su brazo perdió toda la fuerza, y sus ojos quedaron desenfocados, el niño siendo lo último que vio cuando la muerte finalmente la llevó.

Bran parpadeó, y a pesar de contemplarlo, encontró imposible creer que la mujer acababa de morir. Acababa de dejar solo a su hijo.

"El dolor, el temor, la soledad, el abandono, la pérdida de los suyos. Lo aguantó todo por su hijo" dijo Hoja, su voz llegándole como si fuera muy lejana "Y se perdió ella misma cuando al fin lo alcanzó"

Bran miró al bebé llorando, aun cubierto con la sangre de su propia madre, nada más que un lecho de hierba amarillenta y delgada cubriendo su cuerpo del piso llenó de mugre.

Quería preguntar que sería ahora del bebé, pero entonces sintió una presencia ajena a Hoja. Una presencia que no era el niño sollozante. Miró hacia el mismo lugar por el que había venido, y no sabía cómo, pero podía sentir que algo se acercaba.

"Hoja" llamó, pero la Hija del Bosque no dio señales de haberlo oído "¡Hoja!" repitió, más urgente, cuando sintió que lo que se acercaba, fuera lo que fuera, estaba casi allí.

"Tranquilo" fue todo lo que dijo su acompañante, y antes de que Bran pudiera decir algo más, las ramas que cubrían la entrada de la cueva se apartaron a los lados bajo la presión de un gran cuerpo.

Bran vio al inmenso ser con incredulidad. Cubierto de pelaje oscuro, con 4 patas fuertes y nudosas que sostenían un cuerpo más grande que el suyo propio, una cola tensada en alerta, un hocico alargado que terminaba en una nariz helada y dos ojos amarillentos que contemplaron a las dos personas, la viva y la muerta, con una atención inusual en una bestia.

No. Bran supo, al ver al lobo huargo, que no era una bestia. Una bestia nunca podría ser tan….perspicaz.

El lobo avanzó, y al pasar a su lado, Bran notó que era una hembra. Una loba.

La loba ignoró en un primer momento al niño que seguía llorando, y se centró en la madre. La olfateó, y la dejó sin tocarla. Sabía que no era una amenaza.

El corazón de Bran se aceleró cuando los ojos amarillentos de la loba se centraron en el bebé. El animal se acercó con calma. Inclinó su gran cabeza, que era más grande que el cuerpo entero del bebé, y observó a la criatura sollozante. Sus dientes se descubrieron, dos hileras de colmillos afilados que podrían partir a un hombre a la mitad, y claramente también al pequeño.

Pero el niño lloraba aún; sus ojitos cerrados y sus puños regordetes apretados no cambiaron mientras el animal le gruñía con amenaza, ni cuanto algo de la saliva de la bestia caía sobre su cuerpo, mezclándose con la sangre de su madre. Ni siquiera se detuvo cuando el animal soltó una dentellada, que estuvo a medio palmo de su rostro.

Por fin, cuando Bran estaba seguro de que el niño moriría, ocurrió.

Bran nunca olvidaría ese momento.

Nunca olvidaría ver cuando la loba escondió los dientes y se tornó un ser totalmente diferente. No olvidaría como sacó la lengua y limpió al niño de la sangre y de su propia saliva, hasta dejarlo limpio. Y como luego dio una vuelta en torno a él antes de acostarse a su alrededor, su cálido pelaje rodeando al niño y su cabeza junto al cuerpo del pequeño, que dejó de llorar al fin.

Ygritte

Estaba en lo alto de la muralla interna, en compañía de otras mujeres de las lanzas, además de los guardias usuales; todos mirando hacia el oeste. La cima de la gran estructura de piedra era el mejor lugar para contemplar la vista ante ella.

Tras muchos días de espera, finalmente llegaban los refuerzos para el ejército de Galbart Glover. Contempló en silencio la multitud que se acercaba, llevando en las manos una lanza cada uno. Un millar de ellas para sumarse a los 3 que Glover tenía afuera del castillo.

"Suficientes para tomar una fortaleza" pensó "al menos según Jon. Jon…." Sus pensamientos se desviaron hacia su hombre, el padre de su hija "…¿o serán hijos?" reflexionó, al tiempo que su mano iba hacia su vientre. Esperaba que ese fuera el caso "Unos días más" era lo que le tomaría tener la certeza. Si pasaban unos días más y no sangraba, sabría que esperaba un hijo.

"Vamos" llamó a las mujeres, al tiempo que se encaminaba a las escaleras. Pronto estaba bajando al patio, seguida de las demás. Todas armadas con espadas, hachas y cuchillos en los cinturones y escudos colgados de la espalda.

Para cuando salió de Invernalia los recién llegados ya estaban armando su campamento. Distinguió a Glover en la distancia, hablando con varios de los recién llegados. Se encaminó a él a zancadas, ignorando a las personas en el camino.

"Mi Reina" dijo Galbart Glover al verla acercarse.

"Mi señor" dijo, escondiendo su incomodidad por el bien de la apariencia "Una palabra. A solas" demandó, tras saludar a quienes estaban con Glover con un gesto de la cabeza.

"Por supuesto" dijo, y luego de que tanto él como Ygritte despidieran a sus acompañantes, continuó "¿Qué necesitáis de mí, Alteza?" preguntó, llevando los brazos tras la espalda.

"Los recién llegados, ¿son tal como pidió J…..el Rey?"

"Un millar de hombres" respondió Glover al instante "Ni uno menos"

"¿Y el otro asunto?" preguntó Ygritte "¿Nuestros…..cuervos marinos?" eligió por decir al final.

"Ya se fueron, justo antes de que estos hombres dejaran Bosquespeso" una de las manos de Galbart pasó por su barba, pensativo "Deberían haber llegado ya a su destino, o estarán a punto de hacerlo"

Ygritte asintió en silencio "Cuando tengamos la respuesta que queremos, yo misma prepararé una escolta para llevar a la mujer Greyjoy para el intercambio" aseguró.

"Gracias, mi Reina" dijo Glover, y en verdad parecía agradecido.

"¿Cuándo partiréis al combate?" preguntó ahora Ygritte, aunque ya sabía la respuesta.

"Mañana al amanecer" respondió el norteño, sin dudar.

"¿Recordáis las prioridades?" preguntó ahora. Jon había sido claro también en eso.

"Recuperar el castillo y garantizar la seguridad de los Tallhart dentro de él" declaró el señor de Bosquespeso.

"Bien. Y no os olvidéis de llevar a los Frey y a los Bolton" le señaló Ygritte, advirtiendo que el señor se tensaba un poco "¿Algún problema?" inquirió, alzando una ceja.

Glover desvió la mirada "No, Alteza" tras morderse el labio, se atrevió a encontrar su mirada una vez más "Es solo…." Dejó la frase en el aire, sin saber cómo seguir.

"¿Solo?" repitió Ygritte, al tiempo que hacía un gesto al señor, invitándolo a hablar.

"Son prisioneros rendidos. No son una amenaza" dijo Glover, bajando la voz "No es honorable usarlos de esa manera, Alteza" dijo, su voz no más alta que un susurro.

Ygritte podía simpatizar con el conflicto del señor. Pero no iba a decirlo en voz alta.

"No, no es honorable. Pero estamos en guerra, mi señor" le recordó, frunciendo un poco el ceño "Y la guerra no se trata de honor, sino de supervivencia. Cada flecha que esos hombres reciban es una flecha que no matara a uno de los nuestros. Y cada Hijo del Hierro al que maten serán un hombre menos para combatir" dijo, sabiendo que esa era la verdad "Si alguien tiene que sobrevivir a la guerra, más vale que sean los hombres que lucharon por nosotros en vez de que aquellos que lo hicieron por nuestros enemigos"

Catelyn

"…y hemos acabado las reparaciones en los muelles. La comida enviada por los tritones se empezó a descargar sin dificultad" declaró Urik, de pie al otro lado del solar.

Catelyn asintió, satisfecha "¿Cuándo podríamos esperar que llegara al castillo?" inquirió, al tiempo que hacía una lista en sus pensamientos de aquellos que más necesidad tendrían de nuevas provisiones.

"Mañana al anochecer, a lo sumo. Me enviaron antes para informar" respondió Urik, el lodo seco en sus botas y las manchas de tierra en su capa delatando a quien lo viera que acababa de llegar de un viaje apresurado.

"Muy bien. Ve y descansa. Y gracias" concluyó con una leve sonrisa.

El hombre asintió con firmeza antes de girar y salir.

"Os aprecian mucho, mi señora" señaló Jeyne, sentada en una silla menos ornamentada cerca de una pared "Los s…...el Pueblo Libre" se corrigió a último momento.

"Sí. Sí lo hacen" coincidió, sintiendo su pecho llenó de satisfacción "Son gente dura, pero si logras ganarlos debes sentirte orgullosa. Ese no es un pequeño logro" le transmitió a la muchacha.

"Algunas de las mujeres empiezan a acercarse a mí en las comidas. Una incluso me propuso enseñarme a usar un arco" Jeyne se sonrojó con esas últimas palabras.

Catelyn reprimió una sonrisa, aunque no estaba segura de por qué "A las mujeres de las lanzas se las conoce por pelear lado a lado con los hombres. Incluso pueden llegar a dirigirlos en la batalla. Hay una, Val, que es una de las mejores comandantes de Jon"

Los ojos de Jeyne se abrieron, asombrados "¿Pero a los hombres no les importa? ¿No se indignarían por ellas?" cuestionó, antes de añadir.

"La verdad es que los hombres no deciden eso; no gobiernan sobre las mujeres de las lanzas. Cuando un hombre elige a una mujer de las lanzas como su compañera, debe ser consciente de que ella no se plegará a sus deseos. Son libres, y no se las puede atar" le contó, pensando en tantas y tantas de ellas a las que había conocido y a las que podría conocer en el futuro.

"Arya sería muy feliz con ellas" murmuró Jeyne, antes de que sus ojos se abrieran al comprender su error.

Catelyn por su parte resistió el impulso de cerrar los ojos y perderse en sus recuerdos.

Jeyne tenía razón. Su hija menor habría estado en las nubes rodeadas de las mujeres de las lanzas. Habría cazado, peleado y aprendido todo lo que siempre deseó con ellas. Se habría convertido en una de ellas…..Y Catelyn habría estado tan orgullosa de ella. Tal vez no en el pasado, pero ahora sí. Ver a su hija luchar con ferocidad por aquello que valoraba, sería un orgullo para ella. Verla defendiendo a los suyos con la ferocidad de la loba que siempre fue.

"Si, lo sería" concordó con voz plana, sin emociones "Y dime, ¿có…"

Su pregunta nunca se concretó cuando las puertas sonaron al ser golpeadas desde el exterior "El Pez Negro está aquí. Quiere verte" dijo una voz masculina del otro lado. Catelyn la reconoció como uno de los guardias plantados afuera de su puerta.

"Que pase" declaró, al tiempo que se enderezaba en su asiento sin pensar "Tío" saludó cuando el hermano de su padre cruzó a zancadas. La armadura y la espada eran habituales. No lo era la mirada ansiosa en su rostro.

"Joven Poole" saludó con rapidez el Pez Negro, dando una breve inclinación hacia la muchacha. Sin esperar a que Jeyne respondiera, la miró ahora "Cat, llegó esto" dijo, y sin más, sacó una pequeña bolsa de cuero tejido y la extendió hacia ella.

Sus ojos se abrieron, interesada de inmediato "Jeyne, ¿puedes dejarnos a solas? Por favor" dijo formalmente.

"Por supuesto, mi señora" dijo la niña, recordando también sus formalidades. Con una reverencia, salió de la habitación y cerró la puerta detrás de ella.

En cuánto estuvieron solos, su tío colocó la pequeña bolsa en la mesa. Catelyn contempló el objeto de color azul con un halcón y una luna blancos bordados de manera exquisita en él y lo abrió. Dentro, había tres sobres sellados: el que llevaba escrito "Ser Brynden Tully" fue a manos de su tío, mientras que ella cogió el que llevaba escrito el nombre de Jon. El solo hecho de ver desde el primer momento el nombre "Jon Nieve" la impulsó a abrirlo e ignorar la carta más pequeña que se anidaba al fondo.

A Jon Nieve

Ha llegado a nuestros oídos vuestra campaña a través del Norte. Mientras que algunos de nosotros reconocemos vuestro mérito al hacer justicia a la memoria de vuestro hermano, el Rey en el Norte Robb Stark, nos horrorizamos al escuchar las historias y rumores que circundan en torno a la misma. Se habla de amenazas a los banderizos de la Casa Stark, el asesinato de mujeres y niños, el saqueo de castillos, las alianzas con salvajes, la traición a la Guardia de la Noche, y otros actos que han preocupado profundamente a los honorables caballeros del Valle.

Es por todo esto, y conmovidos por las palabras de Lady Sansa Stark, la hija de vuestro padre con su legítima esposa, Lady Catelyn, que hemos tomado la siguiente determinación.

Demandamos un paso seguro a través de tierras norteñas hasta Invernalia, dónde nos ha llegado la palabra que moráis, en compañías menos que deseables, y dónde conserváis a Lady Catelyn Stark, la viuda de vuestro padre, madre de Lady Sansa, hermana de Lady Lysa Arryn, y tía de nuestro legítimo y honorable señor, Robert Arryn. Es nuestro deseo hablar con la dama en cuestión y discutir una serie de cuestiones directamente relacionadas con el Norte, firme aliado del Valle en la Rebelión de Robert y en la Rebelión de Balon Greyjoy.

Esperamos una pronta respuesta a nuestra justa demanda.

Lady Lysa Arryn, Dama Regente del Valle para su hijo, Lord Robert Arryn

Lord Petyr Baelish, Lord Protector del Valle para Lord Robert Arryn

Lord Yohn Royce, Señor de Piedra de las Runas

Lord Horton Redfort, Señor de Fuerterojo

Lady Anya Waynwood, Señora de Roble Viejo

Lord Lyonel Corbary, Señor de Hogar

Lord Gerold Grafton, Señor de Puerta Gaviota

Sintió una marea de emociones diferentes en su interior, todas luchando por el dominio. Sin embargo, esa lucha se vio interrumpida de manera absoluta por la risa ronca de su tío.

Catelyn miró y vio una sonrisa genuina en el rostro hosco del Pez Negro, un espectáculo escaso por sí mismo. Los ojos del hermano de su padre brillaban con orgullo y ferocidad, la sonrisa en su rostro goteando orgullo. Sin prestarle atención, asintió a la carta como si estuviera viendo en ella exactamente lo que esperaba, como si el fruto de sus ilusiones se volviera realidad con total precisión.

"Es mejor de lo que pensaba" dijo su tío, enfocando su mirada en ella con una sonrisa "Tu hija está con ellos y tienen la intención de venir al Norte con ella. Solo se animarán más ahora que él no está aquí" su tío no pronunció el nombre de Jon. Catelyn dudaba que lo hiciera por simpatía.

"No parecen saberlo" dijo, al tiempo que alzaba la carta "Está dirigida a Jon. Demandan un paso seguro hasta Invernalia. Quieren hablar conmigo y discutir el futuro del Norte con él"

"Vendrán con o sin consentimiento" advirtió su tío "Cuando los señores del Valle deciden algo, no tienden a cambiar de opinión" esa declaración no consoló a Catelyn.

"Tendrán un consentimiento, pero no de Jon. De mí" respondió. Tendría que hablar con Ygritte de esto, pero ambas, junto con Jon, ya habían establecido que era un precio que pagarían si le devolvía a Sansa.

La mirada de su tío se suavizo, el ardor reemplazado por la candidez que le había mostrado tan a menudo, desde que era niña "Me alegra que veas la razón, Cat" dijo, una sonrisa más sincera en su rostro.

"Lo único que veo es un camino que llevará a mi hija devuelta a su hogar y a mis brazos" pensó ella, al tiempo que dejaba la carta en la mesa "¿Pero a qué riesgo?" llevar hombres que no eran sus aliados, y que parecían sentir una clara aversión hacia Jon, al corazón del Norte no era algo que le agradara.

Pero tenían a su hija, y bailaría a su melodía si eso significaba poder recuperarla.

Con un suspiro, tomó la última carta, más pequeña, y la desplegó. Su corazón empezó a latir más rápido al contemplar esa caligrafía. La recordaba; llevaba años sin verla, pero la recordaba.

Madre

No tengo palabras para expresar lo que siento, pero lo intentaré.

Estoy tan feliz…..muy feliz...imposiblemente feliz, de saber que aún estás aquí. Viva. No puedes saber cuánto.

Luego de lo de Robb, pensé que también estabas perdida. Nada me dio tanto placer en esta vida, y nada lo hará, como saber que no es así. Ninguna alegría podría compararse con esta.

Te extraño. Extraño mostrarte mis costuras. Extraño tus lecciones. Extraño que peines mi cabello antes de dormir. Extraño tu voz, extraño tus caricias, extraño estar a tu lado. Extraño todo, toda mi vida antes de que pasaran las cosas. Quiero volver contigo. Quiero abrazarte y que me abraces, quiero perderme en tu abrazo….quiero llorar. Llorar por padre, y por Robb, y por Bran, y por el bebé Rickon. Quiero llorarlos contigo. Nunca pude hacerlo….nunca me dejaron hacerlo, pero quiero hacerlo. Siempre quise hacerlo. Lo haré, lo prometo, pero cuando esté a tu lado.

Iré a ti pronto madre, y hasta que haya separado la distancia que hay entre nosotras, estarás siempre en mis pensamientos.

Tu hija, que te ama mucho. Muchísimo.

Sansa

No se había dado cuenta de que las lágrimas amenazaban con ocultar su visión. Apretó la carta contra su pecho con fuerza, intentando agarrar algo de la calidez que había pasado por ella cuando la mano de su hija la rozó. Cerró los ojos, pero las lágrimas siguieron cayendo. Parecían interminables.

Pero la sonrisa en su rostro no podía ser más verdadera. Ni más feliz.

Sansa estaba viva. Estaba viva.

"Mi niña. Mi hija" pensó, eufórica, mientras las lágrimas seguían saliendo "¡Mi pequeña está viva!"

Y eso es todo por ahora. Bien, una vez más, les pido perdón por el retraso, prometo intentar actualizar más a menudo.

Un saludo a todos y muchas bendiciones.