*Capítulo vuelto a subir*

Hola a quien aún de una vuelta de tanto en tanto por aquí. Bien, solo paso a decirles que este capítulo será subido de nuevo, debido a varias correcciones que necesitaban ser hechas. Especialmente en el POV de Sansa.

Espero que lo disfruten. En caso de que alguien lo pensó, le quitó la idea desde ahora: la historia NO será abandonada. Concedo que durante mucho tiempo no hubo noticias mías (y por eso les ofrezco mi más sinceras disculpas) pero tengo la intención de darle un cierre a esto, y de hecho los últimos días mi inspiración (que estuvo más ausente que la honestidad en una campaña política) ha vuelto lentamente. Lentamente, pero ya es algo. Ojalá la cosa vuelva a ser como antes: un capítulo por semana. Créanme, lo quiero tanto como uds.

Disclaimer: todo lo que puedan reconocer pertenece a G.R.R. Martín. Yo solo lo uso para entretenerme y tratar de entretener a otros.

Jon

"Howland Reed. Espera con ansias conocer a su Rey" informó el lacustre que lo esperaba en medio del camino.

Jon no dejó que su rostro traicionara el incremento de los latidos de su corazón; estaba satisfecho con las noticias traídas por el mensajero ante él. Pensó un momento antes de dirigirse a su Guardia Personal, que estaba a su alrededor.

"Rickard, Alysanne, venid conmigo. Los demás, avisad que habrá un breve descanso, pero que no se pongan cómodos. Partiremos pronto"

Un momento después de acabar de hablar espoleó a su caballo, empezando un trote siguiendo el sendero, seguido por los herederos de Mormont y Liddle. A través de las leves nieblas que persistían al mediodía, no tardó en empezar un viaje firme y constante, en búsqueda del señor de Atalaya de Aguasgrises.

No tuvo que esperar mucho. Distinguió las siluetas a través de la niebla, y un momento más tarde éstas se partieron y lo dejaron frente a un grupo de cerca de una docena de lacustres, encabezados por quién solo podía ser Lord Howland Reed.

Jon miró al hombre con atención, contemplando sus ropas simples, sus botas cubiertas con el lodo del cuello, la espada corta y la cerbatana que llevaba en su cinturón de piel ¿verde?, la capa que llevaba abrochada por debajo del cuello con un broche en forma de lagarto-león. Se detuvo especialmente en sus ojos verdes, que lo miraban con una intensidad que era casi abrumadora.

Estaba tan interesado en el señor, que apenas notó a su compañía. Los otros lacustres se habían agrupado detrás de Reed de manera desordenada, con la excepción de dos, que estaban a varios pasos de distancia. Jon no les prestó más atención que la necesaria para preguntarse por quién era el hombre arrodillado y encapuchado entre ambos, el cual temblaba tanto que Jon podía notarlo a la perfección aún desde la distancia. Había también dos hombres con capuchas de las que escapaban largas y enmarañadas barbas, no muy lejos del prisionero. Ambos parecían montar guardia asimismo, pero no estaba seguro de que guardaban.

Cuando desmontó de su caballo, Lord Howland se adelantó, y dejando atrás a los demás, lacustres, avanzó hasta estar ante él. Y antes de que Jon pudiera hacer o decir nada, el señor lacustre hincó una rodilla en la tierra blanda del camino y habló.

"Os juro, Rey de tantos, mi Rey, la lealtad de Aguasgrises" dijo en voz solemne "Tierra, corazón y cosecha os entrego. A vuestras órdenes están mis espadas, lanzas y flechas. Apiadaos de mis enfermos, impartid justicia para todos, y jamás os fallaré" los ojos de Reed no se apartaban de los suyos, y rebosaban sinceridad "Lo juro por la tierra y el agua. Lo juro por el bronce y el hierro. Lo juro por el hielo y el fuego" concluyó, sin rastro de vacilación.

Jon se había jurado que nunca confiaría en nadie explícitamente. Lo que había pasado con su padre y hermanos, lo que casi había pasado con sus mujeres y su hija, lo que podría pasar con la supuesta aparición de Sansa, todo lo había vuelto desconfiado.

Pero Reed era la primera persona que, desde hace mucho tiempo, lo había hecho vacilar de semejante juramento.

"Y yo os prometo que siempre tendréis un lugar en mi mesa, enfrente de mi chimenea" solo atinó a decir en un primer momento. Respiró hondo y se recompuso "Ahora levantaos, Lord Reed, y levantaos como un hombre del Rey"

En cuánto el señor se puso en pie, Jon retomó el hilo de sus pensamientos.

"¿Qué es eso que guardan con tanto celo aquellos hombres?" preguntó, haciendo un gesto a las figuras cubiertas con capuchas.

Howland Reed hizo un gesto con la mano para que ambos hombres se aproximaran. A medida que se acercaban, Jon notó que llevaban una caja de madera en medio de ambos. La caja, o más bien cofre dado su tamaño, tenía dos asas que eran sujetada cada una por una mano. Al llegar ante él, Jon creyó percibir un escalofrío en uno de los hombres antes de que, a la vez, se descubrieran.

Al ver esos rostros, Jon se sintió transportado al pasado, a recuerdos de una vida diferente, y luego a otros recuerdos de su vida actual, y de Catelyn contándole algo que hizo durante su tiempo en el sur.

"Alyn, Porter" saludó a ambos hombres, viendo más allá de sus rostros demacrados y ojos cansados el mismo reconocimiento, y no pudiendo evitar algo de dicha por ver a ambos guardias, antiguos miembros de la Casa Stark "Es bueno veros" reconoció.

"Igualmente, Alteza" dijo Alyn, resuelto a pesar de los hombros bajos. No vaciló a la hora de pronunciar su título "Traemos…."

"Lo sé" interrumpió Jon, no queriendo que lo dijera. Ya bastante malo sería decirlo una vez más "Lady Catelyn me dijo del encargo que os había dado"

"Nos enteramos que sobrevivió" murmuró Porter "Fue bueno saberlo"

"Sois los únicos que quedan, ¿no?" preguntó. La mueca de dolor en el rostro de Alyn fue suficiente respuesta "¿Qué ocurrió con los demás?" Catelyn había enviado una treintena de hombres como guardia.

"Freys, Dustins y bandidos" se limitó a decir Porter, con voz apagada.

"¿Dustins?" preguntó, enarcando una ceja.

"Al parecer, Lady Barbrey tiene un interés especial por ellos" intervino Lord Reed, haciendo un gesto con la cabeza hacia el cofre "Los quiere como juguetes para sus perros" no había desaprobación en su voz; había abierto odio.

"Sobre mi cadáver" pensó Jon, sintiendo su ira hacia la Viuda de Fuerte Túmulo crecer todavía más. Miró por encima del hombro y enfocó sus ojos en Rickard Liddle "Ve e informa a los señores del Norte que los restos de Lord Eddard están aquí. Aquellos que deseen presentar sus respetos, pueden venir y hacerlo" con un movimiento de cabeza, su Guardia volvió a su caballo y galopó lejos de él "Lord Reed, una palabra. A solas" con esas últimas palabras miró a Porter y Alyn, que retrocedieron un paso.

Jon se alejó de los guardias y los restos de su padre, encaminándose hasta la figura arrodillada. Cualquier cosa era mejor que estar cerca de ese cofre y su contenido. Reed lo alcanzó en el momento en que quitó la capucha, revelando unos rasgos con los que ya estaba familiarizado.

"Frey" saludó al hombre, quién se encogió al verlo, y Jon no se negaría que disfrutó viendo el temor en sus ojos "Tu nombre" demandó, y casi rió con la rapidez de la respuesta.

"Merrett" escupió, viéndose aterrado "Mi padre…"

"Es un cadáver que todavía respira" lo interrumpió Jon "¿Por qué lo dejasteis vivo hasta ahora?" preguntó a Reed, curioso. Los lacustres no gustaban de los Freys.

"Valgo un buen rescate…" las palabras del Frey se congelaron cuando uno de los lacustres que lo guardaban desenvainó un cuchillo y se lo colocó contra el cuello de pollo.

Jon alzó la mano hacia el lacustre, indicándole que no lo matara….aún "Cuando no te hable directamente, Frey, mantén tu asquerosa boca cerrada" el Frey no cerró la boca del todo, pero tomó la sensata decisión de no hablar más. O tal vez estaba demasiado aterrado para hacerlo "Y respecto al rescate, para eso tendría que ser tan tonto como tú, para creer que tal negociación podría tener lugar. Lo único que negociaré con tu padre será el orden en que iré matando a todos los miembros de su familia" le informó.

Lord Reed no parecía afectado en lo más mínimo por las palabras que dijo. Uno de los lacustres incluso sonrió con maldad al escuchar el destino que aguardaba a los Frey.

"Volviendo a la pregunta, mi señor…." Habló Jon tras un momento, dejando de hablar para dar lugar a Lord Howland.

Lord Reed asintió antes de hablar "Ser Merrett aquí presente tuvo la generosidad de develarnos cierta información tras algo de…..…persuasión por parte de mi gente. Información de la que creo que ya estáis al tanto, Alteza"

"Oh" pensó Jon, al tiempo que alzaba una ceja. Así que la mierda ante él era la fuente de información con que Lord Reed lo agració al enviar a sus hombres con el Pez Negro "Eso cambia las cosas"

"Gracias, Frey" le dijo, sincero "Normalmente, ahora me desharía de ti. Pero estoy en deuda contigo, y por eso te voy a dar una oportunidad de librarte. No librarte gracias a tu padre, al que no le confiaría ni el estiércol de mi caballo. No por tus hermanos, a los que arrojaría a los lagartos león que moran en estas tierras sin parpadear. A ti, y solo a ti" le dejó en claro, viendo como el hombre tragaba saliva, nervioso "Así que pregunto, y piensa bien antes de responder, ¿qué más puedes darme ahora? ¿Qué tienes vivo que yo no pueda arrancar de tu cadáver?"

"Yo….yo….." el hombre se cagó encima, figurativamente, antes de poder responder algo "Puedo….puedo…..¡puedo deciros el número de fuerzas que mi padre tiene en el campo de batalla!" ofreció.

"2.000 hombres" respondió Jon, sin sorprenderse. La desolación y el horror del Frey ante él fueron algo que saboreó "Le arranqué la información a otro Frey, Aenys, antes de dejar que le cortaran la cabeza" explicó a un curioso Lord Reed. El lacustre asintió en comprensión y Jon volvió a la mierda "¿Algo más?" preguntó.

"Eh…..yo…..pues…..¡Los más leales a mi padre son…"

"Walder el Negro y Walder el Bastardo" interrumpió Jon "Otra cortesía de Aenys. Por cierto, ¿es verdad que matasteis a un hijo de Walder el Bastardo?" le preguntó a Lord Reed.

"Así es, Alteza. Fue una emboscada; Ser Brynden y Lyra Mormont se encargaron de ello" reconoció Howland.

"Tengo que felicitar a la chica la próxima vez que hable con ella" comentó Jon "Bien, Frey, te propuse una chance, y te di dos. Solo hiciste que perdiera mi tiempo" desenvainó a Hermana Oscura e hizo un gesto a los lacustres. Ambos hombres inclinaron al Frey balbuceante y lloroso y expusieron su nuca. Jon preparó su golpe….

"¡Catelyn Stark!" el chillido de Merret detuvo a Jon de descargar la espada "¡Lady Catelyn Stark!¡Os diré algo de ella si me perdonáis!" las palabras apenas fueron entendibles en medio de los sollozos de la comadreja.

¿Se congeló por un momento al escuchar el nombre de su amada? ¿Dejó que su rostro o alguna parte de su cuerpo lo delataran? Jon esperaría que no, pero eso sería más tarde. Ahora, todo lo que pudo pensar fue en que una mierda de Frey no tenía derecho a pronunciar el nombre de la mujer que amaba; eso solo lo dejó listo para partir a Merrett Frey a la mitad.

Aun así, y tras meditar por largos momentos, Jon bajó la espada. Hizo un gesto a los lacustres y ambos devolvieron al Frey a la posición anterior. Uno de ellos lo cogió del cabello sucio y lo forzó a levantar el rostro, para que Jon pudiera verlo.

Con un movimiento de muñeca, colocó la punta de su espada contra el cuello tembloroso del Frey "Si no me dices algo que valga la pena, te cortaré los pies y te arrojaré vivo a los lagartos león. Escuché que les fascina el aroma de la sangre; que los hace más violentos"

Con la humedad en su entrepierna creciendo rápidamente, junto con un silbido ahogado, Merrett Frey empezó a hablar "El….El plan no era m….matarla en la boda…..en la boda de su hermano. Había que….que capturarla. Viva. Eso dijo mi…..mi padre. Viva e ilesa, e….e…so…..so era"

Jon parpadeó, confundido. ¿Por qué querrían capturar los Frey a Catelyn? Tendrían a su hermano, que era mucho más importante, casado y aprisionado. ¿De qué les valía Catelyn? ¿Era por el cariño que le tenía el Pez Negro? ¿Pensaban usarla para forzar a Brynden Tully a rendir Aguasdulces? ¿O acaso…

"¿Cómo te enteraste?" preguntó. No cuestionó la veracidad de lo que decía la escoria ante él; alguien tan asustado encontraría imposible pensar una mentira, y menos aún llevarla a cabo.

"Es…...es…escuché….a sus espaldas" dijo el Frey, en voz tan baja que Jon luchó por oírlo "No se suponía que…..no debía…."

"¿Para que la querían prisionera? Ya tenían a su hermano, el Señor de Aguasdulces" señaló Jon, apretando el agarre en la espada y apenas moviéndola; el acero valyrio abriendo la piel del cerdo y derramando algunas gotas de sangre "Me parece que me estás mintiendo Frey" sugirió, y la reacción fue justo la que esperaba.

"¡No! ¡No! ¡Lo juro! ¡Por el Padre, lo juro!" para sorpresa de Jon, el Frey logró decir varias palabras sin tartamudear como un estúpido "Alguien…alguien la quería con vida. Valía mucho, es lo que mi padre dijo. Nos habrían dado su peso en oro por su vida. Lo aseguro; es la verdad"

Buscó con mucha intensidad cualquier señal de duda o mentira en los ojos de Merrett; no fue hasta que no encontró ninguna de esas cosas que habló "Muy bien, Ser Frey. Tomaré vuestra palabra" Jon dijo, lentamente, su rostro inescrutable.

Por un momento, Ser Frey elevó las comisuras de su boca ancha un ápice; al siguiente, su rostro se tensó y sus ojos se abrieron. Su cuello regaba sangre por toda su ropa y hasta el suelo, fruto de un corte pequeño y preciso de Hermana Oscura sobre la vena principal.

Los lacustres soltaron a su prisionero. Jon observó en silencio mientras el hombre de Los Gemelos intentaba taparse la herida con una mano sucia y carnosa; la sangre la tiñó de rojo en instantes. Al poco tiempo, luego de mirarlo con ojos llenos de incredulidad y temor, Frey golpeaba el suelo con un golpe sordo mientras la sangre formaba un charco que rozaba las botas de Jon y los lacustres.

"Es una pena que Ser Merrett no dijera nada; fue un prisionero muy poco cooperativo, ¿no, mi señor?" proclamó Jon, mirando a Howland Reed y viendo el momento en que la comprensión lo alcanzaba.

"Si, Alteza. Igual que en las mazmorras de mi castillo, no dijo nada" replicó el señor. Los otros lacustres, más silenciosos, asintieron igualmente.

"Tirad eso a las bestias" dijo Jon a los guardias lacustres, que no tardaron en arrastrar entre ambos al Frey muerto "Y ahora, mi señor, ¿estáis listo para vuestra parte en una victoria más para el Norte?" dijo, volviéndose y hablando a Reed solo cuando sus hombres se hubieran alejado lo suficiente.

Howland Reed sonrió "¿Qué deseáis de mí, Mi Rey?"

Tormund Matagigantes

Cuando vio a ese montañés, Liddle, que pasaba cabalgando por el borde del camino, sintió curiosidad. No tardó ver a los señores de los arrodillados empezaron a cruzar a su lado, todos acompañados por pequeños grupos de sus hombres.

"Esperen aquí" le dijo a Torwynd y a Ryk, ambos asintiendo antes de que sacara a su caballo de la columna y avanzara, siguiendo a los señores arrodillados.

No se esperaba lo que encontró al final del camino. Los norteños, todos ellos, se turnaban para inclinarse y dar algunas palabras en voz baja….a un cofre de madera vigilado por dos hombres.

Los arrodillados sí que eran extraños.

Tras ver como tres hombres seguidos se arrodillaban ante el cofre, uno de ellos apenas rozándolo con las puntas de los dedos como si fuera un niño recién nacido, no resistió más. Golpeó a un norteño en el hombro y le preguntó que rayos era lo que había en ese cofre.

"Los restos de Lord Eddard Stark" respondió el hombre en voz baja. Al ver que su confusión no disminuía, aclaró "El padre del Rey"

Ah, así que por eso les importaba tanto. Había oído del tal Eddard Stark, el padre de Jon. No debía ser muy listo, a juzgar por que terminó muerto. ¿Esos hombres que ahora lloraban sobre sus huesos rieron con él cuando vivió? ¿Se alegraron con él por sus victorias, y lamentaron su muerte?

No tenía manera de saberlo.

Cuando finalmente los hombres (y las mujeres osas) terminaron de saludar al muerto, la palabra corrió, por medio de los Guardias Personales de Jon, y volvieron a sus lugares antes de continuar la marcha.

Por delante, en un punto en que el camino se elevaba varios metros, dando una mirada más completa de los alrededores, encontró una visión que era extraña: no un cadáver siendo devorado por varios lagartos leones (incluso él se estremecía al ver esos grandes dientes desgarrando la carne como si fuera lana) sino que Jon estaba parado al borde del abismo, su mirada pérdida y sus pensamientos tan evidentes que podría cortarlos con su espada.

Y luego, cuando cruzaba lo bastante cerca de él para estar seguro de que no lo estaba imaginando, las comisuras de su boca se elevaron una milésima. No con alegría, ni con satisfacción. Con realización, como si al fin comprendiera algo.

Pero, ¿qué?

Bran

Bran estaba aterrado. Estaban rodeados de salvajes. ¿Y si los mataban? ¿Podrían hacerlo? Una realización preocupante llenó su cabeza: ¿Qué les impedía hacerlo?

"Revísenlos" ordenó una voz, y Bran fue esculcado por un par de manos arrugadas que se retiraron satisfechas al no encontrar nada encima.

El problema vino con Meera, que no se resistió cuando le quitaron un cuchillo que llevaba oculto en la bota, pero que cuando las manos del hombre de aspecto malicioso empezaron a subir por sus piernas con lentitud, lo apartó de una patada. Eso le ganó un agarre más fuerte de los dos que la sostenían por los brazos, pero ninguna otra consecuencia.

"¿Tienes algo metido entre las piernas?" replicó el hombre tras levantarse "Debería revisar para asegurarme"

"Inténtalo y perderás lo que tienes entre las tuyas" le replicó Meera, con una voz tan fría que casi hacia olvidar lo peligroso que era desafiar a las personas que en esos momentos tenían sus vidas en sus manos.

El hombre se enfureció, pero antes de que arremetiera contra Meera, alguien más intervino.

"No creo que la chica guarde un cuchillo en ese lugar, y además hay cosas más importantes"

"Ya lo creo" habló otro salvaje, de cabello encanecido y que en ese momento se movía a gatas, como un perro. Se inclinó y observó algo antes de pararse y dirigirse hacia él "Un buen inicio podría ser que dijeras quién estaba aquí con ustedes dos" le informó con el ceño fruncido.

Bran tragó, intimidado. El hombre era alto como una torre a su lado, acostado aún y vigilado por otro hombre con un cuchillo. Aun así, logró dejar salir un "¿A qué te refieres?" con calma mal disfrazada.

El hombre se inclinó de nuevo, hasta quedar de cuclillas frente a él. Así de cerca, notó una cicatriz que le corría desde la oreja hasta la comisura de la boca. Y el salvaje también lo notó.

"Bonita, ¿verdad?" dijo en un murmullo sarcástico "¿Te gustaría que te hiciera una igual?" debió percibir su miedo, porque lo cogió de la ropa y lo acercó a él "Entonces habla de una maldita vez y responde la maldita pregunta" estaban tan cerca que notó el aliento rancio del salvaje, pero ninguna palabra salió de su boca.

"Unos amigos nos llevaban al sur. Debemos llegar a un lugar importante" se metió Meera con rapidez. Tal vez, como él, no veía otra manera de aliviar su situación.

"¿A qué lugar importante?" replicó el hombre, sin apartar los ojos de Bran ni aflojar su agarre sobre él.

"Suéltalo y te lo diré" contestó Meera, y si Bran hubiera sido capaz, habría tragado, aterrado de la ira que vio en los ojos de su captor. Por fin, el hombre soltó lentamente a Bran y se incorporó a toda su altura. Con ese rostro lleno de promesas nada agradables, se veía aún más colosal a su lado.

"¿A qué lugar importante?" repitió, y algo en su tono decía que si le mentían o no respondían directamente, pasaría algo muy malo.

"Invernalia. Vamos a Invernalia"

Sansa

Había pasado mucho tiempo desde que tuvo motivos para poder sonreír así. Y tampoco había estado tan segura de que no debía hacerlo. Lord Baelish mantenía sus ojos en ella, aun pretendiendo que hablaba con Ser Lothor y varios otros caballeros. No mucho más lejos Lyn Corbray, conocido por su irritabilidad, una espada de acero valyrio y una habilidad mortal con ella en la mano, también estaba alerta.

A su alrededor, los gritos de hombres de un lugar a otro llenaban el aire. Cientos de figuras se movían a su alrededor, subiendo caballos, provisiones, ropas, todo lo necesario para el viaje que pronto realizarían. Todas las casas que habían jurado protegerla estaban representadas allí; Lord Royce y Hunter de manera directa, mientras que los hijos de Anya Waynwood y Horton Redfort representarían a su madre y padre respectivamente en su protección.

Aproximadamente doscientos guerreros la escoltarían, de los cuáles unos veinte eran caballeros y el resto hombres de armas, además de cerca de un centenar de sirvientes y otras personas que sabían mucho menos del arte de la guerra. Sansa era sin duda la más inexperta en tales temas, con la sola excepción de su tía. Quizás.

Que Lysa Arryn viniera no le sentó bien a ella, y tampoco a muchos otros. Después de subir a su barco (que estaba junto al de Sansa en los muelles) y encerrarse en su camarote, Lysa no había salido, pero desde dónde estaba Sansa podía ver a múltiples sirvientes bajando y subiendo a la cubierta, con rostros que mezclaban miedo, impaciencia y hasta cierto enfado.

Pero a pesar de todo, no le importaba. No le importaba la compañía que iba con ella, ni siquiera le preocupaba la idea de estar siempre vigilada, bien fuera por Lord Baelish, los señores o por ambos.

Cuándo la flota estuviera preparada, partirían con la próxima marea alta. Su destino era Puerto Blanco, y para Sansa sería la primera vez que estaría en tierras del Norte. De allí, un viaje sería todo lo que la separaría de Invernalia. Invernalia, y su madre.

"Espera, madre. Ya voy. Ya voy"

Catelyn

Cuando le informaron que un puñado de jinetes ondeando estandartes blancos por encima de la cabeza de caballo que era el emblema de los Ryswell se acercaba al galope al castillo, Catelyn se preguntó brevemente si se debía al ejército de Glover, que debería estar cerca de sus tierras en esos momentos.

En cualquier caso, ordenó que alguien le avisara a Ygritte y que prepararan a su gente a las puertas para demostrar poder.

Y ciertamente debía ser una vista poderosa para los Ryswell al llegar; sus 20 jinetes estaban sucios y cansados por un viaje largo, y los estandartes colgaban ahora flojos. No debía ser una vista alentadora ver a 500 hombres, la mitad de la guarnición, esperándolos, escudo contras escudo y sujetando una variedad de armas con expresiones dirigidas a los Ryswell que dejaban en claro que consideraban con mucha seriedad usarlas en ellos.

No era un hombre el que iba al frente de los recién llegados, sino una mujer. Lady Serena Ryswell era una mujer mayor que ella por al menos 15 años, pero no carecía aún de cierta belleza, a pesar del cabello encanecido y las arrugas que había en sus mejillas, las cuales solo se incrementaban con la preocupación que claramente padecía.

Al mismo tiempo que los recién llegados desmontaban, Ygritte llegó a su lado, cargando a Minisa con una mano y manteniendo la otra cerca del cuchillo en su cadera.

A pesar de la seriedad de la situación, Catelyn no pudo evitar devolver la sonrisa que la niña le dio desde el seguro agarre de su madre. Pero no tardó en borrarla cuando Serena Ryswell cayó de rodillas en el suelo helado del patio, seguida por todos los que la acompañaban.

El silencio se extendió, con todos los rostros mortalmente serios. Pero ninguno como el de ella misma, del que se aseguró de borrar toda expresión mientras miraba a las personas arrodilladas ante ellos, y especialmente a Lady Ryswell, que se negó a encontrar sus ojos con los de nadie más.

"Lady Catel….." empezó la mujer, pero fue interrumpida.

"Alzad la vista y mirad a los ojos cuando habléis, mi señora" espetó, su cordialidad apenas presente en su tono "Y no soy yo a quién deberías dirigiros primero" con un gesto de su cabeza en dirección a Ygritte concluyó con un "Debéis saber quién es ella"

La mujer arrodillada tragó "A-Alteza" empezó de nuevo, mirando a Ygritte "Vengo ante vos a rogar piedad, por mí y los míos"

Los ojos de Ygritte eran tan fríos como el invierno "No lo dudo. ¿Qué tanto la deseáis? La piedad" Incluso Minisa había dejado de sonreír al escuchar la frialdad de su madre, a quien miraba con los ojos bien abiertos.

"Más que nada, Alteza. Es lo único que pido: piedad" el temblor en la voz de la dama estaba bien oculto, pero no lo suficiente.

Ygritte apretó los labios por un largo momento antes de hablar "En pie. Todos" su voz fue rápida como un latigazo. Mientras Lady Serena y sus acompañantes obedecían, entregó a Minisa en los brazos de alguien más y besó a la niña en la frente antes de volver a hablar "Venga conmigo" ordenó, señalando a Lady Ryswell "Ustedes también" dijo, señalando a las 3 damas, las únicas que habían venido con la mujer Ryswell, todas de noble cuna por su apariencia "Tú también" le dijo ahora a ella "Los demás, esperad aquí"

"Pero…." El hombre que parecía a cargo del pequeño grupo de guardias Ryswell dio un paso adelante, pero ante la mirada fulminante de Ygritte se retiró como un perro pateado.

El camino transcurrió en silencio, con ella e Ygritte abriendo la marcha, Lady Ryswell y sus damas en el medio y seis mujeres de las lanzas a manera de guardia cerrando el grupo.

Una vez dentro del solar de Jon, Ygritte empezó, directa como siempre.

"Vuestra familia traicionó a la Casa Stark, se alió con sus enemigos, los ayudó a robar Invernalia y su dominio en estas tierras, y luego prestó apoyo para que intentaran retener lo robado" enumeró la madre de Minisa, mirando a la mujer directo a los ojos "No, no hable hasta que haya terminado" cortó a Lady Serena antes de que pudiera pronunciar un sonido "Rodrik Ryswell además retuvo intencionalmente una cantidad significativa de sus tropas cuando el rey Robb llamó a sus estandartes, y eso es también un crimen muy serio a los ojos del Rey Jon"

Y a sus ojos y de Ygritte, aunque eso no se mencionó.

Una de las acompañantes de Lady Ryswell junto sus manos frente a sí para ocultar el temblor de las mismas.

"No negaré los errores de mi esposo y de mis parientes. Prestar apoyo a los Bolton no es algo que se pueda olvidar" empezó Lady Ryswell con cuidado "Pero no tengo conocimiento alguno de que se retuviera intencionalmente a las fuerzas de la Casa Ryswell cuando el Rey Robb llamó a los estandartes. La Casa Ryswell respondió a la llamada de Invernalia con lealtad, como siempre hasta entonces" refutó, con voz suave, pero decidida.

No tenía medio de saber si Lady Serena Ryswell decía la verdad o mentía para poder aliviar lo más posible las consecuencias para su familia, pero si tenía el medio de romper su débil defensa, y eso hizo.

"Seguramente reconocéis la letra de vuestro marido" con esas palabras, rodeó el escritorio y sacó uno de los pergaminos que Jon les había dejado, justamente para este tipo de situaciones. Se lo entregó a Lady Ryswell y dio un paso atrás. La palidez y los ojos abiertos de la mujer cuando empezó a leer el contenido fueron esperados "La gente del Rey encontró esa carta en Fuerte Terror: en ella vuestro marido acuerda con Roose Bolton retener deliberadamente la mejor parte de las tropas de los Ryswell, enviando en cambio una buena cantidad de viejos entre las fuerzas que si enviaría a sumarse al ejército de mi hijo"

Lady Ryswell parecía a punto de desmayarse; una de sus damas tuvo que prestarle un hombro al que se aferró con una mano que parecía una garra. Ni Ygritte ni ella misma hicieron un esfuerzo por aliviar su pesar. Por fin, cuando se recuperó lo suficiente, la Dama de Los Riachuelos las miró con ojos que mezclaban dolor, temor y una rabia casi imperceptible, aunque no parecía dirigida a ellas.

"¿Mi esposo vive?" preguntó con una voz inusualmente calmada.

Catelyn observó que las damas que acompañaban a Lady Ryswell se mostraban ahora mucho más interesadas.

"Lo hace" confirmó Ygritte, sin alejar las manos del cinturón del que pendían las armas "Él y uno de sus primos. Rickard, creo recordar. Fueron los únicos prisioneros importantes de vuestra Casa"

Una de las damas con Lady Ryswell se cubrió la boca para ocultar unos sollozos imperceptibles. Nadie le prestó atención, no tras las palabras de Serena Ryswell.

"Quiero verlos. Especialmente a Rodrik" su voz era un reflejo de su nombre, pero sus ojos eran una tormenta "Aceptaré las disposiciones de la Casa Stark. Ambas sabemos que no tengo opción, Alteza" dijo, mirando a Ygritte a los ojos "Pero antes quisiera contemplar a mi esposo con mis propios ojos"

Ygritte la miró, preguntando en silencio que opinaba de ello. Catelyn lo meditó un momento antes de asentir. Una reunión de los cónyuges no cambiaba nada. Con unas palabras de la madre de Minisa, una de las mujeres de las lanzas salió de la habitación para buscar a los prisioneros. Mientras esperaban, una de las damas de Serena, la que había sollozado, se retiró a una esquina de la habitación. Otra inclinó la cabeza para ocultar su rostro. La última permaneció imperturbable, igual que su señora, Ygritte y la misma Catelyn.

Por fin, cuando la mujer de las lanzas volvió, precedía a 4 guardias que arrastraban a dos prisioneros entre ellos. Al colocarlos en la habitación, enfrentando a todas las damas, dos de éstas se arrojaron sobre ellos.

Pero mientras que una de las damas se aferró a las ropas de Rickard Ryswell y enterró su rostro en su cuello, la otra, Lady Serena, alzó la mano y abofeteó el rostro de su marido con tanta fuerza que los oídos de Catelyn zumbaron.

"¡Maldito imbécil!¡Idiota bastardo!" le espetó, y cuando Rodrik abrió la boca ella lo calló con otra bofetada, aún más fuerte "¡Nos han condenado a todos! ¡Has destruido a esta familia, a esta casa! ¡Maldito seas!"

Estaba atónita. A su lado, Ygritte mezclaba la sorpresa con alegría. Los guardias que sujetaban a Rodrik Ryswell apretaron el agarre en sus brazos para que no intentara cubrirse de los golpes propinados por su esposa, ambos hombres sonriendo con burla mientras los golpes y los insultos seguían lloviendo sobre el señor derrotado.

Por fin, cuando estaba a punto de intervenir, Ygritte lo hizo por ella. Bajo las órdenes de la madre de Minisa, la misma mujer de las lanzas que había ido a buscar a los prisioneros cogió por los hombros a Serena Ryswell y la apartó de su marido, el cuál exhibía unos largos arañazos y dos mejillas con sendas marcas rojas de dedos.

"Aunque vuestro marido cometió la estupidez más grande de su vida al luchar contra la Casa Stark y contra mi esposo" declaró Ygritte, con un rostro serio nuevamente "no ha condenado del todo a la Casa Ryswell" ante esas palabras, Lady Serena miró a su amor con un deje de esperanza en los ojos "Es decir, si aceptáis los términos del Rey Jon" concluyó, extendiendo la punta del hilo.

Punta que Lady Ryswell tiró de inmediato "¿Cuáles son los términos?"

"Primero lo primero. La Casa Ryswell renegará de todo juramento a los Bolton y al Trono de Hierro. Enviarán mensajes al sur y a las otras Casa del Norte, reafirmando su lealtad a Invernalia, juramento que daréis personalmente ante mí en nombre de mi esposo y que renovaréis ante él cuando vuelva al Norte" inició Ygritte, y la respuesta afirmativa no tardó en llegar.

"Segundo, la Casa Ryswell pagará un total de 500 libras de plata y 200 de oro a Invernalia por su rebelión, así como por retener a sus tropas ante la llamada de mi hijo" continuó Catelyn, observando el duro trago y la expresión marga en los rostros de los hombres Ryswell y las damas, la más importante de las cuáles suspiró con dolor antes de asentir nuevamente y murmurar un acuerdo.

"Tercero, la Casa Ryswell entregará dos vástagos de vuestra sangre a Invernalia en calidad de rehenes. Tengo entendido que tenéis un hijo menor y varios nietos, ¿no?" la mujer Ryswell asintió con pesar "Vuestro hijo vendrá aquí antes de ser entregado como pupilo al Último Hogar, y el mayor de vuestros nietos permanecerá como acompañante de Lady Catelyn" continuó Ygritte, ajena al obvio pesar en los ojos de sus receptores "En función de vuestros actos y los de ellos, la permanencia de los muchachos lejos de su hogar será alargada o acortada"

"Cuarto, la Casa Ryswell pagará un rescate por cada uno de los hombres que lucharon y fueron capturados peleando por su señor" continuó ella "El tiempo para pagar todos los rescates será de una luna a partir de hoy, y el incumplimiento de esto resultará en un incremento de una quinta parte del rescate"

"¿Cuánto?" preguntó Lady Ryswell con voz apagada.

"Cincuenta monedas por hombre" respondió.

"¡Eso es un ultraje!" espetó en ese momento Rodrik Ryswell, quién intentó dar un paso hacia ella solo para ser detenido con brutalidad por sus guardias.

Sintió la rabia crecer dentro de ella, pero antes de que pudiera dejarla salir, Ygritte se le adelantó.

"¡Si te parece intolerable, podemos solucionarlo, Ryswell!" escupió Ygritte con los dientes al descubiertos, como un lobo rabioso "Puedo cortar tu cabeza o enviarte al Muro, y así evitas verlo" ofreció con mordacidad.

"Acepto el pago por esos hombres" intervino en ese momento Lady Serena, antes de mirar a su esposo con una expresión que le decía a gritos que no hablara más.

"Y quinto" continuó Catelyn, antes de que empezara una discusión en toda regla "A la Casa Ryswell le serán confiscadas una porción de sus tierras por su alianza con la casa Bolton y en función a la gran proporción de tropas otorgadas a Roose Bolton, en claro detrimento de las aportadas a la Casa Stark durante la campaña de mi hijo Robb Stark y de las fuerzas para tratar de recuperar Invernalia luego de su caída ante los Hijos del Hierro" mientras hablaba, se levantó, cogió un pergamino enrollado en el que se veía el emblema de la Casa Ryswell y se lo entregó a Lady Serena.

El gemido de horror que escapó de la boca de la dama al abrir el pergamino hizo estremecer a las mujeres que habían venido con ella. Lady Serena las miró a Ygritte y a ella con los ojos llenos de horror, como buscando en ellas alguna señal de que estaban engañando o exagerando de alguna manera. Sin embargo, como ninguna de ellas flaqueó, la dama se derrumbó, sus hombros encorvados y sus ojos cerrados con fuerza, al tiempo que el pergamino caía al suelo.

Por unos largos momentos, nadie hizo nada. Dos de las damas de Lady Ryswell se acercaron a ella y trataron de consolarla. Estaba, y todos en verdad, tan preocupados por ella que no notaron que la tercera dama de compañía había tomado el pergamino hasta que este le fue arrebatado por un Rodrik Ryswell impaciente.

"¡No podéis hacer esto!" grito el hombre, arrugando el pergamino en una mano y mirando a Ygritte y ella con el más profundo odio "¡Son más de dos tercios de mis tierras!" intentó dar un paso hacia ellas, pero los guardias lo sujetaron. Ambos eran más jóvenes y fuertes que el señor, que llevaba meses mal alimentado y sufriendo las menores comodidades posibles.

"Siete décimas partes de ellas, para ser exactos" dijo Ygritte, con los ojos llenos de satisfacción ocultos en un rostro plácido como un estanque tranquilo.

"¡¿Quién os creéis que sois?!" gritó ahora el Señor de Los Riachuelos, tan furioso como impotente era en esos momentos.

"Las mujeres de confianza del Rey Jon, que te ha vencido a ti y a los tuyos" respondió Catelyn, manteniendo la compostura "Y las que, si lo consideran apropiado, pueden hacer las condiciones de la rendición todavía más duras" advirtió, sin parpadear.

Rodrik Ryswell estuvo a punto de tentar su suerte todavía más cuando abrió la boca, pero una voz suave, quebrada, se le adelantó.

"Aceptamos" dijo Lady Serena. Ajena al ruido de incredulidad de su esposo y de las damas que habían venido con ella, continuó "Como Dama Regente de la Casa Ryswell en ausencia de mi esposo" con el señor prisionero, correspondía a ella tomar la decisión. Y eso lo sabían todos "acepto todas las disposiciones hechas por la Casa Stark y el Rey Jon Stark para volver a la gracia del legítimo gobernante del Norte"

Y listo. Bien, ojala les haya gustado.

Estoy entrando en vacaciones, pero no esperen mucho de mí. Estoy (si Dios quiere) a punto de recibirme y conseguir mi título, y tengo la intención de usar este descanso para preparar todos mis exámenes que quedaran para el 2.023 para sacarlos a la primera oportunidad y terminar de una vez.

Como sea, si aún siguen aquí, les agradezco la fidelidad a esta historia y les mando un gran abrazo. Les deseo una Feliz Navidad y un próspero año Nuevo. No sé cómo les fue en este 2.022 que ya termina, pero espero que este 2.023 que está empezando sea 1.000 veces mejor.