Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo 4
Miré el omelet bañado en salsa cheddar acompañado por champiñones, era lo más apetitoso que había comido en días y mi estómago lo recibió con gusto.
― ¿Viste las fotos del niño?
Levanté mi vista. Desayunar con Elise en la misma casa de los Swan se estaba volviendo complicado, era vergonzoso estar hablando entre susurros para no ser escuchados por la abuela Marie quien estaba metida en la cocina.
― Es su sobrino ―susurré―. Es Andrew, hijo de su hermano Seth y su cuñada Bree.
Mi hija sonrió ampliamente. Le causaba emoción que supiera la verdad.
― Me alegro que lo supieras, pa. Pensé que estabas haciéndote ideas sobre el niño.
Puse los ojos en blanco.
― Elise, eres tú quién está llena de ideas.
― Seth fue de mis mejores amigos ―le comenté―. Me da gusto que ahora tenga una familia.
― ¿Por qué nunca volvieron a hablarse?
Encogí mis hombros.
― Seguimos nuestro camino. Cada uno viajó a una ciudad distinta, Seth vive en California con su familia y Bella en Hawaii.
Elise llevó un trozo de pastel de zanahoria a su boca y empezó a masticarlo lentamente mientras sus ojos verdes me miraban con mucha atención.
La conocía a la perfección y sabía que su mente estaba maquinando algo para hacer.
― Te sigue gustando Bella ¿verdad?
Sonreí tontamente. Era evidente que seguía siendo importante para mí, sino no podía explicarme lo preocupado que estaba por verla tomar medicamentos. Necesitaba hablarlo con ella y saber la razón de consumirlos.
― Me atrae, sí ―reconocí―. Solo que no somos unos adolescentes, ahora nuestras vidas cambiaron y para colmo vivimos en distintas ciudades. Además ―hablé más bajo― no sabemos si está con alguien.
― Puedo averiguar esa información.
― Prefiero que no lo hagas ―rezongué―. Elise, no es tan fácil como crees.
Desvié mi vista al ver que Bella entró con esa forma tan sutil de caminar y su elegancia para vestir, realmente me gustaba en la mujer que se había convertido y no es que antes no me gustara, solo que ahora tenía demasiada seguridad en ella. Tal vez era madurez y era lo que me atraía.
― ¡Buenos días, Bella! ―Elise me ignoró para centrarse en Bella que había llegado al comedor―. ¿Te quedaste dormida?
― Hola, Bella ―saludé con la voz más estúpida que podía tener en estos momentos que estaba afónico.
― Hola, buenos días ―respondió tan alegre que reí con ella―. No, fui a abrir la pastelería, me despierto muy temprano para que el día me rinda. ¿Cómo durmieron ustedes?
― Yo bien ―dijo Elise―. ¿Qué haremos hoy?
― Me gustaría invitarlos a la pista de patinaje que está al pie del bosque ―opinó Bella―. Solo usen ropa apropiada para soportar los -10°C.
Elise se paró de golpe.
― Espérenme aquí, iré por mi abrigo ―dijo antes de salir corriendo.
― Edward, si ustedes tenían otros planes no hay problema. Mi intención era presentarle esa pista de hielo natural a tu hija.
― Anda, vamos.
.
Decir que parecía un reno deslizándome por el hielo era mentir. Me caí varias veces, mis rodillas estaban a nada de partirse en dos. Terminé por rendirme y salir a gatas de la pista.
― Ríete ―le dije a Bella que al verme llegar intentó ayudarme a ponerme de pie.
Soltó una gran carcajada que llevó las manos a su estómago y se dobló de risa.
― Había olvidado lo malo que eres para patinar. Eres realmente pésimo.
Con el culo congelado de estar sentado en la nieve me quité los patines y me puse mis botas para proteger mis pies.
Bella y yo caminábamos alrededor de la pista de hielo, estaba siendo torpe para poder mantenerme de pie.
Me quedé detenido en la baranda para no pasar otra vergüenza más de carme. Nosotros éramos simples espectadores de Elise que hacía sus mejores piruetas en la pista de hielo.
El silencio entre nosotros siempre era cómodo y con una sensación de nostalgia, quizá añoranza.
― ¿Fue difícil ser padre soltero?
Su duda me tomó por sorpresa. A pesar de tantos años no me acostumbraba a que me abordaran con preguntas sobre mi paternidad, será que mi círculo de amistades era reducido y mis amigos sabían bien mi historia. Aunque tratándose de Bella era distinto, podía contarle mi vida entera si ella quisiera saberla.
― Lo fue. Prácticamente sientes que todo tu mundo da un giro y ya no eres el mismo. Nunca vuelves a serlo.
― Imagino que tu juventud influía para verlo todo más complicado.
― Sí. La edad fue una razón y también mis estudios, te aseguro que si no fuese por la ayuda de mis padres jamás lo hubiera logrado.
Volteó a mirarme. Me sentí bien al ver el orgullo en sus ojos, ella estaba feliz por mí.
― Eres un excelente padre, Edward. Elise es la chica más espectacular, se nota que has dado todo por ella.
― Gracias por lo que me toca, la otra parte fue gracias a mis padres ―volví a insistir en reconocer la gran labor de mis progenitores.
― Esme y Carlisle deben estar muy orgullosos de ti. De ver el hombre en qué te convertiste.
Me aclaré la garganta y apoyé mis manos cubiertas por guantes en la fría baranda de madera. Sacudí la nieve acumulada, era un simple paso para distraerme.
― ¿Por qué no te casaste? ―lancé la pregunta sin poder resistir más mi curiosidad―. Supongo que no faltaron admiradores.
Bella empezó a morder sus labios de esa manera habitual que tenía. Esa manía seguía permaneciendo en ella a pesar de los años.
― No faltaron propuestas ―aceptó viendo mis ojos, una de sus manos se acercó a mi rostro y removió nieve de mi gorro―. No me puedo quejar porque realmente no me ha ido mal en el amor.
― ¿Quiere decir que han existido muchos galanes? ―presioné para que hablara lo que tal vez dolería escuchar.
Era tan confuso sentir ese revoltijo de emociones en el estómago. Me encontraba a la expectativa de sus respuestas y un extraño miedo indescifrable se apoderaba de mí.
― Algunos. ―Respondió siendo cuidadosa. Caminó hacia el lado derecho pateando la nieve con sus botas, la seguí y la alcancé fácilmente mientras escondía de nuevo mis manos en los bolsillos de mi abrigo―. Después de que te fuiste no volví a tener novio hasta que llegué a Hawaii ―murmuró― Tyler fue bueno y muy paciente, estuvimos juntos cuatro años hasta que ambos sabíamos que queríamos cosas distintas, nos despedimos y cada uno siguió su camino, ahora vive en Japón, lo sé porque nos seguimos en Instagram.
En mi mente solo podía pensar que estuvo con él los mismo años que nosotros estuvimos juntos. La incomodidad brotó y ordené no sentirme así, no tenía derecho.
― Estar con alguien por cuatro años y que no tengan el mismo rumbo nos recuerda a nosotros ―soné casual.
Bella rio suavemente. Me miró apenas unos segundos y siguió caminando.
― Tyler se declaró homosexual ―reveló―. Estuvo peleando cuatro años por su verdadero gusto por los hombres, lo ayudé a que fuera libre y me dio gusto verlo bien y en paz, sin esos monstruos que rodeaban sus pensamientos.
Cerré de golpe la boca.
Estaba digiriendo la conversación, procesando lentamente lo que me había revelado y cada vez más interesado en saber su vida.
Les agradezco mucho su interés, trataré de actualizar todos los días hasta finalizarla, ojalá quieran saber más sobre esta historia.
Gracias totales por leer ❄
