IKIGAI

"La razón de ser"

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Página V

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—… InuYasha tenía que conseguir una técnica superior al Kaze no Kizu y así poder derrotar a ese demonio que había causado a su padre heridas de muerte y, claro, Totosai no dijo nada de aquello hasta que la batalla estaba llevándose a cabo y tengo la sensación de que Totosai nos hacía aquello con demasiada frecuencia. Darme cuenta, de pronto, que el peligro que corría InuYasha era incluso peor de lo que pensé al inicio me llevó a sentir angustia y la forma dolorosa en que ésta me oprimía el pecho. A esas alturas debería tenerlo asimilado, el Sengoku es un lugar peligroso…

Recordar este momento me lleva a sentir la misma angustia que he relatado y me toco el pecho de forma inconsciente.

—¿Estás bien? —preguntas y te miro durante un momento, mientras meces a Moroha, que aún mantiene los ojos abiertos. Apenas modula palabras, sin embargo cada noche nos pide libro para que le leamos antes de dormir.

Asiento, sonrío y vuelvo al diario, acercando un poco más la lámpara de aceite; mi visión no es igual de aguda que la tuya.

—… lo habitual era vernos, permanentemente, en medio de situaciones de vida o muerte. Ya habíamos pasado unas cuantas y no sabíamos todo lo que nos esperaba. En parte lo agradezco, supongo que ese punto de ignorancia conseguía en nosotros la resiliencia suficiente para seguir. En este caso puntual lo peor fue ver a InuYasha transformarse debido a su sangre demoniaca. Cada vez que aquello sucedía yo sentía pánico…

—Sentías miedo de mí —me interrumpes con una sentencia y me parece imposible que aun hoy, después de todo lo que hemos pasado, creas que mi miedo era a que me dañaras.

—Permite que termine —te pido, probablemente la claridad de esto llegará para ti.

Mantienes el ceño marcado por un disgusto interno, que aunque cada vez veo menos, todavía existe en ti. Dejas a Moroha sobre el futón, se acaba de dormir. Aceptas mi propuesta y te mantienes sentado, observándome.

Vuelvo a la lectura.

—… mis sentimiento por él se habían hecho evidentes para mí hacia no tanto tiempo y el pensar en que InuYasha dejase de ser el hanyou que yo conocía, que esa increíble naturaleza suya se perdiera, me helaba el corazón.

Alcanzo a percibir cómo te mueves con agilidad y con dos movimientos en puntas de pies te quedas acuclillado delante de mí. Tus ojos me miran con la implacable profundidad de las emociones que te conforman y que me entregas con esa misma naturaleza increíble de la que hablo en mi relato. Te inclinas, buscas mi boca y me besas hasta que suspiro en tus labios.

—Ese día te escuché —susurras, casi sobre mi boca—. En medio de la neblina de la transformación tu voz decía mi nombre y eso me dio fuerza y decisión, creo que ese día supe que…

Ahora te interrumpo yo y soy yo quien te exige un beso con la misma ansia con que se busca la victoria en la batalla.

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N/A

Amo construir estos momentos de sus recuerdos compartidos. Sobre todo, amo que se aúnen las visiones que ambos tenían de una misma situación.

Gracias por leer, comentar y acompañarme en la aventura de crear.

Anyara