IKIGAI
"La razón de ser"
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Página VI
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—Se ha dormido —dices, mientras arropas a Moroha que abraza a una seta de tela que le has hecho para que dejase de llorar por no poder conservar las que le dejó Shippo con un hechizo.
—Ya veo, nunca llega al final de la lectura —menciono.
Permanezco con la espalda soportada hacia la pared de madera de nuestra cabaña. Aún tengo en las manos el libro que has escrito con nuestras historias y comienzo a pasar las páginas para mirar más adelante. He descubierto que me gusta saber cómo veías los hechos.
—Sí, hoy jugó mucho con las niñas de Sango —explicas y te sientas junto a mí— ¿Qué lees ahora?
Intentas mirar la página que observo y la alejo de ti con una sonrisa para comenzar a leer en voz baja.
—… ese día en particular había sido muy extraño. No había nadie en casa y realmente me sentía sola. Naraku era una amenaza cada vez más pesada y oscura y mis poderes estaban sellados por Magatsuhi…
—No, no, prefiero que no leas eso. Hazlo luego, solo —intentas quitarme el libro. Sigo leyendo.
—… Todo era caos y angustia. InuYasha vino y hablamos y aunque sé que por entonces mi visión de las cosas era diferente, más inocente quizás, juraría que estuvo a punto de besarme, pero entonces llegó Souta.
Te miro, intentando parecer muy serio.
—¿Creías que quería besarte? —pregunto.
—Bueno, pensé, fue… bueno —me parece increíble ver cómo se te van tiñendo las mejillas con todos aquellos hermosos tonos de rosa que tanto amo—, te acercaste…
—Me acerqué —repito y me giro hacia ti, dejando el libro olvidado a un lado.
—Y me tomaste la mano —en tus ojos veo el recuerdo nítido.
—Te tomé la mano —tal y cómo lo hago ahora, sosteniéndola hacia mi pecho.
—Y dijiste que me protegerías —sueltas un suspiro pequeño, aunque ansioso.
—Con mi vida —te recuerdo la frase completa.
—Sí —suspiras el monosílabo.
—Y te iba a besar —puedo escuchar la forma en que tu corazón se ha agitado.
—Sí.
—Y llegó tu hermano —me inclino más y siento la humedad de tu aliento tocando mis labios.
—Sí —la palabra desfallece y mi paciencia también.
—Tienes razón, te iba a besar —declaro y me acerco hasta tocar tu boca.
Muevo los labios sobre los tuyos, sosteniéndolos con pequeños toques que los acarician y prueban, como suaves bocados deliciosos. Intento hacerlo como soñé aquella vez. Te escucho suspirar y buscas que te toque más, con la boca, con la mano con la que te tengo asida y con el cuerpo. Te acaricio con la lengua y el contacto se vuelve un remolino de ansia que probablemente calmaremos pronto. Sin embargo ahora sólo te beso, igual que habría hecho ese día; no, quizás un poco más.
Me siento cautivo de la remembranza de ese instante y de toda la emoción que contenía, probablemente igual que tú. Lo había deseado tanto, tantas veces, y siempre me dominaba esperando a que llegara el momento intachable que merecías.
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N/A
Un nuevo trocito de lo que ellos compartieron, mirado desde lo que ahora son.
Gracias por leer y acompañarme
Besos
Anyara
