IKIGAI

"La razón de ser"

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Página XV

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¡¿Vas a ir a tu país, otra vez?! La indignación en las palabras de InuYasha ya no debía de extrañarme. Nunca le gustó que volviera a casa y aunque intentase explicarlo de todas las formas que podía idear, él siempre estaba en desacuerdo…

—Pero te dejaba ir —dices, mientras meces a Moroha que permanece sentada entre tus piernas con la cabeza echada hacia tu pecho y el pulgar metido en la boca. Supongo que es la imagen que ambos me obsequian lo que hace que me importe muy poco la interrupción en la lectura.

—No digo que no lo hicieras —aclaro y de paso le acaricio la frente a nuestra hija, echando a un lado su flequillo.

—Más —pide ella, sin dejar de chuparse el dedo.

—¿Más? —repito su petición, sin poder evitar la sonrisa.

—Más —vuelve a decir, esta vez con algo más de claridad. Su ciclo y medio de vida ha hecho que su carácter se defina algo más y se parece mucho al tuyo.

Vuelvo a la lectura.

—… sus preguntas sobre los exámenes eran extrañas, pensaba que me gustaba darlos, aunque en realidad eran una tortura. Antes de poder discutir más sobre el tema, Miroku descubrió algo que bajaba junto a la corriente del río —en esta parte te miro, no sé si está bien hablar de cabezas flotantes a Moroha.

—Sigue —dices, comprendiendo mi reticencia—, ya ha visto demonios descuartizados —tus palabras contrastan con el suave movimiento que haces, adelante y atrás, para mecer a nuestra niña.

Asiento y continúo.

Eran cabezas humanas y aunque aquello debía horrorizarme, el horror comenzaba a ser parte habitual de mi mundo.

—Aun así, buscaste refugio tras de mí —dices y dejas entrever ese punto de absoluta seguridad tuya que me exaspera tanto como me gusta.

—Oh, cállate —sonrío y vuelvo a la lectura—. Miroku y yo decidimos que lo mejor sería investigar y para eso debíamos seguir el macabro rastro de cabezas.

—Cabezas —repite Moroha, luchando con el sueño para que no la venza antes de terminar la historia; cada vez disfruta más de ellas.

—Sí, hija, cabezas, todas de hombres idiotas que cayeron en la trampa de…

—¡InuYasha! —llamo tu atención.

Tú te quedas con la boca medio abierta, comprendiendo que no puedes seguir por ese camino.

—Un hombre los engañó —dices finalmente.

—¿Un hombre malo? —pregunta Moroha.

—Un hombre ambicioso —le respondes y te observo mientras le acaricias la punta de la nariz con el índice.

—¿Ambi coso? —intenta repetir lo que ahora es una palabra nueva para ella.

Tú y yo reímos, sin poder evitarlo.

—Sí, ambicioso, alguien que quiere todas las bayas dulces —le dices y Moroha abre los ojos en comprensión y luego vuelve a chuparse el dedo.

Continúo un poco más con la lectura.

Luego de andar un tramo, comenzamos a escuchar voces que parecían emitir un quejido lastimero. No tardamos demasiado en descubrir que provenían de un árbol que estaba muy cerca de la corriente del río. Las voces pertenecían a las cabezas que colgaban como frutos de aquel árbol.

—Y entonces, otra vez buscaste refugio tras de mí —dices. Te miro y sonríes con suficiencia.

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N/A

Me gusta muchísimo escribir pedacitos de vida a través de esta historia. Espero que a ustedes les gusta también leerlos.

Gracias por acompañarme en la aventura de crear.

Besos!

Anyara