IKIGAI

"La razón de ser"

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Página XVI

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—Leeremos ahí dónde se abra —ofreces, con el libro que has escrito entre las manos. Moroha aplaude feliz, sentada sobre su futón y sin soltar la espada de madera que le hemos hecho.

En el momento en que ojeas la página elegida tu espalda se pone rígida y cambias rápidamente de hoja. Sonrío, por un momento pienso que es alguna de aquellas aventuras que crees que nuestra hija es muy pequeña para escuchar. Decido dejarlo pasar, a medias, y tomo el libro que tienes en las manos, cuidando de no perder la página que decides no leer.

—¿Qué tal éste? —menciono, escogiendo un momento.

Tú me miras y sonríes de ese modo enigmático que en ocasiones usas y que me habla de lo delicada que es tu alma. Decido comenzar a leer.

Era la primera vez que Sango veía a InuYasha transformarse en humano y sus ojos parecían no ser capaces de abarcar el evento en totalidad. Yo ya me había habituado, llevábamos juntos las lunas suficientes, aunque eso no evitaba que fuese algo especial por muchas razones; una de ellas era la vulnerabilidad de InuYasha…

—¡Humano! —expresa Moroha que, con sus dos ciclos de vida, va descubriendo las palabras y las relaciona con los momentos.

—Sí, cariño, humano —le dices, mientras te echas sobre su futón para que ella también se recueste y así se duerma poco a poco.

Vuelvo a la lectura, recordando plenamente ese momento.

Esta noche en particular estaba muy molesto, hacía muy poco se había transformado en un youkai completo y aquello lo tenía desconcertado, aunque él quisiera que pensásemos diferente —en esta parte hago una pausa y me animo a mirarte ¿Siempre has leído así de bien mi interior?

—Continúa —me instas, incluso ahora parece que lees lo que pienso.

—… además estaba enfadado por compartir su secreto cada vez con más personas. Como siempre, se alejó para pasar su noche humana a solas —me detengo nuevamente—. Te ha faltado escribir lo que me dijiste en ese momento.

—¿Qué cosa? —preguntas, dando suaves palmaditas sobre las piernas de Moroha que comienza a cerrar los ojos.

—Ese día dijiste que más personas lo sabían y que eso era bueno, dado que tenía más amigos —te recuerdo.

Sonríes y comprendo que no lo has olvidado, sólo has preferido no escribirlo.

—Bruja —te suelto en conclusión, con profundo amor.

Luego continúo.

Me acerqué a él con la necesidad de saber si aún quería ser un youkai completo. InuYasha pareció mal entender mi pregunta y me esforcé en explicar que mi miedo no era al youkai, si no a que él perdiese todos los recuerdos que estábamos construyendo —en este momento tomo aire; aún siento en la piel tus palabras de esa noche.

Alzo la mirada y la reflejo en la tuya, repitiendo de memoria lo mismo que respondí en ese instante.

—Lo que sea que pase, soy yo mismo. No hay forma en que pueda olvidarte, Kagome.

Extiendes tu mano y yo hago lo mismo con la mía, para que ambas se encuentren en un toque cálido. Soy testigo del modo en que las emociones se cristalizan en tus ojos y hago un suave sonido de silencio por nuestra hija que comienza a dormirse.

Luego de eso, paso a la página que evitaste leer.

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N/A

Adoro escribir IKIGAI!

Me parece tan natural que ellos recuerden sus momentos juntos y contrasten visiones, después de todo en la vida siempre hay más de una versión y es perfecto así.

Besos y gracias por leer y acompañarme.

Anyara