IKIGAI

"La razón de ser"

.

Página XVIII

.

Shippo había desaparecido y encontramos su trompo mágico en el camino.

—Creo que te has dejado algo sin leer —dices, interrumpiendo mi lectura.

—¿Qué te has dejado, otōsan? —pregunta Moroha, sentada sobre su futón con la yukata de dormir ya puesta.

—Nada importante —sonrío con cierta suficiencia y te miró de reojo, sabiendo lo que dirás.

—Eso es lo que tú piensas —insistes.

—¿Qué dice, otōsan? —tus palabras abren la curiosidad de nuestra hija, que con sus siete ciclos de vida quiere saber todo.

—Dice que otōsan era muy infantil en su trato a Shippo y por eso él no estaba con nosotros —respondes.

—¿Lo lees tú? —te extiendo el libro. No estoy molesto, aunque lo aparento.

—No, puedes seguir —me cedes la palabra, mientras te sientas junto a Moroha.

Te doy una mirada de ya me lo cobraré más tarde y tú la comprendes y sonríes con cierta travesura que nuestra hija no llega a ver. Vuelvo a las palabras en el libro.

Finalmente encontramos la guarida del youkai, que luego sabríamos que era poco más que una niña, cuyo nombre era Mujina. InuYasha destruyó el lugar con su espada y —me detengo—… espera, creo que aquí te falto decir algo —menciono.

—Ah ¿Sí? ¿Qué puede ser? —pareces realmente sorprendida.

—Me atacaste con un conjuro —te aclaro.

Te tensas y tus pestañas se agitan un par de veces; buscas aclarar tus pensamientos.

—A eso no se le puede llamar ataque —defiendes.

—Yo diría que cuando alguien invoca un conjuro que te lleva a tragar tierra, es un ataque —puntualizo y me echo hacia atrás, descansando la espalda en la pared a la espera de tu respuesta.

Okāsan ¿Tú tampoco cuentas toda la historia? —te interroga Moroha y tú pareces sorprendida por sus palabras.

—No es eso, hija —le sonríes y en ese gesto veo a la adolescente que llegó a estas tierras hace años—. Es que lo había olvidado —te encoges ligeramente de hombros.

—¿Qué? —no puedo ocultar mi incredulidad.

—Lo siento —expresas en mi dirección—. Cuando escribí ese diario no lo recordaba.

—Y ¿Ahora? —te doy una oportunidad más.

Tomas aire, sin dejar de mirarme. Luego arrugas un poco el ceño, como si quisieras parecer molesta para responder.

—No lo digas —te advierto—. Puedo oler tu vergüenza.

Por un momento parece que las palabras se quedan atrapadas en tu garganta y nuestra hija comienza a reír como lo haría la espectadora de una de esas obras de teatro que representan los aldeanos en verano.

—No es vergüenza —defiendes, con poca seguridad, para luego mirar a Moroha que baja un poco la intensidad de su risa.

—Un conjuro es ataque, okāsan —aclara.

Tú me miras en busca de una ayuda que no te daré.

—No era ataque —pareces querer aclarar—. A veces era defensa.

Alzo la barbilla y te observo con intensidad, para que sepas que quizás debas defenderte esta noche, después de todo. Puedo ver que tus mejillas se colorean furiosamente y evitas mi mirada para ponerla nuevamente en nuestra hija.

—Ya está bien de historias por esta noche. A dormir —indicas.

Moroha se queja, mientras busca su lugar en el futón.

.

N/A

Me lo he pasado bien escribiendo este momento. Quería contar lo que pasaba con Mujina, sin embargo terminó siendo un momento de interacción entre ellos que me pareció mucho más adorable que el recuerdo de ese episodio en el manga.

Espero que disfrutasen

Un beso

Anyara