Tu jodido ángel guardián.
Advertencia: Esta es una historia con personajes de la grandiosa Stephenie Meyer, pero de idea original y de mi autoría. Contiene temas sexuales… muy sexuales y explícitos que ninguna mamá quisiera que su hijita leyera, lenguaje vulgar y fuerte, final lacrimógeno (pañuelos se venden por separado).
Así que No es apto para menores de edad.
Reviews:
[] Diana: hola :) gracias de nuevo y creo que este Charlie cabrón si les va a gustar jejeje yo lo ame xD / ya cambie eso, los agradecimientos eran en general jejeje solo... ayy no quería discriminar a nadie, las amo a todas (fantasmitas o no jejeje)! !y gracias por leerme y por comentar :3 nos leemos pronto! ;)
[] kimberly zapin: hola, gracias por tu review :3 me ayudas a ser mejor cada vez, gracias! poco a poco iran siendo más largos, lo prometo jejeje xD saludos!
[] guest... xD ahm... ¿un final malo? pues espero que mi final no sea malo jejeje xD con pena tendre que decir que no se cuál es el final de hush, hush pero preguntare, en un grupo de whats precisamente andan hablando de eso jejeje y retomando mi final... no puedo arruinarles la sorpresa xD solo espero que no me manden a los vulturi, aun soy joven y tengo mucho por vivir jajajajaj xD / gracias por la suerte! :3 un saludo, nos seguimos leyendo! :)
[] Hanna Daz:gracias por tu review, un charlie diferente y todavia siguen personajes que jamas habia leido jejeje xD solo aro no cambia, lo odio jejeje un saludo!
[] Hanna Daz: PD: pronto saldra xD jejejje
[] pili: de nada, al contrario gracias a ustedes por leerme! :) les aseguro que los siguientes si son largos, un saludo! :3
[] mahely:hola, aqui te dejo el siguiente y espero te guste jejej un saludo!
De nuevo, muchas gracias por su apoyo y sin más que agregar, espero que lo disfruten.
Aro, POV.
—… ¿estás seguro de eso? — despedí a Heidi una vez ella me trajo el almuerzo y seguí escuchando a Marcus.
— de cada palabra señor, acabo de escuchar que Charlie Swan quiere arruinarlo, de la misma manera que usted lo hizo con él en las elecciones pasadas.
Una sonrisa se me formó en los labios, claro que recuerdo la batalla pasada. Hacerlo perder fue más fácil de lo que creí, solo necesite utilizar a mis contactos y voila, adiós a su tonta campaña y a su molesta presencia.
— Muy bien Marcus, gracias por mantenerme informado, pero por el momento no hagas nada, deja que el pobre intente meterse conmigo, no podrá y va a volver a perder.
— Pe-pero señor…
— déjalo así Marcus. Gracias por avisarme. — y colgué.
Si cree que dejaría hacerme lo que yo le hice las elecciones pasadas, estaba muy pendejo, nadie jodía a Aro Vulturi y menos mis reelecciones. New York me pertenecía, gobernar es lo mío y ningún hijo de vecino vendría a quitarme lo que es mío.
Lo que aún no entendía es ¿Por qué ahora?, ¿Por qué no al principio? Donde claramente podía empezar el juego. Ahora estábamos casi en la recta final, a unas pocas semanas. Yo era el claro favorito, ya lo tenía asegurado, ¿porque atacar ahora?...
Le di una mordida a mi sándwich. - otra vez con mostaza… idiota. - lo aleje de mí y mire las fotos que Marcus me había enviado. En ellas se podía apreciar a Charlie, Reneé y Phil. Charlie se veía entusiasmado… patético.
En fin, dejaría que Swan intentara meterse conmigo, porque jamás podría acercarse ni al fraude más pequeño que haya hecho durante mi mandato, pero no era tonto como para dejarlo libre, no señor, lo mantendría cerca, vigilado. Quería saber que planeaba y por qué ahora, quería destruirlo, a él y a su sensual y pequeña doctorcita, Bella.
-¡oh, Bella! -. Solo de pensar en ella me producía una erección.
A la chiquilla la había conocido cuando su padre, ingenua o estúpidamente, había tratado de competir conmigo. Estábamos en los debates, a unos minutos de empezar cuando la vi, ella había llevado un vestido con escote enfrente y en la espalda, no podía dejar de verla aunque quisiera, se veía demasiado bien para tener sexo y a cada instante desee tener un minuto a solas con ella.
Recuerdo que mi Sulpicia me había pillado más de una vez viéndole la espalda, los pechos y el culo a la chica, y me había golpeado fuertemente y casi hecho un pancho.
Ni así deje de ver a la chiquilla. Ella se veía tan alegre, conociendo a las personas que apoyaban a su padre, siendo una dama para todo aquel que tuviese el placer de estrecharle esos delicados dedos, tan largos, tan finos…
— ¡ahí está mi rival, Charles Abraham Swan! — Charlie se dio la vuelta, rígido, aun sosteniendo la espalda de su bebé. — buena suerte esta noche… — dije sonriendo, él me veía entre sorprendido y molesto. — Tú debes de ser Isabella Swan, — la tomé de la mano y le bese el dorso, más tiempo del establecido y ella educadamente retiro su mano.
— un gusto conocerlo señor Vulturi. — el haber escuchado por primera vez esa vocecita de niña bien portada, educada y respetuosa hizo que mi erección creciera. — es una competencia muy reñida, le deseo suerte.
Le sonreí de lado.
— oh, niña suerte es lo que me sobra, al contrario que a tu padre, a él si deberías de desearle suerte. — ella frunció el ceño al igual que su padre y se soltó de mi agarre.
Ella iba a contestarme pero por desgracia el presentador había empezado con su discurso y ya era momento para ir a nuestros lugares.
— con su permiso, Charles... — educadamente incline la cabeza y él respondió la despedida de la misma forma, aunque claramente rígido, irritado e incómodo. — Señorita Isabella… — iba a tomarla de la mano de nuevo, para volver a sentir ese rico olor a flores, pero ella solo inclino la cabeza y se dio la vuelta. - fierecillas me encantan más. - pensé al verla alejarse de mí, toda digna, con la espalda recta y la cabeza en alto. Su culo se meneaba de aquí para allá, causando que más de uno volteara a verla, jóvenes y viejos.
Cuatro años después, ese culito de mujer solo había logrado ponerse más bueno y por el bien de ella, Charlie debería de alejarse de mí, porque sería una lástima que algo le pasara a Isabella…
Guardé las imágenes en mi cajón y continúe con mi trabajo. A penas eran las tres de la tarde. Las reuniones con los consejeros no serían sino hasta la noche, en una cena en el Hotel Imperial y después a casa.
Unos toques leves me distrajeron del contrato de compraventa que estaba analizando. Heidi se asomó por la puerta y me regaló una sonrisa de disculpa.
— lamento molestarlo, señor vulturi, es mi hora de salida. En mi escritorio deje puesto lo que necesitara para hoy en la cena, le recuerdo que falta solo media hora para eso. — yo asentí frotándome los ojos. Tan rápido habían pasado cinco horas. — hasta mañana señor Vulturi. — y cerró la puerta.
A la cena llegue con media hora de retraso. Al verme llegar llamaron al mesero para que nos atendieran.
— llegas tarde Aro. — dijo con obviedad Diego.
— perdónenme, el trabajo me absorbió, pero ya estoy aquí o no… — el mesero se me acercó y le pedí un wiski en las rocas.
La cena transcurrió entre un resumen de cómo iba mi campaña, ganándole de nuevo por varios puntos a Charlie, Kevin me mostró las nuevas propagandas que se planeaban poner durante los siguientes días y Fred me presentó la agenda que seguiría durante los próximos nueve días, yendo a cenas, bailes y subastas para la beneficencia y a los niños huérfanos. - lo peor que me pudieron haber puesto…
— ¿Vulturi, ese no es Charles? — Diego me sacó de mis pensamientos y señaló hacia unas tres mesas más alejadas de nosotros.
Efectivamente, era Charles Swan y llevaba del brazo a una mujer.
— ¿Quién será? — me robo las palabras Diego, inclinándose sobre la mesa para hablar en susurros.
— ¿su amante? — inquirió Kevin.
Increíble que pareciéramos viejas chismosas.
— ¿no será la señorita Isabella? — susurro Fred.
— no, no luce como ella. Esta es alta, aun con tacones. Isabella es una niña… — todos volteamos a ver a Diego. — ¿Qué?
Bueno, comparada con todos los cuarentones, cincuentones y sesentones que estaban sentados en esta mesa, Isabella si era una niña.
— no, no es ella. — asegure y todos voltearon a verme. — ¿Qué? No es mi culpa reconocerla por detrás. — todos rieron cual Hienas, haciendo que las mesas aledañas voltearan a vernos.
Unos cuantos ojos curiosos me reconocieron, otros tanto se me quedaban viendo sin ninguna educación. Los ignoré a todos.
— Sea quien sea — dije viendo a Charlie que mantenía una plática entretenida con la mujer desconocida, haciéndola reír y ella a él. — no le durará mucho la felicidad.
Al día siguiente apareció la primera movida de Charlie:
GOBERNADOR DE NEW YORK ENVUELTO EN UN ESCÁNDALO DE FALDAS.
Albany, NY.- Escándalo del gobernador, Aro Vulturi, sale a la luz. Esto luego de que días atrás, una casa que mantenía en secreto en Miami, Florida recibiera impactos de bala al verse implicado en un caso de infidelidad, en el que se sospecha de su mujer como la autora intelectual. Según lo relatado por una testigo, la joven señora de Vulturi mantenía una tórrida relación con su también joven cuñado mientras que el gobernador estaba visitando otros municipios y dando apoyo a dichas comunidades. El gobernador se había enterado por una persona cercana a la pareja de infieles y éste, para no querer que la prensa se enterara, mando a su hermano menor a resolver los asuntos de las demás comunidades mientras que a su joven esposa la mantenía a su lado a sol y sombra.
Al parecer todo había quedado tranquilo y perdonado hasta que el señor gobernador se tomó "unas merecidas vacaciones" al lado de su actual secretaria y amante antes de iniciar las campañas para las elecciones. Su esposa al enterarse de su paradero mando a balear la casa que el gobernador tenía a escondidas, aunque los dos alegan que es mentira, tanto la casa como la amante, nosotros fuimos a la casa y efectivamente presentaba daños de balas.
El representante del gobernador aseguró: "la casa es de su hermano, Armando Vulturi, por eso en el registro aparece A. Vulturi. Mi cliente no tiene nada que esconder, él y su señora esposa están juntos y más unidos que nunca. El señor gobernador solo vive y esta para su familia y su pueblo." Concluyó.
Más información pág. 5.
- hijo de put… - las imágenes que aparecieron en el periódico de esta mañana me dejaron sorprendido y molesto. - con que comenzando con las infidelidades, eh… - pensé, arrugando el periódico y tirándolo lejos.
Sulpicia, ¿cómo no lo vi venir?, se apareció en la oficina en pocos minutos. Literalmente todos los empleados de Vulturi corporation estaban detrás de ella, como procesión, esperando el chisme más jugoso de New York y ser los primeros espectadores.
— señora Vulturi, se le ofrece… — una sonora cachetada cruzo por la cara de Heidi. Ella se tomó el rostro y soltó lágrimas de dolor.
Debí de advertirle que Sulpicia haría algo así, pero ni tiempo me dio. El siguiente abofeteado fui yo y tampoco la vi venir.
— ¿Cómo pudiste? — mi Sulpicia, mi dulce y joven Sulpicia, tenía un tono de odio en su voz. — ¡después de quince años! — los empleados empezaron a cuchichear entre ellos. Heidi seguía sobándose la mejilla.
Yo solo tenía ojos para mi dulce Sulpicia. Me encantaba la furia que tenía en los ojos, eso siempre me prendía.
— ¿y con esta? — Heidi se encogió en su lugar al ser señalada y cuando Sulpicia intentó acercarse, ella se alejó dos pasos de mi esposa. — ¿acaso no te he dado todo?, ¿mis mejores años? ¿Un heredero? ¡Te he dado todo, maldita sea, Aro! ¡Todo!
Ella empezó a llorar y entonces la abrace. Ella al principio se debatió, pero luego me tomó de las solapas de la chaqueta y se sujetó a mí como si fuese un salvavidas.
La metí a la oficina y cerré dando un portazo.
Ella seguía abrazada a mí, le acaricie la espalda hasta que se calmó y entonces volvió a separarse de mí.
— quiero el divorcio Aro, de verdad quiero el divorcio. — dijo entre hipidos.
— amor, yo no tengo nada con la secretaria… ella no es ni de cerca como tú, ella nunca me ha entendido. Ella solo es mi empleada.
— no, eso es mentira, te conozco. La casa de Miami fue baleada contigo dentro, contigo y alguien más… quiero el divorcio. — intente acariciarla, pero ella se apartó de mí, viéndome enojada al principio, luego con temor.
— Mi Sulpicia, piénsalo… — dije acercándome a ella, tomándola de los brazos y apretando mi agarre, haciéndola soltar un gritito que me dejó duro. — ¿Quién va a consentirte los caprichos, los viajes, las salidas y tus adicciones?, ¿eh? ¿Armando? — nombrar a mi hermano aun le producía un brillo en los ojos. Le apreté más duro y ella se quejó. — Tu cuerpo, tu alma y tu mierda son míos — le susurre antes de besarla a la fuerza. Ella sollozó entre mis labios y me mordió para que yo la soltara.
— ¡Perra!… — dije al ver la sangre que me había sacado de los labios.
Ella temblaba.
— ya no aguantó más Aro, ya no más — ella se fue acercando a la puerta y yo rápidamente la acorrale, pegándole mi erección y haciéndola gritar de miedo.
Mi Sulpicia, mi dulce y joven Sulpicia.
— ¿para qué quieres el divorcio si yo te doy todo lo que necesitas, eh? — le acaricie el cabello para calmarla ya que temblaba como un cachorrito abandonado bajo la lluvia. — ¿para regresar con él? — ella me retó con la mirada. — Esa mierda de que lo mande a las comunidades es pura farsa y lo sabes amor… — ella sollozo más fuerte. — tu eres mía y de nadie más, ¿verdad?
— Armando… — escuche que susurro entre sus sollozos. La tome del cabello y ella grito. — ¡suéltame quiero el divorcio, quiero el divorcio! — ella me empujó y yo la solté. Ella abrió la puerta y se fue de mi oficina.
Mi Sulpicia, mi dulce y joven Sulpicia…
Destruir por enojo mi oficina no ayudo en nada. Mi Sulpicia quería irse porque creía que la engañaba con Heidi, nada más alejado de la realidad.
Yo le soy fiel, yo le soy fiel…
Mi Sulpicia quería irse porque amaba a otro.
Solo yo existo para ella, solo yo…
Seguí destruyendo mis cosas hasta que una foto me detuvo. La tome entre mis heladas y enojadas manos.
Era Swan...
Eran Swan y su hija.
Eran Swan y su hija, sonriendo para los periodistas que habían tomado la foto y la habían puesto a lado de la mía con mi casa baleada. Ellos parecían contentos, sonriéndoles a los fotógrafos, alegres, divertidos. Sonriéndoles.
Swan y su hija…
— ¡Heidi, llama a Masen, dile que le tengo un trabajo! — dije abriendo la puerta de golpe, con todo mi desorden a mis espaldas.
Unos aplausos, lentos y pausados, me sacaron de mi enojo, sorprendiéndome.
— ¡Bravo Aro, así se deshace uno de una mujer!, ¡Bravo!
Miré al hombre que estaba parado en una esquina de mi oficina, con una sonrisa burlona en los labios y un brillo de demonio en los ojos.
— Masen…
Continuara…
Agradecimientos:
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