Los nombres de los personajes que utilizo en esta historia; no son de mi pertenencia sino de RUMIKO TAKAHASHI. La historia si es mía y queda prohibida su copia total o parcial.


PARTE 2

– El primer concierto-

Capítulo 8


Rin se observó por última vez en el espejo. El resultado realmente le había gustado mucho, pero no estaba segura si era el atuendo más apropiado para el evento. La verdad es que, no solía vestir así, pues su ropa era diferente a ese estilo. Pero en fin, después de soltar un suspiro, decidió dejar de dudar y confiar en que esa hermosa blusa blanca con trasparencia, y esa falda negra de tablones, serían lo suficientemente sexis como para impresionar a Sesshomaru.

No era para menos que Rin deseara verse mejor que otros días, pues el día del tan esperado concierto, por fin había llegado.

Los seis amigos ya lo habían acordado. Ese domingo, se reunirían todos en casa de Bankotsu justo a las cinco de la tarde. El concierto sería hasta las nueve de la noche, pero como el lugar se encontraba hasta los límites de la ciudad debían ir con tiempo. Además de llegar temprano, pues cargar y descargar los instrumentos, así como preparar el escenario, corría por trabajo de sus propias manos.

Es así que, la chica, tomando su bolso se dispuso a salir, y como ya era costumbre, se vería con Kagome para llegar juntas.

Lo cierto es que, la castaña se sentía nerviosa. No solo porque sería la primera vez que presenciaría un concierto de Rock, sino que también, porque llegaría junto con la banda. Aunque en su totalidad, lo que más le amedrentaba el cuerpo era ver a Sesshomaru. Pues su emoción por verlo y volver a hablar con él, figuraba a como si no lo hubiera visto desde hace días. Y no estaba muy alejada de la realidad, ya que toda esa semana, la había pasado con la intervención de Sara.

Lo admitía, la constante presencia que su amiga adquirió desde el pasado lunes, se había convertido en un estorbo para ella y el guapo joven. Pero el desear que Sara dejara de llegar temprano para que pudieran estar solos, no fue lo suficientemente fuerte, pues su amiga, no dejó de aparecer.

Si, quería a su amiga y pasar tiempo con ella no había sido del todo malo, pero también, había extrañado a Sesshomaru, había extrañado sus conversaciones. Esas en donde sentada a su lado, compartían miradas, donde solían mirarse, sonreírse y alimentar su recién amistad, pero lamentablemente Sara, lo había impedido.

Lo único que quizá, pudo considerar afortunado, era que Sara, no había sospechado nada sobre sus sentimientos por Sesshomaru. Y no era porque le tuviera miedo a su propia amiga, sino porque la conocía. Sara no era discreta y si sabía que a Rin le interesaba Sesshomaru, ya hubiera hecho algo para sacarlo a la luz. Y lo que la chica quería, era mantener su relación con el joven como hasta ahora la llevaba; con tranquilidad y a un ritmo favorable y cómodo.

Rin, a pesar de ser una chica modesta, reconocía su belleza, y sabía que Sesshomaru la admiraba, es por eso que, a pesar de no tener la intención de ir rápido, sabía que ese día sería un momento esencial para ella, pues lucir lo más increíble posible ante esos ojos dorados, sería la entrada a una nueva etapa en su relación. Lo presentía, algo dentro de ella, le decía, que esa noche del gran concierto, algo pasaría, algo tan especial que le confirmaría de manera definitiva que era Sesshomaru, el hombre que deseaba.

No perdió más tiempo, se despidió de su madre, de su hermanito y con una sonrisa, salió de casa en dirección a encontrarse con su amiga.

Rin tenía la costumbre de siempre llegar antes de la hora acordada, pues lo que menos le gustaba era llegar tarde o sentirse presionada por el tiempo. Lo contrario con su amiga, pues faltando justamente quince minutos para las cinco, Kagome apareció.

Al instante, deseo reprenderla, se había tardado mucho y para llegar a casa de Bankotsu eran al menos esos quince minutos, más el tiempo que tardaran en pedir un Uber. Obviamente, no era como si no fueran a esperarlas, además, tal vez a penas y estarían subiendo los instrumentos a la camioneta de Bankotsu, pero aun así, lo que Rin deseaba era llegar antes que Sara. Es por eso que frustrada, planeo reclamarle a su amiga, sin embargo, en cuanto sus ojos la vieron, toda aquella frustración desapareció de su cuerpo, pues Kagome lucía tan hermosa que no pudo hacer otra cosa más que observarla.

- ¡Kagome! – soltó boquiabierta.

- ¡Wow, Rin!

- ¡Te vez hermosa! – expresaron al mismo tiempo.

- ¡Claro que no! Al menos no a comparación de ti – dijo Rin. – ¡Estas espectacular!

Y era cierto. Kagome había llegado, vistiendo un hermoso minivestido negro de tirantes que no solo marcaba su perfecto cuerpo, sino que la hacía ver tan sexy, que claramente podía humillar a cualquiera que tuviera en frente.

- ¡No digas eso! – adelantó – Tu también estas increíble. ¡Solo mírate! Esa blusa, esa falda y esas botas, ¡Que sexy Rin! – la castaña sonrió.

- Gracias amiga. La verdad es que… no sabía que usar, así que me fui por algo básico. Blanco y negro, además de calzado cómodo… - dijo volteando su mirada al piso. – Aunque creo que fui la única en pensar de esa manera, ¿Por qué te trajiste zapatillas, Kagome?

- ¿Se ven mal? – cuestionó preocupada.

- ¡No! claro que no, te quedan genial pero… ¿No será muy cansado?

- Amiga, no podía usar otro calzado con este vestido. Debía lucir espectacular. – confesó coqueta, haciendo que Rin, comprendiera sus verdaderas intenciones.

- Entiendo… no podías arriesgarte a que Inuyasha te viera sin zapatillas… - Kagome sonrió.

- Hoy es un día especial. Lo presiento Rin, y más, porque estoy decidida a invitarlo a salir. – y tras terminar de decirlo, Rin abrió los ojos.

- ¡¿Qué?! ¿Tú vas a invitarlo a salir?

- No tiene nada de malo. Si yo quiero que salga conmigo, ¿Por qué no invitarlo yo misma?

- No, claro que no tiene nada de malo… me refería a que, ¿No te parece muy pronto?

- No, ¿Por qué?

- Bueno… lo conoces hace apenas un mes. - expuso curiosa.

- No lo creo – declaró firme - Me parece tiempo suficiente.

- Pero aún no lo conoces bien…

- Ya habrá tiempo de conocerlo cuando salgamos. Por ahora lo primordial es conseguir esa cita y que me robe unos cuantos besos… - y al tiempo de decirlo, la azabache mordió sus labios, pues con solo imaginarse entre los brazos del joven, la llenó de emoción. Rin por su parte, sonrió.

- ¡Está bien! Si ese es tu plan para hoy, tienes todo mi apoyo.

Y después de compartirse una mirada de complicidad, las chicas pidieron su Uber para llegar al fin al punto de reunión.

Mientras tanto, en casa de Bankotsu. Los tres jóvenes ya se encontraban subiendo sus instrumentos a la camioneta, así como las bocinas, amplificadores y micrófonos que necesitarían para el show. Pasaban de las cinco con quince minutos y ninguna de las chicas, incluyendo a Sara, habían llegado aún. Lo cierto es que, a pesar de que todos ya lo habían notado, ninguno comento nada sobre la ausencia de las chicas. Sin embargo, no significaba que no estuvieran al pendiente de su llegada, especialmente Sesshomaru, quien comenzaba a impacientarse cada vez más. Rin nunca había llegado tarde, por lo que ver que tardaba, no era normal.

Pero entonces, justo cuando terminaban de subir todo a la camioneta, un auto se detuvo junto a ellos. Se abrió la puerta trasera y de él, salieron Rin y Kagome.

Sería poco decir que los tres jóvenes quedaron impactados en cuanto las vieron salir del auto, porque si bien, admitían que ya de por sí eran hermosas, ese día, lucían perfectamente sexis.

Kagome, comenzó sus pasos, contoneando sutilmente sus caderas, su cabello largo caía por su espalda y esas candentes zapatillas sonaban por el piso como una melodía. Inuyasha y Bankotsu no pudieron negarlo, si la intención de la azabache era lucir su sensualidad, lo había logrado por completo, pues ambos la admiraron desde los pies hasta la cabeza. Sin embargo, y a pesar de que su atuendo era menos extravagante o atrevido, Rin no se quedó atrás al llamar la atención de las miradas, especialmente la de Sesshomaru.

Si, el joven peli plateado, admitía que la amiga de Rin, era poseedora de una gran belleza, pero no en comparación con la de Rin, pues sus ojos, en cuanto la vieron, no se apartaron de ella.

La hermosa chica, lucía una blusa de manga larga, pero, lo suficientemente transparente como para hacerlo admirar su bralette de encaje blanco, cuyo ajuste en el pecho le provocaron pasar saliva a pesar de que sus pechos no eran tan grandes. Su falda, ¡Por Dios! Era tan pequeña y abultada que en cada paso, cuando sus piernas chocaban, un aliento se escapaba de su boca. Parecía como un juego, pues esa sexy falda negra de tablones, resaltaba tanto sus caderas como al mismo tiempo, parecía cubrirle perfectamente el trasero. No sabía cómo, pero Rin, había logrado mezclar su personalidad encantadora y dulce, con un atuendo tan candente, qué hasta parecía irónico.

Pero aunque lucía increíble, lo que verdaderamente lo había cautivado, al grado de tenerlo mirándola como un idiota embelesado, habían sido sus labios. Sesshomaru siempre los había admirado, eran pequeños y carnosos, perfectos como para comerlos a besos, como para morderlos, como para sentirlos… es por eso que, ese intenso labial rojo, había sido el culmen de su atractivo.

Y Rin, lo había advertido por completo, su plan había funcionado. Hacer que Sesshomaru no le quitara la vista de encima, así como disfrutar de cómo sus hermosos ojos dorados la recorrían completa. Aun así, la chica intentó mantenerse tranquila, aunque lo disfrutara mucho, la realidad era que; cuando Sesshomaru la miraba, sus piernas temblaban, su corazón palpitaba y su respiración se agitaba pues, ¿Cómo no ponerse nerviosa? Era increíblemente sexi, su aspecto, su voz, su mirada, todo de él, era ardiente sensualidad, y ese día, lo reafirmó. Ya que, no solo Rin se había arreglado para el concierto, sino que Sesshomaru, también lucía diferente.

Desde el primer día de conocerlo, el aspecto y manera de vestir de Sesshomaru, fue siempre igual. Jeans y camiseta en negro, acompañado siempre de su chaqueta de piel. Y no era como si no le gustara, porque en realidad, a Rin, le encantaba su estilo (como decía Kagome) de chico malo, pero tampoco significaba, que no tuviera curiosidad de verlo usando algo diferente. Y ese día pudo disfrutarlo, pues el joven aunque respetó por completo su gama favorita de colores, el estilo de su ropa fue otra.

Portaba un par de jeans en negro, roto de ambas piernas, dándole esa esencia rockera que lo caracterizaba, y una camisa en negro que de una manera tan sensual, marcaba lo fuerte de sus brazos y su pecho. Si, tal vez no era mucha diferencia para cualquier otra persona, pero para Rin sí que lo era.

Es así que, en cuanto sus ojos se cruzaron, no pudo evitar sentirse sonrojada.

Las chicas, no tardaron mucho en llegar hasta donde estaban los tres jóvenes que, aun impactados, las admiraban. Habían sido conscientes de lo que su aspecto había provocado en ellos, por lo que su actitud, fue simplemente de modestia. Si tenían algo que decir, les darían la oportunidad para hacerlo. Y como siempre, fue Inuyasha el primero en tomarla.

- ¡Wow! ¡Chicas… se ven increíblemente hermosas! – expresó con una sonrisa, sin apartar sus ojos de las piernas de Kagome.

- ¿De verdad? ¿No les parece que es demasiado? – preguntó Kagome, con la intención de recibir más halagos por parte del joven.

- ¡Claro que no!

- Opino lo mismo. – intervino Bankotsu – Lucen increíble…

- ¡Oh! ¡Muchas gracias! – respondió la chica y advirtiendo las miradas entre su amiga y Sesshomaru, agregó: Lo cierto es que… tanto Rin como yo, teníamos dudas de que usar, nunca hemos asistido a un concierto de Rock, ¿Verdad Rin?

- No, nunca… - suspiró.

- Por ese motivo, no sabíamos si era lo más acorde al evento, pero… supongo que, elegimos bien, ¿No es así? O, ¿Tu qué opinas Sesshomaru? – preguntó directa.

Lo había notado desde el principio, el chico malo, desde haber visto a su amiga, se había perdido completamente en ella, pero lo único que la impacientaba, era que el tipo no hablaba lo suficiente. Rin se había arreglado de esa manera prácticamente para él, por lo tanto, necesitaba sacar de su boca algún cumplido, el que fuera, pues su amiga lo merecía.

El joven por su parte, comprendió las intenciones de Kagome, y aunque no le gustó admitirlo, debía agradecerle, pues le había ayudado a percatarse de que había permanecido en silencio como todo un idiota. Por lo que, la provocación de la chica para hacerlo hablar, la tomaría.

Sesshomaru le dedicó una mirada a la azabache, soltó aire, y después se dirigió a Rin.

- Estoy de acuerdo. – y enfocando sus ojos en ella, añadió. – Luces genial…

Quizás por solo haberse dirigido a Rin, Kagome pudo sentirse ofendida, pero no fue así, pues en su lugar, sintió respeto. Por ver en Sesshomaru, a un hombre que no tenía ojos para nadie más que su amiga.

- Gracias… - pronunció Rin entres suspiros. Y antes de que el momento fuera incómodo, Kagome, volvió a hablar.

- Aunque veo que ustedes también se arreglaron para hoy…

- Solo un poco... – alardeo Inuyasha, siendo consciente de su atractivo. – Pero… no como ustedes… - aclaró, esta vez, dirigiéndose a Rin. – Aunque… deben saber que no traemos todo el atuendo que usualmente usamos para los conciertos. Aún faltan un par de detalles, pero no se los diré para que cuando salgamos a escena, queden sorprendidas. – aseguró guiñando un ojo.

Mientras que Bankotsu, girando los ojos, soltó un suspiro. La vanidad de su amigo, era irritante.

- En fin… ¿No saben algo sobre Sara? – cuestionó el moreno. – Hemos intentado llamarle pero no responde. Ya es tarde, y aun debemos llegar para instalar todo…

- Pues lo siento. No hemos hablado con ella desde anoche – indicó Kagome

- Qué raro... fue ella quien nos pidió llegar temprano, hasta creí que se molestaría porque llegamos pasado de la hora. – confesó Rin.

- Ya veo… en ese caso, intentaré llamarla otra vez. – suspiró Bankotsu, pero justo cuando se llevó su teléfono al rostro, Sara apareció.

Al igual que las chicas, Sara había llegado en un Uber. Pero la verdadera diferencia entre ellas, iría mas allá de su aparición, pues la chica de ojos grandes, salió del auto, usando nada más y nada menos que solo un blazer.

Así es, no se necesitó buscar algo más en ella, porque no se podía. La chica, solo estaba usando un blazer sin manga, abotonado por completo, con un profundo escote en el pecho y un par de botas puntiagudas. Quizás podría sonar simple, pero no lo era, pues incluso sus amigas, no pudieron evitar mirarla con profundo asombro, pues Sara se veía, ¡Completamente increíble! Su maquillaje era intenso, su joyería era brillante, su cabello estaba bien peinado y los tatuajes de sus piernas, acompañaban perfectamente su look.

Lo cierto es que, no dudaban en que Sara se arreglaría de manera especial, al fin, era su día, su concierto, ella era la vocalista y debía lucirse, sin embargo, Rin no pudo evitar sentir que más allá de querer verse genial, su atuendo era demasiado provocador. Lo suficiente, que estaba segura que si se acercaba a ella para saludarla, vería perfectamente el color de sus pezones o incluso, si llegaba a sentarse, no habría impedimento de conocer que tanga estaba usando.

Mentiría si dijera que Rin no se incomodó. No era ciega, y los tres hombres presentes tampoco, pues tanto ella como Kagome lo habían notado, los jóvenes, no habían podido evitar ver a Sara.

Y ella lo supo, lo había advertido en sus ojos, es así que, con una sonrisa de satisfacción, caminó en su dirección o para ser más específica, en dirección a Sesshomaru.

- ¡Hola! – saludó tranquila, como si no hubiese notado la incomodidad de sus amigas. Pues para ella, no era nada más que envidia.

- ¡Hola Sara! – adelantó Kagome, acercándose a ella, intentando cubrirle el escote a los ojos de Inuyasha. – ¡Wow, te vez… increíble! – dijo, pasando saliva.

- ¡Verdad que sí! Estuve esperando por usar este atuendo y por fin puedo lucirlo… ¿Qué opinan? – preguntó, dirigiéndose a sus amigos. - ¿No es acorde para nuestro primer concierto?

- Ah, Sara… - dudo Bankotsu, pero antes de que pudiera decir lo que pensaba, Inuyasha se adelantó.

- ¡Claro que lo es! ¡Estás verdaderamente hermosa Sara! – y con una sonrisa pretenciosa, dirigió sus ojos a Sesshomaru.

No había sido un juego su plan. Se había propuesto demostrarle a Sesshomaru quien era la más hermosa, quien era una verdadera mujer, y quien era la única y perfecta para él.

Sin embargo, aunque ella creyó haberlo logrado al llegar vestida así, no había podido mover ni en lo más mínimo al joven. Si, había sido inevitable verla, pero no al grado en como Bankotsu o Inuyasha, pues, ¿Por qué hacerlo, cuando frente a él estaba una chica como Rin? Sesshomaru conocía a Sara, sabía que su amiga solía vestir de manera extravagante y que siempre buscaba llamar la atención con su cuerpo, y no la juzgaba, si eso la hacía feliz, por él estaba bien. Y si, quizás, en el pasado, más que solo aceptar su personalidad, le agradaba porque podía disfrutar de contemplar su hermoso cuerpo curvilíneo, pero todo eso, ya había terminado. Nunca lo negaría, Sara siempre sería una chica hermosa y muy sexi, pero aceptar la belleza de su amiga, no significaba volver a verla con deseo.

Después de conocer a Rin, se había percatado de algo importante. Hasta ese día, había actuado por puro instinto, y se había dejado llevar solo por sus deseos. Es por eso que, después de ver como una chica delgada y pequeña como Rin, había logrado cautivarlo más con su personalidad que con un cuerpo ostentoso como el de Sara, comprendió la superficialidad de sus acciones.

Por lo que, apartando la mirada, se dirigió a su motocicleta, y encendiendo el motor, llamó la atención de todos.

- Ya es hora. Vámonos.

Bankotsu, quien comprendió el actuar de su amigo, no hizo nada, vio la hora en su reloj y apoyando la idea, sugirió que debían apresurarse.

- ¡Tienen razón! Ya es tarde… – dijo Inuyasha – Bien… ¿Quién se va conmigo? – suspiró con una sonrisa, con la intención de ser él quien se llevara en su auto a las tres hermosas chicas.

- Sugiero que ustedes chicas, se vayan con Inuyasha. Bankotsu ya lleva todo el equipo en su camioneta, así que yo…

- Tu te iras con Bankotsu, Sara – interrumpió Sesshomaru. La chica, dudó. – Andando… - fue lo último que dijo, preparándose para avanzar.

Todos lo habían visto, tanto la intención de Sara en querer irse con Sesshomaru, así como Sesshomaru, en negarse a llevarla, pero el momento incómodo, fue rápidamente olvidado por las prisas, pues comprendiendo que ya eran las seis de la tarde, todos se apresuraron. Inuyasha, les abrió la puerta a Rin y Kagome y Sara y Bankotsu, subieron a la camioneta para por fin dirigirse al lugar de realizarían su concierto.

Como bien lo habían calculado, la banda llegó, justamente en una hora. La persona quien los había contratado, era una chica, que, como se lo había comentado a Sara, había asistido a uno de sus conciertos en la universidad, por invitación de una amiga que también asistía a la academia. El nombre de la chica era Sango, y le había impresionado tanto su presentación, que había decidido contratarlos para su fiesta de cumpleaños.

El evento se realizaría en casa de la chica, una enorme y lujosa mansión. La banda sería la encargada de abrir la fiesta y después de su presentación (por invitación de la chica) tendrían la libertad de quedarse a disfrutar de la fiesta. Pero antes de gozar de la gloria, primero debían realizar un extraordinario concierto, pues no solo asistirían a la fiesta, los amigos de Sango, sino que también, futuros clientes.

Por algunas despistadas palabras que la chica le había dirigido a Sara cuando los contrató, se había percatado de que su padre, era un hombre de gran riqueza quien acostumbraba a mantener cerca sus amistades. "Tendrán un público muy variado. Pues mi padre, nunca deja fuera a sus amistades de cualquier evento que realicemos". Los chicos y Sara no eran tontos, habían identificado a la perfección la oportunidad que se les estaba presentando. Un hombre rico, siempre tenía amistades con otros ricos, por lo que entre ellos, habría alguien aunque fuese uno solo, que al escucharlos, podría llamar su atención.

Para cuando llegaron a la mansión, fue la misma chica quien los recibió. A pesar de ser rica, era muy amable.

- ¡Hola! ¡Me alegra mucho que ya estén aquí! – saludó ella, con emoción.

- ¡Hola! A nosotros también. – dijo Sara.

- Vengan conmigo, les mostrare donde será su escenario.

Los seis jóvenes, bajaron de sus asientos y sin separarse, caminaron detrás de la chica.

Desde la entrada, se había podido distinguir un enorme jardín, a su lado una piscina y de frente, una entrada a lo que parecía un pequeño departamento de tres plantas. No es como si fueran expertos, pero estaban seguros que de toda la mansión, esa parte era la asignada para la fiesta de Sango. Pues desde antes de llegar, habían notado lo grande de su tamaño, y por el lugar por donde habían entrado era demasiado pequeño en comparación. Por lo que lo más seguro, es que su padre, solo le había permitido usar esa área de la mansión.

No tardaron mucho en llegar, para encontrar frente a sus ojos lo que ya desde el inicio era visible. Un hermoso y enorme jardín, una piscina y un departamento de tres plantas. Algunos de los trabajadores del lugar, ya se encontraban arreglando para cuando llegaran los invitados. Colocaban luces en los faroles del jardín, alrededor de la piscina, traían vasos y platos para las botanas y terminaban de acomodar los adornos de flores.

- Bien… - dijo la chica, interviniendo en el asombro de sus invitados. – Aquí es… Como ya vieron, ya se colocó un escenario, solo es cuestión de que ustedes se acomoden e instalen lo que van a ocupar para su presentación.

- De acuerdo… - suspiró Sara.

- Ah, por cierto, también les asignaré a dos de mis empleados para ayudarlos a traer hasta aquí sus cosas. Los autos no pueden pisar el césped así que tendrán que dejarlos en la entrada.

- No hay problema, lo entendemos perfectamente. – comentó Bankotsu. – Te agradecemos el ofrecernos ayuda.

- No hay de que… - sonrió y dirigiendo sus ojos a Inuyasha, agregó curiosa. – Aunque, ahora que lo veo… tengo una duda. Creí que solo eran cuatro quienes conformaban la banda.

- Lo somos – respondió Inuyasha, correspondiendo a la sonrisa de la chica. – Las chicas que nos acompañan, son amigas nuestras. Esperamos no haber abusado de tu amabilidad.

- ¡Oh, no! claro que no. Como les dije, podían invitar a quienes quisieran. Así que, bienvenidas ustedes también. – dijo, y Rin y Kagome, agradecieron sonrientes. – Bueno, es hora de marcharme, me iré a arreglar, los dejo para que acomoden todo y nos vemos a la hora del concierto. – y después de dedicarle una última mirada coqueta a Inuyasha, la chica, por fin se marchó.


Comentarios de la Autora.

Mis queridísimas lectoras, ¡He vuelto! ¿Y qué mejor, que con la actualización de LOVE SONG? Iniciando el segundo arco de esta historia. Sé que quizás no lo dejé muy emocionante pero créanme que tuve que cortarlo ahí porque quiero que el siguiente capítulo, este lleno de muchos momentos emocionantes.

Yo sé que ya estamos a mitad del mes pero aun así, espero que hayan pasado un feliz inicio de año y espero de todo corazón que compartan conmigo todo un año más de lecturas. Como les prometí, tengo planeado publicar mas historias, tengo muchísimas ideas así que habrá historias para rato.

En fin, espero que les haya gustado el capítulo y me puedan comentar su opinión, así como decirme que es lo que esperan que pasará en este concierto. Ya saben que amo leer sus teorías y opiniones.

Les mando un fuerte abrazo y nos leemos en la siguiente actualización.