La noche apenas había caído en Londres, muchos estaban regresando a casa después de un día largo de trabajo, otros salían de fiesta y otros simplemente se sumían en su miseria, aburridos en sus departamentos.
Este era el caso de Félix, se encontraba divagando mientras observaba la ciudad a través de su ventana, sus días eran siempre iguales, ir a clases, llegar a un lugar solitario y tener la sensación de que algo le falta, pero no sabe qué, estaba disfrutando de hundirse en su miseria, pero el sonido del timbre le aviso que ya no sería posible eso.
Él se levantó de su cama y camino perezosamente hasta la puerta, no necesitaba ver por la mirilla, sólo habían tres personas que eran cercanos a él como para visitarlo y si fueran su madre o primo hubieran simplemente entrado sin llamar, les gustaba interrumpir sus divagaciones con sus animadas y dulces voces.
En la puerta estaba su única amiga y, para su pesar, también su única ex. Kagami Tsurugi, heredera de Industrias Tsurugi, aunque ahora era más libre que cuando eran unos adolescentes.
—¿Qué haces aquí Kagami?
—Es viernes.
Él puso los ojos en blanco.—No me digas, no me dí cuenta.
Ella paso su peso a un pie, se cruzó de brazos y puso los ojos en blanco.—Vamos de fiesta, te hace falta salir un rato.
—No.—su respuesta fue firme—No volveré a salir de fiesta contigo, menos un viernes.
Él recordaba la primera vez que salieron de fiesta, justamente fue un viernes como este, ambos habían cumplido diecisiete y se sentían dueños de todo, también celebraban el hecho de que Kagami le habían puesto un alto a las maquinaciones de su madre y su obsesión por controlar todo en su vida.
Habían ido a Londres a pasar el fin de semana, en ese tiempo salían juntos, se vistieron bien y fueron a un bar, al que entraron con ayuda de unas buenas propinas, se emborracharon al punto de olvidar sus nombres, no habían tenido moderación y estaban haciendo tremendo escándalo, un grupito que había estado observando la situación se acercó a ellos, una rubia trataba de seducir a Félix, grave error, Kagami la había tomado de los cabellos y juntando sus rostros le había gruñido: o te alejas de él o tendrás que operar tu nariz nuevamente, el rubio no admitiría en voz alta que eso le encantó, lamentablemente los acompañantes de las chicas llegaron y trataron de empujar a Kagami, haciendo que Félix se interponga y empiece una pelea, al final los dos jóvenes fueron sacados del lugar y vetados, no sin antes romperle la nariz al guardia porque nadie toca a Félix Graham de Vanily de esa manera.
Sólo Dios sabe cómo llegaron a la casa de Amélie, dónde se estaban quedando, ambos fueron regañados por haberse peleado, por haberse emborrachado y por haber llegado a las seis de la mañana, ninguno volvió ha hacer lo mismo, ya habían aprendido la lección, además, Amélie, quien siempre era feliz y dulce, daba mucho miedo cuando se enojaba.
Ya había pasado casi dos años de eso, aún salían de vez en cuando a alguna disco, a tomar una o dos copas, pero nunca se sobrepasaban.
—Eso fue hace tiempo.—la voz de Kagami lo sacó de sus recuerdos—Ahora hemos crecido, estoy segura que será mejor que aquella vez.
—No lo sé... Estoy pasando un buen rato aquí.
Ella arqueó una ceja y puso los ojos en blanco.—¡Oh, por favor! Sólo estás tirado en tu cama mirando el techo.
—¿Y cómo sabes eso?—él se cruzó de brazos.
Y no lo niegas, pensó ella.—Te conozco desde los quince, se cómo funciona tu cerebrito.
Y antes de que él se negara nuevamente ella añadió.—Vamos, esta vez es un lugar que te pondrá la piel de gallina.
—Bien.—resopló—Si no me gusta, me largo.
Ambos salieron del edificio y subieron al auto de Kagami, el viaje fue de casi una hora, llegaron a una gran casa, tenía una reja llamativa y había una casilla de seguridad allí, él se preguntaba a dónde lo había traído Kagami, ella se estacionó no muy lejos y ambos bajaron.
—¿Kagami, dónde estamos?
—Ya lo verás, vamos.—ella lo tomó de la muñeca y lo llevó hasta llegar a la casilla de seguridad donde había un hombre mayor—Dos, entrada y salida libre, y dos bebidas.—ella lo soltó para pagar y recibir los tickets, la reja se abrió y ambos entraron—Toma, si la pierdes no puedes volver a entrar.—ella le entrego el ticket lujoso, supuso que era la versión VIP, el ticket tenía fecha del día y una franja en dorado con letras plateadas estilizadas que decían "Miraculous House".
Al llegar a la puerta un hombre de casi dos metros hacia de portero.
—Tickets.—dijo el hombre.
Ella le mostró su ticket y el hombre lo selló.—¿Ya salió Ladybug?
—Aún no,—el hombre miró a Félix—ticket.
Félix le enseñó el ticket y el hombre lo selló, luego abrió la puerta y ambos ingresaron.
El lugar era, bueno, una especie de disco, la primera planta tenía una pista de baile y un escenario, a la izquierda habían sillones y mesas y una zona VIP, a la derecha estaba la barra de bebidas, habían escaleras que sobre rodeaban el lugar, en la parte de arriba habían muchos hombres y mujeres con poca o nada de ropa, Feliz desvío la mirada y anotó mentalmente no volver a mirar, al parecer su sonrojo no paso desapercibido para Kagami y ella se rió.
—¿Esto es un burdel o una disco?
—Lo que tú quieras.—ella se alzó de hombros—Unos vienen por los servicios de arriba, yo, vengo por el espectáculo.
—¿Qué espectáculo?
—Vamos, aún no empieza, consigamos buenos lugares.
La chica lo llevó entre el mar de gentes hasta la parte más cerca del escenario.
—Falta poco,—susurró.
—¿Para qué?
En ese momento las luces bajaron su luminosidad y la música empezó a sonar.
Por favor que no sea una stripper, rogó mentalmente mientras volvía a ver a Kagami, ella no vendría a ver cosas así, ¿no? Aunque ahora que lo piensa, parecía que ya había venido otra veces y él ni lo sabía, él suspiró y volvió su rostro cuando la voz sonó.
En ese bosque oscuro las flores estaban creciendo.
Todas hermosas por naturalidad, pero entre ellas algunas maquilladas para evitar que las mirarán.
La chica era hermosa, al estar tan cerca del escenario podía verla mejor, su piel era blanca, ojos azules, cabellos oscuros como el mar durante la noche y su mirada era hipnotizante.
El vestuario que la chica llevaba era de dos piezas, un top cruzado con mangas largas, negro con lentejuelas que hacía que la luz se reflejará y brillará, las mangas tenían al final tul que se dejaba caer como olas.
La falda era igual que el top, llena de tul que al mínimo paso ésta se levantaba y giraba como si fuera humo.
El maquillaje que llevo, guarda mi corazón, evitando que lo lastimen más.
Los pasos de baile que hacía eran refinados, elegantes y sensuales, Félix pensó que debió hacer practicado baile durante toda su vida para lograr algo así.
Pero en esa oscuridad, la luz brilló, y ese amor que tanto odiaba empezó a surgir sin parar.
A su alrededor todos estaban estallando en vitoreos y gritando el nombre de la chica.
Yo quiero florecer y vivir, quiero que me regales hibiscos.
Ya recibí muchos de tus narcisos.
Quiero mirar adelante y poder ver esa belleza de la que todos hablan y sonreír.
Él no entendía, pero no dejo de verla en ningún momento durante su perfomance y en algún punto él también empezó a vitorear y a aplaudir, no había cambiado el ticket de bebida pero se sentía borracho, el brillo, la voz y el baile de la chica lo estaba embriagando y hacía que todo a su alrededor girará, se destruyera y se volviera a construir nuevamente era un sentimiento vertiginoso que le encantaba.
—Normalmente usa rojo y algunas notas de negro aquí y allá, me preguntó qué habrá pasado.—Kagami gritaba para que él la escuchará.
—Dicen que terminó con su novio.—respondió una chica rubia con un mechón rosado.
—¿En serio? ¡Que pena... Para él, obviamente!—ambas se echaron a reír como si fueran amigas.
El perfomance acabó, pero todos seguían igual o más extasiados.
—¿Qué te pareció?—le preguntó Kagami una vez se movieron a la barra.
—No sé ni qué decirte.—él alisó su cabello, si es que se podía más, y bebió un sorbo de su bebida—Fue... Wow.
—Sabía que te gustaría.—la chica sonrió orgullosa de su hazaña y bebió de su bebida.
—¿Cómo llegaste a este lugar?
—Hmm, no sé cómo explicarlo,—ella parecía acomodar sus palabras—me salió un vídeo suyo en SNS y luego de mucho averiguar de dónde era, llegué aquí y me enamoré de lo que ví.
—Creo que yo también...—susurró para él pero ella igual lo oyó.
—Según dicen, si pagas una buena porción puedes tener treinta minutos con ella.—dijo de manera pícara haciendo que él escupiera su bebida.
—¿¡Qué demonios hablas, Kagami!?
Ella se carcajeo.—Calmate, caballerito,—le dió unas palmaditas en la espalda—según tengo entendido, ella no ofrece esa clase de servicios.
—Sea como sea,—él desvío la conversación—¿Hay alguna clase de horario para saber cuándo actúa ella o cómo?
—Sólo sigue las SNS del lugar y ya.
—Bien.—él sacó su teléfono y busco la cuenta, cuando la encontró empezó a seguirla.
—¿Seguirás viniendo?
—Hmm, quizás.
—¡Tienes que traerme contigo si vienes!—ella golpeó su hombro—Es gracias a mí que estás aquí.
—Sí, sí, lo que diga la princesa.
Aquella noche oscura que Félix creyó que sería igual que las demás, fue maravillosa, encontró esa "cosa" que creía que le faltaba y no sé atrevería a dejarla ir.
