El Rollo Escarlata

En la Naturaleza de la Luz del Día


Había una desagradable y tibia humedad en el aire de ese día, y ya que Otafuku Gai era el tipo de ciudad que cobraba vida en la noche, no había mucho que hacer excepto permanecer en el hotel e intentar derrotar a Kakashi en los juegos de cartas en el balcón donde tal vez habría algo de brisa. Debajo de ellos bien podría haber un ciudad fantasma. Algunas personas estaban deambulando a lo largo de las ventosas calles, algunas otras estaban barriendo la evidencia de la fiesta de la noche anterior, pero la mayoría de las personas pasaban con discreción por los callejones y jardineras, luciendo como cadáveres. Era más sencillo imaginar que esto era el centro de alguna zona de guerra en lugar del centro de la vida nocturna y el entretenimiento adulto en todas las 5 naciones. En la brillante luz del día, el glamur de la noche finalmente era arrancado para mostrar los defectos debajo; podrían ver los quiebres en las paredes y las ventanas sucias, e incluso las mujeres increíblemente guapas estaban despiertas y todo, pero sin su maquillaje y finas ropas todas lucían casi corrientes.

Lo mejor de jugar juegos de cartas contra Kakashi era que Sakura finalmente había encontrado algo en lo que él era malo, aunque esto era igualmente molesto. Dudaba que estuviera intentándolo, y enseñarle lo básico del póker era más un ejercicio de paciencia. Sin embargo, mantenía su mente lejos de otras cosas.

Hasta que Jin caminó a su habitación, sin avisar como siempre y no se veía mucho peor para haber sido dejado inconsciente por Sakura unas noches atrás. Ella no se molestó en levantar la mirada y verlo porque él se deleitaba despreciando su privacidad.

—Adivina qué hora es. —El idiota comenzó, y ya que sabía que Sakura no iba a complacerle respondiendo, él rápidamente se respondió. —¡Hora de la prueba de embarazo! Sé una buena chica y ve a la farmacia.

—No. —Sakura dijo estoicamente, todavía rehusándose a levantar la mirada del juego.

—Sí. —Dijo Jin.

—No. —Dijo Kakashi, analizando los sets de cartas que Sakura tendió en el tablero entre ellos. —Su periodo ya comenzó. Snap.

—No estamos jugando Snap. —Sakura suspiró. —Estamos jugando Ve a Pescar.

—¿En serio?

Si Jin estaba sorprendido o molesto por haber sido subvertido tan rápidamente, no lo mostró. En lugar de eso parecía presumido. —Qué pena. Supongo que tendrás que internarlo con más esfuerzo el siguiente mes. Y eso no funciona, siempre queda el mes siguiente. ¿Quizá no estás usando las posiciones correctas?

Las manos de Sakura estaban apretando las cartas con un poco más de fuerza de la necesaria; estaban a nada de doblarse. Kakashi miró con paciencia a Jin. —¿Es todo lo que querías? —Preguntó.

Cualquier molestia más de parte de Jin ahora sólo se vería como la cruel inmadurez que era, y el idiota no tuvo más opción que sonreír e irse. Aunque Kakashi y Sakura habían estado jugando en silencio antes de que él llegara, ahora el silencio entre ellos una vez que les dejara era tenso. Era el turno de Sakura para jugar, pero sólo se quedó viendo con los ojos vidriosos a sus cartas, su mente en otras cosas de las que Kakashi había esperado distraerla.

—¿Estás bien? —Preguntó, tomando la oportunidad de su catatonia para casualmente agregar algunas cartas más a su mano, asumiendo erróneamente que esto sería de ventaja.

—Lo estoy. —Gruñó, enferma de él preguntándole porque la obligaba a mentir. —¿Algún cinco?

Jugaron, y Sakura notó que todavía seguía ganado, incluso si estaba perdiendo la mitad de sus turnos y apenas manteniendo noción de las cartas. Finalmente, todos los sets fueron tendidos en el suelo y no quedaban más cartas que jugar. Las miró, preguntándose qué sería lo siguiente.

—No dejes que Jin se te meta a la cabeza. —Kakashi dijo, levantando la baraja. —Él es… bueno, es un idiota. Ambos sabemos eso.

—Aunque tiene razón. —Gruñó, mirando los techos de la ciudad —Vamos a estar aquí al menos por otro mes ahora.

—Nada que podamos resolver. —Respondió calmadamente. —No es tu culpa.

Ella le miró con molestia. —Nunca creí que lo fuera.

Él se encogió de hombros, revolviendo las cartas con una facilidad practicada y una precisión que desafiaba su torpeza con las reglas de los juegos. —Jin y Ari tal vez te hagan creer lo contrario.

—Bueno, sí, son idiotas. —Sakura dijo.

Él asintió. —Exactamente. —Y comenzó a repartir de nuevo.

—Estoy cansada de jugar cartas. —Dijo, poniéndose de pie para estirarse. —Se pone aburrido el ganar.

—No es un problema con el que tenga mucha experiencia. —Admitió.

Sakura se movió hacia el balcón y se asomó sobre la barandilla para ver la calle. Aunque no estaba tan transitada como lo estaba la noche, algunos de los establecimientos menos sórdidos estaban abiertos. Kakashi veía su espalda. —¿Quieres salir? —Preguntó.

Ella se giró de la vista. —No. —Él había confundido su interés en la calle. Sólo estaba buscando una excusa para no sentarse cerca de Kakashi y tener que encararlo. No era que él le molestara, pero algunos momentos, entre otros, era difícil mantener una actitud fría e indiferente cerca de él. Especialmente cuando intentaba ser amable y alegrarla. Irónicamente, ahí era cuando más ganas tenía de llorar.

Ahora estaba de pie, buscando a ciegas alrededor de la habitación, quitando el musgo de la barandilla de madera con sus uñas. Kakashi no estaba diciendo nada, sólo barajeando las cartas, y eso le hacía sentir todavía más tensa e inquieta que antes. Cuando ella lo miró notó que cuando se inclinaba hacia el frente, algo diminuto y dorado que colgaba en una delicada cadera se asomaba desde su cuello. Lucia como el hiragana "Ki". ¿Poder? ¿Energía? ¿Fuerza vital? Indudablemente era un dije para collar y muy femenino. ¿Por qué no lo había notado antes?

—¿Qué es eso? —Preguntó. —¿En tu cuello?

Él tocó el ligero pendiente y lo regresó bajo su camisa con un encogimiento de hombros. —Es regalo de un amigo. —Dijo. —Para la suerte, creo.

Su madre le había dado algo similar por su cumpleaños número dieciocho dos años atrás, pero Sakura nunca lo había usado. Todavía seguía sin saber qué le diría a su madre cuando regresara… si es que regresaba.

—¿Desearías ir a casa? —Preguntó en voz baja.

Él se encogió de nuevo. —¿No lo queremos todos?

Sí, pero…

Sakura se mordió el labio. —¿Y si estamos atorados aquí? ¿Seis meses hasta que nos reasignen otro objetivo?

Kakashi se detuvo y levantó la mirada hacia ella, curioso. —Estoy seguro de que sólo necesitaremos un par de semanas más. —Dijo con cuidado, luego de un largo momento de consideración. —Con suerte no estaremos aquí por más tiempo que ese.

—¿Y que hay si es así?

—¿Por qué? —Preguntó. —¿Qué te hace decir eso?

Ella retiró la mirada de nuevo y volvió a caer en silencio. Kakashi esperó pacientemente, pero cuando no respondió, volvió a las cartas y comenzó a repartirlas, construyendo una frágil casita de cartas. Eso era demasiado para Sakura. La mera banalidad de ver a su sensei haciendo algo tan aburrido como construir una casa de cartas en la peor misión de su vida le hacía querer gritar. ¿Cómo se atrevía alguien a estar tan aburrido que tenía que entretenerse con tales trivialidades cuando ella estaba atravesando el infierno?

Cuando él estaba intentando balancear con cuidado las últimas dos cartas para formar el cenit de su pieza maestra, Sakura avanzó y golpeó la base con su pie. Las cartas temblaron y cayeron. Kakashi bajó las manos y miró el desastre con consternación plana.

—Salgamos. —Sakura dijo.

Él sonrió débilmente hacia ella. —Entonces vístete. Estaré esperando abajo.

Se fue lo suficientemente alegre, lo que era otro habito molesto suyo en estos días; ya nunca se enfadaba, o al menos no con ella. Ella le daba tanta pena que ni siquiera podía ponerle los ojos en blanco cuando se volvía una perra o una osa.

A solas, ella se quitó el yukata que ocupaba para dormir, y comenzó a buscar entre su percha de 'disfraces'. Por varias razones, cuando dejaba el hotel no podía atraer mucha atención hacia ella, ya que había una posibilidad de que Hiroshi o alguien relacionado a él le pudiera reconocer en la calle. Así que, en lo que respectaba a esta ciudad, ella era otra mujer de la calle, y tenía que vestirse como una.

Afortunadamente eso no significaba tacones de doce centímetros, tops de tubo y pantalones pegados, o cualquier cosa más elaborada que cualquier otra civil vistiera durante el día. Las mujeres en Otafuku Gai tenían una vida fuera del trabajo también, por supuesto.

Los disfraces de Sakura eran una mezcla de ropa del día con prendas moderadamente más elegantes para la noche. Nada demasiado caro o barato. Su primera semana en Otafuku Gai había sido pasada organizando un nuevo guardarropa nuevo, probándose ropa que probablemente sólo usaría una vez. Alguna ya no era usable, había sido rota o rasgada durante algunas 'sesiones', como el vestido que usó la primera vez que se encontró con Hiroshi.

Ella pasó las manos sobre el vestido azul en cuestión, sintiendo las puntadas amontonadas donde los tirantes habían sido cosidos con torpeza a la espalda del vestido por manos ridículamente practicas -las manos de Kakashi. Él carecía de la precisión de cirujano que ella tenía cuando se trataba de agujas, pero todo shinobi aprendía a coser igualmente. Reparar ropa y equipo venía con el trabajo, sin importar si eras hombre o mujer. Siendo muy femenina, ella todavía era gran amante de la ropa, y ordinariamente hubiera disfrutado de una misión donde se le diera un nuevo guardarropa completo lleno de hermosos vestidos con los cuales disfrazarse, pero cada vestido que había utilizado se sentía arruinado, incluso si había sido reparado, incluso si no tenía daño alguno.

Sin embargo, había usado la mayoría de sus disfraces para este momento y no tenía más opción que comenzar a usarlas de nuevo. Sakura eligió el vestido azul y se metió en él, seguido por un cárdigan verde para cubrir el trabajo de reparación, e intentó no recordar la manera en que los tirantes se le enterraron en los hombros ni cómo las costuras se habían roto cuando Hiroshi le arrancó el vestido. Definitivamente era el tipo de hombre que comenzaba las cosas así como pensaba continuar, y se había reído de su expresión cuando la había empujado, con la ropa rota, directamente a la cama apenas trece segundos después de que ella hubiera entrado. Él había dicho que ella 'tembló como una virgen'.

No fue hasta muchas horas después, cuando estaba de vuelta en su propio cuartito oscuro que comenzó a calmarse y pensar en lo que él había dicho. Porque, no, ella no había actuado como una virgen. Actuó como una mujer que no había disfrutado ser apretada y empujada y que le mantuvieran los brazos abajo. ¿Era tan difícil de entender? No había palabras para describir cuán poderosamente aliviada se había sentido cuando Kakashi había interceptado la comunicación de Hiroshi la siguiente noche y le dijo que ya que pedido por una de sus chicas regulares en lugar de ella probablemente no sería necesitada. Excepto Jin y Ari que habían encontrado esto divertido y se aseguraron de que entendiera que esto era porque ella era 'mala para la cama'.

Pero cualquier esperanza que tuviera de que Hiroshi realmente le encontrara poco encantadora rápidamente había comenzado a desvanecerse cuando él le contactó la siguiente semana, y luego de nuevo, y de nuevo.

Gradualmente había aprendido que, entre más sobrio estuviera, más cruel se comportaba. Siempre que podía, intentaba complacerlo con bebidas antes de ir al asunto, pero esto no siempre funcionaba. A veces el tipo no estaba de humor para perder el tiempo. Y entonces él comenzó a solicitarla con más frecuencia… la semana anterior había querido estar juntos cada noche. Había querido verla de nuevo esta noche, pero ella no iría. Si Jin o Ari intentaran hacerla que fuera, pondría sus límites. Incluso si ellos no tenían compasión por cuán doloroso era el sexo para ella durante su menstruación, habría poca ganancia en dormir con su objetivo así, lo que no servía para la misión. Incluso las amantes de verdad se tomaban sus descansos. Estaba segura de que Hiroshi encontraría otro bocadillo.

Y de nuevo… notó que estaba temblando físicamente con alivio por el pensamiento de un indulto, aunque breve, de ese hombre vil.

Un golpe en la puerta le sacó de sus casillas. —Sakura, ¿Ya estás lista?

Se vio y se dio cuenta que había permanecido sentada en su futón, mirando a la nada por tanto tiempo que había gastado la paciencia del ninja más tardío en existencia. —Ya voy. —Dijo, y dejó detrás sus preocupaciones para unírsele.

El tráfico era pesado alrededor del mercado, y ahí fue donde fueron primero. Kakashi era quien lideraba el camino; Sakura sólo le siguió como una salchicha perdida, no le importaba a donde iban ni estaba tampoco interesada particularmente. Miró los productos de cada lugar sin notar qué estaba de oferta, pasando los dedos groseramente sobre joyería demasiado trabajada y fruta y ropa. Kakashi se detuvo en un local que parecía vender instrumentos musicales. Por alguna razón esto le interesaba, pero Sakura no podía pensar en el por qué, hasta que levantó un tipo de violín -el vendedor le corrigió altivamente, era una viola- y tocó un par de notas con sus dedos. No produjo el tañido poco armonioso que probablemente haría en manos de Sakura.

—¿Tocas? —Le preguntó incrédulamente.

—Alguna vez. —Respondió. —Probablemente estoy muy oxidado ahora. Soy mejor con un shamisen.

Oh, dios. —Te pagaría para que no lo demostraras.

—¿No eres fan?

Estaban en Otafuku Gai; la ciudad del placer. Ni una sola noche pasaba sin que pudiera escuchar a algún borracho pidiendo por el shamisen a través de una ventana abierta en algún lado, era el instrumento elegido por las animadoras femeninas de la más alta clase. Y sí, para este momento, el sonido había comenzado a fastidiarla. —He escuchado gatos pateados en el trasero que suenan mucho mejor que el shamisen.

Kakashi regresó el instrumento al vendedor que estaba viendo a Sakura como si nunca en su vida se hubiera encontrado una filistea de su calibre. Él tenía una repisa completa de shamisen detrás, después de todo, así que lo más probable es que hubiera insultado su producto más vendido.

Se movieron, y Kakashi les compró una brocheta de bolas de pulpo y un tipo de máscara festiva que Sakura estaba más que feliz de usar. Le gustaba ver por los dos agujeritos en la máscara de madera, era capaz de ver a otros que no le podían ver. Era anónima. Tal vez esa era la razón por la que Kakashi gustaba tanto de las máscaras.

Esta misión le iba a hacer un fenómeno antisocial como él…

Había un tipo de obra en medio de la ciudad, así que se unieron a la multitud de gente para ver, y así fue como perdieron la mayor parte de la tarde. Sakura jaló varias veces la manga de Kakashi para indicarle que estaba aburrida, pero resultó que la obra era un tipo de producción basada en el Icha Icha, y Kakashi no se iría ni por amor ni dinero.

Era más que tonta. Había un montón de actores corriendo alrededor del escenario haciendo chistes vulgares y pretendiendo tener sexo con todo tipo de horribles metáforas visuales. Pero probablemente para los estándares de Otafuku Gai era clasificación G.

Finalmente terminó, y Kakashi aplaudió más fuerte que cualquiera lo que le hizo pasar vergüenza, aunque tuvo la decencia de lucir apenado cuando vio el ceño fruncido de Sakura. —No fue tan buena como el libro. —Dijo.

—¿Podemos ir a comer ahora? —Preguntó. Su estómago había estado rugiendo por la mayor parte de la obra, así que estaba contenta de poder regresar a través del mercado para encontrar un bar de soba abierto. Uno nunca podría quedarse sin opciones de cafés y restaurantes de todo tipo en esta ciudad, y aunque tenían su opción de cocina, Sakura no quería nada más que una joven agotada trabajando en un plato humeante, volteando fideos y gruñendo antisocialmente en respuesta a las órdenes. Cuando dondequiera que mirara veía entretenimiento implacable, era un alivio entrar sigilosamente en un pequeño bar oscuro donde el único entretenimiento era la radio mal sintonizada que sonaba detrás del chef.

—¿Quieres beber? —Kakashi le preguntó, cuando finalmente terminó y empujó su plato. Como siempre, él había terminado mucho antes que ella.

Sakura se encogió de hombros insegura. Por una parte, no tenía ganas de seguir afuera y beber porque la cosa sobre vivir en constante desespero era que, aunque el alcohol podía llevarse eso por unas horas, la bajada te podía aplastar. Sin embargo, por otra parte, no quería regresar al hotel porque había una oportunidad más alta de encontrarse con sus chaperones, y había pocas cosas que odiara más que esos dos idiotas.

—Tienes que soltarte eventualmente. —Kakashi dijo, buscando monedas para pagar su parte. —¿No crees que deberías relajarte?

—Estoy bien. —Dijo cortante.

—Iré yo si no quieres venir conmigo. —Dijo.

Demonios. Eso significaba una noche a solas en el hotel, y encarar a sus compañeros sola siempre era más volátil cuando Kakashi no estaba ahí para intervenir. —Bien. —Suspiró, asegurándose de hacerle saber que no le había dejado con otra opción. —Si tanto quieres mi compañía, iré contigo.

Sabía que no era exactamente una compañía muy agradable justo ahora y no lo había sido por un rato, pero Kakashi sonrió como si nada pudiera ponerlo más contento. —Bien.

Luego del bar de soba fueron en búsqueda de un bar apropiado. La noche estaba aproximándose y la somnolienta ciudad estaba regresando a la vida en sus distritos más vivaces. Kakashi parecía tener en mente un lugar específico que mostrarle, y mientras tomaban un muy usado camino lleno de viento a través del pueblo, Sakura se preguntó cuán seguido venía él aquí como para estar tan familiarizado.

—¿Hatake Kakashi?

Dicho hombre se detuvo y se giró ante el sonido de su nombre, y Sakura echó un vistazo con curiosidad a la mujer de pie en el pórtico de un burdel cercano. A diferencia de otras mujeres de pie y sentadas alrededor de ella, era más vieja y más pesada, aunque su cara era lozana y llena, haciéndola lucir más joven de lo que su cabello gris indicaba.

¿Eres tú, no es así, Kakashi? —La mujer gritó, golpeando un abanico cerrado contra su busto. —Reconocería esa cara en cualquier lado.

Considerando cuán poco de la cara de Kakashi era visible, esto era más que impresionante.

Kakashi no pareció sorprendido, y lentamente inclinó la cabeza hacia un lado. —¿Madame Wisteria? —Preguntó con suavidad. —Luce más encantadora de lo que recuerdo.

Un siseo incrédulo escapó de la mujer. —Yo, sin embargo, no recuerdo tal encanto. —Dijo. —Eras una cosita torpe cuando te conocí. ¿Qué te trae de vuelta a Otafuku Gai? ¿Negocios o placer?

—Placer, por supuesto. —Respondió sin duda, y él en serio estaba poniendo mucho encanto en tan pocas palabras. Sakura nunca había visto algo parecido.

'Madame Wisteria' puso su mirada en Sakura. —¿Y quién es esta cosita torpe? —Preguntó.

Sakura sintió una ola de vergüenza. Sabía que era torpe y joven, pero esperaba que nadie lo notara la mayoría del tiempo.

Y entonces Kakashi dijo algo que no hubiera esperado para nada.

—Esta es mi amiga, Sakura. —Le dijo a la mujer.

Normalmente, cuando Kakashi la presentaba, era casi siempre como su 'compañera de equipo', o su 'colega', o incluso algunas veces como su 'pareja', y a Sakura le gustaba eso porque siempre denotaba respeto e igualdad, y era un paso enorme de los días en que la presentaba a la gente como su 'estudiante'.

Pero nunca antes le había presentado como una amiga. Y repentinamente supo que era la primera vez que se había referido a ella de esa manera. ¿En verdad la consideraba como su amiga?

El significado de su nuevo título estuvo completamente perdido para Kakashi y Madame Wisteria, y la otra asintió educadamente a Sakura, que hizo lo mismo. Incómodamente, y representando su juventud. —¿Cómo se conocieron los dos? —Sakura preguntó antes de que pudiera pensar apropiadamente la pregunta en su cabeza. Sólo luego de que escapara de sus labios se dio cuenta de cuán estúpida era.

Wisteria claramente era una prostituta.

—Cuando era una cosita delgada como tú, cariño, —La mujer dijo. —cuando era la bella de la casa y tenía quince clientes golpeando mi puerta cada hora, un día vino un golpe a mi puerta diferente a cualquier otro. Y cuando abrí estaba de pie el jovencito más hermoso que he visto.

Kakashi se río ligeramente, sonando avergonzado. Sakura estaba comenzando a desear en verdad que no hubiera preguntado.

—¿Y sabes qué me dijo? —Wisteria iba a contarle de cualquier manera, así que Sakura sólo sacudió la cabeza aturdida. —Él dijo, 'Escuché que estaba teniendo problemas con un borracho. Déjeme escoltarlo afuera, por favor.'

Sakura parpadeó.

—Verás, uno de nuestros clientes se había puesto un poco molesto esa noche y estábamos teniendo problemas para convencerlo de irse sin que manoseara a todas nuestras chicas, así que hice una llamada a seguridad, y tu amigo Kakashi fue a quien enviaron.

—Oh. —Sakura murmuró, sintiéndose culpable por asumir otra cosa.

—¿Pensaste que me acosté con él? —Wisteria parecía terriblemente divertida a costa suya.

Sakura no tenía el valor de admitir que eso era exactamente lo que había pensado.

La mujer le guiñó el ojo. —Sólo como pago.

—Oh.

—Muchas veces.

—Oh.

—Te está tomando el pelo, no le hagas caso. —Kakashi dijo suavemente, y se giró de vuelta hacia Wisteria con el mismo encanto. —Tenemos que irnos, Madame. Le prometí a Sakura mostrarle el bar en el Banco del Norte y es casi la hora feliz.

—Bueno, si te apetece recordar los viejos tiempos, sabes dónde encontrarme. —Dijo, y volvió a guiñarle el ojo a Sakura. —Tú también, corderito. También tenemos muchos servicios para satisfacer los placeres de las damas.

La garganta de Sakura se puso completamente seca.

—Gracias por su amable oferta. —Kakashi reverenció y comenzó a empujar a Sakura ya que ahora estaba paralizada en medio de la calle.

—¿De verdad sólo me estaba tomando el pelo? —Sakura preguntó, un poquito esperanzada.

—Sí… la mayoría de lo que te dijo era inventado. —Dijo, luciendo algo titubeante. —Nunca trabajé como seguridad aquí.

—Entonces cómo-

—¿Cómo crees que alguien como yo conocería a alguien como ella? ¿Cómo cualquier visitante la conocería?

—Oh. —Sakura parecía estar diciendo eso con demasiada frecuencia.

—Y nunca fue delgada.

Esto suponía que no debía ser una sorpresa -la cosa sobre visitar a una prostituta, no la cosa sobre que le gustaran chicas grandes, porque eso sí que era un poco sorprendente. Sin embargo, conocía el mantra que decía que los hombres tenían sus urgencias, lo que le hacía inferir que esto era algo que tenía que respetar, y que Otafuku Gai estaba lo suficientemente cerca de Konoha como para que muchos hombres lo visitaran para incursionar en el placer, incluso si era una sola vez por curiosidad, y el pensamiento de que Kakashi era uno de ellos… bueno, le decepcionó.

Nunca había tenido una opinión moral fuerte hacia las prostitutas, porque no importaba cómo lo viera, ninjas y prostitutas eran dos caras de la misma moneda. Ella era contratada para asesinar, ellas eran contratadas para follar, y al final del día, su profesión hacia más daño al mundo que el de las mujeres de la noche que tomaban dinero a cambio de dar placer. ¿Cómo podría alguien en posición de Sakura mirar por encima a tales mujeres sin sentirse hipócrita?

Sin embargo, las opiniones de Sakura sobre su clientela eran un tema diferente. La gente que pagaba por sexo… parecía una manera triste y sucia de obtener intimidad física sin tener que tener consideración por la otra persona involucrada. Siempre había pensado en esos hombres con desdén. Luego de conocer a Hiroshi, eso se había convertido en desprecio.

No quería pensar en Kakashi de esa manera.

Pero, ella pensó, mientras le miró y él le sonrió ligeramente a ella, probablemente él no lo veía de esa manera. Había sucedido mucho tiempo atrás…

—Aquí estamos. —Anunció, señalando una puertita de color gris a la que Sakura no hubiera visto dos veces si no fuera por él. El decorado del lugar no le daba mucha confianza sobre su calidad, pero confiaba en Kakashi y su gusto (en algunas cosas, definitivamente no en otras) y mantuvo sus reservas para sí antes de seguirlo al interior.

Para ser una casa pública, era más que cómoda y bien iluminada, y no estaba particularmente lleno -todavía. Cada diminuta habitación tenía su propio fuego, pero los asientos alrededor ya estaban ocupados así que se movieron hacia el bar.

—Cerveza. —Kakashi pidió al bar tender.

—Vino de ciruela con té verde, por favor. —Sakura pidió. Y cuando las bebidas llegaron, cuidadosamente revisó que el vaso no tuviera marcas de labios.

Al menos había pasado la prueba de limpieza.

—Nada mal. —Le dijo a Kakashi, que obviamente estaba esperando por su aprobación. —Sabes moverte muy bien por Otafuku Gai, ¿No?

Él se encogió de hombros. —Es mi trabajo.

—¿Saber dónde están los bares?

—Ah- no. Memorizar el mapa de un área antes de estar ahí. Conocer los mejores lugares para comer y beber es un don. —Dijo, tocándose la nariz como si fuera un secreto que nunca revelaría.

Sakura consideró que su talento residía más bien en ir de bar en bar hasta que eventualmente encontraba joyas escondidas. Levantó sus cejas educadamente y bebió su bebida. Había pasado un rato desde que había tomado umeshu, y siempre había disfrutado del dulce sabor, pero este no era tan rico como el vino de ciruela que tenían en Konoha. El sabor parecía… apagado.

Oh, qué importaba. Todo venía de la misma lata, sólo estaba siendo estúpida…

Kakashi notó su suspiro y le dio con el codo débilmente. —Te traje para alegrarte, no para ahogar tus penas. No suspires en tu bebida.

—Lo siento. —Murmuró. Y luego, porque él lucía como si estuviera a punto decirle algo serio sobre ella -sobre la misión- sobre Hiroshi o sus viles e idiotas compañeros de equipo-, y porque no creía poder soportarlo, sonrió y dijo: —¿Cuándo aprendiste a tocar el violín?

—La viola. Aunque, probablemente también pueda tocar el violín, son similares. —Dijo. —Pero no es realmente lo que piensas. Luego de conseguir el sharingan, mi sensei estaba haciendo su mayor esfuerzo en ayudarme a aprender cómo usarlo porque los Uchiha se rehusaron a entrenarme… estaban algo molestos de que lo tuviera, así que pasé por un montón de métodos poco ortodoxos para probar sus poderes. Aprendí como tocar la viola en una tarde. Me hizo desear que hubiera tenido el sharingan cuando estaba aprendiendo el shamisen.

—¿Por qué tendrías que aprender el shamisen? —Preguntó, disgustada.

—Era parte del currículo obligatorio de la Academia. —Le dijo. —Solían creer que una educación redonda hacia mejor a un peleador, e incursionar en entrenamiento musical era parte de eso. No sé si hacia algún bien. Lo debieron quitar del currículo antes de que entraras a la escuela.

Gracias a Dios. Sakura reflexionó sobre su bebida y preguntó: —¿Crees que la Academia nos prepara de verdad para la naturaleza de nuestro trabajo?

Kakashi se encogió de hombros. —¿A qué te refieres?

—Todo lo que sé, lo aprendí luego de salir de la Academia. No recuerdo mucho de lo que aprendí en la escuela. —Suspiró.

—Probablemente recuerdas más de lo que crees.

—¿Sí? ¿Y con cuánta frecuencia tocas el shamisen en esta línea de trabajo?

—Bueno, al menos es un inesperado truco de fiesta.

—Yo… yo aprendí a elegir y arreglar flores en la escuela. —Dijo, sin creerlo del todo, aunque hasta ese momento había pensado ni dos en veces en ello. —El currículo de las kunoichi… aprender la diferencia entre un Acer rubrum y un maple rojo.

Kakashi pensó en esto cuidadosamente. —¿Y cuál es la diferencia-?

—Ambos son el mismo maldito árbol. (*) —Suspiró. —Y puedo decirte cuáles flores son apropiadas para llevar a un funeral dependiendo de tu relación con el occiso, porque conozco el significado de la mayoría de flores nativas del País del Fuego, y algunas otras, pero ¿Cómo eso me ayuda a prepararme para el tipo de trabajo que hago?

—Otro umeshu, por favor. —Kakashi dijo al bar tender, notando que la bebida de Sakura ahora era prácticamente solo hielo.

—Más vino, menos té. —Sakura le dijo al hombre, y una vez que la nueva bebida estuvo en su mano, hizo su mayor esfuerzo para no suspirar, así como Kakashi le había dicho. —Sabes, de hecho, envidio a los niños que aprenderán ahora en la Academia. Al menos bajo Danzou, estarán preparados para toda la mierda que les arrojarán.

—Y sin duda les enseñarán cómo él es un líder revolucionario con gran sabiduría e iluminado. —Kakashi dijo en voz baja.

—Alguien debería matarlo simplemente. —Sakura dijo, diciendo en serio cada palabra.

Kakashi tocó el dorso de su mano. —Ten cuidado con lo que dices. —dijo, incluso con más suavidad que antes. —Todavía estamos en el País del Fuego… y Danzou tiene ojos en lugares inesperados.

—Literalmente. —Murmuró ella.

Él resopló y dejó su mirada vagar en la habitación mientras tomaba un profundo sorbo de cerveza. Repentinamente estaba golpeándole la mano de nuevo. —Vamos- hay asientos cerca de la chimenea.

Sakura intentó no derramar su bebida mientras Kakashi le arrastraba en la alcoba de una habitación cercana, donde el olor de la madera de manzano ardiendo era fuerte. Los asientos eran más cómodos y el calor era lo suficientemente placentero como para aliviar el aire frío de la noche. Pero ahora Kakashi estaba sentado frente a ella, y había una mesa pequeña entre ellos, y verlo a él en lugar de su bebida era más incómodo de lo que se dio cuenta.

Sólo porque sentía que cada vez que Kakashi se permitía ver su cara por más de algunos momentos, él vería a través de ella y sería capaz de ver todas las cosas que desesperadamente intentaba ocultar. Concentró su mirada en el fuego y esperó que él hiciera lo mismo. Él bebió lentamente en silencio, pero su mirada permanecía en ella un poquito más de tiempo de lo usual. Tal vez ¿Estaba siendo demasiado obvia en su intento de esquivar sus ojos?

—Una moneda por tus pensamientos. —Dijo.

Sakura extendió la mano. Si él iba a decir modismos clichés, bien podría poner algo de valor monetario en sus palabras si es que quería sus pensamientos.

—Jesús… —Kakashi gruñó y buscó en sus bolsillos. Encontró algo, sopló una pelusa y presionó la moneda contra su mano. —Eso debe comprarme al menos diez pensamientos. —Dijo.

Ahora Sakura corrió mentalmente por algo que decirle. Muchos de sus pensamientos rebotaron en su cabeza y había perdido rastro de ellos. Justo ahora todo en lo que pensaba era en cuán cálida la moneda estaba por su calor corporal.

Podía hacerse la tonta y decirle que estaba pensando en algo tan mundano y normal como las flores. Ya que habían estado hablando de ello un momento atrás, no sería imposible. Pero se sentía pesada, y hablar de algo tan casual le quitaría más que si simplemente decía algunas de las cosas que ya estaban en su cabeza.

—¿Por qué crees que la gente contrata prostitutas? —Preguntó, echándole un vistazo para calibrar su reacción.

Hubo una ligera tensión en los músculos alrededor de su ojo, que podría significar todo desde la sorpresa hasta el disgusto o simple confusión. ¿Tal vez todo eso? —Bueno, —dijo, arrastrando la palabra como si le estuviera dando a su pregunta una seria pensada. —supongo que hay muchas razones diferentes.

—¿Cómo?

—¿Quizá algunos hombres sólo quieren el placer sin el trabajo de cortejar a una chica? ¿O tal vez la chica que les gusta sólo acepta efectivo antes que todo, algo así?

Ahora Sakura fue quien entrecerró ligeramente los ojos. Esta era su primera respuesta, y siendo un hombre que había utilizado prostitutas antes, tal vez le había dado sus propias razones. —Así que ¿No es algo que harías si estuvieras en una relación con alguien?

Él se encogió de hombros, probablemente comenzando a darse cuenta ya, si es que no lo había hecho antes, de que ella ya sabía que eran sus razones personales.

—Hiroshi está casado. —Dijo, su mirada puesta en el fuego. —Tiene cinco hijos en su casa, allá en el País del Rayo. La mayor tiene diecisiete. El más joven tiene cinco. Su favorito es el niño que tiene diez años. Cree que podría ser Raikage un día. Y… él parece amar a su esposa, pero si eso es cierto, ¿Por qué pasaría tanto tiempo aquí con chicas como yo?

Ella no miró a Kakashi, y él no dijo nada, aunque sabía que le estaba viendo tan intensamente como ella veía a los troncos ardiendo en el fuego.

—¿Te cuenta sobre su familia? —Kakashi preguntó cuando el silencio se prolongó más de lo cómodo.

—De hecho, me confía muchas cosas. ¿Todos los hombres hacen eso? ¿Incluso los que saben que la mujer sólo está ahí por su dinero…? No es como si realmente me importara lo que le va a dar a su hija ahora que cumpla dieciocho.

Especialmente cuando una de sus demandas favoritas era que Sakura le dijera 'Papi' cuando se la cogía desde atrás.

—No creo que me llegue a contar algo que tenga importancia estratégica, pero entre más estoy con él más sé sobre él… y entiendo menos. —Tragó saliva y cerró los ojos. Algo cercano al dolor estaba intentando sobrepasarla. —Me confunde. Lo odio tanto, y, sin embargo, sé más de él de lo que sé de ti, mi propio compañero de equipo, mi propio amigo.

Kakashi se inclinó en su asiento.

—Sólo quiero ir a casa. —Susurró ella.

—Iremos pronto. —Dijo, sonando tan confiado. —Este mes será el último, lo prometo.

Ella le miró, exasperada. —No sabes eso.

—No hay razón por la que no puedas concebir. Eres joven y estás sana y-

—¿Y alguien se molestó en preguntarle eso a Hiroshi? —Le interrumpió, aunque su voz era apenas más que un susurro.

Él se reclinó de nuevo. —Bueno, tiene cinco hijos-

—Y de ellos, él último nació hace cinco años. —Le interrumpió de nuevo. —Él casi tiene cincuenta, Kakashi-sensei…

—Estaremos fuera de esto pronto. —Le dijo intentando calmarla. —Lo prometo.

—No me estás escuchando. —Ella miró a sus manos con cansancio. —No vamos a irnos el siguiente mes. Ni el siguiente. Estaremos atorados aquí por el resto del año, porque Hiroshi es estéril.

Kakashi se congeló, mirándole confuso, como si no tuviera idea de lo que acababa de decir. —Suenas segura de eso. —Remarcó eventualmente.

—Te lo dije, me confía muchas cosas. —Sakura dijo. —Me dijo que era estéril hace semanas, porque así no tenía que usar un… ya sabes.

—Algunos tipos dicen eso sólo para zafarse de usarlo. —Kakashi dijo con dudas. —¿Estás segura-?

—¡Obviamente nunca le he pedido usar uno! —Siseó. —¡Eso contradeciría el objetivo de esta misión! Él me confió esa información, y en este punto, no tengo ninguna razón para creer que está mintiendo.

—Entonces le tendremos que decir a Jin y Ari. No hay punto alguno en quedarnos aquí si no hay posibilidades de concebir. Podemos irnos a casa esta noche.

Sakura le miró, casi sintiendo pena por su ingenuidad, y culpable por lo que iba a decirle. —Ya le dije a Ari. —Dijo en voz baja. —Él dijo que estaba mintiendo para salirme de la misión. No me creyeron, y no se van a romper la espalda buscando evidencia de cualquier forma. Están felices de pasar seis meses en Otafuku Gai ya que no les cuesta nada.

—Entonces les diré yo. —Kakashi dijo, poniéndose de pie.

—En seguida dirán que estás confiándote en mi palabra, y pensarán que eres un imbécil por creerme. —Dijo. —No funcionará. Estoy atrapada aquí… Atrapada con ese tipo.

Al menos estaba agradecida de que, a diferencia de otros, Kakashi no había saltado rápidamente a la asunción de que ella estaba mintiendo… pero se preguntó si la expresión titubeante en su mirada no quería decir que recién se le ocurría. No era una asunción irracional de hacer; Sakura hubiera mentido si hubiera creído que funcionaría. Tal vez lo que más le preocupaba a él era que hubiera ido antes con Ari.

Tenía que entenderlo… Danzou le había enviado en esta misión para hacerlos atravesar el infierno, y si ella tenía la opción entre discutir los humillantes detalles de su misión con un amigo como Kakashi o dos imbéciles como Ari y Jin… prefería ir con los imbéciles sin dudarlo. ¿Qué importaba lo que creyeran de ella o cómo la veían? Pero realmente le importaba lo que Kakashi pensaba…

Sin embargo, era obvio que recién le caía a él la realización del tiempo real que permanecerían aquí.

—No seremos reasignados a otro objetivo por otros cinco meses. —Le dijo.

—¿Todavía quieres huir?

Ella le miró y vio la resolución férrea en su mirada. —No, tenías razón la primera vez. —Suspiró. —Sólo sería saltar de la olla al fuego.

Bajó las manos a su regazo y se quedó viendo la bebida en su mesa. Estaba misteriosamente vacía. Quizá esa era la razón por la que estaba sintiéndose un poquito suelta de la boca. La mayoría del tiempo intentaba no hablar para nada de la misión. O tal vez estaba cansada de ignorar el enorme elefante en la habitación.

Kakashi se levantó y le tomó de la muñeca para obligarla a levantarse. —Vamos. —Dijo.

—¿Qué?

Él dejó algo de cambio en la mesa y la jaló a través del bar, hasta que llegaron a la entrada y de vuelta a la calle. Definitivamente más llena. Sakura fue golpeada en todos lados por codos y hombros, y música estridente venía de algún lugar cercano, pero Kakashi nunca le soltó la mano, ni siquiera si sus dedos estaban laxos y pegajosos.

—¿Qué tramas? —Preguntó. Kakashi se había detenido y estaba mirando a su alrededor por encima de las cabezas de los juerguistas a su alrededor.

—Por aquí. —Anunció de pronto, y comenzó a jalarla a través del terreno hacia otro edificio. Otro bar- ¿Un bar o un club? Esperaba que no fuera un prostíbulo.

Atravesando la puerta, fue tragada por un torbellino de calor y estridente canto. Más música escandalosa sonaba aquí y el suelo estaba sacudiéndose -y eso era porque estaba rodeada por gente golpeando sus pies y dando vueltas como si estuvieran tratando de romper las tablas del piso.

Sakura retrocedió instintivamente hacia la puerta, preguntándose si había irrumpido en alguna clase de asilo para lunáticos. Kakashi le empujó hacia adelante, justo en el corazón de la multitud que se abalanzaba y pisoteaba, y la hizo girar para tomar sus manos. ¿Qué demonios estaba haciendo? ¿Se había vuelto loco? —Sensei-

—Cállate, Sakura.

Entonces él estaba moviéndose junto con todos los demás y Sakura tuvo que tropezarse junto a él, a menos que quisiera terminar pisoteada.

Esto no era para nada el tipo de baile al que estaba acostumbrada en Konoha, donde los clubes tocaban música y gente sin una onza de ritmo en sus huesos se quedaba de pie y se agitaba. Tampoco era un elegante vals o el tipo de baile competitivo de pasos rápidos que veía en televisión a veces. Esto simplemente era un montón de gente en un espacio pequeño, saltando en un tipo de baile coreografiado en masa que parecía instintivamente conocer. Incluso Kakashi parecía conocer los pasos y hacia donde moverse. Y justo cuando Sakura creyó haberle agarrado el truco de girarse y golpear su pie a tiempo con los demás, repentinamente saltarían de lado, y Sakura comenzaría a tropezarse de nuevo.

—¿Ya le cogiste el truco? —Kakashi gritó por encima del canturreo y los silbidos. Él estaba bailando tan bien como cualquier otro. Presumido.

—No. —Sakura dijo enfáticamente, pero tenía que admitir que era bastante convincente. Tendría más moretones en sus dedos mañana de los que había reunido en todo el año, pero había algo de diversión estúpida en bailotear como un idiota.

—Pon atención, Sakura. —Kakashi le tomó por la cintura y la levantó, dando un cuarto de vuelta mientras lo hacía. Antes de que tuviera tiempo de regañarlo, se dio cuenta que había sido dejada en frente de una nueva pareja.

Oh, cielos. Miró por encima de su hombro y vio que Kakashi estaba bailando con una nueva pareja también -una mujer que sabía como moverse mucho mejor que Sakura.

—¿Nueva en esto? —Preguntó su compañero.

Debía ser dolorosamente obvio, pero afortunadamente luego de algunos giros y dos saltos más, ella fue levantada y devuelta a Kakashi con pocas meteduras de pata. Eso era mejor. Sakura no se sentía tan mal cuando pisaba sus pies por accidente.

Finalmente, luego de un poco más de descensos y muchos más giros, la música se detuvo y todo el mundo estaba aplaudiendo y gritando alegremente. Sakura reverenció a su compañero como todo el mundo y luego se giró y comenzó a salir de la pista de baile.

—Oh, no, no lo harás. —Kakashi le tomó por el codo y la arrastró de vuelta. —Disfrutarás de la siguiente.

Ella quería preguntar cómo demonios sabía eso cuando la música ni siquiera había comenzado todavía. Cuando miró hacia el escenario de los músicos, vio que uno de ellos estaba tomando un shamisen. Ella aplacó la sonrisa que intentaba plantarse en su rostro y en lugar de eso torció su cara en un resuello de horror. —Oh, amigo, ¡Qué he hecho para merecer esto!

Kakashi se río a su expresión. Entonces los tambores comenzaron, y las cuerdas del shamisen comenzaron a vibrar, y un nuevo baile que era apenas más lento que el anterior le permitió mantener el ritmo con todos los demás con un poco más de facilidad. Él podía reírse de ella todo lo que quisiera. Mortales como Sakura que no tenían el beneficio de poseer el sharingan para ayudarse a imitar el movimiento a la perfección tenían que arreglárselas aprendiendo a prueba y error.

Pero él tenía razón, por más molesto que fuera. Y mientras la última canción había sido rápida y el baile parecía seguir su propia melodía, esta vez los bailarines estaban moviéndose al ritmo de una alegre canción de marcha. Esto era algo que Sakura podía seguir. Paso, paso, giro, aplauso. Giro, giro, giro -ok, menos giros- retroceso, paso, paso, giro, aplauso. Y el shamisen no era tan irritante cuando era tocado por un maestro en lugar de una prostituta gorjeante con un cliente.

—Le estás dominando. —Kakashi dijo envalentándola.

Ella sonrió apreciativamente. Ahora que tenía que seguir pasos simples, sentía que era parte de la música; de la misma forma en que se sentía cuando conseguía una secuencia increíble de taijutsu. Su cuerpo era un instrumento -poderoso y gracioso, y esperen, ¿A dónde demonios iba Kakashi?

Se iba fuera del baile y jaló por el cuello a un joven que estaba de pie un poco más lejos que él, aplaudiendo al ritmo de la música, y sin una palabra de explicación a cualquiera de ellos, puso al hombre en la posición que él tenía antes. —Continua. —Le gritó a Sakura. —Regresaré en un minuto.

Su nuevo compañero enlazó brazos con ella con suficiente alegría. Luego de tres vueltas, Sakura perdió vista de Kakashi y estaba de nuevo concentrándose en el baile. Ella asumió que él simplemente estaría respondiendo al llamado de la naturaleza luego de toda la cerveza y regresaría pronto, así que ella continuó dando pasos, girando y aplaudiendo al ritmo de la música dedicándole poco pensamiento a su compañero perdido. Cuando una nueva canción comenzó, tomó la mano de su nuevo compañero y giró y se agachó junto con todos los demás, y ella estaba contenta de que él también le estaba aprendiendo el truco mientras bailaba. Era un cambio refrescante de ser siempre emparejada con el Señor Sabelotodo que era automáticamente Bueno en Todo, y le hacía sentir menos tonta por contraste.

Pero dos canciones pasaron y Sakura estaba comenzando a preguntarse qué le había sucedido al Señor Sabelotodo. ¿Cuánto tomaba responder a la llamada de la naturaleza? Ella intentó encontrarlo, pero con todas esas cabezas rebotando era difícil ver a cualquiera a unos cuantos metros.

Otra canción terminó y llegó una nueva y amplia giga que implicaba muchos movimientos de tobillos mientras todos los bailarines saltaban en un círculo gigante. Locura total, y aun así Sakura se reía sin aliento mientras todos saltaban hacia adentro, chocaban y rebotaban de nuevo, como si chocar contra extraños fuera una forma muy divertida de perder una noche, y cuando hizo una pirueta, finalmente vislumbró a su compañero perdido.

Kakashi estaba de pie cerca de la pared, aplaudiendo con la música junto con todos los otros espectadores.

Cuando la música finalmente murió, Sakura se escabullo de la pista de baile para acercarse a él. —Te fuiste el tiempo suficiente como para llenar un lago. —Remarcó, teniendo que levantar la voz sobre el estruendo. La siguiente canción ya había comenzado y era escandalosa y rápida -estaba más que agradecida por haberse salido.

—¿Qué? —Kakashi le dio una mirada llena de confusión, ya fuera por ser incapaz de escucharla o no entendiendo lo que quería decir. —Tengo algo para ti.

—¿Del baño? —Retrocedió. —Puedes conservarlo, gracias.

Él movió su dedo para que lo siguiera, y pasaron a través de la multitud de espectadores para escapar por la puerta de nuevo. La calle, que antes había parecido tan llena antes, se sentía fresca -una bendición- y silenciosa a comparación. En algún lugar cercano, fuegos artificiales estaban ardiendo y lluvias de chispas llenaban el oscurecido cielo. Era lo mismo cada noche en Otafuku Gai, pero esta vez ella sintió realmente el aire de celebración, y siguió a Kakashi por un empinado callejón hasta que estuvieron en una esquina cerca de un puesto de fruta.

Él se giró hacia ella, inclinando la cabeza. —Estás sonriendo. —Dijo él.

—¿Y? —Ella encogió los hombros defensivamente. No era un crimen sonreír, incluso si sabía que no lo había hecho últimamente.

—Ten. —Kakashi metió la mano en su bolsillo y le extendió un aro de cuentas unidas por un hilo de seda rojo. —Te conseguí esto.

Ella parpadeó sorprendida, sus manos lentamente moviéndose para aceptar el regalo. Cuarzo rosado, cuentas de jade pintadas, y el dije de un gato gordo sonriente con su pata levantada. —¿Qué…?

—Es un dije de la suerte. —Dijo simplemente. —Ahora ambos tenemos uno.

Una sonrisa regresó de nuevo a su cara, aunque más insegura esta vez. —Gracias. —Dijo, pasándose el brazalete por la muñeca y jalando los hilos para apretarlo. Le quedaba perfecto y los colores eran sus favoritos, pero todavía vio con curiosidad a Kakashi, preguntándose de dónde había salido tal muestra de generosidad.

Él entendió la pregunta no hecha en su mirada. —Sé que no hay mucho que pueda hacer por ti allá afuera, en la misión. —Dijo silenciosamente. —Pero ¿Tal vez puedo hacerte sonreír al menos por unos minutos…?

Sus palabras le arrastraron de vuelta a la tierra con demasiada fuerza. Achispada con el vino de ciruela y el baile, había sido capaz de olvidar, al menos por un rato, dónde estaba y por qué estaba en esta ciudad extraña. Y olvidarse completamente de que en un par de días tendría que regresar a Hiroshi.

—Y sé que no te gusta hacerme saber lo que sucede entre tu y Suda Hiroshi, pero si alguna vez necesitas a alguien con quien hablar, estoy justo aquí. No tienes que ir con Ari o Jin o con alguien más. Quiero ser capaz de ayudarte en cualquier forma que pueda.

Sus manos se movieron para descansar en sus hombros tensos, largas, tibias y fuertes. Físicamente, él era una de las personas más tranquilizadoras que conocía. Pero, ¿Emocionalmente…?

—Si necesitas ayuda, —Dijo. —por favor, pídela. Todo lo que tienes que hacer es pedirla y haré todo en mi poder para ayudarte.

Ella retiró la mirada. Esconderse en las sombras de sus pensamientos era su último recurso. Pero, sin importar todo lo que dijera sobre ayudarla, sabía que había cosas que él no haría y que ella no debía pedirle.

Cuando ella no reaccionó a la convicción detrás de sus palabras, sus dedos se apretaron ligeramente. —Puedo matarlo. —Dijo, tan simple como cualquier cosa, tanto que le tomó un momento darse cuenta de lo que había dicho.

—¿A quién? ¿A Hiroshi o a Danzou? —Susurró incrédulamente.

—A cualquiera. A los dos.

Maldición, ¿De verdad estaba así de loco? Kakashi no era lo suficientemente fuerte como para matar a Danzou, e incluso si lo fuera, los seguidores del Hokage lo asesinarían antes de que el cuerpo de Danzou tocara el suelo. Entonces ellos serían quienes heredarían Konoha. Y aunque Danzou fuera así de malo, sus seguidores eran mucho peores. Eran tan locos y crueles como él, pero sin su líder para mantenerlos en línea y concentrar su radical energía en obediencia ciega, sería anarquía. Sakura no creía que Kakashi fuera tan imprudente, al menos no por el bien de ella. Y aunque Hiroshi fuera una persona tan vil como era, ¿Merecía ser asesinado simplemente porque era un peón ignorante en la misión del rollo escarlata? —Si Hiroshi muere, simplemente me moverán al siguiente hombre. —Le recordó en voz baja. —¿Y por qué matarías a Danzou? Creí que no tenías intensión de volverte un mártir.

—La tendría si eso fuera lo que me pidieras.

—¿Y qué se supone que debo decir? "¿Ve a que te maten por mí, por favor?" —Puso los ojos en blanco y se sacó sus manos de encima. —Si quiero a alguien muerto, lo haré yo misma, gracias. No quiero o necesito ese tipo de ayuda.

—Entonces, ¿Al menos acudirás a mí como un amigo? —Preguntó. —¿Dejarás de intentar el mantenerme fuera de las cosas, y seguirás intentando divertirte?

—Oh, crees que tener los pies cubiertos en moretones es divertido, ¿verdad?

Él asintió. —Así se veía.

—No estuvo tan mal. —Admitió de mala gana.

—¿Quieres regresar? —Él apuntó vagamente en dirección del club que habían dejado.

—No… creo que he tenido un largo día y estoy cansada. —Dijo, su cabeza baja. —Gracias.

—¿Por cansarte?

—Y por esto. —Ella levantó la mano para mostrarle el brazalete con el dije. —Y por… ofrecerte a asesinar a tu jefe.

Él suspiró, como si estuviera tan decepcionado de que ella hubiera rechazado su oferta. —Supongo que ¿Quieres volver al hotel?

Ella pensó en Jin y Ari, y la alta probabilidad de que estaban ya buscando mujeres para pasar la noche. Probablemente era seguro regresar, así que asintió, y se giró hacia él para liderar el camino de regreso por el callejón, de vuelta al distrito donde estaba su hotel. El brazo de Kakashi se posó flojamente en sus hombros mientras caminaban. Ella se mantuvo cerca de él, contenta de la amistad que él ofrecía. Incluso si él no pudiera matar por ella, o llevarla mágicamente a un lugar donde nadie pudiera encontrarla, al menos podía hacerla sonreír.

Y tal vez…

—¿Sensei, tú-?

Ella se interrumpió. El sonido de su título congeló su propia lengua. No, se dijo a sí misma, horrorizada. No podría pedirle eso. No podría pedirle a su sensei eso.

—¿Yo qué? —Preguntó, apretando su hombro cariñosamente.

Sakura sacudió la cabeza, tragando con fuerza. —Nada. Sólo regresemos.


Notas de traducción:

(*) Ambos son el mismo maldito árbol. Pues sí. El acer rubrum también es conocido como arce rojo y al parecer arce es la traducción directa de maple, sin embargo, aquí Sakura dice el nombre en latín para remarcar su punto, ¿Cómo Kakashi sabría que son el mismo árbol si esto no se lo enseñaron a él como hombre y a ella de qué le serviría aprenderlo?