Advertencias: Mentes rotas.


El intruso del ataúd.

Haz visto este escenario más veces de las que te gustaría y lo odias. ¿Cuánto tiempo ha pasado? No entiendes qué hiciste para merecerlo pero en todo ese lapso asquerosamente lento aprendiste aceptarlo, o quizás resignarte. Ya has llorado suficiente, ya has maldecido bastante. Estás destinado a quedarte en ese departamento en compañía de tus hermanos mayores (adoptivos) hasta que llegue el momento de tu muerte. Quisieras quejarte a gritos pero incluso esa pérdida de energía te marearía y odias sentirte así, por eso optas por calmarte; resguardarte en esa muralla de autocompasión en absoluto silencio.

Escuchas los pasos de Ashley desplazándose por el lugar, ignorando el hecho de que estás tirado sobre el sillón como muerto fresco, ella pasa de largo, más interesada en su actividad de rebuscar entre el mobiliario. Esto ya lo ha hecho antes y rápidamente asumes que busca comida, pero no rompes sus ilusiones y la dejas hasta que escuchas su cantarina voz indiscutiblemente más alegre mientras se acerca a tu posición, no quieres levantarte, así que sólo mueves la cabeza en su dirección para mirarla.

—Archie, mira lo que encontré —te dijo con un susurro, el cual te intrigó, pues no tenía sentido que te mostrara la lata de tomates como si fuera un secreto. Pero entonces se te ocurrió el motivo y ella no tardó en confirmártelo con gesto juguetón—. Vayamos a contárselo a Andrew.

— ¿Tomates? ¿En serio?

—No finjas que no quieres.

—Si quiero pero, ¿de dónde lo sacaste?

—No necesitas saber eso —te dijo extendiéndote la mano con un cariño que habías aprendido apreciar, pues a pesar de que pelearon seguido en el pasado, el contacto con tus hermanos se ha vuelto tu más precioso tesoro desde que eres incapaz de tener contacto con el exterior, donde se encuentran todos tus amigos. Eres un puberto sin futuro condenado a este encierro infernal.

Ashley te llevó a la habitación que compartías con ellos, plantándole frente a un recién despierto Andrew, quien miró a Ashley hacer el tonto con la lata de tomates en las manos. Su gesto denotaba clara desaprobación, cosa que no te gustaba mucho ya que sólo podría significar malas noticias. Y ya tenías suficiente de malas noticias.

—No nos vamos a comer eso —su declaración derrumbó todas tus esperanzas pero Ashley no se rindió y continuó rebatiéndole. Tu hermano parecía querer conservar lo más posible esta reserva pero tu hermana no pretendía quedarse con las ganas de comer, usándote incluso a ti de arma en sus réplicas. En algún punto del tenso intercambio Andrew te había mirado, por lo que su mueca se suavizó, entonces Ashley logró convencerlo—. Bien —suspiró de tal manera que lo sentiste dentro de tu pecho—, vamos a comerlo, que se jodan nuestros yo del futuro.

Sonreíste divertido, era irónico que su humor permaneciera intacto considerando las circunstancias. Ashley celebró su triunfo y te tomó de la mano alegremente para arrastrarte a la cocina donde prepararían el delicioso manjar de tomates enlatados de la basura. Es verdad, ese detalle te había sorprendido pero no reaccionaste como pudiste haberlo hecho de encontrarte en óptimas condiciones. La cuarentena te estaba haciendo mucho mal. No te importaban los medios, ni las procedencias del alimento, sólo querías comer. Cuando llamaron a la puerta y la voz del guardia atravesó el muro, sentiste a tu sangre quemar ya que era el blanco al que dirigías todo el odio que podías reunir últimamente. Lo escuchaste burlarse de ustedes, de las palabras que tu hermana le espetó con furia, antes de que los abandonara de nuevo. Ashley debió notar tus ansias de llorar desesperado cuando se volvió, así que no dudó tomarte entre sus brazos en su intento por consolarte. Aceptaste el abrazo.

—Ven, vamos a preparar nuestra cena gourmet —bromeó y lo agradeciste en silencio. Te divirtió con charlas absurdas y tú te reíste con ella antes de que se llegara el momento de llamar a Andrew a la mesa con ustedes—. ¿Y? ¿Qué tal está? —preguntó ella después de verlos a Andrew y a ti dar el primer bocado a los tomates dispuestos en sus respectivos platos—. ¿Rico?

—A este punto podrías alimentarme con una lata de gusanos y te diría que es lo más delicioso que he probado en toda mi vida.

—Si los gusanos tuvieran sabor a chocolate… —divagaste en voz alta. Ashley se rió como si hubieses hecho una broma grandiosa—. Hablo en serio.

—Seguro que sí.

Ashley no parecía nada preocupada a juzgar por su pícara sonrisa, Andrew no hizo nada más que revolverte el cabello con una expresión cariñosa sin hacer comentario alguno, eso te hizo sentir un nudo en el estómago. Miraste discretamente a tus hermanos disfrutar de su comida, dejándote abrazar por la conversación que le siguió entre los dos. A veces te incluían pero sin dejar que agregaras cualquier cosa y pensaste en todas esas comidas que compartiste con ellos antes de todo esto, cuando eras un bebé. Algo siempre se siente extraño cuando están los tres solos así, te inquieta el futuro. Además no querrías verlos morir ni morir tú tampoco.

Una música interrumpe el ambiente y ellos deciden ir a investigar luego de unas quejas. Y a pesar de la curiosidad que te golpea, prefieres no acompañarlos y mejor adueñarte de una de las camas. Siempre has compartido con Andrew pero necesitas tener el colchón para ti solo por una vez. Tienes mucho sueño.

Ellos regresan después de unos minutos sin dar demasiados detalles respecto a su descubrimiento. Los días pasan, la situación no hace más que empeorar para ustedes, pues incluso en las noticias han hecho alarde del abandono al que todos están sometidos, con la amenaza de muerte para aquellos que siquiera osasen acercarse a los departamentos en cuarentena. Sufres diversos tipos de dolores a medida que se escurren los días. Hoy te duele la cabeza, estás aturdido desde la mañana y no ayudó pensar en Andrew. Nadie te lo contó pero cuando fuiste en busca de un vaso de agua, escuchaste a Ashley burlarse de tu primo porque Julia cortó su relación con él. Al amanecer seguiste el rastro de ambos hasta el balcón para presenciar la huida de una ambulancia y los gritos desesperados de las personas que fueron aisladas en sus propios departamentos.

—Me sorprende que hayan conseguido ayuda para esa mujer —oíste decir a Andrew mientras tu vista yacía perdida en los edificios de enfrente; te aburre ver una y otra vez el mismo paisaje monótono y gris—. Aunque probablemente la dejen morir.

—Creo que ya estaba muerta, no se estaba moviendo.

—Como si las sirenas estuvieran sonando para un fallecido.

—Entonces, ¿cuál crees que haya sido su emergencia?

—Ni idea, nadie apareció cuando te desmayaste por estar limpiando.

—Aw, ¿llamaste por ayuda? —se mofó Ashley con una mueca jocosa y tú te sentiste ofendido a la par de Andrew, después de todo te asustaste al verla inconsciente en el suelo frente a la puerta del baño, por un momento creíste que la perderían para siempre.

— ¿¡Tú qué crees, idiota!? —espetó Andrew.

—De todos modos, sigue siendo extraño. Tal vez ella se puso en labor de parto o algo así —dijo ella devolviendo su atención a la calle donde la ambulancia había desaparecido, y tú te tomaste la libertad de recargarte en el barandal, balanceándote distraídamente.

—Si, tal vez.

Se hizo el silencio, por lo que miraste de nuevo a tu hermana, su gesto pensativo no te inspiró confianza alguna, así que frunciste el entrecejo. Querías decirle que no abriera la boca si sería para exponer sus retorcidas ocurrencias pero no alcanzaste ni separar los labios cuando habló.

— ¿Creen que me darían comida si me embara-?

— ¡No!

— ¡Déjame terminar! —exigió Ashley molesta contra Andrew.

— ¿Cómo puedes quedarte embarazada aquí?

—Lógica, Leyley. Sé que tu cerebro no funciona pero al menos inténtalo un poco —agregaste a la reprimenda de tu primo-hermano, y ella los miró a ambos con una mueca antes de sonreír.

—Bueno, tenemos a un tipo muy encantador justo al lado.

— ¡Sobre mi cadáver!

Ibas a burlarte del comentario de Ashley pero el grito de Andrew y su aterradora expresión te dejó helado. Comprendías el sentimiento protector que un hermano mayor podía trasmitir a los menores pero te pareció exagerado la manera en que Andrew se había negado a la mera posibilidad. Todos sabían que las ideas de Ashley eran estúpidas, impulsivas y temerarias pero se suponía que Andrew era quien mejor la conocía, ¡sólo se llevaban dos años de diferencia! No como contigo, así que debería estar más acostumbrado a sus locuras.

—Parecía un poco fuera de sí, así que quién sabe. Puede que acabe contigo, Andrew.

—Olvida eso —gruñó tu hermano azotando la puerta al entrar de nuevo al departamento con su hermana despotricando a sus espaldas.

— ¡Pues perdóname por explorar mis opciones aquí!

—Ella no parecía embarazada de todos modos

—…Imbécil —susurró Ashley en volumen bajo.

No te ha gustado esta conversación. El comentario de Ashley, la reacción de Andrew.

Tus primos son raros, es lo que comenzaste a pensar desde que adquiriste consciencia con la edad. Eres el menor de los tres y eso ha hecho que te traten no como su hermano, sino como su hijo, o quizás su mascota. Ellos son prácticamente tus padres a falta de tus verdaderos progenitores. Ellos te cuidan, te reprenden, te miman pero también te ocultan cosas. No sabes qué pensar sobre Andrew, mucho menos de Ashley. ¿Por qué actúan de esa manera con el otro? No los odias pero… a veces te dan asco y no sabes por qué. En tu interior presientes que algo va mal pero sin pruebas te olvidas de averiguarlo cada vez, es como si también tuvieras miedo de conocer la respuesta. La manera en que tu tía los ha tratado (en especial a Ashley) te ha hecho pensar así.

Suspiras y decides que te irás a dormir.

Desmayarse o dormir largos periodos de tiempo se ha vuelto cotidiano. Y aquella tarde que encontraste comodidad en el suelo de la habitación te despiertas y decides dar unos pasos, tan sólo para quedarte paralizado junto a la puerta abierta de la recamara de tus tíos y escuchar a tus primos conversar tirados en la alfombra sobre la posibilidad de suicidarse juntos, tomándose la libertad de bromear al respecto. Frunces el entrecejo. No es como si no hubieses pensado en el suicidio antes pero la manera en la que ellos lo plantean… estás cansado de darle vueltas al mismo punto, así que sólo prestas más atención a sus voces cuando escuchas tu nombre.

—Pero no me gustaría dejar a nuestro Archie atrás, ¿sabes? —dijo Andrew—. Me siento con el deber de asegurarme de que él esté en un mejor lugar antes de convertirme en carne batida.

—Podríamos llevarlo con nosotros.

— ¿A la muerte? ¿Sin que él lo consienta abiertamente? Sería hacer lo mismo que nuestros padres, ¿no crees?

—Para nada, porque nos aseguraríamos de que muriera sin dolor, ¡podríamos envenenarlo! Y además no estaría solo ya que la alcanzaríamos al siguiente instante. Yo me ofrezco voluntaria para terminarlo.

Andrew lo pensó demasiado tiempo, lo cual no te gustó para nada. ¿En serio estaba considerándolo? Habías visto lo irritable que se comportaba cuando los encontraba a ti y Ashley muy cómodos a solas pero no sería capaz de herirte, ¿verdad? No podía odiarte tanto.

—Nadie va a saltar por el balcón. Ve a que te revisen la cabeza.

— ¿A me deben revisar la cabeza? No me sorprende que tu novia te haya dejado si estos son tus planes de romance.

—No, no he dicho "romance" dije "romántico", no es lo mismo…

Te hubiese gustado escuchar la explicación que tu hermano daría teniendo en cuenta el tono de la charla, pero sus palabras fueron interrumpidas por esa odiosa música de ritual. Ellos te habían contado de qué se trataba el alboroto de todos los días a la misma hora pero no podías evitar pensar que el cultista era en realidad un amateur morboso que no tenía ni idea de lo que era un verdadero satánico; estabas seguro. Sin embargo, el rugido de ultratumba te conmocionó y a tus primos-hermanos también, quienes te notaron en cuanto saliste corriendo para ir a ver pero te detuvieron en el acto, sujetándote de los hombros y brazos en un instante.

—Espera, Archie. Quieto ahí —te dijo Andrew un poco autoritario.

— ¿Qué fue eso? Ustedes lo oyeron también, ¿verdad?

—Lo oímos, así que iremos a ver de qué se trata, pero tú quédate aquí —te instruyó Ashley dedicándole miradas suspicaces a la puerta del balcón—. Volveremos enseguida.

— ¡Quiero ir! —exigiste.

—No —espetó Andrew—. Tú te quedas.

—Pero-

—Si no es nada, estaremos riéndonos de eso en cuanto nos reunamos otra vez, pero si es algo malo prefiero que te encuentres a salvo en nuestra habitación. Eres nuestra responsabilidad después de todo.

—Andrew… —renegaste pero él te hizo el mismo mandato, así que acudiste a tu último recurso en estos casos—. Por favor, Leyley… —Para tu desgracia, ella sólo se echó a reír.

—Sé cuánto me has insistido en volverte el tercer miembro de las Aventuras de Andy y Leyley, pero lo siento, cariño, no hay vacantes. Eres todavía muy débil y asustadizo como un ratón. Y yo no voy a dejar que mi dulce y llorón primo se convierta en una carga que deba tirar.

— ¿Por qué este tema ahora? —gruñó Andrew pero tu hermana lo ignoró.

—Lo siento, Archie. Suerte para la próxima. Aquí nos esperas.

Con una mueca emberrinchada te quedaste atrás y los viste salir al balcón sigilosamente. Una parte de ti quería mandar todo a la mierda y seguirlos pero la parte más dominante te incitó obedecerlos, no querías hacerlos enojar ni incitar a que Andrew te trate mal, así que te limitaste a escuchar, pegaste la oreja en el muro para intentar percibir algo. Nada. Gruñiste y después de un rato alimentado por tu ansiedad, corriste asomarte. Tus hermanos susurraban entre sí antes de que un fuerte golpe de Ashley con el cenicero rompiera el vidrio de la puerta del vecino, entonces entraron. Estabas a un paso de emerger y seguirlos cuando Andrew te notó, así que te ordenó quedarte adentro. No querías, necesitabas saber qué estaba sucediendo pero fuiste obediente.

—Sí, papá —gruñiste con ironía, pues apostabas que a tu padre le hubiesen dado igual tus acciones.

Fuiste a sentarte en el sillón frente al televisor y ahí te quedaste bastante tiempo, la inquietud a flor de piel y los deseos de ser rebelde con tus primos cada vez más pronunciados. En ese rato divagaste sobre lo ocurrido meses previos a la cuarentena. No tenías una vida familiar muy bonita pero era agradable estar con tus padres a pesar de todo, ellos no te trataban mal y nuevamente te preguntaste porqué te abandonaron al cuidado de tus tíos, quienes desde un principio parecían agobiados con la idea de hacerse cargo de otra boca para alimentar.

A tu actual hermano siempre lo enviaban estar pendiente de tu hermana desde que tienes memoria y Ashley te acarreaba cual peluche cada que le apetecía jugar a la casita con él. Quizás… ¿eras la segunda herramienta para mantener controlada a Leyley? No sabes de dónde surgió ese pensamiento. De un momento a otro te quedas profundamente dormido.

—Archie… —El dulce tono de Ashley logra devolverte en sí. Cuando giras la cabeza, notas sus ojos demasiado cerca, no tardas en suponer que te había estado susurrando al oído; ella acostumbraba hacer eso contigo y con Andrew a veces—. Levántate ahora, dormilón. Es hora de cenar.

— ¿Cenar? —repetiste confundido, estabas seguro de que la lata de tomates era lo último.

—Así es, le robamos su carne al vecino, no lo debemos desaprovechar.

— ¿Robaron? ¿No es eso malo?

—Tienes hambre, ¿no? —El tono de Ashley se tornó ligeramente más severo sin perder el carisma con el que siempre te hablaba. Asentiste para darle una respuesta rápida—. Hay ocasiones en la que debes hacer cosas malas como esta para sobrevivir. En nuestro caso necesitamos comida, y como nadie se preocupa por dárnosla debemos conseguirla nosotros mismos como sea. No estoy dispuesta a verte sufrir de hambre y yo tampoco pienso quedarme esperando mi muerte. Estoy segura que estás de acuerdo conmigo en esto. ¿Quieres comer o que otros te coman?

—Quiero comer —dijiste con convicción, sin pensarlo más detenidamente siquiera, así que tu hermana sonrió contenta.

— ¡Así se habla!

—Ashley… —La voz de Andrew te sorprendió, así que miraste a un costado tuyo, encontrándolo de pie. La expresión que tenía en su rostro decía tanto, por desgracia no lograste descifrarlo, sin mencionar que notaste unas extrañas manchas en su ropa que no pudiste identificar.

—Ya lo oíste, Andrew, él está de acuerdo, así que no perdamos más tiempo y vamos a comer.

Los tres se acercaron a la mesa donde ya habían sido servidos los platos, el aroma que despedía hizo a tu estómago rugir como un león pero aguardaste hasta que todos tomaron asiento. Andrew seguía mirando la carne con increíble desconfianza pero Ashley no perdió tiempo en comenzar a comer bajo la renuente mirada de tu hermano. Después de que hubiesen intercambiado un par de palabras, te diste cuenta que estaban evaluándote y eso te hizo sentir un poco nervioso. Sostuviste tus cubiertos, cortaste la carne y te llevaste el primer trozo a la boca.

— ¿Cómo está? ¡Lo hice con mucho amor! —alardeó tu prima-hermana alegre.

—…Delicioso.

— ¿Ya ves, Andrew? Archie si sabe apreciar mi esfuerzo y no es quisquilloso como tú.

—Bueno, no me presiones —reclamó Andrew con más enojo del acostumbrado, obteniendo el primer bocado. Viste a su mano temblar mientras masticaba, meditativo. Creíste ver que su cerebro lo traicionaba con alguna clase de recuerdo, así que no tardó en tensarse de pies a cabeza como si se hubiera ahogado. Pero antes de que escupiera lo que yacía en su cavidad, Ashley se levantó de la mesa y mantuvo cerrada su mandíbula en una escena que superaba todo lo que hubieses visto de ellos hasta el momento.

Trágalo… todo —demandó Ashley casi amenazante—. No querrás asustar a Archie, ¿verdad?

Tus hermanos se miraron lo que pareció una eternidad, compartiendo sentimientos oscuros en medio de su pesado silencio, haciéndote sentir ignorante de un nuevo secreto. Andrew finalmente cedió, obedeciendo a la indicación. Ashley se mostró satisfecha y procedió a comprobar si su sazón en la cocina había dado frutos mientras seguías comiendo, pero cuando estabas por terminar tu porción una serie de pensamientos te golpearon.

Carne. Tus primos allanando la propiedad del vecino, susurrando entre sí. Las palabras que había usado Ashley para probar tu determinación para comer.

No escuchaste gritos ni golpes, ¿o sí? Habías percibido mucho movimiento el tiempo que estuviste desmayado en el sofá como si alguien estuviera moviéndose de un lado a otro trasportando bolsas plásticas. Pero, ¿no habías estado soñando? Miraste disimuladamente al congelador que adornaba el suelo, notando una delgada línea roja escurriéndose. Sentiste a tu sangre enfriarse, a tus neuronas trabajar a toda velocidad mientras tus ojos observaban la comida a tu disposición, quedaban pocos trozos de carne en su superficie de porcelana y el jugo que se había desprendido de este lo hacía ver inquietantemente desagradable. Pero para borrar la comprensión que te iluminó de repente, tomaste lo que quedaba con los dedos para devorarlos desesperadamente entre sollozos, sorprendiendo así a tus primos-hermanos que no dijeron nada hasta que lamiste los residuos, por fin abandonado al llanto.

— ¿Archie?

— ¿Puedo tener más? —preguntaste con dificultad, conmocionando a Andrew con la misma intensidad que alegraste a Ashley—. ¡Quiero comer todo lo que pueda y luego irme a dormir!

—Claro que puedes —te mimó ella apresurándose en llenar otra vez tu plato mientras Andrew te rodeaba los hombros con un brazo. De alguna manera sentiste como si él estuviese intentando quitarte la carga comiendo más ávidamente por ti mientras Ashley te acariciaba la sien con cariño.

Con el estómago a rebosar de alimento no tardaste en quedarte dormido en la cama que compartías con Andrew, siempre de espaldas a él. Sin embargo, a una cierta hora de la madrugada, las voces de tus hermanos te arrancaron del maravilloso mundo de los sueños. Somnoliento te removiste un poco, sólo para darte cuenta que estabas solo en el lecho. Como si fuera un niño Andrew había estado arrodillado frente al colchón de su hermana menor hasta que Ashley lo invitó recostarse a su lado para seguir susurrando entre ellos. En medio de la oscuridad no podías ver gran cosa pero sí que notaste la sospechosa cercanía que establecieron. Por la adrenalina tu corazón empezó a latir, temiendo ser testigo de algo impensable, pero ellos sólo siguieron charlando, así que agudizaste el oído para entender un poco más de su conversación.

—Te dije que dejaras de llamarme de ese modo, ya no somos niños.

— ¿Y entonces por qué llorabas como un bebé?

—No estaba llorando —dijo Andrew, no en susurros como antes pero sí en un volumen aún bajo.

—Buah, mami, el grande malo yo ha hecho algo malvado —se burló ella imitando de manera muy inexacta el comportamiento de un bebé.

—Cierra tu boca de puta.

—Oblígame, pequeña perra.

—Agh, sólo olvida esto —espetó Andrew con frustración sin llegar a removerse demasiado de su posición, siempre te resultó curiosa esa tensión que se formaba entre ellos cuando daban uso a las malas palabras. Una vez más no tenías idea de qué pensar.

La plática continúo pero entonces empezaron hablar sobre recibir terapia, enfatizando una idea que tuviste mientras comías. Si de verdad hicieron lo que imaginabas, ¿qué deberías hacer? Serías tan culpable como ellos, ¿cierto? Después de todo te alimentaron con el cuerpo del crimen y nunca te negaste porque realmente tenías mucha hambre. El sólo pensamiento te hizo sentir arcadas pero te esforzaste en reprimirlo para no levantarte de forma abrupta y correr a vomitar, tratando de convencerte que esta situación era como una de esas series de supervivencia que te gustaba mirar antes de que la televisión sólo transmitiera noticias sobre la cuarentena.

—…Sólo salgamos de aquí. —Las palabras de Andrew llaman tu atención de nuevo—. Como debimos hacerlo hace meses.

—Ahora que tenemos comida, ¿no quieres seguir esperando hasta que nos dejen salir?

—Maldición, no, no quiero. Nos meterían en la cárcel justo después. Y no sé qué es peor. —Tal afirmación corroboró tus sospechas, no pudiste evitar temblar. Estuviste cerca de levantarte y comenzar a gritar cuando Ashley habló de nuevo, obligándote tragar el impulso.

— ¿Y qué hay de Archie? ¿Seguiremos fingiendo que le robamos al vecino?

—Sinceramente sospecho que él tiene ya una idea, no es tan estúpido. Sabe usar su cerebro.

—Aprendió del mejor sin duda, ¿eh, Andy?

—Metete esa mierda de Andy por el culo de una puta vez.

Ashley no pudo evitar reírse de Andrew. Ellos siguieron hablando sólo un rato más, aunque fuiste incapaz de escucharlos ahora que miles de pensamientos te marearon, abrumando tu cerebro. Primero entraste en negación, ellos no serían capaces de matar a nadie, eran raros pero no a ese nivel. Es verdad, Ashley podía volverse muy pesada en su posesividad hacia Andrew, buscando siempre la oportunidad de acaparar toda su atención e impedir que él tuviera contacto con otras mujeres por más de quince minutos, ni siquiera con su propia madre. Andrew solía empujarte adrede con tanta cólera que tropezabas para golpear con fuerza el suelo, o perder algunas de tus cosas cuando te descubría actuando muy cariñoso con Ashley, pero sólo era eso. Ellos no matarían a nadie, no se comerían a alguien, no ocultarían un cadáver fresco en el parque de niños. No… ellos podrían. Gemiste, no te habías dado cuenta lo tenso que estaba tu cuerpo, lo mucho que habías estado sudando, también hiperventilando.

— ¿Archie? ¿Estás despierto?

Escuchaste la voz de tu prima y eso hizo que se te cortara la respiración. Su tono era dulce, casi podría ser catalogado como maternal, por eso entraste en pánico. Miraste por encima del hombro en un movimiento tembloroso e impactaste con el motivo de tu terror: la afilada mirada de Andrew mientras Ashley se acercaba a ti; estarías muerto si el contacto visual fuera capaz de asesinar de un tajo.

— ¡No vengas! —le gritaste. La expresión confundida –hasta inocente– de Ashley ocasionó que el escenario fuera en exceso discordante—. Yo… estoy bien, terror nocturno, no es nada… —trataste de explicar pero al siguiente instante te arrepentiste, ¡ese era uno de los diagnósticos psicológicos de Andrew! Tú no lo poseías, robarlo para mostrarte ante Ashley era un desafío directo contra él, así que te corregiste—. ¡No! Yo… quiero decir, de pronto me sentí solo, es todo.

—Oh, ¿quieres que duerma contigo? —sugirió ella con una sonrisa tierna. Creíste que tu corazón se detuvo por un segundo. ¡Esto era peor! Tenías que hacer algo—. ¡Es broma! —canturreó Ashley para tu absoluto alivio—. Archie, recuerda que ya eres mayorcito, tendrás que aprender a dormir solo pronto. Andrew no estará siempre disponible para ti, ¿sabes? Es injusto que me lo robes.

—Yo estoy bien, Ashley. Puedes acostarte a dormir con él si quieres —tu primo intervino.

¿Cómo podía disimular tan bien y fingir desinterés cuando hace apenas unos instantes te estaba acuchillando con esos endemoniados ojos turquesas? ¡Si hasta hace poco parecía una enloquecida bestia sedienta de sangre a punto de atacar a traición! No te sorprendía que todos sus amigos lo compadecieran por el trato que le daba Ashley delante de todos, era un maldito maestro de las apariencias. Si no hubieras estado obligado a conocerlo más íntimamente, estabas seguro que también te habría engañado con su disfraz de víctima. Al menos a Ashley no le interesaba actuar con propiedad ante nadie; tenía esa decencia por convicción propia.

—Lo que más espero es tener una cama para mi algún día para dormir a mis anchas —elegiste decir para enseguida estirarte casi cómicamente sobre el colchón.

—Oh, si tú lo dices. Dulces sueños entonces.

Ashley se alejó y empujó juguetonamente a Andrew para acomodarse sobre su cama, dándote la espalda sin remordimiento. Tu primo también se acomodó entre quejas pero pudiste ver claramente cómo rodeó la cintura de tu prima en un movimiento instintivo, asegurándose de que ella hubiera cerrado los ojos para volver a mirarte con esa misma expresión oscura. No querías ver más, por lo que te diste la vuelta e intentaste reducir la adrenalina que habías sufrido. Sino hubieras recién absorbido valiosos nutrientes, felizmente te habrías desmayado rápido.


Notas Finales: Bueno, he leído algunos trabajos con OC's insertados a la historia de estos dos y me dije: "¿por qué no agregar mi versión?" Obviamente desde un punto de vista menos perturbado porque quiero mantener la relación de los protagonistas tal y como está.


Comentarios Adicionales: En la primera versión de esta historia, la perspectiva iba pertenecer a una chica pero… dudo que a Ashley le agradase la idea de que otra mujer estuviera cerca de su hermano aunque fuera otra hermana (si somos honestos, es obvio que tarde o temprano acabaría matándola y tampoco quería que Andrew pudiera volverse mínimamente protector), así que le cambié el sexo. Además… es hora de que el hermano mayor nos demuestre la posesividad que oculta a plena vista.