Capítulo 1
Era una mañana de primavera en VillaPop. Branch se encontraba en el interior de su búnker realizando inventario de sus suministros. Sus estantes se encontraban repletos de frascos herméticos con frutos deshidratados, cereales, especias, hierbas aromáticas y medicinales.
Parecía que todo estaba en orden, pero cuando estaba a punto de terminar con el chequeo, se dio cuenta que uno de los frascos se encontraba casi vacío.
Se suponía que en ese recipiente debería estar repleto de moralgodón. Pero haciendo memoria, recordó que la última vez que las utilizó fue en una tarde de repostería con su amada novia, Poppy.
[...]
–¿Qué sucede, Poppy? – Branch le preguntó a su reina, después de observar que durante un tiempo esta tenía una mirada perdida y su rostro era inexpresivo. – Hace rato que no dices ni una sola palabra, ¿Está todo bien? –
Su comentario la sacó de sus pensamientos y se percató de la situación en la que se encontraba. Estaban sobre el hongo, lugar en donde ella generalmente daba los avisos reales; ambos estaban observando el ritual de apareamiento para verificar que todo estuviera en orden.
Era otoño, eso significaba que los machos se encontraban en celo.
El ritual ya estaba a punto de finalizar, solo faltaba que las parejas dieran el abrazo final para que todos regresaran a sus capullos.
–Todo está en orden, Branch. Solo es que estoy algo cansada. Ha sido una semana de planeación algo exhaustiva. Este evento ha requerido más preparativos de los habituales, ya que hay nuevos Trolls de otras tribus y sus rituales eran algo diferentes al nuestro, por lo que tuve que adoptar medidas para que todos pudieran participar. – Volteó a ver a su novio y le lanzó una media sonrisa. El troll azul grisáceo podía ver el cansancio en su mirada, tenía unas ojeras pronunciadas, su aspecto era pálido y su ánimo no era como el habitual. – Pero me da mucha satisfacción ver que el ritual ha sido exitoso. Me dice que todo el esfuerzo ha valido la pena y también me fascina el hecho de que dentro de pocas semanas la aldea estará llena de nuevos bebés Trolls. –
«Bebés Trolls.»,esas dos palabras quedaron en la mente de Branch.
Ellos nunca habían hablado sobre el hecho de procrear como pareja oficial. De hecho, ese era el primer ritual de apareamiento en el que estaban juntos, hace menos de seis meses formalizaron su relación. ¿No sería demasiado pronto para pensar en eso?
Aunque, eso no importaba mucho, ya que sí la reina lo pedía, él no podría reusarse a su deseo. Al fin y al cabo, Branch estaba en celo y podrían aprovechar esa oportunidad para traer un nuevo ser a este mundo.
Sin embargo, al ojizarco no le agradaba del todo esa idea. Realmente, ese no era el plan que tenía en mente con Poppy para el futuro, no quería que lo vieran solo como un concubino con fines reproductivos. Él aspiraba a más en su relación, pero era demasiado pronto para dar el siguiente paso; quería disfrutar más de su noviazgo antes de hacerle una proposición.
Para él no era el momento indicado para concebir, así que decidió desviar el tema de la cabeza de su novia antes de que ella le hiciera alguna propuesta indecente.
–Me alegro que todo haya terminado bien. – Respondió algo inquieto, el pensamiento anterior lo había dejado aturdido. Pero no quería que Poppy se diera cuenta de su sentir e hiciera preguntas al respecto, por lo que la abrazó inesperadamente. Al principio, fue solo para disimular, pero conforme transcurría el momento se percató de que realmente la necesitaba, haciendo que cada vez se aferrara más a ella. Este acto fue correspondido por la pelirrosa e inclusive frotó un poco su mejilla contra la de él en señal de que lo extrañaba y añoraba.
Resultaba que esa última semana no se habían visto del todo. Ella se encontraba organizando todo el ritual de apareamiento; y a su vez, debía de cumplir con sus obligaciones reales, aceptar solicitudes de fiestas, organizar papeleo, asistir a inauguraciones y concursos, coordinar eventos y por supuesto, ir a las fiestas.
Por otra parte, Branch se encontraba supervisando y apoyando en las construcciones de nuevos capullos para los Trolls de otras tribus que se mudaban a VillaPop; se aseguraba de que la instalación de las tuberías y de drenaje estuvieran en orden; planificaba y construía nuevos sistemas de defensa para proteger a la villa de los depredadores; y, por último, verificaba que su inventario de suministros estuviera completo.
Sus trabajos los habían dejado exhaustos y con ganas de pasar tiempo juntos.
–¿Qué hacen aquí todavía par de tortolos? – Interrogó una voz ronca, gruesa y desgastada.
La pareja rompió su abrazo para mirar al troll que los cuestionaba. Era el Rey Peppy que se dirigía hacia ellos acompañado de su nuevo bastón de caoba, el cual Branch le había regalado tras aceptar su relación con su hija.
– El ritual ya terminó, vayan a descansar. Se nota el cansancio en sus rostros. – Sus ojos y cejas expresaron preocupación, aunque de un momento se relajaron y una risa se escuchó por parte del troll anaranjado. –O a menos que...–
–¿A menos que, papá? –Preguntó la reina, confundida.
–...Quieran "divertirse''. –Alzó las cejas con una expresión pícara.
–¡Papá! –Poppy se sonrojó por completo seguido de una risa nerviosa en donde mostraba parte de sus dientes frontales. Estaba tan avergonzada que desvió la mirada de su padre. Por su parte, Branch había palidecido ante tal comentario. El exrey había arruinado sus planes de evitar el tema de la reproducción en cuestión de segundos. Sentía que le faltaba el aire y pensaba que en cualquier momento se desmayaría.
–Tal vez … aún no es ...–Contestó el azabache. Su cabeza le daba vueltas y sus niveles de ansiedad y nerviosismo estaban por las nubes.
– ¡Estoy hambrienta!¡¿Alguien quiere unas galletas?!–Exclamó Poppy, interrumpiendo a Branch y tratando de cambiar el tema.
–No gracias, cariño. Comí hace rato. ¿Por qué no meriendas algo con Branch? El pobre chico está muy pálido. Probablemente unas galletas le sienten bien. – Dijo el exrey, serenamente.
–¡Si! ¡Vamos a comer unas galletas al búnker, Branch! –Expresó rápidamente la reina mientras agarraba fuertemente a su novio para que este reaccionara.
–Eh...si, vamos. – Tartamudeo el troll de sobrevivencia. –Hasta luego, Rey Peppy. –
–¡Bye, papá! – Se despidió la troll rosada con rapidez.
La pareja bajó del hongo rumbo al búnker, dejando al troll de tercera edad atrás. Y cuando pensaron que se habían librado de la situación, escucharon a lo lejos:
–¡Branch!¡Poppy!¡Quiero nietos! – Era el exrey aplicando nuevamente presión a la pareja para que procrearan.
Al escuchar su declaración, la pareja salió corriendo del lugar como si un depredador los estuviera persiguiendo.
Durante el camino, ninguno de los dos había dicho ni una sola palabra, sus pensamientos estaban absortos por el tema de los bebés Trolls. Hasta que Poppy decidió romper el silencio, junto con la incomodidad que sentían por las palabras de su padre.
–Entonces… ¿Si comeremos galletas? – Cuestionó la pelirrosa con el fin de que sus pensamientos se centraran en otra cosa.
–No tengo galletas en mi búnker, pero podríamos hacerlas. Tengo todos los ingredientes necesarios para hornearlas. –
–¡Estupendo! ¿Tienes algún ingrediente principal especial en mente? – Interrogó su novia con la esperanza de que dijera "chispas de chocolate", sus favoritas.
Branch lo pensó por unos segundos y respondió esbozando una sonrisa en su rostro. –Moralgodón. –Poppy al escucharlo sintió unas leves náuseas tras el recuerdo de recrear el pastel de la abuela Rosiepuff.
–¿Estás seguro? –Preguntó de tal forma que no se escuchara descortés. –Pienso que con chispas de chocolate sabrán mucho mejor. –
–Te gustarán, es otra receta especial de mi abuela. – El rostro de Poppy reflejaba horror e inseguridad. – Tranquila, este sabe mucho mejor que el pastel, te lo aseguro. Además, siempre comes galletas con chispas de chocolate, ¿No te gustaría probar algo nuevo hoy? –
–Está bien. Acepto. – Dijo la ojirrosa algo convencida.
–No te arrepentirás. – El troll rozó su nariz con la de ella y tomó de su mano para encaminarla nuevamente rumbo a su hogar.
Al llegar al búnker, el azabache se dirigió hacia los estantes de reservas para conseguir todos los ingredientes necesarios para elaborar la receta. Mientras tanto, Poppy lo esperaba en la cocina, lista para comenzar a hornear.
Pasaron unos minutos, antes de que la reina se diera cuenta de que su novio se estaba demorando.
«De seguro está indeciso. Él querrá elegir los mejores ingredientes para hornear. Así es Branch.», pensó la reina esbozando una pequeña sonrisa. «Espero que no se demore más, yo no tuve la misma suerte de almorzar como mi padre.», torció su boca, «Mi padre… ¿Cómo se le ocurre sacar esos temas frente a nosotros?, fue tan embarazoso.», alzó los brazos, tomó el extremo de su cabello y cubrió su rostro lleno de vergüenza a pesar de que no había nadie observando, «Solo espero que esa conversación no complique las cosas con Branch.».
Dejó de sujetar su cabellera y esta volvió nuevamente a su lugar.
«Desde hace tiempo he anhelado procrear con él. Sin embargo, Branch no ha tenido interés en ello.», una expresión de tristeza se reflejó en su mirada, «Al principio, creía que le desagradaba la idea de reproducirse conmigo debido a mi esencia, mis colores o la firmeza de mis abrazos.», reflexionó sobre ello. «Pero ahora, eso no tiene sentido, ya que somos novios y eso significa que le gusta todo eso de mí.», se respondió felizmente.
A pesar de la alegría que le causaba ese pensamiento, Poppy no se dejaba de cuestionar el porqué de sus rechazos en la época de apareamiento.
–¿Pasa algo? –Esa pregunta logró que la reina se bajara de su nube algo sorprendida.
Era su novio, había regresado de su almacén de suministros y tenía todos los ingredientes en brazos. Al parecer, estaba tan concentrada que no notó en absoluto la presencia de Branch.
–Todo bien. –Dijo la reina lo más tranquila posible para no levantar sospechas. El ojizarco continuó su camino y colocó los ingredientes sobre la barra. Acto seguido, abrió la alacena para sacar los utensilios necesarios para preparar las galletas.
La reina por su lado, se volvió a sumergir en sus pensamientos.
«Tal vez no se sentía listo para procrear.», continuó dando respuestas ante los rechazos de apareamiento por parte de Branch, «O ...tal vez quería formalizar la relación para poder reproducirnos.», puso su mano en su mentón profundizando más en ese argumento. «Pero ya somos novios y no ha pasado nada. ¡A menos que estemos aquí para hacerlo!».
La troll ojirrosa se quedó como piedra tras esta suposición. Todo tenía sentido, estaban ahí no solo para comer galletas, sino que había dobles intenciones en este "almuerzo".
«¡Pero, por supuesto!, es el momento indicado para procrear. Al fin y al cabo, hoy fue el ritual y Branch se encuentra en celo.», un calor recorrió todo su cuerpo, no podía creer que se aparearía con su novio después de esperarlo durante años.
Sería su primera vez y se encontraba nerviosa ante lo que pudiera suceder en el proceso.
Sin embargo, tardó unos segundos en darse cuenta que ella fue la causante de estar a solas con Branch después del ritual. Había sido una excusa "ir por galletas al búnker" para poder salir de la presencia de su padre junto a sus comentarios vergonzosos.
Al caer en cuenta de su cometido, la llama de excitación que irradiaba en el interior de Poppy, se extinguió. Aunque, aún existía la posibilidad de que su teoría fuera verdadera, por lo que decidió salir de dudas.
–¿Branchifer? – El troll azul grisáceo se veía concentrado en la preparación de las galletas. Leía la receta con atención mientras mezclaba los ingredientes.
–¿Si, Poppifer? – Dijo sin dejar de mirar el recetario.
–Después de hacer las galletas, ¿Tienes planeado hacer algo más? – Cuestionó la reina esperanzada. Realmente quería aprovechar la oportunidad para aparearse.
–No que yo recuerde. – La pelirrosa se decepcionó al escuchar su respuesta. Al parecer, tendría que ser ella la que tome la iniciativa. Así que, optó por utilizar sus habilidades de manipulación para conseguirlo.
–Y, ¿No te gustaría hacer algo conmigo después de esto? – Le interrogó algo coqueta. El troll de sobrevivencia miró a su novia dejando la mezcla y la receta de lado.
–¿Tienes algo en mente? – Arqueó su ceja.
– Es una sorpresa, ¿Te apuntas? – Le sonrió levemente.
– Sabes que no me gustan tanto las sorpresas. – Su rostro reflejaba desaprobación.
– Pero esta te gustará. Lo prometo. Incluso te hará sentir renovado. – Suplicó haciendo su típico puchero.
–Bien. – Gruñó. Ese gesto era una de sus debilidades. Odiaba que lo utilizara para salirse con la suya.
–¡Gracias! –Exclamó Poppy con una enorme sonrisa en su rostro.
La expresión de Branch se relajó al ver la sonrisa de su reina, esa era otra de sus debilidades.
–Pero antes terminemos de hornear estas galletas para que almuerces. No quiero que mi hermosa reina muera de hambre. – Dijo el azabache mientras terminaba de mezclar los ingredientes.
Poppy suspiró enamorada hacia sus adentros. Esos pequeños gestos hacían que su corazón se derritiera por él. Cada momento que pasaban juntos, confirmaba que Branch era el troll perfecto para ella.
El troll azul grisáceo extendió la masa sobre la barra y formo esferas en proporciones iguales. Posteriormente, las colocó en una bandeja metálica dentro del horno e indicó que se hornearan por quince minutos.
–¿Qué te parece si mientras esperamos cantamos algo? –
–Eh... no creo que sea una buena...–Dijo Poppy en un susurro, que claramente el ojizarco no escuchó, ya que había comenzado a cantar.
«¿Me querrá cortejar?», pensó la reina.
Miró a su novio, estaba tan absorto en su canto que pareciera que no supiera nada de la situación en la que estaban metidos. Los oídos de Poppy palpitaban, la voz de Branch era tan armoniosa que despertó nuevamente una llama en el interior de la reina.
«Su voz es tan excitante.», mordió su labio para controlar sus deseos, «No creo soportar mis impulsos durante más tiempo, siento que en cualquier momento me lanzaré sobre él y lo haré mío.»
Cada segundo se le estaba haciendo eterno y era un sufrimiento para ella. Su sed sexual estaba incrementando. Necesitaba hacer que se callara, de lo contrario, no sabía de lo que podría ser capaz. Así que, hizo lo primero que se le vino a la mente.
Se acercó a su novio mientras que él continuaba cantando, rozó su mejilla, acto que extrañó a Branch haciendo que dejara de cantar, Poppy cerró sus ojos y lo besó.
Rara vez se besaban, en el Reino Troll con un simple roce de narices o un beso en la mejilla era suficiente para expresar su amor físicamente. Pero besarse era considerado un acto tan íntimo que solo lo hacían las parejas para conmemorar algo importante.
Su primer beso fue después de confesar su amor el uno por el otro, en medio del escenario, mientras todos los Trolls festejaban la unión de las tribus. El segundo lo dieron después de confesarle al padre de Poppy que estaban saliendo. Y el tercero fue en su primera cita oficial.
Este era el cuarto. Pero no se comparaba con los demás, esos besos fueron labio con labio. Ese beso era diferente. Se sentía tan voraz, cargado de tanto deseo y pasión, que incluso, Branch podría sentir como la lengua de su novia jugaba con la suya.
El troll azul grisáceo no sabía a qué se debía ese beso. No sabía qué era lo que conmemoraban, pero se dejó llevar. Cada segundo que pasaba, sentía que algo se encendía en su interior. Se dejó llevar por el momento hasta que sintió que Poppy acarició su cabellera haciendo que él gimiera.
Branch abrió los ojos de golpe. Ya sabía que era lo que estaba pasando. La reina estaba planeando aparearse con él. Había olvidado por completo que estaba en celo y que justo el día de hoy ocurrió el ritual de apareamiento.
Desde el instante que le comentó a su novia que le prepararía la receta de su abuela, sus pensamientos se enfocaron solamente en hacer las mejores galletas para que su amada pudiera comerlas. Y, sin embargo, no pudo identificar las señales de una hembra que busca procrear.
Estar a solas con ella, la supuesta "sorpresa", el beso apasionado y el roce de la melena. ¡Todo tenía sentido!
Y para acabarla, había cantado frente a ella, sabiendo que sus oídos se agudizaban en esta época del año. Eso fue como echarle leña al fuego. A estas alturas ya no hay vuelta atrás.
–¡Ding! – Sonó el horno. Las galletas estaban listas.
«Salvado por la campana.», pensó Branch e instantáneamente se apartó de los labios y del agarre de Poppy.
La reina bufó y maldijo internamente. Unos segundos más y se lo habría llevado a la cama.
–¿Quieres...leche de bufalgodón...con tus galletas? –Preguntó nerviosamente, mientras servía las galletas en un plato.
El plato se movía lentamente. Branch estaba temblando. La reina al notar ese leve movimiento, levantó sospechas de que él ya sabía de sus segundas intenciones ese día.
–Eh...si, por favor. – Rápidamente el azabache colocó el plato frente a ella y fue a buscar la leche. Sorprendentemente, no tardó nada en regresar con dos vasos llenos.
Al momento de dejar los vasos sobre la mesa, la troll rosada se pudo percatar de que su novio ya no temblaba, al parecer se había tranquilizado un poco.
Sin embargo, los nervios aún lo estaban matando, así que en un acto para disimular tomó tres galletas y las comió simultáneamente de golpe.
–¿Ya probaste...las galletas?, están deliciosas. – Dijo el troll de sobrevivencia con la boca llena.
La ojirrosa tomó una galleta con inseguridad, la dirigió a su boca y la mordió lentamente esperando lo peor. Pero no sabían tan mal, de hecho, estaban exquisitas o probablemente era el hambre que hacía que supieran deliciosas.
Al terminar esa galleta, comió otra para lograr saciar su estómago.
Por otra parte, Branch parecía que se iba a atragantar en cualquier momento, estaba demasiado nervioso, estaba seguro que de esa no la libraba. Tenía que distraerla para que olvidara completamente el asunto.
–Y… ¿Te gustaron...las galletas? – Preguntó Branch, tratando de despistar.
–Si, están deliciosas. Muchas gracias por prepararlas. – Le regaló una leve sonrisa. Haciendo que Branch le sonriera instintivamente.
–Sabes, hoy hace un excelente día, qué te parece si vamos a ver a Bridget y a Grisel para hacer un día de campo. – Le propuso. – ...O podremos ir a nadar...o también podemos ir a las demás tribus para organizar otra fiesta masiva. –
–Son buenas ideas, pero yo tengo algo más en mente. – Dijo Poppy al terminar su galleta.
–Ah... ¿Sí? ¿Cómo qué? – Branch tomó lo que restaba de su leche de bufalgodón para tranquilizarse.
–¿Recuerdas que te tenía una sorpresa? – Cuestionó coqueta.
El troll tragó en seco, provocando que casi se atragantara con la leche. Y para reincorporarse comenzó a toser, preocupando un poco a su novia.
–Si... lo recuerdo. – Poppy se relajó al saber que se encontraba bien. – Y… dime ¿Qué es? –
–Pensándolo bien, más que una sorpresa, es una petición. ¿Puedes escucharla? – Su voz era seria, captando la atención de Branch. Rara vez se ponía en ese plan y cuando lo hacía, entonces significaba que iba a decir algo sensato e importante.
–Adelante, dímelo. – El troll azul grisáceo se escuchaba más relajado, esto le brindó mayor confianza a Poppy para decírselo.
–Branch, desde hace tiempo he querido procrear contigo y eso lo sabes. Creo que eres el troll ideal para hacerlo, tienes todo lo que una hembra desearía que sus crías heredaran y no son solamente tus colores o la armonía de tu voz, sino que tienes un gran corazón, unos hermosos sentimientos, una lealtad inigualable y un amor al prójimo envidiable; todos esos atributos son los que te otorgan tu valor como Troll, más allá del hecho de ser solo un progenitor.– La reina sostuvo ambas manos de su novio y lo miro a los ojos.– Quiero que mis futuras crías tengan todas estas cualidades, es por ello que el día de hoy quiero que me permitas no solamente aparearme contigo, sino que me des la oportunidad de formar una familia junto a ti.–Poppy tomó suavemente la mejilla del ojizarco. –¿Qué dices, Branch? ¿Aceptas entregarte a mi esta noche? – Le susurró.
Conmovido por las palabras, solo asintió con la cabeza lentamente. No estaba dentro de sus planes tener una familia aún, pero ante esta petición quién se negaría. Sin embargo, aún se encontraba inseguro de la decisión que tomarían y que cambiaría el resto de sus vidas.
–Gracias. –La reina sonrió lentamente. Acto seguido lo abrazó fuertemente, esperando que este fuera correspondido con la misma intensidad, de lo contrario, significaría que su novio estaba rechazando su petición.
Por suerte, el azabache respondió el abrazo como se esperaba. Con calidez y firmeza.
La ojirrosa estaba muy feliz. Por fin, sus deseos de iniciar una familia junto a la persona que amaba, se volverían realidad.
–Ven, terminemos esas galletas en la cama. – Poppy tomó su mano y los dirigió hacia la recámara de Branch.
Ambos estaban nerviosos por el "proceso" que implicaba traer una cría troll al mundo. Sería la experiencia más íntima que hayan experimentado, pero lo importante aquí es que existía amor, amistad y confianza. No tenían nada de qué temer, en ese instante solo estaban ellos dos. Era su momento, debían de disfrutarlo.
Cuando la pareja estaba en el borde de la cama, la reina miró directamente los ojos de su novio/mejor amigo y entrelazó sus manos. – Te amo, Branch. Espero que todo lo que hagamos sea especial para ti. –
La troll rosada comenzó a besarlo lenta y delicadamente; de una mano lo tomaba de la parte alta de su cuello, mientras que la otra se encontraba sobre su pecho.
Branch estaba cautivado por la ocasión. Sentía como su cuerpo se encendía con cada pequeño beso que se daban, pero cuando la reina rozó su melena, fue cuando perdió el control.
Sus instintos salieron a la luz. Tomó a la pelirrosa por la cintura y la colocó sobre la cama, quedando él sobre ella, permitiendo tomar la iniciativa para intensificar sus besos.
Estos eran cada vez más intensos, reflejando pasión, deseo y sed sexual.
Poppy deseaba que él fuera completamente suyo. Así que, mientras lo besaba le quitaba su chaleco de hojas. La sed en ambos lados se intensificó cuando la reina empezó a acariciar cada centímetro de su pecho, torso y espalda desnuda.
Sin embargo, la troll buscaba más. Quería escucharlo gemir, eso sería música para sus oídos. Es por ello que, con un movimiento muy habilidoso logró que Branch quedara recostado debajo de ella.
La pelirrosa comenzó a acariciar la cabellera del contrario, mientras que el azabache gemía ante su toque. Al escucharlo, la reina sonrió hacia sus adentros, significaba que lo estaba haciendo bien, nada mal para ser la primera vez de ambos. Aunque no se necesitaba tener experiencia para aparearse, solo era cuestión de instinto.
La troll rosada miró a su novio. Él se encontraba con los ojos cerrados, su rostro reflejaba placer por los movimientos de la cabellera de Poppy que ahora se encontraba rozándose y entrelazándose con su melena.
Se veía tan sumiso y vulnerable. Esa era su nueva vista favorita. ¿Quién diría que tendría al gruñón de la villa de esa manera? En esos momentos, Branch necesitaba ser tocado y solo ella podría satisfacerlo.
La ojirrosa comenzó a lamer y mordisquear el cuello de su amado con el fin de amplificar la excitación. Branch arqueó la espalda ante el nuevo estímulo. Los roces de Poppy lo estaban enloqueciendo, sentía que explotaría de placer en cualquier instante.
Era la mejor sensación que había experimentado en su vida. Estar así, junto a la troll que amaba era simplemente maravilloso. El azabache percibía que pronto llegaría al clímax y este sería el inter para "polinizar".
–Poppy, ...ya casi es el...momento. Prepárate – Gruñó entre gemidos.
La reina solo emitió un pequeño sonido de afirmación mientras besaba el cuello y a la vez entrelazaba su melena con la de él. Pero de un momento a otro, esos besos y caricias desaparecieron, acompañado de un peso muerto sobre Branch.
–¡Poppy! ¿Estás bien? – Exclamó Branch, con preocupación en su voz.
Rápidamente, la colocó en la cama bocarriba y puso su oreja sobre su pecho para escuchar los latidos de su corazón. Todo estaba en orden.
Iba a comenzar a moverla hasta que escuchó unos pequeños ronquidos. Se había quedado dormida. El troll de sobrevivencia suspiró aliviado.
La pobre reina había quedado exhausta por todas las labores de la semana. Además, había gastado la poca energía que le quedaba en toda esa escena de acción apasionada.
El ojizarco salió de la cama, arropó a su novia para que durmiera cómodamente y le dio un cálido beso en la frente.
Aún era temprano y Poppy lo había dejado sediento e insatisfecho sexualmente, por lo que se fue de la habitación y se recostó en el sofá. Aún se encontraba excitado, la llama en su interior no se podía apagar con facilidad a menos que llegara al clímax. Así que, optó por hacerse una autoexploración. Siempre lo practicaba durante su época de celo. Lo hacía sentir pleno y le ayudaba a conocer los puntos de placer en su melena.
Branch, comenzó a acariciar su cabellera lentamente, gemía por lo sensible que se encontraba. Le encantaba ese "juego" tan íntimo en donde se complacía así mismo, era tan placentero.
Paulatinamente, comenzó a rozar su melena con mayor velocidad e intensidad hasta que alcanzó su nivel máximo de excitación. Una sensación de placer y felicidad recorrieron su interior. Y finalmente, cayó en un sueño profundo acompañado de una sonrisa de satisfacción en su rostro.
[...]
Eso había ocurrido hace seis meses. Su mirada regresó al frasco. «¿Cómo es posible que no me diera cuenta de que faltaba moralgodón todo este tiempo?», se preguntó.
El ojizarco decidió ir al bosque para recolectar más del fruto y tener completo su inventario. Al fin y al cabo, aún seguía siendo temporada de moralgodón y no tardaría mucho en cosechar.
O al menos, eso creía.
