Red Velvet
Capítulo 126: Heridas
…
La semana se le pasó deprisa.
Más deprisa de lo que le gustaría.
No mintió cuando le dijo a Ruby que estaría llena de trabajo, y era así, a pesar de que los problemas respecto a su relación ahora publica no fuesen tan abrumantes como creyó que sería, solo estúpidos persiguiéndolas y haciendo noticias basura, si había afectado de cierta forma a su compañía, y de nuevo, no de la forma abrumante que creyó que sería, sin embargo, por lo mismo debía fortalecer los lazos con los socios principales que tenía, así que tuvo algunas llamadas con estos, incluso con sus inversores, y si no fuese eso ya bastante, tuvo largas reuniones con sus empleados, con los jefes de los distintos departamentos para manejar la situación lo mejor posible, y agradecía que no la viesen como solían verla cuando entró a esa posición, o estaba segura que la gran mayoría se le estaría tirando al cuello, y sería lo mismo si es que su mandato fuese visto de manera vulnerable, lo cual tampoco era el caso.
Estaba en equilibrio, y por lo mismo, podía ganar.
Y siendo la cabeza de una compañía como la propia, ganar era importante, fundamental, para seguir avanzando, para seguir creciendo, para seguir en lo alto.
Tuvo reuniones incluso con su familia, así como terminó trabajo pendiente en la biblioteca.
Si, realmente estuvo ocupada.
Y ahora, que podía respirar un poco, estaba haciendo sus maletas para el viaje. El viernes no tendría tiempo para hacerlo, tendría un par de cosas más pendientes en la mañana, y ya luego del medio día tendría que ir a su casa para que los llevasen a los tres al aeropuerto, así que no podría hacer las maletas en otro momento.
Y no iba a dejar que alguien más las hiciese por ella.
Se sentía agotada, y no tanto por el trabajo en sí, ya que tuvo días mucho peores durante su vida, aún más llena de papeleo y reuniones sin parar, ella no paraba en lo absoluto, ni siquiera a comer, así que no, no era su peor momento.
Sin embargo, extrañaba a Ruby.
Apenas podía mandarle un mensaje de buenos días en la mañana mientras desayunaba, luego al comer algo al almuerzo, y luego cuando llegaba a casa antes de ponerse a trabajar ahí, y ya luego se despedía. Estaba acostumbrada a mandarse mensajes bastante seguido, a cualquier momento que tuviese libre, y esos últimos cuatro días, no tuvo momento libre, así que se sentía solitario.
Quería pensar que les servía el tener un poco de espacio de la otra, pero no es como si se viesen todos los días para tomar esas distancias, por más que le gustaría que así fuese.
Ahora podría simplemente escuchar a Ruby hablarle mientras ella hacía sus cosas, al menos en ese instante, ya que, en los otros días, escuchar a Ruby, mientras llenaba temás logísticos, si bien sonaba bien, podía ser desastroso. Tenía que hacer un buen trabajo, y Ruby era una distracción.
La más grande y agradable distracción, de eso no tenía duda.
Pero ahora, debía contener las ganas de llamarla, ya que sabía que Ruby había decidido ir al gimnasio, teniendo la oportunidad ya que su hermana tenía un horario que le servía, así que estaba aprovechando de pasar tiempo con esta, lo que la hacía feliz. No podía monopolizar tanto a Ruby, por más que le gustase.
Y era justo, ella estuvo ocupada todos esos días, estaba bien que Ruby también tuviese sus momentos en solitario, haciendo sus cosas y viviendo su vida.
Ruby era una chica grande, y ella también, no era la gran cosa.
Por lo mismo, dio un salto cuando su teléfono sonó, vibrando, un mensaje llegándole, sin siquiera esperar algo semejante.
Estaba doblando ropa, metiéndola en la maleta, así que se demoró unos momentos en encontrar el aparato, este perdido entre las prendas, y cuando lo halló, notó que el mensaje le llegaba de un número desconocido, y no solo eso, si no que era una foto. Veía que era un archivo el que aquel número le mandaba, pero se vio insegura de apretarlo y finalmente ver de qué se trataba.
Su número personal no era público, por lo mismo era raro que pasara algo así, y con la situación en la que estaba, ya imaginaba que era algún tipo de acosador extraño que encontró su número y usó la oportunidad para molestarla.
Soltó un suspiro, apretando el mensaje, quitándole importancia, si, podía ser un estafador, un criminal, un acosador, pero tendría el número y podría denunciarlo, incluso buscar la ubicación de donde se había mandado el mensaje, así que esa situación no escalaría. Su familia siempre tenía medios para tratar con esas situaciones.
Se sintió tan tonta al dudar tanto y pensar tantas cosas turbias, ya que, cuando vio el mensaje, o más bien la foto, en esta estaba una persona que conocía muy bien, así que no, todas sus teorías eran descabelladas.
Agrandó la foto, y la observó.
Era Ruby, en el gimnasio. Esta estaba sentada en una banca, levantando unas mancuernas con ambas manos, ejercitándose. Tenía ropa de deporte, sus brazos expuestos, y tenía una capa de sudor en el cuerpo, y siempre le sorprendía lo mucho que esa imagen le encendía, a pesar de siempre haber sido reticente a esas cosas, a los fluidos corporales.
Ahora se enfocó en su rostro de perfil, en su mirada perdida, su rostro inerte, sin mayor expresión, mientras escuchaba música a través de unos grandes audífonos sujetos sobre su cabeza.
Claramente esa foto no la había sacado Ruby.
Y cuando iba a elucubrar la identidad de su emisor, cuya respuesta era obvia, le llegó un segundo mensaje, una segunda foto.
Ruby volvía a estar en la misma posición de antes, sin siquiera darse cuenta de que le estaban tomando fotos, y la culpable, Yang, estaba también en el plano, veía solo su rostro, haciendo una mueca sobreactuada de pena, mientras que fingía limpiarse las lágrimas con su puño.
¿Qué?
Abrió el teclado para escribirle a la rubia, pero un tercer mensaje llegó, esta vez sí que estaba escrito.
"Mirala, toda depresiva, ya no está escuchando su música pesada usual como la chica mala que es, no, ahora cambió a una música de borrachos pasando las penas."
Doble ¿Qué?
Rápidamente tecleó, sin siquiera dudar.
"Dime por favor que está bien."
Yang le mandó un Emoji riendo, varios, antes de volver a escribir.
"Se va a poner musculosa de puro extrañarte, ay la juventud."
Al parecer Ruby no estaba tan bien como creyó que estaría.
A pesar de que tuviese que terminar sus cosas, no pudo evitar el cambiar de chat, el avanzar al de Ruby, y simplemente escribirle, lo que sea.
No creía que hubiese mucha diferencia entre hacerlo o no, pero quería hacerlo. No podía simplemente quedarse de brazos cruzados cuando su mujer se veía así de triste.
Se sintió un poco avergonzada cuando terminó de escribir, cuando terminó de escribir lo que sentía, y lo que quería decirle a Ruby, pero no le lo había dicho para no verse tan necesitada ni vulnerable, por lo mismo sus breves conversaciones solo eran básicas, preguntándose como estaban, o que habían hecho, como habían dormido, manteniendo todo en un cierto nivel, pero ya lo había hecho, así que no había vuelta atrás.
Así que apretó el botón de enviar.
"Te amo mucho, Ruby, y te extraño."
Ruby debía estar ocupada en lo suyo, y no podía llamarla porque no podían hablar por teléfono mientras estaban adentro del gimnasio, así que no esperó que Ruby viese el mensaje pronto ni mucho menos que le contestara.
Si, sorpresa, Ruby le contestó de inmediato.
"TAMBIEN TE AMO Y TE EXTRAÑO."
Pudo sentir la emoción en sus palabras, y se vio soltando una risa.
Ambas sentían lo mismo, no sabía cómo aun no lo aceptaba.
Eran tal para cual.
Sonrió, y siguió tecleando. Sacarse eso del pecho sí que se sentía bien.
"Te voy a recompensar por abandonarte estos días, ¿De acuerdo?"
No la estaba abandonando, pero de cierta forma sí.
"No te preocupes, cariño, pero no te voy a soltar cuando vuelvas."
Y también quería eso.
No iba a querer que la soltase.
Se vio sonriendo, mirando el teléfono, hasta que otro sonido la sacó de su ensoñación, otro mensaje, no de Ruby, si no de Yang, y volvió a cambiar de chat, enfrentándose a lo que sea que su cuñada le estaba mandando.
Era otra foto, otra foto de Ruby.
Esta había dejado las mancuernas en el suelo, y estaba encorvada, teniendo una pésima postura, tomando el teléfono en sus manos, su expresión de inmediato más viva, más alegre, emocionada escribiéndole a ella, y le causó alegría verla así. Ruby era un libro abierto, y le encantaba que así fuese.
Verla así, ver como su existencia simbolizaba tanto para Ruby, como se hacían felices mutuamente, era sin duda algo que la hacía regocijarse. Nunca creyó que sería suficiente, pero lo era, para Ruby lo era, así como para ella Ruby era suficiente, más que suficiente de hecho. Era sin duda la persona que más necesitaba en su vida, y sin ella, estaría completamente perdida.
Probablemente Yang solo quería burlarse, divertirse a su costa, a costa de ambas, riéndose de la relación que tenían, pero lo agradecía.
Ruby estaba en buenas manos.
Y ahora, gracias a su cuñada podía ver un lado de Ruby que no podía ver.
Y sonrió al pensar que ese era recién el comienzo, aún quedaban un largo camino para ambas, para esa gran familia que estaban formando.
"Gracias, Yang."
Escribió, genuinamente feliz, agradecida.
Y para su sorpresa, Yang también le contestó.
Sin burlas, sin emojis, sin mayor informalidad.
Simple honestidad.
"Gracias a ti."
Se quedó un momento ahí, mirando el mensaje, sintiendo como las lágrimas querían escaparse de sus ojos. Ahora que estaba intentando reponer su relación con Whitley, esas situaciones la hacían sentir más sensible. Probablemente le estaba tomando más seriedad al mensaje de lo que debía, teniendo menos profundización de lo que creía, sin embargo, su cabeza siguió ese camino, y sintió el pecho apretándole.
Yang debía estar acostumbrada a ver a Ruby así, el ver sus heridas.
A ver a la Ruby detrás de la máscara despreocupada, impulsiva, alegre, animada, y no debía sorprenderle el que, al estar juntas, pudiese ver la parte más fría de Ruby, la parte más desensibilizada, la parte más rota y triste. Yang era quien conocía más a Ruby, quien estuvo a su lado en las malas y en las peores, protegiéndola de todo mal, pero, aun así, no pudo salvar a Ruby de todo, y lo debía ver, debía notar como su existencia no era suficiente para curar las heridas de su hermana menor.
Ambas eran fuertes, ambas eran resistentes, ambas habían logrado sobrellevar los terrores del pasado y se habían convertido en personas adultas, capaces de enfrentar cualquier reto que se les pusiese en frente.
Pero, aun así, había algo que como hermanas no podían enmendar.
Y Yang, al aceptarla ahí, al lado de Ruby, debía ser por algo. Si ella misma no fuese buena para Ruby, sabía que la rubia no dudaría ni un poco en tomar el asunto en sus manos, impidiendo que su hermana pudiese salir herida una vez más en esa cruel vida.
Ella misma nunca podría curar las heridas de Ruby, así como creía que muchas de las heridas que ella tenía jamás sanarían, ambas estaban obligadas a seguir adelante con el pasado a cuestas, pero a pesar de eso, al estar juntas, nunca se enfocaban en eso, no vivían en el pasado, no más, se enfocaban en el presente, en el futuro, en lo que les deparaba, en las cosas que deseaban hacer lo más pronto posible, porque la vida era breve, y quería aprovechar hasta el último momento.
Tal vez por lo mismo se sentía tan consternada con tomar un avión.
Con estar lejos.
Porque era un riesgo.
Pero el irse a dormir también era un riesgo en sí mismo, y podía temerle a la muerte, le podía aterrar como nunca antes, pero tampoco iba a ser una cobarde. Si el universo, si el mundo, si un Dios quería quitarle la vida, no iba a aceptarlo sin dar pelea, por lo mismo se sentía segura de su camino, de sus decisiones.
No iba a dejar que nadie le quitase esa felicidad, ni siquiera un ser omnipotente.
Porque quería hacer feliz a su familia.
A toda su familia, y eso haría, hasta saciarse.
…
Tenía la cabeza adolorida.
Había olvidado lo mucho que le molestaba viajar.
Sobre todo, viajar luego de ir a la oficina.
La última vez que ocurrió, fue en enero, cuando tuvo que visitar los asentamientos mineros, y más de alguien lo tomaría como un paseo, como una oportunidad para visitar, pero ella no, mucho menos en ese momento de su vida, como estaba su vida de desordenada y caótica.
Había terminado con Ruby hace tan poco, que todo ese viaje se veía nublado en su memoria.
Y todo por su propia culpa.
Negó, no iba a volver a caer en eso, ya se había odiado lo suficiente por eso, no iba a continuar con ese ritual de odio.
Sea como sea, el tener que cuidar su horario, el contar cada minuto y hacerlo rendir al máximo, y procurar estar a tiempo para volver a su casa, era una situación estresante, y ahora que no estaba en piloto automático, era consciente de la ansiedad que eso le provocaba.
Por lo mismo le agradecía inmensamente a su secretaria por ayudarla a manejar sus horarios, sin duda era una ayuda de la que estaba más que agradecida, le iba a dar un bono solamente por ahorrarle molestias. Había reuniones que le quedaron pendientes, y eso que las hizo cada día de los anteriores, y aun así no fue suficiente para solucionar todo, y más de alguien llamó para hablar con ella, y fue su secretaria quien calmó las aguas, agendando para las semanas siguientes.
Lo de su relación sí que había movido las aguas, pero nada que la hiciese peligrar, así que por ahora no tendría que huir con su familia y con Ruby en la maleta a quien sabe que país para empezar de cero, lo cual era un alivio, que sí, estaba preparada para hacerlo, lo haría sin problema, pero le dolería dejar los recuerdos atrás.
Si, no se iba a aferrar al pasado, pero también se sentía orgullosa de quien era, de su apellido, de su ciudad, a pesar de todo, y quería seguir ahí.
Al menos estaba arreglando Atlas, de una u otra forma.
Y los idiotas que querían dejar de invertir en su compañía por no aceptar su nueva sexualidad, Rubysexual, podían irse a la mierda.
Solo era uno que otro viejo rastrero, su compañía no iba a caerse por eso, para nada, por el contrario, era incluso mejor, que algunos ya eran unos tipos desagradables, y hacer negocios con ellos ya era agotador, así que mejor si se iban, así que no tenía que lidiar con ellos.
No le había dicho de eso a Ruby, por supuesto, para no hacerla sentir mal, no era necesario entrar en tales detalles, y por lo mismo esperaba que Ruby le hiciese caso de una vez y dejase de leer noticias basura y revistas, la regañó bastante luego de lo de esa revista, y aun le enojaba pensar en eso-
En la gente chismosa, no en Ruby desobedeciéndole, bueno, un poco sí, pero otro tipo de enojo.
Negó, concentrándose en el camino.
Tenía un serio problema al ponerse a pensar de más mientras manejaba, y lo peor es que no era constante, o estaba feliz, o estaba enojada, o estaba caliente, y sin duda era un peligro al volante.
Al fin pudo respirar tranquila cuando llegó a la montaña, los guardias atentos abajo, más de lo normal, sabiendo que iban a partir, así que la seguridad tenía que ser aún más rigurosa, ya que, si ellos viajaban, la gente solía enterarse, y no faltaba el tonto que aprovechaba para entrar en su propiedad, pensándose que no habría nadie, bueno, no habría nadie, la servidumbre descansando de sus labores, pero guardias sí que habría, siempre.
Esas situaciones no pasaban mucho, porque usualmente era su padre no más quien viajaba, pero ahora era un hito, algo que hace años no hacían.
Si, no faltaría el tonto.
A pesar de que aun tuviesen tiempo, veía a la limosina ya estacionada frente a la mansión, lista para partir en cualquier momento, incluso vio a uno de los mayordomos subiendo el equipaje dentro del maletero, el suyo probablemente también estuviese por ahí, considerando que los dejó listos el día anterior.
Miró el reloj, notando que aún tenía tiempo para darse una ducha así que se apresuró, no eran muchas horas de viaje, pero quería irse limpia.
Llegó a su cuarto, se quitó el traje, y se metió a la ducha, teniendo cuidado con su cabello, y terminó pronto. Tuvo tiempo de echarse crema y algo de maquillaje, y cuando ya se vistió cómodamente, escuchó su puerta sonar.
Whitley estaba afuera con su maleta de mano, esperando por ella.
Ya era hora.
Se sentía extraña esa sensación.
Aseguró su celular, sus cosas personales más básicas, y se fue caminando con su hermano hasta la entrada, Klein esperándolos junto con su padre, quien parecía darle las últimas instrucciones. La mansión no había estado sin sus dueños en un largo tiempo, así que era importante recordar lo que se debía hacer en esa situación.
A pesar de lo ceremonial de la ocasión, no dudó en abrazar a Klein, a quien tomó por sorpresa, pero este de inmediato ignoró a su padre para abrazarla de vuelta con la misma energía.
También lo extrañaría, pero le servía el tomarse un descanso de ellos.
Su padre frunció el ceño al interrumpirlos, pero rápidamente sonrió, su indignación durando la nada misma, incluso el mismo se acercó y le dio un apretón en el hombro a Klein, y sentía que eso era lo máximo de acercamiento que podía ejecutar por sí mismo.
Quizás Ruby se lo había enseñado de cierta forma.
Le parecía adorable que lo intentase al menos.
Ambos, ella y su padre miraron a Whitley, quien estaba inerte, debatiéndose que hacer, y si su padre se despidió afablemente, él también debía. Y eso hizo, acercándose, y abrazando a Klein, y este parecía de lo más feliz, completamente disfrutando de esa atención. Él era, sin duda, el más contento al recibir esas muestras de cariño.
Esa familia necesitaba a Klein, y rara vez le decían cuán importante era.
Bueno, le pagaban por su trabajo, una gran suma, pero decírselo, mostrándole con gestos, con acciones, era más valioso para él que el mero dinero.
Se subieron a la limosina, cargando ya todo adentro, y se acomodaron en los asientos, los tres juntos, listos para partir, y cuando el auto inició el camino, se tomó un momento para mirar su teléfono, un mensaje mostrándose en la pantalla, y lo apretó, sabiendo de quien era.
Era de Ruby, por supuesto.
"Ten un buen viaje, preciosa."
Si, sin duda sería un buen viaje.
Ansiaba disfrutarlo, así como deseaba volver, y tener más aventuras.
Aún tenía muchas heridas, aun las tendría, estarían ahí para siempre, pero ya no dolían, iba a asegurarse de que curasen de la mejor manera.
Iba a hacer valer cada una de ellas.
Capitulo siguiente: Bondad.
N/A: Capitulo de chill, bueno, un poco, pero hay que tratar los temas con delicadeza, ya sabemos, más o menos, lo difícil que son estas situaciones para Ruby, el que Weiss se vaya y exista la remota posibilidad de no volverla a ver, pero todo estará bien, toda la fe.
Crean en que no seré tan vil…
¡Nos leemos pronto!
