Ignorando las advertencias de su amigo, el cual le recomendó que esperara a que Kagome se tranquilizara, tomó un taxi, con rumbo a la casa de la joven. Al llegar, subió los grandes escalones, encontrándose con Rin, limpiando los vidrios de la tienda.
- Hola - dijo tímidamente al acercarse - Rin, ¿verdad?
- Inuyasha - sonrió, sorprendida - Si si, es mi nombre, ¿Qué te trae por aquí?
- Vine a hablar con Kagome, ¿se encuentra en la casa?
- Bueno, aún no ha llegado - miró la hora en su reloj de muñeca - Pero ya debe estar en camino.
- ¿Puedo esperarla?
- Seguro, ¿quieres pasar a la tienda? No suelen venir muchas personas a esta hora.
- Sólo si no es molestia.
- Para nada - sonrió - Pasa.
Ingresaron, él sentándose frente al mostrador, mientras ella lo rodeaba, colocándose del otro lado. El peliplata tomó su celular, marcando su número nuevamente, frunciendo el ceño al instante.
Maldición, aún lo tiene apagado.
- ¿Sucede algo? - preguntó, al notar la expresión en el rostro del joven.
- Bueno... Kagome esta enfadada conmigo - sonrió levemente - Y... necesito hablar con ella.
- Por eso viniste...
- Si... no se... si estarás al tanto, al parecer, ella y tú son bastante cercanas.
- Así es - sonrió, acomodando un pequeño adorno al lado de la caja - Prácticamente crecimos juntas, pero... últimamente, no hemos tenido mucho tiempo para hablar.
- Claro... lo había olvidado, eres la secretaria de Kagura.
- Segunda, en realidad - rio - Mi trabajo consiste más en enfocarme en los casos que ya están a punto de resolverse... Ayame es la encargada de los nuevos y futuros casos.
- Kagome me dijo que, la primera semana, estuviste con mi hermano - ella asintió - ¿Cómo es trabajar con él?
- Bueno... al menos, para mi, fue... muy bueno.
Tres días habían transcurrido desde que había comenzado con Sesshomaru y Bankotsu, sin embargo, sus nervios se mantenían siempre alerta al llegar a su puesto.
Se sentó en su escritorio, dejando sus cosas, en el mismo momento en que el teléfono sonó.
- ¿Señor? - respondió.
- ¿Puedes venir a mi oficina?
- Cla... claro .
Cortó, poniéndose de pie y caminando hacia allá. Ingresó, encontrándose con el hombre pasando sus ojos por sus papeles.
Vaya... es... hermoso.
Pensó, apartando rápidamente aquellas palabras de su mente, antes de que su cuerpo la delatara y el rubor encendiera su rostro.
- Toma asiento - la miró, con una expresión gentil, una que jamás había visto .
- Gracias - pronunció de manera automática.
- Dime, Rin... ¿Cómo te encuentras? - pudo notar que se sorprendió levemente - ¿Te has sentido cómoda estos días?
- Bu...bueno, si, es decir, sólo llevo tres días, pero han sido muy tranquilos.
- ¿Cómo te ha tratado Bankotsu?
- Oh, bien, el señor Wolf es muy amable.
- Me alegra escuchar eso... ¿Has tenido tiempo de revisar el informe que te entregué?
- Si, lo revisé esa misma noche.
- ¿Y que opinas?
- Que no será un caso fácil, a juzgar por todos los testigos que posee la fiscalía, sin embargo, también mucha de su evidencia es circunstancial... eso puede ser un... un gran punto a favor.
El peliplata sonrió levemente por unos segundos, desviando la mirada a sus papeles.
- ¿Crees que lograras juntar toda la documentación necesaria?
- Claro... si usted lo desea, puedo comenzar ahora mismo con eso.
- Hazlo.
Sus miradas se encontraron, al mismo tiempo en que ella sonreía, lo que provocó que el apartara rápidamente sus ojos, posándolos en la pantalla de su ordenador.
- Por supuesto, señor - se puso de pie, regresando a su escritorio.
Podría jurar, que en ese momento, pude percibir un leve nerviosismo en su fría mirada.
- Oye, ¿estas bien?
- ¿He? - la voz del peliplata la regresó a la realidad.
- Te quedaste callada de repente, ¿sucede algo?
- Oh, no no - rio - Sólo, estaba recordando algo - miró hacia afuera - ¡Mira! Es Kagome.
- ¿Qué?
Ella salió corriendo, llamándola, mientras él la seguía.
- ¡Kagome!
La joven volteó, mostrándose notablemente sorprendida.
- Inuyasha - murmuró, mientras ambos se acercaban.
- Hola, Kag - sonrió su prima - Inuyasha... te estaba esperando - miró al joven - Necesita, hablar contigo.
- Gracias - murmuró él, notando que Rin intentaba ayudarlo.
- Yo iré de nuevo a la tienda - sonrió - No veremos después.
Se alejó, mientras los jóvenes se mantenían en silencio, observándose con expresiones de tristeza en sus rostros.
- No... quisiste responderme - pronunció él, desviando su mirada.
- Yo... sabia que... si atendía la llamada... sería peor.
- ¿Sigues molesta?
- ¿Tú que crees? - frunció el entrecejo, desviando sus ojos.
- ¿Me dejaras que te explique?
Ella suspiró, volteando y caminando en dirección de uno de los canteros, en donde se elevaban las plantas de su madre, sentándose. Él la siguió, posicionándose a su lado, sin mirarla.
- Supongo... que debes creer, que entre Yura y yo, hay algo más - ella no respondió, él sin embargo, pudo notar la manera en la que apretó sus puños en sus rodillas - Y... eso es lo más alejado de la realidad.
- No es lo que se ve... en esa foto.
- Si, ella estaba sosteniendo mi rostro, pero... la alejé - la miró - No pido que lo creas, pero es lo que sucedió - nuevamente no obtuvo respuesta, pero la expresión de ella se distendió - No fuiste a la única a la que le enviaron esa imagen.
- ¿He?
- Sesshomaru también la recibió... y me llamó, por su tono, pude notar que estaba bastante molesto.
Entonces, ¿Koga tenia razón y esto fue todo un montaje?
- Al principio pensé que Yura sólo hacía esto para molestarme, pero... ahora creo, que el socio de mi hermano, está involucrado.
- ¿Crees que Yura fue enviada?
- No lo sé... tal vez si, tal vez lo hizo por iniciativa propia, pero... estoy seguro, de que lo hizo para generar esto.
- ¿Qué cosa?
- Que te apartes de mi.
- Inuyasha...
- Kagome - interrumpió - Yo... se que me conoces desde hace poco tiempo y no puedo pedirte que confíes ciegamente en mi... pero... te aseguro que... no hay nadie que me interese... no hay nadie más que... tú.
Los labios de la joven se curvaron en una tierna sonrisa, al mismo tiempo en que un brillo emanaba en sus ojos.
- Te creo.
- ¿De verdad?
- Si... - hizo una pausa - Hoy... me regresé con Koga, en el tren.
- Keh... ese imbécil, ¿no se suponía que tenia auto?
- Lo que él dijo fue que se descompuso, pero eso no es lo importante... lo que importa, es que yo... le comenté lo que sucedió - su expresión volvió a ensombrecerse - Necesitaba... hablar con alguien.
- ¿Tan mal te sentías?
- Si - miró el suelo - Y... me dijo que no creyera en nada de esto... él... estaba convencido, de que tú no te acercarías a ella con otras intenciones.
- Feh, al fin dice algo inteligente.
- También dijo... que creía, que habías permitido eso, para que no se enfadara y... pudiera hacerme daño.
Vaya, ese sarnoso es más perceptivo de lo que imaginaba.
Pensó, frunciendo el ceño.
- Yo... no se que es lo que sucede, Kag... pero, no quiero arriesgarme a... que intenten lastimarme - hizo una pausa - Bankotsu es una persona complicada y... si él tiene en mente chantajear a mi hermano, usará todas las herramientas que estén a su alcance, sin importar si tiene que involucrarnos.
- Supongo... que él sabe lo mucho que significas para tu hermano.
- ¿De que hablas? Sólo lo hace porque soy el más débil de la familia, sacando a mi madre.
Estoy segura, de que ambos darían la vida por el otro, de lo contrario, Sesshomaru no estaría tan preocupado por lo que le hagan a Inuyasha y viceversa.
Pensó, sonriendo levemente.
- Es por eso que... si en algún momento, las cosas llegan a complicarse más.. estoy dispuesto a alejarme de ti.
- ¿Qué? - la tomó por sorpresa.
- Prefiero estar lejos, antes de que te hagan daño, Kagome.
En ese momento, un leve golpe rebotó en su hombro.
- Oye - la miró, entrecerrando sus ojos - ¿Por qué hiciste eso?
- No quiero que vuelvas a decir eso.
- Pero...
- ¡No quiero...! Volver a escucharlo.
Él sonrió, acercándose y abrazándola fuertemente. Ella recostó su cabeza sobre su pecho, mientras él besaba la parte superior de su cabeza, acariciando su espalda.
- Eres celosa - rio, contra su cabello.
- ¿Qué dices? - se apartó, mirándolo con expresión de molestia.
- Ni siquiera querías responder mis llamadas - mantenía una expresión de burla en su rostro - ¿Te das cuenta de que tuve que venir hasta aquí sólo para que me escucharas?
- Bueno... eso demuestra que soy importante para ti.
- Como no tienes idea... - ambos se miraron, sonriendo - Aunque, debes cambiar esos celos, no siempre podré venir hasta aquí.
- Eres un tonto.
Se puso de pie, haciendo el amague de irse, cuando sintió el agarre sobre su mano. La jaló en su dirección, provocando que cayera sentada sobre su regazo, mientras besaba suavemente sus labios y acariciaba su mejilla.
Aquel beso, el cual selló por completo su conciliación, duró unos pocos segundos, los suficientes para que tuvieran que separarse brevemente. Ella lo abrazó, mientras él colocaba su rostro en su cuello, emanando su cálido aliento en su piel.
- Hueles bien.
- Gracias - sonrió, contra su cabello de plata.
- ¿Ya te dije que tu perfume me reconforta?
- ¿Si? - se alejó un poco, apoyando su frente en la de él.
- No he logrado descifrar cual es tu secreto, Higurashi... pero... me tienes a tus pies.
- Ya - volvió a abrazarlo, sonrojada y sintiendo aquellas cosquillas en su estomago, mientras él besaba suavemente su cuello.
- Y espero pronto poder estar en otro lado...
- Bueno... pudiste estarlo esa tarde en la piscina, pero elegiste lo contrario...
- ¿Si? Pues, la realidad es que... cuando logré tenerte, no podrás escapar tan fácilmente - sus miradas se encontraron, profesando su deseo - Planeo hacerte mía toda la noche, si es necesario.
Ella lo besó suavemente, mordiendo ligeramente sus labios, al mismo tiempo en que se ponía de pie.
- Sabia decisión - también se elevó - Debo irme... tengo que prepararme para la tesis - se estiró - Miroku hará una fiesta por su cumpleaños este fin de semana, supongo que vendrás.
- ¿Estoy invitada?
- Siempre estarás invitada a los lugares en los que me inviten a mi.
- Inuyasha - lo tomó de la mano, mientras comenzaban a caminar - ¿Será algo simple?
- Keh... nunca es simple cuando se trata de Miroku... ya le preguntaré lo que se la ha ocurrido esta vez.
Se dirigieron hacia la tienda, en donde el peliplata había abandonado sus cosas.
Extra: Revelación
Suspiró profundamente, tragándose sus palabras y controlando su mano para no lanzar el móvil contra la pared.
- Ese maldito hijo de perra, ¿con que derecho cree que puede hablarme así? - frunció el ceño, apretando sus puños y dejando el celular en su mesa de noche.
Esa idiota... la mataré si vuelve a desobedecerme.
Se puso de pie, buscando un cigarrillo para calmarse, en el mismo momento en el que oyó la puerta de su departamento abrirse.
- ¿Eres tú Yura? - sonrió.
- Si - ingresó a la habitación - ¿Sucede algo?
- Pequeña... mi hermosa y bella Yura - se acercó, abrazándola.
- ¿Bankotsu? ¿Qué haces? Me... me lastimas - lo apartó, encontrándose con la mirada llena de furia del moreno.
- ¿Qué hiciste, pequeña?
- No se de que ha... - no logró terminar la frase, ya que la mano de él se estampó en toda su mejilla, provocando que tambaleara.
- ¡Ni se te ocurra decirme una mentira!
- ¡Maldito bastardo! - gritó, alejándose - Te mataré si vuelves a ponerme un dedo encima.
- Yo te mataré a ti, si vuelves a salirte del plan, ¡¿Esta claro?! - su volumen aumentó - ¡No me interesa lo que sientas por ese imbécil de Inuyasha! ¡Pero no pienso seguir desperdiciando mi dinero contigo si no piensas colaborar!
- Tu plan es demasiado lento...
- ¡Mi plan...! - suspiró - Es poner a Sesshomaru contra las cuerdas, pero... ¡No lo conseguiré si sigues entrometiéndote!
- ¡¿Y que quieres que haga?! ¡¿Seguir fingiendo que somos una pareja feliz?! ¡Ni siquiera nos cruzamos con ellos para fingirlos!
- Escúchame bien, idiota - se acercó, con su dedo apuntándola - Tu amor por el dinero te llevo a aceptar este trato... y ahora no puedes escapar de él.
- Hablas como si me detestaras... no dices lo mismo... cuando tenemos sexo.
- No te confundas, pequeña - sonrió - Lo que nos une es una cama, no un lazo profundo e irreal, como el que tenias con ese debilucho - volteó, prendiendo su cigarro - A ti tampoco te molesta acostarte conmigo, ¿verdad? a decir verdad, creo que tienes un premio doble, que ni siquiera te mereces.
- Eres un idiota - se dirigió a la puerta.
- No te di permiso de que te fueras.
- ¿Qué demonios quieres?
- ¿A que fuiste a verlo?
- ¿Te importa?
- Me interesa saber de que manera debo arreglar tus errores.
- Fui a decirle que quiero regresar a su lado.
El moreno estalló en una sonora carcajada, mientras ella cruzaba sus brazos y arqueaba sus cejas.
- Vaya... ufff, si que eres patética - continuó riendo.
- Y tú eres un imbécil.
- Al menos no ando llorando por mi ex, sólo porque lo vi con otra - le dio una bocanada a su cigarrillo - Pensé que era más grabe, pero ni siquiera sirves para cometer errores.
- No juegues conmigo, Bankotsu, o lo pagarás.
- No voy a recordarte con quien estas hablando, insolente... vete, antes de que termine con nuestro trato y tu vida de un solo movimiento.
Apretando sus dientes, salió de la habitación, sentándose en el sillón, reprimiéndose mentalmente por haber aceptado trabajar con aquel ser repugnante y pensando la manera de vengarse, a su debido momento.
Extra: Más que una conexión de una noche
La luna se encontraba en su máximo esplendor, mientras la habitación de la mujer ardía en llamas, musicalizada con los gemidos y las respiraciones agitadas que ambos emanaban de sus labios.
La atracción se produjo la noche de la fiesta, él había sido abandonado por su pareja, mientras que ella no había estado dispuesta a lidiar con las "coqueterías" de su acompañante.
Koga se encontraba parado al lado de la lujosa barra, cuando la jovencita de vestido verde brilloso, se acercó a pedir un trago. Lo miró de arriba a abajo, volviendo a dirigir sus ojos al barman.
- ¿Qué pasa? - preguntó el moreno, al notar aquella acción - ¿Te gusta lo que vez?
- No estoy de ánimos para lidiar con otro engreído - se quejó, recibiendo su trago.
- Vaya, me agrada tu carácter - sonrió - Creo que te he visto antes, eres la secretaria de Kagura, ¿verdad? Ayame, si mal no recuerdo.
- Qué suerte... no pensé que ustedes se fijaban en quienes los rodeaban.
- Oye, no me divierte tu tono hostil - sonrió - A decir verdad, no es de mi obligación saber el nombre de los empleados de mi hermano o sus socios.
- Desearía ser tú, entonces - bebió un sorbo - En lugar de ocupar un valioso espacio de mi mente, en los nombres de todos estos inútiles... incluyéndote.
- ¿Cómo es posible que una mujer tan dulce como Kagura, tenga de secretaria a una mujer tan malhumorada como tu?
- Soy buena en lo que hago, niño.
- ¿Niño? - arqueó una ceja - A juzgar por tu apariencia, sólo eres un par de años mayor que yo.
- Los suficientes como para saber que mi coeficiente intelectual es superior al tuyo.
Aquel comentario provocó la risa del moreno.
- Me agradaría saber... en que otros aspectos tienes esa actitud ruda...
- Dame un par de tragos más y puede que lo averigües - trató de irse, sin embargo, él la tomó de la mano, pegándola a su cuerpo.
- Me interesa la oferta - sonrió - Aunque... preferiría saberlo... con tu conciencia en toda su plenitud.
- No hay dudas de que eres un Wolf... esa actitud arrogante sólo puede ser semejante a la de Bankotsu.
- Y ahora comprendo porque tu acompañante te abandonó esta noche, pero descuida... estoy aquí para salvarte.
- No creo en los caballeros heroicos, Koga y, a decir verdad, tampoco necesito uno.
La beso, sin mediar ninguna otra palabra, un beso cargado de electricidad que erizó cada uno de los vellos de sus brazos, provocando que estos se enredaran en su cabellera negra.
- Si trabajas en esta empresa - murmuró contra sus labios - Debes saber como son estas fiestas.
- No pienso ir a esos cuartos horrendos - mordió sus labios.
- Tranquila - colocó su mano en su trasero, acariciándolo con el fin de elevar los deseos de la mujer - Soy una persona más... arriesgada.
En ese momento, ella tomó su entrepierna, apretándola sutilmente.
- No eres el único que puede jugar este juego, idiota.
- Hm - sonrió - Siéntete con suerte, eres la primera mujer con la que voy a tener sexo en una de estas fiestas... eso te convertirá en alguien especial.
Una cosa llevó a la otra y habían terminado en el baño de mujeres, dándole rienda suelta a su deseo carnal, el mismo que había surgido esa noche.
El moreno se encontraba sentado al borde de la cama, con ella sobre él, penetrándola fuertemente y deleitándose con el sonido de sus agudos gemidos y suspiros contra su oído derecho. Sus manos se encontraban sobre su trasero, marcando el ritmo de sus movimientos, mientras las uñas de Ayame, arañaban sin piedad su espalda.
El clímax no tardó en llegar y, el mismo se vio reflejado en la intensa unión de sus lenguas, danzando alocadamente en la boca del otro. Momentos después, ambos estabas acostados en la cama, regulando sus respiraciones.
- Si que eres ruda - se burló.
- Te lo advertí la noche de la fiesta - sonrió - Y no quisiste escucharme.
- Agradezco no haberlo hecho - le devolvió la sonrisa.
Permanecieron en silencio unos momentos, mientras él, disimuladamente, observaba la seria expresión de su rostro.
- ¿Sucede algo? - preguntó al fin.
- ¿Qué? - la tomó por sorpresa - No... ¿por qué...? ¿por qué preguntas?
- Porque... ya tuvimos sexo y aún no me has pedido que me vaya - ella sonrió.
- ¿Quieres... quedarte esta noche?
- ¿De verdad? - ahora fue él el sorprendido - ¿Estas bien? Eso no me lo esperaba.
- Sólo estoy siendo amable, pero si no quieres...
- Me quedaré - intervino - Quiero... disfrutar un poco más... de esto - se acercó, besando sus labios y colocándose sobre ella, invitándola a una segunda ronda.
Maldición... ¿Qué estoy haciendo? Porque... tiene que ser tan atractivo.
Pensó ella, abriendo sus piernas para recibirlo.
Ya era hora que bajaras la guardia, preciosa... no está en mis planes dejarte escapar tan fácil.
Pensó él, introduciéndose lentamente en su interior.
