Sus acelerados pasos se agrandaban cada vez más la distancia de la entrada de la gran cámara, los cabellos de Hypnos se balanceaban con vigor; al mismo tiempo que sus pies comenzaban a tratar de igualar el avance de su hermano.

Thanatos contraída el entrecejo profundizando con evidencia su molestia, sus palpitaciones ya apresuradas no dejaban de golpear su pecho, cuando la frustración empezaba a hacer que los estragos en su cabeza, que ya nublada de ira y sospecha, comenzaban a clavarse como punzantes espinas en su alma.

Ampliando el tamaño de sus zancadas, lograba eliminar la distancia que estaba alejándolo de su gemelo. Sin pensarlo demasiado, alargando un brazo lo abalanzaba sobre la extremidad de su hermano.

Cerrando sus dedos alrededor de su brazo en un movimiento instintivo, que comenzaba a subir la presión sobre el mismo; para luego de un fuerte tirón, podía mirar el cuerpo de su hermano ser arrastrado, provocando al mismo tiempo que girara su cabeza y esparciendo sus largos cabellos en una cortina, dando la impresión de ser un elegante abanico dorado.

—¡¿Qué haces, Thanatos?! —Cuestionándolo Hypnos miraba a su hermano con los ojos casi desorbitados, a la par que comenzaba a imitar su expresión.

—¡Vendrás conmigo! —Respondiendo con brusquedad entre balbuceos, Thanatos viraba su cuerpo para que con grandes zancadas comenzaba a acercarse a uno de los arcos donde daba entrada a los grandes jardines.

Descendiendo con rapidez los escasos escalones de piedra, el dios podía sentir como sus pies tocaban el césped regado de varias flores de diversos colores, siendo hechos a un lado mientras avanzaba junto con Hypnos.

—Thanatos… ¡suéltame! —Protestando sonoramente además del casi inaudible crujido del césped percibía la fuerza con la que su hermano jalaba al lado contrario, en un intento por liberarse— ¡¿qué pretendes?!

Incrementando la fuerza de sus dedos sobre su brazo, de igual manera que sus pasos aceleraban la velocidad para adentrarse a una sección lejana del jardín, deseando alejarse de la vista de cualquier que cruzara por ese lugar.

Adentrándose a la frescura de la sombra, de un ya muy viejo árbol, en un simple tirón, Thanatos jalaba de la extremidad de su hermano, lo enviaba directamente hacia el grueso tronco. Miraba como la espalda de Hypnos se estrellaba contra el tronco, dejando un golpe sordo y un casi inaudible crujido de la madera.

Thanatos comenzaba a extender su mano con calma hacia la cabeza de Hypnos, que en su pálido rostro había formado marcadas arrugas en su entrecejo, arrugando incluso la estrella violácea en su frente.

En su pecho su acelerado corazón, daba unas extrañas palpitaciones, la expresión de su rostro poco a poco, iban desmoronando la ira que yacía en su interior.

La otra extremidad se colocaba justo al costado de su abdomen, tocando con delicadeza la áspera corteza que seguía crujiendo bajo su mano, bloqueando cualquier oportunidad de escapar.

—¡No quería decir nada, pero esto es demasiado! —Rompiendo el silencio, arrugando aún más su ceño—. ¡Estuviste demasiado distraído toda la mañana, y no sólo eso! ¡Huyes en cuanto salimos de la cámara de Zeus! ¡Así desde el mismo momento en que regresaste anoche te encerraste! ¡Dime que sucedió!

Despacio Hypnos relajaba sus facciones, en un claro intento de abrir sus ojos; sus mejillas casi de inmediato iban tomando un adorable color rosado que resaltaba por su pálida piel. La sensación de sequedad iba tomando lugar en su garganta, percibiendo a su vez como su cuerpo se estremecía, ver como la vergüenza y el mismo sonrojo, cada vez más intenso resaltando sus ojos dorados, que lo hacían sentir, como si lentamente se perdiera en un inmenso mar de oro líquido.

—No logré obtener información… —Hypnos desviaba la mirada con el rostro aún más acalorado y notable rojo en su totalidad, si saber porque, Thanatos tenía el extraño impulso de enredar en sus largos dedos un mechón del cabello de su hermano—. Vi…

Sentía como si fuera la primera vez que podía mirarlo, inclusive así estando con sus cuerpos tan cerca, jurando que la piel a través de sus túnicas blancas podía percibía su calor. En sus manos un intenso cosquilleo le hacían estremecerse, dejando que cada gramo de su poca sensatez se esfumara, quería sentir ese calor en sus manos. Percibirlo debajo de las yermas de sus dedos, mientras recorría con calma la textura lisa de la piel, aparentemente, caliente del dios.

Pasando saliva por su garganta, su mirada descendía sin darse cuenta, hasta llegar a sus labios trémulos; no sabía por qué sus manos comenzaban a temblar, con la sola idea de tocar de esa manera a su hermano.

—¿Qué viste…?

La silbante brisa comenzaba a soplar pasando entre las débiles y decadente ramas que mecía con chillidos de la seca madera del árbol; haciendo caso únicamente a los latidos que su corazón le golpeteaba, sin dejar de mirar el rostro de Hypnos, que ahora parecía arder en un rojo brillante.

Inhalando con profundidad ese encantador y familiar aroma a amapolas proveniente de su hermano.

—¡Qué escena tan… interesante! —Una melodiosa voz irrumpía su encuentro, su mente poco a poco era regresada a la realidad—. Es una pena interrumpirlos, pero creí conveniente decirles que pude olerlos desde los pasillos…

Empujando con ligereza el cuerpo de su hermano, Thanatos comenzaba a ampliar la distancia entre ambos, con sus ojos negros absortos en el intenso rubor de su rostro. Girando con prisa la cabeza, el dios de la muerte agitaba su largos y alborotados cabellos, moviendo su mirada hacia el bello rostro sonriente.

—¡¿Qué quieres?! —Subiendo el volumen de su voz, el dios movía sus temblorosas piernas para acortar con rapidez la distancia.

—Niño, no abuses de tu suerte; qué seas un alfa, hijo de Nix —contestando con su dulce voz Afrodita levantaba las dos comisuras de sus suaves labios—, no te dan el derecho de tratar a todos como basura. Debes aprender que, en este lugar, hay cosas no se pueden perdonar ni al mismo Zeus, mucho menos a un insignificante consejero como tú.

—¡¿A quién le llamas insignificante…?!

—¡Detente Thanatos! —La voz de Hypnos a sus espaldas le provocaban una intensa sacudida desde los dedos de sus pies hasta cada cabellos en su cabeza—. Ella viene a hablar conmigo.

De repente cada parte de su cuerpo parecía ponerse rígido. Olfateando la nariz en el ambiente, sólo podía detectar el olor de las flores y del césped. El aroma de su hermano se había esfumado con la delicada brisa. Girando la mirada podía mirar a Hypnos acercándose con lentitud y el débil vestigio de su rubor por debajo de sus ojos dorados.

—¡¿Qué tienen que hablar ustedes dos?!

—¡Eso, no te incumbe…!

—Disculpa la molestia —contestando con su voz baja, al mismo tiempo que continuaba su tranquilo caminar hasta alcanzarlo, e interponiéndose entre ellos—, mi hermano aún no está al tanto de lo sucedido.

Frunciendo el ceño Thanatos se limitaba a mirarlos como aún con ese sonrojo jodidamente adorable en la mirada, a pesar de la frialdad de su mirada.

—Entonces —mirando con desdén, Afrodita lo miraba levantando una comisura de sus labios, colocando a su vez su mano diestra en su cadera—, ¿seguirás ahí parado o me dejarás hablar a solas con tu hermano?

—Oye…

—Cuando termine —interrumpiendolo Hypnos le daba la espalda, dejando que sólo su voz y ver sus largos cabellos—, prometo que te buscaré y te diré todo.


—¡Haz lo que te plazca! —La resonante voz de Thanatos se escuchaba desgarrando la calma del lugar, mientras los sonoros pasos sobre la hierba crujiendo marcaban su retirada.

De nuevo el silbante paso del vientecillo entre las ramas y los verdes pastos que susurraban con un agradable susurro, revolviendo con gracia los cabellos de ambos dioses. Sus ojos cautelosos, se deslizaban por cada facción de la diosa, hasta que un objeto brillante atraía su atención.

Un hermoso collar de oro, intrincadamente con extrañas decoraciones, cubría desde la base del cuello hasta su cabeza. Volviendo con tranquilidad hacia su hermoso rostro, miraba la serena expresión de Afrodita.

"Estoy seguro, que anoche no tenía ese collar."

—Bueno ahora que ese niño malcriado se ha ido, hablemos.

—De acuerdo —contestando con una voz carente de emociones, Hypnos inhalaba el fresco aire tratando de calmar los alocados latidos de su corazón—, ¿qué planeas con todo esto?

—Tú deberías cuidar tus modales, niño —Respondiendo con calma al mismo tiempo que extendía una extremidad, enredando entre sus dedos un mechón rizado de sus rubios cabellos—. Después de todo eres tú quien fue a espiar a Metis, sin razón aparente.

Frunciendo el ceño el joven dios no apartaba la mirada de Afrodita, quien con un movimiento fluido erguía su espalda, dejando salir su pecho.

—No era el único en ese lugar —contratacando el joven dios mantenía su postura sin dejar mirar el hermoso rostro, mirando cómo este perdía con una increíble rapidez su adorable color—, también te encontrabas cerca de sus aposentos, en pleno toque de queda.

Una cantarina risa salía como una explosión, que cualquiera cerca o lejos de su posición podría escuchar.

—¡Los rumores eran ciertos! Eres demasiado astuto —Diciendo entre risas dejaba que una de sus delicadas manos cubriese su boca, ahogando su risa—. Veo porque Zeus te aceptó como su consejero. Como sea, yo puedo alegar a mi favor, diciendo que logré sentir el deseo desbordándose en la cama de Metis, y me deje llevar, pero ¿y tú?

—Sabré solucionarlo, cuando llegue el momento.

—De ser así, entonces seré directa. Soy una omega dominante, que, junto con mi verdadero poder, me he ganado el título de diosa de la belleza y el erotismo —disminuyendo el escaso espacio entre sus rostros sintiendo como el aliento expulsado por las palabras de la diosa golpeaban en la piel de su cara, provocándole un ligero cosquilleo en él, al mismo tiempo que un exquisito aroma a rosas llegaba llenando sus fosas nasales—, y puedo provocar ese impulso en cualquier ser vivo, pero de igual manera, puedo detectarlo en otros seres.

—No entiendo qué relación tiene con esto.

—Digamos… que te incumbe más de lo que crees —Alejándose con lentitud Hypnos aspirando con una desmesurada calma el aire que poco a poco se limpiaba de la esencia de la diosa, alejándose con una notable sonrisa en su rostro—. Desde el anuncio de su compromiso, Zeus no sale del lecho de Metis, y esa pasión ya nos es tan… atrayente como antes. Pero justamente anoche detecte algo nuevo, un deseo que consumía a alguien que se abrumaba por tal nueva experiencia.

Poco a poco sentía como cada parte de su cuerpo, se ponía cada vez más rígido sintiendo que las palpitaciones de su corazón se descontrolaban.

—…

—Sé honesto niño, ¿acaso deseas poseer a una beta como Metis? O, por el contrario, ¿querías ser poseído por un alfa puro como Zeus?

Abriendo los ojos como platos, Hypnos casi de inmediato, fruncía el ceño tratando de ocultar su sorpresa; sin embargo, las palabras de Afrodita comenzaban a dar vueltas una y otra vez en su cabeza, escuchando como estas parecían hacer ruido en ella.

No podía negarlo, y en su experiencia, sabía que era demasiado estúpido admitirlo.

El haber sido descubierto era en sí, problemático, empero, ser descubierto con una sensación que ni su serio semblante, ni la timidez de su personalidad, disfrazada en una gélida apariencia le habían ayudado a enmascarar la nueva sensación que lo seguía quemando. No podía revelarle que, aunque odiaba admitirlo, deseaba profundamente ser tomado por ese magnificente dios.

—No me atrevería a pensar algo así, diosa Afrodita —contestando con una seriedad capturada en su rostro, Hypnos cruzaba sus brazos desviando con lentitud su mirada del rostro de la diosa—, no obstante, no estoy seguro de lo que quieres conseguir de mí.

—¿De ti? ¿Crees que te estoy tratando de extorsionarte? —Abriendo los ojos como platos Afrodita iba perdiendo un poco el color de su bello rostro, empero, de repente, una carcajada parecida al trinar de las aves salía de sus rosados labios—. Sólo te puedo decir que mantendré la boca cerrada, con la condición de que tú y el arrogante de tu hermano, logren convencer a Zeus de darme la libertad de escoger a mi compañero.

—¿Es lo único que quieres?

—Es lo único que pido.

—De acuerdo.

En su cabeza las palabras de Metis, mencionando la posibilidad de un compromiso impuesto, resonaban con fuerza, atenuando las palabras que de principio atiborraban sus pensamientos.

Los ojos de la diosa se mantenían en su rostro, mientras con una lentitud impresionante podía mirarse como las comisuras de sus labios se levantaban, al mismo tiempo que sus facciones arrogantes iban desmoronándose, dejando una apariencia frágil y delicada.

—Bien, me retiro —callando sus labios, el joven dios, volvía su cuerpo y comenzaba a andar por el terroso lugar.

Agrandando poco a poco la distancia entre ambos, Hypnos mantenía su mirada fija en el pasillo que con calma se acercaba, inhalando y exhalando con profundidad tratando de calmar a su corazón.

"Oye niño, no sé quien provoca ese fuego en ti, mucho menos me interesa saberlo, pero lo que, sí te puedo decir, es que no lo reprimas; eso matará tu alma lentamente, sin embargo, debes saber que sea cual sea tu elección, debes estar dispuesto a lidiar con las consecuencias."

Hypnos no había cesado ni disminuido el ritmo de su andantes pasos, y aun así los pensamientos de la diosa habían sido demasiado claros.

Ahora no sabía que hacer, o que sucedería después, aunque lo que sí sabía era que, si Zeus prescindiera de sus servicios o no, las únicas dos cosas que no soportaría eran decepcionar aquel ser que era objeto de su admiración y estar alejado de él.

El sonido retumbante de sus pesados pasos por el interminable pasillo no dejaba de estrellarse en sus oídos, que junto con las palabras de Afrodita hacían una molesta sinfonía de verdades que no había tenido oportunidad de asimilar.

La figura de Thanatos recostando su espalda en la pared con ambos brazos cruzados sobre su pecho.

—Tardaste mucho, Hypnos —la voz apaciguada del dios sonaba mientras tanto, su hermano mantenía la mirada oculta por sus largos cabellos oscuros.

Acortando su distancia, Hypnos mantenía la mirada fija en los movimientos de su gemelo que de una manera extraña se quedaba inmóvil sobre la dura superficie.

—Tomó más tiempo de lo pensado —Rompiendo el silencio el dios del sueño, se encontraba cerca de su hermano.

"¡¿Qué maldita cosa tenían que hacer, para tardar tanto?!"

Estirando su brazo hacia la pesada puerta, empujándola con fuerza, Hypnos movilizaba su cuerpo, introduciéndolo con calma a sus aposentos. Una conocida opresión alrededor de su brazo volvía percibirse, ahora con una lastimosa sensación que comenzaba a ser molesta.

Con un movimiento rápido, su cuerpo era empujado hacia el interior, a la vez que un ruidoso golpe de la puerta se producía con fuerza, su cuerpo se estrellaba contra la pared. En un rápido desplazamiento la mano opresora de su hermano se trasladaba con rapidez a su muñeca, hasta quedar por encima de sus cabellos dorados. Casi de inmediato su otra extremidad, era sujeta con una fluidez abrumadora, para que en un abrir y cerrar de ojos, se encontrara en el mismo sitio por encima de sí.

Haciendo desaparecer la distancia entre ambos, tenía la certeza de como el cálido aliento de su hermano comenzaba a cosquillearle la piel. Inyectados en sangre, sus ojos negros eran feamente adornados, que, con un ceño marcado y fruncido con evidente profundidad, haciendo que sus oscuras cejas casi se tocaran deformando la estrella de su frente.

—¡Respóndeme! —La voz de Thanatos subía su intensidad sintiendo como la desagradable sensación lo invadía—. ¡Tuve que venir para que cumplieras tu promesa! ¡Así que ahora, sé obediente y dime lo que quiero saber!

—¡Estas siendo impulsivo de nuevo!

—¡Deja esa zalamería de lado, Hypnos! —Bajando el tono de su voz, parecía que seguía manteniendo ese tono hostil, al igual que el agresivo brillo en sus ojos oscuros, haciéndolos ver feroces—. ¡Contesta! ¡¿Qué hacías con esa diosa?!

—Me hizo una petición.

—¡¿Qué clase de petición?! —La voz tranquila de Thanatos no podía compararse con el agarre de sus manos, que a cada momento que pasaba iba aumentando, sintiendo el dolor en sus extremidades—. ¡¿Por qué cree que puede hacerlo?!

Frunciendo el ceño, torciendo las muñecas en un movimiento inconsciente, podía percibir como el agarre de su hermano aumentaba.

—Fui descubierto —hablando con firmeza, el dios del sueño miraba retando a su hermano—, estaba alejándome de los aposentos de Metis, cuando nos cruzamos.

—¡Huh! —Abriendo sus ojos de par en par, fijando y clavando con mayor intensidad en sus ojos—. ¡¿Y que le da derecho a esa omega de extorsionarte?! Es inferior a nosotros.

—¡No lo hizo! —Exclamando el dios trataba de mantener su calma, ante la presión que su hermano ejercía—. Únicamente me encubrió cuando casi fui descubierto…

De golpe los eróticos gemidos de la titánide se escuchaban en su cabeza. El cuerpo desnudo de Metis sobre el regazo del dios; esa grandes y vigorosas manos envolviendo su blanca piel. Y sus intensos ojos, tan azules y claros como el cielo mismo, que con una fracción de segundo se habían plasmado en lo más profundo de su psique.

Sin avisarlo, sentía como su cuerpo se estremecía, recordando ese aroma a roble, tan intenso, así como la bestial lascivia de su mirada, aumentando a su vez la temperatura de su rostro, coloreándolos de un tímido tono rosado.

El ceño de su hermano iba deshaciéndose poco a poco, suavizando con una claridad cada parte de las facciones de su rostro. Sus labios, separándose con lentitud sin emitir ni un solo sonido.

Y de un momento a otro, sentía como los labios de su hermano se pegaban sobre los suyos.

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**¿Qué les pareció el capítulo? Espero que les haya gustado, tanto como a mí,

**Me di oportunidad de armar y encontrar nuevas cositas para la trama, así como llenar huecos,
y advierto, se vendrá más fuerte de lo que tenía pensado anteriormente,

**¿qué creen que pasara? Son libres de escribir sus teorías, opiniones, mentadas de madres,
si algún error se me pasó, etc. etc. Son libres de hacerlos, es su espacio, y créanme que sus comentarios son bienvenidos,

**Creo que es todo...

**Los espero en el siguiente capitulo,

Bye, bye ㄟ(≧◇≦)ㄏ