N/A: Secuela de "Días Pasados"


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1

De regreso

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Sentía que le faltaba el aliento, el pecho le dolía por el esfuerzo y aun así no se detuvo. Corrió por varios minutos, la gente a su alrededor se hacía a un lado al verla pasar, algunos cuchicheaban, otros la miraban espantados por su falta de decoro, pero no le importó. Lo único que quería era llegar a su casa, junto a ellos. Las plantas de sus pies le ardían, cada paso que daba se sentía como una tortura y rogaba llegar pronto al departamento, pero a medida que se acercaba, el miedo le dominaba ¿y si ya no estaban allí?

El pánico le formó un nudo en la garganta, eran menores sin un tutor a cargo y si ¿el servicio social se los hubiera llevado? Sintió de repente que era la peor hermana mayor del mundo, mientras estaba sufriendo y gozando en los brazos de Satoru Gojo, sus hermanos pudieron estar en un orfanato o incluso con otras familias y ¿recién ahora se lo preguntaba? Los ojos le ardieron, sentía ganas de llorar, pero ese día ya había tenido suficiente de lágrimas.

—Están bien… —susurró para sí misma—él me lo dijo —murmuró entre jadeos al pensar en Gojo-san y la seguridad con la que le habló de sus hermanos, entonces la calma volvió a su cuerpo.

Le era curioso lo mucho que podía confiar en las palabras del hechicero de su presente. Si bien, su versión adolescente era confiable, siempre se sintió insegura sobre él. Sentía que, de alguna u otra manera, cualquier palabra, acción o mirada, podía cambiar toda su relación, pero con el adulto… para bien o para mal, veía en él seguridad. A pesar de que había cruzado pocas palabras con él, sentía que podía refugiarse en él en más de un sentido. No sabía si aquello era bueno, pero en ese momento le ayudaba a calmarse al pensar que, si él le había dicho que sus hermanos estaban bien, entonces no tenía por qué dudar.

Con las energías renovadas, continuó corriendo como si su vida dependiera de ello. Al llegar a la calle dónde estaba el edificio en el que había vivido los últimos cinco años, se detuvo en la esquina para recuperar el aliento. El corazón le latía fuerte y dolía, le urgía un vaso de agua, tenía la garganta seca y no podía dejar de respirar agitada.

El último tramo lo caminó cansada, pero nerviosa. Miró el alumbrado, las casas que aún no demolían para construir feos edificios con minúsculos departamentos, los árboles con sus hojas recién cambiadas por el inicio de la primavera y sonrió tranquila. Parecía que no había nada diferente, como si hubiera visitado su hogar hace un par de días.

Al llegar al edificio, presionó el código de seguridad y esperó ansiosa para que le dejara entrar. Por suerte no lo habían cambiado y pudo entrar sin problemas. Una vez en el interior, saludó al conserje que la quedó viendo con sorpresa, no se quedó a hablar y continuó avanzando. Subió las escaleras con la poca energía que le quedaba y cuando llegó al tercer piso, se esforzó por seguir hasta llegar al departamento que arrendaba.

Se quedó de pie en la puerta y recordó que no tenía su tarjeta, tocó el timbre un par de veces, pero nadie salió. Frunció el ceño, asustada y buscó su móvil y miró la hora, aliviada comprendió que sus hermanos aun no llegaban a casa de su jornada escolar.

Suspiró cansada y se dejó caer en el suelo, apoyó su cabeza en la puerta y cerró sus ojos. De pronto todo el cansancio del día se le subió encima, sentía las piernas resentidas, le dio hambre y sed, y ganas de orinar. Volvió a mirar la hora en su móvil, no sin antes sonreír al ver el fondo de pantalla ¿debería cambiarlo? Debería… pero no quería, aunque no podía permitir que nadie lo viera. Se concentró en la hora, aún faltaba al menos una hora para que llegaran sus hermanos.

¿Qué debía decirles cuando los viera? Sonrió, no lograba imaginarlo ¿la extrañaban tanto como ella? Esperaba que no, que ese año y medio que estuvieron solos no hubiera sido difícil para ninguno. Ella sufrió su separación, pero en los brazos de Satoru tuvo mucho consuelo, se ruborizó al pensarlo.

Cerró los ojos por unos segundos, no se dio cuenta cuando se quedó dormida. El dolor del cuello le hizo abrir los ojos al mismo tiempo que oyó unos pasitos subir por la escalera. Se secó la comisura de los labios con disimulo, y se quedó viendo hacia la escalera con el corazón latiéndole a toda prisa, casi como si lo presintiera, sabía que esos pasos eran de sus hermanos y no se equivocaba.

Sus ojos se humedecieron cuando los vio. Ambos estaban más altos, le pareció que el mayor, Kano, estaba más alto que ella y Sochi estaba por alcanzarla. Se esforzó por ponerse de pie, después de sentarse un poco más de una hora que su cuerpo resintió todo el esfuerzo de correr hasta el departamento. Sonrió cuando Sochi levantó la vista y la vio, el niño se detuvo de repente, boquiabierto y antes de poder hablar, corrió a sus brazos.

— ¡Hermana! —exclamó el niño mientras la abrazaba con fuerza. Kasumi le devolvió el abrazo, sintió sus ojos humedecerse cuando notó que el menor estaba llorando.

—Kasumi… —susurró Kano y segundos después, se lanzó a abrazarla.

Los tres estuvieron varios minutos abrazados, y cuando el mayor se puso a llorar, ella ya no pudo contenerse. Kano siempre fue el más fuerte de los tres a nivel emocional, el que era más crítico y decía las cosas tal cual pensaba, el objetivo. Ella siempre fue más insegura con las cosas, también más sensible, pero lo suficientemente madura y responsable como para estar a cargo, Sochi era un niño en todo el rigor de la palabra. Por lo que, al ver al mayor derrumbarse, ya no tuvo las fuerzas para seguir luciendo como una hermana mayor.

—Lo siento… lo siento tanto —dijo entre sollozos—perdónenme —susurró.

— ¡Tonta! —exclamó Kano—no tienes que disculparte —su voz había cambiado, Kasumi lo miró asombrada, su hermano ya debía tener alrededor de 15 años, ya casi no quedaban rasgos infantiles en su rostro delgado—no fue tu culpa… no es como si nos hubieras querido dejar.

—L-Lo sé —asintió—pero si hubiera sido más fuerte… no habría pasado nada de eso —murmuró avergonzada.

— ¡Eres muy fuerte, hermana! —exclamó el menor alejándose de su cintura—sobreviviste y ahora estás con nosotros ¿no? —le sonrió y Kasumi le devolvió la sonrisa, le limpió las lágrimas con suavidad y volvió a abrazarlo.

— ¡Están tan grandes! —exclamó asombrada.

—Bueno… ahora estoy más alto que tú —sonrió Kano—entremos.

—Sí, necesito usar el sanitario —susurró Kasumi.

Una vez dentro del departamento, se sorprendió al ver que solo estaba un poco desordenado. Ropa sucia en el suelo, uno que otro pocillo sin lavar, y olía a encerrado. Pero no estaba tan abandonado como pensó. Pasó rápido al sanitario, hizo una mueca de asco cuando vio el retrete.

Después de lavarse las manos, salió hacia la sala de estar. El departamento que alquilaba tenía dos dormitorios, un baño, un pequeño balcón, la sala de estar, un cuarto de lavado y la cocina. En el dormitorio principal dormían los niños, lo tenía dividido con unas cortinas de imitación bambú a la mitad para que cada uno tuviera dentro de todo, su privacidad, y en el más pequeño dormía ella. Pero como casi toda la semana la pasaba en el colegio de Kioto, el menor solía usar su cuarto y volvía al suyo solo cuando se quedaba a dormir algunos fines de semana. Por lo que no se sorprendió cuando miró su cuarto y vio sus juguetes allí.

—S-sabíamos que tardarías en volver, por eso los llevé al cuarto —susurró Sochi, apenado.

— ¿Quién les contó? —preguntó sentándose en el suelo mientras Kano le servía un poco de té verde.

—Tu maestra —respondió Kano— ¿Utahime? La seria… la que de la cicatriz en la cara.

—Sí… Utahime-sensei —susurró para sí misma— ¿ustedes han hecho las compras?

—No… el hombre nervioso —dijo Sochi sentándose a su lado—trae cosas cada dos semanas y nos deja dinero.

— ¿El hombre nervioso? —preguntó confundida, miró a Kano, lo vio lavar los trastes en la cocina y se puso de pie, hizo una mueca cuando vio la suciedad de la cocina, pero no dijo nada— ¿Quién es el hombre nervioso?

—Eh… olvidé su nombre —dijo restándole importancia—algo de Yiyichi —murmuró confundido—pero también trabaja en lo de los brujos y magos.

—Hechiceros —corrigió Kasumi— ¿Yiyichi? No conozco a ningún auxiliar con ese nombre…

—Tal vez es nuevo —dijo Sochi—pero siempre nos trae cosas, a veces nos ayuda a limpiar.

—Oh… ya veo —sonrió agradecida. Tendría que averiguar quién era para agradecerle en persona—bien ¿qué tienen? Les prepararé la cena.

— ¡Genial! —exclamó alegre el menor.

— ¿Kasumi? —preguntó el mayor mientras ella abría el refrigerador y buscaba qué preparar.

— ¿Si? —murmuró sin mirarlo. Tomó unas bandejas de verduras picadas y abrió el congelador. Alzó ambas cejas al ver las bolsas de carne, realmente se habían hecho cargo de ellos en su ausencia.

— ¿Piensas volver al colegio de Kioto? —Kasumi detuvo sus movimientos y volteó a verlo, el niño-adolescente, pero para sus ojos de hermana mayor seguía siendo un niño-estaba serio mirando el suelo, con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

Kano, al igual que Sochi, tenían el pelo de color marrón oscuro, casi negro. Sus ojos eran café claro, mientras que los del menor eran azules. Pero a diferencia de ella o el menor, sus ojos eran más pequeños y afilados, y ahora que había perdido toda la grasita infantil del rostro, se veía muy mayor para su gusto. Le resultaba un poco impactante el cambio, como no fue testigo del progreso, todo ese tiempo lo estuvo recordando como un niño.

— ¿Cómo volver? —murmuró confundida—soy estudiante, por supuesto que debo volver. Pero iré mañana por la mañana… estoy cansada —dijo pensando en todo el ajetreo el día.

— ¿Entonces seguirás siendo maga? —insistió mirándola incrédulo.

— ¡Hechicera! —corrigió ruborizada—no ando usando una barita como en Harry Potter —oyó la risa de Sochi en el fondo y sonrió al imaginarlo.

—Da lo mismo —se encogió de hombros—pero deberías dejarlo…

Kasumi dejó las verduras y el trozo de pollo que encontró sobre el mesón. Miró sus propias manos por unos segundos y volteó a ver a su hermano. Los ojos del joven estaban fijos en ella, la miraba serio, incluso molesto y no supo cómo interpretarlo. Volvió su atención a la verdura y sacó un cuchillo limpio.

— ¿De qué hablas? —preguntó frunciendo el ceño—ser hechicera nos ha dado de comer estos años.

—Pero es muy peligroso —le respondió rápido—ahora pudiste volver, pero ¿y si no hubiera sido así?

—Por lo mismo me pagan bien —respondió incómoda—y si subo de grado, me pagarán mejor —sonrió orgullosa—seré más cuidadosa, Kano. Sé que tuvo que ser difícil este tiempo cuidando solo a Sochi… de verdad lo siento.

— ¡No fue solo cuidar a Sochi! —le gritó haciéndola respingar, Kasumi volteó asustada a verlo, su hermano nunca perdía la compostura—no sabíamos nada de ti, si estabas bien, si estabas comiendo o cuando volverías ¡pensé que no te volvería a ver! Cuidar a Sochi es lo mínimo… siempre lo he hecho, pero… ¿continuar sin saber qué sería de ti? Ahora pudiste regresar… pero ¿qué haremos cuando nos vuelvan a llamar para decirnos que no lo lograste esta vez?

—B-bueno… si eso pasa, mi seguro de vida los mantendrá —dijo y volteó hacia el menor.

— ¿Eso es lo único que te importa? —preguntó mirándola con espanto.

—Sí —alzó la barbilla y tragó con disimulo—su bien estar es mi única prioridad.

— ¿Y crees que estaremos bien con un plato de comida en la mesa, y yendo a dejarte flores al cementerio los fines de semana? —Kasumi desvió la mirada, hizo una mueca y comenzó a cortar en trocitos la verdura.

—No se morirán de hambre —soltó sin mirarlo—con eso es suficiente para mí.

—Eres una egoísta —susurró Kano.

— ¿Cuál es la diferencia de ser hechicera o policía? Es lo mismo Kano, y nadie tiene la vida asegurada, no porque sea hechicera quiere decir que me moriré en mi trabajo, puede que salga del departamento y me caiga en la escalera y me quiebre el cuello.

— ¡Pero las posibilidades se reducirían!

—Entiende que es la única opción para mí, para nosotros —dijo mirándolo molesta— ¿dónde me darían trabajo a mi edad y con ese sueldo, sin experiencia? Hay que ser realistas Kano, esta es mi vida. La hechicería, y con mi trabajo… ustedes podrán elegir su propio camino.

—No peleen —susurró Sochi asomándose por el umbral.

—No peleamos —sonrió Kasumi—solo discutimos un poco… —volteó a ver a su hermano, quien seguía de brazos cruzados mirando el suelo, seguía molesto, las cejas las tenía fruncidas casi tocándose—estaré bien, solo pido que… me apoyes con esto.

—No estoy de acuerdo —negó sin mirarla—pero eres la mayor —se encogió de hombros—cuando consiga un trabajo de buena paga, tendrás que renunciar. —Le advirtió y Kasumi alzó una ceja.

—Falta mucho para eso.

—Puedo empezar a trabajar —murmuró serio.

— ¡No! está prohibido —dijo y volvió a preparar las cosas.

— ¡Pero tú lo hacías cuando eras más joven que yo! —se quejó levantando la voz, la adolescencia le estaba sentando fatal a su hermano, era más impulsivo y gritón.

—Bueno, yo no tenía un hermano o hermana mayor que trabajara para ayudar con los gastos en la casa —dijo mirándolo, seria—tu sí, no necesitas trabajar. Harás las cosas a su debido tiempo, solo concéntrate en estudiar.

—Eres muy injusta —susurró frustrado.

—Lo que digas —respondió blanqueando los ojos—ahora ve a lavarte, tú también Sochi. La cena estará en media hora.

—Está bien —dijo el menor— ¿te quedarás esta noche?

—Sí —sonrió—podemos dormir juntos si quieres —al niño se le iluminó el rostro y asintió alegre.

—Haz la cama por lo menos —le murmuró el mayor y Sochi se sonrojó.

Kasumi sonrió divertida y continuó cocinando.

Sabía que debería avisarle a Utahime-sensei que ya estaba de regreso, pero quería ese tiempo a solas con sus hermanos. Lo necesitaba y sentía que ellos también. Si bien, no habían pasado hambre ni frío en su ausencia, por la desesperación de Kano en que deje la hechicería, pudo comprender su sentir y preocupación. Y realmente empatizaba con sus sentimientos, pero no podía dejar su trabajo, nunca pasó por su cabeza ni en los peores escenarios. La única forma que dejara de ser hechicera sería perdiendo la vida.


(…)


Miraba la hora en su celular cada cinco minutos, quizás no era la hora lo que lo tenía pendiente. Suspiró con disimulo y miró al director que no paraba de hablar de un tema al que ya le había perdido el hilo de continuidad, por lo que a su parecer ya no tenía sentido seguir poniéndole atención. Sus ojos vendados viraban por toda la habitación, buscando en qué distraerse y así dejar de pensar en ese beso que le robó.

¿Qué diablos tenía en la cabeza?

Desde que decidió ir a encontrarla para entregarle su móvil, tenía claro que no podía avanzar con ella. Pero jamás pensó que, con solo verla, admirar sus rasgos y expresiones, platicar un poco, sentir su aroma otra vez, lo dejaría así de expuesto a sus encantos ¿qué le esperaba si compartía más tiempo con la joven?

Ahora lo sabía, no podía permitírselo. Pero la idea le incomodaba en muchos sentidos. Había pasado un año y medio fantaseando con su llegada y con lo que quería hacerle, y a la vez, había pasado 11 años extrañándola, resintiendo su ausencia. Ambos sentires solo empeoraban su situación, pues el deseo lo podía llegar a suprimir o ignorar, no era un animal después de todo y se enorgullecía de ello, sin embargo, era tanto lo que deseaba pasar tiempo con ella, lo que ella le hacía sentir, que tomar la decisión de alejarse era difícil. E injusto. Muy injusto a su parecer.

No dejaba de pensar en su expresión llena de vergüenza cuando le confesó que estaba feliz de que la recordara, sus ojos grandes lo deslumbraron. Pensó en ese mismo momento que, sus ojos no eran una gran cosa si los comparaba a los de Kasumi.

Por un mísero momento llegó a pensar que con ese beso podría descartar lo que realmente sentía, pero le salió terriblemente mal. Fue todo lo opuesto, solo reforzó que lo que había despertado en él era genuino y muy fuerte. Odiaba apegarse tanto a las personas… le había pasado con su amigo, y ahora con Kasumi. No quería sentirse así, sabía que era lo suficientemente fuerte para poder separar las cosas y esta vez no sería la excepción, el problema era que no estaba convencido del todo de hacerlo.

Porque la deseaba. Pero también la amaba, y porque la amaba sentía que era lo correcto mantener distancias.

— ¿Me estás escuchando? —la voz grave del director lo distrajo, tragó con disimulo y volteó a verlo con una sonrisa, dispuesto a mentir.

— ¿Eh? —fue lo único que pudo soltar ante la mirada del hombre mayor.

— ¡Maldita sea, Satoru! —se quejó frunciendo el ceño—es importante lo que estamos discutiendo, o lo que estoy hablando, pues no aportas en nada.

—Entonces véndeme y cómprate un conejo —susurró para sí mismo recordando una película de Disney.

— ¿Qué cosa?

—Nada —se apresuró en responder—lo siento, me distraje ¿qué decías? —murmuró rascándose la cabeza, sacudiendo su cabello.

—Ve a comprarte algo dulce —le ordenó—no seguiré gastando saliva.

—Sí, sí, sí —dijo restándole importancia, sonrió y salió de su oficina con las manos en los bolsillos de su chaqueta.

Caminó desganado por los pasillos del colegio de hechicería de Tokio, miró hacia el patio. Los árboles estaban cargados de hojas verde vivo y algunos apunto de florecer, parecía ser un día agradable de primavera, pero para él era una mañana fría y aburrida. Pasó por las salas de clase, pensando en espiar a sus estudiantes, por lo que dio pasos suaves, nadie que no fuera un experto lo detectaría. Las voces de Nobara e Itadori eran las más ruidosas, sonrío al imaginar el rostro aburrido de Megumi, se sorprendió un poco cuando escuchó la voz de Panda y los demás, pues ya habían salido de clases.

—Mai me avisó esta mañana —escuchó decir a Maki—estaba ahogada con la información, no aguantaba en contarme —se carcajeó.

Satoru frunció el ceño, tenía una ligera sospecha de que hablaban de la llegada de Kasumi.

—Pero es impresionante —dijo Nobara—parece una película, esa del tiempo… ¿cómo se llamaba? Tú debes saber Itadori.

— ¿Volver al futuro? —preguntó alegre—es un clásico ¿cómo no lo sabes?

—Un clásico en lo aburrido —respondió en un tono cansado—pero ¿ella está bien?

—Sí, creo que llegó ayer... —susurró Maki y Satoru sonrió sin ganas, definitivamente hablaban de su Kasumi, no sabía que sus estudiantes fueran tan chismosos, tenía material para molestarlos.

— ¿Y recién fue a reportarse? —preguntó severa.

—Habrá tenido cosas más importantes que hacer —habló Megumi y Satoru mordió su mejilla interna, le picaban los pies por entrar y hablar con ellos, contarles que Kasumi tenía hermanos y que estaba preocupada por ellos, que se entendía que hubiera preferido pasar la noche con ellos. Que era una buena chica.

—Tiene hermanos —dijo Maki y Satoru se sorprendió al escucharla, no sabía que la joven fuera cercana a su Kasumi—debe haber estado con ellos antes. Y se entiende.

— ¿Hermanos? ¿cómo sabes, Maki-san? —preguntó curiosa Nobara.

—Me lo dijo hace tiempo, cuando la conocimos en el juego de intercambio —murmuró—me alegro por ella… debe haber estado preocupada.

— ¿Y sus padres? —preguntó Panda—ellos pudieron cuidarlos ¿no?

—No —negó Maki—no tiene… por eso está en esta mierda —Satoru suspiró; los motivos de Kasumi para ser hechicera los conocía bien, era quizás la única hechicera que conocía que lo hacía por necesidad, lo que no le agradaba en lo más mínimo, pues exponer tu vida por algo tan miserable a su parecer no tenía lógica.

"No espero que lo entiendas, creciste en un ambiente donde el dinero sobra" se repitió su voz en su cabeza, y sonrió con culpa. Ella tenía razón ¿quién era él para juzgarla cuando había crecido en cuna de oro? Un poco más tranquilo por saber de ella, fue a la cafetería a pedir un postre, esperaba hubiera pastel.


(…)


Inhaló profundamente, contuvo el aire unos segundos y lo expulsó con suavidad. Sujetó el pomo con fuerza, como si la espada se le fuera a caer en cualquier momento y entró al establecimiento. Sintió un leve apretón en el pecho, y el vientre pesado, tragó con dificultad y miró los árboles copados, las hojas que se sacudían con la brisa matutina y notó que no eran tan bellos como los de Tokio. Quizás se debía al cariño que le había agarrado al otro colegio, pero sentía que el establecimiento de Kioto era más frío en muchos sentidos.

Quizás se debía a que no tenía tan buenos recuerdos allí, si los comparaba con los de Tokio al menos. Sonrió al pensarlo, porque sabía que a la larga eso se debía a la mera presencia de él. Sus mejillas se sonrojaron al recordarlo, el corazón le latía deprisa como si lo tuviera al lado, cerró sus ojos por unos segundos para apaciguar el ardor por la falta de sueño. Había pasado pésima noche en su cama, era la primera noche que dormía sola-después del año y medio compartiendo con Satoru adolescente-y su ausencia le estaba pasando la cuenta. Durmió apenas tres horas y no continuas, a saltos despertaba a cada rato. Invitó a Sochi a dormir juntos, pero por las burlas de Kano, el niño desistió. Tenía la ligera sospecha que, si hubiera sentido el peso de una presencia al lado suyo, el sueño hubiera sido más fácil de conciliar.

Al terminar el camino, se encontró con el tori de la entrada, volvió a suspirar y continuó avanzando. A medida que se acercaba al inmueble, las voces se fueron haciendo más notorias, miró extrañada a su alrededor, parecía haber más gente que de lo usual.

No alcanzó avanzar mucho cuando vio un grupo de estudiantes, quizás un par de años menores que ella. Le sorprendió ver que la mayoría eran chicas, usaban un uniforme similar al de Mai y Momo, pero más corto. Se quedó pensando si no les dificultaba a la hora de pelear.

— ¿Miwa? —volteó al escuchar la voz de Mai. La joven se veía igual de hermosa que siempre, su pelo seguía corto y su expresión fría de siempre lucía más suave.

— ¡Mai! —exclamó feliz al verla. Notó que la joven Zenin tuvo como primera reacción el correr hacia ella, pero cambió de opinión casi al instante y caminó con calma y moviendo sus caderas como una mujer segura de sí misma. Ella en cambio, corrió para alcanzarla. Iba a abrazarla, pero prefirió no ponerla incómoda por lo que al llegar a su lado solo sonrió nerviosa— ¿Cómo has estado?

— ¿Cómo he estado? —preguntó frunciéndole el ceño y rápidamente tomó el mechón largo que se le formaba al costado de su rostro y lo jaló. Kasumi jadeó y la miró sorprendida— ¡idiota! No sabes lo mucho que me preocupaste ¡Que nos preocupaste! —corrigió.

—Lo siento mucho —dijo sin dejar de sonreír con culpa—pero ¿me sueltas? —pidió en un tono bajito. Mai soltó un bufido y le dio un último tirón de pelo y lo soltó con desprecio. —Lo siento —repitió apenada.

— ¡Miwa! —la voz de Momo la reconocería en una habitación repleta de gente. Levantó la vista al ver a la rubia que corría en su dirección y antes de saludarla, la joven se abrazó con fuerza a su cintura— ¡Miwa! ¡volviste!

—Estoy de regreso —sonrió la joven y le devolvió el abrazo. —Ahora tienen a quién robarle su comida —carcajeó y Mai bufó.

—Creí que no lo sabías —se encogió de hombros.

—Somos las únicas que usaban ese refrigerador —rio nerviosa—bueno, en ese entonces —susurró viendo al grupo de estudiantes que se alejaban.

— ¿Cuándo volviste? —preguntó Momo sin soltarla. Kasumi iba a responder cuando noto sus ojos llorosos. Sintió el pecho pesado de repente. Todo ese tiempo solo pensó en sus hermanos y no extrañó a nadie más porque Satoru llenó todos sus espacios, y ahora la culpa fue casi inmediata. A la vez, se sintió profundamente sorprendida por lo mucho que les importó a sus compañeras, cuando siempre pensó que solo era un accesorio para todos.

—Ayer —sonrió—preferí pasar el día con mis hermanos antes de volver.

—Debiste llamar por lo menos —le dijo en un tono acusador—no nos hubiéramos asustado al ver tu tonta cara —alzó la barbilla y caminó de regreso al colegio—vamos donde Utahime.

—No le hagas caso —le sonrió Momo—Mai estaba muy preocupada por ti, todos lo estábamos —Kasumi asintió sonriendo y con las mejillas sonrojadas.

Momo no soltó su mano mientras caminaban al colegio, sentía que estaba como Sochi que la siguió por todo el departamento, quedándose incluso afuera del baño esperándola. El colegio lucía más iluminado de lo que recordaba, y más ruidoso. Estaba emocionada por conocer a sus compañeros nuevos, pero lo esencial era reportarse con Utahime. Momo iba conversándole sin parar lo que había pasado después de que la atacó la maldición y el reporte de Gojo Satoru diciéndoles que ella estaba bien en el pasado. Kasumi se sonrojó al imaginarlo ¿fue en ese momento en que empezó a recordar lo que hacía con su versión adolescente? ¿lo supo desde el principio?

— ¡¿Miwa!? —la voz de su maestra le borró el sonrojo en segundos. Kasumi iba a saludarla, pero Momo no soltó su mano y Utahime trotó suave en su dirección—Miwa… —susurró la mujer al llegar a su lado y posó sus manos en sus hombros mientras la miraba en cada parte de su cuerpo, la giró buscando por su espalda también, le tomó el pelo y el rostro, estudiándola.

— ¿Utahime-sensei? —susurró insegura.

—Dios… estás bien —susurró la mujer— ¡Nos tenías tan preocupados! —exclamó y suspiró profundamente.

—Lo siento mucho —dijo cabizbaja—no volverá a pasar. Entrenaré mucho y—la mano de Utahime le señaló que se detuviera y por un momento se asustó pensando que la regañaría, pero su maestra simplemente le sonrió y le dio unas palmaditas en el hombro.

—No tienes que disculparte, le pudo pasar a cualquiera —hizo una mueca al pensar que seguramente al idiota no le habría pasado, pero prefirió ignorarlo—ven a mi oficina. Dennos un minuto, chicas —dijo sonriendo a Mai y Momo—ya se pondrán al corriente con los chismes.

— ¡No se demore! —pidió Momo.

La oficina de Utahime tenía olor a incienso, no era pasoso ni molesto, al contrario, le resultó bastante acogedor. Kasumi miró todo con cierta nostalgia. Recordaba la primera vez que había ido a su oficina, cuando su maestra le contó que el director quería que fuera su ayudante para algunas salidas y lo feliz que le había hecho esa noticia, si bien no significaba que su renta aumentaría, a su parecer iba por buen camino si la autoridad tenía buena impresión de ella.

—Siéntate —le pidió Utahime mientras preparaba té— ¿cuándo llegaste? ¿hoy?

—No, ayer —sonrió Kasumi—sé que debí venir antes o avisar, pero estaba preocupada por mis hermanos —murmuró apenada.

—Descuida —dijo la mujer adulta y le sirvió una taza de té verde caliente—ninguno sabía cuándo llegarías, pero creímos que sería en cualquier momento.

— ¿Por qué? —preguntó y sopló con suavidad el líquido verde.

—El idiota dijo que ya se había formado la maldición en el pasado —se encogió de hombros—era cosa de tiempo… —Kasumi frunció el ceño por unos segundos y luego alzó ambas cejas al comprender a quién se refería. Se sintió un poco mal al comprenderlo, pero no era porque pensara así de él, sino porque sabía que su maestra pensaba de esa forma de Satoru Gojo.

— ¿Sat…? ¡¿Gojo-san?! —se corrigió sintiendo el rostro acalorarse, miró asustada a su profesora, esperando que no haya notado esa familiaridad.

— ¿Quién más? —preguntó frunciendo el ceño—como sea... cuéntame ¿te trataron bien?

— ¡Sí! —sus ojos se quedaron viendo su reflejo en el té, sonrío agradecida al pensar en todos—fueron muy amables y me apoyaron mucho. Todos… sin excepción.

—Ah… eso es bueno —asintió—y… ¿tuviste muchos problemas para tratar con Geto-san y el idiota?

—Eh… —se rio nerviosa, quería corregirla, pero no se atrevía a decirle que le incomodaba que se refiriera de esa forma de la persona que amaba—no, fueron muy amables.

—Me tenía preocupada ese tema —susurró desviando la pantalla—ese idiota era insoportable de adolescente, ahora se ha calmado un poquito —dijo mientras le señalaba con su dedo pulgar e índice casi tocándose las uñas—solo un poquito.

Kasumi se rio y dio un sorbo de su té, relamió sus labios y la miró seria. Utahime lo notó y la observó expectante.

—Utahime-sensei… sé que es mucho pedir, pero ¿podrían darme algún convenio de pago para devolver lo que se ha gastado en mis hermanos en este tiempo? —preguntó avergonzada.

— ¿Eh? Ah…. No es necesario —dijo desviando la mirada, Kasumi la miró confundida, Utahime resopló cansada, como si el solo hablar de Satoru Gojo le restara energía—si con alguien debes negociar algún convenio de pago, es con ese idiota —Kasumi alzó ambas cejas y la miró extrañada.

Recordaba muy bien que él le había dicho que la escuela de Kioto se había hecho cargo ¿entonces le había mentido?

— ¿Cómo? ¿fue Gojo-san quién pagó todo? —preguntó, sentía el corazón latirle deprisa y el rostro a esas alturas, completamente abochornado. El aire le escaseó un poco al estar hablando de él con su maestra. El solo decir su nombre en voz alta le apenaba.

—Sí… dudo que te cobre algo, siempre es así cuando se trata de estudiantes, no es mezquino cuando lo necesitan —se encogió de hombros—alguna virtud que tenga… —susurró molesta por estar halagándolo, imaginó su sonrisa burlesca mientras hacía amor y paz con la mano y la vena en su frente le tembló.

—Gojo-san… —susurró, llevó ambas manos a su pecho izquierdo, tratando de calmar sus latidos ¿había ayudado a sus hermanos por ser una simple estudiante o por ser ella? No dejaba de preguntárselo y la respuesta le carcomía.

— ¿Estás bien? —la voz de Utahime la sacó de su sueño y sonrió nerviosa, asintiendo.

—S-sí, es solo que todos han sido tan amables que me siento en deuda con todos… He sido una molestia este año y medio para todo el mundo —susurró avergonzada.

—No eres una molestia, Miwa —respondió seria—tampoco tienes una deuda con nadie. Solo tienes muchos amigos que te quieren y se preocupan por ti. Tienes una familia en el mundo de la hechicería también, no lo olvides.

—S-sí —sintió sus ojos humedecerse al mismo tiempo que en su mente se repetía "no estás sola" —siempre… siempre prensé que no debía relacionarme mucho con nadie pues, en cualquier momento uno de nosotros podría no volver… pero… siento que lo vale, ahora me doy cuenta.

—Por supuesto que lo vale —sonrió Utahime y puso su mano sobre la de ella—ahora quiero que, así como te esfuerzas por tus hermanos, te esfuerces por esta familia que también te necesita ¿sí? No vuelvas a pensar que eres una molestia.

—G-gracias —asintió y se secó las lágrimas.

—Bien… ve con tus amigas —sonrió Utahime—están desesperadas por conversar contigo —se rio suave—Mai ya no da más, y sabes que no es paciente.

—S-sí —asintió y se puso de pie— ¿C-cómo lo haremos con mi año escolar?

—Ah… veré como lo coordinamos, cuando tenga una respuesta, te aviso —Kasumi asintió y la reverenció antes de salir de su oficina.

Mai y Momo la esperaban a la salida, sonrió al verlas y se acercó rápido. Momo volvió a tomarla de la mano y caminaron hacia el patio, Kasumi miró hacia el patio donde vio a un grupo de hechiceros jóvenes entrenar una rutina de resistencia física, se sorprendió al notar que era una rutina que tenía más que dominada gracias al entrenamiento de Nanami, por un momento quiso ponerse a prueba e ir con ellos, pero su timidez y su poco interés en la competencia la detuvo.

— ¿Qué te dijo Utahime? —la voz de Mai se oía desganada, pero en sus ojos marrones había un brillo de interés inusual en la joven.

—Quería saber cómo me trataron en Tokio —murmuró sin dejar de mirar a los estudiantes—hay muchos estudiantes nuevos…

—Sí —asintió Momo—desde que apareció el contenedor de Sukuna, los hechiceros empezaron a multiplicarse.

— ¿Itadori-kun? —preguntó y Mai asintió—oh… ¿ellos están bien? Los estudiantes de Sat—se interrumpió a los segundos y se lamentó ser tan imprudente, no entendía por qué se enredaba y hablaba o pensaba en él como si fuera su igual, pero cuando lo vio en el hospital, pudo mantener sin problema la distancia entre el hechicero—los estudiantes de Tokio.

—Sí —murmuró Momo—son cuasi grado 1 —Kasumi alzó ambas cejas al oírlo, era obvio que los estudiantes de Gojo Satoru llegarían lejos, pensó. No pudo evitar sentir algo de envidia.

— ¿Y los demás? —preguntó mirándolas— ¿en misiones? —nunca fue extraño que a sus compañeros los tuvieran en misiones solitarias, ellas eran las que casi siempre iban acompañadas.

—Kamo salió por la mañana —dijo Momo—y Todo vuelve en la tarde —Kasumi asintió y frunció el ceño, algo extrañada y volteó hacia la rubia, sacudió su mano levemente para llamar su atención.

— ¿Y Mechamaru? —preguntó, la rubia la miró por unos segundos y desvió la mirada hacia Mai, ambas se quedaron viendo en silencio y Kasumi frunció el ceño, sintió el vientre pesado de repente y trató de no pensar en el posible motivo de su ausencia, pero necesitaba escucharlo, tragó en seco e insistió— ¿dónde está Mechamaru? —preguntó deteniéndose.

—Miwa… tenemos que contarte muchas cosas que han pasado en este año y medio —susurró Momo y Kasumi contuvo la respiración, miró a Mai, la joven estaba mirando sus pies, evitando sus ojos. Sintió miedo de repente, no quería escuchar nada más, pensó en salir corriendo, pero no era una niña asustadiza y se obligó a hacerle frente a lo que fuera que le contarían.

— ¿Qué pasó con Mechamaru? —susurró apretando las manos. Le parecía insólito que Mechamaru hubiera muerto y ella no. Su compañero era cuasi primer grado ¿cómo era posible que ella siguiera viva y él, que era mucho más talentoso, ya no estuviera entre ellos? Sentía ganas de vomitar.

—Ese idiota… desertó a mediados del año pasado —respondió Mai, sacándole las palabras de la boca a Momo que la miró molesta por interrumpirla.

Kasumi abrió la boca, pero no dijo nada. Se quedó viéndolas sin nada en la cabeza, nada concreto, solo una imagen vino a su mente y por más que intentó ignorarla, no pudo. Suguru Geto sonriéndole se había vuelto en un mal sueño. Su sonrisa encantadora no la apaciguaba y, por el contrario, comenzó a molestarle. Tragó en seco y miró a Mai. Su compañera, la única que le quedaba si lo que decían era cierto.

— ¿Cómo… desertó? Dejó el colegio o…

—Sí —asintió Momo—es un usuario maldito ahora.

Kasumi soltó un jadeo cuando le oyó, la sonrisa de Suguru de repente se volvió retorcida, una que jamás vio en el amable hechicero. Retrocedió varios pasos hasta que chocó con la ventana y posó su mano en su vientre. Sentía que todo daba vueltas y que se caería en cualquier momento.

— ¿Miwa estás bien? —se acercó Momo—Mai tráele agua —le dijo preocupada y la joven asintió, giró sobre su talón y dio un paso, pero Miwa la atajó desde su vestido y negó, meciendo sus mechones celestes.

—No… estoy bien, solo fue la impresión —susurró—no puedo creerlo ¿cómo fue que…?

—Miwa —la voz de Utahime las interrumpió, estaba tan concentrada en la revelación de Momo y Mai, que no escuchó sus pasos ni sintió su presencia. Cuando la vio notó su semblante sombrío y se reincorporó sin soltar el marco de la ventana, dándose soporte—ven.

— ¿Qué pasa? —preguntó llegando a su lado. Utahime tenía el ceño fruncido y miraba sus pies— ¿Utahime-sensei?

—El alto mando quiere verte —murmuró y la miró. Kasumi quedó perpleja en su sitio y le miró atenta. El rostro serio de su maestra ahora lucía molesto, por un momento pensó que era contra de ella, pero después de su reunión en la oficina, no lo tenía claro.

— ¿Por qué? —preguntó incómoda con la idea.

—Quieren hacerte unas preguntas… sobre Mechamaru —Miwa alzó ambas cejas, iba a hablar, pero ella continuó—quieren saber qué sabes de él.

Podía entenderlo, incluso encontraba que tenía algo de sentido, pero el rostro de su maestra le hacía dudar. Sentía que algo se le estaba escapando, pero no lograba dar con el significado de su expresión. Asintió en silencio y se despidió de sus amigas, que la miraron desilusionadas por verla partir otra vez. En todo el camino sintió que algo andaba mal, y cuando vio al director, sus miedos crecieron. Su intuición le alertaba que, si no se cuidaba la espalda, su trabajo en el mundo de la hechicería tenía los días contados.

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N/A: Y aquí estamos otra vez! gracias por leer y seguir esta historia :D , aunque me gustaría hacerla solo de romance, hay cosas que deben avanzar antes de que pase el romance y el anhelado juguito de limón, porque sí, porque seguir negándolo, estamos aquí por el limón y estoy cansada de fingir que no. xD pero, mi idea es relacionarlo con el canon, como dije antes, hacer mi propia historia con juegos de azar y mujerzuelas. Habrán personajes nuevos, y otros que ya están en el manga así que puede que sea spoiler si no estás al día con el manga.

Los nombres de los hermanos son de Nadeshico023, de su historia Desencanto y Secuelas de Shibuya, me es imposible pensar en otros nombres hahah son el canon en mi mundo de fic,

Espero leernos pronto, y creo que así será, escribir se ha vuelto mi forma de ignorar el canon, ya saben porqué...

Espero no tenga muchos errores y nos leemos!

Gracias!

PD: qué les parece el nombre del fic? xD