Crepúsculo no me pertenece.
Soy una vampiresa ¿y tú...? (Bella x Alice x Leah)
.
14: ¡¿En el p#*o cine?!
.
.
(Isabella)
Cuando volví de la reserva y estuve ante la puerta de mi casa, sentí un escalofrío, recorrerme por la espalda e inmediatamente Alice vino a mi mente.
¡Mierda, Alice!
Me quedé fría, sentí como la sangre se me iba de las venas y (si es que me era posible) palidecí aún más, de lo que ya estaba.
Acababa de revolcarme con Leah...
Pero Leah y yo no somos novias, ¿O sí?
Me siento bien a su lado. Pero también estoy fenomenal, al mantenerme junto a Alice.
¿Qué hago?
¿A cuál rechazo y con cual, sigo adelante?
Suspirando, me pasé la mano por el cabello, sintiendo como el mundo me caía encima. Charlie no estaba, así que eso me iba bien, actualmente.
Miré en la nevera y una sonrisa apareció en mi rostro, al encontrarme con un buen almuerzo, sirviéndome la mitad y dejándole a él, la otra mitad. Calenté mi almuerzo y saqué el plato, el tenedor y el cuchillo.
Dejé que el Licántropo, tomara un control temporal sobre mí y mantuve mi nariz en guardia, para identificar el olor de Charlie, mientras abría varias ventanas, para que el olor de la comida, no me distrajera.
Me comí esos espaguetis, como si no hubiera comido nada en dos meses. Pero seguía sintiéndome tensa. Lavé todo lo que había utilizado y me fui al baño del segundo piso, mientras me quitaba la camiseta en el camino y también el sostén.
De milagro, llegué con los pantalones a mitad de los muslos y los dejé en el piso del baño, junto a la camiseta y el sostén, en lo que abría la llave del agua caliente y cuando comencé a ver vapor, la cerré y abrí la otra, midiendo la temperatura con mi mano, antes de colocar el jabón de tina, las velas aromáticas que YO SABÍA en donde las guardaba Charlie.
Encendí, un par de velas aromáticas, coloqué pétalos de Narciso y de rosas en el agua.
Me metí en la tina y me relajé, hasta escuchar, que alguien me enviaba un mensaje.
Lo agarré, esperando que fuera de Charlie, pero grande fue mi sorpresa de que no era así.
Recibí un mensaje de Alice, mientras estaba en la tina: «Isabella, iremos este domingo a jugar Baseball y queremos que vengas con nosotros»
«Ya me habían contado y creí que era obvio, que iría, fuera o no, invitada por mi bella novia duendecillo/vampiresa»
«Sí, es cierto. Pero se trata de otra cosa de la cual, quiero hablarte. Pues el partido, se decidió que será el domingo, en la tormenta y no el sábado»
«¿Y qué sería eso, Srta. Cullen?»
«¿Quieres ir al cine mañana? Yo invito las entradas»
Lo pensé solo un segundo. No porque me pareciera mal, sino porque yo tenía gustos cinefilos, no muy amigables. «Espero que sea una buena película»
«Pasaré mañana por ti, a eso de la 1:30, entonces»
Toda la situación, me parecía... tierna de su parte. «Nos vemos mañana nena, besos.» Me sumergí en la tina y dejé que mi cuerpo, absorbiera los aromas del jabón y de las velas.
Me eché el champú en la cabeza y me pasé la barra de jabón por todo el cuerpo. Después, me puse el jabón líquido, esforzándome por quitar todo rastro olfativo de Leah, de mi cuerpo, para mi cita con Alice.
Salí de la tina, dos horas después y me puse algo fresco.
.
-/-/-/-
A la mañana siguiente, repetí el proceso y cuando llegó Alice a la 1:30, inmediatamente, se lanzó hacia mí cuello, para olfatearme. —Buenas tardes Alice, gracias por la invitación.
—Gracias a ti, por aceptar. —dijo ella, sonriéndome, encantada de que yo, fuera su copiloto, mientras pegaba su nariz a mi cuello —Hueles delicioso, por cierto —bien, realmente no se ha percatado del olor a Cambiaformas.
Victoria para mí.
Ella condujo hasta el cine y entramos a ver la nueva versión a color de un clásico en blanco y negro: Casablanca.
A los diez minutos de empezada la película, ambas olvidamos el para que fuimos allí, pues comenzamos a besarnos, mientras nuestras manos buceaban bajo la ropa de la otra.
Le tapé la boca con una mano, mientras le lamía los pezones y se los mordisqueaba.
Alice metió su mano derecha bajo mis pantalones, luego de haber logrado deshacerse de mi cinturón y me lamia el cuello.
Con una mano, le acariciaba una de sus gordas nalgas y la otra, masajeaba su Monte de Venus, igual que como yo, se lo hacía ella
Cuando menos quisimos darnos cuenta de algo, las luces se encendieron, nos miramos culpables, por hacerlo en el cine, solo por un instante, antes de salir de allí, rezando para que nadie se hubiera percatado de lo que hicimos.
