Era un día frío. Un día muy frío. Eran exactamente horas de la tarde cuando Yoshimune derrotó a otro tipo corrupto que entorpecía su gobierno. En esa batalla participaron Nico y su grupo de bomberos quienes decidieron darle su apoyo a la chica mágica amiga aunque ignoraban (Excepto Nico) que era su gobernante desde hace menos de un año.
La pobre líder hikeshi para su infortunio se le olvidó llevar su chaqueta táctica a lo que terminó sucumbiendo al horrible frío de una tarde de invierno. Nikogoro estaba ocupada frotándose las manos, quejándose del frío y saltando para calentarse. Sus intentos fueron inútiles. Diciembre fue un mes frío. Una fina capa de nieve cubría los caminos, la líder de los Nikogumi necesitaba tener cuidado en sus pasos o podría caerse.
El demonio de Mujina como se le conocía a la pequeña pelinegra estaba esperando a Yoshimune en la entrada de la mansión del corrupto quien ya había sido llevado por la policía de Minamimachi, la líder hikeshi acababa de terminar de patear muchos culos, pero todo el calor que ganaba con su batalla ya se había ido.
-¡Demonios! ¡Vamos, Shin-san! ¡Hace frío!- Nico se quejó una vez más y se abrazó a sí misma. ¿Por qué tenía frío? Se supone que luego andar matándose a puñetazos con cualquiera que se le cruzaba en el camino estaba con las llamas ardiendo.
La pequeña bombera hizo una parada rápida para saludar a algunos policías y a Ooka que pasaba por ahí. Nikogoro estaba lista para sacar a su hija adoptiva de la mansión, pero eso no era necesario. La shogun iba en su dirección. La más pequeña sonrió.
-¡Shin-san! ¡Estás aquí!- Nikogoro exclamó de felicidad y corrió hacia su hija.
-Perdón por la espera, Niicchan, tuvimos que hacer un inventario- dijo la pelirrosa con su dulce y suave sonrisa- Vamos a casa
-¡Sí, por favor, me estoy congelando!- La líder hikeshi tembló y se abrazó de nuevo.
-Mamá, ¿estás bien?- Yoshimune parecía preocupada por su madre, Nico podía resfriarse y no quería eso.
-No. Tengo frío. ¿Por qué te ves bien? ¡Hay nieve por todas partes!- La mujer loli se tapó la boca y la nariz con su pañuelo.
-Oh- La joven reina se detuvo cerca de un callejón y se abrió la chaqueta- Llevo ropa extra. ¿Lo ves? Mi chaqueta, mi suéter, un suéter más delgado y dos blusas. Cuantas más capas de ropa uses, más abrigada estarás.
-Ugh- suspiró Nikogoro y miró a su hija- Lo haré mañana, sólo quiero ir a casa y acostarme en mi cama.
-Nicchan, tienes trabajo- dijo la shogun con una risa divertida. Su madre gruñó- Hoy es martes.
-¡Shin-san, por favor, dame un respiro! ¡Estoy realmente helada!- La pequeña pelinegra casi lloró.
Yoshimune se tomó un momento para ver cómo estaba su madre, se quitó los guantes y puso sus manos en las mejillas de Nico. La líder hikeshi suspiró e incluso sonrió, las manos de su hija estaban cálidas.
-Tus manos se sienten bien.
-Tienes razón, tu cara está fría- pero la shogun no soltó la cara de Nikogoro- ¿Quieres venir a mi casa? Acabé encontrar un viejo kotatsu dentro del cobertizo y lo dejé en mi habitación, era de mi maestra Oriku. Podemos ver televisión allí con té caliente y galletas de arroz.
-¿Kotatsu? ¿Té y galletas? ¿En serio? ¡Sí, por favor, quiero ir!- La pequeña pelinegra estaba entusiasmada con el plan y su hija sonrió. Luego estornudó- ¡Achú! Oh, lo siento.
-Tienes razón, hace frío- reflexionó la pelirrosa- Intentaré calentarte.
-¿Qué?- Nico se confundió y luego se congeló pero no por el frío. Yoshimune de repente la abrazó- ¿Shin-san?
-Quédate quieta, déjame ayudarte- le susurró la pelirrosa al oído- Sólo un poco, no quiero que te resfríes, ¿Ok?
La pobre Nikogoro sintió ganas de explotar, todo su cuerpo se incendió y sus mejillas ardieron. Su corazón empezó a latir con fuerza dentro de su pecho. La pequeña líder podía sentir el perfume de la shogun. Era un aroma agradable, como flores junto a un río. La pelinegra suspiró. Su única opción, además de entrar en pánico, era rendirse al abrazo y disfrutarlo.
-Bueno…
Nico cerró los ojos y sus brazos se movieron solos y abrazaron a Yoshimune. Luego suspiró, la calidez de su hija se sentía agradable. La líder hikeshi ya no sentía frío, se sentía llena de la calidez y el aroma de la shogun, se sentía feliz, todo se sentía bien y nada más importaba. Sólo Yoshimune.
La pelirrosa sintió que cuando su madre finalmente se relajó, pudo sonreír y cerrar los ojos también.
-Gracias, eres tan cálida que me siento mejor.
-De nada, Niicchan- La reina la abrazó con más fuerza- Vamos a calentarte lo suficiente y luego irnos a casa, ¿De acuerdo?
-La parte del kotatsu suena bien- Nikogoro estaba en medio de un sueño pacífico, un sueño cálido lleno de su hija.
-Está bueno, ya lo usé y tú también lo disfrutarás, estoy segura- dijo Yoshimune y no pudo resistirse a peinar el cabello de su madre- Eres suave.
-A ti también. Me gusta esto.
El rostro de la shogun se suavizó.
-Esto también me gusta... realmente me gusta- La pelirrosa le susurró al oído.
La pequeña pelinegra no pudo responder nada, solo apretó su abrazo y suspiró.
-Puedo abrazarte cuando quieras, si necesitas algo calentito- atacó nuevamente a propósito. A Yoshimune realmente le encantaban los encantadores y nerviosos rostros de Nico.
-G-gracias... yo...- La mujer loli tragó saliva y la abrazó con más fuerza, su corazón latía más rápido, más salvaje- No puedo creer esto...
-¿Qué pasa?
-Realmente te encanta burlarte de mí, ¿verdad?
-Sí, porque eres tan linda, Niicchan. Sigues siendo la misma niña de siempre.
-¡Shin-san, deja de hacer eso! ¡Tengo 28 años!
-Lo haré, pero primero necesito calentarte, ¿cómo te sientes?
-En llamas. Gracias a ti.
La pelirrosa se rió, la pequeña pelinegra finalmente también se rió y ambas chicas suspiraron.
-Vamos a casa, ¿por favor? Ya basta de molestarme por hoy.
-Te compensaré por esto, ¿quieres quedarte a cenar? Yo cocinaré.
-Suena bien, ¡cuenta conmigo!
Pero Nico no se alejó ni soltó a Yoshimune. Esta última sonrió.
-¿Cinco minutos más?
-Por favor.
-Todo lo que quieras.
Se abrazaron un poco más.
