El camino al Templo Ryuudou fue silencioso en su mayor parte, por lo menos por el lado de Mori que aún le parecía desconcertante el increíble cambio de actitud de Taiga hacía su persona, especialmente sus palabras le habían dejado un extraño sabor de boca.

Ese Mori sigue con vida, ¡Solo necesita una razón para volver!

El peli turquesa no estaba tan seguro de las palabras de la joven, pero una astilla de dudo se había plantado en el antiguo Rey Mono cuando recordó que de hecho había usado artes marciales.

No habían sido sus emblemáticas técnicas de patadas del Renewal Taekwondo, aún no estaba lo suficientemente recuperado como para realizarlas, con toda la presión que suponen sobre el cuerpo, Mori en su estado actual no podría reproducirlas hasta en un tiempo indefinido.

Sin embargo, a pesar de ello, algo le había impulsado a detener la búsqueda de sangre del Tigre de Fuyuki y terminó usando uno de los causantes de su estado actual, las técnicas de acupuntura de Nabong Needle Ryu, al recibir el rebote de multiplicar su poder mas de doscientas mil veces, algo que no podrá volver a hacer ... Ya que ni siquiera tenía un poder verdadero el cual multiplicar.

Cuando había utilizado las técnicas de acupuntura se había sentido tan torpe, sus dedos tan rígidos y una visión tan desigual al buscar los puntos de presión de Taiga que de verdad temió haber destrozado su sistema nervioso por haber apuntado mal o quizás haber golpeado con mucha fuerza, así que fue un alivió cuando ella se había liberado y arremetido contra él.

Donde al final se vio obligado, quizás mas por instinto a responder en un idioma que solo una chica como ella pudiera entender ... En el arte de la espada como su amiga Mira hablaba. Las técnicas de corte con la mano desnuda copiadas del Estilo de la Espada Luz de la Luna, no sabía que tan efectivo sería o si al final provocaría mas daño al mostrarle su conocimiento en las técnicas de espada, pero decidió tomar ese tiro ciego.

Afortunadamente no había causado algún daño severo ... Excepto por haber dejado algunas marcas en las paredes del callejón, pero nada más. Era una triste imagen en comparación al pasado, donde con un movimiento similar o incluso mas casual podría haber cortado una montaña limpiamente.

Pero cuando la princesa Yakuza lo vio, ella le miró de tal forma que le puso incómodo, había un brillo tan radiante en sus ojos, un asombro tan infantil en su rostro y una emoción tan fuerte retorciendo su cuerpo, que incluso con aquel pequeño corte en su mejilla, parecía la chica mas féliz en el mundo.

Como si de verdad las palabras que dijo con anterioridad, sobre ser alguien mas grande que la eternidad misma fuesen correctas ... Una ilusión que Mori nunca podría romperle a la chica y mucho menos ahora, que se encontraba ayudándole a cargar al inconsciente Reikan por las calles de Shinto tarareando una melodía muy animada.

Para el Dios Caído, la infame Fujimura "Byakko" Taiga sería una persona que jamás podrá comprender ... Y afortunadamente no sería el único en aquel club.

Aunque sentía otra molestia aparte, era como si alguien ... Le estuviese observando, bueno, ya había un cierto número de individuos que les miraban mientras llevaban al joven monje peli morado, porque ciertamente no era algo común caminar cargando personas inconscientes, quizás Taiga llamaba la atención por su fama en la ciudad como el Tigre de Fuyuki, pero por alguna razón Mori sintió que había algo mas en aquellas miradas, en una en particular para ser claros.

Frialdad, repulsión, diversión incluso curiosidad, pero los sentidos del antiguo Rey Mono estaban tan embobados que no podría señalar la dirección exacta de donde podría originarse. O quizás solo fuese su imaginación, tal vez por el intercambio anterior con la peli castaña se encontraba algo nervioso y exaltado.

Independientemente de ello, intentó seguirle la conversación a la chica, o al menos escucharla y no incitar su ira por ignorarla.

- Yo ... A decir verdad no esperaba que nos encontráramos nuevamente. - Comentó Mori mirando al frente. - O por lo menos no tan rápido ni en aquella situación. -

Taiga se encogió de hombros sin darle importancia alguna. - Te había visto por casualidad, y esperaba acorralarte en algún momento, quizás mas tarde en el trascurso de la semana o el mes ... Como ataque psicológico, ¿Sabes? -

- Eso es ... Muy psicótico de tu parte. - Murmuró el peli turquesa sorprendido por la estratagema que su compañera había ideado.

- ¡Gracias! - Y a pesar de que Mori no lo había dicho como un cumplido, la princesa Yakuza lo había aceptado como un halago de su parte. Entonces, frunció el ceño con molestia. - Pero digamos que hubieron imprevistos. -

- ¿A sí? ¿Como cuáles? - Preguntó el hijo adoptivo de Kiritsugu con curiosidad de que factor pudo interferir en los planes originales de su ahora ... ¿Amiga? Aún no sabía como definir su relación más allá de un repulsión absoluta o un fanatismo combativo.

- Pues Kiritsugu-san llamó a la escuela por un asunto importante, pero cuando tenían que notificarte el mensaje pues aquel gordo ya te había interceptado. - Gruñó Taiga con molestia, aunque no podía culpar al buen patriarca Emiya por las circunstancias, ciertamente había sacado su frustración al romperle la nariz al obeso de Yamamoto.

Sin embargo, Mori se había quedado con lo primero que había dicho la peli castaña con respecto a Kiritsugu, preguntándose que puede ser lo que quería decirle sin que pudiera esperar hasta llegar a casa.

- Tenía que ver con recoger al pequeño Shirou de la casa de un amigo. - Le respondió la joven maestra de la espada con tranquilidad, sin darle importancia la mirada sorprendida que el peli azul le daba.

- ¡Claro! ¡Shirou! ¡Tenia que recogerlo! ¡¿Como pude haberlo olvidado?! - Se lamentó Mori decepcionado consigo mismo por lo mal hermano que había sido, sintiendo de alguna forma que los errores que habia cometido con sus hermanos jurados de antaño se volvían a repetir a pesar de que no fue nada grave.

Pero así era como comenzaba, primero lo olvidaba, para luego ignorar ... Y finalmente dejarlos de lado, por ello varios de los Reyes del Mundo Sabio no volvieron a tener contacto con él, incluso Garuda, los había traicionado por el despreció y humillación que el antiguo Rey Mono le había hecho pasar.

- Tranquilo, tranquilo, el se encuentra en la casa de un amigo pasando el rato. - Le dijo con calma la peli castaña, sin darle mucha importancia las preocupaciones que pasaban la cabeza de su nuevo amigo. - Pero quiere que vuelvan lo antes posible, al parecer tiene una noticia que darles, desconozco lo que puede ser. -

Mori reflexionó sobre la información dotada por la joven, realmente agradecido por esta nueva dinámica que tenían ahora, en vez de aquella hostilidad o aislamiento que se tenían el uno por el otro.

Y siendo sinceros, Fujimura Taiga parecía una chica agradable, solo que con una mala reputación como el Tigre de Fuyuki, otro rasgo que compartía con Mira, solo había que conocerlas bien y obtendrías un buen amigo a quien confiarle tu espalda.

Como le hubiera gustado haber visto si Mira estaba bien antes de ser atacado por Park Mubong ...

- Ugh ... Ah ... -

De repente, para sorpresa de la pareja, Reikan empezó a hacer ruidos provocando que se detengan en medio del camino, para cuando se dieron cuenta el joven monje estaba despertando de su estado inconsciente.

- P-Pero ... ¿Q-Que ha pasado? - Pregunto con una voz ronca el peli morado confundido al percatarse que estaban en medio de la ciudad en vez de aquel callejón donde se había enfrentado a Yamamoto para defender a Mori de aquellos matones.

Y al parecer estaban de camino al templo Ryuudou.

Taiga miro por un momento a Mori antes de tomar ella la palabra. - No te preocupes, todo salió bien al final, fuiste un saco de boxeo al mantenerlos ocupados hasta mi llegada, ¡Todos se fueron con el rabo entre las piernas cuando le di a ese gordo un trago de su propia medicina! -

Reikan hizo una mueca por las palabras de su amiga, tanto por el comentario burlesco de ser utilizado como un simple saco de boxeo, como también el estado actual en el que debe estar la mano derecha de Suzaku por enfrentarse a la infame Byakko.

- Ya veo ... Gracias por llevar a casa a todo esto. - Dijo el monje en entrenamiento, esperando no preocupar a su padre y hermanos. Entonces él miro a Mori con una sonrisa aliviada. - Por cierto, me alegra de que estés bien. -

El antiguo Rey Mono no pudo evitar hacer una mueca de auto despreció, le parecía increíble que esta persona que apenas había conocido hoy le haya prestado tanta ayuda hasta el punto de ser herido por su bienestar, mientras que él si hubiese hecho un mínimo esfuerzo podría haberlo evitado todo.

¿Acaso podía caer mas bajo? Inevitablemente Mori creyó que si.

- No tengo palabras para ... - Empezó a decir el peli turquesa antes de ser interrumpido por Reikan.

- Guárdate tus agradecimientos y también tus disculpas si tienes alguna. - Le detuvo con seriedad antes de sonreír alegremente. - Solo hice lo que creí correcto, las consecuencias de eso no son tu culpa. Por ahora solo te pido que me ayuden a llegar a casa, que me encuentro un poco mareado. -

Luego de escuchar sus palabras, el Dios Caído simplemente asintió mientras reflexionaba sobre las palabras que había dicho el peli morado.

Lo que creía correcto ...

Haz lo que quieras.

Una gran sonrisa se formo en el rostro de la princesa Yakuza. - ¡Entonces, andando! ¡Que el gruñón de Seiryu va escupir fuego si no llegamos a tiempo! -

- ¡Él no es un dragón de verdad! - Exclamó Reikan molesto.

El trío comenzó a moverse en dirección al Templo Ryuudou, y aunque Mori aún sentía la presión de una mirada peculiar, de alguna u otra manera se encontraba mas ligero de lo normal.

La voluntad de hacer lo que quieras.

Todo lo que hagas esta bien.

Mientras no dañes a los demás, solo refleja lo que se encuentra en tu corazón.

- 'Ah ... Incluso muerto aún me sigues enseñando cosas, abuelo.' -

Y sin que el antiguo Rey Mono o aquel que le observaba con tanta atención se dieran cuenta, una tercera presencia en particular no se encontraba alejada de ambos puntos, y aquel ser sonrió con templanza.

- Como debe ser, siempre consciente de la nada. - Dijo el solitario hombre antes de tomar su té verde en un restaurante lejano.

No paso mucho tiempo para que el trío llegará a lo mas algo del monte Enzou, donde se encontraba ubicado el Templo Ryuudou. Reikan le había comentado que había leyendas que alguna vez un dragón había habitado estas tierras y descansaba debajo de la montaña, otorgando conocimiento a los monjes del pueblo.

Eran simples leyendas, como había dicho el joven monje, cuentos que incluso Taiga que parecía muy crédula descartaba como simple fantasía, pero sería muy hipócrita de su parte rechazar su existencia cuando el mismo era ... Había sido un Dios alguna vez, un demonio nacido en el Reino de los Sabios, domador de los tigres celestiales, dominador de los dragones de los mares ...

Pero hasta ahora solo había calmado el deseo de combate de una chica que era categorizada como una tigre, y aún así cree que no lo ha hecho bien.

No obstante, podía decir que alguna vez algo muy poderoso, por lo menos fuera de este reino había estado rondando por aquí, Mori no era un experto en la magia, pero tenía sus trucos que aprendió bajo la tutela de su maestro Subuthi hace mucho tiempo, y podía sentir una especie de barrera alrededor del lugar, aunque desconocía su naturaleza exacta o su funcionamiento, simplemente confirmaba su teoría.

En este mundo hay seres como él, solo que no parecen estar presentes como en su mundo.

Aunque eso era un tema para reflexionar mas tarde, cuando el momento en que debían dejar a Reikan en su hogar se hacía realidad.

Algunos monjes les miraron, especialmente a su compañero, pero ninguno parecía alarmado, como si fuese algo del día a día.

- A veces entrenó con Reikan, no sale muy bien parado la verdad. - Le susurró Taiga al notar la confusión del peli turquesa.

Mori asintió en comprensión, con una idea del infierno por el cuál Reikan pasaba al combatir con la infame Byakko, aunque recordó que también el invencible Seiryu se encontraba por aquí, eso ponía al joven monje en un lugar bastante alto en la jerarquía de combate, aunque aún ni siquiera parecía acercarse a Suzaku por lo imposible que le fue derrotar su mano derecha.

- Bueno, muchas gracias por traerme hasta aquí, chicos. Entraré y me haré cargo de esto. - Señaló el peli morado a su nariz, la cuál había adquirido un color morado y estaba mas hinchada que hace rato. La voz de Reikan se había vuelto mas ronca debido a ello.

- No hay problema. - Dijo Mori sin darle importancia y simplemente lo vio como una forma de devolver el favor.

- ¡Cuando quieras, Reikan-kun! - Exclamó Taiga con ánimos.

- ¡Nii-san! -

De repente, escucharon la voz de un niño gritar, cuando voltearon su mirada se encontraron con efectivamente un niño, probablemente de la misma edad que Shirou si Mori tuviera que adivinar, tenía el cabello morado y anteojos, al igual que los demás monjes del lugar, utilizaba una especie de ropajes tradicionales de santuario, que al Antiguo Rey Mono le hizo rememorar a Xuanzang hace siglos.

Mori no tuvo que sumar dos mas dos para captar las similitudes que tenía Reikan con ese niño, adivinando que quizás fuesen hermanos.

- Bueno, tengo que despedirme, ¡Los veré mañana! - Se despidió de ambos jóvenes antes de acercarse a su preocupado hermano menor y cargarlo, haciendo bromas de su nariz rota para aligerar el ambiente.

La vista no hizo mas que conmover al Dios Caído, ganando una gran determinar con encontrarse con Shirou y no volver a olvidarlo ni dejarlo en segundo plano como había pasado hoy.

- ¿Sabes donde esta Shirou, no? - Le preguntó Mori a su nueva amiga con seriedad, captando su completa atención debido a la gravedad de su tono.

Taiga sonrió. - Pensé que nunca preguntarías, ven sígueme, de hecho, nos queda muy cerca de nuestros hogares, solo que al otro lado de Miyama. -

- ¿Al otro lado? - El hijo adoptivo de Kiritsugu arqueó una ceja, sin conocer muy bien aquellos lares.

- Sep, la zona de extranjeros, donde hace mucho tiempo personas extranjeras vinieron y se quedaron aquí, ahora solo quedan sus casas victorianas y descendientes. - Explicó la peli castaña mientras empezaba a descender las escaleras del Templo Ryuudou, siendo seguida de cerca por Mori. - Y Shirou-kun se hizo amigo de una de las familias mas antiguas que emigraron acá, probablemente han vivido aquí por mas de dos siglos, aunque es difícil decirlo cuando ellos ni siquiera lo saben. -

- ¿Quienes son? - Preguntó el Dios Caído mas interesado por la historia de aquella familia con quién Shirou de manera inesperada forjó una amistad.

- Son los Tohsaka, una familia conservadora pero ... - El turquesa se sorprendió como hizo la mismísima Byakko hizo una mueca de lastima. - Están pasando por una situación muy dura ahora mismo. Pierden a una hija hace mas de un año, el padre fallece en un accidente y la madre tiene daño cerebral, lo único que queda es la hija mayor, apenas de la misma edad que Shirou-kun y una pariente lejana que vino a cuidarla y a la madre. - Entonces, Taiga le da una mirada a Mori. - ¿Quien crees que podría simpatizar con esa pobre niña? -

El susodicho bajo la mirada de manera reflexiva, ciertamente alguien como Shirou, que había perdido a su familia y a todo lo que conocía podría comprender a la hija mayor de los Tohsaka, Mori no pudo evitar sentir algo de orgullo por su hermano menor.

Solo le gustaría que avisará con mucha mas antelación cuando iría a visitar las casas de personas desconocidas.

- Por cierto, antes de que lo olvide. - Comentó Taiga volviendo a tomar la palabra, llamado la atención de su nuevo amigo por el tono curioso que tenia. - ¿Quien era esa tal Mira que mencionaste antes? -

- ¿Eh? N-No es nadie. - Le respondió Mori con rapidez, quizás demasiada rapidez.

La princesa Yakuza alzó una ceja con sospecha. - ¿Seguro? -

- Seguro. -

- ¡Me estas mintiendo! -

- ¡Eso no viene al caso! -

Y así la pareja descendía por las escaleras del Templo Ryuudou, para volver a sus hogares.

Sin percatarse de la mirada del dragón azul que vigilaba.

- Souichirou-kun, es hora de la cena. -

El susodicho que miraba atentamente a la pareja desde que llego hasta que se retiró, se dio la vuelta, para ver a un hombre de mediana edad, con cabello morado corto, usaba anteojos y los típicos ropajes como los demás monjes, ciertamente era el padre de Reikan al compartir tantos rasgos.

Además, era su padre adoptivo desde hace un par de años.

Souichirou asintió mecánicamente antes de seguir al hombre al comedor junto los demás monjes, sin embargo, se encontraba atrapado en sus pensamientos con la pareja, especialmente el peli turquesa. Aunque pudo notar que de la noche a la mañana Byakko había cambiado, de alguna forma su forma de caminar y respirar mejoró sustancialmente, no lo suficiente cómo para ser un cambio drástico, pero destacó por lo natural que volvía su evolución.

Pero ese nuevo estudiante no tenia un punto en comparación.

Quiero enfrentarlo.

Esos eran los pensamientos que sus instintos de asesino tenían, la razón de su existencia, por lo que fue liberado aquel infierno ...

Era el deseo que Jae-san le había suplicado a él y a sus hermanos ...

Hagan lo que quieran, eso esta bien.

- Pues esto es lo que quiero. - Pensó Souichirou de manera siniestra. - Y nada me va a detener. -

...

La pareja disfuncional de un mono y un tigre logro llegar a su destino sin muchos problemas, afortunadamente Mori había logrado cambiar el tema de su pasado, para nada listo para hablar de ello, además de que Taiga era una chica que se distraía con facilidad, por lo tanto no había sido tan difícil.

Aunque aún existía esa molestia de ser observado, el antiguo Rey Mono aún se veía incapaz de localizar una ubicación exacta para el origen de aquella mirada, sin embargo, no les dio demasiada importancia, su prioridad era y siempre sería Shirou.

En poco tiempo se encontraron al frente de la puerta de la residencia Tohsaka, como Taiga había dicho, no se encontraba muy lejos de la residencia Emiya, pero se dio cuenta la gran diferencia entre las zonas de Miyama al cruzar el lado extrajero de la ciudad. En vez de las casas tradicionales japonesas, edificaciones típicas de Europa se hicieron presente, algunas con una gran antigüedad y estilos victorianos, pero muy bien conservadas a pesar de la cantidad de décadas que fueron construidas.

La casa de los Tohsaka no era para nada diferente, de hecho, se podría decir que era la mas majestuosa, con un jardín bien cuidado, paredes firmes y prístinas, ventanas sin manchas y parecía recién pintada. El lugar podría ser categorizado como una mansión antigua en otras circunstancias.

- 'Y Shirou se hace amigo de lo que parece una verdadera princesa.' - No pudo evitar pensar Mori mirando con los ojos en blanco a la puerta de entrada al edificio.

- ¿Planeas tocar o vamos estar aquí toda la noche? - Le cuestionó Taiga con impaciencia.

- Lo siento, aún no estoy acostumbrado a este tipo de cosas. -

La joven espadachína le dirigió una mirada incrédula. - Prácticamente vives en una mansión japonesa, tu hogar debe tener la misma cantidad de habitaciones y artilugios que esta. -

- Bueno, si lo pones así ... - Decía Mori inseguro.

A pesar de haber vivido su vida como Sun Wukong con todo tipo de lujos y placeres, con una riqueza mayor que varios reyes, emperadores y dioses como el Señor del Reino Sabio, el resto de su humilde vida como Jin Mori hizo que aquella actitud magnánima fuese opacada.

Aunque nunca iba rechazar una comida de reyes hecha por Daewi o Shirou en ningún día de la semana.

Pero ya habría otro momento para pensar en deliciosa comida, lo importante era regresar a casa y no iba hacerlo si no era con Shirou.

Así que Mori se propuso a tocar la puerta ante la mirada expectante de Taiga ...

- Sean bienvenidos a la residencia Tohsaka, usted debe ser el hermano de Shirou-kun, ¿Emiya Mori si no me equivoco, verdad? -

Pero no fue para nada necesario cuando repentinamente la puerta se abrió antes de que el puño del peli turquesa la tocará, revelando lo que parecía una mujer joven con un traje de sirvienta que le sentaba muy bien hablando con total cortesía.

- Eh ... Si, soy yo, vine en busca de Shirou ... Aunque ya lo sabía puedo suponer. - Dijo Mori bajando la mano con una sonrisa nerviosa.

Los ojos azules de la mujer conocida como Anne no paraban de mirar al que parecía el hijo mayor del Magus Killer, analizando cada pulgada de su persona, y aunque no pudo discernir si tenía algún conocimiento con la magia ... Podía decir que tenía cierta experiencia en el combate.

- Efectivamente, Shirou-kun nos informó que si padre lo quería devuelta temprano, así que estábamos al tanto de su llegada. - Se explayó la sirvienta con naturalidad. - No se preocupe, ya viene en camino. -

Luego de decir aquellas palabras, dos niños habían bajado las escaleras hasta llegar a la entrada, uno de ellos efectivamente era Shirou, por otro lado, la niña de su edad de cabello castaño y ojos azules debía ser su nueva amiga.

Ciertamente Taiga había tenido razón con respecto a la sirvienta y la hija mayor de los Tohsaka, de alguna forma eran parientes lejanos, ambas tenían el mismo tono de color en los ojos, y una mirada que parecía intentar averiguar mas de ti de lo que uno quiere mostrar.

Aunque la niña parecía hacerlo por curiosidad, la adulta lo hacía con verdaderas intenciones de querer hacerlo.

- Bueno, hasta luego, Emiya-kun. - Se despidió Rin de su primer amigo en mucho tiempo.

- Hasta mañana, Tohsaka-chan. - Dijo Shirou con una leve sonrisa antes de sonreír alegremente de ver a tanto a su hermano mayor y Taiga sin pelear. - ¡Mori-nii! ¡Fuji-nee! -

Esta última se sorprendió un poco por la forma en que le llamó, aunque no se llevaban mal, ciertamente había cierta tensión debido a sus problemas personales con el peli turquesa. Aunque ser llamada hermana mayor por el pequeño Shirou ... No era para nada malo.

- Bueno, ¿Listo para volver a casa? - Le preguntó Mori, empezando a retirarse de la residencia Tohsaka junto a su nueva amiga y su hermano menor, bajo la atenta mirada de los Tohsaka.

- Interesante. - Fue lo único que dijo Anne antes de entrar junto a Rin a la residencia nuevamente.

- ¿Sabes lo que el viejo va a decirnos? - Preguntó el pequeño pelirrojo con curiosidad.

El Dios Caído negó con la cabeza antes de mirar a la Tigre de Fuyuki, la cuál se encogió de hombros, demostrando no tener mas información excepto lo que ya sabían.

- Bueno, habrá que averiguarlo nosotros mismos. -

Así el trío se dirigió a la residencia Emiya, mientras pasaban no muy lejos de un parque solitario, excepto por un niño de lo que parecía la misma edad que Shirou, quizas un par de años mayor.

Lo mas particular era su cabello dorado que parecía brillar con mas intensa bajo la luz de la atardecer y sus ojos rojos que no paraban de mirar a Mori con una intensidad que pudo haber derretido al mismo sol, sin embargo, esa mirada de repulsión cambió drásticamente al mirar al pelirrojo que acompañaba al degradado Espíritu Divino a su lado.

Y por lo que parecía por primera vez en milenios, un verdadero interés nació en el interior del niño desconocido mientras que sus ojos rojos eran empañados por una neblina ominosa.

- ¿E-Eh ... ? E-Eso ha sido ... - Una sonrisa ominosa pareció dividir la cara del rubio. - Por fin algo interesante con que entretenerme, espero mayor diversión contigo que con Saber y Rider, Guardián. -

Fue lo último que dijo el niño de ojos rojos antes de desaparecer del lugar sin dejar ningún rastro detrás, como si de verdad nunca hubiera estado ahí, con solamente el mundo como testigo.

Testigo de lo que podría ser el peor encuentro del destino.

...

En poco tiempo, el trío se hallaba al frente de la residencia Emiya, con los dos hermanos despidiéndose de la nieta de Raiga, quienes les había acompañado todo el trayecto como una especie de guardaespaldas ... O quizás para asegurarse que hayan llegado a su destino sin ninguna desviación.

- ¿Segura que no quieres entrar a cenar con nosotros, Fuji-nee? - Le preguntó Shirou con desilusión, esperando tener una cena tranquila con sus figuras fraternales.

Taiga sonrió ante la actitud tan entrañable del pequeño pelirrojo. - Lo siento, pero tengo cosas que hacer en casa, quizás será para la próxima. -

Para sorpresa de Mori, el mismo se encontraba decepcionado de la negativa de la joven de cabellos castaños, intoxicado con esta nueva amistad que creía imposible, el antiguo Rey Mono encontraba cierta calma en la caótica Tigre de Fuyuki de una manera tan extraña que casi le recordaba a Xuanzang.

Y no sabía si eso lo aliviaba o le hería aún más.

- Shirou-kun, ¿Por que no entras y ves a tu padre? Estaba un poco preocupado cuando se enteró que fuiste a casa de un desconocido sin previo aviso, ve a decirle que estas bien. - Comenzó a decir la Tigre Celestial con una sonrisa antes de darle una mirada particular a Mori. - Quisiera hablar algo con tu hermano, no le quitaré mucho tiempo. -

Aquellas palabras sorprendieron a los hermanos en partes iguales, el pelirrojo dudaba en dejar a su hermano solo con Taiga, a pesar de su aparente reconciliación. Por otro lado, el Dios Caído no podía evitar preguntarse que otra cosa tenían que hablar entre ellos, creía que ya habían saldado las deudas y podían actuar con relativa normalidad.

- Esta bien, Shirou, entra. - Le dijo Mori sacando de dudas a su hermano menor, quien miró entre ambos adolescentes antes de entrar a la residencia Emiya, con esperanzas que ninguno peleará.

Así volvieron a quedar solos, y para alivió del peli turquesa la princesa Yakuza se encontraba tranquila, ciertamente le había dado un voto de confianza ya que no había mostrado mas hostilidad hasta el momento, pero ciertamente estaba dubitativo ante lo que ella quería.

Y así se quedaron por lo que parecía una eternidad, con Taiga mirándole fijamente y a veces bajando su mirada al suelo con ciertas dudas, lamentable Mori no podía leer las mentes, era un poder que nunca había desarrollado y que una cantidad finita de dioses poseían, como Satanás. Pero aún así el joven fue paciente con ella.

Repentinamente ella levantó su mano y parecía querer acercarla a él, pero al final dudó y la alejó como si se retractara de sus acciones, lo cuál causaba mas intriga y confusión en el antiguo Rey Mono. Después de todo, desconocía totalmente lo que ella quería transmitirle y no estaba seguro de que quisiera en realidad hablar de ello.

- Yo ... - Taiga murmuró, antes de mirarle con tristeza. - Era en serio lo que dije antes, con respecto a como te veo y el como te presentaste a mi vida ... Solo espero que algún día puedas mirarte como yo te veo. -

Eso fue lo último que dijo ella antes de darse la vuelta y tomar el camino a su hogar, Mori no la detuvo, levemente estupefacto por sus palabras, y también porque de alguna forma sentía que ella no iba apreciar seguir hablando del tema.

Aún así, el nieto de Jin Taejin hizo lo que él mismo se consideraba el mejor, simplemente mirar, simplemente viendo la silueta de Taiga desvaneciéndose a lo lejos por la lejanía y la luz naranja que poco a poco se apagaba hasta volverse de noche en pleno derecho.

Y aún así Mori no se movió, considerando aunque sea de manera distante sus palabras.

Tu naciste para ser amado ...

Espero que puedas verte como yo te veo ...

Mantente con vida ...

- Yo ... Aún no siento que lo merezca. - Esas fueron las tristes palabras del Dios Caído que solamente el mundo fue testigo de escuchar.

Y al mundo no le gustó.

Con un suspiró, el joven de cabellos azulados se dio la vuelta y entró a su hogar, con el delicioso olor de la cena asaltando sus fosas nasales. Mori esperaba que una buena comida casera aliviará las preocupaciones del día.

La cena familiar de la residencia Emiya fue como siempre ... En su mayoría, la comida estuvo deliciosa y con los tres hombres comiendo de manera tranquila y lanzando algún que otro comentario.

Aunque se podría decir que lo "mejor" esperaba al final, pero en vez de algún postre, lo que los dos hijos adoptivos de Kiritsugu recibieron no fue nada mas que un corto pero contundente regañó del patriarca de la familia, a Shirou por irse con un extraño sin avisar independientemente de que fueran amigos, y a Mori por al final recoger al pelirrojo mas tarde de lo debido. Aunque al final se hicieron algunos arreglos para que Shirou volviera directamente a casa, ya que conocía el camino a la perfección y esperaban que darle cierto grado de independencia con sus amistades ayudará al niño con sus pesadillas, además, en el dado caso de que el antiguo Magus Killer no estuviera en casa, ya había hecho arreglos con el viejo Raiga para que alguno de sus hombres estuviese cerca y cuidar al pelirrojo de ser necesario.

Y ahí es donde entra el tema principal del porque habían sido llamados con tanta urgencia.

- Mañana en la mañana tendré un importante viaje de negocios, se que es muy repentino pero no puedo retrasarlo. - Explicó con brevedad el hombre de mediana edad antes de suspirar con cansancio. - Me disculpo por ser tan repentino y apenas llevamos un mes viviendo juntos para que luego surjan estos problemas. -

Ambos hermanos se miraron entre sí y lo que casi parecía un entendimiento mutuo cruzó por la mente de ambos antes de mirar a su padre adoptivo.

- No te preocupes, viejo. Estaremos bien. - Dijo Shirou con determinación infantil a causa de hacer feliz a su padre.

- Nos vamos asegurar de que la casa siga en pie cuando vuelvas. - Dijo esta vez Mori con seriedad y ofreciéndole un pulgar arriba a Kiritsugu, una acción que fue imitada por el pelirrojo.

Ciertamente no fueron las palabras mas conmovedoras y probablemente tuvieron el efecto contrario al causarle mas preocupación que alivio, pero aún así el hombre que lo había perdido casi todo en la vida no pudo evitar sonreír por la consideración que tenía su nueva familia con él.

- Bien, se los dejo en sus manos, chicos. - Dijo el magus con una sonrisa.

- ¡Bien! -

- Y ahora a dormir, aún tienen clases mañana, le pedí al viejo Raiga que estuviera al pendiente de cualquier cosa y tiene la autorización para tomar las medidas necesarias con ustedes, así que sean responsables. -

- ¡No te preocupes, viejo! ¡Sabemos lo que hacemos! -

- No estoy tan viejo ... -

Y así había acabado un largo día, el primero de muchos en la nueva vida de quién fue alguna vez el Dios Todopoderoso del Universo.

Pero mientras que el Dios Caído de otro mundo dormía junto a su familia por aquella noche, apenas las cosas comenzaban para otros ...

...