Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.

Capítulo 8

Cuando la pequeña habitación se iluminó fue como si la burbuja hubiese explotado y nos cubriera la realidad. Dos almas que lo fueron todo… ¿y hoy?

Desconcertado miré hacia todos lados. La enfermera nos esperaba con la puerta abierta.

Sujeté la mano de Bella y la ayudé a bajar del diván.

― Las medidas del bebé son las correctas para las semanas de gestación. Lo único es que tiene más peso del que debería ―dijo la enfermera― tendrás un chico regordete.

Bella asintió. Las comisuras de sus labios seguían elevadas, hoy tenía un brillo más especial que otros días.

― Tengo que avisarle a Elise ―articuló al enviar un mensaje de texto.

― Tu belleza se ha incrementado ahora que sabes que es un niño ―me sinceré, pasando mis nudillos por su mejilla ruborizada―. ¿Qué sientes?

― Quiero gritar de emoción. Es mas, quiero hacerlo al salir.

― Pensarán que has enloquecido.

― ¿Eso importa? ―inquirió.

― En lo absoluto, soy tan feliz que me uniría a tus gritos.

― Hagámoslo ―tiró de mi mano guiándome a la salida.

Fuera del hospital. La nieve caía de forma tupida; cubría nuestras cabezas y abrigos.

Bella boqueó e hizo una mueca dejando escapar el vapor por la boca, su nariz se había puesto roja. Estaba por gritar y antes de que lo hiciera acomodé su gorro y bufanda, afiance su abrigo para proteger su pequeño vientre. Por nada del mundo la dejaría descubierta.

― Hablemos ―pedí.

Entrelazamos nuestros dedos y decidimos recorrer la acera cubierta por centímetros de nieve.

All I want for Christmas is You rezonaba a lo lejos. Estábamos a días de navidad y yo debía volver a Boston para pasarla con mis padres.

― No quiero irme ―las palabras salieron de mi boca. Sabía que no eran solo una expresión coloquial, era una sensación inexplicable que sentía en mi pecho.

Una angustia al perder nuevamente lo que no pude retener en el pasado. Pero no podía culparme, la vida era así, teníamos que crecer y madurar de forma individual, cumplir sueños que en ese momento no pertenecían al mismo destino.

Ya no tenía dieciocho años. Era un hombre de treinta y cinco que podía ofrecerle una vida y cumplir lo que nunca fue.

― Lo sé ―susurró Bella con su mirada hacía enfrente―. ¿Nunca te has preguntado qué hubiera pasado si no hubieses aceptado esa beca?

― Muchas veces.

― También yo. Seguramente nos hubiéramos casado.

Sonreí. Había imaginado ese escenario desde que era un crío.

― Tal vez tendríamos cuatro hijos ―reflexione.

― Estoy segura que sí.

Ambos nos quedamos en un cómodo silencio mientras seguíamos avanzando. Medité que esas visiones las imaginé infinidad de veces, porque había deseado una familia a su lado.

― Pensar en los hubieras siempre es doloroso ―comenté―. Debimos luchar por mantenernos juntos y realizar nuestros sueños ―dije amargamente siendo consciente que no fue posible.

― No había forma, Edward. Aceptar la beca era tu única opción para salir de Forks, creo firmemente que cuando amas debes dejar que esa persona crezca, se realice, aunque no sea a tu lado.

― En Forks había terminado trabajando en un restaurante o tal vez estuviera trabajando en Port Angeles y tú serías ama de casa.

― Hubiéramos estado juntos, pero siendo dos pobres infelices con sus sueños frustrados. Seamos realistas, Edward. En Forks no hay formas de crecer y la razón es que por eso nuestros amigos eligieron caminos fuera de ahí.

― No había posibilidades para un nosotros ―concorde.

― La vida es injusta.

― Pero el verdadero amor es generoso, Bella. ―Afirmé a la vez que apretaba su mano.

― Correcto. No podía ser egoísta, no quería serlo.

― Nunca lo has sido.

― Ahora que nos hemos encontrado ―musitó― ¿qué pasará? No es tan fácil, no somos dos adolescentes. Ambos tenemos nuestras vidas trazadas y diseñadas a nuestro gusto.

― Concuerdo. Aquí lo importante sería ¿qué quieres tú?

Mordisqueó sus labios.

― Me sigues pareciendo el hombre más guapo, también me gusta los centímetros que obtuviste estos años, eres muy alto y eso te vuelve atractivo.

Reí fuertemente.

― Bueno, tú eres sumamente hermosa, aunque no hayas crecido lo suficiente.

― Oye, los mejores perfumes vienen en frascos pequeños. Déjame ser ―bromeó, dejando un ligero manotazo.

Sus ojos viéndome fijamente. Eran dos ventanas abiertas a su corazón generoso, esa virtud seguía arraigada en su ser, formando parte de su personalidad.

― ¿En qué piensas? ―Quise saber.

― En que la vida es un arriesgar ―dio un paso hacia mí―. No hay nada qué perder, Edward, cuando nos hemos perdido y nos hemos encontrado nosotros mismos.

― Dicen que las oportunidades no se repiten y cuando lo hacen no debemos pensar mucho.

Ella asintió, puso sus manos en mis hombros. Instintivamente dejé mis manos descansar en su cadera, apreté mis dedos sobre la tela de mezclilla.

― Realmente no quiero pensar en que nos despediremos.

Apoyé mi frente en la suya, nuestras narices frías, tocandose. Quería besarla nuevamente y saborear su dulce boca.

Quería darnos un poco de paz a nuestros corazones adoloridos.

Fue que se puso sobre las puntas de sus botas y fue quien decidió besarme.

Labios fríos y bocas calientes, saboreándose una vez más.

La atraje hacia mí, envolviendo su menudo cuerpo con mis brazos. Gemí en su boca y la apreté con más fuerza.

¿Qué éramos?

Solo dos almas solitarias que volvieron a encontrarse y no dejaríamos escapar el momento.


Hola, ellos saben que sus vidas tienen un camino distinto, son conscientes de ello, solo están dejándose llevar como dos personas adultas que son. Tratarán de ver hacia donde pueden avanzar. Les agradezco mucho sus reviews, favoritos y follows. Haré lo posible por volver pronto.

Gracias totales por leer ❄