Se removía, incómodo, en el mismo sofá donde antenoche Atsumu estuvo a punto de besarlo. Tenía razones de sobra para sentirse extraño aquí, considerando su reciente descubrimiento. Y, en parte, estaba incómodo por el mensaje que obtuvo como respuesta:

"¿Tan pronto quieres verme? Solo voy en caso de que extrañes mi rostro, pero me iré si es para restregarme tu victoria"

Ah… ¿sería una mala persona por pensar que de hecho sí extrañaba su rostro, porque era el mismo de su alma gemela? Dios, obvio que lo era. Sonaba terriblemente desconsiderado. Tenía que tener cuidado al hablar. A fin de cuentas, el error había sido suyo, pero no quería tratar al otro como una equivocación.

—Hey, ¿por qué tan pensativo? —Debía de estar muy distraído para no verlo llegar. Y lo bastante alterado como para casi saltar cuando se sentó a su lado. —Tranquilo, no muerdo. A menos que te interese —rio, como siempre encantado de poner nervioso a alguien.

—Ah… yo… bueno, en realidad… —Estaba tan mal todo. Podría ser su cuñado y, por casualidad y su propia culpa (por no reconocer a su propia alma gemela) había terminado con coqueteos como este. En serio, ¿cuáles eran las posibilidades? —Lo siento. Tengo que decirte algo, pero no sé cómo te lo vayas a tomar.

El mayor se puso serio de inmediato. Yamaguchi se encontró siendo analizado por el otro, ya sin rastro de sonrisa en sus labios. Vaya que podía ser aterrador cuando se lo proponía.

—Es mejor decirlo sin rodeos. Además… creo que sé lo que quieres decir. Digo, fue un poco evidente que me evitaste en la cancha. Y por celular. En parte por la sorpresa de que contestaras fue que quise venir de inmediato, pero creo que entiendo lo que está pasando.

¿Cómo? ¿Acaso había reflexionado sobre la promesa de Osamu después del partido? ¿Se dio cuenta de que estaba mirándolo? ¿O ya era tarde, y ambos conversaron antes de que tuviera oportunidad de pedirle silencio? Para empezar, ¡ni siquiera tenía claro qué iba a pedirle!

El destino lo odiaba.

—¿Sí? ¿Qué… qué cosa? —Tenía que ser precavido. Todavía existía la remota opción de que estuvieran hablando de temas distintos.

El rubio entrecerró los ojos, desconfiado. Él tragó saliva. El duelo de miradas pudo durar apenas unos segundos, aunque podía jurar que cada uno le costó años de vida.

—Lo viste, ¿cierto?

Su corazón dio un vuelco. Por supuesto que sabía. Ya no tenía caso mentir.

—Yo… sí. Lo siento —Atsumu se hundió en el asiento, abatido, y una parte de él también. Parecía que le importaba más de lo que había creído, y ni siquiera tenía idea de qué podía decirle para consolarlo.

—Está bien, lo entiendo. Sé lo que significa. La verdad, me preguntaba si estaba forzando las cosas contigo… después de todo, yo ya lo sabía.

Cualquier rastro de compasión abandonó su cuerpo.

—¿Qué? —Notó la sorpresa del otro. Nunca lo había visto enfadado, menos en tal magnitud, menos con él. — ¿Lo sabías? ¿Por qué no me lo dijiste?

—¡Porque me sentía culpable! Cuando fui al campamento, yo… No sabía cómo volver a mirarte a la cara.

—¿Desde entonces? —La impresión era cada vez peor. Él había confiado en Atsumu… Atsumu, que desde hace tiempo sabía la verdad y no le dijo una mierda. Que decidió seguir jugando con él, aunque fuera el alma gemela de su hermano, aunque él en realidad estuviera enamorado de otra persona. — ¿Qué demonios te pasa? ¿Cuánto más planeabas esperar para decirme?

—No estaba planeando nada —replicó a la defensiva— Sucedió y ya. Tampoco es que fuera necesario contarte nada.

La furia desapareció tan rápido como llegó. Si no era necesario que lo supiera… era porque a Osamu no le interesaba ser su pareja. Resultaba lógico. Y, sin embargo, por más mínima que fuera su esperanza… necesitaba escucharlo directamente.

—¿Por qué? ¿Por qué no es necesario?

—… No es como si fuese algo correspondido, de todas maneras.

La verdad dolía más de lo que nunca habría podido imaginar.


Esa noche, el ambiente estaba cargado de emoción y expectativa. Desde el futon de Tadashi era una emoción más negativa, y lleno de pesimismo. Tsukishima no le había quitado la mirada de encima, interrogándole en silencio, pero él era incapaz de soltar aquellas palabras.

No le gustaba a Osamu. No estaba interesado en él románticamente.

A lo largo de su vida, siempre se aferró a su zona de confort. Le dolía dejarla, que las cosas pudieran cambiar, por miedo a que resultaran mal. Ahora se daba cuenta de que las cosas podían ir mal incluso si no cambiaban. Porque podía seguir como hasta ahora, seguir saliendo con Atsumu, ya que su alma gemela no lo quería como pareja. Podía tenerlo como cuñado, como amigo. Y no era suficiente.

El todo permanecía igual. Y el trasfondo lo odiaba. ¿Por qué de repente no podía aceptarlo? En su momento, juró que no le importaba qué clase de relación tuvieran, mientras pudiese estar a su lado. En cambio, ahora la sensación de rechazo era tal que no daba más con ella.

Todos los demás dormían, con sonrisas en la cara. Mientras tanto, él a duras penas contenía las lágrimas.

Sacó su móvil, escondido en la almohada, y recién ahora se dignó a leer los mensajes de su cita. ¿Todavía era su cita? ¿De verdad no le importaba?

"Hey, quería saber cómo te sientes

Digo, supongo que te sientes mal, pero si hay algo que puedo hacer no dudes en decirme.

Nos vamos mañana temprano, por si quieres que nos encontremos otra vez".

Era tan amable. No lo merecía. Aunque tal vez, solo tal vez, Atsumu podía ser tan comprensivo porque su alma gemela tampoco estaba interesada en él. Tenía sentido que entendiera cómo se sentía… tenía sentido que pudieran estar juntos, hacerse compañía el uno al otro en esa decepción.

Pensándolo bien, era él quien no podía entender cómo se sentía Atsumu. A fin de cuentas, puede que a Osamu no le gustara como pareja, pero mostraba disposición a acercarse a él, cumplir su promesa y llevarse bien, a diferencia del alma gemela del rubio, que por lo que había entendido ni le prestaba atención.

A pesar de su dolor, viéndolo en comparación hasta se sentía culpable por estar devastado. El otro la había pasado tan mal que hasta comenzó a salir con gente para llamar su atención, hasta que se conocieron y por fin hubo algo fijo. Puede que por eso a Osamu no le importara, en parte. Puede que estuviera feliz de saber que su gemelo conoció a alguien estable. No lo conocía lo suficiente para saberlo, ni tampoco su relación. Sin embargo, sabía que quería dejar en claro las cosas en persona, aunque fuera difícil ser directo.

"¿Podemos vernos ahora?", tecleó, mordiéndose el labio. Quería ser valiente, igual que Atsumu. Tener el valor de dejar ir esa idea ilusa de poder estar con su alma gemela por siempre, cuando podía conformarse teniéndolo como cuñado. Era mejor estar con alguien que pasaba por lo mismo que él, ¿verdad? Dos almas con problemas gemelos. Tenía sentido.

"¿Ahora? Vaya, no me esperaba que quisieras repetir la escapada nocturna del otro día… Acepto".

Repetir lo del otro día… terminar, quizá, de sellar todo esto con un beso. Bien, él podía hacer eso. O en algún momento iba a poder.

Se levantó con cuidado, mas apenas quitó las sábanas de encima una mano lo agarró por la muñeca. Su corazón saltó por el pánico. Tsukki lo miraba fijamente, tan serio que se le olvidó respirar.

—Pase lo que pase, no hagas algo de lo que te arrepientas. Ni decidas nada que no quieras de verdad.


La culpa pesaba en su estómago, aun cuando le gustaría convencerse de que eran tímidas mariposas. En el fondo, sabía que no. Tenía claro que el nerviosismo, el corazón acelerado, las palmas sudorosas, se debían solo a que estaba haciendo algo de lo que no estaba seguro. Que aquí, con el brazo de Atsumu en su cintura, tal vez no era donde debía estar, y no únicamente por estarse escapando de su habitación, sino por no pertenecer.

—De verdad eres mucho más atrevido de lo que imaginaba. Aunque te entiendo, no es fácil vernos, hay que aprovechar las escapadas —Normalmente, solo el hecho de verlo relajado lo tranquilizaría también, mas hoy no era el caso. Odiaba pensar que una parte de él le estaba traicionando, como si no quisiera ser feliz (feliz con Atsumu), como si únicamente pudiera centrarse en lo malo, en que Osamu no estaba interesado en él. — Gracias por pedirme que viniera. Es una despedida muy dulce.

Dios, era tan bueno con él. ¿Cómo podía ser tan cruel, estando pensando en su hermano?

—Gracias por venir a verme. Sé que… he estado distante. Ha sido difícil todo este asunto… ya sabes, de almas gemelas —admitió cabizbajo. El otro asintió, soltando un suspiro.

—Sí, uno no se acostumbra a ser ignorado así, ni siquiera siendo tan genial —Auch. Vaya palabra. "Ignorado" era un poco fuerte. Tampoco había sido completamente ignorado, ¿verdad?

—Supongo… al menos muestra un poco de interés, creo.

—¿Qué? ¿En serio? —Esta vez fue él quien prácticamente saltó en el asiento. ¿Por qué le sorprendía? ¿O estaba asustado de que lo fuese a dejar? — ¿Tú crees? Sería lindo que así fuera… no, lo siento, no quise decir eso. Además, creo que solo es interés deportivo, no es para tanto.

Yamaguchi asintió, dudoso, en parte porque creía comprender lo que sentía el otro. Eran emociones encontradas, a fin de cuentas. Que Osamu mostrara interés era bueno, pero no para la relación que estaban empezando a tener.

—Parece que intenta ser amistoso. Debo de confesar que me alegra que se haya acordado de nuestra promesa —admitió, sintiendo sus mejillas acaloradas. Sin darse cuenta hasta había sonreído, aunque se le borró la sonrisa en cuanto el rubio frunció el ceño.

—¿Cuál promesa?

Estaba inseguro sobre si contarlo o no. Después de todo, la habían hecho en sueños, parecía bastante privado. Sin embargo, antes de que pudiera decidirse, el mayor agregó— No, espera, ¿ser amistoso? Jamás lo he visto con una mirada distinta a la de siempre, y no se ve nada amistosa. Espanta a la gente, de hecho.

Ahora él fue quien frunció el ceño, confundido. Si tuviera que describir la mirada de Osamu, habría elegido la palabra "indiferente", en el peor de los casos. Mayormente era relajada, con un dejo de humor en el fondo. ¿A los demás les parecía intimidante? Por lo que había visto, solo Atsumu sacaba su lado agresivo.

—¿En serio? Se ve bastante agradable.

—Eres la primera persona que escucho decir eso de él. Diría que tienes un gusto cuestionable, Tadashi-kun.

Que hablara así de su alma gemela lo puso a la defensiva de inmediato. Además, se trataba de su hermano, le conocía de toda la vida, ¡seguro tenía muchas cosas buenas que decir de él!

—Tu gusto es el cuestionable si no puedes apreciar lo genial que es —replicó, cruzándose de brazos— A menos que en realidad digas todo para quedar bien conmigo. ¿Es eso? Sabes que puedes ser sincero, Tsumu. Yo fui honesto apenas lo supe.

El otro lucía algo culpable. Su mirada cayó un poco, compungido, y él de repente se encontró tomando su mano para consolarlo, incapaz de verle así.

—Tienes razón, en parte. Es verdad que no está interesado y que es poco amigable, pero también es cierto que quiero quedar bien contigo siendo sincero. Lo siento, Tadashi-kun. Te dije desde el principio que estaba enamorado de alguien más, y aun así…

—¿Por qué lo mencionas ahora? Las cosas no han cambiado. Estamos en la misma situación, nuestras almas gemelas no nos miran de otra manera —se encogió de hombros, tratando de restarle importancia— Podemos vivir con eso. Si nos apoyamos el uno al otro, mejor.

—Vaya, no tenía ni idea de que lo veías de esa manera. Y es la primera vez que me cuentas sobre tu alma gemela —le dio un codazo amistoso— Estamos en el mismo barco, ¿verdad? Creo que tienes razón en que es mejor estar acompañados.

—Tú sabes más sobre mi alma gemela que yo —repuso, devolviéndole el codazo— En serio no sé cómo pudiste callártelo desde el campamento.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando? ¿Conozco a tu alma gemela?

Ok, oficialmente ya no entendía nada. Sin embargo, esa pregunta había disparado todas las alarmas de pánico. Distintas alertas comenzaron a pasar por su mente, recuerdos que de repente parecían imprecisos, confusos, y la terrible certeza de que a pesar de que hablaron ninguno logró comprenderse.

—Me dijiste… que sabías desde el campamento. Quién es mi alma gemela, quiero decir.

—No… te pregunté si lo viste. A mí alma gemela, me refería. Porque está aquí, en las nacionales, y también me lo encontré en el campamento. Llevaba semanas sintiéndome culpable por haberlo visto, por intentar hablar con él mientras estaba saliendo contigo —aclaró, nuevamente decaído— Te juro que no era con mala intención. Todavía podría ser su amigo, si me dejara.

—¿Te referías a tu alma gemela? —repitió, cada segundo más horrorizado— Yo ni siquiera sabía que lo viste. Estaba… hablando de la mía. Me enteré hace poco. Y cuando me dijiste que no era correspondido, creí… que te referías a mí.

—Déjame ver si entendí —Atsumu dejó de abrazarlo, para llevar la cabeza entre las manos. Se despeinó, seguro que frustrado por la situación. — Me estás diciendo que viste recientemente a tu alma gemela, y que porque creíste que no le interesas es que estás conmigo. ¿Es eso?

Sonaba terrible poniéndolo de esa forma. Aunque, en realidad, esa era la verdad, por más que no quisiera admitirla.

Odiaba sentirse como una mala persona.

—Bueno, en parte. Desde hoy pensé que éramos dos rechazados haciéndonos compañía —Cada palabra suya parecía decepcionar más al otro. ¿Iba a perderlo? ¿Incluso como amigo? — Lo cierto es… que llevo confundido más tiempo de lo que crees —Tenía que ser completamente honesto. Atsumu valoraría su sinceridad. — La razón por la que te hablé es porque te confundí con mi alma gemela. Y cuando me dijiste que te gustaba otro no se me hizo raro, pensé que seríamos platónicos y ya —A medida que hablaba, una necesidad desesperada de soltar todo se apoderó de él. — Y estaba bien con eso… mientras estuviera al lado de mi alma gemela, daba lo mismo qué clase de relación era —tragó— Pero cuando dijiste que era una cita… creí que me dabas una oportunidad, en parte por ser tu alma gemela. Hoy entendí que no era yo. Y que tú tampoco eras la mía.

—¿Me confundiste con tu alma gemela? ¿Qué demonios, cómo podrías…? —La comprensión cruzó por su rostro como un relámpago. Al instante, se enderezó, separándose de él. A estas alturas, Yamaguchi no sabía ni qué sentir, si el dolor de su lejanía o alivio por estarse entendiendo finalmente. — Mierda. ¿Osamu? ¿Osamu es tu alma gemela? —El impacto fue más de lo que pudo soportar. Se dejó caer en el sillón, tapándose la boca. Apenas parecía respirar por el shock. — He estado saliendo con el alma gemela de mi hermano. De mi hermano gemelo. Supongo que debí haber mencionado que tenía un gemelo. Samu va a matarme. Mierda, va a matarme.

De una forma un poco irracional, se sintió halagado por esa reacción. ¿No significaba acaso que a Osamu le interesaba tanto como para alterarse por eso?

—¿Eso significa… que le intereso un poco? ¿Quiere algo conmigo? Cualquier cosa, está bien ser amigos.

Irónicamente, este caos hizo que comenzara a tener esperanzas. Claro, que las tuviera no significaba que iba a quedarse viendo tan mal al rubio.

—¿Que si le interesas? —repitió, soltando una carcajada un poco histérica. — Por supuesto que le interesas. Me sorprendería que solo como amigo. Eres exactamente el tipo de Samu… no sé por qué me sorprende. Es obvio que estás hecho para él. Eres lindo pero puedes ser igual de burlón. Debí suponerlo. Ya decía yo que no te recordaba, por eso no entendía tu primer mensaje.

Todo cobraba sentido. Se miraron fijamente, casi sin aliento por la extraña situación en que se encontraban. Era casi cómico que llegaran tan lejos por no haberse entendido.

—Bueno… ahora que aclaramos las cosas —carraspeó— ¿Qué quieres hacer?

Ahora podían poner las opciones sobre la mesa. Y, por la repentina timidez que se había apoderado de él, gracias a las esperanzas surgidas con Osamu, no quería ser él quien sugiriera la peor de todas.

Por más que hubiesen salido, Atsumu seguía siendo su hermano. No era un imbécil como para pedirle guardar silencio, puede que lo viera como una traición hacia él, más aun luego del error que resultaron ser sus citas. No un completo error, si le preguntabas a Tadashi; él estaba feliz de conocerle, de ser cercano con su cuñado, aunque hubiesen estado cerca de ser algo más.

—Bueno… empezando por lo obvio, supongo que dejaremos cualquier tipo de salida que insinúe algo más de amistad —declaró, evidentemente avergonzado— No puedo salir con el alma gemela de mi hermano. Menos cuando estoy seguro de que vas a gustarle.

Era tan buen chico. Seriamente, no entendía cómo era posible que alguien lo rechazara. La persona que le gustaba se perdía de un gran partido. — Y sobre lo demás… no tengo idea. Si le decimos de esta… relación que tuvimos tú y yo…

—¿Estaría molesto?

—Por decirlo suave. Ni siquiera sé si me creería que no sabía nada.

—Y no tendría por qué confiar en mí, siendo un completo desconocido —completó con pesimismo. El futuro parecía menos alentador que antes. — Odio pedírtelo, pero parece que solo tengo una opción —Suplicante, lo tomó de las manos, haciendo que lo mirase a los ojos. — Por favor, no le digas que salimos juntos.

—¿Ustedes qué?

A ambos se les paró el corazón, volteando de inmediato. Allí, pillándolos in fraganti en su conspiración mientras ellos estaban con las manos tomadas, se encontraba Osamu.


El capítulo se sintió corto al escribirlo, pero era mi deber cortarlo en esa parte. Pueden suponer lo peor, al menos por ahora.

¡Gracias por seguir hasta aquí! Hasta la próxima