Holis (*)

Antes de comenzar el capítulo, quería decir que, a partir de ahora, y de ser necesario (obviamente), pondré un pequeño glosario al final de cada capítulo, con la finalidad de aclarar algunos términos que se irán incluyendo en los próximos capítulos de la historia, así como referencias y/o personajes mitológicos (que no, o aún no están en el canon de la historia original, ni en los spin offs), en una breve explicación de quienes son para

que se den una idea de cómo influirán en la historia...

Bueno, ahora sí a leer :3

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Ruidosamente suspirando, se permitía unos momentos, para cerrar plácidamente sus párpados, logrando aliviar el penoso cansancio, que iba poco a poco, invadiéndolo.

Un agotador vuelo desde Japón, que, junto con las ganas de permanecer al lado de Hades, lo mantenían ansioso; una audiencia que solamente había servido para ser una distracción, permitiéndole a los dioses gemelos, liberar y regresar a Hades en el Inframundo.

Además, de imponer un presuntuoso compromiso, que tendría como único final, alejarlos definitivamente con un matrimonio y un lazo de por medio.

No se consideraba lo suficientemente cruel, para tener un matrimonio con un lazo de por medio, y adicionalmente hijos con otros omegas. Algo que consideraba completamente injusto era precisamente eso; mientras un alfa podía ir donde fuera, consiguiendo amantes y teniendo hijos; un omega sólo podía follar con el alfa, al cual tenía su lazo.

Lo único que podía aceptar de su género, era saber que existía alguien para él, alguien que lo acompañaría en la eternidad; era su bálsamo para un mundo severamente cruel, donde dioses, ninfas, humanos y titanes, eran regidos por el destino, un destino que a veces era implacablemente despiadado.

"Repentinamente una brisa fresca erizaba su cuerpo, y, parpadeando de prisa sus ojos, para abrirlos de par en par. Sin darse cuenta, su cuerpo lo había conducido sin rumbo fijo a lo largo de los pasillos del imponente templo olímpico, para terminar con demasiada cercanía a las afueras del templo.

"Los pilares alzándose a los costados, no dejaban de serle completamente imponentes, no obstante, una extraña sensación de alerta iba expandiéndose por su cuerpo, a la misma velocidad, de que sus latidos ya apresurados corrían.

"Confundido, continuaba caminando sobre el largo pasillo, que, desde su nacimiento, se había dado a la tarea de observar, a la vez que él continuaba con su camino, sin ningún recuerdo.

"'No recuerdo haber venido aquí.'

"Sabía a donde se dirigía ese pasillo, y dirigiendo su mirada hacia el frente, podía mirar como el vasto cielo nocturno, se alzaba con la inmensa cantidad de estrellas tintineando. Y así tan natural, como el aire, una hostilidad podía sentirse con el cosmos que emanaba cada rincón de ese templo onírico.

"Suspirando giraba su cabeza a todos lados, su cuerpo tenso y alerta, se giraba hacia atrás, en un intento por encontrar entre las sombras que se iban formando en el camino que quedaban detrás de él.

"—Puedes salir de donde sea que estés... Hypnos —Satoru hablaba para únicamente resquebrajar la inquietante calma.

"El sonar de los pasos metálicos se estrellaban en las gruesas paredes del lugar, cada vez más cerca de donde se encontraba. Presionando sus manos en un puño, sólo podía mirar como el dios se acercaba con tranquilidad. En un movimiento fluido, Satoru se volvía hacia la densa oscuridad que poco a poco iba acercándose en una humeante penumbra.

"—¡Fascinante, Atheno! —El eco de su voz molestaba en el interior de sus tímpanos, y en medio de la absorbente oscuridad, la tenue luz iba descubriendo las negras túnicas que se balanceaban debajo de la impresionante armadura, que con un ritmo hipnótico que iba asciendo con demora, a la vez que su rostro oculto, era revelado con la tenue luz violácea de la estrella de cinco picos de su frente—. No se puede esperar menos del dios de la guerra.

"—¿Qué quieres? —Ignorando las palabras del dios del sueño, intentaba vigilar cada movimiento del molesto dios—. Nuestro último encuentro no fue agradable, me atacaste en los Campos Elíseos, no creo que ahora vengas pacíficamente a charlar.

"—Cierto, puedo hacerlo nuevamente, —respondiendo con un semblante seriamente pacifico, notaba algo en su mirada—, sin embargo, sólo he venido para cumplir órdenes de mi señor... Pide que cumplas tu palabra.

"Manteniéndose firme, con los ojos de Hypnos, que mirándolo desafiantes al mismo tiempo que iba acercándose, mostrando su soberbio rostro en medio de la tenue luz. Mirándolo con sus vacíos ojos dorados, acercándose, quedando a escasos pasos de él.

"Cara a cara, Satoru miraba a esos despreciables ojos con decisión y resolución desafiante. Un par de alfas que dejaban que la tensión creciera, y fuera cada vez más molesto para ambos dioses, así como la necesidad de iniciar una violenta pelea, que no cesaría únicamente con el propósito de autoproclamarse el alfa de Hades.

"—Cumpliré.

"—Mi señor, no lo cree así —ladeando sutilmente su cabeza hacia un costado, mostraba una sonrisa, que sólo lograba irritarlo más—, después de todo, no lo hiciste la última vez.

"—¡Cierra la boca, Hypnos!

"—De ser así, debes salir a las cercanías del Olimpo... el tiempo corre, Atheno."

Abriendo los ojos repentinamente, Satoru apoyaba sus brazos sobre el kline [1, levantando su cuerpo. Con su rostro bañado en sudor, sentía cómo sus latidos corrían descontrolados, como si peleara de su interior para escaparse de su pecho. Entre cada jadeo podía sentir cada músculo de su cuerpo, listo para saltar a un ataque inminente.

La inquietud que Hypnos le había provocado al introducirse en su sueño, le dificultaba lograr calmarse. Tardaba en recuperar la calma, al mismo tiempo que comenzaba a notar como el ambiente de sus aposentos estaba llenos de sus feromonas.

Tratando de aspirar lenta y acompasadamente, Satoru intentaba lograr de apaciguar su angustia, al mismo tiempo que bajaba con cuidado sus pies al frío y blanquecino piso.

Inhalando, exhalando, sus pulmones subían y bajaban, a la vez que sus temblorosas manos se acercaban a la pesada puerta.

A pesar de haber follado con él en una de las noches más felices de su vida, y sentir como su resistencia era casi nula, sentía que no era realmente una entrega. Estaba seguro de que, quería estar a su lado, que quería desearlo y amarlo en todo momento, que era su destino, porque lo sentía a cada segundo que pasaba cerca y lejos de él; pero no estaba seguro de que sobrepasaría la soberbia del dios, y, aun así, estaba dando ese importante salto de fe, tal vez, y muy probablemente, dándole la espalda a los que tenía que proteger.

No sabía lo que iba a suceder, sin embargo, estaba listo.

Había dado su palabra a Hades, debía salir de la protección del templo y sin ninguna resistencia, entregarse pacíficamente.

El ruido sordo de la puerta cerrándose detrás de él, había sonado casi imperceptible, para luego, comenzando a caminar por el largo y solitario pasillo de piedra caliza, junto con las incandescentes antorchas, que iban disolviendo la densa oscuridad que las envolvía, acompañándolo con el casi imperceptible eco de sus pasos.

Acelerando sus pasos, Satoru iba moviéndose entre los formidables pilares del pasillo. A pesar de que Zeus no le había dicho directamente, estaba al tanto, de que no estaba de acuerdo con que se uniera con Hades.

Quizás había sido demasiado brusco al decir la verdad, de lo contrario, no entendería lo que estaba a punto de hacer, y sería capaz de culpar a Hades de lo que estaba haciendo solo por poner una excusa más para evitar que se acercara a él.

Pero esta sería, tal vez, la última oportunidad que tendría, de ser definitivamente, su alfa.


Con los brazos cruzados sobre su pecho, sus dorados ojos se perdían en los largos y caminos que iban cruzándose uno a uno, elevándose en un pendiente escarpada y rocosa, donde, imponentemente un templo de piedra caliza se elevaba con majestuosidad, bañándose y reflejando con delicadeza el ligero brillo de la luna llena, a su vez que espesas y los girones plateados de escasas nubes que le daban una apariencia exquisitamente fantasmagórica.

Thanatos llegaba a su lado, y sin dejar de mirar lo que había sido su antiguo hogar, soltaba un suspiro, lleno de melancolía.

—¡Tan sublime, como siempre! —Thanatos hablaba seriamente, sintiendo como la mirada del dios se posaba en su rostro con el ceño fruncido—. Ha pasado tanto tiempo, desde la última vez.

—Así es... —Contestando difusamente Hypnos entrecerraba sus ojos, con la mirada evidentemente perdida—. Sin embargo, hemos venido por Atheno, no a revivir el pasado.

Un bufido salía de los labios del gemelo mayor, Hypnos casi de inmediato, giraba los ojos hacia su costado, con un ceño marcadamente fruncido.

—Tan servicial como siempre lo has sido, hermano.

—¿A qué te refieres, Thanatos?

—Fuiste el amante de Zeus por años, incluso fuiste capaz de ocultármelo —con un tono notablemente irónico y dolido, Thanatos continuaba con una conversación, evidentemente no deseada—, podía soportarlo, sin embargo; no entiendo porque permitiste que Hera te engañara; si hubieras hablado, los dos estaríamos aún este lugar.

Inhalando profundamente, sentía la molestia creciendo con rapidez en su interior, a su vez sabía que, si se dejaba llevar por las provocaciones de Thanatos, habría caído sin remedio en su juego retorcido.

Volviendo su mirada hacia el intricado camino que protegía el gran templo de Zeus; Hypnos buscaba cautelosamente algún rastro de su presencia, había sido claro en el sueño del dios.

Sabía que Hades lo había convencido de salir del refugio y protección de la sagrada estancia, y entregarse sin protestas; gracias a la clara intención asesina, que parecía haberse intensificado después de su rapto.

No obstante, los pensamientos caóticos de su señor lo confundían, sólo había pequeños fragmentos inconexos donde la ira, la impotencia junto con una extraña oscuridad invadían todo. Con su poder suprimido y además de la molesta imagen de Atheno tomando sus labios, así como las manos inquietas del dios que recorrían con torpeza su cuerpo.

Sin estar plenamente seguro de que tan lejos había llegado el acoso del joven dios hacia su señor, mantenía la calma; pero de lo que, si estaba seguro, era que Atheno pagaría.

—Has estado muy callado, Hypnos —Thanatos interrumpía sus pensamientos al mismo tiempo que entrecerraba sus ojos —. ¿Qué te tiene tan inquieto?

Girando una segunda vez su mirada, el gemelo menor presionando, a su vez, su cuerpo entre sus brazos acentuando las arrugas en su entrecejo.

—Sigo pensando que tener a Atheno como prisionero, es un error —mintiendo con una impresionante naturalidad, Hypnos volvía la mirada al paraje rocoso, evitando la mirada de su hermano y centrándose en lo más alto del camino—, no sabemos de qué será capaz de hacer, una vez pise el Inframundo.

—Piensas demasiado...

—Se está acercando —Hypnos interrumpía a su hermano, tensando su cuerpo.

—También puedo sentir su presencia.

A lo lejos, una figura se acercaba con tranquilidad en el complicado camino. Los largos cabellos violáceos se mecían rítmicamente contrastándose con las pálidas vestiduras bañadas con la brillante luz de la luna.

Su cuerpo comenzaba a tensarse, aspirando profundamente el aire, llenando sus pulmones. Estando a pocos metros del joven dios, un delicado aroma a musgo comenzaba a llenar el lugar, al mismo tiempo que miraba de soslayo al dios.

"Tranquilo Hypnos, no puede hacer nada."

A unos metros, Atheno detenía sus pasos con la mirada clavada en sus ojos y a igual él tenía el ceño fruncido; ambos dioses parecían no moverse; mientras tanto, además del aroma de su hermano, las feromonas de Atheno, iban llenando el aire. Solamente podía oler las fragantes esencias a musgo y olivo alrededor suyo.

—Es suficiente —Sin apartar la mirada de Atheno, hablaba para calmar a ambos dioses—. No podemos hacer esperar a mi señor.

Poco a poco el intoxicante ambiente se dispersaba con la ligera brisa que corría con suavidad entre los angostos caminos del Olimpo.

Inhalando profundamente, percibiendo como las feromonas de ambos ya se habían dispersado casi por completo, en un solo movimiento, giraba su cuerpo para quedar de costado, su hermano, copiaba al mismo tiempo dejando un espacio entre uno y otro. Permaneciendo inmóvil, el dios únicamente se mantenía con una expresión severa, apartando por fin la mirada de él.

Reanudando su camino Atheno caminaba con sigilo, con la mirada al frente, de inmediato, Hypnos se volvía a él, mirando su espalda reanudaba su camino siguiéndolo de cerca, y, a sus espaldas los pasos de Thanatos se hacían escuchar cerca de él.

Tenerlo en el Inframundo era una idea que le desagradaba, pero no podía oponerse a las órdenes de Hades, sin embargo, de la misma manera, podía encontrar la manera de hacerle ver, que su señor le pertenecía él.

Después de todo, no dejaría ir fácilmente a quien era su salvación.


Envuelto en la calma de la estancia, sentado pacíficamente en su trono, jugueteaba con las oscuras cuentas entre los dedos de su mano zurda, sin despegar mirada del delicado dosel, a espera de las noticias de sus consejeros.

Habían pasado unas horas desde Thanatos e Hypnos habían salido por Atheno con dirección al Olimpo; y a pesar de saber que el dios había aceptado su irracional petición, seguía sorprendiéndole, así como sintiéndose satisfecho de que así fuera.

Sin embargo, en su mente, aún tenía el rostro contrariado de su hermano, ante el fastidioso interrogatorio. Conocía de sobra a su hermano, y así como lo quisquilloso con asuntos que competían a sus hijos; en especial, cuando estos afectaban directa o indirectamente sus deberes como dioses.

Con un suspiro un tanto ruidoso entrecerraba sus ojos dejándose llevar por el silencio, que, estaba comenzando a tener un efecto extrañamente calmante.

El riesgo de que su honor fuera manchado por el atrevimiento de Atheno, era grande, sin embargo, de un modo u otro, saldría impune al lavar su honor con sangre.

Unos sonoros pasos comenzaron a oírse dentro de la sala, que con un ligero sobresalto le ayudaban a deshacerse del inesperado letargo que ya lo invadía.

Aspirando con profundidad el aire de la estancia; un escalofrío atravesaba su columna con una igual inesperada fuerza, al detectar un aroma intenso a olivo. Junto con esa fragancia, se podía detectar el notable estrés del emisor que mientras se adentraba en la cámara, se podía pedir y sentir como este aumentaba.

A través del delicado dosel, las tres figuras se acercaban sin titubeos, cuando su mirada se clavaba en el dios, que caminaba entre ambos gemelos.

Poniéndose de pie con lentitud el dios del Inframundo se incorporaba en un movimiento completamente tranquilo, al mismo tiempo que las ansias de mirarlo fijamente a los ojos, intentaban a traicionarlo para bajar sin recato, aquellos escalones, sólo para mirarlo directamente haciéndose preguntar, como luciría de patético el rostro de un alfa derrotado y humillado por un omega.

Tras traspasar la delicada cortina podía mirar con más claridad como los tres dioses se detenían a unos metros de los peldaños, al mismo tiempo que Hypnos y Thanatos se arrodillaban a ambos costados del dios de la guerra.

—Mi señor, lamento la demora—Hypnos desbarataba el silencio de la sala, con la mirada agachada, al mismo tiempo que su atención se dirigía al rostro solemne del dios, clavando su mirada en sus ojos límpidos—, pero cruzamos el Inframundo como pidió.

Continuando su descenso, Hades podía mirar el aspecto desliñado del dios, las orillas polvorientas y ligeramente raídas, así como, el cansancio se plasmaba junto con su fuerza, en las ojeras que aún se podían ver debajo de sus ojos.

Mirando como de pies a cabeza, unas gastadas, negruzcas cadenas se encontraban intrincadamente enredadas, que se cruzaban sobre su pecho, la parte baja de su espalda, y piernas que apenas le permitían una adecuada movilidad, y al final de estas, en las puntas que colgaban, unas esferas metálicas que no serían nada para un dios; no obstante, con los necios sellos que se adherían a las cadenas, con su nombre escrito con su propia sangre, era obvio el esfuerzo que había necesitado.

A pocos pasos de la posición de los dioses, Hades terminaba de descender las escaleras para detenerse a escasos pasos de sus lugares.

—Bien —Con una voz helada, el dios del Inframundo contestaba al dios del sueño, sintiéndose extasiado con la vista—. Déjenme a solas con él.

Levantando la mirada, los gemelos lo miraban con desconcierto y una cautela extrema en las miradas de ambos dioses, así como la extraña reacción en el rostro de Hypnos ante sus palabras.

—… Pero manténganse alertas —contestando aleatoriamente, el dios se erguía a vista de Atheno—, por si se le ocurre intentar algo estúpido.

Asintiendo, ambos dioses comenzaban a desvanecerse lentamente, hasta desaparecer por completo, dejándolos en un lugar completamente solitario y con un silencio que molestaba extremadamente.

Hades extendiendo su mano diestra hacia él; hacía un movimiento lento y natural, de un costado a otro, cuando los sellos se desgarraban hasta hacerse girones inservibles; a su vez, las pesadas cadenas se volvían polvo que se dispersaban con un inexistente viento.

Dando traspiés, Atheno caía sobre sus rodillas en un sonoro golpe, con sus cabellos bailoteando después de un violento movimiento, respirando entre jadeos sonoros al mismo tiempo que levantaba la mirada hacia él.

En otro movimiento el sonido de las cuentas chocando entre sí, provocaban que su entrecejo se arrugara, en el preciso instante en que tomaba la longitud del collar e iba introduciendo su cabeza en el mismo, dejándolo tambaleante sobre los cabellos que cubrían su cuello.

Hades comenzaba a cercarse al dios, y con un largo dedo tomaba la barbilla de Atheno, levantando ese cansado rostro. Esbozando una sonrisa, volvía a fijar su mirada en sus ojos, ahora completamente abiertos.

—De ahora en adelante —estando cerca de la cara de su enemigo, estaba seguro de que su aliento le rozaba peligrosamente, cuando por mera diversión, comenzaba a liberar sus feromonas frente al dios—, tú y yo, vamos a divertirnos, Atheno.

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[1]Kline: (del griego κλίνη, y en plural klinai) Es una especie de diván, de forma rpppectangular que medía 80 centímetros por 1.80 de largo; se apoyaba sobre cuatro patas, dos de las cuales podían ser más largas que las otras, pudiendo tener un apoyabrazos o una cabecera. En estos muebles se utilizaban el cuero, lana o lino, aunque también podría haberse utilizado la seda. Los cojines o el propio lecho podían estar rellenos de lana, plumas, hojas o heno.

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Holis ' (*﹏*) ′

*¿Qué les pareció el capítulo de hoy?

*Extrañamente siento que este capitulo

es más intenso que los anteriores, confesando que

planeaba que fuera por este rumbo, pero no que

se dieran, así las cosas.

*¿Consejos para los siguientes capítulos?

0

-Preparen pañuelos, no quiero llorar sola,

-Tomen agua.

*Ahora que recuerdo, una vez me dijeron que

yo era muy cruel con los personajes, ahora

creo que tenían razón...

*No sé qué más decir,

sin dar spoiler...

*Bueno es todo por hoy,

nos vemos en el siguiente capitulo

Bye, bye (ᴗ)