PASIÓN E INTRIGA: APASIONADOS

PARTE 6

La noche era hermosa, llena de estrellas y de brisa fresca, ver el cielo desde el castillo era inspirador, y así, mientras caminaba hacia el despacho de la condesa, un nombre acaparó sus pensamientos – Óscar… ¿estarás descansando mi amor? Te extraño, quisiera estar contigo ahora, sintiendo tu piel, tu calor…- Miró al cielo y en los hermosos ojos verdes se reflejaron las luces de la cúpula celestial…

El despacho de la condesa se ubicaba al final de un lujosísimo recibidor; en el cual, se encontraban dos escritorios finamente labrados frente a frente y entre ellos, la amplia puerta de la oficina.

Avanzó a paso seguro y al llegar a la puerta, notó que esta estaba abierta, extrañado y con mucho cuidado tocó muy despacio, pero nadie atendió. De pronto se percató de un ruido que venía del fondo de la pieza, preocupado pensó que no podía ser indiscreto; pero debía averiguar, ya que podría tratarse de alguien que no debería estar allí.

Decidido, abrió la puerta lentamente, se agazapó y agudizó su vista, la luz de las velas de la lámpara de araña en el techo, iluminaban lo suficiente para distinguir cualquier movimiento e incluso percatarse de detalles, en silencio y con paciencia contuvo la respiración y esperó….

-o-

Óscar no lograba conciliar el sueño, lo necesitaba, quería sentirlo a su lado, escuchar su voz, sentir su respiración… estaba inquieta, no sabía porque –Maldición, ayer no me dijiste que te quedarías. ¡y tres días! ¿no sabes acaso, que te anhelo en mi cama? ¿no sabes que decirte, te amo, me hace feliz? ¿porque no me dijiste nada?, me hubieras hecho el amor, para no extrañarte tanto…-

Intranquila se dio vueltas en su lecho. Por más que cerraba los ojos, no lograba dormir, siempre aparecía el y detrás una silueta femenina…

- ¿Qué me pasa? ¿Por qué me siento así? ¿Por qué siento temor por tí? No, es mi imaginación… es porque te extraño… André…

-o-

Del sillón más amplio, se levantó con el torso desnudo, la bellísima Arllette, sus senos estaban al aire, su cabeza inclinada hacia atrás, en su rostro se dibujaba el placer, se movía de arriba a abajo gimiendo. Dos manos masculinas se alzaron y cogieron los senos áureos de la condesa, cada una masajeaba con delicadeza esos montes imponentes. Presa del deleite, salieron súplicas de su boca escarlata, por momentos eran órdenes hacia el amante que estaba debajo de ella - así… así…. Sigue… sigue –

Por un instante, André se perdió en esa visión erótica y celestial, sus ojos de hombre se deleitaron con la piel desnuda de la preciosa condesa. Sintió que, un calor en su cuerpo, empezaba a invadirlo completamente haciendo que su corazón latiera a mil.

A pesar de su estado, recuperó la conciencia como pudo y se incorporó para salir lo más rápido que sus piernas le permitieron, no podía quitarse de la cabeza esa magnífica visión, caminó hasta el patio y respiró hondo… - Piensa en Óscar, piensa en Óscar – Se dijo…. Cerró los puños y se obligó por un breve instante a recordar los momentos más bellos junto a la rubia, su confesión de amor, el primer beso de enamorados, sus juegos de la niñez, el primer encuentro… y en pocos minutos, su corazón volvió a la normalidad.

¿Soldado Grandier? – Un hombre alto y rubio, de cabellera bastante corta y ojos profundamente azules, se acercó extrañado al ojiverde. A pesar de que sus ropas eran finas, se notaba que no era un noble francés, pero si muy apuesto.

Si, soy yo.

Soy Joseph Smith, asistente de la Condesa, es un placer conocerlo.

El placer es mío, soy André Grandier, soldado de la Compañía B.

El rubio, esbozó una ligera sonrisa. –Vaya soldado Grandier, ahora comprendo porque lo seleccionaron para adiestrar en modales- Alargando el brazo, le indicó el camino hacia el despacho de la condesa.

He sido afortunado en recibir una instrucción especial durante mi niñez y adolescencia. ¿En qué, puedo servirle? - Caminaba despacio pero firme, ambos tenían la misma altura y porte, a André le pareció un hombre bastante educado, pero misterioso.

Necesitamos que redacte dos informes dirigidos al Coronel Dagout y al general Bouillé. Se preguntará porque usted y no yo- Sonrió.

Temo que si, Monsieur.- Sonrió igualmente, mientras estudiaba sus gestos.

Entiendo. El motivo es mi obligación de inspeccionar los diversos ambientes en el castillo, durante todo el día. También redacto, pero son cartas en la que se requieren una discreción especial. Usted comprenderá.

Por supuesto. Será un honor ser útil. -

Los dos hombres continuaron su camino hasta cruzar el umbral del recibidor, desde donde André se percató que la puerta del despacho aún estaba entreabierta, algo que le trajo a su mente, la imagen semidesnuda de la preciosa Arllette, y sin poder evitarlo empezó a sudar.

¿Se siente usted bien, Grandier?.

Si no se preocupe, creo que es el cansancio. – Trató de desviar la atención. – Me extraña que la puerta de la oficina no esté cerrada, espero no estar exagerando.

Oh, es cierto. Permítame. – Sin ver en el interior, Joseph Smith, cerró la puerta de un solo movimiento. Luego indicó a André con la mano que se sentara en uno de los escritorios. Lo que el soldado hizo inmediatamente.

Esta vez, le indicaré lo que se necesita para enviar el informe. Necesito toda su atención.

Lo escucho. -

Smith, indicó a André, toda la etiqueta requerida en un informe dirigido a altos oficiales, continuando a ello, señaló en que parte del escritorio podía encontrar papel, pluma y tintero. Luego dictó el informe completo, como una prueba. Al terminar, pidió amablemente leer el papel y con una sonrisa de satisfacción, se dirigió al soldado

Excelente, su forma de escribir es muy buena. No necesitamos redactar otro, con este es suficiente por hoy.

Me alegra, haber podido ayudarlo. Si no me necesita para algo más, me retiro a mis obligaciones.

Por supuesto, su disposición es tranquilizante. Lo acompaño.

Es usted muy amable. Le agradezco.

-o-

Ya a solas, en el dormitorio de los soldados de la guardia nocturna, André, recordó a Smith. Encontró varias cosas que le recordaban a él mismo. Su papel de asistente, su educación, estar al tanto de las diligencias de su patrona, etc.

Se sentía más tranquilo con respecto, a lo de la condesa. Haberla visto, lo había sorprendido, pero no se dejaría abrumar por eso. Por último era una casualidad, y las indiscreciones de los nobles no eran su asunto. Era cierto que Arlette de Fourtabant, le parecía hermosísima, pero Óscar también lo era, y sobretodo, lo más importante, él la amaba desde siempre y era correspondido plenamente.

En la madrugada los cuatro soldados de la guardia nocturna se retiraron a descansar, mientras que eran reemplazados por aquellos de la guardia diurna. En la hora del almuerzo todos se reunían para conversar y dar las opiniones de lo observado.

Joseph Smith es el asistente de la condesa. Va estar observando todo, tengan cuidado cómo se comportan.

André ¿es ese rubio alto, de cabello corto?

Si, ¿lo conocías?

Su cara me es conocida, pero en ese tiempo tenía el cabello más largo. Si es él, a quien he visto, entonces, es como nosotros…. Le encanta divertirse…- Tristán sonrió con malicia, y los demás lo siguieron, todos sabían a lo que se referían.

Jejejeje, vamos a invitarle un trago para que nos cuente, sobre la condesa. - exclamó Phillipe.

¡Respétala, cochino! Es una mujer hermosa y educada, siempre huele bien.

Uyyyyyy, hablo el "ojitos lindos". Yo también huelo bien, siénteme… - Olivier levantó el brazo y acercó su axila a la cara de Dressell

¡Retírate apestoso! – Dressell lo empujó con un puñete

¡Ya respétenla!, es una dama. Es la más bella que he visto- cuando terminó de decirlo, Normand no pudo evitar sonrojarse.

¿Más que la comandante?, ¿No vas a decir nada, André? - preguntó Armand e inmediatamente todos voltearon a mirar al ojiverde.

No hago comparaciones…-

¡Qué bueno porque quería seguir comiendo! - Sin querer, un gas salió por la retaguardia de Pierre

Aaaaaaggggghhhhhhhh! Esto me pasa por comer con pezuñentos.- Gritó Fernand -¡Abran la ventana sucios!-

Pierre no va a abrir porque es su aroma- Armand se tapó la nariz

¡Ya terminen de comer, carajo! Ahí viene el asistente de la Condesa. - André se apuró en terminar. – Mierda! Abran la ventana.

Buenas tardes caballeros. Me disculpo por interrumpir su almuerzo. Pero me temo que es necesario… Soy Joseph Smith asistente de la Condesa de Fourtabant. Tengo la obligación de inspeccionar todo el castillo y de gestionar todo en cuanto a él. Por favor mencionen presente cuando escuchen su nombre. Muchas gracias. Por cierto, es por esta única vez que llamaré por lista.

Después de llamar por lista y reconocer a cada uno, Joseph Smith, agradeció la disposición y se retiró.

Es él, estoy ahora seguro. Aquella vez tenía el cabello hasta el hombro. ¿Sabían que el viejo Claude, el de la posada, habla inglés? Lo hablaba con el tal Smith… parece que es, cliente asiduo. - Tristán siguió comiendo – ¿Se acordará de mí?, creo que compartimos a la chica…jejejejejejeje.

La pobre, lo que tiene que coger por comer. - Se burló Pierre.

Todos rieron, Tristán le aventó una papa a Pierre y esta rebotó al plato de Dresselle, el cual molesto les gritó – No desperdicien la comida ¡mierda! - A lo que todos se calmaron y siguieron comiendo.

Tristán Candau era un joven de 23 años, experto en rescate y combate cuerpo a cuerpo. Era fornido y muy sociable, le gustaba visitar a meretrices, pero como la mayoría de la compañía B hacía, las trabajadoras frecuentes eran del local del viejo Claude y estaba seguro de haber visto más de una vez a Smith como cliente en aquel sitio muy visitado por parroquianos. Lo raro, era que, lo vio por primera vez hacía sólo 3 meses antes de la visita de la condesa. – Tal vez preparaba su visita, lo que no tendría nada de extraño- pensó.. – Bueno, es como nosotros, así que me responderá la interrogante-

Las dos noches siguientes, pasaron sin novedad, André redactaba un informe por día, el que era recibido y supervisado por Joseph, luego regresaba con los demás para continuar con la guardia nocturna.

Óscar, tuvo que dormir sola esas noches extrañando el cuerpo de él, trataba de no imaginar más a Arlette de Fourtabant y su mirada, ese extraño brillo, que sólo otra mujer podría percibir, y que notó cuando André y ella se conocieron. Ese día, antepuso su deber antes que sus temores, como siempre lo había hecho, pero una pequeña flama de angustia e inquietud había empezado a arder en el pecho de la rubia. Era un presentimiento femenino, una llamada de alerta y para eso no estaba entrenada…

André por su parte pensaba en Óscar como siempre. En la tarde del tercer día de su guardia nocturna, acompañó a la condesa al teatro, junto a Normand y Dressell dentro de su carruaje. Arlette de Fourtabant, tenía una conversación exquisita y hacía reír a los soldados más de una vez. Aparte de su elegante vestido, portaba como accesorio un abanico precioso y grande, el cual lo movía coquetamente.

Estaba sentada justo delante del ojiverde, y en un momento del viaje, le preguntó por lo informes que hacía con Smith, e insinuantemente le pidió que le cuente la primera vez que su asistente le ayudó a escribir…

Sin poder evitarlo, vino el recuerdo de la desnudez de la Condesa, y sin querer comenzó a sudar…

¿Se siente bien, Grandier? Está sudando, no hace tanto calor…

Gracias por preguntar Condesa, estoy bien, es sólo un poco de calentura…

Me alegra escucharlo.- Sonrió, volviéndose más bella, si es que eso era posible.

Normand y Dresselle la miraban embobados… André le sonrió, agradeciendo el gesto, en ese preciso instante, con un ágil movimiento, Arlette cerró el abanico dejando ver su escote, que casi no dejaba nada a la imaginación…..

Los ojos de André recorrieron la piel perfecta de aquel busto, y sin quererlo, dejó de sonreír, en su mente escuchó los gemidos de ella semidesnuda haciendo el amor, quién sabe con quién; vio de nuevo las manos masculinas coger esos senos preciosos, fuentes de tanto placer… Se obligó a voltear la cabeza con rapidez, para mirar a otro lado y no cometer una imprudencia, pero sobre todo, para no faltar a Óscar. Normand y Dressell no dejaban de ver la tremenda delantera de la Condesa.

Espero que su visita al teatro sea de lo más agradable, Condesa. – Habló para desviar la atención, pero sobretodo para pensar en otra cosa….

Desde que ustedes me acompañan ya lo es, me siento muy segura con vuestra compañía jóvenes.

Es un verdadero placer servirle Condesa. – Normand tenía el rostro cada vez más enamorado.

Pienso lo mismo, usted es bellísima… - Dressell se sonrojó, André lo miró inmediatamente, muy serio. – Lamento si la ofendí, Condesa. -

No se preocupe Dresselle, es un halago que me considere bonita.-

Dresselle, Normand y André sonrieron ante esa respuesta. Sin embargo, el ojiverde lanzó una mirada de reproche a Lassalle, por su atrevimiento, cuando ella volteó a ver las estrellas del cielo de París.

No pasó nada en particular en el regreso al Castillo de la Condesa. Al día siguiente, tendrían un pequeño descanso de medio día, Grandier estaba ansioso, no dejaba de contar las horas para ver a la rubia y hundirse en sus entrañas para tocar juntos el cielo.

Al día siguiente Alain llegó al Castillo para el "debido" informe…

Buenos día Condesa

Buenos día Alain, permítame presentarle a mi asistente Joseph Smith, lo vió usted en su anterior visita.

Si, es un placer conocerlo, jefe Soisson. Por favor acompáñeme debo conversar con usted.

Por supuesto, Monseiur- Alain hizo una pequeña reverencia.

Lo estaré esperando en mi despacho Jefe Soissons. – Arlette se alejó con una breve sonrisa.

Alain tuvo que esforzarse para no seguirla con la mirada, sus palabras lo envolvían y como nunca se sintió un títere, pero logró dominarse y continuar hablando con Smith quien lo invitó a sentarse en una silla ricamente labrada de asiento aterciopelado, mientras él se sentaba al frente.

Mi deber es estar al tanto de todas las necesidades del Castillo y de la Condesa, por lo tanto, a diario inspeccionaré todos los espacios en él, incluyendo los dormitorios de los soldados, como usted comprenderá.

Por supuesto Monseiur Smith, si me permite, con esa información facilitaré los informes a la Comandante Jarjayes.

Me tranquiliza escucharlo Jefe Soissons, es muy probable que necesite que Grandier me apoye más días, también la presencia permanente de los Soldados Levallois y Lasalle, ya que la Condesa ha simpatizado con ellos y ella se siente segura con la presencia de ambos en su carroza.

No hay problema con eso, le informaré a la comandante, no creo que se oponga.

Es muy amable. No lo interrumpo más, lo acompaño al despacho de la condesa.

Muchas gracias.

Ambos se dirigieron al lugar, al llegar a la puerta, Smith se despidió. Alain tocó despacio.

Adelante

Condesa, estoy listo para lo que usted necesite y para el informe

Sabía que era usted Alain- Arlette sonrió, embelleciéndose. – Hágame un favor, cierre bien la puerta….

Lo que usted diga, Condesa…

Arlette, cuando estemos solos, quiero que me llame Arlette-

Alain sonrió, cerró con seguro la puerta y volteándose, se dirigió lentamente hasta unos cuantos pasos de ella. Con dulzura y deseo incontenibles le dijo – Arlette.

Me encanta escuchar como dices mi nombre. - Se acercó y rodeó su cuello con sus brazos, depositó un corto beso en los labios masculinos y delgados de Alain. – Casi no podía esperar para verte de nuevo-

Igual yo Arlette. – Estaba sorprendido, pero no podía desapegarse de ella, sus brazos suaves, su aroma exquisito, lo atraparon. Casi involuntariamente se agachó para besarla, lo cual fue inmediatamente correspondido.

Recuerda que esta vez vamos a hacerlo todo. –

Arlette, es usted una condesa y yo, un simple soldado. Estoy a su merced –

Y si te dijiera que soy yo la que está a tu merced y que no quiero resistirme, ¿me llevarías en tus brazos para juntar nuestros cuerpos? –

Esas palabras, apagaron el cerebro de Soisson, se sentía una marioneta, del deseo, de los nobles, se odió. Pero ya no podía negarse, estaban las puertas abiertas al paraíso y él sólo tenía que cruzarlas.

Se besaron apasionadamente. Con cuidado, la cargó como si fuese un adorno de porcelana, para luego acostarla sobre la alfombra. Con la experiencia ganada en las tabernas, la desvistió con rapidez, mientras que Arlette, le desabrochaba la chaqueta y el pantalón. Finalmente, desnudos, rodaron en la alfombra quedando ella arriba, lo que aprovechó para besar y saborear ese cuerpo poderoso, esos músculos fuertes. Empezó por el cuello, sintiéndolo poderoso, lo que la invitó a morder cada músculo con algo de fuerza, provocando corrientes de placer en el soldado. Sus manos, recorrían sus pectorales, que subían y bajaban rítmicamente por la excitación; mientras él acariciaba suavemente la espalda femenina.

La experimentada condesa siguió bajando, saboreando aquel tórax poderoso y mordiendo los bíceps de sus brazos, descendió hasta su vientre y continuó para llegar al miembro y enloquecer a ese hombre que destilaba fuerza y resistencia. Sin embargo, Alain, la tomo por la cintura, y la alzó, con poquísimo esfuerzo, hasta que sus senos quedaron a la altura de su cara. Arlette separó las piernas para apoyarse con sus rodillas en la alfombra mientras que él besaba su busto mientras que las deliciosas y voluptuosas nalgas femeninas eran masajeadas por sus manos. Ella cogió los hombros masculinos para apoyarse.

Continuando con la faena, Alain la cargó y la sentó en el sillón, se arrodilló delante de ella, y levantó sus piernas, para tocar ese punto íntimo de ella. A medida que la lengua del soldado se movía con mayor rapidez, el cuerpo de la bellísima condesa vibraba por el placer, no paró hasta que llegó un potente orgasmo.

La cargó nuevamente hasta una silla, la acomodó de tal modo que las rodillas quedaron en el asiento y su busto son sus manos en el espaldar mostrando el trasero al aire, y así, sin pensarlo la penetró, Arlette gritó al sentir la entrada de ese miembro grande, grueso y muy duro, respiró hondo, se incorporó un poco cuando él inició las embestidas, sonrió de placer al escucharlo gemir detrás de ella…

Eres tan bella- lo decía mientras que acariciaba su espalda con sus manos y besaba su piel, sin dejar de moverse

No te resisto Alain, me gusta lo que haces- ella temblaba con cada caricia y beso, gozaba con cada empuje, estaba encantada con la rudeza de ese cuerpo musculoso y poderoso ….

Ah…ah… ah!... no me has dejado saborearlo primero…

Quiero ser yo, quien decida cuando terminar, bella Arlette… si no le ofende… - siguió moviéndose…

Y si te dijiera…. Que si te detienes… yo te haría terminar…-

¿En serio preciosa? - Se detuvo, curioso… -Nadie lo ha logrado…-

Con la respiración agitada, y una hermosa sonrisa, la Condesa se dirigió a Alain..

Es que no te entienden…- Un brillo especial y casi malicioso apareció en su mirada, su sonrisa se amplió. Contrajo con fuerza los músculos de su cavidad más interna y de la parte baja de su pelvis y luego soltó… Alain soltó un gemido fuerte, Arlette volvió a utilizar esas contracciones musculares una vez más y soltó otra vez, el soldado se sorprendió por este placer inesperado y exquisito. Nuevamente utilizó su técnica, pero esta vez, no soltó el miembro, rodeó con su pierna derecha hasta la cintura de Soisson apoyó el otro pie en el suelo y con sus manos se sostuvo del asiento del mueble. Alain la cogió de las caderas, sin moverse, se sintió domado, dominado por la maestría de la hermosísima Condesa y eso lo asustó.

Ella tenía ahora la sartén por el mango, apretando ese pedazo de carne, empezó a mover sus caderas, con rapidez. Soisson no pudo detenerla, estaba anulado por ese gozo, su esencia se disparó bañando el conducto femenino, y gritó. Con cada sonido que salía de los labios masculinos, Arlette se movía más, sentía la vibración de él buscando vaciarse en su totalidad, Alain no paraba de gemir, sus manos temblaban, era la primera vez que sentía el arte exquisito de una mujer fina y bellísima. Ella continuó hasta que sintió que era el final.

Soisson se esforzó por recuperar el aliento, y se recostó en la alfombra, con ambas manos cogió a la Condesa y la recostó sobre su cuerpo.

¿Dónde aprendió eso, Condesa? – Le preguntó intrigado

Una condesa tiene que estar preparada… para un hombre como tú. –

Vaya, parece que los nobles piensan en todo. -

Digamos que sí. - Acarició su pecho.. – Me encantó Alain, pero ahora debo hacer unas diligencias… En el cajón de la mesa está el informe redactado llévalo de inmediato, hay mucho que hacer… No olvides cambiarte… Se levantó y recogió su vestido.

Por supuesto Arlette, aunque debo confesar que me siento como un muñeco que da placer…. Jajajajaja!. Se puso de pie, abrió el cajón y recogió su uniforme y sus botas.

Con ese cuerpo jefe Soissons, puedes darle placer a toda Francia. Depositó un corto beso en sus labios… debo de salir en un momento

¿Desnuda preciosa? ¿Quieres dar un espectáculo?

Eso es sólo para ti…

No me digas eso Arlette, me puedo enamorar de ti.

La Condesa sonrió ante esas palabras, besó de nuevo los labios del soldado y le indicó que se marchara con el informe… - Te veré de nuevo en tres días…

Todo lo que tú quieras hermosa. - Antes de salir, se detuvo y volteó - Condesa, ¿puedo pedirle encarecidamente un día de descanso para los soldados en vez de medio día? -

Por supuesto Alain, sólo te pido que Dresselle y Normand regresen antes que los demás.

Estarán felices por eso. –

Yo también los aprecio – Sonrió cuando lo dijo, antes de retirarse,

Dicho esto, Alain se retiró al salón del costado. Lugar indicado por ella.

-o-

Alain, Tristán , Francoise y Pierre fueron a la taberna de siempre a pasar la noche.

Normand y Dressell se quedaron por voluntad propia con la Condesa. Los demás visitaron a otras meretrices de tabernas continuas donde eran caseritos…. André partió a la carrera a encontrarse con Óscar en la mansión.

Alain y los demás pidieron cervezas para empezar, reían, bromeaban, hasta que Pierre les avisó..

¿No es ese Joseph Smith?

Si, ¿no les dije? Él ha venido antes aquí. Le invitaré una cerveza. – Tristán se levantó con una jarra en la mano y se acercó a Smith que estaba de espaldas en la barra esperando a Claude. – Buenas noches Monseiur, me preguntaba si me aceptaba un vaso de cerveza.-

Smith, volteó sorprendido – Oh, es usted Soldado Candau, por supuesto que le acepto la cerveza, por favor siéntese-

Gracias Smith, ¿viene usted seguido?

No, es la primera vez que estoy aquí.

Vaya, entonces el trago me hizo confundir a otro muy parecido a usted, jajajajajaja… Sólo con el cabello más largo

Jajajajaja, pues siempre lo uso corto, es más fácil para mi trabajo

Salud.- Tristán había servido dos vasos

¡Salud!.. Smith bebió todo de un trago

Tengo una hermana que trabajó para un noble inglés, tuvo que aprender el idioma y luego nos enseñó a nosotros

¿Habla inglés, Candau?, ¿puedo entonces hablarle?

Oh no, no lo hablo, sólo lo entiendo…

Vaya, debo de cuidarme de usted, jajajjajajaja

Jajajajajajajajaja

Ambos siguieron su tertulia, bebiendo alegremente en la barra de la taberna, mientras los demás reían en la mesa del medio..

-o-

André llegó a la mansión Jarjayes, despupes de guardar a césar en el establo, entró a la casa, saludó a Nany y preguntó por Óscar..

Llegó hace media hora, se está bañando… tú también báñate para que puedas descansar.

Si abuela, tienes razón

Puedes utilizar estas cubetas, allá está el agua caliente, luego vienes a cenar con mi niña

André llevó las cubetas llenas de agua hasta su habitación, estaba ansioso y alegre por verla, 3 días, parecían 3 siglos. Se bañó rápidamente, sólo pensaba en una cosa. Ya limpio y bien cambiado, bajó al comedor

Buenas noches Óscar

¡André! mi ….. – Se sonrojó, por poco se le escapa un "mi amor" – Buenas noches. ¿Cómo estuvo todo en el castillo?

Todo tranquilo, sin novedades

Bien, después subes a que me des todos los detalles

Por supuesto.

Deberían descansar, en vez de hablar del trabajo. Mañana en la mañana pueden hacerlo. .- Habló la Nany seria, sabía muy bien lo que iban a "conversar"

Abuela mañana tenemos que prepararnos para regresar al cuartel

Si, Nany. No te preocupes. Esta noche nos aseguraremos de dormir bien.

Comieron con mucho gusto, ya que tenían mucha hambre. Óscar subió primero a su habitación, André hizo lo mismo al terminar, se aseó un poco, agradeció por la comida y se retiró a su habitación. Luego de varios minutos, se dirigió contento a la habitación de Óscar.

Unos golpecitos en la puerta…. Óscar se apresuró en abrir, André entró mientras que Óscar se aseguraba que no hubiera nadie en el pasillo y aseguraba bien la puerta. Volteó y vio a André que la esperaba con los brazos abiertos…. A partir de ese momento, nada más importó, nada más existía, sólo llegar a sus brazos para fundirse en él y sentir ese perfume que la enloquecía con descaro, escuchar los latidos de ese corazón masculino que marcaban las horas de sus días, besar esos labios fuente de su pasión, extrañó todo el tiempo, cada gesto cada palabra, cada mirada de aquel hombre capaz de ofrecer la vida por ella.

Te amo, te extrañé muchísimo. Sé que puedes valerte por ti misma, pero quiero estar ahí contigo para protegerte.

Mi amor, te amo. Estoy bien. También te extrañé y mucho.

Se besaron apasionadamente, sus lenguas se tocaron, se separaban un momento y continuaban. Hasta que, aún abrazados, Óscar le preguntó

Dime mi amor, ¿la condesa te encargó muchos informes?

Amor, no trabajo con ella directamente, si no con su asistente Joseph Smith…- La acarició mientras le hablaba. Fue muy tierno al decirle ello, ya que se percató, que esa pregunta disfrazaba inquietud y celos.

Vaya, pensé que ella te había mandado a ayudar también en trabajo pesado. Supe que mando a construir una pequeña bodega.

Si, pero de ello se encargó el personal del Castillo… ¿Piensas que la hubiera pasado mal de haber ayudado en eso? Recuerda que atender a los caballos es un trabajo muy pesado…

Sólo pregunto, que hacías aparte de tus obligaciones

André hizo un puchero. – ¿Dudas de mi fuerza? –

Mmmmm.. Admito que me gustaría probarla, alguna vez. – Una sonrisa coqueta, se dibujó en el bellísimo rostro de Óscar.

Ya veo. – Le dijo mientras la miraba más enamorado…

Te amo – Óscar, lo besó nuevamente. – Ayúdame a ponerme más cómoda

¡Lo que usted mande, mi comandante!

Pasaron así muchos minutas, en medio de faenas y embestidas deliciosas que no se hicieron esperar, se necesitaban, se hundían el abismo del amor apasionado, al terminar, se taparon con las sábanas y aún abrazados, empezaron a conversar entretenidamente…

Mañana déjame acompañarte hasta las barracas y de ahí marcharé al castillo

Está bien, aún no he leído el informe que dejó Alain en la tarde, pero no me gustaría leer que te tengas que quedar más tiempo, cuando no sea estrictamente necesario.

Óscar si me quedo, es por Joseph Smith, que tiene, me dijo, que redactar a partir de ahora más de un informe.

Casi no nos hemos visto esta semana, bueno sólo dos más y ella regresará a Alemania

Me temo que romperá el corazón de Normand y el Dresselle

Jajajajaja ¿es en serio?

Si, tienes que ver como la miran, parecen embrutecidos…

Jajjajajajaja. Espero que sólo a ellos les pase eso. - La rubia se puso seria.

¿Insinúas que también caigo en eso? Ninguna mujer por más hermosa que sea tendrá ese efecto en mí, porque mis ojos sólo están para ti.

Óscar sonrió ante esas palabras y lo besó, rieron de nuevo contándose diversas anécdotas hasta que el sueño y el cansancio les hicieron cerrar los ojos y abrazados durmieron plácidamente. Un poco antes de eso, la rubia le alcanzó a decir…- eres un hombre bastante fuerte… y resistente… y vital….. y hermoso….

-0-

En la madrugada, André había regresado sigilosamente a su habitación, sin antes haberle dado un beso a su amada, se levantó muy temprano para preparar el caballo de Óscar y desayunar con ella.

La rubia por su parte se aseó y se vistió contenta por los momentos deliciosos con él, bajó a la cocina para desayunar junto al amor de su vida.

Buenos días mi lady

Buenos días nana. ¿André se levantó ya?

Si mi lady, está preparando los caballos, vendrá en un momento

Bien

Luego de unos pocos minutos apareció André completamente limpio y cambiado.

Buenos día Óscar

André debemos apresurarnos para llegar lo antes posible

Si, comeré rápido

Comieron con mucha hambre, la Nany los observaba curiosa, algo en su anciano corazón, le decía que tanta sincronía, no era casualidad…

Terminaron pronto, se despidieron de Nany, y cabalgaron hacia las barracas. Durante el camino, se detuvieron para besarse y decirse cuanto se amaban, luego continuaron para llegar temprano…

Al llegar, Alain los esperaba, preocupado

Buenos días comandante, André

Buenos días, Alain

¿Sucedió algo jefe Soisson? Vamos a mi oficina

Ya en el lugar, Alain les comunicó una triste y alarmante noticia

Óscar, encontramos a Tristán Candau muerto en una esquina, y por las heridas en su cuerpo, fue ejecutado.