Fanfiction escrito por mi persona, sin fines lúdicos, basado en la obra de Ichiei Ishibumi, las novelas ligeras HighSchool DxD.
- High School DxD –
[True Draconic X Deus]
-Aniquiladores-
-Residencia Gremory-
-Por supuesto que no soy su hija!-
Issei Gremory alzó una ceja, claramente sorprendido, sentado en el sillón junto a su escritorio. Su mentón apoyado en un puño, mirando a la belleza flotando frente a él con detenimiento.
-Esa es una presunción errónea! Absolutamente errónea! Padre era asexual!-
-Le estas llamando padre, como pretendes que no nos creamos que eres su hija y que tu opinión es parcial?-
Gabriel se quedó congelada, procesando la información.
-Ah, pues… Dios era asexual, no tiene género, no es varón o hembra es…- intentando explicarse con claridad –Como a menudo nos recuerdan los ángeles caídos de Grigory, padre… Ah, n… ¿Lo llamas Elohim? Era un eminente científico… Creó un vasto ejército de mano de obra mecánica para que le ayudase en su investigación- gesticulando con los dedos, mirada al techo.
-He oído hablar de esas máquinas…-
-Ahora mi hermano las usa para vigilar la tierra… No les subestimes, son poderosos!- alzando un índice, mirándolo fijamente, claramente preocupada.
El dragón le dio un sorbo a su te.
-¿Es realmente tu hermano?-
-¡¿Me puedes dejar explicarme?!- protestó la rubia inflando sus mofletes.
-Perdón, perdón… Sigue, por favor-
Nunca nadie había visto a la Arcángel Gabriel comportarse así… Estaba seguro.
-Los ángeles somos la versión mejorada de esos viejos aparatos mecánicos. Rafael dice que somos el intento de Elohim de replicar vida natural, pero no sé yo… La cuestión es… ¿Que decía? Ah! Somos seres diseñados, uno a uno. Todos tenemos un propósito y unas cualidades definidas. No podemos cambiar, ni mejorar… Estamos congelados en el tiempo. Y él es un ángel culto, muy versado y estudioso supongo que tendrá razón…-
-Un ratón de biblioteca, vamos-
Ladeando la cabeza.
-¿Por qué dices eso? Siempre está rodeado de jóvenes estudiantes… Chicas, las más hermosas-
-Vaya, eso me interesa…-
-¡No intentes desviar la atención!-
-Yo no he dicho nada… Eres tú la que se dispersa-
Gabriel volvió a inflar los mofletes, flotando a mayor altura.
-Algo contra lo que Grigory lleva milenios peleando… Cambiar su naturaleza, cambiar su futuro…-
-¿Pueden?-
Gabriel negó con la cabeza. Triste.
-Los Grigory han ayudado mucho a la humanidad, pero más pronto que tarde se extinguirán. Su única solución pasa por crear descendía con otras especies y transmitirles ese legado así como sus valiosos conocimientos-
Como Baraqiel… ¿Esa había sido siempre su intención? Y ahora que pensaba en ello… Desconocía como se habían conocido Baraqiel y Shuri.
-Dices que los caídos no pueden cambiar… ¿Akeno entonces…?-
-La mezcla genética elimina esa limitación, quizás fuese eso lo que enfureció tanto a padre…-
-No sabía que Grigory era… Joder- susurró Issei –Si los ángeles no pueden evolucionar…-
-Los ángeles de Grigory son todos conocidos, antiguos amigos, compañeros… Más inteligentes que fuertes, son científicos, eruditos. No son soldados, no son ni siquiera lo mejor del Cielo… Por eso perdieron en la Gran Guerra, por eso se extinguen. Más allá de los Cadre el resto de ángeles caídos son meros obreros… Y buscan la prosperidad en armas mecánicas, artilugios, siguiendo irónicamente el camino de Padre…-
-Hay muchas ironías… Como el hecho que el mundo se crea que tú eres un hombre!-
Ambos rieron con fuerza.
-La Iglesia ha mentido mucho… El Cielo también. No con malas intenciones, eso no es propio de mi raza, no fuimos diseñados para eso. Michael es incapaz de hacer el mal en su forma más básica, pero puede ser cruel de forma inconsciente. Y de ocultar información por el bien del mundo…-
-Me gusta esta conversación! ¿En que más ha mentido?-
La rubia se mantuvo flotando, pensativa.
-Lucifer no era un ángel-
-¿?-
-La Iglesia dice que Lucifer era un ángel, que cayó y lideró el ejército de demonios… La leyenda es cierta, pero no la persona-
-No te entiendo-
-Hubo una ángel, diseñada para ser lo más grande y lo más brillante, que se reveló contra padre, pero no fue Lucifer- negando con la cabeza –Fracasó y fue encerrada en lo más profundo del Tártaro…-
El castaño apoyó el mentón en un puño, intrigado.
-¿Por qué no se sabe nada de esto?-
-Por el mismo motivo por el que soy un hombre a ojos del mundo-
-No! ¿Eres una mujer? Entonces eso… ¿Eso me hace homosexual? No jodas!-
Gabriel le enseñó la lengua.
-Padre no creía en la superioridad del hombre o de la mujer. Él mismo no poseía un sexo, le era indiferente pero si veía potencial en el don de la procreación así que el "ángel más hermoso" y el "ángel más poderoso" eran ambos, mujeres-
El dragón rio divertido.
-La Iglesia es profundamente machista… Me lo puedo imaginar… ¿Y Jesús si es hijo de Dios?-
-Él sí, aunque no es precisamente el hombre se cree que es…-
-Michael era hermano de Lucifiel- prosiguió el dragón.
-Más mentiras. Así se justificaba que Michael ascendiese al Trono del Cielo-
-Mmm… Y dime… ¿Cuál es tu propósito?- preguntó Issei, serio.
Una pregunta que llevaba mucho tiempo en su cabeza pero que nunca había tenido valor a formular. Posiblemente la respuesta le cambiase la vida para siempre.
Gabriel no dejó de mirarlo, sin dejar de sonreír.
-Este recipiente fue diseñado para satisfacer tus deseos…- colocando su mano en su pecho -Una ofrenda a la raza de los dragones. Mi padre os temía, ignoro el porqué. Estaba obsesionado con el futuro y ciertos sueños apocalípticos…-
Issei la miró sereno. Inexpresivo.
-Un cuerpo hipersexualizado. Realzando los máximos atributos femeninos… Con el alma de una de tus antiguas esposas en ella-
-¡¿Qué has dicho?!- levantándose, mirándola incrédulo.
-No sé cómo lo hizo, pero atrapó el alma de una de tus esposas y la imbuyó en este cuerpo… Desde el mismo instante en el que abrí mis ojos te amé, y así seguirá siendo, de forma genuina, por toda la eternidad-
-¡!-
-Mi propósito es acompañarte en esta vida, amarte, cuidar de ti, obedecer cada una de tus órdenes y deseos. Procurarte descendencia. Formar una familia, ayudar a mis hermanas de ley-
Eso explicaba mucho.
-¿Y tú lealtad al Cielo?-
-Solo tengo una lealtad- señalándole.
-¿Y si mis intereses se cruzan con tu hermano?-
Su dedo la seguía señalando.
-Pues eso me parece que me crea más dudas en lugar de responder a…-
TOC TOC
Issei se encogió de hombros, mirando a Gabriel incrédulo. ¿No pensaban darle un minuto de descanso?
-Adelante- respondió Issei, girando su silla levemente, lo justo como para enfocar a quien llamaba.
Una cabellera albina y otra rosada.
-¿Molestamos?-
-Nunca, pasad… ¿Qué puedo hacer por vosotras? ¿No tendríais que estar abajo… Kuroka ha hecho algo?-
-No, no… Queríamos agradecer… y…- empezó Rossweisse juntando sus brazos, desviando la mirada sonrojada, presionando sus pechos para enfatizar su tamaño.
-Pensábamos si podíamos hacer algo por…- prosiguió Ingvild levantando su camisón con inocencia – Si podemos hacer algo para agradecer tus atenciones…-
Issei se rio divertido, bajando de su silla, caminando hacia ellas.
-¿De quién ha sido idea?-
-E-es nuestra!-
-Sí, ya… Seré un demonio, pero he sido educado como un caballero…- tomando las manos de las chicas, arrastrándolas hasta los sofás, instando a que se sentasen –Estamos unidos por contratos, pero no del tipo que respeto para hacer esas cosas…-
-¿Entonces harías esas cosas…-
-De tener mi pieza estarías mordiendo esa almohada ahora mismo, Rossweisse- murmuró Issei caminando hasta el mueblebar, sirviendo dos copas, dejándolas sobre la mesa.
Con curiosidad las tomaron entre sus manos.
Sonriendo perversamente, Issei se colocó entre ellas, pasando sus manos por encima de sus hombros.
-Una de las ventajas que tiene ser demonio… O valquiria- mirando a Rossweisse –Es que el tiempo no es un problema… No tengo prisa alguna-
Tomando el contenido con lentitud, las chicas lo miraron intrigadas.
-No es lo que me esperaría de un demonio con tu reputación…- dijo la valquiria sorbiendo un trago del líquido –Y más sabiendo que haces con Kuro y Lavi…-
-¿Lavinia se ha ido de la lengua?-
Rossweisse asintió con la cabeza.
-Tampoco es como si no supiese nada…-
-¿Sabes que hago con ellas?- preguntó Issei sorprendido.
-Llevo unas semanas aquí… No sois muy discretos precisamente!- protestó la valquiria avergonzada, desviando la mirada.
-Mira quien nos observa a escondidas… Y yo que pensaba que estaba siendo discreto…-
-Y-yo no os miro a escondidas!- acabándose la copa, dejándola en la mesa frente al sofá.
Acalorada, cruzándose de piernas.
-¿Te crees que no sabemos que nos miras?- confesó Issei en apenas un susurro.
-¡!-
Ingvild los miró con curiosidad.
-Siempre dejamos las puertas a medio cerrar, sabiendo que acabarás sentada mirando detenidamente…- susurró Issei en su oído, besando su cuello, bajando por su hombro.
Cerrando sus ojos, la valquiria ladeó su cabeza, dejándole espacio instintivamente.
-Nunca he conocido a un demonio como tú…- empezó la pelirrosa fascinada –Eres un niño pero no te comportas… ¿Cómo superaste tu prueba con ocho años?-
Abandonando el cuello de Rossweisse, se giró para observar el hermoso rostro de Ingvild.
-¿Por qué preguntáis todas lo mismo?-
-En mi época los aristócratas de tu edad eran unos cerdos materialistas, estúpidos y egocéntricos… Malcriados… ¿Los Gremory te educaron así?-
-Mi hermano mayor es aún mejor que yo-
-¿Es más fuerte?-
-Es monógamo, jajajajaja!-
-Ya podrías parecerte más a él! Es un buen hombre! Ejemplar!- protestó la valquiria.
-Mi hermano come un plato exquisito cada día, pero es el mismo, cada día, el mismo-
-¿Y tú uno diferente cada día? Cerdo!-
-Yo he buscado los platos más exquisitos del mundo para elaborar una carta de la que no cansarme nunca, como por ejemplo, un delicioso pichoncito asgardiano…- acercando su rostro a la albina, besándola dulcemente.
Resistiéndose fugazmente, la asgardiana a los pocos segundos estaba apoyada en el pecho del demonio dejando que este recorriese su boca con su lengua.
El líquido había alcanzado la cabeza del demonio, trastocando y alterando su raciocinio.
Gimiendo, hambrienta, se subió sobre él, cubriendo su rostro con su cabello. Disfrutando el duro tacto de sus manos recorriendo los confines bajo su camisón.
-Eso no está bien!- protestó una voz junto a ellos.
Sonriendo traviesa, Rossweisse tomó el rostro del niño colocándolo contra su pecho apenas cubierto por su tela transparente de seda.
-Observa y aprende, inocente demonio…-
Ingvild infló los mofletes, molesta, ebria.
-Inocente dice…- susurró Issei acariciando el seno de la valquiria –Creo que es un buen momento… Ingvi, toma lo que hay en el armario-
Curiosa, la demonio se levantó del sofá, caminando hasta el mobiliario, abriendo sus puertas, inspeccionando el contenido. Sacando algo con lentitud.
Una percha. Una percha con ropa. Negra y blanca.
Un uniforme de sirvienta.
-Es un prototipo, pruébatelo- ordenó Issei.
Mirándolo a los ojos, sin dudarlo un segundo, el camisón de la pelirrosa acabó en el suelo. Quedando solo con su braguita negra, la demonio empezó a ponerse el traje, bajo la atenta mirada de la valquiria.
Una falda ridículamente corta, con una chaquetilla que envolvía meramente sus senos anudada con un lazo en por la espalda desnuda. Medias altas blancas y unas muñequeras que llegaban al antebrazo.
Apenas cubría nada, lo insinuaba todo, realzaba lo inmoral. Y lo peor, se podía quitar con excesiva facilidad.
-¿Qué es esto?- preguntó Rossweisse sonrojada, centrando la atención del dragón, tomándolo de las mejillas.
-Vuestro uniforme, aunque todos son diferentes. Cada una tiene algo de vuestra cultura en él…-
-Es obsceno-
-Creo que va siendo hora de que mis esclavas recuerden su lugar… Ven, preciosa sirvienta mía, dulce y devota…-
-Amo…- ronroneó Ingvild caminando hacia él -¿Es de tu gusto mi cuerpo en el uniforme que has hecho para mí?-
-Eres absolutamente exquisita, mi adorable esclava-
Rossweisse cayó de culo en el sofá.
-¿Entonces es cierto que es esclava?-
El húmedo beso que la inocente demonio le ofreció a su amo respondió con contundencia su pregunta. Molesta acabó su copa, levantándose, caminando hasta el armario. Había colgados múltiples uniformes. Uno llevaba su nombre.
Descolgándolo, lo inspeccionó. Similar al de la demonio, pero con telas que simulaban las protecciones en los muslos de su uniforme, dejando su trasero descubierto. No mostraba sus piernas pero si su…
No dudó ni un instante en ponérselo. Mirándose en el espejo orgullosa, atrevida, sexy. Con esto lo tenía todo para adelantar a la inocente…
La pareja seguía enfrascada en su beso, con sus manos más ocupadas. Desabrochando el botón frontal el niño liberó los senos de la pelirrosa, que se mantenía entretenida desabrochando el pantalón del castaño.
Colocándose las medias, Rossweisse se observó en el espejo, poderosa.
-No pienso dejar que esa niña inocente…-
La valquiria dejó caer sus brazos, derrotada. Abriendo los ojos incrédula.
Descendiendo y descendiendo, la frente de Ingvild tocó el muslo de Issei. La mano de Issei la mantuvo fija en su posición.
Su mano libre gesticuló a la valquiria que se acercase. La joven obedeció, sonrojándose al sentir los dedos del dragón entrar en su boca, empapándose de saliva. Los mismos dedos que entraron en el sexo de Ingvild, entrando y saliendo lentamente.
Descendiendo su mirada, Rossweisse cayó de rodillas, viendo en primera persona como Ingvild liberaba la tranca del heredero de su garganta. Levantándose, colocando ambas piernas en el sofá sobre Issei.
Colocando sus manos en la cintura de la demonio, dejó que cayese lentamente sobre su polla.
Rossweisse separó sus labios, mirando como la inocente Ingvild Leviatán montaba a su amo, lo cabalgaba, con fuerza. Como el niño degenerado movía su cintura para penetrar a la pelirrosa con intensidad.
El rostro hermoso de la joven distorsionado por el placer, los ojos parcialmente cerrados. Perlas de sudor cayendo por su piel.
-Ingvi…- susurró Issei. Con la pelirrosa apartándose, arrodillándose junto a Issei, masturbándolo con fuerza, succionando hábilmente –Basta…-
Sonriente, la última Leviatán vio como Issei apuntaba con su pene a la valquiria.
Rossweisse Andersen sintió algo golpear su rostro, caliente, liquido.
-Nunca he tenido claro porque crees que Ingvild es una dulce e inocente virgen… Cuando la única virgen en mi casa eres tú-
-¡!-
-Ninguna de mis esclavas, de mis piezas, es virgen…-
-Y-yo…- acariciándose el rostro, tomando algunas gotas de semen con sus dedos.
Ingvild tomó la mano, introduciendo su dedo en su boca.
Rossweisse se estremeció al sentir el sabor en su lengua.
-Buena chica… ¿Esta rico?-
La valquiria frunció el cejo.
-Aquí tienes mucho más… ¿No tendrías que hacer honor a tu uniforme y servir?-
Tragando saliva se acercó al dragón.
-Eres una sirvienta, una preciosa y atractiva joven que busca servir el joven Gremory…-
-Ingvild, la chica es puro inocencia, déjala, no la presiones…-
-Te equivocas, lleva mucho tiempo dudando. Pero tú eres demasiado permisivo!-
-¿Qué yo soy qué? Soy el cerdo mujeriego que…-
-Mi dulce niño…-
La ceja del dragón empezó a temblar de nuevo.
-Mi dulce niño que se cree un adulto pero no entiende que significa ser uno…-
-Ah, no? Ilústrame-
-Ningún alfa, un varón dominante, estaría en tu situación quieto, sin hacer nada-
-Ella no es esclava-
-Tiene el uniforme!- protestó la pelirrosa.
-Soy un caballero con quienes no son de mi propiedad!-
-Las chicas y yo creemos que eres un buen niño, solo eso-
Issei señaló a la pelirrosa molesto.
-A mí me da que esto de ser un caballero está creando una imagen errónea de mi persona y vamos a discutirlo!-
-¿Por qué quieres renunciar a tu imagen de niño bueno?-
Pam
El castaño golpeó con un toque seco una de sus nalgas.
-Tú a callar, basta de protesta. Llevas el uniforme de sirvienta, haz lo que tu amo te ordena… Y tú, intento de sirvienta. ¿A qué esperas?-
La valquiria la miró confundida.
-Vistes como una sirvienta, cobras como una sirvienta, vives como una sirvienta… Pero no trabajas como una sirvienta. ¿A qué esperas?-
-¿A-a que espero de qué?-
El dragón se echó hacia adelante, mirando cara a cara a la asgardiana.
-Esa boca sirve para más que para hablar, no me vas a servir hablando. ¿A qué esperas para tapar ese agujero que tienes por boca?-
-¿Taparlo con…?-
Tragando saliva, sonrojada, excitada, posicionándose entre sus piernas, envolviendo el miembro con sus manos.
Sin dejar de mirarlo, separó sus labios levemente, besando la húmeda punta.
El olor del semen y los fluidos de Ingvild invadieron sus fosas nasales pero no impidieron que sus labios se separasen aún más, envolviendo la punta.
Ingvild se acomodó contra el pecho de Issei, observando ambos a la valquiria ronronear absorta en su placer.
La lengua de la valquiria asomó por sus labios, rodeando el capullo con torpeza, enfocando al chico de nuevo.
Su amo, su amante…
El pensamiento de ser su amante la encendió aún más, buscando imitar a sus "hermanas", separándose, cubriendo el miembro a besos, investigando, conociéndolo.
-¿Lo hago bien, amo?- preguntó Rossweisse ocultando parcialmente su rostro tras la polla del dragón -¿Podrías enseñarle a esta torpe sirvienta como usar su garganta?-
-¿?-
-Estoy seguro de que no habrás conocido nada mejor que una garganta asgardiana… Y si lo prefieres… ¿Quieres disfrutar de un coñito de semidiosa? Seguro que es algo… divino…-
Levantando su mano, suspendiéndola en el aire, Issei chasqueó sus dedos.
Las chicas se sorprendieron al ver una espada girar sobre si misma sobre la punta del índice del demonio.
-¡E-Eso es una espada sagrada!- exclamó Rossweisse -¡Ascalon! La matadragones! C-como puede… ¡¿Cómo puede ser posible?!-
-Esta pequeña limita y reduce mis instintos… Está quemando constantemente mi aura. Así que mis instintos quedan reducidos… Aunque realmente dicen que no los he despertado aun… Los sentimientos que Ascalon no puede suprimir los domino con Kuroka y Lavinia… Ya me entendéis-
-Esa es la tontería que ha dicho Lavinia…- farfulló la asgardiana apartando su cabello, volviendo a su trabajo.
-¿Qué tontería?-
-Nada!-
-Mmm…-
-Lavinia dice que no nos puedes tocar…-
-¿Y a ti que te parece?- preguntó Issei agarrando plenamente sus pechos.
-¿Cómo puede ser?-
-Lavinia no ha sido del todo precisa… ¿No os habéis dado cuenta… que vuestros anillos son muy parecidos?-
Ingvild y Rossweisse se miraron, confundidas. El alcohol nublaba sus mentes.
Acercando sus manos, se maravillaron al ver que ciertamente eran similares.
-¿Si os digo que estos anillos son mágicos y os hacen vulnerables a mis deseos?-
-Te diría que eso es una tontería! Este es un anillo que ha pasado por mi familia a lo largo de…-
Tomándola de la nuca, Issei acercó su rostro al suyo, tomando sus labios.
La pelirrosa respondió tímidamente, inexperta. Dejando que el demonio jugase con su boca.
-¿Creéis a Lavinia?-
-Entonces estos anillos son mágicos…- mirando el suyo con curiosidad –No recuerdo quien me lo dio… Si lo llevo puesto… ¿Qué me podría pasar?-
-Que podría pasar…- murmuró Issei –Un día podrías entrar como ahora, en mi despacho… Buscando hacer una pregunta inocente, y no te daría tiempo a decir nada. Te arrancaría las bragas, colocándote en mi mesa, abierta de piernas… Para follarte, duro hasta llenar tu vientre sin misericordia-
Ingvild se inclinó hacia él, apartándose de nuevo sus cabellos, despejando sus senos para él.
-¿O preferirías que te ordenase hacer como Kuroka en el salón?- preguntó Issei mirando a la albina.
Rossweisse jadeó con fuerza.
-Eso no explica porque eres tan responsable…-
-No soy responsable. Solo aprendí el valor del poder de joven… Y mis padres me han educado a conciencia… Y Ddraig también… Por no hablar de Miss Cielo-
-¿En la prueba?- preguntó Ingvild.
-Así es, en la prueba-
-¿Cómo pudo la prueba concienciarte sobre el valor del poder?-
La valquiria no protestó ante las constantes preguntas de la demonio.
-Comprendí el concepto del miedo… Y una nueva forma de entender el mundo…-
Ingvild la miró con curiosidad. Rossweisse no le prestaba atención, absorta en su obligación…
-Pues…- siseó Issei sintiendo su sangre arder en deseo… Alcanzando cuotas elevadas, peligrosas… Y una ola de energía sagrada recorrer su cuerpo entero.
Ascalon había quemado su aura draconiana. Relajándole.
-Es suficiente. Que duerman- ordenó Issei. Serio.
Las chicas lo miraron con curiosidad antes de caer redondas en el sofá, dormidas. Apartando a las chicas para dejarlas en el sofá se incorporó, colocándose el pantalón. Caminando hasta su despacho, se quedó frente a la ventana, mirando en el reflejo. No veía nada.
Girándose levemente alzó la mirada.
Ahí estaba. Como desde que tenía uso de memoria pero que no quería reconocer. La Arcángel Gabriel estaba flotando tras él, en el aire, a unos metros de su persona. Sus ojos azules fijos en él, afectuosos, acompañando una cálida sonrisa.
Su Arcángel Guardián. Fiel. Obediente. Sonriente.
-Podrías haberles dicho que cierto Arcángel te protege de todo daño que atente contra tu vida. Que te obedece en todo sin rechistar. Sin peeeeeeedir explicaciones. Que entendiste por las malas el poooooder que te ha sido entregado y que leeeeejos de ser el héroe, demonio súuuuuuper poderoso y responsable… Solo eres un niño asustado y abruuuuuuumado por la responsabilidad… Que se esconde en la faaaaalda del pecado de la lujuria para dar a entender que se deben tener las expectativas bajas respecto a ti… ¿Y de paso engraaaaandecer la imagen de tu hermanita? Shishishishi!-
Con una mueca, Issei volvió la vista a la ventana, visionando la figura de una loli tetuda pelirroja tras él en la entrada del despacho. Una belleza idéntica a su hermana, de ojos más traviesos. Vestida con un abrigo negro de cuerpo entero, de cuero negro. La demonio sonreía con una piruleta en la boca.
Una pelirroja que esgrimía una gigantesca sonrisa muy traviesa.
-¿Cómo va tu currete como Espectro?-
-¿Espectro? Mi adorado hermano me pidió un favor y como soy un chico muy majo le ayudé. Ya sois mayorcitos para ir dándole nombres a esas cosas…-
Runeas gruñó ligeramente.
-Nunca he conocido a un demonio con taaaaaan poca ambición como tu…- mirando con desgana a las adolescente dormidas en el sofá semidesnudas –Me siento profundamente decepcionada… ¿Por qué te has detenido?-
-No era lo correcto-
-Qué tonteríiiiiiiia… Han reunido su coraje, superando sus miedos y complejos para venir hasta aquí y buscar tu afecto… Para encontrarse con un mariconazo que ni siquiera tiene los cojones de ponerlas a dormir él mismo…-
-Tú y yo sabemos que de demonio tengo más bien poco- señalándose el pecho con el índice.
-¿Y tus pecados?-
-Esos los traía de serie-
Los Gremory se miraron fijamente.
-¿A qué debo esta visita, oh gran fundadora?- inclinándose frente a ella en una pronunciada reverencia.
-¡No me llames así!- protestó la pelirroja apretando los puños.
-¿Y cómo quieres que te llame?-
-¡Runi!- respondió la pelirroja llevándose las manos a la cintura, orgullosa.
Rodando los ojos desvió la mirada.
-¿No llamas de una manera afectuosa a todas tus novias? ¿Yo soy diferente?-
Chasqueando la lengua, Issei gruñó, incomodo.
-No eres una de mis novias. Eres una mujer a la que apenas he visto y hablado-
-Que fríiiiiio-
-Eres una mujer que todo el mundo dice que lleva siglos desaparecida pero mírate, ahí de pie… Mas misteriosa que ninguna y que conspira, llegando a involucrar a mi dulce e inocente hermana en sus maquinaciones…-
-Decir que son mías es un poco… Impreciso- jugando con algunos mechones de cabello -¿Puedes pensar que soy una chica malvada o interesada? Que adorable, shishishi-
-Oh, no… Soy incapaz de pensar negativamente de ti… ¿Cómo era…?-
-¿?-
-Las Magias Ancestrales, las Magias Dragontinas-
Runeas la miró sorprendida unos instantes antes de empezar a reír de nuevo.
-Entonces te ha hablado de ellas… Que fastidio- gruñó, encogiéndose de hombros –Pero eso nos ahorra aburridas explicaciones… Sabrás que no puedes llevarme la contraria! Harás lo que te digamos!-
-Cómeme los huevos- respondió Issei con contundencia.
-¿Q-que?-
-Que no. Que no me da la gana. Haré lo que quiera cuando quiera y como quiera, tetuda!-
-Shishishishi. Te resistes, eso me gusta… ¿Es por eso que te opones a mis deseos?-
-Tendrás que especificar-
-¡Eres un Espectro! Esta todo dispuesto!-
-Que pesados… No me gustan las responsabilidades. No me gusta tener que irme lejos de mi hermana largos periodos de tiempo… ¿Y todo para qué? Cosas que no me interesan-
-Honor, prestigio! Gloria!-
-Más me interesa tenerte en un gloryhole…-
-Eres un niño! Basta de hacerte el adulto! Obedece a tus mayores!-
La ceja del dragón empezó a temblar.
-Que una loli tetuda de mil años me hable de edad… ¿No has crecido de verdad o esa forma es un fetiche tuyo?-
-Respóndeme tu!-
-¿Yo? ¿Por qué delegas en otros? Tu cuerpo tus decisiones, no?-
-Más bien tu cuerpo, eres tu quien decide por nosotras, desde nuestros peinados a la ropa o la forma de hablar-
-¿?-
Runeas siguió lamiendo su piruleta, divertida.
-¿Lo dices por Rossweisse o por Ingvild? ¿Tanto te molesta que me las agencie?-
-Ellas están aquí por…-
-Solo dime que la falta de respuesta de Asgard es genuina- la interrumpió Issei, serio.
-¿?-
-Dime que no tienes nada que ver en que Rossweisse esté aquí atrapada- acercándose a la pelirroja.
-¿Y si fuese el caso?-
-Tendríamos una conversación muy desagradable-
Tanteando su humor, respondió tras unos segundos.
-Es genuina, aunque habría impedido que se comunicasen de haberlo hecho- respondió Runeas divertida, riendo ligeramente –Elohim no es el único que tiene interés en crear un vínculo con los demonios. Parece que Odín espera algo así también-
-¿Quieres que hablemos de lo que le estas enseñando a mi hermana?-
Runeas rio aún más fuerte.
-Rias tiene que liderar la familia, tendrá que tener las herramientas necesarias…-
-¿No lo haces tú?-
La pelirroja negó con el índice.
-Mi función es otra. Más grande, quizás no tan relevante. Shishishi-
-Entonces lo haré yo… Total…-
-No, denegado-
-¿Perdona?-
-Que no puedes liderar a los Gremory-
-Vale que soy el hijo menor…-
-En cuando Rias renuncie, Milicas será el Patriarca-
-Loli tetuda, te estas olvidando de alguien a propósito?- gruñó Issei colocándose frente a ella.
Ambos tenían la misma estatura. Él por alto, ella por baja.
-Mmmm… Un pelín jovencito para mi gusto… Pero apetecible de todos modos…-
-Creo que no tienes clara la línea de sucesión-
Runeas suspiró pesadamente, mirando a su alrededor, sin posar la mirada en ningún lado.
-Oh, no, amado esposo mío, crees saber mucho y la cosa esta angelical que está flotando por aquí te lo dirá todo… Pero tienes que hacer las preguntas correctas-
-¿Qué?-
-Es enternecedor el afecto y la fidelidad que te procesa, aun siendo la Emperatriz no respeta mi autoridad… Como tantas otras, esto es un doloooooooor de ovarios…-
-¿Te incomoda que haya rebeldes?-
-Una Emperatriz tiene que lidiar con muchas cosas, ella no es el mayor de mis problemas…-
Issei la interrumpió para quitarle la piruleta, metiéndosela en la boca.
-¿Y que se supone que me tendría que haber dicho? ¿Lo de las Magias Ancestrales?-
Runeas liberó una fuerte carcajada.
-Eso es solo la punta del iceberg…-
-Yo creo que no, creo que eso es un farol. Que no hay nada más- saboreando la piruleta.
La Gremory sonrió maquiavélicamente.
-Crees que sabes, pero no sabes. Crees que controlas, pero no controlas. Crees que posees, pero no posees…-
-Aunque no tenga el control de la familia, que no lo quiero, tengo…-
-No tienes nada, solo nos tienes a nosotras-
-¿Qué?-
-Todo lo que posees por ser dragón lo controlo yo. Todo lo que posees como demonio, lo controla Rias. No tienes nada! Shishishi!-
Issei la miró con dureza.
-Aunque ese fuese el caso, siempre tendré a mí…-
-¿Equipo? ¿El mismo equipo que liderará… Tu Reina?-
-¡!-
Runeas volvió a reír divertida, alejándose unos pasos, alzando los brazos.
Issei la ignoró, volviendo a su asiento, colocando una pierna sobre la otra rodilla, apoyando su puño en su mejilla, mirando a la pelirroja con desdén.
-Aja, sigue, sigue-
-No importa que seas el Príncipe Gremory. Ni el Sekiryuutei. Ni un Dios Dragón… Nada de eso importa. Ninguno de esos títulos posee valor real para ti-
El dragón alzó una ceja. Solo reconocía el primer título. ¿Qué era el resto?
-Todo eso es nuestro-
-Algo me dice que lo dices en sentido literal-
-Por supuesto que es literal!- exclamó riendo -¿Cuántas esclavas tienes?-
-Como que cuantas… Pues…-
-¿Cuántas esclavas tienes, oh príncipe Gremory?- susurró Runeas acercándose a él, apartando su pierna, colocándose entre ellas, agachándose, mostrándole una cantidad indecente de escote –De los cientos de miles de esclavos que hay en estas tierras cuantos son tus esclavos?-
-¡!-
-Solo tienes tres esclavas y una contratada. No hay ninguna más. Hay sirvientes que vienen a limpiar, que hacen su trabajo, cual sea, pero no te obedecen directamente, no están a la vista, no te sirven como crees… Porque Rias no lo permite-
-¡!-
-Porque nosotras así lo queremos- siseó con gravedad la demonio –Porque así lo exigimos-
Issei la miró en silencio, pensativo.
Era cierto.
No había esclavos en la residencia. Bastaba con una simple llamada para traer a un ejército de operarios para lo que fuese, pero no tenía sirvientes propios. Incluso en…
-La Guarida del Dragón no te pertenece… Te respetan a ti, lucharán por ti… Pero tu madre puso a Ingvild al mando porque yo lo pedí. La controlo yo-
Issei endureció la mirada aún más.
Runeas sonrió maliciosamente, sus ojos, lascivos, estaban encendiendo su sangre. Lo había escuchado de Gabriel, otra de las magias antiguas…
-No me digas más, ni siquiera mi vida es mía?-
-EXACTO! ES NUESTRA!- prácticamente rugió la demonio, posesivamente, sus ojos inyectados en sangre –Nuestra. Nos pertenece. Por y para siempre. Ni la cederemos ni renunciaremos a ella!-
Levemente sorprendido por el ataque de posesividad de la pelirroja, la miró con interés al ver como se incorporaba, relajándose lentamente.
-Por lo visto es algo que hemos negociado antes… Si decís que tú y las chicas lo habéis… exigido-
-Así es. Un acuerdo mutuo que te complació de una forma exquisita e insuperable-
-No recuerdo haber hecho eso…- gruñó el niño con desdén -¿A cambio de qué?-
-Es muy sencillo… Todo lo que tienes… A cambio de todo de nosotras- respondió la pelirroja llevándose las manos al pecho.
Issei bostezó.
Runeas interrumpió su bostezo colocando sus manos en los muslos del dragón, en la cara interna, empezando a acariciarlos lentamente. Captando la atención del castaño.
-Odio la burocracia, no pienso haceros contratos a todos-
Runeas rió de nuevo, más fuerte.
-Esos contratos son papel mojado para nosotras! Estamos unidos por algo mucho más poderoso… E inquebrantable! Y es algo que deberías de poder comprobar cada instante de tus largos días…- juntando sus manos en su entrepierna.
-Juegas con fuego, preciosa-
-Niño pretencioso… Cobarde y miedica-
-¿Qué me has llamado?-
-Niño. Cobarde. Miedica-
La ceja de Issei tembló visiblemente.
-Nunca te has atrevido a ponerme un dedo encima…-
-Tú no eres…-
-¿No soy qué? ¿Una de tus novias?- alzando su mano, mostrando su anillo –Menudo fracasado…-
Issei chasqueó su lengua, irritado.
-Un fracaso de dragón, un fracaso de demonio… Incapaz de usar el aura de dragón, incapaz de usar el poder de tu Pieza Demoniaca…-
-Soy un niño, me he de desarrollar…-
-TOOOOOONTEEEEEEERIIIIIIIIAAAAAAAAAS!-
Pensaba cogerla por las coletas, obligarla a arrodillarse y cerrar esa boca de…
-Los dragones toman, poseen, se imponen con el poder de la fuerza. Los demonios cometen acciones perversas con sus mentes retorcidas… Tienes lo mejor de las dos razas, las cualidades, podrías ser el más grande… Y lo que veo es… Un lindo cachorrito! Tan adorable como inofensivo!- canturreó Runeas, separándose, recorriendo la estancia pasando las manos por su espalda.
Extasiada. Excitada. Empoderada… Sentía su magia anegar la estancia. Sus encantamientos milenarios, divinos, llenando cada centímetro del despacho, un aura, un poder que se arremolinaba alrededor del dragón, un torbellino que condicionaba, nublaba su mente, se introducía en el joven dragón.
-Gabriel… Sé que está aquí. Siempre está contigo. Solo tú puedes verla, escucharla, tocarla… Así fue creada… El recipiente más hermoso jamás creado por el Dios Bíblico usando el alma de una de mis hermanas… Sé que la mujer que Michael y el Cielo entero hace llamar "Gabriel" es falsa…-
El castaño la miró serio.
-Y aunque es cierto que tú autoridad sobre ella es más fuerte que la mía… Una de las Magias Ancestrales, magias que YO domino… Dice que siempre tiene que haber una de nosotras contigo…- chasqueando sus dedos, Issei se levantó incrédulo –Algo que siempre cumple ella pero…-
Gabriel había desaparecido.
-Puedo forzar que esa "una de nosotras" sea solo yo. Shishishishi!-
-¡!-
-Yo soy la Emperatriz! Mi autoridad es incuestionable! Mi voluntad, suprema! Y sobre ti expresamente!-
-Yo no tengo…-
-La angelucho molesta, fuera… ¿A que más te aferras? Ah, si… Esa otra cosa…- moviendo su mano, liberando su poder demoniaco.
PLANC… PAM
El dragón vio a Ascalon golpear la pared, cayendo al suelo, superada por el poder demoniaco de Runeas.
-El siguiente… Esa lagartija…- extendiendo su mano hacia Issei, agarrando algo que él no podía ver -Suelta a mi marido, Ddraig Gouch- ordenó la pelirroja, siseando peligrosamente –No cometas el error de interponerte en mi camino…- la misma mano impactó contra el pecho del niño, enviándolo contra la pared.
La presencia de Ddraig desapareció por completo.
Parpadeando, perplejo, Issei se sintió desnudo y se asustó.
En su corta vida siempre se había sentido protegido, acompañado, envuelto. Ya fuese por la omnipresente Gabriel a sus ojos o la calidez de Ddraig en su interior. Su arcángel en el mundo de la vigilia, el dragón en el mundo de los sueños… Ahora no sentía nada, a nadie. A nadie salvo a la pelirroja y su dulce presencia, su embriagante aura…
-Como lo vamos a hacer…- canturreó la pelirroja mirando fijamente al castaño –Veamos… Has jugado con tener el pelo de mi familia… Reprimes tus deseos… ¿Cómo lo vamos a hacer? Shishishishi-
Issei, colgado en la pared, no respondió.
-Sabes que tienes que liberar tus deseos, pero eres un principito biiiiiiiiien educado y respetuoso… Tampoco usas las Pieza del Rey porque sabes que eso te obliga a… Obliga a…- acariciándose la barbilla chasqueó los dedos. Yamato apareció frente a ella –Llevas todo este tiempo escondiéndote tras eeeeeeesta espada…- sonriendo perversamente.
Moviendo sus manos, convocó decenas de círculos mágicos, colocando a Yamato en uno de ellos. Quitándole el anillo de la mano al niño, dejándolo en otro circulo. Colocando su mano en su pecho, separándola, extrayendo la Pieza del Rey.
-¿C-como cojones puedes hacer eso?-
-Shishishi. ¿Me vas a hacerlo repetir?- jugando con las piezas entre sus dedos -Como no quieres atender a razones te voy a obligar…-
-¿Obligar? Pregúntale a mi madre que opina de mi sentido de la responsabilidad y de lo que hago cuando me obligan a nada…-
-Yo no soy tu madre, soy tu esposa. Soy algo mejor y peor… Según la ocasión- mirándolo de reojo, perversa.
-Eh! Eh! ¿Qué haces loli tetuda?-
-Darte un empujón, nada más-
-No quiero empujones… Eh! Eh!- protestó el castaño moviéndose en el aire, suspendido en el aire, sujeto de manos y pies.
-Puedo estar contaminada por ti, pero sigo siendo una demonio! Shishishishi!-
-Pues sé una buena demonio y libérame, anda-
-De eso nada! Voy a tomar tu orgullo… Que es tu vía de escape, edulcorarlo con algo más, una función social, a tu hermana le gustará…-
-Deja a Yamato en paz… ¿Y qué haces…?-
-Usaste a Gabriel para pasar tu prueba, te comunicas mediante eso, verdad?- señalando la espada sagrada –Pues fuera… Y Ddraig, te asesora de noche, verdad? Pues fuera también-
-¡No te atrevas!-
-El hombre, cuando esta solo frente a la adversidad, es cuando se descubre a sí mismo y puede, realmente, crecer!- canturreó Runeas moviéndose por el despacho, recitando cual poema. Sonriendo maquiavélicamente. Juntando sus manos, entrelazando los círculos mágicos, uniendo la espada con el niño y el anillo –Yyyyy la guinda del pastel!- uniendo ambos con la Pieza. Añadiendo un vínculo con algunos círculos que no alcanzaba a comprender.
-Esos son…-
-¿Las magias antiguas? Así es. Shishishishi-
Chasqueando los dedos de nuevo, Yamato desapareció. Regresando con el dragón.
Colocando la pieza en su pecho, regresó el anillo en su dedo. Palmeando su pecho satisfecha.
-Ya estas guapo de nuevo, ale-
Tocando el suelo, Issei se separó varios pasos, mirando a la pelirroja desconfiado. Tocándose el pecho… Se sentía… Correcto. No notaba anomalía alguna. La pieza estaba desactivada, en silencio. Su cabello seguía siendo castaño… O eso creía. Extendiendo su mano Yamato acudió a su llamada. Fiel, como siempre. Por contraparte, no escuchaba a Ddraig, o veía a Gabriel.
Alzando la espada por su vaina, tomó la empuñadura, desenvainando la hoja lo suficiente como para inspeccionarla.
-¡!-
Incrédulo sintió la Pieza activarse, empezando a consumir su poder, transformándolo.
-Pero que cojones…!- envainando la hoja al instante, la Pieza se tranquilizó, apagándose lentamente -¿Se puede saber que has hecho?-
-Vincular tu espada a tu Pieza y de paso, a tu anillo… Cada vez que desenvaines se activará tu Pieza!-
-¿Pero tú estás loca? ¿Sabes lo que has hecho?-
Runeas rio divertida.
-¿Y las magias?-
-Que-
-¿Qué pintan las magias aquí?-
La pelirroja se acarició la mejilla.
-Runeas…-
-Solo podrás desenvainar… Con alguna de nosotras cerca! Shishishi!-
PAM
Issei golpeó la cabeza de la mujer con sus nudillos.
-Necesito a Yamato! No puedo depender de la Pieza para todo! Tetuden idioten!-
-Precisamente! Baka!-
-Que usar esa pieza tiene efectos secundarios! A ver si va a ser cierto que todos los nutrientes te van a las tetas dejándote el cerebro seco!- gruño Issei tirando de las mejillas de la pelirroja.
Separándose, el castaño ladeó la cabeza.
-Encontraré otra manera, no pienso recurrir a esa Pieza, no voy a ceder a…-
BLINC
Girándose, abriendo los ojos como platos.
Runeas tenía a Yamato con una mano. Sonriendo perversamente la abrió, dejando caer la espada… cerrando sus dedos al pasar la empuñadura por ellos, dejando caer la vaina. Sujetando la espada.
La Pieza del Rey en su interior se activó a pleno rendimiento, empezando a convertir de forma masiva el poder en su interior. Amenazando con liberar algo más profundo. Algo que llevaba toda su vida temiendo, conteniendo…
…
Tragando saliva, Issei jadeó pesadamente, mirando a lado y lado.
Oscuridad. La más absoluta oscuridad.
Un círculo mágico se dibujó a sus pies. Su círculo. Su emblema. Un emblema que se extendió, creciendo hasta formarse ocho círculos a su alrededor.
Siete figuras emergieron de él. No conocía a ninguna, las conocía a todas.
Una mujer pelirroja, similar a Rias o Runeas, una mezcla de ambas… Una rubia con ropas de maga, una familiar de Lavinia?... Una mujer de cabello gris y orejas de animal… Una risueña mujer vestida con una armadura. Le recordaba a Irina… Una sacerdotisa oriental que desafiaba la belleza terrenal… Una mujer flotando sentada sobre una serpiente de agua, mirándolo con fascinación… Una mujer con extrañas alas blancas, ojos rojos mirándolo con hambre, acariciando sus labios, dejando vislumbrar unos colmillos… Y una última mujer, recta, con una mirada llena de pasión, golpeando el suelo con su con impaciencia…
Hermosas hasta desafiar la imaginación. Todas lo miraban con una sonrisa de complicidad, intercambiando susurros, comentarios que no alcanzaba a escuchar.
Se sentía indefenso, a su merced.
Todas las chicas extendieron sus manos hacia él e Issei sintió su poder emerger de su interior.
Chillando, cayendo de rodillas, un pilar de energía emergió de su interior. Jadeante, el castaño las miró con firmeza, molesto. Despidiéndose con las manos, las chicas desaparecieron.
La mirada del niño perdió toda su fuerza, firmeza, poder. Tragando saliva, se levantó, claramente intimidado.
De cientos de metros de altura, una figura emergió poderosa frente a él.
Un dragón, occidental, cuadrúpedo, delgado y largo, gruesas escamas en sus pesadas y afiladas garras. Un cuello de decenas de metros sostenía una cabeza monstruosa. Una boca enorme con cientos de dientes prominentes cubriendo una extensa lengua, en la parte superior de su cráneo. Bajo la boja un enorme ojo rojo rodeado de siete más pequeños. Ocho gigantescas alas a su espalda. Una poderosa cola golpeando el suelo sin piedad.
Un ojo para mirar al mundo, siete para observar, permanentemente a sus propiedades… Sabía quién era. Era él. Era él… El poder que tanto temía, lo que llevaba toda su vida intentando liberarse. La fuente de su poder. La energía que la Pieza del Rey convertía…
Aterrorizado, dio varios pasos hacia atrás cuando sintió su ojo posarse sobre su ridícula figura. Un infante de demonio frente a una criatura colosal.
Separando sus fauces, mostrando sus letales dientes, moviendo su lengua, babeando por el suelo… Rugió, poderoso, majestuoso… Y temido.
Issei cayó al suelo, de culo, retrocediendo, asustado.
El dragón pasó a mirarlo, parecía que sonreía… Si esa mandíbula bestial tuviese esa facultad.
Moviéndose sinuosamente, la bestia descendió su cabeza, devorando al niño que alzó sus brazos en un reflejo instintivo de defensa, cerrando los ojos, chillando de miedo…
…
-¡!-
Abriendo los ojos, revisó sus alrededores, alterado.
Estaba en casa.
Runeas se relamió los labios. Viendo como el joven extendía sus alas, dragón y demonio. Sus manos parecían garras. Dos cuernos sobresaliendo de su sien. Líneas rojas y negras recorriendo su piel, cual tatuajes tribales.
Exquisito.
-Me siento… Bien… Muy bien, de hecho…- susurró Issei mirándose las manos, pasándoselas por el cabello, relajado.
-Me alegro…-
La voz de la mujer atrajo su atención al instante. Su melodiosa voz, su deliciosa figura, ese olor… Esa aura…
-Tu…- susurró Issei extendiendo su mano, tomando a la pelirroja del cuello, alzándola del suelo con facilidad.
Runeas no se resistió en ningún momento.
-Porque insistes en perturbar mi pacifica vida-
-Soy una obediente esposa que hace lo que le pide su marido-
-Soy un niño, mi única relación es una novia que nadie conoce…-
-Suzaku… Sé quién es… Y no pienso dejar que vuelvas a ella-
-Como si eso dependiese de ti…-
-Lo hace…-
-No… No lo hace- murmuró Issei acercando a la pelirroja hacia él.
La pelirroja se soltó de golpe, extendiendo sus alas. Formando un círculo mágico a su espalda. Rojizo, con grabados dragonianos. Un círculo mágico que resonó con otro similar en la espalda del dragón. Dos círculos que mantuvieron un pulso, emanando y controlando el poder mágico de la estancia.
La Emperatriz contra el Emperador.
-Te resistes… Me gusta! Shishishishi!- rio la emperatriz alzando sus brazos -¿Ese angelucho no te ha dicho nada?-
Alzando su mano metálica, la apartó, apartando algo más… La ropa de la demonio acabó en el suelo, esparcida por el despacho.
-¡!-
La otra mano se dirigió hacia ella agarrando algo, agarrándola a ella.
Runeas jadeó sorprendida. Su círculo mágico cedía. Se sometía.
-Parte y Contraparte… Parece que os he dado muchos dones… Pero todos están divididos… Sin mi hermana sea lo que sea que quieras hacer…-
-¡!-
Girando su mano, posando sus dedos bajo el mentón de la demonio.
-Runeas Gremory… La fundadora… Temida y respetada… Tan amada y deseada, la fuente de mis deseos… Tan deseada como inalcanzable…- recorriendo sus labios con el pulgar lentamente, introduciéndolo en su boca.
Runeas se sonrojó, desviando la mirada.
-Eres como mi hermana… Siempre lo he sabido, sentido… Pero nunca me he atrevido a tocarte… ¿Eso te molestaba?-
Runeas no pudo responder, no con el pulgar del dragón recorriendo su boca.
-Ahora me siento libre… Y es curioso, porque no entiendo de que tenía tanto miedo, sabes?- cerrando su mano alrededor de la boca de la pelirroja, liberando el cuello de la demonio -Esposa esto, esposa aquello…-
-Mmmm!-
-¿Por qué decir esposa cuando no me pareces más que un cubo de semen?- siseó Issei mirando a la pelirroja fijamente.
Trasladando su otra mano a la entrepierna de Runeas, veloz, introdujo su índice en el sexo de ella, sin permiso, sin previo aviso. Runeas chilló intentando liberarse. Issei se lo negó, metiendo un segundo dedo, empezando a recorrer su interior, metiéndolos y sacándolos, con velocidad, firmeza…
La demonio empezó a convulsionar, moviéndose erráticamente, desenfocando su mirada. Temblorosa, todo su cuerpo se sacudió con fuerza… Empapando la mano del dragón.
Su cabello se enredó, formando una cola que envolvió el cuello de la pelirroja. Levitando, el pelirrojo regresó a su asiento, dejando caer sus pantalones por el camino. Sentándose en su butaca de cuero negro observando, maravillado, a la desnuda y sonrojada pelirroja suspendida por su cola. Tomándola de sus muslos los separó, cargando con su peso sin problemas, liberándola, dejando que su cabello volviese a fluir como una cascada por el respaldo del asiento.
Runeas jadeó guturalmente, sintiéndose suspendida por los fuertes brazos del niño, expectante. Abierta de piernas, expuesta a él. Issei no dudó, dejó que la demonio cayese sobre su cintura, empalándola sin previo aviso.
Runeas aulló de placer, echando su cabeza hacia atrás. Su menudo cuerpo peleando con todas sus fuerzas para aceptar al intruso.
Levantándola para dejarla caer, el dragón repitió múltiples veces el movimiento. Cerrando sus ojos, disfrutando de la estrechez de la demonio junto con la exquisita melodía que eran sus fuertes gemidos. No satisfecho con la posición, dejó a la pelirroja en la mesa, sosteniéndola de la cintura. Sus enormes pechos relucientes por el sudor, su rostro sonrojado, su dulce mirada corrompida por el placer.
El dragón embistió, Runeas chilló.
Apoyándose en la mesa, se apartó y volvió a empujar, buscando entrar más y más en la demonio. Runeas alzó sus brazos, buscando agarrarse en algún lado, sintiendo como el dragón la tomaba con pura fuerza física.
CRACK
CRACK
Chasqueando con la lengua, irritado, Issei vio como la mesa cedía, partiéndose por la mitad. Colocando a la pelirroja en el suelo no cometió el mismo error. Sujetándola de la cintura, se acomodó sobre la alfombra y volvió a penetrar a la Gremory. Fuerte, gruñendo como un animal, sin importarle lo más mínimo la mujer. Buscando su propio placer, usando el cuerpo de la belleza Gremory para su placer personal.
Runeas Gremory gimió con todas sus fuerzas.
-Budapest-
El mundo había cambiado. Y lo había hecho sin que se diese cuenta. Ensimismado en sus funciones, en su exilio voluntario para contener a las hordas vampíricas, el mundo había cambiado. Quizás para mejor, quizás no. De todas formas entendía, al fin, porque el Papa Juan Pablo lo había mantenido apartado, defenestrado. Porque se avergonzaban de ellos, del Cuerpo de Ejecutores.
Un cuerpo sanguinario, de elite, que había cometido incontables acciones poco respetables. ¿Y ahora lo llamaban a filas?
Desde que la ciudad dejó de ser un asentamiento celta para ser un fortín cristiano en manos de los romanos, Budapest se había convertido en una potencia económica y el principal bastión en la franja central-oriental de Europa. Situada entre las dos potenciales amenazas youkai, la misión asignada a los Ejecutores era la de proteger Budapest y hacer de ella un bastión desde el que poder defender el continente.
Ghoul, vampiros y licántropos. En ingentes cantidades.
-Hemos acabado los preparativos… La Gran Sinagoga de Budapest tiene activos los salmos protectores. El Gran Conjuro de San Pedro lo protege todo en cinco manzanas, estamos reuniendo a todos los sacerdotes y personal operativo en el perímetro. De los civiles se encarga las fuerzas locales. El Salmo les protegerá de los ghouls, con los licántropos concentrados en…-
El anciano no reaccionó, solo mantuvo la vista al frente.
El exorcista lo miró en silencio, pasando a mirar lo que miraba él.
-¿Los vampiros están allí?-
-Ángeles de la Muerte, un escuadrón-
-¿Algún nombre memorable?-
-No los hemos identificado aun-
-Entiendo… Vlad ha enviado a sus fuerzas de elite. Esperan que los licántropos se centren en los ghoul, con nuestras fuerzas destruyendo al ganador, solo entonces intervendrán-
-¿No es una maniobra demasiado enrevesada?-
-Una estrategia carente de honor, pero cauta y con poco riesgo. Golpear sobre seguro… Son escoria, escoria que malvive y ha aguantado el paso del tiempo a base de realizar acciones y diseñar estrategias de este tipo, pero he creado este cuerpo precisamente para combatir esta enfermedad. Si quieren maniobras traicioneras las tendrán… Preparad el conjuro-
-¿No esperamos a los demás?-
-Yo les haré frente. Asegurad la sinagoga-
-Como ordene, señor…-
La luna llena, majestuosa, en lo alto… Lo más probable.
Las nubes de guerra descargaban ingentes cantidades de agua. Un agua fría, helada, que no disminuía lo más mínimo los instintos asesinos de los seres vivos… Y los no tan vivos.
Los ojos rojos de la Ángel de la Muerte descendieron, su cuerpo oculto en la oscuridad en una estancia del edificio más elevado de la ciudad. Una marea de bestias salvajes teñía la ciudad de sangre y muerte.
Una marabunta de ghoul, humanos infectados con sangre maldita, más animales que humanos, avanzaba imparable sin importarle la lluvia de balas que caía sobre ellos. Avanzaban malheridos, sin importarles las bajas o los muertos.
La desesperación invadió la otro hora hermosa ciudad. El fuego de la destrucción y el hedor de la muerte lo habían convertido todo. Los sonidos de las balas atravesando la lluvia, el olor del agua transportando ríos de sangre, la carne corrompiéndose… Nada de eso distrajo a la belleza rubia. Alzando su puño, sus compañeros agudizaron los sentidos, intentando vislumbrar algún cambio en el horizonte.
El sonido había cambiado. El olor era otro.
Valerie Tepes sonrió traviesa.
Múltiples objetivos avanzaban con rapidez, deslizándose en las fachadas de los edificios. Seres pesados, poderosos, agiles. Destruían las paredes pero se desplazaban veloces, dejándose caer, con poderío, entre los seres.
Sus fuertes músculos destruían los frágiles cuerpos de los ghoul, sus afiladas garras cercenaban sus carnes.
La vampiresa mantuvo su puño alzado.
-Pero señorita…-
-Los lobos no nos interesan… Esperad-
-¿Esperar a que?-
-Vendrán-
-Mira la ciudad, si no han venido ya…-
El puño descendió unos centímetros, relajado. Con la atención de la vampiresa centrada en el cielo.
Las nubes se aclararon, fantasmagóricamente.
-¿La luna? ¿Escampa la lluvia?-
Múltiples chispas recorrieron las nubes, sin apenas generar sonido alguno.
Abriendo los ojos, la vampiresa maldijo su mala suerte.
KABOOOOOOOOOOOOOOOMMMMMMMMMM!
-DxD-
Cierto anciano sonrió satisfecho.
-Objetivo confirmado, maestro Rugarius- dijo un sacerdote incorporándose, jadeante.
El anciano, de porte imponente y prominente barba gris, sostuvo su pesada hacha de plata sin dificultad alguna. Visualizando el escondite de los malditos desmoronarse tras recibir un poderoso ataque eléctrico.
El encantamiento, un salmo divino incorporaba un añadido eléctrico, el agua de la tormenta amplificaría el daño causado. Los vampiros había elegido la lluvia como escondite para esconder sus huellas; craso error.
-Asegurad las instituciones críticas, dejad que los ghoul y los soldados de Lucien se peleen entre ellos. Los no muertos no pueden vencer, pero mermarán sus fuerzas. Cuando los licántropos hayan ganado, barredlos-
Los guardias tras él asintieron con la cabeza, alejándose a paso rápido.
Un exorcista, junto al anciano, revisó el destrozo con cautela.
-¿Damos por derrotados a los vampiros?-
-Esas bestias no son de la incumbencia de los demás. Hemos de recuperar la ciudad, solo deben tener ese pensamiento en mente- desabrochando su chaqueta. Retirando la funda de cuero negro que protegía su arma.
Dando un par de pasos al frente, el anciano empezó un leve trote… Saltando cientos de metros.
Sosteniendo el hacha de combate en alto, envolviéndola en poder sagrado, Rugarius golpeó con fuerza las ruinas del campanario. Un impacto que desintegró el montículo de escombros sin esfuerzo.
Sus veteranos ojos vieron como de entre las ruinas se desplazaron sombras, sombras que se irguieron en los tejados de los edificios circundantes.
El anciano se incorporó, colocando su hacha sobre su hombro. Gesticulando a sus discípulos que no se acercasen.
-Soldados de la Noche. Ángeles de la Muerte… Este anciano os reconoce, tanto a vosotros como a vuestra reputación- mirando a su alrededor.
-Es curriosso que el Grran Maesstrro Rrugarriuss, el Grran Assessino de la Iglessia noss brrinde rrespeto-
-Respeto la fuerza, vuestra habilidad y vuestro esfuerzo… Más no respeto vuestras lamentables formas de vida. Y vuestro Rey os habrá informado de mi Juramento de erradicar vuestra especie de este hermoso y bendecido mundo-
-Palabrrass de un assessino… ¿Qué valorr tienen?-
-Sé que sabíais que veníamos… ¿Entre vosotros, glorioso cuerpo de elite, se encuentra el Arma de Vlad? ¿El nuevo poder que ha envalentonado a tu especie?-
-¿?-
-Mis ancianos huesos ya no son lo que eran… He venido a destruir toda esperanza para tu abominable especie… ¿Cuál de vosotros es?- apuntando a los soldados con su arma.
Dejando caer sus mojadas y embarradas capas, los vampiros desenvainaron sus armas, bañándolas con sangre, despertando su poder.
Distribuyéndose alrededor del anciano.
Rugarius golpeó el suelo con el pomo de la enorme hacha, liberando un conjuro de área eléctrico.
-No os penséis que he venido solo fruto de la demencia…-
Los vampiros sacaron sus armas.
El anciano alzó una ceja, mirando su arma.
-El cuero… ¿Blindaje ante los elementos?- acariciando la hoja del hacha –Tiempos modernos, cuanto añoro los viejos tiempos… Aunque penséis que el mundo ha cambiado en realidad las viejas lecciones siguen siendo igual de validas… El valor de la experiencia tiene igual sino mayor…-
Un círculo mágico se activó bajo sus pies.
Los vampiros, alertas, se abalanzaron sobre él. Hundiendo sus espadas en el cuerpo del anciano.
-Lo que más me gusta de la magia es que por mucho que la ciencia progrese y el mundo evolucione la raíz del todo sigue estando aquí y aquí…-
Señalándose el pecho y la sien –Porque la magia es eso… Voluntad e imaginación…-
El círculo se contaminó, empezando a liberar oscuridad.
-Y no importa cuánto tiempo pase, cuanto evolucione el mundo… Mientras el mundo sea el mundo la razón el Rey será aquel que sepa gobernar en la mente de los demás-
-¡!-
-¿Os pensabais que los exorcistas solo usan artes sagradas?... Os equivocáis-
-¡!-
…
Pisando su cuello, dejando caer su peso, el anciano observó la desesperación de Valerie en sus ojos. El miedo, el miedo a la muerte.
Moviendo su hacha de lado a lado, golpeando a los vampiros que volaban hacia él. Meras moscas pululando a su alrededor. Sangre y vísceras con las que manchar el suelo.
Habiendo acabado con las distracciones se dispuso a acabar el trabajo. Sin remordimiento alguno dejó caer la hoja, hundiéndola en el pecho de la vampiresa. Una hoja más grande que el esbelto cuerpo de la joven, partiéndola brutalmente por la mitad.
Viendo como la vida abandonaba los ojos de la joven, el Maestro Exorcista se separó, mirando los cuerpos mutilados de sus enemigos.
Uno de sus discípulos se acercó a él, inclinándose en una reverencia.
-La ciudad ha sido purgada de todo mal, Maestro-
Rugarius se acarició la barba, pensativo.
-Hemos registrado las evoluciones, todas. Las transmitiremos a la Santa Sede en su debido informe-
-Esta tecnología es de procedencia humana, buscad a quienes han suplantado. Localizad la empresa-
-Por supuesto, Maestro. ¿Partimos al sur, Maestro?-
-Informa al Santo Padre. Evacuaremos a los civiles. Exorcizad a cualquier herido. Quemad los cuerpos, incinerad la ciudad- empezando a caminar –Nos reagruparemos, Lucien ya sabrá que sus tropas han caído, y tras los muros de Rusia hay una infinidad de soldados esperando. Regresaremos al castillo y esperaremos órdenes-
-¿Y los vampiros?-
-No podemos salvar el Continente. Pero si podemos rescatar aquello que merezca la pena… ¿Ya habéis dado con todos los elegidos por la Santa Sede?-
-Aun… ¡!-
Curioso, el anciano siguió la mirada del exorcista, buscando que le había silenciado. Tras él, el cuerpo de la joven empezó a brillar tenuemente.
En el suelo, bajo ella, se alzó un conjuro de múltiples círculos. Elevándose, escribiéndose múltiples capas sobre su cuerpo.
La piel de la joven se cubrió de letras luminosas y su cuerpo empezó a cambiar. Retrocediendo la sangre, cerrándose las heridas, regresando la vida en sus ojos.
-¿Qué clase de abominación es esta?- rugió el exorcista desenvainando su espada sagrada.
-El arma… Ahora lo entiendo… Porque todos nuestros hermanos fracasaron… El arma no es un Ángel de la Muerte-
-¿?-
-No está resucitando. Esta revertiendo el daño…- murmuró el anciano sonriente –Han usado algún poder temporal en su agente más poderoso…-
-¡!-
-Brillante, francamente brillante…-
-¿Maestro Rugarius?-
-La sangre maldita posee una capacidad sublime de adaptación, si esta malnacida puede revertir continuamente el daño recibido…-
-¿Un crecimiento ilimitado?- auguró el discípulo.
-Exacto… Ssoiss cadaverress muy lisstoss- susurró Valerie maquiavélicamente, sosteniendo sus espadas, hiriéndose a si misma, hundiendo sus hojas en su vientre, encogiéndose del dolor.
-¿Qué es…-
-Esas espadas… ¡Aparta niño!- rugió el anciano intentando alcanzar a su discípulo. Observando horrorizado como la vampiresa avanzaba hacia él, lanzando una estocada.
Formado y entrenado, el exorcista retrocedió unos pasos, arma en mano.
Un chorro de sangre salpicó sus ropajes sagrados, gotas que emanaban de la sangrienta hoja maldita.
Humo.
Humo y un intenso hedor, dolor y sufrimiento.
El exorcista vio cómo su ropa se deshacía, la sangre penetrando en su ropa, en su carne, en sus huesos.
Aullando de dolor, su sufrimiento cesó cuando la espada se hundió en su pecho, deshaciendo su caja torácica en apenas unos segundos.
-Fuerza y Honor… Conozco esas espadas… Conocí a tu madre, niña- murmuró el anciano negando con la cabeza, tomando el cuerpo en descomposición de su discípulo, dejándolo reposar en el suelo –Y pensaba que tu Rey había prohibido el uso de esa arma maldita…-
-¿La conocess?- susurró Valerie mirando al anciano, caminando en círculos a su alrededor, dejando que la sangre cayese al suelo, corrompiendo el suelo.
-Un arma maldita que se alimenta de la sangre del portador para convertirla en un ácido que destruye toda forma de vida orgánica… Sin rencor, sin piedad, no conoce de aliados o enemigos… Ese veneno lo mata todo, incluido el portador. Incluida tu madre-
-Muy correcto- respondió la rubia sonriendo perversamente.
La niña era ágil, estaba entrenada y tenía excelentes instintos. Se lo había demostrado hacía apenas unos instantes. Era una asesina soberbia, letal y fría. Con esa arma una calamidad andante… Con el poder del tiempo. La asesina suprema.
El anciano rio levemente.
-Qué ironía…-
-Loss humanoss sse crreen loss mass inteligentess, loss mass capacess, loss Rreyess del mundo… ¿Crreess que erress tu quien gobierrna el mundo de la mente aquí?- riendo con crueldad -¿Qué erress tu quien ha venido a cazarr?-
El Anciano Rogarios se irguió, sereno.
El Exorcista más cruel y poderoso de la Vieja Escuela. Medio siglo de experiencia exterminando las más infames criaturas que habían poblado el mundo. Ducho y estudioso de las artes sobrenaturales, pocos humanos en el mundo podían sentarse en su misma mesa.
- La vida es maravillosa… Nunca se cansa de darnos lecciones, y cuando creemos que ya no nos queda nada por aprender, nos maravilla de nuevo-
La vampiresa lo miró confundida.
-No importa cuánto dolor y cuanta desgracia me desees, niña. Tu existencia no cambiará, seguirás siendo una abominación para toda la eternidad. Y cuando muera harás involuntariamente de este un lugar mejor al eliminar una vida contaminada por el pecado… Y yo me reuniré con el Señor-
-¡!-
-Este viejo ya ha aprendido de vosotros todo lo que podía aprender. Le ha transmitido a las nuevas generaciones todo lo que he podido… Y los nuevos talentos, Dulio Gesualdo, será quien os convierta en polvo, lanzando vuestras cenizas al viento…-
Ladeando su cuerpo, Valerie sostuvo sus espadas alzadas, apuntando al anciano.
-Vuestras miserables vidas, condenados a la no vida, llegarán a su fin a manos de los hijos de dios…- sosteniendo su hacha, convocando todo el poder mágico que pudo.
El más antiguo de los sanguinarios de la Santa Sede dispuso su último combate en vida.
Blandiendo su hacha, intentó golpear a la vampiresa, que se movió rápida, buscando su costado.
Valerie interpuso sus espadas, recibiendo el golpe, retrocediendo con violencia.
Rogarius vio como la sangre de las espadas tiñó las ropas de la niña por el impacto. Derritiendo su ropa, consumiendo su piel, mostrando su hueso desnudo…
El círculo mágico se activó de nuevo, revertiendo todo daño.
El exorcista gruñó molesto.
La niña tenía que tener un punto débil. La fuente de la magia temporal. Quizás el círculo mágico escondía algún truco o debilidad…
Tras múltiples impactos Rogarius observó la hoja de su hacha. La sagrada hoja mellada, derretida parcialmente por el ácido.
Ni siquiera un arma bendecida podía soportar ese veneno…
Sonriendo diabólicamente, Valerie se acercó al hombre, moviendo las espadas sobre sus muñecas, dejando que múltiples gotas salpicasen las piernas del anciano, que aulló de dolor, retrocediendo con dificultad.
Apartando su arma, arrojándola a un costado, Rogarius convocó poder mágico, intentando recitar un salmo, extendiendo sus manos, canalizando el encantamiento.
Deslizándose veloz, la chica giró las hojas frente a ella, cortando sus manos, riendo sádicamente. Girando sobre si misma, salpicando numerosas veces al anciano.
Conteniendo el dolor, el más poderoso de los Antiguos Exorcistas cayó de rodillas, apretando la mandíbula, temblando visiblemente al sentir el ácido penetrar en su pecho.
Valerie se acercó a él, alzando una espada, mirándola con una perversa sonrisa en su rostro. Dejando que el ácido de su espada, su sangre convertida, cayese como una menguante fuente sobre el rostro del anciano.
A los pocos segundos, los ojos rojos de Valerie Tepes vieron el cráneo desnudo del exorcista frente a ella. Desmoronándose, golpeando el suelo junto al resto del cuerpo.
Riendo histérica, la joven vampiresa golpeó con fuerza el cuerpo del anciano, mirando al cielo, chillando extasiada.
El resto de exorcistas observaron el desenlace horrorizados, avanzando unos pasos furiosos, deseosos de vengar la muerte de su Maestro.
Nunca tuvieron la oportunidad.
Otra oleada de no muertos abandonó las sombras para avanzar en masa. Ignorando a la vampiresa, ignorando al Maestro. Los no muertos deseaban sangre viva, sangre fresca…
Ghouls frente a ellos, licántropos en la retaguardia, sin refuerzos y al final, el arma del Rey Tepes que había asesinado a su principal valedor. Los exorcistas se encomendaron a Dios.
…
Al día siguiente la noticia llegó a las puertas del Vaticano.
La Orden de los Exterminadores, el brazo más poderoso y cruel de la Santa Iglesia había fallecido. El muro septentrional había caído. El camino de Lucien hacia Europa estaba desprotegido. Los vampiros tenían un arma de la que no podían defenderse. La maldición vampírica avanzaba imparable cual epidemia por las tierras del este y lo peor, el enemigo se había infiltrado potencialmente en todos los estamentos críticos.
La humanidad estaba en jaque. La Iglesia sabía que no tenía poder para defenderse, defender al pueblo.
La única pregunta que se hacía Vlad Tepes era… ¿Acudiría el Cielo en ayuda de la Santa Iglesia?
Si lo hacían, dejaría que se enfrentase al poderoso ejército que Lucien llevaba armando en Rusia desde hacía cientos de años… Valerie, el asesino supremo, y una incontable legión de Ángeles de la Muerte rematarían al agotado vencedor.
Pronto, muy pronto, Vlad IV gobernaría el mundo moderno… El mundo pronto dejaría de ser de los hombres.
El tiempo del vampiro estaba por llegar… Y seria eterno.
- Continuará en el siguiente capítulo-
Subido el siguiente capitulo, espero que os guste. Nos leemos en la proxima!
