II. Kekkei genkai


La oscuridad había tomado presa la habitación de Kakashi. Dormía plácidamente, sintiendo que había algo cálido detrás de su espalda. Olía a flores. O a vainilla. No sabía exactamente, pero era un olor dulce. Por otro lado, Hinata estaba recostada boca arriba mientras Kakashi le daba la espalda. A pesar de que no lo veía directamente, el solo hecho de saberse a centímetros del sensei y encima de su cama le hacía sentir muy nerviosa. Contaba los minutos lentamente, remarcados en el reloj digital de números rojos. El tiempo no parecía avanzar.

09:57pm.

Le había prometido irse a las diez. Deseaba con todo su corazón que ya fuera la hora señalada. Tal vez él no se daría cuenta de cuando ella se fuera. Estaba profundamente dormido. Hinata miró un poco y vio cómo el costado de Kakashi se alzaba y luego bajaba, respirando tranquilamente.

Se apoyó sobre sus codos para levantarse cuando…

—Todavía no son las diez. —dijo una voz grave y soñolienta.

Hinata se asustó y rápido volvió a acostarse sobre la cama. ¿Cómo es que había notado su movimiento? ¿Cómo es que sabía que aun no daban las diez de la noche? Ni siquiera podía mirar el reloj en esa posición.

—E-Es que tengo qué ir a casa, Kakashi-sensei.

—Shhh.

La joven no se atrevió a insistir. Mejor continuó acostada, con sus manos juntas sobre su pecho, esperando.

—¿Cuál es su comida favorita? —susurró para no incomodarlo tanto. Ese murmullo le pareció a Kakashi adorable y relajante.

—Pescado. —contestó con simplicidad.

—Hay muchos tipos de pescado y muchas recetas para…

—Shhh. Te has vuelto habladora. No eras así.

Hinata volteó a ver el reloj. Eran las 09:58. Ya casi.

—Kakashi-sensei…

Le asustó que de repente Kakashi se acomodó de lado, pero esta vez viéndola a ella fijamente con una expresión un poco molesta en sus ojos negros, desprovistos del sharingan. Había allí una cicatriz todavía notable en su ojo, surcándole parte de la ceja.

—¿Por qué estás aquí, Hinata? —preguntó con la voz más recompuesta.

—Usted… usted me invitó. —repuso sin poder evitar tartamudear y sentirse tímida.

—Si alguien te invita a su casa, ¿asistes sin más? ¿así como así? —Elevó una ceja, interesado en poner más nerviosa a la ojiperla.

—No, no Kakashi-sensei. No asisto. —Negó con la cabeza, evitando mirarlo a él y sus ojos negros que parecían pedirle algo.

—¿Entonces por qué estás aquí? No te quedaste solo porque te lo pedí, ¿o sí?

—Me quedé solo porque quiero saber qué le gusta comer.

—Pescado. —Volvió a responder poniendo los ojos en blanco.

Hinata mentalmente también puso sus ojos en blanco, si eso era posible.

—Sí, pero hay muchos tipos de pescado y muchas recetas. Tiene qué ser más específico.

—Hay uno que me gusta. Caballa hervida. —Le concedió como regalo por haberse quedado.

—Bien, ahora lo sé —Hinata se levantó con una sonrisa —. Son las diez en punto —Señaló el reloj —. Así que me tengo qué despedir, Kakashi-sensei. —Le dio una reverencia —. Muchas gracias por dejarme estar aquí. Hasta luego.

Caminó hacia la sala por donde estaba la salida. Iba a abrir la puerta, pero se dio cuenta que la perilla no funcionaba. La giraba para todos lados y ésta no cedía. "No puede ser", pensó asustada. Ya era tarde, debía llegar a su casa. Intentó nuevamente estirando la puerta y nada. Se mantuvo ahí por algunos minutos pensando en qué hacer. Oh. La ventana. Había una ventana en la habitación de Kakashi lo suficientemente grande como para que ella pudiese salir. Lo malo es que tendría qué encontrarse nuevamente con el sensei. Cerró fuertemente los ojos, sintiéndolos cansados. Debía ir y enfrentarlo.

Regresó sobre sus pasos hacia la habitación de Kakashi, encontrándolo en la misma posición y con los ojos cerrados.

—Kakashi-sensei.

—¿Todavía no te vas? —Dio una muy minúscula sonrisita burlona en su rostro. Hinata comenzaba a intuir que él sabía que la cerradura tenía manía.

—No, sensei. La puerta no se abre.

—Solo tienes qué girarla y abrirá. —Dejó de sonreír y volvió a su rostro mezquino.

—No lo molestaré. ¿Puedo usar la ventana?

Kakashi no respondió y Hinata con algo de vergüenza se intentó convencer de que eso era un sí. Al menos no había dicho que no. Se acercó a la ventana y la abrió con cuidado. Se subió al alféizar y apoyándose cerró suavemente, después saltó, alejándose por entre los techos cual ninja nocturno. Kakashi abrió los ojos, admirando cómo se alejaba, cómo se perdía lentamente entre la oscuridad de la noche.

—Niña molesta. —murmuró y volvió a dormir.


-o-


Era una mañana refulgente. El sol brillaba en lo alto y el cielo era bello, sin una nube que se le atravesase. Hinata abrió la ventana de su habitación y sonriendo aspiró el aire de la mañana.

—Hoy será un buen día. —Se dijo y empezó a realizar sus deberes.

Desayunar, ir a la pequeña biblioteca del territorio Hyuga, luego entrenar un poco con Hanabi y tomar el té con su padre. La mañana se iba rápido y pronto dio la hora de la comida. Hinata pidió excusarse y tomó un plato de comida para hacerlo un bento. Lo puso en una cajita muy mona amarrada con un pañuelo para que los alimentos se mantuvieran calientes. Entonces emprendió su marcha con la finalidad de entregarle a Kakashi el platillo que le gustaba.

Iba caminando por las calles de Konoha y de pronto se vio en el concurrido centro cuando su vista periférica observó a Naruto con su capa de Hokage y a Sakura hablando con alguien. Sus amigos le daban la espalda y frente a ellos estaba Kakashi con su uniforme de Jonin, quien por un segundo levantó su vista cansada hacia Hinata. Sus miradas se encontraron por unos segundos, Kakashi le dedicó una mirada de advertencia, de "no te acerques más", y luego Hinata siguió su camino, incapaz de interrumpir.

Siguió caminando sin rumbo fijo, avergonzada de haber perdido su rumbo. Kakashi reía con Naruto y Sakura, reía como si nada pasara, como si él fuese feliz. No era hosco ni grosero como con ella. ¿Por qué? No lo entendía. ¿Por qué Kakashi fingía ser feliz?

"Kakashi-sensei parece normal con los demás, pero conmigo está triste y enojado", pensaba dubitativamente hasta que chocó contra alguien.

—¡Lo siento mucho! —Se disculpó enseguida, sonrojándose.

—Hinata-san. —La saludó Yamato amablemente —. No pasa nada, ¿estás bien? Tú no eres distraída.

—Sí, perdón por molestarlo. Venía pensando en muchas cosas. —Sonrió.

—Eso huele realmente bien, ¿para quién es? —Yamato que apenas venía de llevar su informe de misión y que no había comido en unas horas, olió el bento con sumo gusto, olvidándose de ser más prudente.

—Ah, esto… —Hinata alzó la cajita, por un momento se había olvidado de ella —, se la llevaba a un amigo, pero ya comió.

—Oh, es una pena.

—Tome. —Le ofreció con ambas manos —. Me sentiría muy triste si este plato que hice con mucho esfuerzo no se lo come nadie.

—Lo tomaré, muchas gracias, Hinata-san. —Aceptó gustoso —. ¿Por qué no me acompañas? Hay un parque aquí cerca. Déjame comprarte un helado para agradecerte.

Hinata dijo que sí y pronto se vieron instalados en el parque de árboles verdes, donde había juegos para niños y mesas para picnic. La peliazul fue a la máquina de sodas y le compró un jugo a Yamato y cuando regresó éste le tenía un gran helado de chocolate.

—Muchas gracias, Yamato-taicho. —sonrió feliz.

Emocionado, Yamato empezó a abrir el bento. Era pescado, arroz, brocoli, huevo cocido y un onigiri.

—Vaya, Hinata-san, esto se ve delicioso. Qué desafortunado tu amigo, no sabe de lo que se perdió. —El ninja preparó los palillos en su mano y empezó a comer —. ¡Oishii!

—Muchas gracias, Yamato-taicho.

—Hinata, ¿esto era para… Kakashi? —interrogó el castaño de repente, tomando por sorpresa a Hinata.

—Ah, yo… pues… sí. —Aceptó finalmente —. ¿Cómo lo supo?

—Muy sencillo. Este es el plato favorito de Kakashi en el mundo. Pescado.

Hinata sonrió de medio lado y bajó la mirada un poco distante, como recordando algo melancólico.

—¿Qué pasa? ¿Por qué no le entregaste esto a Kakashi? Si me dices que fue grosero, le patearé el trasero con mucho gusto.

—No, Yamato-taicho. No fue grosero. —Negó —. Es solo que él estaba ocupado. Yo… iré a visitarlo en otro momento.

—¿Por qué quisieras visitarlo? Sé que no ha estado de muy buen humor. Cuando se pone así no le gusta estar con nadie.

—Yo solo quería platicar con él porque… bueno, es un shinobi muy interesante y… —Su mirada se volvió más melancólica si eso era posible —, solo no quiero que esté solo. Ahora que ya no es Hokage y que está libre de responsabilidades, tiene mucho tiempo libre. Él dijo que se sentía un poco mal.

—¿Él te dijo que se sentía mal? —Elevó las cejas, interesado.

"―Mira cómo me odio cada día más, porque a pesar de todo lo que hice por esta maldita aldea, por mis alumnos, conmigo mismo, incluso a pesar de que cambié y consideré a los demás mis amigos, ¡No sirvió de nada al final! Dejé que Obito muriera, asesiné a Rin, no pude ayudar a mi maestro, y la situación del equipo 7 cuando eran genins se me salió totalmente de las manos y dejé que mi alumno se convirtiera en un delincuente de rango S, y tras muchos años volví a ver a Obito… ¿y sabes qué hice? Sonrió burlándose de sí mismo mientras una maldita lágrima se le escapaba por el ojo izquierdo ―. Volví a dejarlo morir. No pude ayudarlo… yo… lo dejé morir otra vez. ¿Y quieres saber otra cosa? Rió tristemente NO. NECESITO. TU. ¡LÁSTIMA! gritó aventándola contra la pared y ella después cayó al piso, sin lograr que sus piernas la sostuvieran. Estaba impresionada. No podía creerlo. No sabía quién era él. No era Kakashi Hatake, no el que ella conoció".

—Algo así. —dijo Hinata —. Yamato-taicho, ¿puedo preguntarle algo?

—Claro.

—¿Qué se siente ser un ninja retirado?

Yamato comió un poco de arroz y pareció meditar la pregunta un momento, luego finalmente contestó una vez que pasó su bocado.

—Sé a lo que te refieres. No todos se lo toman bien. Imagínate haber sido ninja toda una vida y de repente has llegado a tu jubilación. Tanto tiempo libre vuelve locos a algunos. Otros se entretienen integrándose a algún puesto administrativo de la aldea que los acerque un poco hacia el Hokage y su gobierno. Pero definitivamente hay ex shinobis que lo pasan mal. Pero tranquila, Kakashi estará bien, Hinata-san.

—Vale. —sonrió amable, pero en el fondo seguía preocupada por el sensei. ¿Él se convertiría en uno de esos shinobis que no se tomaban bien su retiro?


-o-


Hinata decidió que lo intentaría en la noche. Fue hasta la cocina y volvió a preparar caballa hervida, esta vez con patatas y unas rodajitas de lima. Lo colocó como bento, envolviéndolo con un pañuelo.

—Hinata, ya es tarde, ¿A dónde vas? —Hiashi la interceptó por uno de los pasillos.

—Lo siento, oto-san. No me tardo, solo dejaré esto para un amigo y regreso, lo prometo.

—De acuerdo. Ten cuidado.

Vio marcharse a su hija. Últimamente cocinaba mucho para ese tal amigo. Solo esperaba que fuera un buen hombre.

Mientras tanto, Hinata salió de su casa, decidida a llegar a su destino. Eran las ocho de la noche y la luna ya se estaba levantando y la oscuridad ya reinaba sobre Konoha. Hinata subió unas escaleras y luego llegó al departamento de Kakashi. Llamó un par de veces, pero igual que en días anteriores, no hubo respuesta.

Se encontró decidida a entregar la rica cena que había preparado así que golpeteó la puerta más fuerte, sin embargo, nadie contestó. Estaba realmente decidida a entregar los alimentos, así que subió al techo del edificio y luego cayó en el alféizar de la ventana de Kakashi. A través del cristal lo vio ahí sentado en su cama leyendo un libro como si nada. Como si nadie llamase a su puerta.

Hinata tocó la ventana, sorprendiendo a Kakashi, quien la vio con asombro. Hinata esperaba que le abriera o que al menos le indicara que pasara dentro, pero ni eso, Kakashi solo se quedó viéndola con esa cara aburrida que a veces ponía.

Aquello ofendió un poco a Hinata, pero resuelta, abrió por sí misma la ventana y entró.

—¿Qué haces aquí, Hinata? —le preguntó mirándola con fastidio.

Aquella pregunta la hirió un poco, si era honesta, pero decidió seguir intentándolo.

—Vine a traerle la cena. Cómala antes de que se enfríe, por favor. —Caminó hacia el buró donde puso el plato.

—¿Por qué? —Pareció más un reclamo que una pregunta. Hinata comenzaba a cansarle su actitud hostil para con ella.

—Solo quiero… platicar con usted.

—¿Por qué conmigo? ¿No hay otro por quién sentir lástima?

—Yo no siento lástima…

—Eres la típica chica que quiere arreglar al shinobi roto, al ninja malo, crees que con tu amor puedes suturar las heridas. Pues te tengo noticias, niña, nadie aquí quiere ser rescatado —Se levantó de su cama de golpe, dirigiéndose al buró —, y nadie necesita de tus gestos compasivos. —Con la palma de su mano abierta empujó con fuerza el bento hacia el suelo y éste cayó, desparramándose el contenido.

Hinata observó cómo su comida preparada con tanto esmero caía lentamente sobre el piso, fue testigo de aquello con ojos anonadados. Para ella fue como ver cómo tiraban sus sentimientos. Igual que antes. Sin compasión. Igual que Naruto. La Hyuga levantó la mirada hacia Kakashi. Los ojos de ella ya no eran dulces ni amables.

—¡No tiene qué ser tan cruel! —Le gritó dolida.

Hubo un silencio.

—Nadie te pidió que vinieras. —exclamó con un tono frío.

Hinata apretó sus labios para contener las lágrimas que estaban a punto de salir. Quería decirle muchas cosas a ese hombre. Que era una persona despreciable, cruel, maldito, grosero, inhumano. Pero sabía también que si abría la boca empezaría a llorar como magdalena, así que en lugar de eso tomó el insulto de Kakashi y dio media vuelta, retirándose del departamento.

"Nadie me pidió que viniera", pensaba culpándose a sí misma por lo inocente que había sido "Yo sola me lo he buscado. Me advirtieron que no viniera, pero yo soy tan tonta".

Dio media vuelta sin decir nada más y salió por la ventana, alejándose saltando entre los techos de las casas lo más rápido que sus piernas le permitían, pues quería alejarse de ese lugar para jamás volver.

—Eres un marrano, Kakashi. —le dijo en tono de réplica una sombra que estaba en cuclillas sobre la ventana de su habitación. El aludido volteó y se encontró a un ANBU.

—Yamato. ¿Ahora me espías?

—Hokage-sama quiere vernos. Andando. —Dicho eso desapareció tras una nube de vapor, dejando solo a Kakashi.

Sí, Yamato tenía razón. Era un cerdo sin corazón. Incluso un cerdo era mejor ser vivo que él. Se llevó una mano hacia la frente, sintiendo un dolor de cabeza. Estaba estresado por toda esa situación. ¿Por qué era tan grosero con ella? ¿Por qué la hacía llorar? ¿Qué culpa tenía Hinata?

Sintiéndose la peor escoria de Konoha, Kakashi se puso su uniforme estándar de jōnin y enfiló hacia el edificio del Hokage para conocer su misión.


-o-


Naruto y Shikamaru necesitaban consultarle unas cosas a Kakashi. El mayor con un poco de fastidio tuvo que pasarse casi hasta la media noche ayudándoles con unos decretos y unos manuales de procedimientos. La luna ya estaba muy alta para cuando el Hatake estaba caminando por las calles oscuras de la aldea. Contemplaba el resto del camino con actitud aburrida. El viento soplaba un poco y le picaba en la máscara que tenía en la cara.

Llegó a su departamento con la finalidad de acostarse, pero al entrar al cuarto se percató del piso sucio.

"—¡No tiene por qué ser tan cruel!".

Recordó cuando por primera vez en toda su vida Hinata le alzó la voz y la vio enojada. Él pensó que la Hyuga no tenía un límite, pero lo tenía y él lo había explotado a propósito, porque no la quería cerca. No quería que nadie lo viera como un pobrecillo.

Para empezar, él tenía la culpa. Él quien se mostró débil ante ella.

¿Por qué no guardó sus sentimientos aquella vez como antes?

Hinata tenía algo que hacía que le mostraras tu verdadero ser.

Sacudió su cabeza para sacar aquellos pensamientos y fue por artículos de limpieza para levantar aquel tiradero, pues no podía dormir así. Para cuando terminó ya faltaban diez minutos para la una de la madrugada. Ahora no tenía sueño. Pensaba en Hinata y en lo cruel que fue con ella. Nunca había sido tan grosero desde hace mucho tiempo, desde que era un genin antisocial.

¿Por qué esos comportamientos hostiles regresaban? O tal vez siempre estuvieron ahí, solo que escondidos.

—Hinata, lo siento. —Le dijo al techo, acostado en la cama. Ojalá Hinata estuviera ahí con él. No sabía para qué la quería, pero deseaba que simplemente estuviese ahí contando los minutos para irse mientras estaba acostada en la cama, junto a él.


-o-


Al principio no le tomó importancia, pero con el paso de los días notó que nadie llamaba a su puerta, que no había gatos fuera de su departamento esperando comida (porque se comían los bentos que él rechazaba), no había nadie tocando su ventana para entrar a dejarle un presente.

Hinata no estaba. Y era raro porque nunca la necesitó, pero una pequeña parte de él extrañaba que estuviera ahí fastidiándolo, tocando la puerta insistentemente hasta por una hora.

No había mucho qué hacer en su día. Después de todo ya no era Hokage, misiones no había muchas y no era como si pudiera desenvolverse en ellas al cien por ciento como antes, pues su famoso sharingan ya no estaba. Ahora era un ninja promedio.

Siempre se creyó dueño de su falso kekkei genkai, pensó que era suyo, algo que lo hacía especial, algo por lo cual era tan temido en las naciones. Y ahora no lo tenía. Solo había un ojo normal y una cicatriz que surcaba de su mejilla a hacia arriba de su ceja. Su par de normales y ordinarios ojos negros. Sin preverlo, su puño viajó directo hacia el espejo y lo quebró en pedazos. Lo dejó ahí, no lo movió, y de repente empezó a escurrir sangre.

En algún momento lidió con la pérdida de su sharingan gracias a que lo nombraron Hokage, aquél puesto le demandaba el tiempo completo, pero ahora que se había retirado su ansiedad había incrementado. Tanto tiempo libre para él solo.

Sin sharingan.

Sin ser Hokage.

Ahora solo era el solitario Kakashi Hatake de siempre.


-o-


Tenía que rendir informes al Hokage, era el último día y Yamato se había puesto determinante a que esta vez le tocaba a Kakashi. Tendría que ver a su ex alumno. Kakashi caminaba por las calles, con su aire despreocupado y las manos metidas en los bolsillos.

Habían pasado dos semanas desde que no la había vuelto a ver. No supo en qué momento exacto se encontró a sí mismo dando caminatas por Konoha con el fin de tomar aire, aunque se mentía a sí mismo patéticamente, pues solo salía para ver a cierta Hyuga "por casualidad".

No la había encontrado.

Era extraño, pues antes la veía con frecuencia.

Al parecer la muchacha realmente se había ofendido por sus palabras, pues no había vuelto a aparecer por el departamento de Kakashi. Abría la puerta todas las noches para encontrarse un bento envuelto con pañuelos, pero no había nada, no había gatos comiéndose la cena, nadie llamaba a su puerta. No escuchaba esa voz chillante de niña buena por ningún lado.

Aquella mañana llegó un poco tarde. Naruto lo recibió con una gran sonrisa y su voz estridente. Kakashi rindió el informe y entre Naruto y Shikamaru lo analizaron y archivaron después.

—Es todo, Kakashi-sensei, buen trabajo. —dijo el Nanadaime —. Ahora los papeles han cambiado, Kakashi-sensei. —Rio divertido.

—Naruto, deja de payasear y trabaja. —Shikamaru frunció el ceño.

—Oye, Naruto. —Exhaló un suspiro de molestia porque sabía que lo que estaba a punto de decir sería raro y si Naruto era lo suficientemente listo se burlaría de él —. ¿Hinata Hyuga está en misión? No la he visto últimamente. —Bueno, ya había enviado la bomba, ahora esperaba la explosión.

—¿Hinata-chan? Pues sí, está de misión en la Aldea de las aguas termales. —Le ofreció la respuesta sin sospechar nada.

—¿Necesita alguna otra información de Hinata, Kakashi-sensei? —Shikamaru elevó una ceja mientras sonreía de medio lado.

Claro, ¿cómo olvidar al genio Nara? Ahora sí se había descubierto solo. No lo podría engañar, pero al menos no le daría el gusto de aceptarlo tan fácilmente.

—Solo curiosidad, ya ves que es de los famosos 9 novatos. Además, Mirai-chan me pregunta mucho por ella.

—Mirai-chan sabe donde está Hinata. —Claro, Kakashi se dio un golpe mental. Shikamaru y Hinata eran padrinos de la señorita Sarutobi, claro que la ninja poseía esa información de antemano.

—¡Solo déjame en paz, Shikamaru! —dijo molesto, sintiéndose expuesto y mejor se fue sin despedirse, cerrando la puerta con fuerza. Shikamaru solo lanzó una risita burlona.

—No entendí nada. —dijo Naruto confundido.

—Por supuesto que no. —sonrió el pelinegro —. Continuemos con el trabajo.

—¡Pero explícame! —Lloriqueó.

—Eres adulto, no debería explicarte. Continuemos con el trabajo ya.

—¡Shikamaru!

Era un día agradable y todavía le quedaba la tarde libre, así que pasó a casa de Gai para saludarlo. Se sentaron afuera para disfrutar del buen clima.

—¿Está bien si no estás con Naruto? —preguntó Gai, postrado en su silla de ruedas.

—Él ya no me necesita. Además, tiene a Shikamaru.

—Ahora esos chicos se hacen cargo de todo. Cuesta creer que son esos genins revoltosos los que ahora son los nuevos adultos. Aun recuerdo cuando fue nuestra primera pelea.

—Oye, ¿por qué no damos un tour? Los chicos ahora pueden hacerse cargo de la aldea, nosotros necesitamos unas vacaciones. Quiero celebrar el hecho de que he cumplido mi mandato como Rokudaime.

—Un tour nostálgico, ¿eh? ¡Mi querido y odiado rival, es la mejor idea que se te ha ocurrido! —gritó bastante enérgico, sonriendo.

—¿Por qué no vamos a la Aldea de las aguas termales? —sugirió.

Gai se sorprendió de que Kakashi diera un destino tan exacto y rápido, pero no le dio importancia y aceptó.

—¡Suena bien! ¡Iré caminando de manos! Si no hago eso tendré que correr de manos…

—Gai, no es necesario. —Kakashi puso los ojos en blanco mientras su amigo seguía diciendo los miles de castigos que se impondría si no cumplía su régimen de entrenamiento.

Pues ya estaba dicho. Mañana temprano partirían de vacaciones a la Aldea de las aguas termales, que dicho sea de paso, era el lugar donde Hinata Hyuga se encontraba de misión.


-o-


Era un nuevo día en Konoha. Frente a la puerta norte ya se hallaban Mirai-chan y Gai.

—Espero que no le importe que me una, Hokage-sama. —Lo saludó la castaña de cabello corto con una dulce sonrisa.

—Por supuesto que no. —Sonrió. Por supuesto que le importaba, no quería chicas en el viaje, pero Gai ya la había invitado —. Bueno, vámonos.

Sin más preámbulos partieron. Kakashi caminaba con paso ligero, a su espalda traía una mochila con todo lo necesario, al igual que Mirai. Gai iba en su silla de ruedas auxiliado por la Sarutobi y en la misma silla llevaba su pequeño equipaje. Si eran rápidos podrían llegar en un día, pero ahora que Gai estaba imposibilitado el trayecto se hacía más tardado. Gai a pesar de su capacidad no era lento, podría correr con las manos más rápido que con los pies, pero Kakashi no se atrevió a decirle, además se suponía que iban de vacaciones y Gai parecía disfrutar del camino y el bosque, no podría ser tan cruel con su amigo.

Cruel.

Como ella lo había llamado.

"Definitivamente me disculparé", pensó Kakashi con un poco de pesar.

La noche los alcanzó sin remedio y tuvieron que detenerse para acampar. Mirai y Gai necesitaban descansar. Sacaron sus utensilios para hacer una fogata y dar una buena cena. Una vez terminados los alimentos, extendieron sus bolsas de dormir. Platicaron como por una hora acerca de recuerdos, Gai hablando de Asuma y Kurenai, de cómo se ponían nerviosos cuando eran vistos juntos y Mirai se enternecía con sus platicas. Kakashi estaba más callado, mirando el cielo negro iluminado débilmente por las estrellas plateadas.

Quería llegar ya a su destino, no supo en qué momento le invadió la desesperación. Se imaginó dejando el campamento cuando los demás durmieran y saltar por los árboles hasta llegar a Hinata. Sacudió su cabeza para espabilarse, ¿en qué demonios estaba pensando? Solo iba a vacacionar, eso era todo. Si se la encontraba podría disculparse por su actitud de hace dos semanas, sencillamente.

Casi no pudo dormir, por lo que la noche se le hizo eterna. Para antes de que saliera el sol, Kakashi ya los estaba levantando.

—Realmente tienes deseos de llegar a esas termas, Kakashi. —Observó Gai con una ceja enarcada, pero con una sonrisa mientras se tallaba un ojo.

—No es eso, es solo que quiero ducharme. —Se excusó.

Continuaron con su recorrido, encontrándose de vez en cuando con viajeros. Hubo una parte donde Gai se desesperó de que Kakashi y Mirai se turnaran para empujar la silla de ruedas, así que se levantó furioso declarando que no era un inútil y se fue corriendo tan rápido con las manos que no pudieron alcanzarlo. Claro, alguien tenía qué cargar la silla.

—Kakashi-sama, ¿y si la guardamos en un pergamino? —Sugirió Mirai.

—¿Tienes uno así?

La castaña en modo de respuesta sacó un pergamino que colocó sobre el suelo, hizo algunos sellos y después la silla de ruedas se esfumó, guardándose en el papel.

—Sabía que Gai-sensei se desesperaría en el trayecto. —sonrió tiernamente. Todavía se podían escuchar los gritos eufóricos de Gai diciendo que llegaría en primer lugar.

"Al menos avanzaremos más rápido", pensó el peliplateado.

—¿Podemos seguir caminando, Kakashi… sama? —Kakashi levantó una ceja mirando a la kunoichi. Había un sonrojo en sus mejillas que no le gustó nada.

—Eh… en realidad sería mejor que alcancemos a Gai. Vamos. —Indicó sin esperar una respuesta y corrió, moldeó chakra a sus pies para poder saltar a las ramas de los árboles gigantes y emprendió el camino con paso veloz.

Mirai se entristeció un poco y finalmente imitó a Kakashi.

Estuvieron en Yugakure a eso del mediodía. El sol ya picaba en la espalda así que les resultó glorioso que los encargados del hotel les indicaran que las termas estaban listas para que se dieran un buen baño.

—Un señor enérgico venía con nosotros, pero se nos adelantó. —explicó Mirai.

—Oh, lo siento tanto por su pérdida. —dijo el dueño del hotel.

—No, no —Se rio Mirai —, queremos saber si ya está aquí en las termas.

—Ah, vaya —El dueño también se rio ante la confusión —. Debe ser el señor de cejas prominentes. Sí, efectivamente, ya se encuentra en las termas.

—Qué bien, entonces yo iré primero a mi habitación. —Informó Mirai mientras era acompañada por el ayudante que llevaba las maletas.

Kakashi iba a seguirla, pues quería ir al baño y ducharse para entrar más limpio a las termas cuando, de pronto, al girar vio que una mujer de largo cabello azul iba bajando las escaleras. Se le quedó viendo. Enseguida la mujer; vestida con ropas de civil, volteó distraídamente y se encontró con Kakashi a lo lejos, sin poder reprimir la sorpresa en sus ojos.

Era Hinata.

—Te encontré. —dijo Kakashi sin darse cuenta de que hablaba en voz alta.

La Hyuga apartó la mirada y siguió caminando, alejándose de ahí.

La dicha de que en Yugakure solo hubiera un hotel. Kakashi se adelantó para seguirla.

—Hinata. —La llamó, pero ella siguió caminando, fingiendo nerviosamente no escucharlo —. Oye, Hinata. —Finalmente la tomó del hombro para detenerla y se puso frente a ella. La observó. Se veía tan hermosa en su vestido blanco de tirantes. La mujer agrandó los ojos ante la impresión de tener a Kakashi tan cerca. Su nerviosismo fue tanto que de pronto desapareció tras una nube de vapor.

Kakashi sonrió de medio lado y su mano se cerró en el aire.

—No escaparás tan fácil. —musitó para sí mismo —. Después de todo, tú tienes misión aquí y yo vine a pasar varios días. Los necesarios para que me perdones.

El viento sopló fuertemente, y Kakashi deseó que sus palabras se las llevara el viento a la señorita Hyuga.