N/A: ¡Hola a todos, JkAlex está devuelta!

A decir verdad, no esperaba volver a publicar esta historia tan pronto. Tal vez sea la emoción de escribir una nueva historia.

Antes de comenzar la historia, unas pequeñas aclaraciones:

1-La historia se desarrollará desde un punto de vista en tercera persona limitado al personaje. Es decir, que cada capítulo se enfocará en un personaje, de forma similar a como están escritos los libros de Los Héroes del Olimpo. Un capítulo puede centrarse en Percy, el siguiente en Zuko, luego Aang y así sucesivamente. Alguno tendrás más capítulos propios que otros, pero me esforzaré para que cada personaje tenga su momento de brillar. Obviamente, Percy será el principal protagonista, quien tendrá más tiempo en pantalla, pero la historia no se centrará solo en él. Eso sería aburrido.

2-Mi objetivo con este fic es explorar lo que podría llegar a ocurrir en el mundo Avatar cuando un semidiós tan poderoso como Percy está presente. Tal vez algunos se sientan inseguros por el hecho de que le di a Percy la Maldición de Aquiles cuando ya es un semidiós poderoso por derecho propio, pero pienso que las cosas serán mucho más interesantes de esa manera.

3-En cuanto a la escala de poder que eso conlleva, aclararé algo que muchos tienen en mente. Sí, Percy será tan poderoso como para hacerle frente a Aang mientras usa el Estado Avatar... eventualmente.

4-La historia se enfocará mucho en el desarrollo de Percy, no solo sobre sus poderes y habilidades, sino también en él como persona. Deseo hacer un desarrollo de personaje tan bueno como lo fue el de Zuko en el canon. (Aunque será un verdadero reto porque el personaje de Zuko tiene uno de los mejores desarrollos de personaje que he visto en cualquier historia)

5-El impacto que Percy tendría en el mundo Avatar será mucho más significativo que la de alguien poderoso capaz de hacerle frente al Avatar en su máximo poder. Y espero que les guste ver a un personaje crecer, tropezar, caerse y cometer errores para luego levantarse y ser mejores, porque esas son mis historias favoritas. Y haré exactamente eso con Percy. Él no es un personaje perfecto como muchos tienden a hacerlo parecer en los fics. Comete errores como todos nosotros, principalmente cuando era un niño, pero pudo crecer como persona al percatarse de sus errores. Un ejemplo claro es la relación que tuvo con su hermano Tyson en el libro El Mar de los Monstruos.

En fin, suficiente de mis divagaciones. Ustedes han venido para leer el primer capítulo de esta historia y eso es lo que os daré.

Y sin más preámbulos... Let's go!


Capítulo 1

El hijo de Piandao

Percy

11 años después

Incluso antes de abrir los ojos, Percy ya se sentía cansado y quería volver a dormir.

A pesar de que los primeros rayos de luz sol se filtraba por su ventana a la primera hora de la mañana, no encontraba las fuerzas para levantarse de su cama.

El sol comenzó a asomarse en el horizonte, bañando al pueblo de Shu Jing con su luz cálida y revitalizante. Como habitantes de la Nación del Fuego, todos tenían la costumbre de levantarse con la luz de sol y comenzar un nuevo día.

Percy, en cambio, hizo todo lo posible para esconderse de la luz del sol, cubriéndose aún más con sus sábanas con un gruñido de molestia.

El sonido de alguien llamando la puerta lo disuadió de cualquier intento de volver a dormir.

—Joven maestro—llamó la voz de un hombre—. Voy a entrar.

La puerta se abrió y entró Fat, quien sostenía en sus manos un uniforme de colores negro, marrón y rojo.

—Joven maestro—repitió Fat, acercándose a la cama donde el niño dormía y lo sacudió levemente por el hombro—. Maestro Percy. Ya ha amanecido.

—Mmm... Dos horas más, Fat—gruñó Percy, acurrucándose más en su cama.

—Llegará tarde a clases si no se levanta.

—Más razón para quedarme en cama.

Fat suspiró, como si estuviera esperando esa clase de respuesta.

—No obtendrá su desayuno si se queda a dormir—dijo él, dejando el uniforme a los pies de la cama.

Percy no respondió, considerando la opción de abandonar su cómoda cama para comer algo o volver a dormir.

—Si se levanta y tiende su cama, agregaré 3 porciones extragrande de onigiri a su almuerzo—ofreció Fat.

Aquello llamó su atención, ya que movió las sábanas para exponer parcialmente su rostro y sus ojos entrecerrados por el sueño.

— ¿Con algas nori?

—Crujientes y ligeramente ahumadas, justo como a usted le gusta, joven maestro.

Eso fue suficiente para que Percy se levantara de la cama, aunque lo hizo a regañadientes. Se rascó la parte trasera de su cabeza y ahogó un bostezo. Miró al uniforme que estaba a los pies de su cama, frunciendo el ceño cuando vio la banda para el cabello.

—Fat, no me hagas usar esa cosa, por favor—dijo él, sonando casi suplicante.

—Su padre quiere que lo haga, joven maestro. Dice que el cabello recogido le queda bien—le dijo Fat—. Él lo está esperando en el comedor. El desayuno está servido.

Fat salió de la habitación, cerrando la puerta y dejando solo a Percy, quien suspiró con resignación mientras miraba con desagrado la banda para el cabello, donde estaba incrustado un pequeño emblema de la Nación del Fuego. No le gustaba el accesorio. Lo hacía sentir estúpido y presuntuoso, pero quería complacer a su papá.

"Estúpido moño" pensó él, suspirando con resignación antes de agarrar su uniforme, que consistía en unos pantalones marrones, un chaleco negro con bordes rojos y un fajín rojo con el emblema de la escuela.

Se dirigió al baño con la intención de darse una ducha, ya que siempre lo despertaba por las mañanas y lo revitalizaba para afrontar el día.


Luego de una ducha y vestirse de manera rápida y descuidada con el uniforme de la escuela, Percy se apresuró por los pasillos mientras luchaba con su cabello rebelde al intentar colocarse correctamente el moño. Otra de las razones por las cuales no le gustaba usar un moño, era demasiado problemático debido a que su cabello tenía la tendencia de verse despeinado, sin importar lo que hiciera.

Finalmente, pudo atar su cabello en un moño medio decente cuando llegó al comedor. Antes de abrir la puerta, observó por un segundo la enorme figura de loto forjado en ella, donde en medio estaba el emblema de la Nación del Fuego. A Percy siempre le pareció curioso aquella figura, ya que podía verla en varias partes del castillo.

El salón del comedor era tan vasto como para alojar perfectamente a todo un batallón completo y aún habría espacio de sobra. Las enormes ventanas dejaban entrar la luz del sol, junto con la cálida brisa veraniega característica de las Islas de Fuego. El piso era de piedra, adornado con alfombras rojas, y las columnas de madera a los lados del salón sostenían el techo, que estaban a casi diez metros de altura.

En medio del salón estaba colocado una mesa de madera para solo seis personas, contrarrestando con el enorme tamaño del comedor.

—Percy—habló un hombre que estaba sentado en la cabecera de la mesa, sosteniendo una taza de té humeante—. Es agradable ver que nos acompañas tan temprano en el desayuno. Aunque Fat me dijo que tuvo que darte un incentivo para hacerlo.

Percy sintió su rostro arder con ligera vergüenza, no era alguien mañanero, lo reconocía. Se acercó a la mesa y se sentó en la silla a la derecha del hombre.

—Buenos días, papá—saludó él.

Piandao dejó la taza de té sobre la mesa y sus labios se estiraron en una sonrisa al mirar a Percy.

—Buenos días, hijo.

Fat entró por la puerta, sosteniendo dos bandejas de desayuno y los colocó en la mesa. Percy observó el tradicional desayuno de arroz, pescado, sopa de miso, vegetales encurtidos y verduras hervidas. A pesar de que él era solo un niño de once años, pudo comer la misma cantidad que un adulto. Su papá y él tenían la misma ración. Incluso con eso, Percy sabía que en un par de horas volvería a tener hambre.

Ambos agradecieron por el desayuno y comenzaron a comer en un cómodo silencio.

Pasaron unos minutos antes de que Piandao hablara.

— ¿Cómo va la escuela?

Percy hizo una ligera mueca ante la pregunta.

—Bien—respondió—. Las cosas están... bien. No soy el estudiante más brillante de la clase, pero mis calificaciones se mantienen en "aceptable".

Piandao se rio entre dientes de manera divertida.

—No te preocupes demasiado por tus calificaciones. Recuerdo que, a tu edad, yo era alguien bastante agitado, así que no prestaba mucha atención a clases.

Percy no quería decirle que no solo no prestaba atención a las clases, sino que se dormía en ellas. Había perdido la cuenta de la cantidad de veces que le habían llamado la atención o castigado por ello. No era su culpa que las clases fueran tan aburridas. Lo único que hacían la mayor parte del tiempo era estudiar la historia de la Nación del Fuego, y de lo gloriosa que era.

—Aunque me gusta la clase de música—agregó Percy—. ¡Me he vuelto bastante hábil en la flauta!

Percy metió la mano dentro de su chaleco y sacó una flauta hecha caña de bambú, un dizi. Bajo la atenta y curiosa mirada de Piandao, Percy colocó sus labios sobre la boquilla de la flauta y comenzó a soplar. Sus dedos temblaban ligeramente, pero se las arregló para tocar una breve melodía que había estado practicando estos últimos días.

Cuando terminó de tocar, Percy alzó la mirada de manera expectante y sintió una pizca de orgullo cuando vio a su papá asentir de manera complacida.

—Eso fue espléndido, Percy—dijo él—. Todos necesitan encontrar algo que lo ayude a relajarse y enfocar su mente.

Los hombros de Percy cayeron ligeramente y miró la flauta que tenía en sus manos.

—Desearía poder decir lo mismo sobre la caligrafía o pintura...

—No es necesario que tengas las mismas pasiones que las mías—dijo Piandao de manera comprensiva—. Estaría más que feliz que cultivaras las tuyas propias. Y por lo que puedo ver, tienes talento con la flauta.

—Yo no diría que talento, solo practiqué mucho.

Piandao asintió, con una sonrisa en sus labios.

—Eso es aún mejor.

— ¿Por qué? ¿Acaso no es mejor tener talento en algo que solo practicarlo?

—Tal vez así es como piensen la mayoría de las personas, pero yo no. Recuerda, Percy, el talento tiene límites. El esfuerzo y la pasión, no. Solo con determinación y disciplina llegarás mucho más lejos que alguien que solo confía en su talento.

A pesar de las palabras de aliento de su papá, Percy aún se sentía ligeramente desanimado mientras miraba la flauta. Él no quería ser bueno en la caligrafía o la pintura para tener las mismas pasiones que su papá, sino para algo más. Algo que había estado deseando desde los ocho años.

Cuando Percy terminó de comer su desayuno, Fat abrió la puerta y se acercó a ellos.

—Maestro, hay un visitante que desea verlo—informó el mayordomo.

— ¿Otro posible estudiante? —inquirió Piandao, sin levantar la vista de su desayuno.

—Así es.

—Ya veo—Piandao comió una porción de pescado y bebió un sorbo de su té antes de levantarse—. Veamos si es alguien digno.

— ¿Al igual que los otros cinco que vinieron esta semana? —cuestionó Percy, sonando ligeramente hosco.

—Todos tienen el derecho de demostrar si son dignos o no, Percy, sin importar de dónde sean o quienes sean. El camino de la espada no pertenece a nadie. Aunque no cualquiera puede transitarlo.

Percy miró a su papá, interesado.

— ¿Y qué es lo que uno necesita para poder demostrar que es digno del camino de la espada?

Una sonrisa estiró de los labios de Piandao y se acercó a Percy.

—La respuesta está en tu mente, hijo mío—dijo Piandao, colocando un dedo en su frente para luego colocarlo en su pecho—. Y, sobre todo, en tu corazón.

Cuando Piandao colocó un dedo sobre su corazón, Percy sintió un hormigueo recorrer por todo su cuerpo, pero desapareció cuando su papá se apartó, dejándolo desconcertado.

Piandao y Fat salieron, dejando a Percy solo en el enorme comedor, reflexionando sobre las palabras de su papá. Obviamente, no las entendía, su papá siempre tenía la costumbre de hablar con metáforas y analogías cuando intentaba transmitir un mensaje, lo cual le resultaba molesto en muchas ocasiones, ya que no las entendía.

Sabiendo que no llegaría a una respuesta, suspiró resignado. Su mirada se deslizó lentamente hacia la comida que Piandao no había terminado. Aún sobraba bastante y su papá tardaría en poner a prueba a este nuevo posible estudiante, por lo que su desayuno se enfriaría.

Encogiéndose de hombros y pensando que sería un desperdicio dejar que se enfriara, Percy comenzó a comer el desayuno de su papá. Después de todo, era un niño en crecimiento y necesitaba comer.


—Y así fue como nuestra nación reclamó la victoria en la Batalla de Garsai bajo el liderazgo de nuestro Señor del Fuego Azulon—explicaba la maestra, caminando entre los pupitres de los estudiantes mientras impartía la clase de historia—. Dicha batalla fue la piedra angular para que pudiera lograrse la posterior conquista de las provincias de Hu Xin. Desde entonces, las provincias de Hu Xin han prosperado bajo la guía de nuestra nación, gozando de nuestra riqueza y avances en la tecnología, educación y medicina. ¿Alguna duda?

La maestra miró a sus estudiantes, quienes tomaban notas de sus palabras. Ella asintió, complacida, hasta que sus ojos se posaron en un estudiante que tenía la cabeza gacha. Por un segundo, ella pensó que simplemente estaba escribiendo, pero cuando lo vio detenidamente, se percató de que el estudiante no estaba escribiendo, estaba durmiendo.

Frunciendo el ceño con irritación, ella se acercó a él.

—Joven Perseo—llamó la maestra, pero no recibió ninguna respuesta—. ¡Joven Perseo!

La maestra golpeó con fuerza su pupitre usando su puntero de madera, causando que el estudiante levantara la cabeza con un sobresalto.

— ¡¿Q-qué pasa?! ¡¿Estamos bajo ataque?!

Los demás estudiantes se rieron por la reacción de Percy, quien aún se veía somnoliento, pero cuando vio la mirada penetrante de su maestra, se tensó.

—Joven Perseo, ¿es tan aburrido para ti rememorar los éxitos de nuestra gran nación? —inquirió la maestra con irritación.

"Sí, bastante aburrido" quería responder Percy, pero en su lugar solo bajó la cabeza y musitó:

—No.

—No, maestra Masako—corrigió ella, sonando exasperada—. No solo te duermes en clase como un holgazán, sino que también tus modales son horribles, como un incivilizado de las Tribus Agua.

Los estudiantes se rieron por lo bajo, aunque una mirada de la maestra fue suficiente para silenciarlos a todos.

Los labios de Percy formaron una fina línea y apretó los puños debajo de su pupitre.

—Lo siento... maestra Masako.

—Muy bien. Dejaré pasar de alto por alta tu fragante falta de respeto si respondes en qué año el Señor del Fuego Sozin luchó con el ejército de los Nómadas Aire.

Percy quería gemir con molestia, pero la maestra solo lo castigaría aún más si hacía eso. Él no sabía la respuesta. Historia era la asignatura que más le aburría debido a que lo único que hacían era estudiar fechas y eventos pasados sobre la Nación del Fuego, especialmente sobre las victorias militares en la guerra.

Por el rabillo del ojo, pudo ver al estudiante que estaba detrás de la maestra, garabatear rápidamente en su cuaderno y luego alzarlo discretamente para que Percy lo viera.

—Fue hace 93 años—respondió él.

—Correcto—asintió la maestra Masako, viéndose satisfecha—. ¿Y cómo fue que el Señor del Fuego Sozin pudo vencer a los Nómadas Aire?

Incluso Percy sabía la respuesta a ello y no necesitó ver el tosco dibujo del estudiante que estaba detrás de la maestra.

—Porque usó el poder de un gran comenta que aumentaba los poderes de los maestros fuego.

—Correcto. Ese cometa luego fue bautizado con el nombre de "Cometa de Sozin" en honor a la gran victoria del Señor del Fuego Sozin.

Cuando la maestra estaba frente a los alumnos, el alumno que ayudó a Percy alzó tímidamente la mano.

— ¿Sí, Lee?

—Maestra Masako... Ya que el Cometa de Sozin aumenta los poderes de los maestros fuego, ¿también puede despertar los poderes en una persona que no sabía que era un maestro?

—Esa... es una muy buena pregunta, Lee. Lamentablemente, debido a que el cometa solo pasa cada 100 años, no tenemos suficiente información sobre los efectos que produce en un maestro fuego, más allá de su aumento significativo de poder.

Lee se vio ligeramente deprimido al escucharla.

Uno de los estudiantes, una chica con el cabello negro cortado en un flequillo que cubría parcialmente su ojo, bufó de manera divertida.

—Ya quisieras que eso pasara, ¿no es así, Lee? —se burló ella—. ¡Tal vez de esa manera dejarías de ser un perdedor!

Los demás estudiantes se rieron, a excepción de Percy, quien apretó los puños con furia y miró a la estudiante con ganas de tumbarle los dientes.

—Es suficiente—sentenció la maestra en un tono duro.

Los estudiantes guardaron silencio y la clase volvió a transcurrir.

Percy comenzó a sentir los párpados pesados cuando escuchó a la maestra seguir predicando las grandes hazañas de la Nación del Fuego. Fue entonces cuando el sonido de una campana repiquetear anunció el final de la clase, dando inicio al breve periodo de receso de 15 minutos.

Al salir del salón de clases, Percy se acercó a Lee, colocando una mano en su hombro.

—Oye, Lee—dijo él—. Gracias, amigo. Me salvaste allí.

Lee volteó y le dio una sonrisa tímida.

—No hay de qué, Percy.

Lee era el mejor amigo de Percy, también era el único. Era un chico grande, tímido y acomplejado debido a su sobrepeso, lo que lo hacía un blanco fácil para los matones de la escuela. Tampoco ayudaba en nada que fuera un total cerebrito. En su mayor parte, era gracias a él que las calificaciones de Percy eran "aceptables" debido a que Lee siempre le decía los puntos más importantes antes de un examen.

—Oye, Fat me dio una porción extra para mi almuerzo—dijo Percy, sentándose en el borde de la fuente que había en el patio—. ¿Quieres un poco?

A pesar de que Percy sabía que volvería a tener hambre dentro de un par de horas, no le molestó compartir la mitad su almuerzo con Lee. Algo que tenían ambos en común era su gran apetito. Lo que le pareció curioso a Percy, ya que a pesar de comer incluso más que Lee, no tenía el sobrepeso que su amigo tenía. Él simplemente asumió que era debido a que era un niño en crecimiento.

Los ojos de Lee parecieron brillar ante la mención de comida.

— ¡¿En serio?! ¡Gracias, Percy!

Ambos se sentaron y compartieron el almuerzo.

—Oye, descubrí algo interesante en los pergaminos de mi padre sobre el fuego control—dijo Lee, sacando un pergamino enrollado del interior de su uniforme.

Si había algo en lo que Lee era realmente un fanático, era sobre el control de los elementos, especialmente el fuego control. El chico tenía la ilusión de algún día descubrir que era un maestro fuego, ya que provenía de una familia que habían sido maestros fuego por generaciones.

Lee desenrolló el pergamino y Percy pudo ver las distintas siluetas de hombres realizando una serie de katas sobre el fuego control. A lado de las siluetas, se podía ver la descripción de la técnica, junto con algunas anotaciones personales de la familia de Lee.

—Al parecer, el fuego que genera un maestro fuego está alimentado por sus emociones—continuó diciendo Lee, viéndose cada vez más emocionado mientras leía del pergamino—. También es el único de los cuatro elementos que es generado por el propio cuerpo del maestro y no necesita de una fuente externa que controlar como los otros elementos. Tal vez por eso creen que es el mejor elemento. ¡¿No es increíble?!

—El fuego es el mejor elemento, todo el mundo sabe eso.

Percy y Lee voltearon para ver acercarse a Hana acompañada de su "novio". Un chico alto y robusto que parecía tener quince años y no doce. Tenía el cabello negro, tez pálida y ojos dorados comunes de la Nación del Fuego.

— ¿Qué quieres, Daichi? —gruñó Percy.

Si había alguien a quien Percy detestaba más que Hana, era a Daichi. Era un matón y nadie se animaba a enfrentarlo debido a que era uno de los pocos maestros fuego de la escuela. Y debido a que provenía de una familia de maestros, tenía entrenamiento básico en el fuego control.

Daichi se acercó y le arrebató a Lee el pergamino que sostenía en sus manos. Lee hizo un intento de agarrarlo, pero Daichi lo empujó con una mano y lo tiró al suelo.

—Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? —preguntó Daichi, mirando el pergamino—. ¿Un pergamino sobre fuego control?

—D-Devuélvemelo—dijo Lee, con voz temblorosa—. No es mío, es de mi familia.

— ¿Tu familia? Ah, cierto. Todos ellos son maestros fuego... ¡Pero tú no! —él sonrió de manera burlona y despectiva—. ¡Eres solo un no-maestro! Tus padres deben de estar avergonzados de ti.

Daichi estalló a carcajadas y Percy vio como Lee bajó la mirada, viéndose verdaderamente afligido. El pobre parecía al borde del llanto, ya que las lágrimas se acumulaban en las comisuras de sus ojos.

Percy apretó fuertemente los puños hasta que se volvieron blancos. Antes de que pudiera reaccionar, estaba plantándole la cara a Daichi.

—Devuélvelo, Daichi—exigió él.

— ¿Por qué? Este pergamino estaría mejor en manos de alguien que sí es un maestro fuego.

—Qué lo devuelvas. No es tuyo.

— ¿Huh? ¿Por qué no me lo quitas de las manos, perdedor? —desafió Daichi.

Los demás estudiantes rápidamente se acercaron y comenzaron a murmurar entre ellos, expectantes de que estallara una pelea.

A pesar de que era Daichi era casi diez centímetros más alto que él, Percy no retrocedió. La ira que comenzaba a hervir en su sangre pareciese hacer que lo hacía ver todo rojo.

Estiró la mano, intentando agarrar el pergamino, pero Daichi lo levantó sobre su cabeza, haciendo que Percy no pudiera agarrarlo.

—Vamos, intenta alcanzarlo, enano—se burló él.

Percy apretó los dientes. Miró el pergamino, no iba a saltar para darle a Daichi la satisfacción de querer humillarlo. Entonces, haría que el pergamino bajara. Haciendo una finta, Percy saltó. No agarró el pergamino, pero ese no era su objetivo, sino aterrizar adrede sobre el pie de Daichi. Él dio un grito de dolor y se encorvó. Percy aprovechó ese momento para arrebatarle el pergamino de las manos.

—Tú... maldito... —gruñó Daichi, acuñando su pie herido.

Percy lo ignoró. Le dio la espalda y le devolvió el pergamino a Lee.

—Aquí tienes, amigo.

—Gra... Gracias, Percy—musitó Lee, para luego abrir los ojos con alarma—. ¡Cuidado!

Percy volteó justo a tiempo para ver una bola de fuego yendo directamente a su cara. Rápidamente, se cubrió con los brazos para protegerse cuando la bola de fuego se estrelló contra él.

Los estudiantes jadearon, algunos con conmoción, otros con espanto. Entre el vapor, todos vieron como las llamas carcomieron las mangas del uniforme de Percy, pero su piel permaneció sin daños. No hubo señales de quemadura, ni siquiera un enrojecimiento en su piel.

—Bastardo... —gruñó Percy.

Daichi dio un paso atrás, viéndose algo asustado. Claramente, no esperaba que Percy resistiera su ataque sin recibir ningún daño.

— ¡¿Qué está pasando aquí?!

Los estudiantes se hicieron a un lado para dar paso a la maestra Masako, quien claramente no se veía feliz a juzgar por el fuerte ceño fruncido en su rostro.

— ¡Fue Percy! —acusó Daichi—. ¡Me golpeó!

— ¡Le quitaste a Lee su pergamino y no querías devolverlo! —replicó Percy.

— ¡Ya basta! —sentenció la maestra con voz dura antes de posar su mirada en Percy—. Joven Perseo, ¿es eso cierto? ¿Golpeaste al joven Daichi?

Percy tuvo una expresión amarga en su rostro y asintió a regañadientes.

— ¿Por qué lo hiciste?

—Daichi le quitó un pergamino de fuego control que pertenecía Lee y no quiso devolverlo.

La mirada de la maestra luego se posó en Daichi.

— ¿Es eso cierto, joven Daichi?

—Solo quería echarle un vistazo—respondió él—. Obviamente, planeaba devolverlo, ¡pero Percy me golpeó antes de hacerlo!

— ¡Eso una mierda! —exclamó Percy.

— ¡Lenguaje, joven Perseo! —reprendió la maestra—. En esta escuela los estudiantes deben de comportarse de manera educada y refinada.

—Ah, ¿sí? ¿Y qué me dice de los estudiantes que usan fuego control para atacar a alguien por la espalda?

Percy le enseñó las mangas chamuscadas de su uniforme.

La maestra Masako lo miró con sorpresa antes de voltearse a mirar a Daichi, quien hacía todo lo posible para verse más pequeño.

—Esos estudiantes son castigados... Acompáñenme, joven Daichi. Discutiremos tu castigo en la oficina del director.

Justo cuando una sonrisa victoriosa comenzó a estirarse en los labios de Percy, inmediatamente fue borrada por las siguientes palabras de la maestra.

—Usted también, joven Perseo.

— ¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!

—Agredió físicamente a un estudiante en lugar de llamar a un maestro para solucionar el problema. Usted también merece un castigo por ello.

Percy refunfuñó, pareciéndole injusto que también sea castigado solo por golpear a un matón que, desde su punto de vista, lo estaba pidiendo a gritos.

—Lo siento, Percy, todo esto es mi culpa—dijo Lee, viéndose apenado.

—Descuida, quería golpear a Daichi desde hace un tiempo—dijo Percy, palmeándole el hombro—. Tú solo me diste la razón perfecta para hacerlo.

Una leve sonrisa estiró de los labios de Lee cuando Percy fue junto a la maestra Masako, quien lo esperaba para ir a la oficina del director.

Percy miró sus mangas chamuscadas, viendo extrañado como su brazo no había sufrido ningún daño. Ni siquiera había sentido el calor de las llamas.

"Tal vez Daichi no es tan bueno como presume ser" pensó él.


Resultó que su castigo no fue tan malo como esperaba. Daichi se llevó la peor parte, ya que fue suspendido por una semana entera por usar su fuego control para atacar a un no-maestro. Percy, en cambio, solo fue castigado a limpiar el salón de clases. El lado positivo es que no lo estaba haciendo solo.

—No tienes que hacer esto, ¿sabes? —dijo Percy, utilizado una escoba para barrer el piso—. No eres tú el que está castigado.

—Lo sé, lo sé, pero quiero hacerlo—respondió Lee mientras limpiaba los pupitres usando un paño húmedo—. Es en parte culpa mía que estés castigado.

—No digas eso. Esto no es tu culpa.

Lee no parecía convencido.

—Si me hubiera defendido yo mismo, tú no tendrías que hacerlo por mí.

Percy paró barrer y volteó a mirarlo.

—Lee, eres mi mejor amigo, por supuesto que te defendería.

—Aww, ¿no es eso lindo? El hijo fracasado y el hijo de un fracasado, supongo que por eso son amigos.

Percy y Lee vieron a Daichi entrar por la puerta, acompañado de Hana y Koji, el compinche de Daichi.

Daichi no se veía muy contento a juzgar por la expresión en su rostro mientras se acercaba a Percy.

— ¿Qué no te habían suspendido por una semana? —inquirió Percy con molestia—. ¿Qué haces aún aquí?

— ¡Me suspendieron por tu culpa! —exclamó él.

—Te suspendieron por ser un matón. Y también un idiota, pero si eso fuera suficiente para suspenderte lo habrían hecho hace mucho.

Hana y Koji soltaron leves risitas, pero se callaron cuando Daichi les lanzó una mirada molesta.

— ¿Un matón? ¿Lo dices por ese gordo? —Daichi apuntó a Lee, quien hacía todo lo posible para verse más pequeño—. ¿Por qué lo defiendes tanto?

— ¡Porque es mi amigo!

Daichi bufó con diversión.

— ¿Tu amigo? ¡Solo es un fracasado! Aunque, por otro lado... supongo que simpatizas con los fracasados. Después de todo, eres el hijo de uno.

Percy se tensó y sus ojos se entrecerraron a la vez que miraba a Daichi.

— ¿Qué dijiste?

—Mi padre me contó la verdad sobre el tuyo. Dijo que es un hombre que sirvió en el glorioso ejército de la Nación del Fuego y ganó innumerables batallas sin perder una sola. Hasta que, un día, desertó. Les dio la espalda a sus compañeros soldados, a sus camaradas, a su nación, y vino a vivir a este pueblo, a ser un simple herrero.

— ¡Cierra la boca! —gritó Percy. La escoba crujió bajo la fuerza de su agarre—. ¡Tú no sabes nada de mi padre!

—Tu padre pudo haber sido un honorable soldado—dijo Daichi, con sorna y sonriendo de manera despectiva—. Pero ahora no es más que un viejo fracasado y cobarde que le dio la espalda a su nación.

Percy apretó los dientes con creciente ira. Podía soportar que se burlaran de él, pero no de su papá. Sabía que Daichi lo estaba provocando, pero no le importó. Lo único que quería hacer era borrar esa sonrisa burlona y despectiva de su rostro. Así que esto fue lo que hizo cuando uso la escoba que tenía en sus manos para golpear a Daichi directamente en el rostro con tal fuerza que rompió la escoba por la mitad.

Daichi cayó al piso, sujetándose el rostro ensangrentado mientras gritaba de dolor. El golpe le había roto la nariz.

—Tú... ¡¿Cómo te atreves?! —gritó Koji, colocándose en una posición de fuego control.

Una bola de fuego del tamaño de un balón fue directamente hacia Percy y Lee. Percy empujó a Lee a un lado, luego rodó hacia el otro y se levantó rápidamente. Cuando Koji se preparó para lanzar otra bola de fuego, el cuerpo de Percy pareció actuar por cuenta propia. Con una rapidez sorprendente, corrió y agarró la escoba para golpear a Koji en el brazo, interrumpiendo su control y luego lo golpeó en el estómago con la escoba.

Él cayó de rodillas y se sujetó el estómago con dolor debido a la fuerza del golpe. Percy aprovechó para darle un fuerte puñetazo en el rostro y tumbarlo en el piso. Un diente salió volando y cayó a los pies de Hana, quien retrocedió asustada.

Percy miró la escoba que sostenía en su mano, incapaz de creer lo que había hecho. Nunca había recibido ningún tipo de entrenamiento en espadas de su papá, pero lo había visto entrenar e intentó imitar sus movimientos. Y, aunque no tenía la misma habilidad y elegancia que Piandao, balancear la escoba como si se tratara de una espada se sintió... natural.

"Tal vez... ¡Tal vez finalmente pueda ser como mi papá!"

— ¡Daichi, no!

El grito de alarma de Hana lo alertó de que Daichi se escabulló detrás de él y levantó su mano envuelta en fuego con la intención de golpearlo. Pero algo lo golpeó por la espalda y él cayó al piso, aturdido.

Percy miró con los ojos abiertos como Lee se encontraba en una posición con el puño cerrado extendido hacia adelante. Y a juzgar por el leve vapor que salía de su puño, era claro lo que había hecho. Su expresión era de pura conmoción mientras miraba su puño y luego a Daichi tirado en el piso.

—No puedo creerlo... —dijo él antes de que una gran sonrisa iluminara su rostro—. ¡Lo hice! ¡Hice fuego control! ¡Soy un maestro fuego!

La alegría de Lee fue tanta que agarró a la primera persona que estaba cerca de él, quien resultó ser Hana, y le dio un fuerte abrazo, incluso levantándola del piso mientras reía con emoción.

— ¡S-suéltame, bruto! —exclamó ella, con el rostro rojo debido a la vergüenza.

Percy no pudo evitar reír. Se sintió feliz por su amigo, ya que sabía lo mucho que significaba para él descubrir que era un maestro fuego como toda su familia. Pero esa felicidad no duró mucho cuando la puerta del salón de clases se abrió abruptamente y apareció la maestra Masako.

—Oh, Agni... —la maestra se veía perpleja al ver a dos estudiantes tirados en el piso y sangrando por los golpes que recibieron en el rostro.

En cualquier otro momento, a Percy le hubiera parecido divertida su expresión. Fue entonces cuando los ojos de la maestra se posaron en su puño, que tenía manchas de sangre, y su expresión anteriormente perpleja pasó a ser una casi iracunda.

A Percy ya no le pareció tan divertido.


Mientras estaba sentado frente al director, Percy tamborileaba sus dedos sobre su regazo a la vez que el talón de su pie golpeaba frenéticamente el piso. Para otros, pareciera ser que estaba nervioso, tal vez incluso asustado. Pero lo cierto es que solo no podía quedarse quieto. Su vista iba desde los distintos papeles que estaba en el escritorio del director hasta la ventana donde podía ver el patio de la escuela. Era un lindo día. Le gustaría estar allí en lugar de estar bajo la escrutadora mirada del director y del retrato del Señor del Fuego Azulon que estaba a sus espaldas.

Tal vez estaba puesto así apropósito y quien estuviera en su posición estuviera bajo la fría mirada del director y del retrato del gobernante de la Nación del Fuego. Si su objetivo era incomodar, pues lo habían hecho bien porque Percy se sentía incómodo.

La puerta de la oficina del director se abrió y entró Piandao, quien le dio a Percy una leve mirada de soslayo, quien rehuyó de su mirada, antes de mirar al director directamente a los ojos.

—Director Shen—asintió Piandao a modo de saludo antes de sentarse en la silla al lado de Percy—. ¿A qué debo su repentino llamado? ¿Qué ha hecho mi hijo esta vez?

Percy se encogió en su asiento. No era la primera vez que su papá había sido llamado por los profesores debido a lo que ellos llamaban un "comportamiento inadecuado".

—Maestro Piandao, lamento el llamado tan repentino—dijo el directo Shen, entrelazando sus dedos sobre su escritorio—. Pero el comportamiento de su hijo ha llegado a un punto en el que ya no puede ser pasado por alto con una simple reprimenda. Llega tarde a clases, les falta el respeto a sus maestros al dormirse en mitad de la clase, sus calificaciones apenas son aceptables, muestra poco o ningún interés por todas las asignaturas...

—Me interesa la clase de música—protestó Percy por lo bajo.

El director Shen le lanzó una mirada molesta por ser interrumpido.

—Y lo que es peor. Acaba de agredir físicamente a dos de sus compañeros de clase con una escoba, dejándolos gravemente heridos. A uno le rompió la nariz y a otro le arrancó un diente.

Piandao se vio algo perplejo al escucharlo. Volteó a mirar a Percy, pero él rehuyó nuevamente de su mirada.

— ¡Este tipo de comportamiento es inaceptable! —exclamó el director, golpeando la mesa—. ¡Y deben tomarse medidas drásticas inmediatamente!

Piandao mantuvo la compostura. Su rostro parecía tallado en piedra mientras miraba al director.

— ¿Y qué es lo que usted sugiere? —preguntó él, su voz no revelando ninguna emoción.

—Si se tratara de cualquier otro estudiante, ¡sería enviado directamente al reformatorio en las minas de carbón! Tal vez así aprenda un poco de disciplina que tanto carece—el director se irguió de su silla y miró a Percy con dureza—. Pero considerando que es su hijo, Maestro Piandao, no tomaré tales medidas. En su lugar, me veo forzado a suspender a su hijo... permanentemente. Ya no será bienvenido a nuestra escuela en un futuro próximo.

Percy abrió los ojos con conmoción. No le gustaba la escuela, pero tampoco era tan mala. Hana era un incordio, sí, y preferiría escuchar a la maestra Masako divagar sobre las grandes hazañas de la Nación del Fuego que relacionarse con Daichi. Pero había cosas que disfrutaba de la escuela, como pasar tiempo con Lee, la clase de música y los días de excursiones que hacían por la isla.

—Ya veo... —Piandao se levantó de su silla e inclinó levemente la cabeza—. Agradezco su indulgencia, director Shen. Con su permiso, nos vamos.

—Pero, papá...

—Perseo. Nos vamos.

Percy hizo una mueca. Si su papá lo llamaba por su nombre completo, sabía que estaba molesto.

Ambos salieron y caminaron por los pasillos de la escuela en un incómodo silencio. Percy se sentía incapaz de mirar a su papá debido a la vergüenza que sentía. Siempre se había metido en problema con sus maestros y muchas fueron las ocasiones en las que habían llamado a su papá debido a eso, pero era la primera vez que su comportamiento lo había llevado a su expulsión.

Piandao dio una rápida mirada por los alrededores antes de preguntar en voz baja:

—Percy, ¿usaste tus... talentos?

— ¡¿Q-qué?! —él miró a su papá, alarmado—. ¡Por supuesto que no! Me dijiste que no los usara... y no quiero hacerlo.

Percy sabía a qué se refería su papá. Un accidente cuando tenía ocho años le reveló lo que podía hacer. Él no sabía que podía hacer algo así. Y al descubrirlo, se sintió sorprendido, conmocionado y, si era honesto consigo mismo, emocionado. Se sintió único, especial.

—Ya veo—asintió Piandao, viéndose aliviado—. Eso es bueno. Sé que es duro, pero es mejor que nadie lo sepa. Conoces las posibles consecuencias.

Percy asintió con la mirada baja. Cuando su padre le advirtió sobre lo que podría suceder si usaba sus talentos frente a los demás, toda emoción fue aplastada por el miedo. Si alguien a aparte de su familia descubría lo que podía hacer... le asustaba pensar en lo que ocurriría.

—Papá... yo... lo siento...

Se sentía avergonzado. No lamentaba haber golpeado a Daichi y Koji, lo haría de nuevo, pero sí lamentaba traer esta vergüenza a su padre. El hijo de Piandao, el espadachín más fuerte de la Nación del Fuego y un herrero reconocido, fue expulsado de la escuela. Daichi había dicho que Piandao era un fracasado, pero era Percy quien se sentía como uno. No tenía el talento de la caligrafía de su papá, no era bueno para la herrería y ni siquiera podía ayudar a Fat con los quehaceres de la casa.

Al ver el estado decaído en el que se encontraba Percy, Piandao le puso una mano en su hombro en un intento de reconfortarlo.

—Descuida, hijo. Encontraremos la manera en la que puedas continuar con tus estudios. Podemos contratar a un tutor privado. O tal vez Fat podría enseñarte.

Percy se obligó a sonreír. No quería preocupar a su papá. Y si él quería que continuara con sus estudios, se esforzaría por él.

—Sí... está bien.


Cuando salieron de la escuela, Piandao y Percy vieron que Lee y, sorprendentemente, Hana los estaban esperando en la entrada.

— ¡Percy! —exclamó Lee, acercándose con preocupación—. ¿Cómo te fue? ¿No me digas que el director Shen decidió enviarte al reformatorio?

—Lee...

—He oído que ese lugar es horrible. Obligan a los estudiantes a trabajar en minas de carbón hasta desde que el sol sale hasta que se oculta.

—Lee...

—Y lo peor de todo es que solo te dan tres comidas al día. ¡Tres comidas! —Lee le agarró con fuerza de los hombros—. ¡Morirás de hambre en una semana con lo mucho que comes!

— ¡Lee, el director Shen me expulsó!

Lee abrió la boca con conmoción. Incluso Hana se sorprendió, su único ojo visible se abrió considerablemente.

— ¿Q-qué...? —farfulló Lee—. Pero... No puede ser.

—Me temo que lo que dice mi hijo es cierto, joven Lee—intervino Piandao—. Él continuará sus estudios en nuestra casa.

—Yo... entiendo—Lee miró a Percy, inseguro—. ¿Aún... seguiremos siendo amigos, verdad?

Percy le dio una pequeña sonrisa y palmeó el hombro.

—Por supuesto que sí. Puedes venir a visitarme cuando quieras y presumir sobre tus habilidades de fuego control. Ahora que descubriste que eres un maestro, tu familia querrá empezar con tu entrenamiento.

Piandao asintió en señal de acuerdo.

—Siempre eres bienvenido a visitarlo cuando gustes, joven Lee—volteó a mirar a Hana—. Al igual que tú señorita. Cualquier amigo de mi hijo es bienvenido.

— ¡N-no soy amiga de este par de tontos! —espetó ella, cruzándose de brazos y apartando la mirada.

—Estuvo actuando algo extraña desde que la maestra Masako te llevó a la oficina del director—le susurró Lee a Percy—. Se quedó conmigo a esperar a que salieras.

Al parecer, Lee no habló lo suficientemente bajo o Hana tenía un buen oído, porque volteó a mirarlos con un fuerte ceño fruncido.

— ¡Solo quería asegurarme de que no me culparan por lo que hicieron Daichi y Koji!

Lee dio un leve respingo y se escondió detrás de Percy, como si eso lo protegiera de alguna manera.

—Eso es lo que dice ella, pero incluso se ofreció a mostrarme un par de pergaminos de fuego control de su hermano, quien es un soldado.

Percy lo miró sobre su hombro, sorprendido.

—Espera, ¿qué? Estamos hablando de Hana, ¿verdad? La misma chica que nos escondía nuestras mochilas y nos arrojaba bolas de papel durante las clases.

Lee asintió.

—Esa misma. Amigo, no entiendo a las chicas.

—Sí... —concordó Percy, mirando a Hana, quien extrañamente aún se iba—. Yo tampoco.

Por el rabillo del ojo, pudo ver a su padre sonriendo de manera divertida. Comentando sobre cómo era la juventud de estos días.


La luna se encontraba en lo alto del cielo, señalando las altas horas de la noche. A pesar de eso, Percy no podía conciliar el sueño. Era extraño, nunca tenía problemas para dormir. De hecho, siempre tuvo el problema de que dormía demasiado y demasiadas veces al día. Pero en esta ocasión, su mente se negó a caer dormida mientras recordaba todos los sucesos que había ocurrido hoy.

La pelea con Daichi, la manera en la cual usó la escoba como un arma y lo fácil que fue vencerlos. Su expulsión...

Se removió en su cama varias veces hasta que decidió levantarse. Tal vez un aperitivo nocturno y un vaso de leche podía ayudarlo a conciliar el sueño.

Luego de hacer una rápida visita a la cocina y llenar su estómago con las galletas especiales de Fat y un vaso de leche, Percy volvió a su habitación, dispuesto a intentar dormir.

Caminando por los pasillos del castillo, pasó por el estudio de su papá y se percató de que la puerta estaba ligeramente abierta. Curioso, abrió la puerta y lo vio a él sentado con las piernas cruzadas sobre un cojín, observando a través las grandes ventanas de su estudio. A su izquierda, pudo ver la espada de su padre que se encontraba enfundada.

— ¿No puedes dormir, Percy? —inquirió Piandao, sin moverse de su posición —. ¿O fue tu estómago lo que te despertó?

Su papá lo conocía demasiado bien.

—Un poco de ambos—admitió él.

— ¿Te gustaría acompañarme? —Piandao hizo un gesto a la almohada que estaba a su lado—. La luna está hermosa esta noche. Y hay algo que deseo hablar contigo.

Percy fue y se sentó a su lado. A través de la ventana, pudo ver la luz de la luna que se encontraba en lo alto del cielo, iluminando el horizonte. Podía ver a las montañas alzarse a los lejos y, si escuchaba con atención, podía oír el sonido de las numerosas cascadas que caracterizaban a la isla de Shu Jing.

— ¿De qué se trata? —preguntó Percy.

—Es acerca del incidente de hoy—dijo Piandao sin apartar la vista del paisaje que se extendía delante de ellos—. ¿Qué tanto de lo que el director Shen ha dicho es verdad?

Su voz no detonaba ninguna emoción más allá de la tranquilidad. Y era algo que muchas veces confundía a Percy, ya que no sabía lo que su papá estaba pensando. Eran pocas y muy raras las ocasiones en donde sus emociones lo dominaban.

—Pues... todo—admitió Percy—. Te dije que mis calificaciones no eran muy buenas y las clases me parecían aburridas.

— ¿Y sobre el hecho de que atacaste a dos de tus compañeros usando una escoba?

Cuando lo decía así, sonaba algo gracioso y Percy no pudo evitar soltar una pequeña risa nerviosa, pero dejó de reírse cuando se dio cuenta de la mirada seria en el rostro de su padre.

—Yo... Es verdad. Aunque solo di el primer golpe a Daichi. Golpeé a Koji luego de que él casi nos quemó a Lee y a mí. Pero, papá, tenías que haberme visto. ¡Usé una escoba como si se tratara de una espada y los derroté incluso si eran maestros fuego! Tal vez... ¡Tal vez finalmente pueda entrenar para ser un espadachín como tú!

Piandao le lanzó a Percy una mirada sospechosa antes de preguntar:

— ¿Y cómo te sentiste al hacerlo? ¿Cómo te sentiste al derrotar a aquellos chicos?

—Pues... —Percy recordó aquel sentimiento de victoria y regocijo cuando venció fácilmente a Daichi y Koji—. Se sintió... bien. Daichi se lo merecía después de lo que dijo.

— ¿Y qué fue lo que dijo que hizo que lo atacaras?

—Él... —Percy apretó los labios en una fina línea—. Dijo cosas malas de ti. Su papá le dijo que tú eras un fracasado y un cobarde que le dio la espalda a su nación.

Piandao quedó en silencio por unos segundos mientras observaba la luna en lo alto del cielo estrellado, como si estuviera pensando en algo que pasó hace muchos años.

—No está equivocado del todo—admitió él, con una mirada lejana en su rostro—. Le di la espalda a mi nación cuando decidí desertar del ejército. A los ojos de muchos, me habré visto como un cobarde. Como alguien sin honor.

— ¡Pero eso no es verdad! —replicó Percy con vehemencia—. No eres un cobarde, enfrentaste a 100 soldados tú solo, ¡y saliste victorioso! ¡Eres el mejor espadachín de la Nación del Fuego!

Una pequeña sonrisa estiró de los labios de Piandao.

—Eso es lo que tú piensas de mí, hijo. Pero... ¿Qué es lo que pensarán las familias de los soldados a los que maté? ¿Los seres queridos de las personas a las que les quité la vida cuando combatí en nombre de la Nación del Fuego? No puedo controlar lo que todos piensan de mí por las cosas que hice o por las decisiones que tomé.

Percy frunció el ceño con una expresión molesta en su rostro.

—Aun así, el papá de Daichi no tenía que hablar de ti de esa manera.

— ¿Y es por eso que atacaste a Daichi cuando repitió lo que su papá le dijo? ¿Es por eso que crees que se merecía terminar con la nariz rota?

Percy volteó a mirar a su papá, incrédulo.

— ¿Acaso lo estás defendiendo? —cuestionó él.

—No. No lo hago. Lo que quiero que sepas, Percy, es que ser un espadachín no se trata solamente de poner a tu oponente bajo tu espada. Si no encontrar una buena razón para empuñarla. ¿Venganza? ¿Deber? ¿Ambición? Muchos han venido a mí buscando que los instruya en el camino de la espada, pero ninguno ha tenido en su corazón una razón noble para que pueda aceptarlos como mis pupilos.

Percy no supo qué responder. Nunca había pensado en una razón para querer ser un espadachín más allá que ser como su papá. Y, si le decía eso, sentía que lo estaría decepcionándolo de alguna manera. Sentía que la respuesta debería de ser mucho más profunda que tan solo un "Quiero ser como tú".

Así que no respondió.

Viendo el estado conflictivo en el que se encontraba, Piandao se movió para mirar directamente a su hijo.

—Dime, Percy, ¿te crees digno de aprender el camino de la espada?

—Yo...

Percy pensó en lo que había ocurrido hoy. Sobre cómo hirió gravemente a Daichi y Koji. Lo había hecho con tan solo una escoba de bambú rota. Si fuera una espada de verdad... habrían terminado con heridas mucho más graves que tan solo una nariz rota y un diente perdido. Habría sido un error irremediable, fruto de un efímero sentimiento nacido de un impulso.

—No lo sé—finalmente admitió en un tono derrotista—. Desde que tenía ocho años, lo único que quise es aprender a usar la espada para ser un gran espadachín. Para, algún día, ser como tú. Y, luego de lo que hice hoy, no sé si soy digno. No sé si lo merezca...

Una sonrisa triste estiró de los labios de Piandao.

—Todos cometemos errores, Percy. Algunos más que otros. Pero lo importante es reconocerlos y estar dispuestos no solo a no volver a cometer los mismos errores, sino también mejorar como personas. Eres joven, aún tienes mucho por aprender... pero yo estaré allí para enseñarte todo lo que sé.

Percy alzó la mirada, sorprendido y esperanzado.

—Papá... ¿Eso quiere decir que tú...?

Piandao asintió con una sonrisa antes de endurecer sus facciones.

—Te entrenaré. Te enseñaré no solo el camino de la espada, sino también el camino del guerrero. Alguien quien es impulsado por las siete grandes virtudes. Justicia, respeto, valentía, honor, benevolencia, honestidad y lealtad. Ese es el camino del guerrero. Y uno que deberás de transitar—Piandao colocó una mano sobre el hombro de Percy—. No será un camino fácil, hijo mío, pero tengo fe en que podrás superarlo. Y que serás un maestro de la espada mejor de que yo. Serás un guerrero de gran valor.

Percy sintió su corazón hincharse con regocijo. Esto era lo que había querido desde que tenía ocho años; ser entrenado por su padre.

Apretó firmemente sus puños sobre su regazo, y endureció su mirada.

—No te defraudaré, papá—dijo él con convicción—. Te haré sentir orgulloso.

No sabía por qué debería blandir una espada. No tenía una razón noble o una meta fija más allá que la de ser un gran espadachín. Ahora, solo quería enorgullecer a su papá y se aferraría firmemente a ese deseo.

...

..

.


¡Y eso es todo por ahora, mis adorables lectores! Con esto, doy por inicio el primer capítulo del Libro Uno: Espada.

La duración de este libro será hasta el final de la primera temporada de Avatar La Leyenda de Aang, el cual vendría siento el Libro Uno: Agua.

En este libro, se verá la infancia de Percy, su entrenamiento para convertirse en espadachín y los desafíos que afrontará a medida que va creciendo, inmiscuyéndose en el mundo de Avatar.

Por cierto, ¿qué opinan de la portada de la historia? Es algo que yo mismo trabajé durante un tiempo, así que me siento bastante orgulloso, al igual que todos los otros fanarts que he hecho.

En fin, díganme que les pareció y cuáles son sus expectativas para esta historia. Trataré no solo de cumplirlas, sino también superarlas.

Y sin nada más que decir... ¡Hasta la próxima, guapos y guapas!