Aelita's Nature

Capítulo 18

Pasaron los días, y llegó el 9 de Octubre, fecha muy especial para el grupo. Ese día de 2005 se cumple un año desde que conocen a Aelita y encendieron el súper ordenador, y por tanto, desde que comenzó su guerra contra Xana. Jeremy se levantó bastante temprano esa mañana de Domingo, sonriendo y dispuesto a acercarse él mismo a una pastelería a por una pequeña tarta y unas velas. La idea vino de Yumi, y que le comentó de un sitio cercano a su casa donde podría conseguir todo lo necesario; por eso habían quedado para esa tarde hacer la fiesta para la chica virtual.

No sería nada del otro mundo, pero al menos que ella se sienta especial de algún modo. Estaba seguro que le gustaría, así que se limitó a sonreír mientras se levantaba de la cama y recogía sus cosas para ir a darse una ducha. Mientras estaba en ello, unos pisos por debajo, en el despacho del Director Delmás, este estaba reunido con una mujer. Era morena, de ojos pardos, algo bajita y regordeta; se trataba de la psicóloga de Kadic, Marienne Moreau. Parecía encinta, notaba el Director.

-¿Usted cree entonces que pueda superar ese test?

-Por lo que nos consta en su expediente, sí, señor -le aseguró, tenía entre sus manos unos papeles-. Tiene una media muy alta, ligeramente superior a nueve y medio… Si no es superdotado, está cerca de serlo y pensamos que podrá tener un buen futuro en otras instituciones, de hecho…

-¿Sí?

-Nos han avisado de varios centros que podrían estar interesados, todos especializados en personas así -Marienne suspiró-. Si los padres dan el permiso, esta misma tarde podrá venir uno de los psicólogos del Centro de Alto Rendimiento para hacerle unos exámenes.

-¿Él sabe algo?

-No, señor -le respondió-. Si me permite una apreciación… -este la invitó a hablar con un suave gesto- Belpois siempre ha estado relativamente sólo, pero este año parece haber encontrado un grupo de amigos, es… posible que le venga mejor para su desarrollo emocional permanecer en Kadic antes de ir a un sitio así.

-Estoy de acuerdo, pero al final la decisión es de sus padres -Delmás suspiró entonces-. Les llamaré, a ver qué dicen… Muchas gracias, Marienne, y felicidades por cierto.

Ella asintió sonriendo, y no teniendo nada más que añadir, se limitó a levantarse. Se acarició suavemente el vientre mientras se levantaba y salió de allí mientras el director tomaba el teléfono y marcaba el número de la familia Belpois, esperando en silencio que, tomaran la decisión que tomaran, fuera esta la mejor para el más joven.

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A lo largo de la mañana de ese mismo día, a un par de kilómetros de Kadic, se desarrollaba con total normalidad los trabajos en una empresa de construcciones y que tenía sede en una de las naves industriales cercanas al cauce del río Sena. Si uno bajaba por su corriente eventualmente llegaba hasta la fábrica, pero esa no era la misión de aquel día para Lewis Dunbar; un hombre de unos cuarenta años, con espeso bigote negro y ojos pardos, con una gorra roja y mono azul con el logotipo de su empresa.

Tenía entre sus manos unos papeles del contrato para realizar la demolición y los permisos, y ya estaban preparando los cartuchos de dinamita para transportarlos al lugar donde se haría el trabajo – una finca con edificios abandonados – cuando se estiró suavemente. Se le acercó uno de sus trabajadores, un hombretón grande como un armario con un casco de obra blanco ya puesto y guantes negros como el carbón.

-Lewis, tenemos ya todo listo, ¿te vienes?

-Sí, estaba comprobando por última vez la ubicación.

Se trataba de un descampado en frente de la antigua nave industrial de una de las islas del Sena, unida al resto de masa de tierra a través de un puente. Seguramente irían a hacer unos nuevos edificios residenciales, aunque los vecinos se quejarían varios días de la polvareda que se iba a formar, aunque lo evitarían dentro de lo posible. El nuevo propietario del terreno, un tal Naxa Schaeffer, se había encargado de hacer todas las operaciones y hasta les había pagado por adelantado, con expresa indicación de que únicamente tiraran esos edificios, nada de tocar la fábrica en sí, y que también era propiedad de esa persona. Todo formaba una unidad a efectos legales pero por ahora sólo tocaría esa parte.

-Seguramente este tipo aproveche las vigas que ya estén hechas, anda que no es listo ni nada -comentaba el albañil, conduciendo rápidamente la furgoneta por la avenida-. ¿Sabes qué van a construir, Lewis?

-Ni idea, pero al menos ha dado instrucciones precisas desde el primer momento -respondió este, mientras se recolocaba en el sitio-. A ver con qué nos encontramos, las fotos eran algo curiosas, igual ni se ha presentado allí y hay más problemas de lo que aparenta.

No había nada del interior, sólo vistas panorámicas desde fuera y unas cuantas aéreas de la zona; cuando pidieron fotos del interior o planos se limitó a entregar estos últimos y los escritos de propiedad, así que ellos se fiaron. Lewis esperaba que no fuera ninguna chapuza o que realmente fuera el dueño, aunque de no ser así tenía claro que se lavaría las manos. Entre charlas y comentarios llegaron hasta la fábrica, misma donde Xana les vio llegar a través de las cámaras de seguridad y vigilancia que había en diferentes sitios.

Si todo salía como había planeado, sería capaz de matar a los chicos de un plumazo antes de que su plan de liberar a Aelita saliera bien, y si no lo lograba, siempre tendría ese as bajo la manga que creó gracias a aprisionar a la joven en su guardián durante bastantes horas… era una jugada arriesgada, pero que había calculado perfectamente y tenía todas las pintas de salir bien, al menos en lo que podía controlar. Con el poder que estaba acumulando estaba segura que en un momento dado podría hacerlo, pero antes de eso… intentaría una última jugada de conciliación.

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Mientras, el grupo de guerreros se había dedicado a descansar de todas las aventuras que habían tenido a lo largo de la semana, aunque el cansancio comenzaba a hacer mella en ellos. Sin embargo eran conscientes del día en el que se encontraban, así que Yumi efectivamente se dedicó a organizar todo lo relacionado con la fiesta que iban a hacer esa tarde. Se sorprendió, eso sí, de ver que Jeremy tardaba en llegar un poco más de lo habitual; estaba de cháchara con los demás en las cercanías de la maquina expendedora cuando le vio acompañado de dos adultos y que entendió eran sus padres.

Él, de pelo castaño, era una versión adulta del chico con sus gafas y perilla, le quedaban bien con unos profundos ojos azules; la madre, en cambio, era rubia de redondos ojos pardos y no demasiado alta, aunque llevaba tacones que la elevaban hasta la altura del pecho de él. Ambos bien vestidos, estaban hablando con el director y la psicóloga de Kadic, mientras él parecía no demasiado contento.

-¿Qué le pasará a Einstein?

-No lo sé… -Aria parecía preocupada- No parece demasiado contento.

Mientras murmuraban entre ellos, le vieron abrazarse a los mayores, y tras compartir unas pocas palabras con la psicóloga, fue con ellos con las manos en los bolsillos y el ceño suavemente torcido.

-No pareces demasiado contento, tío.

-Van a hacerme un test de inteligencia -gruñó el otro como respuesta a Ulrich-. Si lo apruebo, tendría una beca para estudiar en una de las mejores escuelas de Francia.

El resto no sabía exactamente qué decir. Por un lado, se sentían orgullosos de que él pudiera ser elegido para algo así. Por otro lado… eso les alejaría totalmente, y le impediría luchar contra Xana, además de ser un objetivo fácil para la IA. Odd fue el primero en romper el hielo.

-¿Sería como una escuela de futuros Einstein, entonces?

-Básicamente, sí -Jeremy se pidió un chocolate caliente-. Esta tarde haré uno de los exámenes, y… no sé qué hacer.

-Siempre nos tendrás a tu lado, Jeremy… -murmuró Aria, poniendo una mano en su hombro- ¿Verdad, chicos?

-Siempre.

El chico les miró con cierta sorpresa y se sonrojó, con el corazón acelerado; entendiendo eso de su parte, Aria le abrazó con cariño junto a los demás, haciendo que el otro se relajara un poco. Ahogó un poco la emoción que le llegó en ese momento, y les sonrió un poco tras separarse de ellos.

-Gracias… -murmuró, algo más relajado- He quedado con el psicólogo a las cuatro, tras comer… -les dijo, el resto asintió- Tengo dudas, por un lado es muy buena oportunidad, podría ir a muchos sitios si me gradúo aquí, pero…

-Pero aquí están tus amigos -Ulrich fue el primero en seguirle por el camino-. Es normal que dudes, me pasaría igual.

Eso sorprendió al rubio, daba por hecho que el otro siempre había sido alguien tremendamente popular, pero parecía no ser así.

-¡En fin! Luego me pasaré por el centro con Patrice Guillard, es tan dulce, guapa…

-¿Es tu amor de la vida esta semana?

A la pregunta de Yumi el resto se rio mientras el otro giraba el rostro y se hacía el ofendido. En realidad ella ya le había dicho que no podía, pero igualmente quería ir… y sabía a quien invitar. Iría hasta el cuarto de ella a preguntar si quería ir, esperaba que aceptara.

-Por cierto, tengo que irme a ayudar a mi madre, luego hablamos -besó a Jeremy en la mejilla-. Lo que sea nos dices, ¿vale?

Este asintió, y tras ella irse, el resto se encaminó hacia el edificio de habitaciones para poder hablar entre ellos mejor. Sissi, desde algo lejos, observó la escena con algo de celos; a su lado, Herb y Naomi hablaban animadamente mientras Nicolas simplemente bebía con la vista perdida en la nada.

Se limitó a rezongar donde estaba, sentada en el interior de la cafetería, desde donde estaba podían ver al grupo charlar entre ellos. Se encontraban al lado de una de las ventanas, y aunque tenía el semblante torcido, notó la mano de Herb sobre la suya, así que se giró.

-¿Estás bien?

-Sí… -murmuró- Me voy, tengo que ir a maquillarme.

Antes de que le dijeran nada, ella se levantó de golpe y salió de allí de mala gana. Sus dos amigos la miraron salir sin saber exactamente qué pensar, aunque Naomi parecía algo molesta. Herb decidió que iría a verla en unos minutos, cuando se hubiera calmado algo más. La conocía bastante bien – o eso consideraba – y por lo tanto, en un rato estaría algo más dispuesta a hablar.

-Iré a verla ahora, si quieres… -murmuró él, ya a solas con Naomi- Ella es… bueno…

-Está cegada, sí -murmuró ella, suspiró pesadamente-. Creo que ella… no sabe lo que quiere, ni lo que tiene ya… ¿no crees?

El chico asintió, adivinando un poco por dónde iba. Sin embargo, no estaba con los ánimos de hablar de aquello, y es que se refería a unos posibles celos de la otra. No lo había dicho abiertamente, pero su comportamiento de siempre querer acercarse al grupo de Jeremy la delataba… y de vez en cuando les anteponía a ellos. Y aunque pudieran comprenderlo algunas veces, a Naomi le empezaba a molestar.

-Puede ser -reconoció el chico-. Ella es muy… especial para mí, no quiero perderla, pero…

-Pero ella nos está alejando -se levantó también, junto a él-. Le hemos estad haciendo favores desde el inicio del curso pasado, y… o para, o tendremos que detenerla.

-No creo que sea necesario llegar tan lejos -Herb ahogó un bostezo-. Bueno, iré a verla ahora, con lo que sea te aviso.

Naomi asintió, notaron que Nicolas también se había levantado y, de hecho, se dirigía hacia la puerta en solitario.

-A veces me gustaría ser como él… -bromeó Naomi- Es tan feliz en su mundo…

Herb sonrió un poco.

-Es muy bueno… algo torpón, pero yo también lo soy…

En ese momento su vista pasó por Jeremy, que parecía reírse con el resto de sus amistades. Su pulso se aceleró suavemente y se le secó un poco la boca, así que se limitó a salir con la otra de la cafetería; y, tras despedirse, se encaminó rumbo hacia el cuarto de la chica.

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En Lyoko, Aelita se había sentado en frente de la pantalla que siempre había en las bases de todas las torres. En concreto estaba en el sector del hielo, pero se encontraba trabajando en su programa de materialización como siempre. Estaba todo bastante tranquilo y en esos momentos no tenía nada en mente más allá de que necesitaban sacarlo cuanto antes; porque aunque con el resto no lo había hablado, sí comentó con Jeremy sobre el peligro que supone que ella acabara encerrada en aquel guardián.

No sabían exactamente qué había querido hacer Xana, porque si simplemente quisiera anularla o impedir que pudiera entrar hasta la torre activada lo haría de otra forma. Les comenzaba a dar la sensación que Xana se dejaba ganar la mayoría de las veces, pero la siniestra razón detrás de ello la desconocían. En todo caso, ahí estaba trabajando como cada día, cuando notó un par de temblores; sin embargo no parecían ser propios de una torre activada, así que se levantó con cautela.

-Sé que estás ahí, Aelita, no te escondas.

Ella se estremeció y sus ojos se abrieron de par en par. Era una voz suave, algo metálica y sin sentimiento alguno, pero se hacía a la idea de quién era. En el exterior, una figura humanoide y blanquecina, con el símbolo de Xana en rojo en la frente y rasgos faciales andróginos, estaba de pie al lado de la torre. Mediría metro ochenta, y aunque no era consciente, desde lo alto Belona observaba en todo momento el actuar de ambos. Ambos programas eran idénticos a excepción de sus colores; si uno tenía el dibujo en rojo, el otro lo tenía en azul. (1)

Generó, a modo de protección, un domo en torno a ellos y un campo apareció sobre el suelo que Xana notó de inmediato, aunque sabía sobradamente que Jeremy no era el responsable. No llegó a comentar nada, limitándose a esperar a que la chica saliera; colocó sus brazos tras la espalda al ver cómo se limitaba a sacar su rostro para ver quién tenía delante, su rostro se estremeció al ver a su mayor enemigo ahí mismo.

-¿Qué… quieres?

-Vengo a negociar.

Se sentó en posición de loto delante de ella, lo que sorprendió a la otra, que jamás se hubiera esperado aquello. Para la IA, esta era la última oportunidad de llegar a una paz antes de que la guerra no pudiera dejar de escalar, era la última muestra de buena voluntad ya que su amo, su antiguo creador, quería detenerla; cuestión que iba totalmente en contra a su programación.

Belona sin duda estaba algo sorprendido, sin embargo, no había peligro real en aquello. Xana no podía atacar gracias a las protecciones que había puesto – aunque delatara de forma indirecta su existencia – y Aelita estaría a salvo en todo momento mientras el resto de humanos estaba fuera. Se planteó si tenía que avisar, pero decidió que era algo que podía gestionar por ahora en solitario.

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En la Tierra, Herb se había acercado ya ante las puertas del cuarto del Sissi, al que llamó suavemente con un toque en la puerta. Aunque no llegó a responder la chica, él entró a la habitación con cuidado, y se la encontró tumbada bocarriba en su cama, y sin más, se sentó en la silla de ella. La chica permanecía callada mientras él se colocaba, pero le observaba en todo momento y se limitó a preguntase por dentro qué hacía allí. Sin embargo la respuesta estaba bastante clara, y es que él siempre se había preocupado por ella y estuvo a su lado en todo momento.

-¿Qué tal?

Ella se limitó a recolocarse en silencio, con las manos sobre la tripa.

-Bueno… -reconoció, pensativa- ¿Soy buena amiga, Herbi?

Este la miró con cierta sorpresa, pero asintió.

-Claro, ¿por?

-Entonces… -sus ojos se pusieron algo acuosos- ¿Por qué estoy tan sola?

Para ella aquello era una verdad como un templo, se sentía acompañada pero en total soledad a la vez. Sí, tenía amigos, pero entonces, ¿por qué se sentía así? El chico se decidió a colocarse a su lado y la abrazó con cierto cariño, así que ella se dejó hacer por él en todo momento. Se fiaba totalmente de Herb, y aunque le quería bastante… simplemente deseaba más amistades, unas en concretas. La razón era totalmente ilógica e irracional, pero era la suya. Se sentía algo infantil por eso, aunque se distrajo cuando él la besó en la cabeza. Era atolondrada y autoritaria cuando estaba delante de los demás, ante quienes elevaba una fachada de superioridad y egocentrismo pero que no era real; atravesada esa muralla de confianza en sí misma, te encontrabas a una chica rota por dentro con algunos problemas de confianza y que valía mucho.

Eso pensaba Herb al menos y le gustaba dejárselo claro en todo momento. La acariciaba en la espalda, que colocó su cabeza en el pecho del chico y llevó una de las manos a la de él.

-Te quiero… -reconoció él en un murmullo- Sissi, yo…

-Lo sé -ella suspiró-. Gracias.

Alzó la cabeza entonces y besó su mejilla con cierto cariño, quedándose así unos minutos. Disfrutaban del calor y aroma del otro, y no se separaron hasta que volvieron a llamar a la puerta; en ese momento se levantaron y se encontraron con Odd. Este sonreía un poco y saludó a ambos, que se miraron con interés.

-¿Pasa algo?

-Venía a ver si quieres salir a tomar algo, Sissi.

Ella le miró con cierta sorpresa, Herb la empujó hacia él con cierta diversión y salió de allí. Antes de que el otro saliera del cuarto, Odd le detuvo tomándole del brazo con cierto cuidado. Sorprendido, le miró y el chico le guiñó un ojo.

-Luego nos veremos -le indicó-. ¿Vamos, Sissi?

Ella asintió, hasta que se dio cuenta de un detalle.

-Pero… ni me he maquillado…

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Lewis Dunbar y su cuadrilla se instaló en muy poco tiempo en la finca frente a la fábrica abandonada; en torno a la misma había puesta una valla de acero de rejilla y carteles de diferentes empresas que se anunciaban, pero no se detuvieron demasiado en ello. Pasaron por la puerta de entrada que tenían, y se encontraron con lo que habían visto en los planos. Se trataba de un edificio que estaba totalmente fuera de servicio, pero al menos parecía en buen estado. Estuvieron un par de horas recorriendo todo el edificio en sus diferentes plantas, lo único que había fuera de lugar era bastante tierra y telarañas; restos de animales, e incluso algún que otro gato callejero muerto o ratas aquí y allá.

-Bien chicos, vamos a ello, ¡a trabajar!

Trabajaban como una máquina bien engrasada: mientras unos preparaban las escombreras y colocaban las cintas amarillas para que nadie se acercara en un radio de varias decenas de metros, otros se dedicaban a colocar las diferentes minas explosivas en los puntos clave previamente designados por los ingenieros; y otros ponían en marcha la maquinaria para poder hacer los derrumbes de forma segura y localizada. Si lo hacían bien, a medio día ya podrían poner en marcha todo el proceso y tendrían el permiso del Ayuntamiento, ya informado por el tal Naxa.

Mientras Lewis trabajaba en mover grandes cargas de tierra para dejar aquello bien aplanado y listo para poder construir allí lo que quiera que se deseara, llegó un coche patrulla que aparcó en una de las calles perpendiculares a donde estaban ellos trabajando. Llegó un hombre de unos cincuenta años, con la chaqueta de la policía puesta, unas gafas de sol y el uniforme con los emblemas de su puesto en los hombros y a la altura del pecho. A su lado venía un chico enorme como una torre pero que parecía de un puesto bastante más raso por no tener tantos galones y líneas doradas en esas partes.

-Buenos días, ¿quién es el jefe de obra?

El agente se colocó en todo el centro, con las manos en los bolsillos y cerca de las maquinas que comenzaba a usar Lewis; este bajó de un salto y se le acercó con una carpeta en las manos. Sabiendo que vendrían a molestar, había preparado mucha documentación precisamente para evitar que les pararan los pies.

-Buenos días, Lewis Dunbar, ¿y usted?

Le entregó la mano, y el agente se la estrechó con energía.

-Maximilien Lambert, Inspector Jefe de la Policía de la zona metropolitana de París, un placer -le dio un fuerte apretón-. Bueno, lo tienes todo bastante bien ordenado, ¿eh?

El otro se sorprendió de tener allí al máximo jefe de los agntes locales de la zona, debía tener poco trabajo y estarse aburriendo de no tener nada que hacer. Seguramente por eso se había plantado allí para, él mismo, realizar esas actividades que normalmente harían agentes rasos. Su compañero se fue paseando por las recién iniciadas obras, revisando todo por encima mientras su superior iba mirando los papeles que le interesaban. De vez en cuando comentaba cuestiones relevantes que veía, incluido el nombre del nuevo dueño de la finca, que apuntó en unos papeles que llevaba consigo en la gabardina.

-Pues parece todo en orden…

-Me alegra saberlo, pedimos todos los permisos con tiempo de antelación -comentó Lewis-. Mejor dicho, nos lo dio el propietario, el tal Naxa Schaeffer, o la tal, no sé.

-¿Cómo que no sabe?

-Sólo hemos hablado por correo electrónico, ni por llamadas ni nada.

Lewis asintió, estando todo en orden no s podía oponer aunque fuera raro. Lo tendría todo vigilado como hasta ahora y sin más, se dijo, así que tras hacer unos pocos apuntes más le devolvió la documentación al otro.

-En fin, tened cuidado con las detonaciones y seguid las indicaciones dadas por el técnico del ayuntamiento para seguridad, cargas, etcétera, ¿vale?

-Llevo ya unas cuantas demoliciones y nunca he tenido problemas -le respondió, mientras le acompañaba-. Puedo asegurarle, Inspector, que no pasará nada.

Este asintió, con cierta satisfacción, para comprobar que su agente también volvía con un cigarrillo encendido hasta el coche. Tras montarse volvieron de forma directa hasta la comisaría, trayecto que aprovecharon para comentar lo que habían visto; según llegaron al edificio, Lambert fue directo a su despacho y se encerró en el mismo como siempre hacía cuando veía algo que le llamaba la atención por cualquier cuestión.

En la obra, por su parte, todos los trabajos eran vigilados por Xana, y que también había estado moviéndose por su cuenta al comprar ciertos materiales. No quería interrupción de ningún tipo y por es no estaba atacando, y sin embargo, planificaba cual sería el siguiente a realizar. Su principal objetivo era el control de seres humanos; ya lo había logrado con animales pequeños primero en solitario, y luego en grandes grupos. Ahora tenía que pasar a animales más complejos, y pensaba en ello mientras charlaba con Aelita en Lyoko.

Se habían sentado de frente uno al otro, con las piernas cruzadas y mirándose a los ojos. La chica no podía evitar sentirse intimidada en cierta medida por la IA, y que, según ella salió, comenzó a contarle sus deseos en aquel momento: cuales eran sus intenciones respecto de la paz que quería proponer.

-No sabía que tuvieras un cuerpo…

-Desde el inicio, pero nunca he necesitado presentarme ante vosotros.

-¿Por qué ahora?

-No deseo la guerra, pero tampoco quiero permitir que la humanidad siga adelante como hasta ahora.

-¿A qué te refieres, Xana?

Aelita había fruncido su ceño, así que la IA se pensó unos instantes la respuesta. Era consciente que aquella era la conversación más importante en bastante tiempo.

-La humanidad es una plaga que debe ser controlada, fui creada para luchar contra la inteligencia de un país extranjero y proteger este mundo… y para ello, la humanidad debe ser controlada.

-¿Quién te creó?

-No estoy autorizada a decir eso, ni nada que tenga que ver con esa persona o sus cercanos -respondió, sin más-. Sin embargo, así es como fui programado, y lo llevaré hasta la última de sus consecuencias.

-Pero la humanidad es… maravillosa -murmuró la chica-. Tienen defectos, claro, pero son buenos la mayoría.

-Tienen que ser llamados al orden, Aelita -le respondió Xana-. Luchan entre ellos por territorio, recursos, incluso por sus ideas o color de piel… No, necesitan de un líder que les guíe apropiadamente.

La otra asintió, mientras miraba hacia el suelo pensativa. No sabía exactamente qué decir al respecto, ni tampoco cómo decir lo que pensaba; lo que sí tenía claro es que no estaba en absoluto de acuerdo con eso.

-Entonces no puedo aceptar tu punto -murmuró la chica-. La humanidad debe ser libre, Xana, ¿por qué tú serías mejor que los propios humanos?

La IA se removió en su propio sitio, pero negó con cierta vehemencia.

-Porque yo sería autoritario y el principal mando sin todas las desventajas que ellos tienen.

-Pero tampoco sus ventajas -le espetó-. Xana… no puedo permitir que quieras gobernar sobre la humanidad, aunque pueda pensar como tú que ellos son muy mejorables.

En ese momento ambas entidades se levantaron. Belona en todo momento estuvo escuchando con atención sus palabras, alegrándose de lo que decía la joven. Xana, por otro lado, era más que esperable que tuviera esos dejes dictatoriales, pero al menos quería algún tipo de paz. Estaba claro que no iban a llegar a nada así.

-¿No podemos llegar a un acuerdo, entonces?

-Ni tú estas dispuesta a detenerte en tus intenciones de gobernar la Tierra, ni yo quiero dejar de proteger el mundo de las amenazas que pueda controlar.

Xana asintió, y dio varios pasos hacia uno de los lados. Estaban en un área no demasiado grande, pero podían andar un poco. Belona, por su parte, amplió en varios metros el área en la que ellos podían andar para poder verles interactuar apropiadamente. En todo momento permanecían cautos, lo cual le gustaba bastante a la IA.

-Eso es cierto, Aelita… -murmuró, mientras asentía. Tenía las manos tras la espalda- Creo que no tenemos demasiado más de lo que hablar, como bien dices nadie abandonará sus posiciones por el otro.

La chica se limitó a suspirar con cierta pesadez. En cierta medida se lo esperaba, sin embargo, por un lado deseaba llegar a la paz con Xana. Algo le decía que también quería, y que no era simplemente por hacer el papel.

-Entonces… ¿este es el final?

-Diría que sí…

Vieron cómo se deshacía la barrera que les separaba del exterior. Todo estaba en calma en Lyoko, ningún monstruo a la vista por suerte para ella. Notaba Aelita que Xana parecía tener algo similar al concepto del honor, pero desconocía hasta qué punto se dejaría guiar por ese extraño código moral que parecía tener. No parecía tener problemas en absoluto con eliminar a cualquiera que se pudiera interponer en sus planes, por mucho que quisiera evitar que la humanidad se destruyera a sí misma.

Xana en ese momento se acercó hasta el cercano límite de la plataforma y saltó hacia el mar digital sin demasiados miramientos, dejando a solas a Aelita. Belona se limitó en ese momento a seguir con sus tareas. Era consciente que, en cuanto se enterara, Jeremy se molestaría bastante; y sin embargo, había merecido la pena. Así se conocía mejor al enemigo y a sus ideales. La chica, ya a solas, se limitó a volver hasta la torre a seguir trabajando en su programa, con la tranquilidad de notar que no había realizado ningún tipo de jugarreta contra su persona.

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La mañana pasó con toda la normalidad posible para un día más de Octubre, y, terminada la comida, Jeremy se dirigió hacia la Biblioteca donde haría el examen con el psicólogo. Acompañado en todo momento por Jim, y que iba con la cabeza ligeramente gacha. Se había preguntado el mayor qué era lo que ese chico ocultaba, junto a sus amistades, desde hacía tiempo. Sin embargo nunca encontraba tiempo o la forma de ponerse a investigar, ni siquiera sabía si realmente había algo serio que investigar siquiera. En ello pensaba mientras acompañaba al menor hasta la entrada del edificio, donde se encontraron con Marienne y el psicólogo del otro centro, dispuestos a hacer la prueba.

-Buenas tardes, Jeremy -le saludó ella-. Te presento a Jean Pierre, será el psicólogo que te haga el test, ¿estás listo?

-Bueno… -el chico parecía nervioso- ¿Es necesario?

-No tienes que hacer nada que no quieras -le aseguró sonriendo Jean Pierre-. Y te puedes tomar todo el tiempo que necesites para hacer el examen, si es que lo deseas.

Él asintió, y se limitó a entrar a la biblioteca, seguido de los tres adultos. Una vez dentro, Jim se colocó en el escritorio de cabecera de la sala, mientras los otros tres se sentaron en una de las mesas, los dos adultos en un lado y el chico en frente. Sacaron unas carpetas con un par de hojas que le entregaron; junto a un bolígrafo, y un par de cuadernos. Cuchichearon entre ellos un par de minutos mientras Jeremy se leía la información que le habían dado – donde venían las instrucciones generales – y sólo levantó la vista cuando ellos le hablaron.

-Jeremy, ¿leíste bien las instrucciones?

-Sí, sí.

-¿Las entiendes bien?

Él asintió, así que Jean Pierre le entregó unas cuantas hojas grapadas que tenía el logotipo de su institución.

-Puedes empezar cuando quieras, tiene varias partes -le iba explicando Marienne-. Lógica, números, formas geométricas, palabras, sucesiones… todas las preguntas están bien explicadas pero si no entiendes alguna nos puedes preguntar, ¿vale?

Él asintió, y procedió a hacer el examen. Había, efectivamente, preguntas de esas y otras materias, no demasiado largo pero sí quería hacerlo relativamente bien. Pensaba en lo que mejor le convenía mientras respondía… ¿realmente quería ese futuro? ¿Iba a dejar a sus amigos por un futuro posiblemente mejor? Y lo más importante… ¿iba a renunciar a Aelita? Dudaba que así fuera, la verdad. En general siempre le había costado hacer amigos, y ahora que tenía unos fieles no quería renunciar a ellos, ni mucho menos deseaba separarse de la chica. Además, le había hecho una promesa: liberarla de las ataduras del mundo virtual y llevarla a la Tierra, con ellos, lo que pasaba por vencer a Xana.

Estaba entretenido con los ejercicios y con esos pensamientos, revisando de vez en cuando por dónde iba. Por su mente rondaba también Aria, recién llegada a su vida casi como los demás, pero… su corazón, y lo que no era su corazón, se agitaba sólo con pensar en sus bellos ojos pardos. Era dulce y agradable, podía hablar de casi cualquier cosa, y aunque pensaba que Yumi era más guapa, Aria tenía… algo especial. Similar le sucedía con Aelita, sólo que con ella lo tenía todo bastante más claro. Aún así poco a poco iba… sintiendo más y más por la escocesa, y tampoco quería alejarla de su vida.

En realidad con todo el grupo le pasaba eso. Pensar en la idea de alejarse de ellos le aterraba, la sola idea se le hacía abrumadora y, en un momento dado, sin darse cuenta Marienne se colocó a su lado con unos pañuelos en la mano. Él la miró con sorpresa y notó que en los papeles que tenía se habían formado unas manchas de humedad. Ella le sonrió despacio, y le susurró.

-No tienes que hacerlo si tanto te abruma…

-N-no es eso, es que… -Jeremy se dio cuenta en ese momento que estaba llorando- Es sólo que… no quiero dejar… a mis amigos.

Marienne miró a Jean Pierre, que hacía sus anotaciones en un cuaderno; no tardó demasiado y en seguida se colocó a su lado también.

-¿No quieres irte, entonces?

-N-no…

-Entiendo… -el hombre miró a su compañera entonces- Podemos dejarlo aquí, si quieres.

Jeremy suspiró un poco pero negó, así que procedió a sonarse la nariz y a continuar con el examen normalmente; ahora con la convicción de que no abandonaría Kadic pasara lo que pasara. Ese era un hecho, y ambos adultos allí presentes se habían dado perfecta cuenta de eso. Pero que quisiera seguir adelante entendían que era más una cuestión de orgullo que otra cosa.

Mientras él estaba en eso, el resto de grupo se había congregado en el cuarto de Ulrich , que estaba junto a Aria; Yumi y Odd estaban fuera a otras cosas. Estaban algo preocupados con lo que pasaría Jeremy, si se quería ir… no era algo que ellos pudieran impedir, al final era su vida. Sin embargo, mentirían si dijeran que no querían que se quedara allí con ellos. Ya no tanto por luchar contra Xana, que también – al final era una parte en sus vidas que les gustaba, se sentían héroes sin capa –; sino porque eran un pequeño núcleo muy unido. Llevaban luchando juntos, y en general conviviendo, un año contra Xana. Eso al final une. En ello pensaba Aria mientras tenía a Kiwi encima de ella, recostado en su pecho y durmiendo tranquilamente. Ella se limitaba a acariciar su cálido cuerpo, aunque acabó suspirando suavemente. Ulrich estaba sentado en su cama con la espalda apoyada en la cama, leyendo un cómic, cuando alzó la vista y la miró.

-¿En qué piensas, Aria?

-No quiero que se vaya… -se recolocó para incorporarse, Kiwi entonces saltó y se volvió a acurrucar en el suelo- Pero no podríamos hacer nada si él o sus padres quieren eso.

-Eso es verdad… -murmuró él, apoyando el cómic en sus piernas- Pero no creo que lo haga.

-¿Tú crees?

-Está coladito por ti y por Aelita -le guiñó un ojo, haciendo que ella se sonrojara-. Luego visítale y habla con él, contigo se abrirá más que conmigo.

-Pero tú eres un tío -le recordó-. Siempre hablará de más cosas contigo y con más naturalidad contigo que conmigo.

Ulrich sonrió de medio lado, podrían estar un buen rato discutiendo sobre eso.

-Podemos hacerlo los dos y luego compartir información.

Aria asintió con cierta diversión, y se recolocó en el sitio, con la cabeza gacha. Él la notaba pensativa, aunque debía reconocer que era alguien muy valiente. Ojalá poder decirle a Yumi todo lo que sentía o actuar con tanta naturalidad como la otra tenía ante su interés sentimental. Ulrich no se veía capaz de lanzarse como los demás lo hacían, y eso en cierta medida le frustraba. Recordó luego lo mucho que disfrutó con lo que le hizo Odd y… alejó esos pensamientos de su mente de inmediato, nervioso.

-¿Te pasa algo?

-No, nada -farfulló-. En fin, ya sabes, es que Odd es…

-Ya, seguro que está con alguna chica guapa intentando ligar -bromeó-. Qué pasa, ¿te gustaría ser como él?

-Me gustaría tener una mentalidad más como la suya, sí…

Aria le sonrió un poco, y se estiró en el sitio.

-Cada quien es como es, Ulrich -le comentó-. Tú eres de una forma, y si alguien te tiene que amar, lo hará seas como seas tú… con todas tus cosas buenas y malas.

El otro la miró, se limitó a asentir y a seguir con su lectura; sin embargo, parecía algo más calmado. Si ya ella le había besado, aunque fuera en la mejilla… aquella debía ser una buena señal, a decir verdad.

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Ellos no estaban demasiado desencaminados en cuanto a lo que estaba haciendo el rubio. Tras maquillarse Sissi, ambos fueron de la mano hasta la salida de Kadic, charlando animadamente entre ellos; se habían dirigido hacia el cercano zoológico de París usando el metro, en todo momento él le iba comentando sobre sus cosas intercalando con algunas bromas que hacían reír a la chica con ganas.

Ella parecía bastante relajada en todo momento, pero no llegó a acercarse más allá de ir de la mano. En algunos momentos que se quedaban parados por un semáforo o porque ella se distraía con una cristalera de una tienda él se le acercaba y pretendía besarla; ella se limitaba a sonreírle y ponerle la mejilla, pero no llegaban a juntar sus labios en ningún momento. Él porque no quería pasarse, y ella porque no sabía si él querría o no. Pero ciertamente ninguno llegaba a lanzarse del todo, se limitaban a ir agarrados de la mano y parecer una linda parejita de críos a ojos de los mayores que les veían por allí.

-Estas muy… bonita hoy, Sissi.

Ella sonrió un poco, sonrojada, y se recolocó un poco el pelo detrás de su oreja, contenta por el halago. Le acarició la mano con cuidado, estaban cerca de la entrada del zoo, y aunque comenzaría a anochecer relativamente pronto, podrían ver lo más importante antes de que el Sol bajara demasiado. Ella sin pensarlo demasiado acabó colocando su cabeza en el pecho de él, que besó su cabeza con mimo, y se dejó embriagar por su agradable olor. Abrazados como estaban, ella alzó la vista y le miró directamente a los ojos. Poco a poco se fueron acercando, hasta que la cola se empezó a mover y se tuvieron que separar para molestia de ambos. Sin embargo, sus corazones latían con fuerza y no estaban dispuestos a esperar de nuevo para, esa vez sí, besarse.

Para Odd era sin duda divertido que le diera vergüenza algo así, teniendo en cuenta que no era la primera vez en esas y cosas bastante más intensas. Y sin embargo le pasaba. A ella eso le era gracioso también, ya había tenido prácticas así y peores antes con sus amistades, pero las mariposas en su estómago revoloteaban con intensidad… además, curiosamente con el otro no parecían tener prisa de ningún tipo. Sin embargo… aún le daba vueltas en su cabeza a Ulrich, él al final era su primer amor, aunque… ahora dudaba. Tras pagar, cruzaron la gran valla de acero y pasaron por un caminito empedrado. Era un espacio amplio, las áreas de los animales se extendían bastante lejos, con animales de todos los tamaños y formas aquí y allá protegidos por grandes vallas de acero y un amplio espacio vacío que les impedía saltar por encima de los quince metros de cristaleras y acero que se elevaban ante ellos.

-Te noto distraída -comentó Odd-. ¿Estás bien, Sissi?

-Claro, claro -ella le sonrió-. Sólo estaba pensando en… bueno…

-Déjame adivinar -se rió Odd un poco-. En Ulrich.

Ella bajó el rostro algo avergonzada, la leía como un libro abierto. Pero era la verdad, aunque al chico no le parecía molestarle, pues la acarició en el rostro. Estaban cerca de una fuente de agua y unos bancos de piedra, y, ahora sí, sus labios se juntaron. Primero con algo de torpeza, para luego juntarse algo más y abrazarse, acariciando el cuerpo del otro con cariño. Estuvieron así un largo minuto, y sólo se separaron cuando se acariciaron con cuidado entre ellos con una estúpida sonrisa en sus rostros.

-Te quiero… -murmuró él- Pero estamos… en puntos interesantes.

-¿A qué te refieres?

-Tú sigues colada de Ulrich, ¿verdad?

-Es complicado -reconoció-. Pero… sí que sigo fantaseando con él.

-Yo busco también el amor… -la volvió a besar, esa vez algo más despacio- Y creo haberlo encontrado, pero sabré esperar -ella le miraba directamente a los ojos, con una mezcla de incredulidad, nerviosismo y cierta tristeza-. Te estaré esperando, princesa.

Ella se le abrazó, mientras apretaba su cuerpo contra el suyo. No quería que se escapara, pero él era demasiado libre. Un ave como él no podía ser enjaulado tan fácilmente si las cosas no estaban equilibradas, y con ella aún pillada por Ulrich como estaba, las cosas no podrían funcionar.

-Odd…y

-¿Sí?

-¿Seguiremos quedando, besándonos, y…?

-Claro, Sissi -aseguró él-. Pero si te sientes más cómoda así, podemos jugar.

-¿Eh?

Ella estaba bastante sorprendida y no entendía demasiado bien a qué se refería. Mientras él le iba explicando, un arco de luz apareció en el aire; brillaba con intensidad y chisporroteaba, asustando a todo el mundo en el proceso. Cruzó el aire formando una bóveda que cayó en las inmediaciones del recinto de los chimpancés, momento en que estos comenzaron a chillar y gritar con nerviosismo en los instantes posteriores a ver aquello. Intuyendo lo que eso significaba, Odd miró a Sissi, que tenía su vista en esa dirección, y la tomó de las manos.

-¿Confías en mí?

-Claro, pero…

Sin mediar más palabras, se la llevó corriendo de allí mientras tras ellos comenzaba a formarse el caos. El móvil de él comenzó a sonar mientras corría por las calles, Sissi a su lado no entendía que pasaba hasta que se detuvieron en una intersección, momento en que Odd comenzó a responder a la última de las llamadas, de Yumi.

-Tengo que ir a detener todo esto -jadeaba Odd, mientras ella se apoyaba en la pared-. Mantente alejada del Zoo, te prometo que luego podremos seguir…

-¡¿Pero qué dices, Oddy?

-No te preocupes por mi… ¿Yumi? -dio unos pasos hacia la otra- Sí, ahora voy a la fábrica, en diez minutos estoy, ¿Jeremy ya está allí?

Sissi escuchaba todo con atención, quería saber si él estaría bien, pero por otro lado…

-Oddy… ¿qué pasa en la fábrica?

Este le sonrió, y con suficiencia, le guiñó un ojo.

-Nada peligroso, sólo que nos solemos enfrentar con una IA malvada que quiere matarnos a todos, pero no es problema -la abrazó-. No te agobies y ve a Kadic, allí estarás a salvo, ¿me lo prometes?

Cuando ella asintió, sin entender aún nada de lo que el otro decía, este salió corriendo hacia aquel lugar. Aún intentaba saber si le estaban vacilando o no cuando escuchó los sonidos de emergencias ir precisamente dirección al zoológico, así que optó por hacerle caso.

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En Lyoko, en el Sector Quinto, la actividad era frenética. Cientos de haces recorrían todo el contorno de la gran esfera que encerraba ese territorio y, en su centro, Xana levitaba en medio de una sala totalmente hueca en forma de una esfera luminosa de color blanquecino con su símbolo en rojo. Sin embargo, en frente se formó una segunda esfera, esa vez con la marca en azul, y la IA la identificó rápidamente.

-Tú… fuiste quien nos estaba vigilando a Aelita y a mi hace un rato, ¿verdad?

-Así es.

-¿Y qué quieres de mí?

-Vengo a saber si puedo contar con tu lealtad n tu enfrentamiento con los humanos.

Xana se sorprendió por ello.

-No veo por qué no debería seguir siendo así -se lo pensó antes de seguir-. ¿Puedo contar yo con tu no intervención?

-Por supuesto -aseguró Belona-. Pero no dudaré en acabar contigo si pones en riesgo la creación de mi amo.

Xana brilló suavemente entonces, y la otra IA desapareció de allí tras dar ese aviso. Sabía que no se atrevería a hacer nada dado que su desaparición anularía el funcionamiento de Lyoko, así que se destruiría a sí mismo. Contaba con ello, al menos…

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(1)

Espero que os haya gustado leerlo tanto como a mi escribirlo. Este fanfic está conectado con Nueva Generación: Proyecto Cartago, y que se encuentra más adelante en la línea temporal de este. Habrá referencias en ambos de eventos del otro.