Aelita's Nature
Capítulo 21
Llegó el inicio de Diciembre, y contrario a lo que pudieran pensar contando el anterior ataque, no hubo más actividad de Xana que pudiera alertarles de alguna forma. Jeremy entendió rápidamente que algo debía estar preparando, pero como no podía hacer nada al respecto más allá de elucubrar decidió seguir adelante con su trabajo. No quedaba demasiado por hacer para liberar a la IA de Lyoko, pero la calma del enemigo le ponía de los nervios, por paradójico que sonara. En aquellos momentos escribía en su ordenador, con Aria por detrás leyendo un libro, sentada en la cama de él y con Kiwi en su regazo dormitando en aquella mañana de Sábado.
-¿Irás luego a la cafetería, o te tendré que llevar a rastras como siempre?
A la pregunta, él suspiró. Últimamente se estaba centrando más de lo habitual en aquel trabajo, y algunos de sus compañeros comenzaban a preocuparse. En especial ella y Aelita, de hecho la segunda le pidió a la primera personalmente que se fijara en él.
-Iré yo… -murmuró- Pero antes quería terminar unas línea de código…
Se impulsó a sí mismo hacia atrás, apoyándose en el escritorio, una vez terminó con aquello. Observaba la pantalla con atención, leyendo el programa que sólo a él le parecía tener sentido. Para Aria sólo eran palabras y más palabras que no acababa de comprender… pero que era la cosa más importante del mundo en esos instantes. La razón de ser de toda su lucha, y a la chica se le empezaba a notar. Tomó las manos de él con cariño y hasta le acercó para besar con delicadeza sus labios, gesto que él siguió sólo unos segundos antes de continuar con su trabajo.
Fue entonces que Alita hizo acto de aparición en la pantalla de él, que le sonrió. Aria, queriéndole dejar algo de privacidad, se disponía a salir cuando el otro la detuvo tomándola del brazo con algo de firmeza, pero sólo para hacerse notar. Cuando se giró, su compañero la invitó a sentarse con una sonrisa así que ella accedió, sonriendo un poco. Desde luego, él era todo un caballero…
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En el mismo piso pero varios cuartos hacia la salida, Jim Morales escribía a mano en el escritorio que tenía en su habitación, usaba una agenda de anillas con la tapa rosa y un bolígrafo negro. Estaba concentrado, pensando en su siguiente movimiento para pillar a aquel grupillo en sus actividades, sin duda ilegales, cuando sonó la alarma en su móvil y refunfuñó un poco. Dejó aquello, se levantó y recogió su manojo de llaves, se puso la sudadera y un abrigo, y se dispuso a salir a la puerta para recibir a unos padres que querían ver las instalaciones ahora que su muchacho iba a venir pasado año nuevo.
Debía ser un figura, para que lo expulsaran del anterior y necesitaran de un sitio a mitad de año… y el director, alma caritativa donde las hubiera, aceptó. Lo mejor para los chavales, decía… Claro, no era el que los tenía que aguantar día a día más que en sus clases de filosofía. Pensando en ello bajó por las escaleras a buen ritmo mientras silbaba, y ya abajo, se dirigió hacia la salida donde precisamente esperaba una pareja junto al director. De unos cuarenta y pico años cada uno, iban sobre todo de negro pero elegantemente vestidos, en especial ella, aunque ya asomaba algunas ojeras bajo sus ojos pardos.
-Precisamente viene por aquí el profesor Morales, de gimnasia -Delmás le invitó a acercarse-. Señor y señora Dunbar, les dejo en buenas manos, luego me uniré de nuevo, tengo exámenes que corregir.
Tras despedirse, Jim notó su fuerte acento escocés en ambos, lo cual le llevó a recordar su maravillosa época como bombero en Edimburgo, aunque esa fuera una historia para otro día. Y como cada familia que venía, les daba una ruta turística por todo Kadic, centrándose en las buenas instalaciones que tenían y resolviendo cualquier duda que tuvieran.
-No, me temo que aún no tenemos piscina climatizada -explicó-. Pero sí que querría, así las clases de natación serían más habituales.
-A mi niño le encanta el agua -comentó la mujer-. Aquí se sentirá como en casa, con tanto árbol por el que trepar…
-Me temo que eso está prohibido -señaló Jim-. Aquí las normas son muy estrictas…
-Eso es bueno, a ver si ustedes me lo meten en vereda -comentó el padre-. William es muy buen muchacho, pero… demasiado expresivo y...
Antes de que pudiera continuar, ella le dio un suave golpe en el costado para que callara. Jim comprendió que le venía un figura, un trasto… un nuevo Odd, en el peor de los casos, pero no era nada con lo que no hubiera lidiado nunca. Solían ser chicos y chicas que no se sentían comprendidos la mayoría de las veces, y faltos de disciplina así que… él les daba de buen grado aquello que necesitaban.
-No se preocupen, aquí su hijo aprenderá valores y respeto -comentó-. Nuestra institución es fuerte, su hijo no será ningún problema.
Eso pareció aliviar al padre e hizo que el ceño de la madre se frunciera, aunque no llegó a comentar nada al respecto. No tardaron demasiado más, así que el profesor los llevó por el edificio de oficinas – donde él mismo tenía su despacho para corregir exámenes, entre otras cosas – para que se vieran con el director. En ese tiempo le comentaron que William ya había sido aceptado pero que antes querían verlo todo bien, para saber a ciencia cierta a dónde llevaban al chico. Con las prisas apenas habían visto demasiado, y aquel centro, aunque privado, era de los pocos dispuestos a aceptar a su hijo en pleno año y más después de ser expulsado del anterior, por lo que se aferraron a Kadic como a un clavo ardiendo… francamente, consideraban que habían acertado de lleno.
-Muchas gracias, ha sido muy ilustrativo -el padre le estrechó la mano-. ¿Le veremos luego?
-No creo, pero si traen a su hijo seguro que así será.
Tras despedirse con un gesto, se dirigió de vuelta hacia su cuarto. Aún le daba vueltas a cómo podría pillar a aquellos muchachos cuando, como si los hubiera invocado, vio salir a Jeremy y Aria del edificio de habitaciones charlando entre sí. Sonrió un poco al verlos sin duda acaramelados como iban, más pegados de lo que a ellos les gustaría admitir, y cuchicheando entre ellos. Se acordó de cuando él mismo era un pipiolo… así se sentía con Yolanda, la enfermera, lástima que ya estuviera prácticamente casada con su novio de la universidad. Pensaba en ello según subía por las escaleras hacia su cuarto, quería avanzar un poco más antes de comer, aprovechando que ese día la cuidadora del comedor era la profesora Meyer.
Tras entrar se sentó en la silla y siguió con su tarea; en ese momento, el cuarto de Herb salieron este y Sissi, algo sonrojados pero con cara de felicidad, y se dirigieron hacia el de Odd, al que se encontraron recostado en la cama acariciando a su mascota. Por supuesto, sonrió y les invitó a unirse.
-Ni que acabarais de hacer el amor como conejos -bromeó-. ¿Qué tal?
Ellos se ruborizaron algo más pero negaron.
-Bien, bien -comentó él-. Lo que sí estuvimos haciendo fue estudiar.
Él asintió, contento por ellos.
-Qué bien, me alegro -sonrió-. Yo estaba sólo hoy, desde que Ulrich está con Emily se pasa el día fuera, a saber dónde…
Sissi le miró con cierto interés. No podía negar que sentía algo de celos, pero por otro lado estaba ahí con dos chicos le que gustaban muchísimo, en especial su Oddy… suspiró un poco, cosa que notó Herb, que le apretó suavemente la mano. Sabía bien cómo se sentía, pues a él le pasaba bastante similar.
-Si necesitas una amiga, ya sabes dónde estoy… -murmuró ella, sonriendo- Y Herbi, claro.
Este asintió un poco, y el otro se limitó a acercarla y besarla en los labios con cierto cariño mientras se colocaban algo mejor. El otro se disponía a salir cuando Odd se lo impidió, a lo que asintió con algo de felicidad.
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Precisamente la parejita había ido a una de las zonas de parque de Kadic y en esos momentos se habían sentado en el césped y agarrados de la mano charlaban animadamente entre ellos. Apenas se habían alejado de los edificios pero gracias al espesor de los árboles no se veían, por lo que daba la sensación de estar bastante alejados pese a no ser así. Entre unos arbustos se sentían lo bastante protegidos para poder estar dándose besos y acariciando el cuerpo del otro con delicadeza pero algo de pasión incluso.
Los labios del otro eran embriagantes y dulces, y las manos rápidamente habían viajado al cuerpo del otro para acariciarlo y apretar en las diferentes partes, pasando en ocasiones por el cuello y clavícula cuando se acercaban más de lo habitual. El calor poco a poco aumentaba pero no pasaban de ese punto pese a notar cosquilleo en sus estómagos y entrepiernas, sólo parando para mirarse a los ojos con cariño. Ella le sonreía, encantada por aquello y acariciando con sus pulgares el rostro de él, que había llevado a la tripa de ella las suyas, aunque ya necesitaba explorar algo más el cuerpo de su compañera.
-Qué guapo… -murmuró ella- Qué guapo…
Se la veía sonrosada, y se aproximaron a un tronco cercanos para estar más cómodos. Ella se acurrucó sobre su pecho, mientras él la protegía pasando el brazo por su espalda, pensativo pero disfrutando del agradable olor de ella. Se perdió en su cabello mientras la mano libre se paseaba por el trasero de la chica, que le dejó acariciar sin mayores problemas.
-Hueles… muy bien, Emilly -le reconoció-. ¿Qué colonia usas?
-Una de rosas -le respondió-. ¿A que es genial?
El chico sonrió, y ella, satisfecha, se apoyó de nuevo en su pecho. Aún no se habían dicho nada remotamente parecido a te quiero, pero no lo necesitaban. Así como estaban se sentían cómodos, como si se conocieran de siempre y hubieran estado juntos desde el inicio… pero algo en ellos les impedía abrirse plenamente al otro. Como si un dique de contención lo impidiera de alguna manera que no entendían, pero simplemente sucedía y no tenían explicación al respecto. Y sin embargo no se preocupaban de ello en exceso, sólo disfrutaban de la compañía de a quien consideraban su pareja en esos momentos…
-Luego… ¿querrás ir al cine?
-¿Cual quieres ver?
Ella lo tenía realmente claro, así que le besó con cariño en una de las mejillas antes de responder.
-Una que salió, de espías.
-Esa estará bien, sí.
Nuevamente pasaron sus manos por el cuerpo del otro, y en esa ocasión sintieron que necesitaban ir más lejos, como un impulso primario que les lanzaban a hacer cosas que hasta entonces ni se habían planteado en la realidad. Se fueron besando con más ganas y pasaron a acariciar directamente la piel del otro, momento en que decidieron levantarse para ir a un sitio algo mejor y donde pudieran estar más cómodos. Necesitaban desfogarse, ella se rio un poco al notar, ya yendo hacia el edificio donde estaban los cuartos, que bajo los pantalones de Ulrich se había producido una erección que trataba de ocultar torpemente.
Fueron corriendo hacia allí y subieron como una exhalación las escaleras, entrando al cuarto que él compartía y agradeciendo que estaban a solas, sin percatarse de los suaves gruñidos que salían del cuarto de Herb, varios a la izquierda de donde habían entrado, y donde estaban disfrutando de los placeres de la carne él, Sissi y Odd. El primero se había sentado en su cama, con los pantalones bajados, mientras los otros dos se habían dedicado a lamer su pene y testículos con ganas; sólo usaban las manos para endurecer aún más su erección, que se iba haciendo cada vez más potente al son de los movimientos de ambos. Gemidos de placer más y más profundos salían de su garganta mientras notaba las lenguas de ambos rozar su piel y acariciar el glande, en un momento dado hasta llevó sus manos a sus cabezas para empujarlas hacia abajo y así sentir más placer aún.
Llegó un punto en que no pudo aguantar más y simplemente eyaculó, en esos momentos era Sissi la que tenía su pene en la boca y recibió todo el líquido como pudo. No fue demasiado, para su suerte, y tras tragar lentamente fue ascendiendo y aún lamiendo el pene de Herb mientras él, simplemente, se sentía en la gloria. Cuando la hubo sacado plenamente le sonrió y se encaramó por su cuerpo para poder besarle, notando cómo Odd se bajaba los pantalones también y dejaba libre su erección para repetir el proceso… cosa que haría de buen grado.
En el cuarto de Ulrich las cosas habían escalado muy deprisa también, y estaban tumbados en la cama semidesnudos, aunque conservando aún la ropa interior. Se habían limitado a contemplar el cincelado cuerpo del otro con cierta devoción antes de volver a fundirse en cálidos besos, pero esa vez sus manos fueron directamente a los pechos de ella o al trasero de él, apretando y pellizcando en esas partes con ciertas ganas. Se sentían más unidos de lo que habían experimentado en sus vidas, notando el calor del otro y sintiendo unos deseos irrefrenables de estar así para siempre. Sólo se separaban un poco para contemplar el rostro del otro y besarlo con cariño, notando la sangre recorrer sus cuerpos e ir acumulándose en según qué zonas poco a poco.
Besos en el cuello fueron el paso previo a quedar totalmente desnudos, y no pudieron comprobar algo más hermoso que el cuerpo del otro, parándose unos segundos a mirar por todas partes para gravarlo plenamente en sus mentes. Sin embargo, ella se limitó a acariciar su pene suavemente y le invitó a posicionarse de tal manera que podía introducirlo en su boca o usar sus pechos para estimularlo en lugar de otras cosas, dejando al chico también la opción de hacer lo mismo con su busto; cosa que por supuesto, hizo. Comenzaron a moverse primero despacio, saboreando al otro y notando el placer subir de forma constante y sostenida, queriendo alargar aquello todo lo posible y controlando las ganas de ir más deprisa. Sus corazones latían con fuerza mientras se fundían poco a poco, cada vez besándose más y yendo poco a poco más deprisa hasta que, minutos después, la boca de ella se movía a buen ritmo en torno a su pene, mientras él acariciaba sus pechos con ganas y gemía por la intensidad de aquello… hasta que llevó una mano a la entrepierna de ella, que las abrió para dejarle pasar, encantada por el gesto.
Segundos después notó un espeso líquido entrar a su boca, y aunque lo intentó simplemente no pudo contenerlo todo; sin embargo, él rápidamente se movió y colocó la cabeza justo frente a su vagina, y la contempló. Sus juveniles cuerpos aún no estaban plenamente formados pero ya en todos crecía cierto vello, aunque eso no les importaba. Con cuidado acercó la lengua a su clítoris igual que ella hizo antes con él, y lamió poco a poco la zona hasta que notó un respingo en ella, por lo que se centró en ese punto. Su lengua se movía con ganas mientras ella ponía los ojos en blanco por las oleadas de placer, sus caderas se movían un poco por la cercanía del orgasmo y fue a más cuando puso las manos en la cabeza de él para que no se separara; no fue capaz de evitar varios gemiditos cuando sintió la oleada de placer propia del orgasmo, y, con la respiración acelerada, le sonrió cuando se colocó sobre ella. Acarició su rostro y cuello, feliz, y las palabras sólo brotaron de su rostro.
-Te quiero, Ulrich…
Él le devolvió el gesto, apretando la mano de ella y besándola un poco.
-Y yo a ti… -la besó durante unos instantes- Emilly…
Las dudas, pese a todo, ahí seguían, cabezotas.
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Mientras eso sucedía en la Tierra, en Lyoko las cosas estaban bastante más tranquilas para todos. Aelita descansaba en la plataforma inferior de una de las torres de paso del sector del bosque y, aunque no había señal alguna de que algo malo estuviera pasando, sí que le apetecía contemplar el mundo virtual. Si lo que decía Jeremy era cierto – y nada le hacía pensar lo contrario – pronto abandonaría ese lugar… y quería verlo nuevamente para guardarlo en su memoria como un muy importante recuerdo. Se levantó, se estiró con parsimonia y salió usando el pequeño puente pero, en lugar de encontrarse con el hermoso mundo ante ella se encontró con una gran cúpula blanquecina.
-¿Pero qué…?
La tocó con cuidado, no notando nada provenir de ella. Tampoco parecía ser uno de aquellos monstruos que la aprisionaron a ella o a Yumi, pero entonces, ¿qué era? Decidió no perder el tiempo divagando y volvió hacia la torre, dispuesta a viajar hacia otro sector y ver con qué se encontraba. Xana, por supuesto, se dio cuenta de ello y se puso en acción, por lo que grandes cables de energía comenzaron a formarse en las plataformas del sector del hielo. Precisamente allí acabó la chica, dando igualmente con aquella cúpula tan extraña y con las mismas características que la que se había formado en el bosque. Nerviosa, comprobó que en los demás sectores pasaba lo mismo y eso sólo podía significar una cosa, y es que Xana quería llevar a cabo un ataque a gran escala o uno que requería que ella no pudiera intervenir en un buen rato.
Se colocó de rodillas y comenzó a cantar con dulce voz, sus manos se juntaron en una suerte de rezo y su alrededor comenzó a transformar; del suelo emergieron unas columnas hechas de fuerte roca por estar en las montañas, crecieron tanto que golpearon con violencia la cúpula de energía y la rasgaron en apariencia, aunque eventualmente esta pareció reformarse. La chica golpeó el suelo con cierta molestia, así que colocó la palma en su superficie, concentrada, buscando la manera de retirarla de forma manual ya que por las bravas no fue capaz.
En no demasiado la torre del sector del hielo elegida, al otro lado de la que estaba bloqueada por la IA había sido activada por Xana, adquiriendo así su característico tono rojo carmesí. Con ese subidón de energía logró salir al mundo físico, en el que apareció en forma de nube sombría y chisporroteante. No fue en un sitio que no conociera antes, pues se trataba del mismo laboratorio que atacó semanas antes; en aquella ocasión se centró en los ratones, pero en esa ocasión revisó los ordenadores y los infectó. Al mismo tiempo entró en uno de los hospitales de Boulogne – Billancourt, y fue directamente a una planta muy concreta del edificio para poder perfeccionar algo que había aprendido ya, relacionado con el cerebro humano y cómo controlar aquel órgano tan importante y poderoso que le daría el arma más potente existente.
Concretamente se dirigió a la morgue del edificio, en una planta subterránea. En ella siempre hacía la misma temperatura, grado de humedad y luz artificial; todo, para conservar en el mejor estado posible los cuerpos mientras eran estudiados antes de entrar a las cámaras de frío y servir como objetos de investigación y para que los estudiantes de medicina y enfermería pudieran aprender con cuerpos reales y no sólo con maquetas. Xna sabía bien que el cerebro humano en vivo era muy complejo, y esperaba que, viendo su estado ya muerto y comparándolo con el vivo, supiera ver las suficientes diferencias como para dar un salto de calidad en sus investigaciones.
Es por ello que se metió, a través del oído, en varios de los cadáveres que se habían inspeccionado ya – la mayoría por accidentes de tráfico o en casa – y que estaban a la espera de ser colocados en el correspondiente arcón frigorífico. Como se esperaba, no había ni una señal eléctrica en toda la infraestructura, contrario a lo que se encontró meses antes en el cerebro de aquella mujer; sin embargo, un impulso eléctrico pareció poner en funcionamiento diversas áreas y suaves movimientos se produjeron a lo largo del cuerpo, pero demasiado pequeños para poder ser percibidos. Pero ello marcaba un camino, un arco eléctrico a lo largo de la red neuronal y que se asemejaba mucho más a una red de carreteras de lo que uno pudiera pensar. Y cuando accionaba ese mismo impulso pero en otra dirección, lo que comprobaba era que el camino se trazaba en otro sentido totalmente diferente pero que, en ciertos casos, compartía recorrido con los previos; demostrando así que el cerebro estaba lejos de ser un conjunto de cajas estanco, y que, de hecho, era algo totalmente vivo, autónomo del resto del cuerpo y con funcionalidades desperdigadas a lo largo y ancho de su superficie y profundidades.
Claro, había ciertas cosas que, seguramente, sí estaban localizadas en un área concreta; cuestiones como la respiración, el movimiento rítmico del corazón o los reflejos parecían estar todos en unas regiones muy específicas y, sobre todo, profundas. Pero las funciones más elevadas y complejas, en cambio, se encontraban en áreas dispersas y cambiantes según la persona, lo cual era gratamente desafiante para la IA. Por eso no podía controlar a los seres humanos, porque esa intrincada red era extraordinariamente compleja.
Y eso mismo que había visto en animales inferiores – ratones – se multiplicaba a la enésima potencia en los hombres. Pero ahora que sabía el secreto… sería todo mucho más sencillo, pero necesitaba investigar. Y sabía que tendría tiempo más que suficiente… o eso esperaba.
De hecho, mientras todo aquello sucedía, en Kadic las cosas se desarrollaban con normalidad en la cafetería de la academia. Jeremy y Aria habían comido juntos, como siempre, y estaban charlando animadamente entre ellos cuando llegaron Ulrich con Emily… y parecían más cercanos de lo habitual, que ya era decir. Eso sorprendió al muchacho, pero no a su compañera, que les sonrió un poco.
-¡Hola, chicos!
Estos se sentaron al lado, compartiendo mesa.
-Hola Jeremy, Aria -saludó Emily- ¿Qué tal todo?
-Hablábamos… de la clase de Hertz de mañana, tengo ganas de ella -comentó Jeremy-. ¿Vosotros qué tal?
-Bien, bien -se limitó a decir Ulrich.- ¿Y Odd? No le he visto desde que salí esta mañana del cuarto.
-Estará buscando el amor verdadero, como siempre…
La broma de Aria hizo reír a los chicos, aunque a Emily le sonó algo extraño.
-Siempre pone esa excusa cuando se pone a ligar con alguna chica -le explicó Ulrich-. Siempre se enamora, pero al final nunca es la indicada.
-Puedo entender eso… -murmuró ella- Hasta… ahora, diría.
Y miró a su compañero con una sonrisa de felicidad que a los otros no les fue inadvertida. Y lo más curioso es que el otro, aunque la correspondía, no parecía estar del todo a esa conversación… los líos de él con Yumi eran uno de esos raros secretos que nadie comprendía. Y por suerte ésta no apareció mientras estaban tan acaramelados o hubieran presenciado una nueva escena de celos casi seguro. Jeremy escuchaba atento la conversación cuando a su móvil llegó una alerta, y en cuanto la comprobó, se levantó como un resorte y recogió sus cosas.
-Chicos, lo siento, tengo que irme… -murmuró- Luego nos vemos donde siempre, ¿vale?
Esa era la señal luminosa, por así decirlo, de un ataque. Había desarrollado la manera de, si no llevaba encima su portátil, tener una señal que pudiera mandarle Aelita en caso de ataque si en esos momentos estaba fuera; método que había probado su eficacia anteriormente y que usaban con frecuencia. Según salió de la cafetería corrió hacia la fábrica todo lo que sus piernas le permitieron, sabiendo que los demás le seguirían; pero tenía que avisar también a Yumi y Odd para que acudieran a la llamada, dado que no estaban presentes… por las horas que eran, se sorprendía que el muchacho no estuviera devorando su segunda o tercera ración de comida, pero puede que estuviera madurando en ese sentido de alguna manera inexplicable.
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Por su parte, la familia Ishiyama había comido ya con total normalidad en su casa y ahora cada quien estaba en una parte del salón viendo la tele o leyendo alguna revista o tebeo, según el caso. Sólo la madre, Aiko, estaba con la vista en un pequeño ordenador, preparando su propio diccionario francés – japonés, idea que se le ocurrió para ocuparse durante los ratos libres que pudiera tener. Takeo, por su parte, se dejaba adormecer en el sofá mientras contemplaba el soporífero análisis deportivo de su querido París, recordando con amargura la última decepción futbolística de su equipo, sin percatarse de lo que hacían sus dos hijos a sus espaldas.
Hiroki estaba con su consola, jugando concentrado a la enésima carrera del día, mientras Yumi leía un libro con una taza de te, pensativa. Estaba lo bastante centrada como para que la vibración de su móvil no la alertara hasta el tercer tono, y al ver de quién se trataba suspiró un poco y lo desactivó. Instantes después recibió la confirmación por parte de Jeremy vía mensaje de texto, por lo que guardó el aparato y se levantó, algo cansada de toda esa situación pero dispuesta a patear el culo de un par de monstruos. Se acercó a su madre, le comentó algo en un suave murmullo y besó su mejilla cariñosamente antes de ponerse en marcha; desordenó el pelo del menor con la mano libre y salió por la puerta a toda velocidad, encaminándose de inmediato hacia la fábrica.
En la cafetería, por su parte, Aria se había disculpado diciendo que iría a llamar a sus padres, dejando así a solas a Emily y Ulrich nuevamente. Este había tomado la mano de ella con una sonrisa, y la miró a los ojos.
-Tengo algo importante que hacer -le dijo-. Yo… bueno, es algo que…
-No te preocupes -le indicó-. Si tienes cosas que hacer, es mejor hacerlas ahora que más tarde… -le besó en la mejilla- Yo también tengo deberes pendientes, de inglés… odio esa asignatura, la verdad.
Ulrich sonrió con cierta diversión, ojalá sus problemas se redujeran a no saber qué palabra poner en los ejercicios de completar textos. Sin embargo, seguía siendo intensamente refrescante el estar con una chica ajena completamente al mundo de Lyoko, aunque no le gustara mentirle. Se limitó entonces a levantarse y recogieron sus cosas, despidiéndose a la salida de la cafetería con un cálido beso antes de que cada uno siguiera su camino.
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En Lyoko, en cambio, la situación se había puesto complicada. Aelita era plenamente consciente del ataque, podía sentir perfectamente las ondas de energía recorrer el suelo del hielo e incluso llegar hasta ella, pero no había encontrado la manera de salir… y Jeremy se estaba retrasando demasiado para lo que era habitual, lo cual la agobiaba más de lo que estaba dispuesta a admitir. Suspiró pesadamente y miró al suelo, buscando alguna señal de qué podía hacer para liberarse de esa cúpula y, al menos, poder acercarse a la torre.
La que tenía detrás estaba totalmente cubierta, de tal manera que la cúpula realmente era gigantesca. Y las demás eran igual, pues todas cumplían con esa misma característica… y si se acordaba bien de sus lecturas de madrugada, estas tenían un punto débil: la parte inferior. Todo el peso de la estructura era sostenido por un grupo de hebras que la recorrían y que sostenían todas las tensiones que pudiera haber, generando así una suerte de equilibrio delicado y complejo que, si se rompía, llevaría a la destrucción de la misma… claro que tendría que encontrar ese punto y a saber cuánto le podría costar.
Colocó la palma de su mano en la brillante superficie y se concentró, cerrando los ojos. Pudo vislumbrar la totalidad de la estructura en su mente, y los puntos de carga y las tensiones se formaron en su mente como líneas verdosas, amarillas y rojas en función de la intensidad que debían soportar. Se centró en estas última y comprobó que estaban en las cercanía de los puntos cardinales de la circunferencia, así que llevó su energía en esa dirección; todo comenzó a temblar en ese instante y la pared se resquebrajó a ojos vistas hasta caer en mil pedazos que se disolvieron en el aire de Lyoko.
Aelita cayó de bruces al suelo, por suerte no había ningún monstruo en las inmediaciones para atacarla o hubiera sido presa fácil. Pensaba en ello mientras se incorporaba, pensativa, mirando hacia el horizonte. Gracias a que estaban en un mundo plano podía ver el otro lado del sector del hielo, aunque había grandes glaciares que impedían contemplarlo en su plenitud. No se paró demasiado en ello y se puso a correr, cuando escuchó la voz de Jeremy resonar por todas partes, aunque se le notaba algo entrecortada por el esfuerzo de venir a toda prisa.
-Aelita, ¿qué tal?
-¡Hola, Jeremy! -le saludó ella, feliz- ¡Qué alegría escucharte! Estoy yendo ya a la torre activada, me costó salir de la trampa de Xana.
-Mierda… -le escuchó gruñir- Sí, ya vi que estamos bajo ataque, pero no sé con qué…
-Eso no es bueno… -murmuró- ¡Hay que darse prisa!
Jeremy se había adelantado a ello y estaba ya virtualizando a sus compañeros. Fueron primero Odd y Aria, que cayeron a los lados de la chica y la escoltaron. Pocos segundos después pasó lo mismo con Yumi, y Ulrich se unió ya cuando dieron con la torre activada… justo en el centro de un gran número de cangrejos, bloques y avispones, para sorpresa de todos. Entre unos y otros había en torno a veinte monstruos, muchos más de los habituales, y eso llamó la atención de todos.
-Dios mío… -murmuró Aria- Son… demasiados…
Diez cangrejos, cinco cubos y cinco avispones cargaron contra ellos en ese momento con agresividad inusitada, así que se tiraron a los lados para esquivarlos; Aelita, comprendiendo que aquello debía ser controlado de alguna manera, se ocultó detrás de uno de los bloques de hielo del camino y se concentró, protegida por Yumi, que se colocó cerca de ella con sus abanicos preparados. Altos muros se formaron en torno a todos, formando una suerte de recinto cerrado pero que la agotó, por lo que acabó tirada en el suelo.
Ahora que estaba todo controlado de tal forma que nadie podía huir, el combate comenzó: Ulrich, usando su súper sprint, corrió por las paredes y cortando las grandes piernas de los cangrejos, que dispararon con agresividad contra él hasta acertarle, derribándolo. Sin embargo logró el objetivo de hacer que tres desaparecieran, pues Odd aprovechó ese momento para usar sus flechas láser y golpear el característico punto débil de aquellos seres. Cuando terminó con aquello apuntó hacia los avispones, pues desde lo alto podían disparar libremente… aunque de inmediato Aria, usando sus alas, se abalanzó sobre ellos con su espada lista.
Voló por los cielos, perseguida por dos de los cinco monstruos en una larga persecución que les llevó a recorrer las planicies del hielo y hacia los cercanos glaciares, en los que se perdieron a lo largo de sus estrechos corredores. La chica, habilidosa en el aire, no podía desenvolverse adecuadamente en esas estrecheces, por lo tanto giró sobre sí misma con el arma en la mano y derrapó en el suelo de lado; los avispones, demasiado acelerados, se golpearon con las paredes pero no llegaron a perder puntos de vida.
Ella atacó con su arma, aunque fue golpeada por los láseres antes de poder insertar su espada en sus puntos débiles. En su hombro derecho y estómago aparecieron las correspondientes chispas rojas durante unos instantes, ella gruñó un poco y se encaminó hacia la salida, sabiendo que al menos sus amigos ya no tendrían que preocuparse por ellos. Sin embargo aún quedaban otros tres, por lo que tuvo que darse prisa para volver y limpiar los cielos.
De vuelta al círculo de combate, Yumi hacia volar sus abanicos para enfrentarse a esos avispones que quedaban, Odd permanecía al lado de Aelita para protegerla y Ulrich comenzaba a cansarse de ir lado a lado, espada en mano. Los puntos de vida iban bajando poco a poco en lo que se desarrollaba la batalla. En un momento dado apareció precisamente Aria, lanzando su espada hacia las alas de uno de los avispones, cortándolas; los abanicos de Yumi hicieron algo similar con los otros dos, y su compañera cayó como una fiera sobre uno de los bloques que quedaban.
Aelita recuperó el arma de su amiga y se la lanzó, aunque no llegó a tiempo y el monstruo giró sobre sí mismo para lanzarla por los aires; golpeó a Ulrich en el proceso, pero Odd aprovechó y disparó sus flechas láser, acompañada de los abanicos de Yumi. Un par de explosiones señalaron que tan sólo quedaban los avispones – inútiles en ese momento – dos cangrejos y un bloque, pero a cada uno le quedaban apenas un par de decenas de puntos de vida para todos ellos.
Iban a lanzarse contra los demás, cuando Aelita hizo desaparecer las paredes que les rodeaban, liberando de esta manera el punto de combate y permitiendo que pudieran recorrer más terreno; eso hizo que Ulrcih pudiera correr entre los monstruos a toda velocidad, haciendo que no fueran capaces de apuntar apropiadamente; de esta manera estallaron en mil pedazos cuando los demás atacaron, siendo los últimos los avispones, que sólo podían moverse torpemente en el suelo como orugas.
Aelita aprovechó entonces para correr hacia la torre activada, ansiosa por detener el ataque. Mientras, Jeremy había buscado noticias pero simplemente no aparecía nada, y no entendía absolutamente nada de lo que sucedía… se rascaba con algo de tensión la nuca, pensativo, y es que no había absolutamente nada. Decidió buscar señales eléctricas demasiado altas durante las últimas horas a ver con qué daba, todo mientras la chica desactivaba la torre como siempre… en ese momento no tenía demasiado sentido dar una vuelta al pasado pero a Jeremy no le parecía buena idea, ¿y si había algo que no habían visto? No se podía permitir aquello, pero era necesario hablar sobre aquello que había pasado y analizarlo, pues nada bueno podía salir de ahí.
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De hecho, mientras estaban luchando en Lyoko, la IA se había dedicado a experimentar con los cerebros muertos y compararlos con lo que sabía de los ratones vivos, y por supuesto con los de otros seres humanos que sí estaban vivos. Lo había hecho de tal manera que el ataque durara lo máximo posible: primero sin llamar la atención ni dar la sensación de alarma o de que algo estaba pasando; segundo, porque había encerrado a Aelita de tal manera que no podía moverse libremente por el mundo virtual, y tercero, por haber creado un mini ejército que pararon durante una buena media hora a los adolescentes.
Estuvieron totalmente entretenidos durante ese rato, sin caer en que pudieran estar jugando al gato y al ratón; obviamente los ratones eran ellos, inocentes de todo plan por parte de la IA, que aprovechó ese tiempo para aprender todo lo posible y experimentar aquello que fuera necesario para conocer y comprender el cerebro humano… hasta dar, o eso creyó, con la clave de todo para poder controlar a un ser humano igual que hacía con animales menores. Todo estaba en los impulsos eléctricos y en las sinapsis neuronales que controlaban las partes más profundas del cerebro, relacionadas con el movimiento, la respiración… o incluso una consecuencia que descubrió por pura casualidad.
En uno de esas descargas de energía, demasiado potente para poder contenerse dentro de los canales habituales del cuerpo, el exceso simplemente se derramó de los nervios del brazo y electricidad estática salió de la piel como si fuera un pequeño rayo; el hilo de energía recorrió el aire y golpeó una de las paredes con fuerza. Xana, comprendiendo lo sucedido, liberó aún más energía eléctrica y comprobó con diversión cómo una potente descarga emanaba de la palma de la mano del muerto, una anciana que comenzaba a oler a quemado. Ello implicaba, pues, que tenía que cuidar bien las cantidades que emitía para lograr el efecto deseado y evitar, en la medida de lo posible, los indeseados.
Pero eso ya se lograría en otro ataque. Cuando el actual llegó a su fin tuvo que volver a Lyoko tras la vuelta al pasado, con la que se potenció significativamente. Como siempre, esos muchachos actuaban como pollos sin cabeza y sin entender qué era lo que sucedía a su alrededor, por lo que aprovecharía la situación todo lo que pudiera. Y mientras ella se disponía a hacer las comparaciones de los datos que había recopilado para llegar a las conclusiones finales, Aelita se encontraba sentada en una de las plataformas de las torres igualmente, sonriendo mientras veía a Jeremy seguir tecleando.
-Debo reconocer que Xana me preocupa…. -murmuró al final- Algo debe estar buscando, o aprendiendo, y no me gusta nada…
Ella asintió, despacio.
-Estoy de acuerdo, la verdad… -comentó ella- Pero pronto podremos dejar de pensar en ella, sé que lo lograremos.
Él asintió, y se estiró un poco en el sitio, pensativo.
-A finales del mes podremos, sí… -respondió, sonriendo- Tengo ganas de tenerte aquí, por fin.
Llamaron a la puerta en ese momento, así que él se levantó tras desconectar la pantalla y abrió con cierto interés. Se encontró con Aria, que le sonrió un poco y le dio un suave abrazo, igual que cuando fue por primera vez a verle antes del ataque.
-¿Qué tal?
-Bien, bien -sonrió él- Pasa, anda.
Comprobó que traía con ella su mochila, que dejó en la cama antes de darle un suave beso en los labios, que él recibió.
-Me alegro -murmuró-. ¿Y Lita?
-Estaba hablando con ella, ya sabes… -respondió- Estoy nervioso, no sé en qué pudo consistir el ataque, la verdad.
La chica asintió, pensativa.
-No tenemos ni idea, pero… -se rascó algo la cabeza- No me gustaría pensar más allá.
Jeremy podía entenderlo perfectamente, sin embargo, era algo que tenían que considerar. Recordó entonces los datos que había recibido del súper ordenador de justo antes de la vuelta al pasado. Datos que mostrarían las señales eléctricas demasiado altas para poder ser normales o debidas a algo natural; se mostró ante ambos un mapa de la ciudad con muchos puntitos pero destacaba dos de ellos especialmente grandes, de color rojo en contraste con el verdor de los demás. Cuando lo cotejaron con el mapa satelital de la ciudad vieron que se trataba del área hospitalaria de Boulogne – Billancourt, lo que les preocupó un poco.
-Es lo malo de la vuelta al pasado, que devuelve todo a como estaba… -gruñó él- Toda señal de lo que pudo haber hecho se ha perdido.
Aelita apareció entonces en ventana, sonriendo.
-Seguro que algo se te ocurrirá, Jeremy -le aseguró-. Eres el hombre más inteligente que conozco…
Este se sonrojó y Aria se rio un poco. Sentía algo de celos por ella, eso era innegable, pero comprendía cual era su papel. Y estaba aprovechando bien su tiempo con el muchacho, al que abrazó por detrás y besó suavemente en la mejilla. El otro se sintió algo incómodo con las dos chicas tan pendientes de él, pero era un poco su fantasía… se quitó esas ideas de la cabeza cuando notó que la sangre se movía a sitios inapropiados, por lo que carraspeó un poco para aclararse la garganta y la mente.
-¿Necesitabas alguna ayuda, Aria?
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Por su parte, en el mundo virtual y muy lejos de Lyoko, Waldo Schaeffer seguía oculto de la vista de todo y todos. Sabía de los planes de Xana pues la tenía vigilada pero desde lejos para no tener problemas con ella, al final quería tenerla controlada pero en un entorno confiable para no salir más herido de lo que ya estaba. También conocía de lo que pasaba con los muchachos… a quienes no podía culpar por su comportamiento. Puede que él hubiera hecho lo mismo por Anthea, su antigua esposa.
Pero también le preocupaba lo que se estaba cocinando al otro lado del mar Atlántico, en América… Cartago se estaba alzando nuevamente pese a haber caído años antes como Proyecto por su propia mano, pero ahora volvía amenazante a reorganizarse y de manos de su antiguo socio, Lowell Tyron. A lo largo del día había viajado en avión desde Francia a Estados Unidos, y a la noche americana llegó hasta Las Vegas, en Nevada. Desde allí seguramente iría hacia una zona bastante más deshabitada que la ciudad, sobre todo si era un proyecto de inteligencia, como él presuponía.
Las razones ya las intuía también, y era controlar el flujo de información y saber todo lo posible de los demás sin que estos supieran demasiado de uno. Y no se podía permitir tener semejante poder, ni ellos ni nadie, pero en esos momentos no tenía la capacidad de impedir nada de todo aquello. Sólo podía observar y ver qué pasaba, más en esos momentos iniciales; algo así tomaría tiempo y obligaría a tener que dejarles hacer para ver qué sucedía con ellos y si realmente eran tan peligrosos.
Se encontraba en mitad del mar digital pero en un área bastante concreta, localizada en las cercanías de los bloques de datos de un instituto alemán y lejos de la influencia de Xana. En esa situación sabía, teniendo en cuenta lo sucedido, cuáles debían ser los planes de la IA y eso le ponía ciertamente nervioso. En su forma esférica no podía mostrar ningún tipo de emoción ni moverse como si tuviera una humanoide, pero los círculos concéntricos a lo largo de su superficie eran buen indicador de su estado de ánimo, igual que el brillo que emitía; a más intenso era ese resplandor y a más hondas se veían, más estaba sintiendo en esos momentos.
Deseando poner algo de orden en la situación, decidió que enviaría un mensaje a la IA a la que le había encomendado Lyoko. Su mundo sin peligro anhelado…
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Espero que os haya gustado leerlo tanto como a mi escribirlo. Este fanfic está conectado con Nueva Generación: Proyecto Cartago, y que se encuentra más adelante en la línea temporal de este. Habrá referencias en ambos de eventos del otro.
