Aelita's Nature

Capítulo 23

-Es hora de volver a la carga, Morales… -murmuró Jim- Espero no estar oxidado, sería vergonzoso para mi unidad.

Tocó con reverencia el objeto y se santiguó con la medalla que siempre llevaba al cuello y se alzó con la cara seria y la respiración agitada… era el momento de demostrar su verdadera faceta guerrera. Él fue oficial del ejército en su época de gloria pero una lesión le retiró antes de hora, aún podía sentir cómo su piel se rasgaba por la metralla y como, por poco, no arrasa con sus pulmones. Kadic estaba bajo ataque en aquellos momentos y tenía que defender a alumnos y profesores dado que no entendían qué pasaba ni cómo podían derrotar o siquiera protegerse de los ataques de esas cosas… sonrió un poco y cargó con múltiples tornillos una pistola de clavos eléctrica que los podía insertar en la más dura de las paredes, en manos adecuadas podía ser un arma poderosa y hasta letal. Tras prepararse salió por la puerta armado como iba y procedió a apuntar y disparar contra todas las cucarachas que se encontraba en su camino; los clavos volaban por el aire cuando accionaba el gatillo y se incrustaban cuan largos eran en la marca rojiza sobre sus cubiertas marrones, se asemejaba a un ojo y a Jim se le facilitaba bastante apuntar en esa dirección.

Aprendió también que acertarles en la cámara que les servía de ojo era igualmente útil y les impedía seguir funcionando, o se acababan chocando entre sí o se caían al mínimo desnivel por no poder calcular la subida o bajada… pero no tenía tiempo de divertirse a ver el espectáculo y se limitaba a seguir adelante para controlar el ataque como mejor pudiera. Y aunque pequeño, el enemigo estaba bien armado y los láseres que disparaban volaban a buena velocidad – casi como balas – contra él, así que cuando veía que iban a disparar se tiraba a un lado y se cubría, aprovechando el corto espacio de tiempo que necesitaban para recargar. Apenas cinco segundos había entre un disparo y el siguiente, de tal forma que podía hacerlo cuando no había demasiados a su alrededor… Aquella ventaja no duró demasiado de todas formas, con el pasar de los minutos y debido a esa mente superior que los gobernaba las cucarachas se fueron posicionando y rodeándole poco a poco.

-Vaya, vaya… -gruñó, perlas de sudor aparecían ya en su frente- Tendré que romper vuestras filas y hacerme con algo par defenderme…

Revisó con los dedos su arma improvisada, no le quedaban demasiados clavos pero sabía dónde conseguir más armamento que pudiera ser útil y, sobre todo, que no necesitara ser recargado cada poco tiempo. Sus ojos pasaban de uno en uno por aquellas cosas del demonio, por ahora eran siete pero podía escuchar como más se aproximaban poco a poco… pero también gritos de algunos de los alumnos que se armaron de valor al verle pelear con esas cosas, y armados con lo primero mínimamente contundente que pasó por sus manos empezaron a aporrearlos con ganas. Jim no pudo evitar sonreír con cierto orgullo y se reprendió a sí mismo por perder en cierta medida las ganas de luchar en ese instante de flaqueza, así que respiró hondo y cargó contra las cucarachas, que se sorprendieron pero no dejaron que eso les impidiera disparar a quemarropa contra el hombretón; no cedió pese a que un par de láseres le acertaron en el estómago y otro en el hombro, dio un par de patadas para que varios de los monstruos acabaran colocados de lado y a los demás les disparó en su punto débil, para después aplastar con el pie a los que intentaban recolocarse para seguir avanzando… no fue hasta entonces que notó el latigazo de dolor.

Se retiró algo la ropa y se encontró con un par de quemaduras de primer grado en la barriga y probablemente otra en el tercer punto de impacto, luego tendría que echarse aloe vera para calmar el dolor pero por ahora no podía… Antes tenía que defender a su colegio y a los alumnos, no se perdonaría nunca que alguno sufriera algún daño, así que se encaminó hacia el cobertizo que utilizaban para guardar aperos y aparatos de bricolaje más pesados como sierras eléctricas, palas, cubos, sacos de cemento… sí, ese sería un buen surtido de armamento que eventualmente podía utilizar él mismo y los chavales que estuvieran ayudando, debía acordarse de ellos para felicitarles cuando ganaran, porque era evidente que iban a ganar. Cualquier otro escenario simplemente era impensable, así que recorrió los senderos hacia allí con sumo cuidado de no ser encontrado en ningún momento por alguna de esas cosas.

Iba sigiloso, ligeramente agachado y refugiándose de tanto en tanto entre los cercanos arbustos y zonas más frondosas, vigilando todos sus lados y avanzando aún así bastante deprisa gracias a que su cabeza seguía perfectamente entrenada para ese tipo de cuestiones y el cuerpo, en cuanto entra en dinámica, recuerda con rapidez todo ese entrenamiento al que fue sometido durante años y años. Mientras se preparaba para cruzar el ancho camino que le separaba del cobertizo, ya pegado a la valla que separaba Kadic del resto de la ciudad, se encontró con la cabellera rubia de Jeremy… dio un suave silbido, como de pájaro, y el muchacho se giró para observar.

-¿Jim?

Este asintió y le indicó por señas que se acercara pero que lo hiciera como si no estuviera él allí, con las palmas hacia el otro en indicación de que se detuviera antes de aproximarse plenamente.

-Voy a buscar armas, veo que hemos pensado igual -señaló-. En el cobertizo deberíamos poder encontrar de todo.

-Yo… tengo que volver a la fábrica para ayudar al resto -le comentó-. Me… alegra que te estés apañando bien aquí, me alivia muchísimo Jim. Yo…

Algunas lágrimas cayeron entonces por sus mejillas y Jim le aproximó un poco para poder darle un suave abrazo y un par de golpes en el hombro en señal de entendimiento pero en especial de respeto hacia él, cosa que le tomó por sorpresa pero sonrió un poco y se retiró las gotas de la mejilla con la manga de la camisa.

-¿Listo?

-Sí, señor.

El otro no llegó a responder y se incorporó también. Según se aproximaba al cobertizo rebuscó por las llaves maestras que siempre llevaba encima e introdujo la apropiada en el gran candado de hierro que servía de primera protección; luego usó otra para la cerradura que normalmente ya protegería el interior, y entonces ya penetraron al edificio. Estaba con algo de polvo pero se notaba que era usado dado que el lugar de trabajo estaba limpio, así como las diferentes herramientas en uso pues incluso estaban recién engrasadas con algo de aceite para un mejor funcionamiento. Rebuscó por más clavos entre los cajones mientras el muchacho contemplaba todos los productos – especialmente de jardinería – que había aquí y allá en bolsas y grandes sacos de esparto, junto a equipamiento también en forma de botas altas, un peto marrón y grandes guantes de duro material que debían dejar las manos tan recias como el mismo cuero.

-Puedes usar esta sierra de mano -le entregó una que era manual y cuya hoja no era más larga que su antebrazo-. Podrás pincharles en el ojo ese que tienen, ah, y esto también.

Entre los muchos aperos que había por la sala también había prensas de todo tipo y carretillas que se usaban para cargar con los sacos o con tierra misma y no dejarse la espalda en el proceso; y al ser de no demasiado tamaño podía usarse dado la vuelta, con la parte que generalmente mira al suelo encarando al cielo y levantado para hacer una suerte de voluminoso escudo que al menos le cubriría buena parte del cuerpo… y sobre todo, permitía un mejor manejo que de ser una pieza sin más gracias a contar con una rueda de caucho, por lo que sólo había que empujar un poco para avanzar, sirviendo al mismo tiempo de ariete improvisado.

-Gracias… pero no sé si podré bajar con esto por las escaleras de mano… Tendría que ir por otro camino.

-No te preocupes de eso y ve a salvarnos a todos -señaló Jim, serio-. Yo me quedaré por aquí para ayudar en lo que pueda, pero esto sólo lo podéis parar tú y tus amigos.

-Sí… sí, es verdad -fue en ese momento que se armó de valor-. Iré a la fábrica ya mismo a poner orden, si alguno es desvirtualizado te lo mando, ¿vale?

Y sin más salió corriendo a todo lo que le daban las piernas con las improvisadas defensas encima en dirección a su destino. Jim salió detrás con la pistola de clavos y le contempló con cierto orgullo por el valor que estaba demostrando en esos momentos, si no lo hubiera visto no se hubiera creído que el pequeño Belpois pudiera ser tan valiente y decidido a pesar de que, como cualquiera, podía romperse en un momento dado.

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En el mundo digital las cosas tampoco eran sencillas precisamente. Llevaban un buen rato en el sector del hielo sin dar con la torre activada dado que lo caminos eran confusos… al menos desde la perspectiva de alguien en tierra firme, por ello Aria alzó en el aire a Aelita agarrándola por debajo de los brazos y asiéndola con relativa facilidad gracias al impulso que tomó por caer casi en picado hacia ella y luego alzarse de nuevo en el cielo como si fuera una rapaz. Iba tomando fuerza con las alas según iba más y más arriba hasta tomar la suficiente altura y comenzar a planear aprovechando los vientos digitales del sector.

-¡Fíjate, Aria!

Los cuerpos de ambas se habían pegado, de tal manera que ésta abrazaba a su compañera por detrás y la mantenía sujeta desde su busto y estómago y usaba sus propias piernas para mantener las de la otra en buena posición para mantener un buen equilibrio; y tal y como estaban dispuestas la cabeza de Aria sobresalía por encima de los rosados cabellos de Aelita, que señalaba hacia un punto del mapa. Éste estaba surcado por un montón de rutas hechas a base de pulsaciones rojizas que recubrían todo el mapa pero no parecían confluir en ningún tipo… y sin embargo una se desviaba ligeramente y se internaba tras la pared de uno de los enormes glaciares, uno que a la chica le había parecido raro dado que no recordaba que hubiera uno allí…

-¿Crees que será allí?

-Tiene toda la pinta -murmuró- Pero es difícil de ver, si andas buscando una torre es normal no verla porque siempre nos hemos fijado en estas hondas de choque -luego suspiró algo según descendían-. Diría que Xana está aprendiendo a controlar esta reacción y a que no pase, son más débiles a cada vez.

Aria asintió y voló en esa dirección, girando su cuerpo de tal forma que se encaró hacia allí. El resto, que corría debajo y siguiendo sus movimientos en todo momento también cambió el rumbo para seguirlas de cerca, entendiendo que habían dado con algo que pudiera ser interesante o, en el mejor de los casos, con la propia torre activada. No tardaron demasiado en llegar hasta la enorme pared vertical del glaciar, donde se perdía el rastro de hondas que conducían hasta la torre y que atravesaban el hielo como si tal cosa; acción que ellos no podían emular de ninguna manera sin dejarse los puntos de vida en el intento. Con cuidado Ulrich posó la palma de la mano en la superficie con la intención de buscar alguna apertura o raspadura en el hielo digital que sirviera de señal o punto de presión para acceder a la parte trasera, el resto iba haciendo lo mismo en diferentes partes pero sin demasiado éxito.

-No hay entrada ni aquí ni por encima… -Aria había tomado algo de altura para comprobar si se trataba de una especie de salto o similar pero no dio con nada- Puede que haya que buscar una al otro lado del glaciar, o en una de las esquinas.

-No creo -murmuró Aelita, pensativa-. Si así, no marcaría este camino… no señaliza el más rápido, sino por el que se accede… espera un momento.

Se concentró en ese instante con los ojos cerrados para instantes después comenzar a cantar dulcemente una melodía que todos identificaron; en segundos empezó a desaparecer la pared de hielo y se mostró una gran entrada natural a las profundidades del glaciar con un lago interno bastante hermoso y brillante, pues en el fondo descansaba un suelo que iluminaba en tonos azulados y en cierta medida púrpuras.

-Guau… -murmuró Yumi- Pero seguimos teniendo el mismo problema, aquí no hay torre y las pulsaciones llevan al agua, mirad.

Señaló lo que era evidente, y es que los púlsares incluso se internaban en el agua… cuando Odd se acercó con curiosidad innata su cola se movió de lado a lado y hasta golpeó el suelo como un látigo, cosa que sorprendió a los presentes.

-¡Vaya zorra es Xana, mirad! -les invitó a acercarse- ¿Soy yo o desde aquí se ve el bosque?

Una mirada más profunda reveló que la iluminación no sólo venía del fondo azulado; también se podía observar el verdoso cielo del amanecer propio del bosque e incluso algún que otro tronco de los enormes árboles que allí residían.

-Por eso va por aquí, porque es el camino de acceso… -comentó Yumi- Sin embargo todo parecía indicar que la torre estaba aquí, ¿no es raro?

-Los caminos de Xana suelen serlo -apoyó Aelita-. Siempre parece ir un paso por delante, y eso no me gusta nada…

En cualquier caso el camino era claro así que anduvieron hacia el interior de las aguas digitales que formaban el lago y se sumergieron un poco más con cada brazada hasta que el mundo a su alrededor se giró ciento ochenta grados y sin siquiera cambiar de rumbo pasaron de ir más profundo cada vez a ir a la superficie y sacar la cabeza del agua instantes después, con un entorno a su alrededor diametralmente opuesto al que venían experimentando hasta antes de entrar al lago. Salieron a una plataforma con varios árboles y una hermosa torre azulada, y al otro lado de un camino se alzaba la que era objeto de sus deseos: el color rojo la delataba y un grupo de monstruos pululaban por sus cercanías como un mini ejército dispuesto a detenerles a como diera lugar.

Sin embargo sonrieron ahora que tenían un objetivo definido y concreto, por lo que se encaminaron hacia allí Aria, Odd y Yumi mientras Aelita permanecía en una posición de retaguardia y custodiada por Ulrich, que podía abandonar y volver a esa posición en un instante en caso de necesitarlo en un momento dado. Los de adelante corrieron hacia el ejército enemigo: tres cangrejos y cuatro cubos defendían la posición junto a dos avispones que volaron directos contra Aria; dio un salto y ascendió a por ellos con su arma preparada en la mano, la espada de ella cortó el aire y dos de las alas de uno de los monstruos se cortaron aunque se lograron revolver e ir a por ella y placarla. Lanzaron igualmente sus venenos contra la muchacha, que tuvo que revolverse en el aire y sin embargo le acertó en una de las alas.

Dio un gruñido pero comprobó que Odd ayudaba con sus flechas láser, una incluso acertó en el cuerpo del otro avispón, que giró sobre sí mismo para lanzarse a por él. Cayó en la trampa dado que los abanicos de Yumi cortaron igualmente sus alas y cayó como un saco de patatas contra el mar digital; Aria aprovechó la oportunidad que los cielos estaban libres para avanzar contra los cangrejos, que se centraron en ella rápidamente y empezaron los disparos, que acompañados de los de los cubos acabaron siendo una lluvia de láseres contra ella que tuvo que retraer las alas y pegarlas al cuerpo para ser una suerte de bala humana y poder hacer un poderoso placaje con la inercia que llevaba. En tierra el resto alcanzó en primer lugar precisamente a los cubos, que se colocaron formando una barrera en forma de semicírculo bastante consistente que permitía disparar en paralelo al suelo y abarcar la totalidad de no sólo el camino ante ellos, también toda el área de la plataforma que se extendía a sus espaldas con un simple movimiento; al otro lado Aria aterrizó en el suelo y esquivó rodando unos metros los primeros disparos y de un giro de sus alas varias plumas se dispararon hasta los láseres de los cangrejos, que se rompieron.

Una pared de energía se alzó desde el suelo cuando Aelita comenzó a cantar y ese baluarte sirvió de barricada para que Odd y Yumi pudieran esconderse y atacar a distancia desde allí con cierta seguridad. Abanicos y flecha láser volaron entre los láseres de los cubos con rapidez y aunque los que estaban a los lados habían protegido razonablemente a sus compañeros del centro eventualmente uno de los ataques de los chicos acertó en esos bloques y el camino se despejó bastante en ese mismo instante; sin embargo la defensa que formaba el muro de energía estaba demasiado debilitado y acabó destrozándose en el proceso pero sin dar tiempo a ellos de salir de allí así que se desplomó casi que sobre ellos… lograron salir de allí antes de ser desvirtualizados pero los otros bloques que quedaban sí reaccionaron deprisa y dispararon contra ellos al verles desprotegidos.

Por suerte para todos reaccionaron a tiempo y se pudieron defender, no sin antes perder cada uno varas decenas de puntos de vida… al menos pudieron acabar con los bloques y avanzar hacia los cangrejos. Aria seguía luchando contra los dos que quedaban pero se la veía agobiada y acabó atravesada por la larga pata de uno de ellos, que cruzó su pecho de lado a lado antes de volverse una nube de píxeles. Los demás se lanzaron igualmente hacia los cangrejos, nada pudieron hacer contra los muchachos dado que mientras uno se enganchaba a una de sus patas el otro saltaba sobre el lomo para atravesar su ojo y así dejar vía libre a Aelita para llegar hasta la torre activada… ella les sonrió, si todo iba bien esa sería la última vez que tendrían que hacer aquello. Ella se disponía a entrar cuando escucharon la acelerada respiración de Jeremy por el micrófono.

-¡No te preocupes, Einstein! -Odd no podía parar de sonreír en esos momentos- La princesa ya ha entrado a la torre.

Y es que la chica recorrió la plataforma de unas pocas zancadas y llegó a la parte inferior del edificio; ascendió impulsada por una energía desconocida pero de la que sabían bien sus efectos y llegó a la superior con un grácil movimiento, en cuanto apareció en la pantalla el recuadro para introducir el código de desactivación ella colocó su palma y apareció primero su nombre y luego Lyoko, viaje, en el que esperaban fuera la última parada de aquel recorrido tan largo y tortuoso para todos… las luces internas se apagaron y su amigo pudo dar una vuelta al pasado hacia aquella misma mañana de enero en la que nada debía pasar pero que era fundamental que ocurriera para, a medio día, apagar y esta vez para siempre el súper ordenador que descansaba en lo más profundo de la fábrica.

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Las cosas volvieron a la normalidad y Jim Morales se encontró de nuevo con el silbato en la boca cuando instantes antes de un poderoso fogonazo blanco les rodeó a todos. Había sido derribado y estaba a punto de ser acribillado por un grupo de diez cucarachas, incluso estaba apretando los dientes ya sabiendo que aquello iba a doler bastante pues los que ya había recibido empezaban a pasarle factura a través de intensos latigazos. Ahora de pronto había retornado a la clase de inmediatamente antes de dar con Jeremy entre los arbustos y con cara de miedo por la amenaza de un ataque… comenzó a hiperventilar y acabó de rodillas en el suelo y con el pecho subiendo y bajando y hasta rompiendo a sudar con intensidad, varios alumnos se le acercaron con cierto miedo.

-¡Hay que llamar a Yolanda, algo le pasa!

Era un grupo de en torno a los quince pero que supieron reaccionar y no dejarse llevar por el miedo que pudieran sentir en ese momento. Una de las chicas corrió hacia la enfermería a buscar a la mujer; en cuanto escuchó lo que sucedía llamó a emergencias y ella misma echó a correr con las indicaciones de avisar igualmente al Director para que supiera de lo que pasaba y se acercó al trote al hombretón. Le colocó de lado y revisó su respiración y el ritmo que llevaban los latidos del corazón y descartó que fuera un infarto, arritmia o similar pero sí supo que aquello era un ataque de ansiedad. La razón la desconocía pero le quitó la ropa deportiva – algo amplia pero necesitaba toda la ayuda posible para respirar – y le abanicó un poco antes de comenzar con un tratamiento rápido en el intervalo que llegaban los paramédicos. Era importante destensar el cuerpo y le fue hablando despacio y en un tono suave mientras el hombre poco a poco recuperaba la compostura y su vista se centraba en algo más concreto y no en la nada como hasta ahora.

Eventualmente llegó una ambulancia a las cercanías de Kadic con las fuertes sirenas y luces de color. Jeremy las pudo ver desde su cuarto y el miedo le embargó ante la posibilidad de que alguien hubiera muerto o estuviera en peligro por el ataque de Xana, Aria bajó con él y se encontraron con el panorama de ver al mayor en una camilla con una manta térmica color dorada para conservar el calor corporal pero su color de piel parecía bastante bueno notaron… sin embargo no pudieron evitar aproximarse mientras el equipo médico junto a Yolanda charlaban con un algo nervioso Jean Pierre cruzado de brazos y rascándose la barba mientras escuchaba atentamente.

-Se pondrá bien pero tendrá que descansar unos días -explicaba uno de los médicos-. Le haremos unas pocas pruebas para descartar cosas pero no creo que sea nada más allá de un ataque de ansiedad que se ha pasado el sólo.

-¿Y se sabe qué pudo provocarlo?

-Pueden ser muchas cosas, sobre todo si tiene estrés en su día a día…

-Ya… le daré de baja unas semanas para que se recupere bien, claro, sí… gracias, doctora.

Ella le asintió a modo de despedida y subió hasta la ambulancia para ir al hospital, Jeremy suspiró pero se quedó con el nombre del centro al que pertenecían para poder ir a ver al profesor más adelante… y ahora con Aelita en casa, por eso se giró para mirar a su compañera y ella asintió. Se encaminaron por ello hacia la fábrica a toda prisa una vez abandonaron las cercanías de Kadic y cuando alcanzaron el bosque y las alcantarillas que llevaban hacia el exterior; en no demasiado tiempo se fueron encontrando con los demás a medida que avanzaban y llegaban a su objetivo, esa vez sí para triunfar con la última misión. No hubo ceremonia en esa ocasión y Jeremy les mandó hasta el sector del bosque para ejecutar el programa cuanto antes y traerla a casa para apagar todo definitivamente.

Estuvo tecleando todo el rato y aprovechando en todo momento que Xana no iba a poder hacer absolutamente nada, ni siquiera mandar a alguno de sus monstruos. Corrieron a lo largo del corto recorrido que separaba su lugar de aparición respecto de la torre de destino con Aelita a la cabeza y con el corazón latiendo cada vez más y más deprisa. La boca del chico se iba secando poco a poco mientras ellos se acercaban y se limitaron a proteger la torre haciendo un semicírculo en torno a ella y mientras su compañera permanecía en el interior… cruzó la plataforma y se posicionó en el centro mientras el programa de materialización se ponía en marcha y Xana no podía hacer absolutamente nada al respecto para impedirlo más allá de lo que ya tenía preparado. Fue al momento de desactivar la última torre que le colocó un programa para vincular su vida con la del súper ordenador justo como a ella le pasaba y por la cual ella también se apagaría; todo gracias a sus descubrimientos e investigaciones hechas sobre el cerebro y las reacciones químicas y eléctricas del organismo tanto en vida como ya en la muerte cuando visitó aquella morgue, quedaba saber si aquello serviría… pero se mostraba tranquila. El programa se ejecutó plenamente y haces de luz la rodearon antes de desaparecer en una nube de píxeles como pasaba con el resto cada vez que se desvirtualizaban, cosa que hicieron ellos mismos entre sí para volver a la Tierra con ellos dos.

Instantes después Jeremy abandonó de un salto la silla y fue corriendo hacia la sala de escáneres y bajó como una exhalación hasta los escáneres. Llegó justo cuando de uno salió un poco de vapor y según se abrió aparecieron unos mechones de pelo rosa y un par de hermosas esmeraldas se encontraron con sus ojos perlados y una sonrisa apareció en el rostro de ambos. El chico se sonrojó y su corazón latió con intensidad en su pecho al ver a la chica, que también se sonrojó un poco.

-Hola, Aelita… -murmuró- Bienvenida…

Su voz temblaba y se dieron un largo abrazo. Ni se dieron cuenta cuando el resto se les acercó para abrazarles y se unieron todos en ese único gesto con alguna que otra lágrima iba cayendo por sus ojos. Había llegado a su fin su aventura y ahora podrían ser unos adolescentes totalmente normales y corrientes, se sentían genial con aquello y sabían que sus vidas habían cambiado para siempre pero ahora al menos serían chavales normales como hasta ahora.

Para Jeremy ella era un ángel. Se sorprendió de verla con ropa, no había caído hasta ahora y le hubiera dado algo de haberla visto desnuda pero iba con ropa bastante buena: una camisa de manga corta amarilla y una rebeca roja por encima y falda también roja con botas altas y unos bonitos pendientes en las orejas con forma de esfera. Olía bastante bien y su piel era cálida, como su aliento, que erizó su vello cuando ella besó su mejilla con cariño. Por fin estaba allí y tantas sensaciones la abrumaron pero durante unos instantes, su mente se acostumbró extremadamente deprisa y pudo centrarse en los rostros y acciones de los demás, por fin les veía el rostro al natural y disfrutó de su calor, olor, textura de la piel, facciones… sus ojos se pusieron acuosos de la felicidad que sentía.

-¡Sí que eres guapa, Lita! -comentó Yumi, sonriendo- Ahora entiendo por qué Jeremy está tan enamorado de ti.

El muchacho se sonrojó bastante pero no lo negó en ningún momento. La otra sonrió un poco y asintió con cierta ilusión, Aria en cambio suspiró un poco pero con cierta alegría por ellos dos y sentía que ahora sí que sí no podría hacer nada… eso le entristeció pero era inevitable, por eso les abrazó y acarició en los laterales del cuerpo para reconfortarse a sí misma. Odd se dio cuenta de ello pero no comentó nada mientras los demás iban hacia el ascensor, así que extendió su mano para apretar la de la otra y hacerle saber que él estaba allí… gesto que la chica agradeció bastante a decir verdad.

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El grupo se dirigió en primer lugar al centro comercial para que la chica tuviera su primera comida y disfrutara de los placeres de la vida con todos ellos, pero graciosamente el resto se acabó yendo con diferentes excusas para que al final se quedaran a solas la parejita. Estaban ya con una bandeja en la mesa y una hamburguesa de pollo con lechuga, tomate y queso junto a unas patatas fritas y un vaso de refresco sin azúcar. Ella mordía con una sonrisa de satisfacción que le daba un aire de ternura a ojos del chico que la miraba con una sonrisa estúpida en la cara, no creyéndose lo que estaba observando en esos momentos… Sin duda estaba bastante enamorado.

-¿Te gusta?

Ella asintió pero no respondió hasta tragar plenamente.

-¡Mucho! -exclamó- Me encanta la verdad.

El chico también se había pedido sus propias cosas pero se acababa perdiendo en la cristalina mirada de la muchacha, que para todo tenía la mirada en cada cosa que le llamaba la atención. Sin embargo duraba poco pues algo en ella le indicaba que aquello era lo normal y cotidiano de la vida y se centraba en el apuesto chico que tenía delante. Su príncipe azul, caballero de brillante armadura y bellas esmeraldas bajo esas lindas gafitas y de pelo dorado como el Sol, delgado pero de agradable conversación y el hombre más inteligente que conocía, y sin embargo llevaba tiempo con la mosca tras la oreja – como ellos decían – con aquellas cuestiones. Le miró a los ojos con cierto cariño y le pareció en esos momentos que le conocía de toda la vida con todas las veces que habían hablado y disfrutado de largas charlas de madrugada donde debatían y filosofaban de mil y una cosas tan interesantes como diversas.

-Quiero presentarte a otra persona importante -comentó Jeremy, sonriendo un poco-. ¿Te acuerdas de Jim, verdad?

-Claro que sí, es vuestro profesor de gimnasia, ¿verdad?

-Sí, y pronto será el tuyo también -le sonrió él, ella respondió con el mismo gesto-. El caso es que… se puso malo antes, creo saber la razón, y está en el hospital.

Ella puso cara de preocupación.

-¿Estará bien?

-Sí, estaba consciente cuando se lo llevaron -explicó él-. Pero siempre está mejor cuidado en un hospital para ver qué pruebas tienen que hacerle que en su cuarto de Kadic.

Ella asintió despacio y comió algo más.

-Bien… ¿y cuál es tu teoría?

-Él recuerda a Xana y el ataque… -murmuró, serio- Nos descubrió mucho antes del ataque, en Diciembre, cuando tenía preparado tu programa de materialización listo y apagué todo… y no hemos retrocedido tanto como para que otra cosa pase.

-Pobre… -murmuró- Me gustará conocerle, ¿crees que le caeré bien?

-Seguro que sí -sonrió-. Pero este debe ser nuestro secreto, el resto no me perdonaría que se supiera esto.

-Entiendo… -luego le miró con cierta suspicacia- ¿No sería eso mentir?

-No lo es si no lo comentas.

Eso pareció bastarle a la chica y siguieron comiendo tranquilamente, charlando animadamente según masticaban y fueron de la mano por el centro comercial. Ella observaba sonriendo al contemplar vestidos en las tiendas que llamaban su atención por sus vivos colores y formas, también por las juguetería y tiendas de todo tipo: de maquillaje, de menaje, alguna farmacia, una sala de cine… había de todo y la chica se sentía realmente atraída por todo aquello, él no le quitaba la mirada de encima encantado de ver su interés y preguntándose en qué estaría pensando la muchacha con todas esas cosas.

-Vendremos mañana a comprarte cosas, claro -sonrió él-. Para cambiar tu ropa y que tengas más, Yumi ya te compró.

Ella asintió, sabía que dormía en casa de los Ishiyama gracias a la ayuda de Aria y la propia japonesa, sentía mucho agradecimiento por ellas y se sentía en deuda con ellas así que algo tendría que hacer al respecto. Acariciaba la mano del muchacho con el pulgar pero se sentía bastante bien y con el corazón en un puño por la excitación ante la nueva experiencia y el enorme cambio vital que iba a experimentar. En un momento dado quedaron bastante cerca por tener que bajar por una escalera mecánica y ella aprovechó para abrazarle con cierto cariño y apoyar la cabeza en el pecho de él, que la acarició por la espalda con mimo y el corazón algo desbocado.

La besó en la cabeza pero no llegó a hacer mucho más, no deseando impresionarla o molestarla más allá de lo preciso. Ahora sabía bien lo que sentía y lo tenía bastante claro, a decir verdad no podía haber tenido más suerte con esa muchacha… Sin duda la amaba aunque tenía el estómago un poco revuelto aún por los nervios. Así como estaban acabaron en la parte inferior de la escalera mecánica y salieron hacia el exterior, por donde anduvieron tranquilamente dirección al hospital donde debía estar Jim; se presentarían como unos sobrinos si preguntaban pero esperaban que no fuera necesario aquello, Aelita ni pensaba en ello pues comenzaba a fijarse en detalles de su entorno como la gente que paseaba a sus perros, el comienzo del anochecer y los cambios de color del cielo y las luces artificiales, el frescor cada vez mayor, la gente de compras… igualmente algo en ella le decía que todo aquello era más que común pero no lo decía de forma abierta, tampoco es que importara realmente.

Mientras paseaban unos agentes locales se fijaron en ellos por unos instantes antes de seguir adelante, o al menos lo hizo uno de ellos; no así el mayor, un hombre ya entrado en los cincuenta con abundantes canas en barba y pelo, las decoraciones en los hombros demostraban que era el jefe de la gendarmería local y aunque se centró en ello unos instantes más que su compañero rápidamente siguió con el paseo por las calles de Boulogne. Los muchachos no tardaron demasiado en llegar al hospital, un gran edificio n tonos blancos con una plaza en la entrada con árboles y zonas de césped y una garita de ladrillo a modo de punto de vigilancia para viandantes y vehículos a motor y una larga vara de madera y acero para que nadie que no tuviera permiso pudiera pasar.

-Venimos a ver…

-Podéis pasar chicos.

Y el de seguridad ni quitó la vista del periódico que leía y sólo pulsó el botón para que pasaran la reja y entraran a las instalaciones. Ellos se miraron y se limitaron a ir al interior, así que entraron al salón de acceso del edificio; una amplia sala con una larga zona de información con varios puestos administrativos, varios sitios para que los pacientes se pudieran sentar y escaleras al fondo junto a grandes ascensores de carga. Había por todas partes carteles informativos que indicaban dónde estaban los laboratorios, la zona de morgue, las consultas clínicas… y cuando se aproximaban a preguntar dónde estaba Jim vieron al Director revisando unos papeles, se le acercaron y este sonrió un poco a Jeremy y miró con interés a Aelita.

-Belpois, ¿qué haces por aquí?

-Venía… a ver a Jim, señor director-explicó-. Me preocupé por él.

-No te preocupes, está bastante mejor.

-Me alegra oír eso -luego miró a Aelita-. Él es el director de la Academia Kadic, Jean Pierre Delmás.

-Aelita, señor -saludó ella, sonriendo en respuesta-. Pronto entraré a su Academia.

-¿Eres la señorita Stones, por un casual?

-S-sí -ella miró a Jeremy por un instante y éste asintió en señal de afirmación-. Aelita Stones, la prima de Odd.

-Me alegra conocerte, lástima que sea en estas circunstancias -luego guardó los papeles en unas carpetas que llevaba-. Jim está en la habitación 524, planta 5 -les tendió entonces una tarjeta-. Luego me la tendrás que devolver, estaré aquí abajo y no tardéis, ¿vale?

Ellos asintieron y se acercaron hacia el ascensor adecuado para ir hasta donde reposaba el profesor, esperando poder verle bien. Aelita sabía lo que eran los hospitales y lo que pasaba en su interior, al menos en la teoría; lo cual implicaba la posibilidad de ver personas entubadas y con cables y maquinitas pitando alrededor, aunque ella tenía en su mente imágenes ciertamente nítidas de cómo se podía ver por haber rebuscado por internet gracias a su inusitada curiosidad. A lo largo del ascenso iban subiendo y bajando alguna que otra enfermera o médico para ir a otras partes del edificio, en cuanto llegaron al sitio bajaron y accedieron a la planta donde Jim descansaba, de hecho escucharon unas risas y un par de enfermeras salir del cuarto 524 bastante divertidas y riendo con ciertas ganas.

La pareja se encaminó y se encontraron al hombre sentado en la cama con el respaldo elevado para que estuviera cómodo mientras leía un periódico. Tenía en su brazo derecho unos tubos para que pasara la medicación o el alimento que correspondiera en cada momento y con la pulsera de identificativa en la muñeca; estaba desvestido casi en cuerpo completo y su fuerte pecho ligeramente embadurnado por el electrocardiograma que le habían hecho. El hombre tenía una sonrisilla en el rostro mientras estaba a sus cosas pero giró el rostro al escuchar que llamaban a la puerta y dejó lo que hacía a un lado para sonreírles un poco.

-Belpois, ¿qué haces aquí, muchacho?

-Venía a verte, estaba… preocupado.

-Entiendo -sonrió algo-. Hace falta mucho más para acabar conmigo, no te agobies -luego miró a la chica-. ¿Quién es?

-Stones, Aelita Stones.

-Encantado -sonrió, en ese momento la reconoció pero no dijo nada-. La verdad, no sé qué me pasó para que se desencadenara… supongo que tuve un mal recuerdo de mi vida pasada, de vez en cuando me pasa.

-Ojalá te mejores, Jim.

-Podéis llamarme Jimbo -sonrió, recolocándose-. Ahora salid de aquí antes de que venga alguien a echaros, anda.

Ellos asintieron, todo parecía bien en lo respectivo a que parecía haberse olvidado de lo sucedido con Xana, lo cual les daba cierta seguridad, sin embargo no era así… pero el mayor lo prefería así sin duda, para protegerles mejor. Así seguirían pensando que tenían que ir con cuidado y estarían con las alertas altas en todo momento para que él no les pillara nuevamente. Sonrió, de paso podría descansar de estos asuntos unos días que estaría de baja y ya el Director lo había tramitado para poder hacerlo cuanto antes. Se limitó a recostarse en el sitio y se cruzó de brazos pensativo, de todas formas tendría que hablar con ellos para dejar algunas cuestiones claras llegado el momento y seguramente centrándose en Jeremy.

De hecho él había bajado ya junto a Aelita hasta la salida y el frescor del ambiente hizo que ella se tuviera que abrazar un poco a sí misma… en ese momento él la abrazó por detrás para acercarle y que sintiera su mismo calor corporal y echaron a correr mientras reían para disfrutar nuevamente de la experiencia no sin antes darle la llave de acceso a Delmás. Pasaron por las cercanías de una heladería a la que entraron para tomar algo juntos que estuviera rico y ella sólo pudo quedarse maravillada con todas las variedades y posibilidades que había pero algo en ella le dijo que le iba a gustar especialmente el de chocolate y nata, por lo que se pidió aquellos dos sabores en una cajetilla de plástico junto a su cuchara correspondiente y la pajita de galleta. En cuanto se llevó aquello a la boca una sonrisa de felicidad apareció en su rostro y su mirada brilló bastante con el agradable sabor mezclado de ambos… Jeremy la miró con felicidad y observó sus labios ligeramente manchados y el corazón se le aceleró un poco.

-Estás… muy guapa así.

-¡Gracias! -sonrió la chica- Tú también, Jeremy.

En un impulso le besó la mejilla y el chico sonrió un poco, ligeramente sorprendido pero dispuesto a seguir adelante en la cita. Se sentaron en uno de los sitios mientras simplemente disfrutaban y probaban del helado del otro e incluso se daban un poco en la boca como si lo estuvieran alimentando… Jeremy se perdía en las esmeraldas de ella y Aelita en los zafiros de él y en sus sinceras sonrisas de felicidad con aquel momento mágico que hacía tanto que querían tener con el otro, de por fin poder tocarle, abrazarle… y hasta besarle. Cuando acabaron de comer estaban tomados de la mano y acariciaban un poco la mano del otro con el pulgar y cierto cariño e incluso se sentaron al lado para estar juntos y charlar un poco hasta que decidieron levantarse y seguir adelante… era hora de que ella fuera a casa de los Ishiyama, donde tenía sus "maletas" preparadas por Yumi exprofeso con algunas cosas y que sirviera de base para que tuviera un lugar donde descansar bien.

Por eso se dirigían ya a la casa de la japonesa donde estaría un par de semanas hasta que pudiera entrar a Kadic con el nuevo trimestre escolar, no tendría que repasar nada gracias a tener unas buenas calificaciones previas en el centro del que se supone que venía… el trabajo de Jeremy en ello fue fantástico y no hubo problemas de ningún tipo. Aelita se fijó en un sitio concreto y sonrió algo al ver a una pareja salir mientras sonreía y miraban algo que tenían en las manos y por supuesto ella quería algo así.

-Jeremy, ¿qué es eso?

-¡Ven, vamos!

Y entraron al fotomatón y se sentaron en el sillón y comprobaron las cámaras que había en el cuartito. Era algo bastante sencillo pero ciertamente divertido y se pusieron a hacer el tonto en las fotos: ella se ponía sus gafas, ponían caras raras, sacaban la lengua y ella le daba cariñosos besos en la mejilla y él hacía lo mismo sin hacer mucho más… hasta que salieron un par en la que aparecían abrazados de tal manera que ella estaba sonriendo y apoyada en el pecho de él y en otra se miraban a los ojos y se acariciaban mutuamente. Cuanto terminaron hicieron dos copias de cada una para conservarlas y fueron ahora sí de la mano hacia la casa de los Ishiyama… se echarían de menos pero al día siguiente apagarían juntos el súper ordenador para olvidarse definitivamente de Xana para siempre. No tardaron demasiado en llegar y antes de entrar a la casa se quedaron cara a cara agarrados de la mano y mirándose a los ojos con cierto cariño.

-¿Te gusta la Tierra?

-Es preciosa… -sonrió- Los colores, sabores, olores… la sensación del fresco y el calor, el tacto de tu piel, la respiración, mi corazón… me está encantando…

-Todo lo que pensaba se ha confirmado, además.

-Igualmente… -ella le miró con felicidad- Gracias Jeremy… jamás podré pagarte por todo lo que has hecho por mí.

-Lo hice por gusto, Lita.

-Por amor, ¿verdad? -él se sonrojó un poco- El amor es complicado, pero… pienso que empiezo a comprender vuestra complejidad…

Se adelantó para abrazarle y le besó por una última vez en la mejilla antes de ir hacia la casa de Yumi, donde ya la esperaba su mejor amiga con una sonrisa y la abrazó con ganas mientras Jeremy se quedaba donde estaba y se acariciaba la mejilla con una sonrisa estúpida en el rostro… Una nueva etapa había comenzado.

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Espero que os haya gustado leerlo tanto como a mi escribirlo. Este fanfic está conectado con Nueva Generación: Proyecto Cartago, y que se encuentra más adelante en la línea temporal de este. Habrá referencias en ambos de eventos del otro.