CAPÍTULO XLIX
REVELACIÓN
(Una semana después)
Un nuevo amanecer llegó, y aunque el cielo estaba cubierto por densas nubes que en cualquier momento darían paso a una nueva tormenta, a la aguamarina no le parecía un día melancólico, aunque de vez en cuando llegaba a pesarle la decisión que el rubio tomó.
Así pues y en su agradable compañía, ambos tomaban los primeros alimentos del día.
"No, no lo soñé, él regresó, pero a un precio muy alto", mordiéndose los labios, pensó.
Él, alejado de cualquier preocupación, le dio un sorbo a su bebida. "Anoche estaba muy cansado y tenía frío, fue por eso que olvidé decírtelo. La mitad de los oficiales se han marchado, lo que significa que tendremos más trabajo, pero al mismo tiempo mejores raciones. De igual modo las calles estarán un poco más seguras, aún así no hay que confiarse demasiado. Evita caminar cerca de ellos y de las ruinas"
"Así será, coronel"
"Bien, no me retraso más", poniéndose de pie, le dio un último sorbo al café para luego tomar su abrigo.
"Cuidese"
"Tú también cuídate", volviendo sus pasos hacia ella, depositó un corto beso en su mejilla, luego abandonó el lugar.
Ante su noble gesto Michiru sonrió sin poder contener un suspiro.
"Es muy gentil, pero poco expresivo. Aún así me gusta imaginar que alguna especie de cariño siente hacia mi, aunque no puedo aspirar a mucho"
(En la clínica)
"Todo indica que hoy será un día tranquilo", dijo la cirujano mientras que en su maletín colocaba su estetoscopio y demás instrumental.
"Así parece", contestó Mina y mirando hacia el escritorio que hasta hacía dos días Nikolai ocupó, sonrió sin mucho ánimo.
"Me pasa igual, lo extraño y mucho. Y eso que no hace ni veinticuatro horas que se fue"
"Supongo que conforme pasen los días nos vamos a acostumbrar a su ausencia"
"Quizás, aunque luego de tantos años juntos no será muy fácil. Voy a ausentarme, ahora que por fin ha dejado de llover voy a casa de uno de mis pacientes. Sabes qué hacer si se presenta una emergencia", la cirujano dijo y acto seguido dirigió sus pasos hacia la salida.
"De acuerdo", contestó la rubia enfermera. Volviendo la mirada hacia el escritorio, de nuevo suspiro; "¿Nikolai estará bien?"
(Cerca de ahí)
"El suelo se ha reblandecido por completo, en estas circunstancias es imposible trabajar", Haruka señaló.
"Y lo que es peor, se desperdiciaron muchos insumos. El fertilizante no es muy fácil de conseguir", replicó Fiódor.
El rubio alzó la mirada para contemplar los grisáceos cielos; "En unas semanas llegará la primavera, pero dudo mucho que este maldito clima cambie, no tarda en volver a llover"
"Lo que más me pesa de el, es que solo está retrasando su regreso, ¿No?", aunque sabía que difícilmente confesaría su secreto, una vez más el tuerto hombre lo intentaría.
"No me quejo. Hay mucho que hacer... hay que reparar esa cerca", dirigiendo sus pasos hacia el alambrado, Haruka señaló.
Fiódor sonrió al mismo tiempo que negaba con la cabeza; "Eres duro, coronel. ¿Por qué mejor no admites que decidiste quedarte porque aquí tienes mujer?", murmuro para si mismo.
(Casa de los Kremer)
Ocupada en sus quehaceres, la aguamarina pasaba el tiempo.
"¡Dioses!, comienzo a cansarme", limpiándose el sudor que había acudido a perlarle la frente, se sentó a orilla de su cama. "Y eso que aún eres pequeño, pero ya llegará el momento en que poco podré moverme. Sin embargo no importa, es la clara señal de que estas creciendo", dijo mientras posaba la mano sobre su vientre. Sin embargo la sonrisa que acudió a egalanarle el fresco rostro pronto volvió a desvanecerse. "¿Sabes?, lejos de aquí, en algún lugar tienes un hermano que impaciente espera a tu padre... ¡Dios mío!, por favor perdóname por desear que no se fuera. Soy una egoista y una mala mujer"
De pronto y por su bien, esos tortuosos pensamientos fueron interrumpidos por alguien que llamó a la puerta.
"¿Quien será?", se cuestionó mientras dirigía sus pasos hacia ella.
Sabiéndose sola, titubeante abrió, encontrándose con la peliazul.
"Buenos días", saludó mientras se quitaba el gorro.
"Buenos días, por favor pase", aliviada contestó.
Ingresando en el recibidor, la cirujano se quedó de pie. "¿Se encuentra el coronel?"
"Salio hace dos horas. Por favor siéntese, ire a traerle café y galletas"
"¿Llego en mal momento?"
"Por supuesto que no. Es siempre bien recibida"
Deshaciéndose del abrigo y los guantes, la mujer tomó asiento. "Recibí su obsequio, muchas gracias"
"Me alegra que le gustara", sirviendo la humeante bebida y el postre, se sentó frente a ella.
"Perdona que no haya venido antes. Esta maldita lluvia no deja hacer mucho, pero dime ¿Cómo has estado?"
"Bastante bien, aunque hay ocasiones en las que terminó exhausta... ultimamente tambien he tenido nauseas"
"Es completamente normal, poco a poco tu cuerpo se va acostumbrando a los cambios que está sufriendo"
"Me doy cuenta de que está creciendo, aunque aún no puedo sentirlo", colocando la mano sobre su vientre, sonrió satisfecha.
"No te desesperes, ya verás que dentro de poco podrás hacerlo", poniéndose de pie, abrió su maletín. "Si tú lo permites llevar a cabo la revisión, ¿O prefieres que lo haga cuando el coronel esté presente?"
"No puedo esperar, quiero saber como esta", expresó indicando el camino hacia la habitación que ocupaba...
"Te encuentro bien, tu presión se mantiene estable. Debes seguir cuidándote"
"Hago todo lo posible por mantenerme saludable"
Tomando su estetoscopio, procedió a revisar su pecho. "Has hecho un buen trabajo. Voy a reducir la cantidad de hierro. Como sabrás, el racionaje continúa, así que voy a darte un comprobante para que lo presentes cada vez que vayas por ellas, a cambio recibirás leche extra", dijo y tomando su recetario, comenzó a redactar la nota.
"Muchas gracias. ¿Sabe?, pense que usted también había partido hacia el Sur"
"Estuve a punto de hacerlo"
"¿De verdad?"
"Así es, me llegó la orden de regresar, sin embargo preferí quedarme", por un instante no pudo evitar pensar en el rubio Kirill.
"Pero ¿Por qué?... lo lamento, no debí preguntar", mordiéndose los labios, avergonzada Michiru bajo la mirada.
"No te preocupes, la curiosidad es innata en todos los seres vivos. Me quedé porque no puedo abandonar a mis pacientes, confían en mí"
"Esa es una gran verdad"
Mizuno sonrió un poco. "No te lo había dicho, pero ¿Sabes?, yo tambien tengo un hijo"
"¡Vaya!"
"Hace algunas semanas cumplió los tres años. Me está esperando en casa de mis padres", tomando la fotografía que guardaba en su maletín, se la mostró. "Se llama Richard, como su papá"
"Es muy guapo", Michiru dijo. "¿Por qué no ha regresado al lado de su bebé?", se cuestionó en silencio. "¿Tres años?", exaltada no pudo evitar cuestionar.
"Imagino que estás pensando y si, mi bebé nació mientras atendía a los heridos que llegaban a mi tienda de campaña", recordando ese maldito, pero también hermoso momento, contesto.
"¡Dios mio!", aterrorizada, se cubrió los labios.
"No podía dejar solos a mis camaradas, era el único médico que quedaba en la unidad, así que a la mañana siguiente decidí enviarlo a casa. Ahí estaría mas seguro que conmigo en las primeras líneas"
"Qué duro debió ser para ella. Por ningún motivo yo podría separarme de mi bebé", pensó sin atreverse a decir nada, luego la idea de que él pudiera apartarlo de ella volvió con más fuerza.
"Me alegra mucho que el coronel no se haya ido", esperando devolverle la sonrisa que con sus vivencias le arrancó, señaló mientras guardaba su instrumental. Y es que bastaba la mirada de ambos como para entender que había algo más, cosa que uno y otro parecían no descubrir.
"A mí no mucho. Su mujer y su hijo han de odiarme", la aguamarina pensó y luego desvió la mirada. "Debió hacerlo, no se sabe cuando volverá a tener oportunidad. Estoy segura de que debe estar ansioso por retornar", murmuró en voz baja.
"Yo no lo creo así. Aunque supongo que lo decidió porque después de todo ahí no le queda nada", encogiéndose de hombros, la médico señaló.
"¿Nada?, ¿Pero y su familia?"
"Él está solo, su esposa y su hijo murieron luego de que un bomba destruyera su granja", se había acostumbrado tanto a la muerte, que podía hablar de ella sin ninguna emoción.
Ante esas inesperadas palabras, un violento escalofrío recorrió el menudo cuerpo de la aguamarina y su rostro se empalideceo. "¿No tiene a nadie?"
"¿No... no te lo dijo?", titubeante Amy cuestionó.
"No... él no habla mucho sobre ellos y...", sin poder escapar a esa primera impresión, su voz tembló.
"¡Maldición!. No debí hablar demás. Lamento mucho haberte molestado", nerviosa se llevó una mano a la frente.
"Esta bien, es solo que me tomó por sorpresa... quizás si lo mencionó y yo no lo recuerdo", agitada Michiru respondió.
"Será mejor que me vaya, de lo contrario podría cometer otra imprudencia. Ya lo sabes, si hay algo que necesites no dudes en buscarme, el coronel sabe donde encontrarme", no deseando otra cosa mas que escapar, señalo.
"Lo haré... gracias por haber venido"
Abandonando el lugar, preocupada la médico negó con la cabeza.
"He pecado de indiscreta, espero y el coronel no me castigue por lo que hice", profundamente se lamentó. "Pero ¿Por qué no se lo habrá dicho?, ¿Por qué si tiene la oportunidad de formar con ella una familia sigue encerrando en su dolor?... sea lo que sea, debo prepararme para lo que venga"
Mientras tanto una muy pensativa Michiru camino hacia la fotografía del pequeño Fiodor, la cual tomó para contemplarla sin poder evitar que un par de lágrimas resbalaran por sus encendidas mejillas.
"Ahora entiendo todo. Haber perdido a su familia era el dolor que amenazaba con matarlo... y fue ese mismo dolor lo que lo trajo a este maldito infierno", recordando su frialdad, la forma en la que la culpó de su desgracia y la primera vez que lo vio llorando, no pudo evitar entristecerse profundamente. "Perdi a mi madre, a mi padre y a mi hermano, que son pesares muy grandes, pero perder a un hijo es lo peor que puede pasarle a un hombre... si yo perdiera al mio enloquecería", pensó y sin poder contener sus sentimientos, dejo que por fin el llanto la embargara. "¿Cómo es que él puede seguir sonriendo?, ¿Cómo es que en medio de su pena sigue vivo?", al borde de sufrir un colapso, se sujetó a la mesa.
(En la clínica)
La puerta se abrió y contrario a lo que pensó la rubia, no dio paso ni a la cirujano ni a paciente alguno.
"Buenas tardes", saludó el oficial.
"Buenas tardes", ella contestó, reconociendo que se trataba del sujeto de la otra tarde. "¿Hay carta?"
"Así es, para ti", expresó mientras le entregaba el sobre, el cual de nueva cuenta no tenía remitente.
"¿De nuevo?"
"Supongo que debe tratarse de un admirador secreto ¿No?", juguetón se la entregó.
"No lo sé", ella contestó.
"Si solo supieras quien la envía, o al menos si hubiera indicios de quién podría estarlo haciendo, podrías responderle, ¿No?"
"Es cierto, gracias", sin poder apartar la mirada del sobre, ella murmuró.
"Con tu permiso", saludando él se retiró.
Titubenate Mina abrió el sobre, comenzando la amena lectura; "No... no creo que haya sido Nikolai quien las envió antes de irse... ¿Quién estara escribiendo esto?", sin aliento ante las amorosas palabras que contenía, negó con la cabeza.
(Esa noche)
Y justo como las grisáceas nubes lo anunciaron sucedió, siendo que hacía las siete de la noche comenzó a llover.
Michiru, sentada frente al fuego, pensaba en las palabras de la médico, hasta que de pronto la puerta se abrió, dando paso al rubio.
"Maldito clima, comienzo a hartarme de él", quitándose el abrigo, lo dejó sobre el perchero.
Escuchándolo, Michiru acudió a su encuentro. "Buenas noches, coronel"
"Buenas noches", él saludó, luego se inclinó sobre la chimenea para calentar sus manos. "Parece mentira que durante todo este tiempo haya podido sobrevivir a la intemperie y ahora un poco de lluvia me mortifique", exclamó.
"Supongo que llegar a casa para él debe ser muy reconfortante... de algún modo calma su tristeza"
"¿Cómo estas?", cuestiono volviéndose para quedar de frente a ella.
"Muy bien. Esta mañana vino la médico a ver como estoy"
"¿Todo bien?", preguntó fijando la mirada en su vientre
"Si, por supuesto", tituebante asintió.
Haruka sonrió; "Eso me alegra y mucho", sonrojado expresó y luego alzó la mirada hacia el techo. "Estaba pensando que esta noche será mejor dormir en el recibidor. Luego de tanta lluvia considero que el recibidor es más seguro que la de arriba", expresó y entonces dirigió sus pasos hacia el segundo piso.
Sin comprender que tramaba, ella lo siguió.
Él tomó las mantas y haciéndolas a un lado, por la escalera arrojó un colchón. "Ahí vas a dormir, yo lo haré en el sofá", expreso...
Y fue luego de la cena que frente a la chimenea él se sentó.
"Mejor desición no pude haber tomado. Aunque esta no es mi casa, me siento en ella", pensó mientras escuchaba el sonido del fuego y la lluvia.
Ante su silencio, ella se acercó a él; "De alguna forma mi bebé y yo somos lo único que tiene, aunque no sé si él lo piense así, después de todo y de alguna forma considera que soy culpable de sus muertes"
"¿Estás bien?", notando la aflicción que asomó a su mirada, cuestionó.
"Si, y usted ¿Cómo está?"
"También estoy bien", volviendo a dirigir la mirada hacia el fuego, contestó.
No, no podía tolerarlo más, así que acercándose a él, le echó los brazos al cuello.
Él ante su gesto y sin decir nada apoyó la cabeza en sus senos, escuchando como el corazón de la mujer se contraía.
"Más allá de lo que la aquella noche le ofrecí ¿En mí habrá encontrado alguna especie de consuelo?, ¿Me querra aunque sea un poco?, ¿Amara a mi bebé?", pensó.
Él, aún en silencio con fuerza se sujetó a ella.
"Durante todo este tiempo me culpe por haber pensado que era un hombre fuera de mi alcance, pero ahora que sé que es libre, no me siento mejor. Después de todo no puedo cambiar lo que le paso", Michiru pensó y fijando su mirada en la suya, con los suyos buscó los labios del hombre. Envolviendo entre sus brazos y mientras lo besaba, lo atrajo hacia ella, acción que tomó al rubio por sorpresa, llevándolo a soltar el agarre.
"¿Sucede algo?, ¿No quiere hacerlo?", de forma juguetona ella entrelazo sus dedos en su rubio cabello.
"Si, si quiero", él contestó mientras se deshacía de la parte superior de sus prendas. Esperando obtener un si por respuesta, hizo una pausa. "¿Estás segura?"
Ella asintió, dedicándole una sonrisa.
Ante su aprobación, Haruka procedió a despojarla de sus ropas y una vez que quedó desnuda, sonrió ante su figura.
"¿No le agrada?"
"Si, es solo que...", deslizando la mano por sobre su vientre, no supo qué más decir.
"Tómeme", ella siseó.
Haruka no dijo nada y volviendo a besarla, comenzó a poseerla.
"Ah", ella se quejó, echando la cabeza hacia atrás.
"¿Estás bien?"
"Si", ella contestó envolviendolo en un abrazo.
Él sonrió, continuando de forma lenta.
"¡Dioses!", ella se quejó cuando la embistió un par de veces y beso sus senos.
Nada mas importaba, ese era el lenguaje en que sus corazones hablaban.
"¡Maldición!", de la nada Haruka se quejó, apartándose de ella.
"¿Qué pasa?"
Él rió un poco; "En mi cajón tengo..."
"¿Es necesario?", la aguamarina cuestionó soltando una corta risa y mientras señalaba su vientre.
Él también sonrió; "No, ya no. Además estoy sano"
"Entonces no hay nada que nos impida continuar, ¿O si?", fijando su enamorada mirada en la del rubio cuestiono y girando sobre él, tomó el control total de la situación...
Notas de autor;
Michelle; Poco a poco la vida les esta devolviendo la oportunidad de empezar de nuevo. Depende de ellos seguir en su dolor, o aprovechar cada instante. Mima esta decidida a hacerlo, en cambió Amy sigue atada a lo que tuvo que vivir en el frente.
Kaiohmaru; Michi esta en su razón de tener miedo, después de todo poco sabe sobre Haruka, aunque no hay que culparlo, sus razones tuvo para callarse. Desde mi punto de vista Lita hizo mal porque les dio falsas esperanzas, sea como sea y sin importar el daño que Dietter hizo, para ellos sigue siendo su papá :(.
Isavellcota; Antes de este capítulo, Michiru estaba convencida de que se quedaría sola con su bebé (después de todo eso le tocaría vivir a una mujer en esa situación), pero hoy para ella se ha abierto un nuevo panorama.
Guest; A veces no hacen falta grandes palabras para expresar el sentir, recuerda que "El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada".- Becquer.
