La letra cursiva es para señalar que están hablando otro idioma.
"Entre comillas es para pensamientos".
"Si está entre comillas y cursiva es Lyla hablando".
* es nota de autor. (Para aclarar cualquier pendejada que surja).
NOTA: No todos los capítulos tendrán parejas, algunos se centrarán en un único personaje con el respectivo tema.
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6 – SUPRESORES
Peter B. Parker (Ω)
El celo es un periodo especial y delicado para todos, cada casta tenía que lidiar con su propio calor. Quienes lo tenían más fácil eran los betas, ellos no reaccionaban a las feromonas con la misma fuerza, podían sentir una ligera fiebre y seguir con sus vidas sin muchos inconvenientes. Los alfas también podían pasar por un celo relativamente controlado sin interferir mucho en sus vidas pero el celo en los omegas era peligroso y de alto riesgo, un celo desatendido podría durar hasta siete días, debilitando severamente al omega, llevándolos a ser la casta al final de la cadena de poder.
Gracias al avance de la medicina y la investigación de las hormonas hoy en día ese no era un problema, con la creación de los supresores (Drogas a base de hormonas que pueden disminuir o anular los deseos sexuales.) los omegas ya no tenían que lidiar con los intensos calores, podían proveer por ellos mismos sin la intervención de un alfa o depender de familiares que les cuidaran.
Lamentablemente el efecto de los supresores era diferente en cada omega, mientras que para algunos era cien por ciento efectiva, para otros traía desagradables efectos secundarios que les hacía enfermar.
Vómitos, mareos, dolor abdominal, fiebre, dolor de cabeza y diarrea podían ser síntomas comunes y fáciles de sobrellevar en el mejor de los casos. Aunque en opinión de algunos omegas la cura era peor que la enfermedad.
En el caso de Peter B. Parker, un omega maduro que pasaba sus días de celo completamente solo y aislado. Su esposa beta le pidió el divorcio hace un par de años cuando, después de varios intentos de embarazo (por parte de ambos) no cumplieron su deseo de concebir un niño. Frustrados y un poco dolidos se separaron.
Durante el tiempo que estuvo casado Peter tuvo el cuidado y apoyo de su esposa en sus días de celo, ni siquiera tenía a su tía May para que le ayudara en esa dura etapa. Ahora solo le quedaba recurrir a los supresores, lo cual le hacían sentir aun peor por lo que optó por pasar el celo completamente solo y encerrado en su pequeño apartamento. Había aprendido a prepararse desde temprana edad para esos días, comida de larga duración y suficiente agua todo al alcance de la mano.
No todo era malo en la vida de Peter, gracias a un trabajo remoto tenía la facilidad para quedarse en casa y tener ingresos estables, mientras cumpliera con el plazo de entrega no importaba los días que se sintiera indispuesto.
Paso su semana un poco delirante y caliente, deseoso por el instinto de reproducción. Para el quinto día de su celo estaba un poco más lúcido, todavía podía sentir una ligera fiebre, nada de lo que debiera preocuparse.
Incluso se sentía lo suficiente bien como para recoger el desastre que hizo durante todos esos días, con una mueca recogió las sabanas y el edredón que daban pena por la cantidad de fluidos manchando la tela, metió todo a lavar mientras recogía la basura y… los juguetes. Porque pasar un celo anhelando que algo le anudara lo volvía loco, Mary Jane tuvo la amabilidad de regalarle uno hace años y lo seguía usando, antes lo usaban juntos, ahora tenía que satisfacer sus necesidades en solitario, como todo lo demás en su vida.
Estaba viendo lo que quedaba de comida y agua cuando se dio cuenta de que hizo mal los cálculos, ese celo se adelantó y no tuvo tiempo de completar las compras. Contando la cena de ese día, todavía le quedaban dos días de celo por delante.
- Ugh… No puede ser. – se quejó el castaño, pasándose las manos por el cabello desordenado. – No queda de otra. – dándose una ducha profunda, se quitó lo más posible los restos del olor del celo, seguramente no iba a pasar nada porque saliera a comprar algo de comida, ya estaba en la última etapa del celo. Iría rápidamente a la tienda más cercana, compraría comida instantánea y volvería antes de que nadie pudiera olerle.
Un plan a prueba de tontos.
Estaba comenzando a anochecer cuando estuvo listo para salir. Tendría que apresurarse.
Camino lo más rápido que sus adoloridos músculos le permitieron, iba con una chaqueta gruesa y una franela cuello de tortuga. Al llegar al mini market local saludó a la encargada del lugar. – Hola Rossy. - La omega mayor le había cogido cariño a Peter cuando se mudó a la zona.
- ¡Peter! ¿Qué haces afuera? Deberías estar en casa otros tres días al menos. – le regañó la mujer mayor, era una omega de unos setenta años, su pareja murió hace años y ella quedó a cargo de la tienda.
- He calculado mal y me quedé sin comida antes de tiempo. – se excusó el castaño. – Tomaré un par de fideos instantáneos y volveré rápidamente al apartamento. – le aseguró con una sonrisa cansada.
- ¡Fideos instantáneos! – se escandalizó la mujer. - ¿Cómo piensas tener cachorros fuertes con esa dieta tan deficiente? No, no, no. Necesitas proteína y vitaminas. – ella salió del mostrador en un santiamén. – Espera aquí, te traeré unas viandas con comida.
- Rossy en verdad no es necesario… - su protesta fue inútil, ella ya había desaparecido en la parte trasera de la tienda, que conectaba con el piso superior donde ella vivía, lo sabía porque Peter más de una vez la ayudó. Para tener setenta años se movía increíblemente rápido. Suspirando Peter continuó escogiendo productos, a la espera del regreso de Rossy.
Estaba de espalda a la puerta tomando un litro de leche cuando escuchó la entrada de un grupo escandaloso, tenían pinta de maleantes y por la forma en que miraban toda la tienda no tenían buenas intenciones.
Apenas vieron que no estaba la encargada tras la caja registradora pensaron que podrían tomar ventaja de eso. Mary Jane más de una vez se quejó de que él no pensaba antes de actuar, también lo regañaba constantemente porque se metía en donde no le llamaban, sobre todo siendo un omega. Pero es que él no se podía quedar de brazos cruzados al ver que uno de los idiotas saltó el mostrador para tratar de forzar la caja.
- ¡Oye! – gritó Peter acercándose al grupo. Contó a cinco hombres, todos ellos en sus veintes. – No deberían estar haciendo eso, váyanse de aquí antes de que los obligue.
- ¿Quién nos va a obligar? – uno de ellos se plantó al frente, un alfa. - ¿Tú? – se burló el líder del grupo, esto no pintaba nada bien, Peter ya no tenía manera de retractarse. – Esto es lo que va a pasar viejo; Vas a irte de aquí en silencio, si insistes en delatarnos te daremos una paliza. – con una sonrisa torcida el alfa tomó el frente de la chaqueta de Peter estrujándola con fuerza para enfatizar su amenaza. Con ese movimiento brusco parte del olor de Peter se dispersó a su alrededor, los remanentes del celo. Al estar tan cerca el alfa le olió y sus pupilas se dilataron. – Eres un omega… - escaneándolo de arriba abajo el tipo sonrió aún más, se lamió los colmillos, como si le picaran por querer morder algo… el cuello de Peter de preferencia. – Cambio de planes chicos, nos llevaremos a este viejo.
Peter comenzó a asustarse. Esto cada vez iba pintando peor.
El improvisado robo fue olvidado por completo y ahora el grupo estaba intentando arrastrar a Peter afuera, el castaño luchaba con toda su fuerza intentando alejarse del grupo que probablemente quería violarlo.
- ¡Suéltenme! – lanzó una patada logrando darle a uno de los betas que gruñó entre enojado y adolorido.
- Maldita perra, quédate quieto. – le dieron un puñetazo en la quijada que aturdió por completo a Peter. - Te vamos a usar para lo único que sirve una perra en celo como tú. – con esa amenaza hecha el alfa del grupo comenzó a desprender sus feromonas, en cuanto Peter las sintió los restos de su celo reaccionaron y fue como si fuera el primer día, la temperatura de su cuerpo subió colorando sus mejillas, su entrada comenzó a lubricar a chorros mientras su mente se nublaba con necesidad, jadeó al sentir el primer toque sobre su cuello.
- ¡Quítenle las manos de encima! – gritó una fuerte voz desconocida, Peter no sabía de quien se trataba, tan sólo fue vagamente consciente de las manos que le soltaron abruptamente, el frío suelo fue un vago alivio.
Se arrastró como pudo lejos de la refriega, aparentemente alguien intervino por él y ahora le estaba dando una paliza al grupo de delincuentes.
Peter se asustó cuando unas pequeñas manos le tomaron de la chaqueta, arrastrando su pesado cuerpo. – Soy yo, Peter. – dijo Rossy, azorada por el esfuerzo. – Estás a salvo. Miguel se está encargando de esos vándalos.
¿Quién?
¿Miguel?
Hacía calor.
Demasiado calor.
Quería ser llenado.
Mordido.
Un nudo.
Alfa.
¡Alfa!
¡ALFA!
- Supresor. – logró jadear Peter. – En mi bolsillo.
Rossy entendió en seguida y sacó el supresor de emergencia que tenía Peter en el bolsillo de su pantalón, por suerte era inyectado y actuaría rápidamente.
Peter gruñó al sentir el desagradable suero siendo inyectado.
Dado el estrés y la medicina haciendo efecto tan abruptamente se desmayó en el regazo de Rossy.
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CONTINUARÁ.
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Los últimos capítulos me han salido larguitos, dudo que todos tengan el mismo largo, pero si les puedo decir que conectaré varias historias a lo largo del omegacember.
